El amante de los tiempos, en 5 relatos (4)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(4-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Se acercaron no una, sino dos embarcaciones, con tres hombres en cada una y una ametralladora también en cada una.

Mientras una rodeaba el pecio, la otra se nos acercó directamente en línea recta.

. - ¿quiénes diablos sois?

. - capitán Salvador Morales, ellos son ex prisioneros escapados de Aguni-Jima. Había más, pero fueron masacrados en la isla Tori-Shima de la que hemos salido.

. - capitán, suba usted y los chicos.

. - cabo, tengo una zodiac atrás con alimentos y restos de un jabalí.

. - estupendo, soldado -le dijo a uno de la otra embarcación- lleve la zodiac hacia el barco y descargue la comida que hay dentro-.

Una vez dentro de la embarcación, nos alejamos del pecio en dirección al torpedero. Las bombas seguían cayendo por todos lados. Algunas naves ardían, pero el resto seguía soltando metralla hacia la costa.

Cuando nos subieron al navío, nos presentaron al capitán e informé de que tenía que enviar un informe de mi misión y lo referente a los chicos.

. - primero aséese y coma un poco, capitán. Luego venga a hacer ese informe.

. - gracias, capitán. Ya comimos, pero le acepto la limpieza.

Después de prestarnos el camarote el capitán para las dos chicas y del segundo de a bordo para Vicente y para mí, para que nos ducháramos, entregamos la ropa para ser lavada, la cual nos fue entregada media hora después limpia y planchada. Nos habíamos tapado con unas mantas, provisionalmente.

Cuando estuvimos vestidos de nuevo, visité a las chicas.

. - hola preciosas. Estáis guapísimas. Quedaros aquí, voy a ver al capitán para enviar mi informe.

. - no tardes, Salvador.

. - no puedo prometerte nada, pues si el capitán me pide ayuda, no podré negarme. Aquí estaréis seguras. Vicente está en el camarote de al lado.

Leonor pasó la cortina y me comió a besos silenciosos. Marga también me besó múltiples veces. Yo puso el dedo en mis labios y las mandé a estarse quietas, no quería follones tan pronto. Eso sí, un beso cortito a cada una y salí sonriendo.

Informé también de lo mismo a Vicente, con quien me morreé y pedí también precaución y discreción, entendiéndolo perfectamente. Luego salí hacia donde estaba el puesto de mando.

Envié un exhaustivo informe a la central lechera, donde hablé de Rosa de Tokio y su muerte por fuerza mayor y la recogida primero y la masacre después de los enanos evadidos de la prisión de la isla.

La respuesta que recibí fue escueta. Después de leerla, unas lágrimas afloraron a mis ojos. En pocas palabras, me dieron la bienvenida y me informaron de que tenían noticias de que, en Manila, los japoneses habían masacrado a toda una comunidad de enanos y enanas y que muchos de ellos, eran los padres de los que habían sido detenidos en Japón. Por lo visto, fue en represalia de los ataques a Tokio y otras ciudades japonesas por parte de los nuestros. A los chicos, los enviarían a Honolulú.

Le enseñé el papel al capitán, pues no había nada secreto en él.

. - lo siento capitán. No quisiera estar en su pellejo cuando se lo diga a los chicos.

. - gracias, capitán.

Regresé con los chicos y los reuní a los tres en el camarote del capitán.

. - chicos, tengo malas noticias.

. - ¿qué pasa, Salvador?, ¿no volvemos a casa?

. - no Vicente. Os envían a Honolulu en cuanto puedan. Eso no es lo más grave.

. - ¿qué es, por Dios? -dijo Leonor-.

. - vuestros padres. Fueron masacrados en Manila por los japoneses.

. - ¿nuestros padres, muertos? -lloró Marga-.

. - me temo que sí, cariño. Eso me informaron. Todos murieron.

Los tres chicos lloraron a mansalva, hasta un soldado se acercó para ver qué pasaba.

Salí de allí y lo llevé aparte.

. - les he informado que sus padres fueron asesinados en Manila. Eran enanos como ellos.

. - mal nacidos, no respetan nada.

Regresé con ellos y dejé que lloraran en mi pecho cuanto quisieron. Cuando ya no les quedaban lágrimas, fueron reponiéndose.

. - ¿qué va a ser ahora de nosotros, Salvador?

. - de momento os llevarán a Honolulu, eso me han dicho.

. - no nos dejes solos, Salvador, por favor.

. - chicos, chicos. Sabéis que, si pudiera, no me separaría nunca de vosotros, pero seguimos en guerra. Cuando esto termine, os juro que os buscaré a los tres y si queréis, os venís conmigo.

. - ¿de verdad, Salvador? -dijo una llorosa Leonor-.

. - os lo juro, a los tres. Viviremos en la hacienda que heredé de mis padres. La pondremos en marcha entre los cuatro y viviremos allí. Os lo prometo.

. - ya sabes que confió en ti, Salvador, no me falles, por favor -dijo Leonor, abrazándome y besándome muchas veces-.

. - os llevaré a la hacienda, chicos. Os lo prometo.

. - ¿cómo que, Salvador? -preguntó Marga-.

. - cómo mis chicos y mis chicas -dije sonriendo-.

. - o amor mío -dijo la chica, besándome y aflojándome el cinturón. La detuve, claro-.

. - céntrate, cariño. Por ahora no podemos hacer nada de eso. Lo entiendes, ¿verdad?

. - sí, perdona, no sé en qué pensaba.

. - yo sí lo sé, mi amor. En darme placer, pero no de momento ni aquí -ello se lo dije al oído, después la besé en su boca largamente, para separarnos después-.

En un corrillo entre los cuatro y en voz baja, les hablé de guardar discreción entre los cuatro y entre ellos. No divulgando nada del placer que nos dábamos día sí y día también, pues podía traernos algunos problemas, que ahora no necesitábamos, en absoluto. De ahora en adelante, solo seriamos grandes amigos y próximos amantes putativos.

En cuanto llegamos a un puerto amigo, enviaron a los chicos en hidroavión a Honolulú como habían prometido. Yo seguí haciendo misiones secretas para el almirantazgo, siendo condecorado con varias medallas que poco o nada me decían, solo algo tenían de bueno, que cuando me licenciaran cobraría como comandante con un buen sueldo, eso era lo único bueno.

Las cartas fluyeron entre mis chicos y yo. Después de 82 días de la invasión de Okinawa, se rindieron los japoneses de la isla. La guerra no acabó hasta que un par de bombas atómicas formaron hongos en suelo nipón. El mismo emperador pidió la paz.

Honolulú. El centro de refugiados estaba lleno a rebosar. Vestido con mis mejores galas y el papel de mí licenciamiento en el bolsillo, me hacía el hombre más feliz de la tierra. O casi.

Cuando llegué a las oficinas del centro, me presenté a la encargada de todo aquello.

. - buenos días, señora.

. - buenos días hijo. ¿Qué puedo hacer por usted?

. - me llamo Salvador Morales y me he carteado con usted desde ultramar. Vengo a buscar a Marga, Leonor y a Vicente.

. - gracias a Dios que llega. No me dejan en paz preguntando por usted.

. - ¿cómo están los papeles para el viaje, señora?

. - Sus países de origen ya tienen bastantes huérfanos en su país como para que les mandemos más y no han puesto ninguna pega. En mi mesa tengo los papeles, con ellos en su poder, puede llevárselos. Solo hay un problema.

. - ¿un problema?, ¿qué problema?

. - los chicos se han encariñado de dos jóvenes amigos, enanos también como ellos, y quieren que también los lleve con usted.

. - ¿cómo es eso?, ¿qué me lleve a dos chicos más?, no lo entiendo.

. - mejor que se lo expliquen ellos. En caso de que así lo decidiera, no habría problemas, pues son nacionales y deseamos que cada uno vaya donde más le guste. El centro es solo provisional, que por mucho amor que pongamos, al fin y al cabo, es un lugar de tránsito donde no deberían estar mucho tiempo ninguno de ellos. Una empleada lo llevará con sus chicos, comandante.

. - gracias, señora. Hasta ahora.

Una joven y de móviles pechos, me guio por los diferentes pasillos del centro. Me dejó en la entrada de unos dormitorios y se marchó, después de informarme que allí estaban mis chicos.

Miré dentro y vi camas y más camas en dos hileras interminables. Miré a ambos lados y fui recorriendo el pasillo, hasta dar con un trasero que conocía muy bien, pues me lo había follado muchas veces, era mi Leonor, que escribía algo en un papel sobre una cama. Estaba de rodillas.

. - ¿no me estarás escribiendo a mí, preciosa?

Leonor se giró asombrada de oír mi voz y cuando supo que no era un espejismo, se me abrazó fuertemente, dándome besitos por toda la cara.

. - estás aquí, estás aquí -decía besándome sin parar-.

. - anda, déjame, que me babeas todo. ¿Dónde están los demás?

. - ven, te llevaré con ellos. ¿Nos vas a sacar de aquí como prometiste?

. - pues claro, ya sabes que cumplo lo que prometo.

. - oh, por fin estaremos juntos de nuevo -me dijo cogiéndome fuertemente de un brazo, como si no quisiera que me separara nunca más. ¿Había crecido un palmo o era mi imaginación?, no, solo era mi imaginación, los enanos a su edad, ya no crecían más, así como los otros dos chicos también, que jugaban al ajedrez con otros dos chicos, un macho y una hembra, todos ellos, enanos-.

. - Vicente, Marga, mirad quien ha venido a buscarnos.

El alborozo de mis otros dos chicos fue igual o superior al de Leonor. Nos abrazamos y besamos, mientras los dos chicos con los que estaban antes jugando, se levantaron y me observaban detenidamente.

Después de los achuchones, Marga me arrastró hacia los dos chicos aquellos.

. - mira, te presento a Jonás y a Gloria. Son hermanos y se vendrán con nosotros también.

. - querida, ¿por qué no me hablasteis de ellos en las cartas?, no podéis hacerme esto.

. - perdonad chicos -dijo Marga y me cogió de la mano y me llevó a un lugar donde no nos podía oír nadie, Leonor y Vicente también nos acompañaron-.

. - ¿qué estás maquinando, Marga?

. - no te dijimos nada porque a lo mejor no volvías ni a por nosotros, que éramos tres. Si te decimos que ahora seríamos cinco, menos volverías.

. - ¿vosotros dos no tenéis nada que decir?

. - perdónanos, Salvador. Pero son como nuestros hermanos. Hemos pasado muchas cosas juntos -dijo Leonor- les hablamos mucho de ti y de cómo eras un cacho pan con los que querías y un tío duro cuando hacía falta-.

. - ¿qué más le contasteis de mí?

. - bueno, cosas y cosas -dijo la gordita, que ya no estaba tan gordita, al igual que su hermano. Debía ser la escasa comida del centro, que, si no, no se entiende. De los pechos, poco o nada habían adelgazado, pero sí del resto, aunque para mí, seguía siendo mi gordita, pues su trasero seguía siendo tan grande o casi, como antes cuando se lo enculaba. Aquel pensamiento mi hizo sonreír y Leonor se dio cuenta.

. - se está riendo, chicos. Jonás y Gloria se vienen con nosotros -dijo ella como si nada-.

. - para el carro. Primero quiero tener una charla con los dos. Vosotros quedaros aquí.

Fui hacia los dos hermanos enanos y les hice señas con mi mano para que me siguieran fuera de la sala.

Los esperé sentado en un banco en medio de un verde jardín.

. - sentaros a mi lado y hablemos.

. - sí, señor -dijo el chico sentándose. La chica también lo hizo, uno a cada lado de mí-.

Los observé. Tendrían unos veintitantos, como los otros enanos que se iban conmigo. En altura parecían iguales, pero no es sus cuerpos. El chico era musculoso y tenía un paquete que por momento se le estaba hinchando a ojos vista. Cuando dejó de crecerle la polla, aluciné, pues no creía que fuera una polla aquello que tenía entre las piernas y que se había despertado. Jonás puso las manos muy cohibido encima de su paquete, tapándomelo a la vista.

Luego observé a la chica a mi otro lado. Miraba al césped, también nerviosa. Llevaba una faldita más bien corta, de la que apareció como una montaña picuda algo que tenía entre las piernas. No jodas, aquello no era posible ¿o sí?

No lo tenía claro, pero juraría que la chica, Gloria, tenía polla y no muy pequeña. Respiré hondo y observé sus pechos. Eran como dos agujas, estrechas y largas. Sin duda, eran dos magníficos ejemplares, con sus peculiaridades cada uno.

. - ¿qué os han dicho los chicos de mí y por qué queréis veniros conmigo?

Ninguno de los dos abrió la boca.

. - si no me habláis, no sé qué pensar de vosotros.

Jonás tragó saliva y fue quien habló en primer lugar.

. - los chicos nos hablaron que iban a vivir con usted en un rancho y estaban muy contentos por ello y que erais muy cariñosos entre los cuatro.

. - ¿qué más?

. - eso, que erais muy cariñosos.

. - responde ahora a la segunda pregunta que os hice, ¿por qué queréis que veniros conmigo?

. - necesitamos de alguien que nos quiera como usted quiere a los chicos y formar una familia. Somos algo…

. - ¿que sois?

. - deformes.

. - ¿y eso por qué?

Jonás volvió a tragar saliva y siguió hablando.

. - no soy normal.

. - ve al grano, no alargues tanto, chico. Ser enano, como tu hermana, no es ser deforme, es ser bajitos, como marga y los otros dos.

. - no me refiero a ser enano, me refiero a que tengo una enfermedad que me hace tener un pene de un hombre mayor, muy mayor. Ya me entiende…

. - ¿cómo la de un caballo me estás diciendo?

. - no tanto, pero seguro que más que la suya, eso seguro.

. - y tú, ¿qué me tienes que decir, Gloria?

. - yo opino igual que mi hermano, también soy deforme y necesito una familia donde estar y no aquí. Necesitamos alguien que cuide de nosotros y nos quiera como somos.

. - no te entiendo ¿en que eres deforme?

. - soy una chica y tengo pene, un pene muy grande cuando…

. - vaya, entiendo y con esos antecedentes, ¿nadie os quiere tener cerca?

. - eso es. Pero los chicos nos dijeron que eso a usted no le importaba, al contrario…

. - ¿al contrario…?

. - pues eso.

. - otra vez con la misma forma de terminar las frases, chicos. Tienes que acabar las frases para saber exactamente de qué hablamos.

. - díselo tú, Gloria, por favor.

. - verá…, si nos lleva a su rancho…, haremos lo mismo que hacen Vicente, Marga y Leonor, lo mismo que ellos. Se lo juramos por nuestros padres muertos -dijo ella-.

. - Gloria, Jonás, me habéis convencido, pero os diré una cosa y que no tenga que repetirla. Lo que hacemos los chicos y yo, lo hacemos porque lo deseamos hacer y nos gusta hacerlo. Eso seguirá igual que hasta ahora, estéis vosotros delante o no. Otra cosa es que no lo haré con vosotros dos.

. - ¿no?, ¿no lo hará con nosotros?

. - así es. Os llevaré con los otros chicos a mi rancho y no os tocaré un pelo. Solo cuando os sintáis con deseos de participar de lo que hacen vuestros nuevos amigos, lo hagáis de libre manera, sin obligación por vuestra parte, ni por la de ellos. Si no deseáis hacer nada, lo respetaré y si lo deseáis, os daremos la bienvenida. Sea como sea, me alegrará teneros en mi rancho, como amigos o amantes según lo decidáis vosotros, y como amantes a vuestros otros compañeros. Si aceptáis mis condiciones, pediré los papeles para que os vengáis con nosotros e irnos de este lugar.

Gloria me cogió la mano y me la apretó.

. - yo acepto, Sr. Salvador.

. - solo Salvador, nada de señor, eso para desconocidos -le dije apretándole la mano contra la mía-.

. - yo también acepto -dijo el chico-.

. - perfecto, ahora volved dentro y recoged todo lo vuestro, que nos vamos. Diles a los demás, que los espero en la oficina para irnos.

. - gracias, Sr…, Salvador -dijo la chica, que me dio un beso en una mejilla. Jonás me dio la mano como si fuera un contrato de por vida. Luego se fueron a la sala a recoger sus cosas-.

Me llegué a la oficina y hablé con la encargada del centro. Me sacó los papeles de mis tres chicos originales y luego cogió otro par de papeles ya firmados y sellados, los añadidos.

. - ¿cómo sabía que iba a llevarme también a Jonás y a Gloria, señora?

. - son muchos años, hijo -dijo sonriendo la vieja-.

En eso, que oí caerse a una mujer al suelo como un saco de papas. Tenía tremendas tetas lecheras. Y había sucedido en la misma oficina donde estaba, pero no la había visto por estar tras un biombo cambiándose. Sus desnudas tetorras me atrajeron de inmediato, así como el hecho de querer ayudar a una persona que se había desmayado a pocos metros.

. - señora, ¿qué le pasa? -dije sentándola en un banco que por allí había-.

Su cara era un poema, donde las lágrimas habían hecho surcos en su sucia cara.

. - Silvia, recupérate, por favor -decía la encargada del centro, dándole cachetones suaves- ayúdeme a llevarla a mi cama y coja sus ropas, por favor-.

Cogí cuanta ropa había allí y que no era mucha, solo una falda, una camisa, bragas y sostén XXL. Con todo ello, cogí a la mujer en brazos, donde sus pechos me daban en la cara con cada paso que daba y la llevé donde me dijo la encargada de todo aquello.

. - ayúdeme a vestirla, por favor. Es un hombre de mundo y no creo que le perturbe un cuerpo desnudo de mujer-.

. - para nada -mentí como un bellaco-.

Mientras ella le ponía las bragas, yo le levantaba las piernas y luego todo el cuerpo. Una vez las bragas colocadas, se le puso el sostén. Yo mismo, le cogí uno de los grandes pechos y se lo metí en la copa adecuada, luego el otro. Después la señora lo enganchó por detrás. Ponerle la camisa y la falda, fue pan comido.

. - dejémosla descansar. La pobre ha sufrido un fuerte varapalo.

. - ¿qué le ha pasado para desmayarse de esa manera?

. - sus dos hijos han fallecido con horas de antelación. Solo los tenía a ellos, pues su marido murió en combate en Guadalcanal.

. - ¿de qué murieron?

. - de fiebres muy altas. Cuando llegaron, ya poco se pudo hacer.

. - ¿y ahora que va a ser de esta mujer?

. - la verdad, me temo lo peor.

. - ¿lo peor?

. - ha intentado suicidarse por dos veces. ¿Hay algo peor que eso?

. - no, creo que no.

. - a no ser que…

. - ¿a no sé qué, madre señora?

. - que la lleve con usted y los chicos.

. - señora, que ni ella me conoce, ni yo a ella. Además, no parece que este muy bien.

. - más a mi favor. En su estado, no puede valerse por sí misma. Es más, tiene los pechos llenos de leche por sus hijos muertos y tenemos nosotras que sacarle la leche, porque ella no hace nada por usar el sacaleches. Tengo miedo de que lo repita una tercera vez y tenga suerte esta vez.

. - me está pidiendo demasiado, señora. No la conozco de nada, le repito.

. - tampoco conocía a Gloria y a Jonás antes de hoy. Con ella sería igual.

. - pero ¿y qué dirá ella?

. - ella no dirá nada, porque nada tiene que decir. Yo le hablaré y la convenceré de que lo mejor es que forme una nueva familia y usted va a tener una familia bien numerosa, un poco extraña, lo sé, y bien creciditos de edad, pero no de cuerpos, por lo que necesitará ayuda, sin duda. Ella los cuidará por usted, eso le vendrá bien tanto a ella para estar ocupada, como a usted, que necesitará ayuda con los chicos.

. - solo con tres condiciones aceptaré llevarla conmigo.

. - adelante, expóngalas, las acepto de antemano.

. - la primera, que no voy a casarme con ella. Será en concepto de acompañante. Quizás más adelante si congeniamos, podríamos casarnos, antes no. Segunda, que ella desee acompañarnos por propia voluntad y no obligada por usted y tercero, que me deje a solas con ella un rato para hablarle y que acepte una proposición que solo ella deberá saberla y aceptarla. Con esas condiciones, se vendrá conmigo y los chicos.

. - vale, déjeme una hora por lo menos, entre que se recupera y la convenzo.

. - pero no la obligue, déjele que elija o será peor el remedio que la enfermedad. De nada vale que no se suicide aquí y lo haga en mi casa. Eso dañaría a los chicos.

. - le comprendo perfectamente.

Salí de allí y las dejé solas. Fuera ya estaban los chicos con sus maletas y con caras de empezar una nueva vida juntos. Los llevé a un lugar apartado donde pusieron en el suelo sus maletas.

. - chicos, tenemos que esperar por lo menos una hora más antes de irnos.

. - ¿qué sucede, salvador? -dijo Marga, cogiéndome del brazo- ¿no nos dejan que vayamos contigo?

. - no, vuestros papeles ya están solucionados -dije tocándome los papeles del bolsillo- solo es que, a lo mejor, regresamos a casa con una mujer a la que deseo ayudar también-.

. - ¿una mujer vendrá con nosotros también?

. - sí, es una señora de grandes pechos, que ha perdido a sus dos hijos por altas fiebres. La encargada del centro me ha pedido que me haga cargo de ella, pues está fatal por la pérdida de sus retoños y ha intentado por dos veces quitarse la vida.

. - ¿en calidad de cómo vendrá esa señora?, ya me entiendes, Salvador -dijo marga-.

. - solo vendrá si cumple las mismas condiciones que le impuse a Gloria y a Jonás.

. - ¿tampoco la tocarás? -preguntó Gloria-.

. - de una forma sí, de otra no. me explico… -les dije lo del problema lechero que tenía, que pensaba dedicarme a deslecharla durante el tiempo que siguiera teniendo leche y que ellos, si querían, podían también tomarse sus vasos de leche. De lo otro, lo de follármela y follárnosla, seria decisión suya, al igual que le había dicho a los dos chicos extras.

. - yo me apunto a mamarla, salvador -dijo Leonor, luego se apuntaron Vicente y Marga-.

. - Jonás, eso no creo que sea nada pecaminoso. Yo también deseo colaborar para sacarle la leche que sus hijos muertos no pueden ya tomarse -dijo Gloria roja de vergüenza-.

. - perfecto. Se lo diré -dije-.

. - ya puestos, yo también lo haré -dijo Jonás, ruborizado-.

. - vale, será mejor que os despidáis de todos vuestros amigos, pues una hora da para bastante. Luego iremos a comer algo antes de coger el barco que nos lleve a casa.

Los chicos fueron pasando y dándome un beso en la cara, ellos y ellas, para después irse a despedirse de sus amigos. Yo me quedé allí con las maletas, sentado esperando la respuesta de la mujer tetuda y lechera.

Después de media hora sentado allí, ya me dolía el culo, así que me levanté y di un corto paseo alrededor del banco. Al poco apareció la encargada del centro en la puerta de la oficina con la mujer, a la cual me señaló y dejó que viniera sola ante mí. La encargada sonrió y entró en su despacho, allí ya no se le perdía nada.

La mujer se sentó y luego yo lo hice a su lado.

. - hola, me llamo Salvador Morales.

. - lo sé, me lo dijo la señora del centro. Yo me llamo Victoria Principal. ¿Por qué quieres cuidar de mí?, no me conoces.

. - la encargada me convenció de que necesitabas ayuda. Ahora tienes que convencerme tú de que es verdad y lo deseas por propia voluntad.

. - me ha dicho que impuso tres condiciones. A la primera, lo de ir de acompañante, no me disgustó, pues no deseo casarme, al menos de momento. A esa condición digo que sí. Luego había otra de que fuera porque yo lo deseara. Le diré la verdad, poco me importa donde vaya o deje de ir, solo deseo salir de esta isla que me pone enferma nada más recordar a mis niños. No sé si esa respuesta era las que deseabas oír, pero ahora mismo, es lo que siento.

. - la aceptaré de momento, más adelante volveremos a discutirlas y si no llegamos a un acuerdo, romperemos nuestras relaciones. Usted por un lado y yo y mis chicos por otro.

. - me parece justo. La madre superiora me dijo de otra cosa que solo me diría a mí y si la aceptaba, daba el visto bueno a esta cosa que no sé cómo llamarla.

. - esa cosa que dice, es algo que debe prometerme de que, si no la acepta y rompemos relaciones, no lo divulgará bajo ningún concepto. Solo si lo jura por sus hijos fallecidos, se la plantearé.

. - se lo juro por mis hijos. A los que he querido con toda mi alma.

. - gracias, sé que es duro, pero me juego mucho. Ahí va. Mis chicos y yo, al menos tres de momento, tenemos y seguiremos teniendo relaciones sexuales, esté usted delante o no. No digas nada aún -decidí tutearla, ya puestos…- Además, si quieres, te descargaremos de la leche que tus niños ahora no podrán tomarse y veo que estás mal cargada por el peso de tus pechos que están llenos. Solo te mamaremos si es eso lo que deseas, pues no tendremos relaciones sexuales hasta que tú y solo tú, las desees tener conmigo o con cualquiera de mis chicos, que podrían ser más adelante también tus chicos si todo va como debiera ir entre nosotros. Eso es todo, ahora puedes darte la vuelta y alejarte o decir que aceptas el trato no escrito pero que lo cumpliré como si estuviera firmado ante un notario. No niego que me impactó cuando te vi tus pechos desnudos y tan grandes, pero eso no me hará tirarme encima de ti. Solo de ti depende que vengas con nosotros en las condicionen antes descritas.

Dejé a la mujer que digiriera aquella retahíla que le había echado encima.

. - ¿de verdad tienes relaciones sexuales con los enanitos?

. - contaré brevemente como nos conocimos para que lo entiendas. Fue en una misión que…

Le conté por encima las vicisitudes de mi encuentro con los chicos y el amor que nos dábamos en todo momento. Aquello acabó por inclinar la balanza hacia la aceptación por parte de una mujer que hacía poco había perdido todo lo que más quería en esta vida, sus dos retoños.

Solo dijo una palabra, no hacía falta ninguna más.

. - acepto -dijo mirándome a los ojos-.

. - gracias, Victoria. No sé si tú nos necesitas tanto como te necesitamos nosotros a ti, pero gracias -le dije dándole un beso en la frente, luego le pedí que esperara en el banco mientras hablaba con la encargada-.

Almorzamos, como prometí, en un restaurante que había en el mismo puerto de Honolulú. En la mesa había siete personas, casi todas ellas risueñas, menos Victoria, pero al menos lo intentaba. Miraba a los chicos, que habían encontrado a un amigo y también a un amante que los había sacado de un infierno primero y luego de otro donde el paso del tiempo era el peor infierno.

Ella me miró de soslayo, como averiguando como era yo por dentro. No creo que llegara a ninguna conclusión si antes no pasábamos un tiempo en común conmigo y los chicos. De camino a casa, seguro que sabría más de todos nosotros, se dijo.

No vio nada en los chicos que no fuera amor por su benefactor y amante. Al contrario, había mucho amor entre ellos, algo que no creía que pudiera suceder en este siglo. Nos daría el beneficio de la duda, se dijo y comenzó a comer. Luego me levanté de la mesa y les hablé.

. - tenéis que perdonarme. Os dejo comiendo. Aquí tienes Victoria dinero para pagar la comida.

. - ¿nos abandonas, salvador? -dijo compungida Marga-.

. - no, mi amor. Pero no contaba con llevar con nosotros a Victoria, Jonás y Gloria y tengo que sacar más billetes para el continente. No os voy a abandonar ahora que os he encontrado. A ninguno de los seis, os lo prometo.

. - salvador, no le hagas casó a esta tonta. Sabes que confiamos en ti, si no, no hubieras vuelto por nosotros. Cuando estemos solos ya sabes que te lo agradeceré como se merece.

. - gracias amor. Ahora me voy, no vayan a cerrar las ventanillas de los billetes y no podamos salir hasta mañana. Victoria, cuida de los chicos.

. - no pierdas cuidado, estarán bien. ¿Te esperamos aquí o en el puerto?

. - si no llego en una hora, será mejor que os acerquéis vosotros. La puerta de embarque es la 43, recordarlo, la 43. Si paso más de una hora, os esperaré allí, no me falléis vosotros tampoco. Podéis ir de compras por ahí. Toma un poco más de dinero para esto último, pero no os lo gastéis todo, que no somos ricos. Ah, y no lleguéis más tarde de dos horas, pues el barco no espera.

Rodeé la mesa besando a los chicos en los labios a los tres primero y en la frente a los dos nuevos. Luego esperé a ver dónde quería que se lo diera a Victoria y finalmente le besé una mejilla y la otra también. Sonriendo, salí del restaurante.

Fue por los pelos, pero llegué antes de que cerraran las taquillas. Tampoco fue fácil cambiar los billetes, para hacer un viaje juntos y en el mismo camarote, pues el tío quería darme un segundo compartimento separado dos pisos uno del otro.

Con los billetes a buen recaudo, vi que el tiempo había pasado en cantidad, así que esperé donde dije.

Las uñas ya no me quedaban cuando vi a un mozo, negro claro, con una ristra de maletas y mis chicos a su lado. Les señalé donde estaba y se vinieron hacia mí. Nos volvimos a abrazar y besar. Esta vez los dos nuevos, fueron ellos quienes me besaron en la boca, agradeciéndoselos con una sonrisa que decía mucho. Ella, Victoria, me dio un beso light en un carrillo. No era mucho, pero por poco se empezaba.

. - ese es el barco, chicos -señalé el buque-.

No tenía que ni haberlo señalado, pues el enorme barco ocupaba buena parte del puerto. Un enjambre de pasajeros, entre civiles y militares, subían por sus cinco escalerillas. Usamos la más cercana a nosotros. Yo iba por delante con dos maletas, las más pesadas y que debían de ser de Victoria.

Una vez arriba, me puse a un lado y entregué los billetes a un marinero, diciéndole quienes eran mis acompañantes. Luego me dio un prospecto informativo del barco para saber dónde debía acomodarme. Estaba listo, aquello era enorme y ni con el mapa encontraría el camarote, así que fuimos preguntando por el camino a cuantos marineros nos dio la gana si íbamos bien orientados o no.

Cuando llegamos, no fue decepción porque me esperaba algo así en tiempo de guerra o de posguerra como era ya la cosa, pero el camarote no parecía el de los hermanos Marx, pero se le acercaba. Había seis literas y un colchón para el séptimo, según nos dijo uno de los marineros al que pregunté por la séptima litera.

. - el máximo de literas por camarote son seis, señor. De ahí que le entreguen un colchón para el séptimo. Según pone, solo pidieron un camarote para todos.

. - gracias, marinero. Ya nos las arreglaremos. ¿Qué me dice de las comidas y de las duchas?

. - las comidas son a las 9 de la mañana, a las 14 horas y a las 20 horas. Los baños son públicos y están en este pasillo, al fondo. Deberá llevar su toalla y su jabón. La lavandería corre por cuenta de los viajeros, pero podrá lavar la ropa en los lavaderos comunes. Si necesita algo en particular, la nave tiene tiendas donde puede adquirí desde comida, hasta jabón y toallas. ¿Algo más caballero?

. - de momento no, muchas gracias.

. - a sus órdenes, comandante.

Fue en ese momento cuando me miré y recordé que aún iba con la ropa militar. Debía de cambiarme en cuanto pudiera. En el barco se veían pocos uniformes, supuse que se habían cambiado la mayoría. Cuando saliera del buque, ya me la volvería a poner, por lo menos hasta llegar a casa.

Fue cerrar la puerta y abalanzarse sobre mí mis tres chicos. Los tres se habían desnudado para mí.

Los miré a ellos y luego a los otros tres.

. - perdonad, ¿podéis salir un rato?, dadnos un poco de tiempo, llevamos muchos meses sin estar juntos.

. - claro, como no -dijo Victoria, saliendo del camarote. Estaba azorada, al igual que Gloria y Jonás que también abandonaron el camarote-.

Una vez cerrada la puerta y ayudado por mis chicos, me quité la ropa militar. Con cuidado, me la colocaron sobre una litera. Luego y una vez desnudos, pusimos varias mantas en el suelo donde dimos comienzo al reencuentro sexual entre tres cuatro amantes. Lo pasamos de miedo, fue tanto el placer que nos dimos y seguíamos dándonos, que Victoria, creyendo que con la media hora era suficiente, me cogió enculándome a Vicente, mientras las dos chicas se comían los bajos. Según nos vio, volvió a cerrar y no permitir entrar a Gloria y a Jonás.

. - aún no han terminado. Dejémosles un poco más -dijo azorada todavía-.

Media hora después volvió a abrir Victoria y aún seguíamos dale que te dale, pues eran muchas las ganas que teníamos los cuatro de darnos placer sin fin.

. - perdonad, pero han llamado para los ejercicios de salvamento -dijo mientras me estaba comiendo el chumino goteante de Leonor-.

. - perdona tú, se nos ha ido el santo al cielo. ¿Puedes traernos un poco de agua para limpiarnos?

. - claro, enseguida.

Victoria llegó con un cubo de agua y lo dejó en la entrada, pero no entró.

. - vamos, podéis entrar chicos.

Muy a su pesar, entró ella y los dos hermanos. Dentro y usando una toalla y un trozo de jabón, limpié a conciencia los felpudos de mis chicas y la polla de mi chico. Ellos se dejaban hacer con una sonrisa en sus caras de lo más beatíficas. Luego les permití a ellos hacer lo mismo conmigo. Marga, más atrevida aun que las demás, me cogió la polla y le dio una última mamada delante de todos.

. - querida, deja algo para después.

. - perdona, pero llevábamos muchos meses sin estar juntos.

. - lo sé mi amor. Vistámonos, hay que hacer los ejercicios. Es obligatorio.

Me vestí con la ropa de paisano y salimos todos juntos y nos colocamos donde nos dijeron. Después de los ejercicios, regresamos no al camarote, sino que dimos una vuelta por el barco, para conocerlo un poco. Aún no había partido el buque y ya estaban mareados más de uno. Por suerte, ninguno de los míos.

Uno junto a los otros, nos pusimos en la barandilla, mirando el puerto lleno de gente que llegaban para embarcar o se despedían de los que ya estaban a bordo.

Un rato después Victoria me habló al oído.

. - ¿puedes descargarme un poco? me duelen los pechos.

. - ¿vienen ellos también?

. - sí, pueden venir si quieren.

Me giré hacia los chicos y les hablé.

. - volvamos al camarote, Victoria nos necesita a todos.

. - es para… -dijo Marga mirándole los enormes pechos-.

. - eso es. Luego podéis dar otra vuelta si queréis. A no ser que alguno no desee descargarla -dije mirándolos a todos, ninguno dijo esta boca es mía-.

Viendo que todos deseaban mamar a la nueva mamá, que, si no lo he dicho, lo digo ahora, no era enana, marchamos todos hacia el camarote.

Una vez allí, sentamos a Victoria sobre el colchón y contra una de las paredes, los chicos se colocaron a su alrededor, ella se sacó la camisa y pidió ayuda para que le desengancharan por detrás su sujetador XXL. Yo mismo lo hice, cogiendo el sujetador ella misma y colocándolo a un lado.

. - adelante, que empiece el que quiera, luego os iréis turnando -dijo ella-.

Como no, Marga fue la primera a mamar. Vicente siguió sus pasos. Victoria los colocó debajo de su regazo y les puso los pezones en sus bocas y dejó que mamaran cuanto quisieran.

El silencio solo era roto por las sirenas del barco y el chupeteo de los chicos.

Al rato fueron reemplazados por las otras dos chicas, que mamaron sin descaro y sin descanso, apretando los pechos para así sacar más leche.

El tiempo pasaba y nos tocó a Jonás y a mí, que en la misma posición que los demás, mamamos unas tetas que ya estaban casi vacías. Ello nos obligó a nosotros y a Victoria, a apretar al máximo aquellos globos gloriosos. De esa manera nos tomamos nuestros buenos vasos de rica leche materna.

Una vez descargada por completo, nos dio las gracias.

. - gracias chicos. No sabéis lo que me duelen los pechos cuando están tan llenos como lo suelen estar.

En eso, Jonás habló compungido.

. - salvador, no puedo más.

. - ¿qué te ocurre, Jonás?

. - no puedo más. Estoy que reviendo.

. - ¿a qué te refieres?

. - a esto -dijo señalándose el paquete que lo tenía bien grande-.

. - entiendo. Por favor, chicos. ¿Nos dejáis solos un rato?, Jonás tiene un problema y debo solucionarlo.

No hizo falta nada más, todos menos Victoria sabían a qué tipo de problema me refería.

Una vez todos fuera y solos los dos, me acerqué al chico.

. - ahora te dejo para que lo soluciones tu solo.

. - no, por favor. Quédate.

. - como quieras.

Jonás, rojo como las guindas, se bajó los pantalones. De entre su entrepierna y bajo sus calzoncillos, se vislumbraba una enorme polla, una hermosa y enorme polla, para nada acorde con su enano cuerpo.

. - déjame a mí.

El chico, de pie y mirando a un lado, se dejó hacer. Yo, con suma delicadeza, bajé sus calzoncillos, saltando como un resorte la mayor polla que había visto en mi puta vida. Tragué saliva al verla. Era gorda y larga, muy gorda y muy larga. Dios, qué maravilla de la naturaleza.

. - ¿cómo lo quieres hacer?

. - no sé si pedírselo.

. - prueba a ver.

. - quisiera…

. - vamos, no empecemos de nuevo.

. - quisiera que me la mamara y pudiera metérsela por el culo después.

. - por ser tú, haré una excepción -dije sonriendo y humedeciéndome los labios. No podía haber pedido nada mejor mi nuevo amante-.

Con el chico de pie y yo con una rodilla en el suelo, suspiré. Aquello que tenía delante de mí cara era una cosa grande y hermosa. La cogí con suma reverencia. El chico metió el estómago y tragó saliva.

Con la polla en mi mano y sin haber hecho nada, cogió dureza y se levantó un palmo hacia el cielo.

Le pasé la mano a todo lo largo, era suave y gorda, muy gorda. Bajé la boca y le pasé la lengua suavemente, sabía a virginidad. Luego chupé su punta, vibrando en mi boca. Ya no pude aguantar más y me la metí toda en mi boca, toda la que me cabía, pues era una deliciosa y enorme salchicha.

El chico comenzó a respirar entrecortadamente y con su corazón bombeando sangre a marchas forzadas.

Saqué la polla de mi boca y le di unas mamadas a sus colgantes huevos, que mordía delicadamente. En eso estaba, cuando me interrumpieron. Joder, era otra vez la deslechada Victoria.

. - perdona Salva… -cuando la mujer vio la tremenda polla que me estaba comiendo, se paralizó-.

. - por el amor de Dios, Victoria. No dejas de importunar. Anda, entra y cierra la puerta.

. - perdona Salvador, no quería molestar mientras… -ella seguía como hipnotizada mirándole la polla a Jonás-.

. - ven, acércate por favor.

. - no sé si… -decía Jonás con un poco más de miedo al tener delante a Victoria y a él con la polla fuera de sus pantalones-.

. - no seas tonto, Jonás. Victoria, si ella quiere, será tu madre y tendrá que cuidar de ti como yo lo hago ahora. Victoria, ven mujer-.

Victoria terminó de entrar y cerró la puerta. Se vino hacia nosotros.

. - arrodíllate como yo y dame la mano.

Ella, como atontada mirando el cacho polla de Jonás, se arrodilló ante el chico. Le cogí la mano y se la puse sobre la polla Goliat. Luego, ella misma, usó también la otra mano para recorrerla toda ella.

. - vamos, disfrútala y haz disfrutar a nuestro chico, que está que explota. No lo hagas esperar más.

Ella hinchó sus pulmones y dio comienzo a la primera mamada de una polla XXL que además podría ser de su hijo, más adelante.

Con la herramienta en su boca, ya no pensó en nada más, la moralidad quedó de lado, ahora solo quería disfrutar de aquella maravilla de la naturaleza y de paso descargar al chico.

Vi como Victoria mamaba al chico con una desesperación que creía que se la iba a tragar de verdad.

Un buen rato después, Victoria sudaba que era un gusto. Tuve que pararla, pues si no, no me dejaba nada.

. - descansa un poco, Victoria. Aprende a compartir.

Ella se salió y pidió perdón.

. - disculpa, no sé qué me ha pasado.

. - yo sí-sonreí- la polla de nuestro Jonás es algo grande y debemos compartirla para disfrutarla todos-.

Giró la polla hacia mí y se la tomé prestada, para luego comérmela yo también. Victoria, sin moverse un milímetro, suspiró y metiéndose su mano derecha bajo sus bragas, jugó con su clítoris, gimiendo de puro placer con cada orgasmo que estaba obteniendo de la situación.

Me separé de Jonás y me saqué los pantalones. Victoria estuvo a punto de lanzarse hacia mi polla, pero no la dejé, simplemente me puse delante de Jonás a cuatro patas, como me había pedido el chico.

Jonás sonrió y mirándome el trasero, se me pegó detrás. Su polla vibraba y no acababa de apuntar bien.

. - Victoria, por favor, ayuda a Jonás a penetrarme, es su primera vez.

. - claro, como desees.

Victoria le cogió la polla al chico y la puso en la entrada de mi ano. Allí la mantuvo hasta que apretó y entró en mi culo. La puta polla, de tan gorda, creí que me iba a joder el culo en negativo, pero no, el rabo de Jonás se deslizó culo adentro y me la enterró hasta sus huevos. Cerré los ojos pues dolía un huevo, pero pronto me hice al paño y recoloqué su polla en mi trasero.

. - vamos, fóllame.

. - gracias, Salvador -dijo el chico mientras se empleaba a fondo dándome por culo y yo recibiéndolo gustosamente. Dolorosamente, pero muy gustosamente-.

Al final se vació en mi culo con toda su potencia y que no fue poca, pues era la acumulación de muchas ganas de follarse a alguien, aunque fuera a su propio padre putativo.

. - vamos, has dejado la leche en mi culo y debes sacármela con tu lengua y un par de dedos. Tú, Victoria, hazle una mamada limpiadora al chico, por favor.

Victoria no se hizo de rogar, se prendó de aquella gorda y chorreante polla y se la tragó para tomarse un buen chorro de semen que aún tenía en su interior.

El chico, mientras era mamado, se dedicó a succionarme su leche, tomándose el esperma calentito de su propia cosecha.

Una vez dejada la polla bien limpia y mi culo también, le hablé a Victoria.

. - querida, he visto que te corrías de gusto usando también tu dedo en tu clítoris y como supongo que chorreas zumo en tu vagina, ¿por qué no dejas que el chico disfrute un poco también?

. - ¿deseas disfrutarme, Jonás? -le preguntó ella-.

. - si pudiera ser…

. - de acuerdo, hijo.

Ella se sacó el traje por arriba, quedándose en bragas y sostén. Luego se sacó las bragas, dejando a la vista un oloroso coño bastante peludo.

Se tendió sobre la colchoneta y levantando las rodillas, se abrió de piernas.

. - ven hijo. Disfruta de tu futura madre -dijo mirándome a los ojos. Sonreí y me acerqué a ella, besando su boca. Me correspondió de inmediato-.

Jonás se colocó entre las piernas de su nueva madre y enterró sus labios en la raja de Victoria. De inmediato empezó a gemir alocadamente, pues le gustaba lo que le hacía su nuevo amante, el putativo Jonás.

Viéndole el trasero a Jonás, no pude evitar colocarme detrás de él y comenzar a meterle mi lengua en su ojete, además de comerme también su polla colgante, incluyendo también sus sabrosos huevos.

A Jonás aquello le hizo comer más y más coño de Victoria, consiguiendo que la mujer gimiera más y más alto cada vez.

La puerta se abrió y entraron los chicos, que ya estaban hartos de esperar fuera. Al ver la escena, cerraron con llave esta vez y sonriendo se acercaron.

Tres de los cuatro se desnudaron ipso facto, poniéndose junto a nosotros tres. Vicente fue ahora el más lanzado y acercándose a Victoria, le levanto la cabeza y la puso a mamarle su oculta polla. La mujer, que ya no podía volverse atrás, trincó aquella polla y comenzó a mamársela, mientras era mamado su coño por Jonás.

Marga se metió entre mis piernas y mirando hacia arriba, comenzó a comer huevos frescos, los míos, mientras yo seguía comiéndole el culo a Jonás.

La chica vio como colgaba la súper-picha de Jonás y se movió debajo ahora de Jonás y como si nada, se tragó la polla descargada. Jonás sintió que rayos y truenos le entraban por la punta de su polla, teniendo micro-orgasmos.

Viendo que tenía a mano la vagina de Marga, cambié el culo de Jonás, por su vagina, que comencé a comerme y jugar con su clítoris. Sin miramientos, se la empepiné de una sola vez. Se dolió solo un segundo, para mover su pelvis al ritmo que yo me la follaba.

Leonor, viendo que Gloria no se desnudaba, se le acercó y se ofreció.

. - no tengas vergüenza y disfruta un poco -le dijo según le cogía una mano y se la llevaba a su felpudo. Allí le hizo meter varios dedos dentro de su vagina. Y allí la dejó-.

Gloria tragó saliva y miró al resto, sobre todo a su hermano como disfrutaba de Victoria. Cogió aire en cantidad y sacando su mano de la vagina, se arrodilló y comenzó a chuparle los jugos a Leonor. De inmediato sus bajos se humedecieron. Aquello era el principio de una familia extraña en su concepción, pero que daría mucho placer a todo el grupo.

Jonás dejó el chochete de Victoria y zafándose de Marga, me besó los labios, correspondiéndole con mucho énfasis por mi parte. Dos palabras dichas a mi oído y sonreí. Volví a besarlo frugalmente, para después separarlo de los demás y colocarle a cuatro patas. El chico, que había pedido expresamente ser desvirgado, fue observado por los demás y apretando los dientes, me informó.

. - adelante, quiero entregarme a ti, salvador -dio Jonás-.

No necesité más, apunté y apreté. Apreté lentamente hasta metérsela toda hasta el fondo. Sus dientes chirriaban y hasta gritó, pero no me impidió que siguiera y claro, seguí.

Seguí después de dejarlo un poco para que cogiera aire, besándole el cuello y luego girándole la cara, su boca. Siempre con mi polla dentro de su culo. Seguidamente di comienzo a su desvirgamiento oficial, entrando y saliendo de su culo una y otra vez. Cada vez gritaba menos, hasta que dejó que disfrutara de su culo como me gustaba, a toda mecha. Sin embargo, Jonás no estaba disfrutando tanto, más bien nada, eso lo dejaríamos para más adelante.

Le di polla y más polla hasta que me salí de su ano. No tenía intención de descargar en el chico, así que me entretuve en comerle el ojete para aliviarle un poco el dolor culero. Una vez conseguido, su boca y la mía volvieron a enroscarse hasta que sentí que alguien tiraba de mi polla, era Victoria.

Sus labios temblorosos me hablaron sin hablar. Asentí y dejé que acercara mi polla a su boca y con delicadeza, comenzó a mamarme. Cada vez con más fruición, como si aquel cacho de carne le devolviera a momentos más felices.

Agachándome, se salió de mi polla. Le miré a los ojos y acerqué mi mano a su frente para apartarle varios pelos, una vez realizado ello, acerqué mis labios a los suyos y nos besamos largamente.

Momentos después le deslicé el sostén hacia arriba, el cual ocultaba la central lechera de su cuerpo. Ambos pechos estaban aún bastantes desinflados después de las mamadas anteriores. Cayó un buen trecho en la perpendicular. Una primera mamada a cada pezón y se los endurecí, para luego invitar a mis chicos a saciarse de nuevo.

Acudieron en tromba, disputándose aquellas hermosas mamas con tan suculento alimento. Ganaron Gloria con el pecho derecho y su hermano Jonás con el izquierdo.

Una vez que Victoria me había abierto la puerta, no iba a dejar que la cerrara sin haber pasado dentro un momento. Su entrepierna, ya antes mamada por Jonás, fue mi puerta de entrada en profundidad. Usé mi lengua para darle placer allí donde más le gustaba. Ayudado por un par de dedos expertos que la pajearon cantidad. Ella vibraba con cada corrida que le produje.

Aunque ya estaba más que lubricada con mis chicos, ahora lo estabas más y claro, aquello solo pedía algo a gritos, una penetración vaginal en toda regla y eso fue lo que hice.

Le levanté un tercio ambas piernas y sin miramientos, se la encasqueté hasta los huevos, pero no en su vagina, no, en toda su rajita anal. Mientras, los chicos se turnaban para tomarse su vaso de lechita maternal.

(Parte 4 de 31)

FIN