El amante de los tiempos, en 5 relatos (5)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(5-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Mientras le daba polla a trancas y barrancas, Gloria, que era la única que seguía vestida, se me acercó y permitió, con su osadía de comerse mis huevos, meterle mano a su trasero y bajo sus bragas.

Dos de mis dedos encontraron su ojete y allí se enterraron, mientras ella gemía y vibraba de gusto. No contento con ello, saqué esos dedos de su orto y bajé aún más hasta encontrar una polla con sus huevos correspondientes, los cuales cogí con mi mano, abarcando cuanto podía. Obviando la húmeda vagina, pues había metido antes los dedos en su ano y no era cosa de enfermarle el chumino que pretendía comérmelo.

Sin duda su empalmamiento se merecía una mamada previa y una primera follada anal, después. Pero eso sería después de acabar con Victoria, a la cual la tenía casi asfixiada de tanta polla que le estaba dando. Así que me salí de su ojete, ocupando mí puesto frente a ella una Leonor que le gustaba más un chichi que a un marica una polla.

Esta vez no usó su boca, sino su propio coño, que pegó al de Victoria y se lo restregó hasta conseguir dar y darse orgasmos a tutti frutti. Allí las dejé, para dedicar toda mi atención a mi última adquisición, Gloria, mi nueva putativa amante con polla.

Con mi rabo tieso, se lo entregué a mi chica, la cual no tuvo problemas de quedarse con mi herramienta. Su boca era una cueva de felicidad novata, algo que aumentaba si cabe el placer de una mamada.

Mientras me trabajaba el rabo, iba desnudando su cuerpo serrano. Solo la dejé con sostén y braga, notándose que aquellas bragas no eran aptas para ocultar una polla tiesa.

Pronto obligué que se saliera de mi polla o no podría seguir usándola para jugar con mis chicos.

Con un morreo previo, bajé mis labios y llegué a su escote, un escote que no había visto varón alguno.

Con delicadeza para que no se me asustara, le destrabé el sostén y ambas copas se abrieron como un capullo, ofreciéndome un par de buenas razones que me pedían a gritos que las mamara sin parar.

Sus jadeos eran verdades como puños de una hembra que había dado el paso para integrarse definitivamente en esta familia tan peculiar y a la vez tan putera.

Aunque no me había cansado de comerme aquellos sabrosos pechos, opté por seguir bajando, donde ella sabía que guardaba un tesoro que a nadie había dejado disfrutar. Yo, su amante y benefactor, todo en uno, sería el primero en cruzar el Rubicón de su virginidad.

Con manos temblorosas, tiré de los tirantes de sus bragas con ambas manos dejando sin protección algo maravilloso. Un pene más que desarrollado y grueso como el de su hermano. No tanto como aquel, pero casi.

Rocé con mis dedos aquella preciosidad con una reverencia digna de un tesoro nacional.

No pude aguantarme más y me lo llevé a la boca. Oh, Dios, que suavidad, que placer chupar aquella polla de mujer y a la vez de hombre.

Gloria no podía creerse que su miembro extra fuera tan sensible en la boca de un experto chupador de pollas como era el menda y gritaba de placer, haciendo sonreír al resto de participantes en aquella bacanal prohibida.

Mis otros chicos no solo sonreían y se llevaban la lengua a sus labios por ver que me estaba dando un placer al comerme tan rico manjar, sino porque sabían de buena tinta que aquella polla iba a pasar de hermano en hermano y hasta de padre en padre. Vamos, que hasta mamá Victoria la iba a disfrutar.

Con aquella polla más que lubricada, dejé de mamarla y siendo lo más cortés que podía ser en aquellos momentos, me di la vuelta y ofrecí el regalo de mi culo por primera vez a una Gloria deseosa de usar su polla para algo más que para mear, si es que la usaba para eso y no su otro agujero que le fabricaron expresamente.

Gloria se me puso detrás y apuntando con una mano al centro de mi ojete, se agarró de mi cintura y me la metió toda dentro. Allí la dejó como si aquel agujero fuera el fin y no un medio de disfrute para su polla.

Moviéndose como había visto hacer, pues aprendía de oído, como si dijéramos, me dio polla y más polla, hasta que casi se corre. Solo mi experiencia en corridas propias y ajenas, me hizo salirme de su polla y dándome la vuelta, tragarme aquel hermosos y sabroso regalo que había heredado de no sabía quién.

Gloria explotó y su bala entró como una exhalación en mi garganta, llenando mi boca de una exquisita crema láctea que disfruté antes de tragarme.

No contento con lo que recibí y que era mucho, seguí mamándola hasta extraerle hasta la última gota de su pólvora especial.

Ahora venía otra parte de la misma parte, su desvirgamiento trasero, pues no podía follármela por delante, con una polla que había estado en culos ajenos.

Tomé a la chica y llevándola de la mano a la litera más baja, la hice acostarse. Subí también a ella y levantándole las piernas hasta tocar la litera superior, me comí el original chumino de la chica.

Se corría de gusto y vibraba que era un regusto. Con aquella parte tan deliciosa más que lubricada, me posicioné ante ella. Peor como Victoria no me la iba a follar por su chichi molón, me polla apuntaba más atrás.

No le pregunté una mierda, no fuera a decirme que no. Así que, casi sin mirarla a los ojos, la penetré delicadamente, pero sin detenerme a tomar café. Se la clavé hasta los huevos.

Sus gemidos doloridos no impidieron que disfrutara de aquella hembra que me daría mucho placer. Me la follé cada vez con más énfasis, moviendo todo su cuerpo con cada embestida.

Mi polla, que ya llevaba demasiado tiempo de trajín, me pedía a grito explotar de una puta vez y tuve que hacerle caso o me iba a correr dentro de ella y eso, no lo quería, al menos, esta primera follada anal.

Me salí de Gloria y acercando mi polla a su hermosa boca, solté el grifo lechero que desparramé por toda su garganta. Allí seguí follándome su boca, hasta que se salió al estar echa una piltrafilla, pero bien corrida, eso sí.

Antes de dejarla en paz, le pasé la lengua por su coño durante el suficiente tiempo como para que se corriera y vibrara varias veces más. Daba gusto y envidia las veces que una hembra se podía correr.

Se notaba que en todas partes había clases sociales diferentes. Este barco no era la excepción. Siendo un transatlántico de postín, también llevaba clientes de postín. Los billetes que había pagado solo llegaban para la zona intermedia en cuanto a servicios. De hecho, había tres tipos de clientes. Los inalcanzables, que comían en la mesa del capitán. Los de clase media, como nosotros, que teníamos largas mesas para las comidas y luego estaban los que casi no tenían para pagar el billete. A estos los alimentaban con los restos o casi, de los otros dos grupos y vivían en la parte más honda del buque. Cierto era que podíamos subir las tres clases sociales a tomar el sol, pero en diferentes horas, donde la zona de recreo solo era para los más pudientes. Ni para la clase media, ni para la baja.

Los ojos de los que no éramos clientes vips, se nos iban hacia los elegantes vestidos que portaban las damiselas aquellas, donde un solo vestido costaba más que lo que ganábamos en seis meses.

Al menos el sonido que se escapaba de sus salones y que nos llegaban a los demás, pobres de nosotros, no nos la cobraban y bailábamos en nuestra zona.

Mientras los chicos deambulaban por el barco para hacer amigos, invité a Victoria a bailar un poco.

. - no soy muy bailona, Salvador.

. - yo tampoco, pero ya que tenemos música gratis, ¿por qué no pasarlo bien?

. - sí, me parece bien.

Le cogí de una mano y puse la otra en su espalda y comenzamos a bailar con movimientos lentos.

. - Salvador, espero encajar en tu familia.

. - claro, querida. De hecho, ya lo estás haciendo.

. - no sé si lo que hacemos con los chicos está bien.

. - todos son mayores de edad y ninguno es obligado a hacer nada que no desee. Desde el momento que deseen parar, no se le tocará más. Ese es mi lema, solo si lo desean. Además, porque sean enanos, ¿han de sentir diferente a como sentimos tu o yo?, no lo creo.

. - ¿cómo te parezco como mujer?

. - que estás impresionante. Tu cuerpo es perfecto y me gusta mucho mamarte. Ahora mismo estoy empalmando de solo tenerte en mis brazos.

. - no digas esas cosas, que me da vergüenza de que nos puedan oír -dijo medio aterrada mirando a los lados-.

. - no seas tonta. Si alguien te pregunta, eres mi esposa.

. - ¿tu esposa?, ¿de verdad te gusto tanto como para tomarme como esposa y prácticamente, madre de los chicos?

. - te han tomado cariño y, además, lo pasan de miedo contigo. A mí no tienes que convencerme, pues solo verte con los pechos fuera allá en el centro de acogida, se me subió la bilirrubina y me dije que ibas a ser para mí y mis chicos-.

. - ¿no te importa que haya sido de otro hombre antes?, ¿no me ves como de segunda mano?

. - no digas eso, mujer. Nadie es de segunda mano. Lo más, segunda oportunidad y tú te la estás ganando a pulso. ¿Acaso no deseas estar con los chicos y conmigo?, si fuera ese el caso, no te importe decirlo y los paro de inmediato.

. - no, por Dios. Conocerte a ti y a los chicos ha sido como un jarro de agua fría que me ha quitado la venda. Estaba perdida y gracias a ti y tus chicos, creo que vuelvo a ver una luz que me hará salir de esta pesadilla en que he estado metida. Estaba en un pozo sin fondo y tú me echaste un cabo.

. - sí solo es gratitud, no sientas que estés obligada a compartirte con nosotros. No me gustaría obligarte a nada que no desees verdaderamente y si tenemos que darte más tiempo, te lo daremos.

. - nada de eso. De hecho, quiero ahora mismo que busquemos un sitio tranquilo para calmar esa hermosura que tienes entre tus piernas. No quería decirlo, pero nada más abrazarme para bailar, estoy mojándome a marchas forzadas.

. - no se hable más, querida.

Dejamos de bailar y de la mano, la llevé lejos de allí. Nos metimos en una puerta donde ponía solo personal del barco.  Según traspasamos la puerta, dimos con otra que ponía material de limpieza. Allí entramos y cerramos tras de nosotros. Tanteé y encontré el interruptor de la única bombilla que allí había.

Antes de que encendiera la luz, Victoria ya se estaba sacando el traje. Sus enormes mamas y también su no menos exuberante y peludo chumino se notaban tras sus íntimas prendas. La detuve, pues quería ser yo quien se las arrancara de cuajo.

Con una desesperación que no pude ocultar, le puse su mano en mi paquete para que ella se encargara de domarlo, mientras nuestras bocas se encontraron de nuevo.

El beso fue de alto voltaje. Ya besar su sostén donde se notaban sus pezones fue una salvajada de violento hasta para mí.

Ella ya me había sacado los pantalones, que estaban por mis tobillos, mientras me metía mano bajo los calzoncillos y jugaba con mi herramienta, mientras echaba hacia atrás su cabeza suspirando del placer que estaba recibiendo de un servidor.

De tanto magrearle las tetas lecheras, el sostén internamente se humedeció de su blanca leche. Aquello me hizo desplazarle el sostén y de inmediato tener a mi alcance cada uno de sus dos pezones que, sin miramientos, mamé glotonamente.

Sin duda Victoria sería un punto y seguido en mi próxima vida de civil y si a ella le añadíamos los chicos y sus cuerpos maravillosos, creo que iba a pasar una vejez de puta madre.

No sé cómo se me escurrió, pero al poco me la encontré mamando a su próximo marido y follador empedernido. La dejé allí abajo hasta que me la puso que explotaba.

Con mis dos manos bajé sus bragas y puestas después en sus suaves nalgas para de inmediato sacarle su boca de mi polla y levantándola en volandas, se agarró de los estantes de ambos lados y se la clavé vaginalmente como siempre me ha gustado, a toda leche. La clavada la puso fina y más fina se puso cuando me la follaba a diestro y siniestro.

Su chorreante y lubricado chumino me permitía eso y mucho más. Sus gemidos eran demasiados altos, pero poco me importó que nos cogieran in fraganti, lo más nos harían salir de allí, pero me la llevaría luego a nuestro camarote y allí terminaríamos lo que habíamos empezado tan calenturientamente.

. - ¿te hago daño, querida? -le dije sin parar de follármela-.

. - no, cariño. Estoy disfrutando mucho. Querido, no estaba segura, pero ahora te ofrezco algo que sé que te gusta más que mi coñito y esta vez, lo hago voluntariamente, la otra vez…

. - ¿te refieres a…?

. - sí, a mi culito. Sé cómo te gusta usar el culito de todos y todas y yo no voy a ser distinta. Bájame y te lo demostraré.

Así lo hice y según puso los pies en el suelo, se dio la vuelta y agachándose, se abrió las nalgas con ambas manos.

. - disfruta a gusto, querido.

. - gracias, mi amor.

Mi lengua se fue directamente a su ojete y se lo perforé con ella. No necesitaba más lubricación, pues goteaba que daba gusto verla.

Con mi endurecida polla en ristre, le agarré de las caderas y con cuidado de no hacerle más daño que el necesario, se la metí lentamente, no parando hasta tocar fondo.

Victoria se entregaba del todo y su dolor pronto se convertiría en placentero enculamiento cada vez que se lo rompiera y que serían muchas más veces, ya tanto por mí, como por los demás chicos.

Ella hizo de tripas corazón y tragó zapos para darme placer y a fe mía que lo consiguió. Si eso no era amor hacia una persona que casi no conocía, no sé lo que coño era.

Pronto mi corrida venía galopante hacia la punta de mi polla y claro, deseé darle el placer de tomarse mi lechada.

Me salí y dándole la vuelta, me la tomó como un chupete que mamó y mamó hasta recoger la cosecha de mis huevos.

Sintió una bala caliente que disfrutó con su lengua, siendo ella misma quien se tomó el placer de acabar de descargarme la polla y dejármela como los chorros del oro.

Una vez conseguido ello, me dediqué a tomarme sus jugos primero de su vagina y después de su culo, que seguía súper mojada.

Cuando acabé con ambos agujeros, no quise reprimirme y tomarme un buen tazón de su rica leche mamaria.

Salimos de aquel cuarto de limpieza un buen rato después de que ambos nos serenáramos y dejáramos las calenturas allí dentro, saliendo como lo que éramos, dos enamorados que habían echado un polvo a hurtadillas de los demás.

La verdad es que aquel crucero fue de lo más placentero que había tenido tanto yo como mi esposa, pues allí mismo nos casó el capitán del navío. ¿Para qué esperar si ambos lo queríamos así?

Ni qué decir tiene, que la noche de bodas fue una fiesta sexual entre marido, mujer y enanos, que pasaban a ser, prácticamente, hijos, que, aunque por la edad no lo eran, ni por los papeles, intrínsecamente, ello se sentían nuestros hijos y nosotros, padres de ellos.

Si todo el mundo estaba de acuerdo con aquella asociación, ¿para qué cambiarlo?, y sí, la noche aquella fue apoteósica, donde la leche de polla, de teta y de conejo, corrió que era la mar de festiva de boca en boca.

Cuando descendimos del barco, la señora de Salvador Morales tenía bombo o próximo a él. No sabía si de mí o de mis chicos, eso poco importaba. No era egoísta en ese aspecto, pues mis chicos tenían todo el derecho de disfrutar de su madre putativa, al igual que ella lo hacía de sus hijos, unos hijos putativos que la tenían todo el santo día con el culo en pompa y dándoles tanta polla que cuando salimos del barco no caminaba muy católica esta putativa esposa mía.

Gloria se nos entregó por entero al resto de la familia. Sin duda lo pasábamos de puta madre y más que lo íbamos a pasar día sí y día también allá en casa cuando llegáramos mi familia y yo.

Cuando llegamos al continente, no quisimos pasar mucho tiempo en el puerto y sus alrededores, había demasiada gente y no toda de buen vivir. Así que se decidió continuar hacia la hacienda heredada de los viejos, allá en Nuevo Méjico.

Subimos con todos los bártulos a un viejo tren que funcionaba porque Dios es grande. Feo y desvencijado, la mitad era para transportar ganado y la otra mitad para el transporte de personas. Solo asientos y nada de camarotes privados.

Cuando Victoria no podía aguantar más sus lecheros pechos, el trote continuo al baño por parte de los chicos y yo mismo era constante. Allí estaba ella para que los demás la mamaran, así todas las veces que fue necesario descargarla.

Por su parte, Victoria como buena madre que era, descargaba a los chicos mamantes de sus tetas, donde sus chuminos y pollas eran comidas por ella, convirtiéndose así en la receptora de todas las leches del equipo, alimentándose a base de bien, pues todos nosotros además de leche tetuda, también nos tomábamos su leche vaginal.

Cuando el tren no avanzaba más hacia la hacienda por no ser una zona poblada, muy al contrario, adquirí a buen precio una carreta con dos caballos no muy jóvenes, dicho sea de paso.

Éramos como los primitivos pioneros, con la misma carreta y lo que veíamos no era sino un erial aquí y allá.

. - papá, -así habían decidido llamarme todos los chicos y chicas a mí, y mamá, a Victoria y ninguno de los dos, quiso que nos llamaran de otra manera. No sentíamos bien de aquella manera. Y repito, ¿por qué no?, era Gloria quien me hablaba- ¿dónde vamos a vivir?, ¿es todo así, como lo que vemos?, está todo seco y no se ven animales, sino buitres esperando comernos -dijo ella, que iba junto a mí en el pescante y con su mano derecha dentro de mis pantalones con mi polla cogida, pero no me la pajeaba para que no me corriera. Solo me la volvía a poner morcillona cuando disminuía de tamaño-.

. - no, ni mucho menos. Esta es una zona que tenemos que cruzar hasta llegar. Cuando tú veas que el paisaje va cambiando y el verdor va prevaleciendo sobre lo seco, aun faltará todo un día para llegar. Está en un precioso valle, donde discurre un riachuelo que viene de las montañas cercanas.

Descansamos bajo un frondoso árbol, que centenario él, tenía un grueso tronco. Se hizo un fuego allí mismo y mientras mamá alimentaba a sus retoños y ella era alimentada a su vez, yo los miraba admirado de lo bien que se lo estaban pasando. Gloria estaba a mi lado con mi mano derecho encima de su pecho desnudo mientras jugaba con su pezón y ella agachada comiendo polla paterna. Al poco la puse a cuatro patas y se la clavé hasta los huevos de una sola tacada, pues ya era la única manera que me pedía que se la metiera, no solo ella, sino el resto de receptores de mi polla.

Jonás, con su gran polla mirando al cielo, sonrió y se acercó dónde estaba.

. - papi, ¿puedo usar tu culito para descargarme?

. - hijo, cariño. No tienes que pedirme permiso. Siempre que quieras y no haya extraños, mi culo y mi polla son tuyos y del resto de la familia. Anda, disfruta, que yo también lo haré mientras continúo disfrutando de este culito que tengo delante.

Jonás se posicionó detrás de mí y comenzó a comerme los huevos, para después también hacerlo con mi ojete. De inmediato, pues estaba bien caliente, me la endilgó en todo el culo. Joder, que sabrosa polla tenía este chico y como me gustaba tenerla dentro de mí.

Salvajemente me follaba, mientras yo hacía lo mismo. Pronto más chicos se nos acercaron, dejando a una Victoria con una sonrisa en su boca. El equipo, todo el equipo, nos rodeó y quien no metía su lengua, metía su polla para disfrutar y hacer disfrutar. Así Leonor quiso disfrutar de la polla que colgaba de Gloria, que dura como una piedra como la tenía, se puso a encularla siempre con mi polla en su propio culo. Era la leche en vinagre. Aquella bacanal duró lo que las leches duraron en sus respectivas pollas y sus respectivos coños, coños que no dejaban de correrse. Benditas mujeres que no dejaban nunca de saciarse sexualmente. Era por ello que las lenguas de los chicos con sus pollas deslechadas, Gloria y yo incluidos, nos pasamos una hora más comiendo chichi femenino hasta que por voluntad general, se decidió cenar y descansar, que el ir en carreta como los colonos no era algo que los huesos pudieran aguantar durante mucho tiempo.

Esa noche el equipo decidieron dormir todos dentro de la carreta, menos yo que lo hice junto al fuego y no era otro motivo que la zona era asidua visitante de serpientes que a los chicos y a mí mismo, qué coño, no nos gustaba lo más mínimo, pero alguien debía hacer guardia y decidí que fuera yo, ya mañana descansaría yo un poco.

Los chicos y chicas que iban en la caja de la carreta, no pararon de usar las lenguas en pollas y coños, hasta irse quedando uno tras otro dormido. No era por nada, pero el olor a coño y polla era algo que había que solucionar. Suerte que el disfrute taponaba las narices de los comenzales y ahora durmientes amantes.

Un par de horas después, me levanté y di un paseo alrededor de la carreta. Le eché un vistazo a los animales, para luego ir a la trasera de la carreta y mirar dentro con un fósforo encendido. Allí todo el mundo estaba desnudo y más de uno tenía su polla dentro de un culo o vagina de hembra, algo que tenía que hablarlo, sobre todo el de dormir con la polla dentro de las vaginas de las chicas, pues no quería preñamientos de momento. Como refrescaba un poco, cogí un par de mantas y las puse sobre todos ellos. Victoria abrió los ojos y sonrió. Yo le toqué un pie y fui subiendo hasta su vulva que pajeé suavemente mientras ella gemía de placer. Una nueva sonrisa y me llevé a la boca los dedos pajeadores con su zumo vaginal. Luego la tapé bien y los dejé descansar, pues las serpientes eran bichos que pocos queríamos tener cerca y estando en la carreta, pese a estar tan apretujados, era mejor que tener a una subiéndose encima de la que estuviera en el suelo durmiendo.

Aquella vulva me la puso dura y no podía quedarme así, por la que me hice una paja, tomándome mi leche directamente de mi mano enlechada. Luego volví a revisar los animales y me fui junto al fuego, de nuevo. Así, hasta el día siguiente.

Mientras yo descansaba un rato atrás, Victoria comandaba la carreta. Solo le dije hacia donde debía dirigir la carreta y no era otra que, hacia una picuda montaña a lo lejos, pues el valle estaba en su falda.

Una fuerte explosión me despertó abruptamente.

. - ¿qué diablos ha sido eso, cariño? -pregunté aún con dolor de huesos por el traqueteo de la carreta-.

. - un avión. Un avión se ha estrellado más adelante.

. - mierda -dije saliendo de la carreta, que se había detenido-.

Miré delante y una columna de humo subía hacia el cielo. Del avión no veía nada, pues se había estrellada en una hondonada.

. - vayamos a socorrer a quien podamos, chicos -dije y marché corriendo hacia el humo. La carreta también marchó, con los chicos de detrás asomados a los lados intentando mirar hacia el accidente aéreo-.

Según iba vislumbrando los restos del avión, ya sabía que pocos o ninguno podían haber salido vivos de aquel desastre aéreo. El avión estaba repartido por toda la zona y solo las alas y la parte de la cola parecían intactos. La cosa era que los cuerpos de los pasajeros, porque era un avión civil, estaban diseminados por doquier y no muy enteros algunos. Aquello me hizo frenar a los chicos, prohibiéndoles bajar a socorrer, pues el trauma de ver cuerpos descuartizados sería algo que no olvidarían en toda su vida. Y yo, ya estaba acostumbrado, a mi pesar.

Aquello me pareció a algo que había visto en cierta isla con los compañeros de mis tres primeros hijos a manos de los japoneses.

. - chicos, quedaros en la carreta, no parece haber supervivientes, aun así, bajaré a inspeccionar. Victoria, que no bajen, por favor. Hay cuerpos que no deberían ver en el estado en que están, ni siquiera tú.

. - sí, tienes razón cariño. Chicos, no miréis, por favor -dijo llevándoselos fuera de la vista del destrozado avión-.

Yo me fui hacia allí, revisando cada cuerpo por si tenía alguno, algo de vida, pero conforme iba revisándolos, cada vez tenía menos esperanzas, cuando el ladrido ahogado de un perro me hizo ir hacia la cola.

Conforme me acercaba, vi más cuerpos destrozados por doquier y a un perro lamiendo la cara de una mujer con el pecho abultado por estar embarazada. La mujer no parecía estar viva tampoco, aun así, aparté al perro, chucho que no quería separarse de su dueña y me gruñía, según creía yo. Cuando lo conseguí hablándole con suavidad, le puse un dedo en el cuello a la mujer y sentí que aún vivía. Luego le puse la oreja en el vientre y sentí que aquello que estaba allí dentro aun respiraba y que comenzó a patalear cuando puse mi mano sobre la barriga de la mujer.

Era una mujer de aspecto delicado y para nada gorda, solo el embarazo la hacía gordita, pero para nada lo era, al contrario, más parecía una delgaducha e indefensa mujer. Sus pechos por la preñez sí que eran abultados y picudos.

De su brazo derecho manaba sangre y lo primero que hice fue hacerle un torniquete con lo primero que encontré en una de las maletas.

La saqué de la cola en brazos y la puse en el suelo. Viendo que solo estaba desmayada, la volví a coger y la llevé junto a Victoria y los demás, siempre con el chucho detrás de nosotros. Con la ayuda de los chicos, la metimos en el carromato sobre unas mantas.

. - Victoria, cuida de ella mientras termino de inspeccionar los restos del avión.

Mientras regresaba al infierno aquel, Victoria la desnudó y la inspeccionó toda ella. Una vez desnuda se vio que tenía grandes hematomas y algo clavado entre ambos pechos. Era una especie de cuña de madera que con cuidado sacó y taponó provisionalmente con su mano la herida.

. - Jonás, dame el botiquín por favor -le dijo al chico que estaba junto a ella dentro de la carreta. El resto estaba fuera, mirando hacia la mujer herida y con los ojos cerrados-.

Una vez estuvo taponada la herida del brazo y de entre los pechos con vendas, le puso una pomada donde tenía los hematomas. En eso despertó la mujer, que al verse desnuda y ante desconocidos, gritó de terror.

. - tranquila, está entre amigos.

. - estoy desnuda, ¿por qué estoy desnuda?

. - ha tenido un accidente el avión donde viajaba -le dijo Jonás mirándola desde arriba-.

Ella se tapó los pechos y el pubis como pudo.

. - ¿accidente?, ¿qué accidente? -en eso se quedó dormida de nuevo, respirando un poco mejor que antes-.

. - dejémosla descansar. Déjame un par de mantas, Jonás.

La taparon y salieron del carromato los dos, Victoria y el chico.

. - ¿de cuántos meses estará, mamá? -preguntó Leonor-.

. - no menos de seis meses, puede que de siete.

. - entonces aún le queda al menos un par de meses -dijo ella-.

. - no creas. Cuando ocurre un accidente, ya sea por el mismo accidente o por el estrés del mismo, el parto se suele adelantar. Esperemos que no sea el caso.

. - mamá me dijo una vez que por lo abierto que estuviera la vagina de las mujeres embarazadas, se podía saber si ya venía el crío -dijo gloria-.

. - es cierto, cariño -dijo Victoria. Ella misma volvió a retirar las mantas y separándole las piernas, le inspeccionó la vagina- Dios, lo tiene cercano a parir. Antes no me había fijado, pero sí, no le faltará mucho para tener al crío-.

. - ¿se morirá el bebé, mamá? -le preguntó Marga-.

. - hija, no necesariamente. No todos los hijos nacen a los nueve meses, también los hay sietemesinos y de menos.

Mientras tanto, yo terminaba de inspeccionar el resto del avión y no encontré a nadie con vida. El problema ahora era qué hacía con tanto muerto. No podía dejarlos, así como estaban, ni tampoco enterrarlos a todos, eran demasiados. Entonces miré hacia la cola. Sí, los metería todos allí y taparía como pudiera la entrada. No podía hacer nada más. Y lo malo era que tenía que usar a uno de los chicos para que me ayudara. Enseguida pensé en Jonás, el mayor de todos. Lo sentía por él, pero necesitaba su ayuda para moverlos y llevarlos entre los dos a la cola.

Regresé con los chicos y les di la noticia de que no había más supervivientes.

. - ¿y ahora que vamos a hacer, papá? -dijo Vicente-.

. - puesto que son demasiados y no podemos dejarlos tal como están y de que tampoco podemos enterrarlos por lo mismo, porque son demasiados, he pensado colocarlos en la cola y cerrar la entrada, pero para eso necesito un voluntario para que me ayude.

. - yo te ayudaré papá, soy el mayor y debo hacerlo -dijo Jonás adelantándose-.

. - ¿te crees capaz, hijo?, verás cosas que…

. - soy más fuerte de lo que aparento, papá. Mis hermanos y mamá no deben ver los cuerpos, eso es lo único que quiero.

. - te lo agradezco hijo. Vayamos pues -le tendí mi mano que cogió con la suya. Le di un beso en la frente y hacia el navío aéreo estrellado nos fuimos-.

Nos pasamos lo que quedaba de la mañana y buena parte de la tarde recogiendo los cadáveres. Luego tapamos con todo lo que podíamos coger del avión el resto de la cola. Allí estarían a resguardo de las alimañas.

Recogimos algunas cosas que podíamos usar, pues a los muertos ya de nada les serviría. También encontramos una maleta con ropa de embarazada y de bebé. Esa la cogimos por completo. Luego regresamos a la carreta con los chicos. No nos habíamos acordado de ni siquiera comer algo, pues de haberlo hecho, lo hubiéramos echado por la boca de nuevo, tal era el estado de algunos cuerpos que transportamos.

Victoria nos arropó y besó a ambos, para luego alimentarnos con sus pechos. El resto ya había tomado y dejado la parte nuestra, además de algunas latas que nos abrieron.

Una vez saciados, nos dejaron que disfrutáramos el uno del otro, para así olvidar lo vivido con los cuerpos de los fallecidos. De esa guisa, dándole por culo a Jonás, nos cogió la parturienta herida, que, oyendo sonidos de placentero placer, asomó la cabeza fuera de la carreta. Casi le da algo.

. - pero por Dios, ¿qué hacen ustedes dos?

. - continuad, queridos -dijo Victoria mientras se acercaba a la carreta-.

Y continuamos. Antes de correrse, Jonás me avisó y sacándome su mandoble, me di la vuelta y comencé a mamársela hasta que explotó en mi garganta su deliciosa crema láctica, relamiéndome los labios.

Luego continué mamándole su alicaída polla que hasta casi parecía la de un caballo de gruesa y grande que la tenía el chico y es que era verdad, la pura verdad y sobre todo era un sumo placer tenerla en mi boca y en mi culo para disfrute de ambos.

Mientras me pasaba a su trasero y comencé a comerle el ojete del culo para enculármelo, Victoria mandó callar a la embarazada.

. - no es usted nadie para entrometerse donde no la llaman. Mi marido y mi hijo tienen perfecto derecho de darse placer mutuamente, así que cállese.

. - pero… pero…

. - debería de estarnos agradecida, mi marido la salvó de una muerte segura y la trajo hasta el carro donde se le ha puesto vendas en sus heridas para su pronta cura. En cuanto a su crío…

. - ¿qué pasa con mi crío?

. - que la dilatación de su vagina es alta y está próximo el alumbramiento, no sé para cuándo, pero próximo seguro.

. - ¿cómo puede saberlo usted?, ¿es médica?

. - no, soy madre y como comprenderá la revisé y su vagina está bien dilatada.

. - ah, sí. Ya me acuerdo, de hecho, sigo desnuda. ¿Cómo es que estaba un chico viéndome desnuda?

. - no solo un chico, sino todos mis hijos la vieron desnuda, en mi familia no hay secretos de ese estilo -dijo Victoria mientras sonreía al verme dándole polla a Jonás allí mismo, a unos pocos metros de la carreta-.

. - ¿cómo puede permitir que su marido viole así a su hijo enano? -dijo ella-.

. - señora -dijo Jonás, adelantándose a su madre virtual y putativa. El chico estaba disfrutando de mi polla y yo de su culo- nada de violación, es mi deseo que me encule, pues estoy disfrutando tanto como él antes con mi miembro, así que nada de violación, es consentido, muy consentido, señora.

. - ¿dónde está mi marido?, quiero irme de aquí.

. - ¿iba con su marido en el avión?

. - sí, claro. ¿Dónde está?

. - lo siento, señora -Esta vez fui yo quien le habló, aun con mi polla en el culo de Jonás- no hay más supervivientes del accidente-.

. - ¿que? -el terror apareció en su cara y de golpe, se desmayó. Si no la sujeta Victoria, cae fuera del carro-.

. - ayudadme -gritó ella-.

Saqué la polla del trasero de Jonás y le ayudé a tenderla en el carromato. Luego la tapé y volví a salir.

. - solo es un desmayo. Dejadla que duerma cuanto quiera.

Viendo que mi polla seguía en todo su apogeo, Jonás se agachó y tragándosela, no paró hasta hacérmela reventar. Fue para su garganta mi corrida, la cual me produjo un turbador frenesí cuando continuó mamándome hasta dejarme el pito como el Rosario de la Aurora, fina, fina.

Continuamos viaje, ya nada se podía hacer allí. El verdor empezaba a aparecer aquí y allá, sobre todo cuando nos topamos con un riachuelo diminuto que discurría hacia el norte. Allí nos aprovisionamos de agua y de paso nos lavamos todos.

Todo el grupo, menos yo que vigilaba desde una roca, estaba desnudo y duchándose como podía con la poca agua que pasaba por allí.

Vi bajar a la parturienta y llegarse hasta mi posición.

. - ¿cómo se encuentra, señora?

. - mejor, gracias.

. - me alegro. Debería aprovechar y darse un baño, puede que no encontremos agua en varios kilómetros.

. - no lo necesito, gracias.

. - usted puede que no, pero su hijo si naciera hoy sí necesitaría que usted estuviera limpia y libre de microbios, así que no es un ruego, es una orden. Dúchese y no tenga vergüenza. Como verá, todos están desnudos y a nadie le importa.

. - pero…, pero es muy poca agua y no podré yo sola…

. - eso no es problema. Cariño -dije alzando la voz y mirando a mi esposa- ayuda a la dama a lavarse, por favor-.

. - claro, venga señora. Desnúdese y venga usted.

La mujer me miró y dándose la vuelta, se sacó la ropa de encima. Luego y despacio, se llegó ante Victoria. El grupo le echó un vistazo y más de uno sonrió de la barriga que se gastaba la hembra preñada.

Entre Marga y Victoria fueron lavándola con un trozo de jabón. Cuando le pasaron la mano por su chumino y su ano, ella se tensó y aunque no quiso, sus pezones se endurecieron al máximo.

. - no se avergüence de sentirse bien, es normal que le guste, señora. Por cierto, ¿cómo se llama?, yo soy Victoria y ella Marga, de Margarita. Mi marido se llama Salvador. Ya irá conociendo al resto -Victoria profundizó con su mano en su vulva, sin violencia, pero prácticamente le hizo una paja allí mismo y la mujer tragaba saliva. Marga, viendo que su madre jugaba por delante, ella decidió hacerlo por detrás y le metió varios dedos con jabón en su ojete, haciendo que la mujer gimiera, muy a pesar suyo-.

. - me llamo Te…Teresa.

. - muy bien Teresa. Marga, coge agua, vamos a quitarle el jabón de encima.

La mujer se dejaba duchar. Mientras marga echaba agua encima de la mujer, Victoria le sobaba los pechos y el resto del cuerpo, cuidando de no tocar la zona herida.

. - esto ya está. Salgamos del agua Teresa.

Se vinieron hacia mí, pudiendo yo admirar el cuerpo de la embarazada, que su preñez me la estaba poniendo dura internamente bajo los pantalones, algo que no pude, ni quise ocultar. La tal Teresa se dio cuenta y apartó la vista de mi paquete.

Allí mismo la volvieron a vestir, luego el resto también comenzó a vestirse.

. - querido, dúchate ahora tú, ya vigilo yo.

. - gracias cariño, eres un sol -y le di un morreo-.

Me saqué la ropa y claro, todos vieron como tenía el rabo de empinado.

. - pero papá, no puedes estar así -dijo Leonor-.

. - lo siento cariño, pero verla a ella en ese estado me la ha puesto así.

. - ay, ya yayay, lo que tiene que hacer una hija por su padre. Porque te quiero tanto, que si no… -dijo la criatura y se agachó delante de mi polla y se la tragó para hacerme una venerable mamada. El equipo, menos la preñada, rieron. La cosa fue que me corrí con sumo gusto mientras miraba a Teresa y su abultada barriga-.

. - Lo siento señora. ¿Pero qué le vamos a hacer si tengo unos hijos de lo más cariñosos?, gracias Leonor. Ahora sí que voy al agua bien contento.

Mientras el equipo se iba hacia la carreta a hacer algo de comida, yo me duchaba.

Sentada sobre una piedra junto al fuego con los chicos, Teresa no pudo menos que preguntarlo.

. - ¿sois todos, hijos de este matrimonio?, ¿cómo es que todos y todas sois enanos?, ¿sois siempre así con vuestro padre? -preguntó sin dirigirse a nadie en particular. Los chicos sonrieron ante las preguntas de aquella dama-.

. - ¿tú no querías a tu padre? -dijo una de las enanas-.

. - claro que lo quería, pero no me acostaba con él. Si lo hubiese hecho, mamá me mataba.

. - de lo que se perdió de no acostarse con su padre, señora -dijo Vicente- es algo que, si no se hace, no se puede explicar.

. - supongo que también lo hacéis con vuestra madre.

Victoria estaba allí mismo, pero no intervenía, solo sonreía. Estaba sentada sobre otra piedra removiendo las brasas bajo el caldero.

. - pues claro -dijo el mismo Vicente, el cual puso su cabeza sobre las piernas de su madre. Ella misma se abrió la parte superior, sacándose un pecho, dando de mamar a su hijo, el cual tragaba de lo lindo-.

. - ya veo. Al menos no lo haréis entre vosotros, entre los hermanos.

. - ¿quién dice que no? -dijo Gloria, metiéndole mano bajo el pantalón y cogiéndole la polla a Jonás, el cual se desabotonó el pantalón y dejó que se la sacara y jugara cuanto quisiera. De inmediato gloria se inclinó y comenzó a mamarlo allí mismo. Teresa estaba alucinando en colores-.

Yo llegué ya vestido y seco y me puse junto a la preñada.

. - veo que seguís jugando -dije por decir algo-.

. - estamos poniendo los puntos sobre las íes a la señora Teresa. Ella preguntaba y nosotros le respondíamos. ¿Verdad, mamá? -decía gloria-.

. - así es, cariño. Como verás Teresa, en esta familia nuestra, nadie queda al margen de disfrutar del resto. Siempre con el consentimiento de la otra parte, nadie es violentado para tener relaciones sexuales.

. - ¿y no saldrán tontos los niños si quedase preñada una de las niñas?

. - hemos puesto unas normas mínimas. No eyacular en las vaginas de las chicas, aparte de esa norma, todo vale. Por cierto, entre las chicas hay una con sorpresa. Acércate Gloria, por favor -le dije-.

La chica lo hizo con una sonrisa en la cara. Allí mismo le bajé el pantalón y bajándole las bragas, la preñada se asombró de lo que tenía delante. Con una sonrisa acerqué mi boca al miembro viril de Gloria y me la zampé allí mismo. No dejé de mamarla hasta que recibí el premio que me merecía, su leche de polla. Luego le limpié el rabo y subiéndole el pantalón, regresó a donde antes estaba sentada.

. - Dios mío, nunca había visto un pene en una mujer, ni sabía que existían.

. - pues ya lo ve. Este es otro de los alicientes de esta familia mía, a la cual adoro y quiero con locura. Por cierto, nosotros vamos a la hacienda que heredé de mis padres. ¿Hacia dónde ibas tú?

. - mi marido y yo íbamos a vivir en la costa donde nos ofrecieron los puestos de maestros en una de las escuelas de los pescadores del lugar. Les íbamos a dar clases de segundo y tercer grado a sus hijos, ahora ya no sé qué hacer. Estoy sola y con este hijo que pronto nacerá… -la mujer se echó a llorar. Le eché el brazo por encima y la atraje hacia mi pecho-.

. - tranquila, todo se arreglará. Menos la muerte, todo tiene solución.

Aquello hizo que llorara aún más. Victoria me echó la bronca con una mirada que lo decía todo, pues lo había empeorado en vez de mejorado. Me alcé de hombros, como pidiéndole perdón. Luego le di un beso en la frente a Teresa.

. - no llores, mujer.

. - ¿qué será de mí ahora?

. - podrías venirte con nosotros y vivir en nuestra hacienda -dijo Gloria. Todos la miramos asombrados-.

. - pero Gloria, hija. ¿Qué dices?, esa no es decisión tuya, sino de papá -dijo Victoria-.

. - papá, porfa. No tiene donde ir. Donde comen…

. - no sigas chiquilla. Esa es una decisión de toda la familia, yo solo no podría tomarla -dije-.

. - ¿pero tú quieres, papá?

. - hija, me pones en un compromiso.

. - Gloria, así no se hacen las cosas. Deja de atosigar a papá. Estas cosas hay que hablarlas antes de soltarla, así como así -dijo Victoria-.

. - perdonadme. Lo siento. Yo creí que como todos somos adoptados por papá, Teresa también podría serlo.

. - ¿sois adoptados todos?, entonces…

. - sí, papá nos adoptó a todos después de la guerra -dijo Leonor-.

. - ¿a usted no la habrá adoptado, Victoria?, usted es mayor para eso.

. - la verdad es que sí. Salvador me adoptó también y así me salvó de otras cosas peores. Y ellos también son mayores de edad, pese a ser bajitos, Teresa. Y sí, también los adoptó a todos ellos, si esa es la palabra adecuada, que no lo sé.

. - vaya -fue lo que dijo la mujer-.

. - papá, ¿entonces lo echamos a suerte? -insistía como una cabrona la Gloria-.

. - hija, antes de nada, habrá que preguntarle a Teresa si lo desea ella y luego hablarlo entre todos si la aceptación es de todo el mundo, si no, no podría ser. ¿Lo entiendes, cariño?

. - claro, papá, no soy tonta. ¿Teresa, te interesa unirte a nuestra familia?

. - bueno, no sé qué decir. Me ha cogido tan de sopetón tu petición…

. - anda, porfa. Di que sí.

. - aunque diga que sí, no es seguro que me acepten el resto de la familia.

. - tú déjame eso a mí. A estos los convenzo yo en un santiamén.

. - bueno, entonces sí, digo que sí.

. - bien, ha dicho que sí, papá -dijo abrazándose a Teresa, como si todo estuviera hecho-.

. - hija, no vayas tan rápido. Tranquilízate un poco. Teresa, ¿por qué quieres pasar a formar parte de nuestra familia tan particular?

. - yo…, he visto cuanto os queréis y creo que yo…

. - ¿tendrías relaciones con el resto de la familia?, sería la única manera de admitirte, pues no sería lógico que quedaras al margen de las relaciones sexuales entre nosotros. No quiero obligarte, ni mucho menos, pero es la única norma que te impondré, si no, sintiéndolo mucho, no podrías entrar a formar parte de la familia -le dije directamente, sin andarme por las ramas-.

. - yo…, yo…

. - Teresa, ahora no te eches atrás. Veras lo bien que lo vamos a pasar. Mamaré y mamaré de tus pechos hasta que se te sequen y querremos a tu hijo como si fuera nuestro. ¿Verdad, chicos? -dijo desparramando la vista entre el resto de hermanos . Asintieron todos-.

. - es que yo nunca…

. - pero que tonta eres. Si solo será disfrutar y disfrutar. Al principio no lo parecerá, pero cuando te acostumbras a tener el pene de papá o de los otros hermanos dentro de ti todo el día, es como si…, no sé expresarlo, pero es maravilloso Teresa, te lo juro. Te haré una pequeña demostración. Tú no te muevas y déjame hacer a mí. Si luego no te gusta, pues qué se le va a hacer -dijo Gloria apartándole la falda y abriéndole las piernas. Apartó sus bragas a un lado y dio comienzo por su parte a una comida de coño abierto que puso a Teresa en el cielo, tal era la maestría de aquella pequeña cabrona de Gloria-.

Teresa gemía cada vez más fuerte, hasta que dio un pequeño grito al tener un orgasmo por la lengua de la chiquilla.

. - ¿y ahora qué me dices?, ¿no te gustaría disfrutar así todos los días de tu vida?

. - sí que me gustaría.

. - ¿entonces dinos si aceptas el ser amada por el resto de la familia, por todos tus agujeros?, y perdona que sea tan franca, hablándolo -le dije-.

. - no puedo usar la vagina, por ahí no puedo. No me obliguéis, por favor.

. - cariño -le tomé la cara- claro que no usaremos tu vagina de momento. Sería de locos, pero sí tu ano y tu boca. Esos sí los podremos usar, ¿verdad Victoria, mi amor?

. - sí, amor. Así es. La vagina no, y hacedlo con cuidado por su ano, no uséis la violencia -dijo ella-.

. - ya lo habéis oído, chicos. Nada de violencia con Teresa hasta que ella misma nos diga que lo podemos usar. ¿Está bien así, Teresa?

. - sí, gracias.

. - perfecto. ¿Quién quiere desvirgar a Teresa por su ano?

Las manos de Jonás y Vicente se levantaron al mismo tiempo.

. - vaya, sí que tenéis ganas de probar a Teresa. ¿A quién eliges, cariño? -le dije a la susodicha-.

. - Será mejor empezar por uno que la tenga pequeña, para acostumbrarme. ¿Puede ser?

. - por supuesto, cariño. Vicente, eres el afortunado, lo siento, Jonás. Según termine tu hermano, será tu turno, luego yo.

. - sabré esperar, papá.

. - muy bien, hijo. Que alguien traiga un par de mantas. Lo haremos aquí mismo.

Leonor corrió a la carreta y sacó dos mantas que pusimos en el suelo, después de quitar varias piedras.

Ayudamos a ponerse a cuatro patas a Teresa después de desnudarla. Ella, nerviosa como no podía ser de otra manera, aún se estaba preguntando si estaba loca o qué para hacer aquello.

La misma Victoria se sacó la parte de abajo y dejando el felpudo a la vista, se sentó frente a Teresa y le puso el chumino en las narices, invitándola a darle placer bucal. Algo que comenzó a hacer antes de que Vicente comenzara a desflorarle el culo.

Mientras ellas disfrutaban, el chico se sacó los pantalones y colocándose detrás del ano de Teresa, comenzó a comérselo con su lengua, algo que gustó a la dueña del culo.

La polla de Vicente fue puesta a punto por el perdedor del desvirgamiento anal de la preñada, su hermano de polla, Jonás. Una vez bien mamado y con la polla en todo lo alto, se colocó encima de Teresa sin tocarla apenas y con su polla en su mano, se la enterró hasta los huevos. No fue violentamente, pero sí sin parar en ningún semáforo.

Teresa se dolió, pues usaba aquel agujero para otra cosa y no para tener disfrute sexual, por lo cual lo que sintió fue dolor culero, un dolor nuevo y seco, que le llegó al alma.

Vicente se la fue follando cada vez con más velocidad, que no violencia como se le había pedido, llegando un momento en que explotó dentro de ella, llegándole un halo caluroso que la hizo sentirse algo mejor después de la clavada anal. Aun así, el dolor culero era superior, al menos de momento.

Se obligó a sí misma a seguir comiéndole el coño a Victoria, pues era la única manera de olvidarse un poco del dolor de su culo.

De inmediato Jonás sustituyó a Vicente en la entrada anal, pues ya tenía su pollazo en la mano y con dirección al ojete, el cual enterró sin miramientos, resbalando por haber sido lubricado con la polla y el semen de Vicente.

Teresa gritó de dolor, que no de pudor, pues lo hecho, hecho está y había que tragar con todo lo que le metieran y lo que le metían ahora era una señora polla, sí señor. Sus gritos no impidieron que Jonás siguiera dándole polla hasta él también correrse. Una vez fuera de aquel culo ya tenía a Leonor preparada para comerle el rabo chorreante de leche, al igual que el rabo de Vicente ya había sido re mamado por una Gloria ávida de leche calentita.

Ahora me tocaba a mí. Esto de follarse un culo recién desflorado por Vicente y después por su hermano, hacía que el morbo subiera muchos enteros, pues mi polla estaba sedienta de un nuevo culo que llevarse al prepucio.

Y eso fue lo que hice. Con mi polla pre-mamada por Marga, la tenía súper dura y colocándome detrás de Teresa, se la endilgué sin miramientos. Fue una follada de lo más placentera por tener el ojete súper lubricado con las dos corridas anteriores. Aquello fue un entrar y salir de lo más lindo de este perro mundo. Nada como dar por culo, sea el culo que fuera y si era el de una preñada, la cosa ya era algo sublime.

Continué follándomela hasta que la corrida la sentí en la punta de mi polla, pero no iba a correrme allí, ya era hora que Teresa probara la mejor leche del mercado y sacándosela, me fui hacia su boca. Ella, con lágrimas en los ojos del dolor culero de tres pollas tragadas, dejó de comer chichi para abrir la boca y yo meterle mi rabo para que lo disfrutara como se debe disfrutar un rabo de clase preferente.

Le follé la boca hasta que exploté, llenándole la boca del mejor esperma del mercado mundial.

(Parte 5 de 31)

FIN