El amante de los tiempos, en 5 relatos (31)
Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.
EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS
(31-31)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
El viejo, bien contento, se puso detrás y cogiendo ambos pechos, puso los dedos como lo hacía con sus animales y fue ordeñándola.
Sadam se sacó los pantalones y bajándole los del viejo, se puso entre Amidala y el anciano, con su culo hacia la polla del folla-ovejas. Cogió su polla, la del viejo, y se la clavó. Así, mientras ordeñaba a Amidala, se follaba a un Sadam sonriente.
El tazón se fue llenando, siendo colocada otro parecida, así hasta tres grandes tazas llenó el viejo con las tetas de Amidala. Con la segunda, se corrió el viejo en el culo de Sadam, el cual se salió y fui yo quien le hizo los honores a su ojete enlechado. Luego me volví hacia la polla de viejo que goteaba la corrida. Me la tragué y di buena cuenta de ella.
Mi polla, dura de verdad, estaba por meterse en algún agujero y el único que estaba pidiendo a gritos una polla era el del viejo, así que hacia allí la llevé, y sin preaviso, me la saqué y se la endilgué en todo su culo, dándole polla hasta que me dio la gana. Luego se la saqué y allí estaba una Soraya solícita para tomarse mi lechita.
Aún no había dejado de ordeñar a la tetuda Amidala, cuando el viejo miró a Alí y le hizo una señal inequívoca. Alí, que ya la tenía dura de nuevo, se bajó la ropa y con ella en la mano, se situó detrás del viejo.
La clavada que le dio, hizo que la leche saliera fuera del tazón, pero el viejo se afirmó bien y siguió ordeñándola, para así Alí seguir dándole polla hasta correrse, ahora sí, en su culo. Cuando se salió, Sadam se tomó la leche que le goteaba, mientras Soraya era la encargada, otra vez, de tomarse cuanta leche salía del culo del abuelo Bucemi.
Tuvo que meter un par de dedos para sacar cuanta leche tenía en su culo.
Cuando Soraya terminó, se sacó la parte inferior y con su chumino al aire, se recostó, apartando antes las tazas a un lado sobre la mesa, para que el viejo le metiera una teta de Soraya en su vagina a todo lo que entrara, para que la leche la hiciera correrse de gusto.
Mientras el viejo le metía la leche de Amidala, los chicos, como podíamos, metíamos allí la lengua para succionar cuanta leche salía de su vagina. De paso me comí su clítoris, haciéndola retorcer de placer.
Cuando ya no salió leche de los cantaros de Amidala, se acabó la función. Cada uno se bebió parte de la leche, incluida Amidala, hasta acabar los tazones.
El día lo pasamos follándonos a destajo todo el grupo. Poco comimos al mediodía, a la tarde o por la noche. Allí, poco descansamos, pues nuestras pollas no dejaban de sodomizar un culo, fuera de hombre, mujer, viejo o joven. Daba lo mismo. Allí lo que importaba, era que disfrutáramos la de Dios todo el grupo, hasta desfallecer.
Solo cuando amaneció de nuevo, nos dimos cuenta que ahora estábamos más cansados que cuando habíamos llegado un par de días antes. Aun así, teníamos que irnos o no nos iríamos nunca de aquel trozo de paraíso, donde no nos faltaba ni la comida, ni el sexo.
Cuando ya estábamos listos para subir a nuestros caballos e irnos, el viejo nos suplicó una última mamada. De mutuo acuerdo, nos las sacamos y nos las mamó a los chicos y se fue tomando nuestras leches. Las damas, mientras Soraya le sacaba su propia leche de su polla, Amidala lo abastecía de rica leche. Solo después, pudimos irnos con la oveja regalada y subida al caballo de carga.
. - gracias y que tengáis suerte. Que Alá vaya con vosotros.
. - y con usted también abuelo -le dije-.
Paso a paso, nos alejamos de allí, un lugar al que volver en caso de querer perdernos, me dije. Allí el abuelo nos volvería a acoger y nosotros a él también.
La montaña se estaba haciendo más difícil de transitar y el frío aumentaba conforme subíamos. Suerte que llegamos a la cima de la montaña y lo siguiente era bajar y bajar.
La vista que se nos presentaba era desoladora. De un paraíso que dejamos atrás a un páramo yermo de toda vegetación. Solo algunas hierbas que iban desapareciendo conforme nos adentrábamos en el árido desierto. Hice un alto en el camino para comer algo e informarme de lo que nos esperaba más adelante.
Entre dos montículos nos metimos, allí descansamos y comimos algo.
. - Alí, Sadam, ¿qué nos espera más adelante?
. - desierto y más desierto -dijo Alí-.
. - ¿podremos atravesarlo sin morir en el empeño?
. - sin problema, aunque un caballo no es lo mejor para atravesarlo, se puede hacer. Tendremos que administrar el agua al máximo.
. - ¿qué tal estamos de agua e hierbas, para los animales?
. - igual, justitos, pero lo atravesaremos.
. - Alí, encárgate de racionar el agua y la comida de los animales. Tú, Sadam, no te separes de las chicas y cuida de que no se separen del grupo, sobre todo cuando haya tormentas de arena. Yo iré en la cola. Todos los caballos irán atados uno detrás del otro y Alí en cabeza.
. - así se hará, Salvador.
. - Alí, ¿podremos unirnos a una caravana que nos encontremos en el camino?
. - normalmente sí, pero habrá que pagar por viajar con ellos.
. - se paga. Allí llevarás la voz cantante, no deben reconocerme a mí, ni a la princesa.
. - como quieras. Salvador, necesito coger fuerzas y tu culo me las da cada vez que las necesito.
. - tuyo es, pero sé rápido, debemos continuar.
Me bajé la ropa y dándome la vuelta, me puse en posición. Alí me la clavó, dándose y dándome gusto, hasta que se iba a venir. Sadam fue el afortunado receptor de su jugo. Solo después de que Amidala me pasara su lengua por el culo para limpiármelo, me subí la ropa y continuamos viaje, para adentrarnos en el desierto.
Cuando la tarde desaparecía, hicimos otro alto en el camino, corto para mojar los labios, para proseguir, pues de mutuo acuerdo y como era habitual en los desiertos, se viajaba de noche y se descansaba de día, para ahorrar energías y agua.
Al amanecer del nuevo día, el desierto seguía tal cual. Sin embargo, no era un desierto al uso. De dunas y más dunas, sino de eriales y más eriales. Sin duda, menos duro que transitar la blanda y candente arena.
Con el nuevo día, montamos la casa de campaña rudimentaria que cada beduino y no beduino lleva cuando se traslada a grandes distancias como nosotros. A los caballos, después de ser atendidos por Alí, fueron revisadas sus cuerdas para que cuando saliéramos de la casa de campaña no nos lleváramos el susto de que ya no estaban.
Dentro de la tienda, todos juntos, di una mala noticia a los compañeros de viaje.
. - chicos y sintiéndolo mucho, debemos abstenernos de follarnos. Debemos ahorrar todas las energías posibles y sabemos por experiencia que disfrutar de lo que tanto nos gusta, nos deja agotados y sudorosos. Cuando atravesemos el desierto, nos daremos gusto, pero ahora, por favor, no. Lo máximo, solo besarnos, os lo pido por favor.
. - ¿qué hay de mi leche? necesito que me maméis para seguir fabricándola.
. - entonces te mamaremos la mitad, debemos dejar para una emergencia. Alí, a Amidala y a la princesa, dales ración doble. Los chicos solemos aguantar mejor la sequedad.
. - de acuerdo, Salvador.
. - ahora duerman. Haremos guardias los chicos. Yo haré la primera -les di un beso a cada uno y me puse en la entrada, donde a través de una pequeña abertura de la entrada, podía vigilar a los caballos-.
Los besos se sucedieron entre los acostados, hasta que uno tras otro, se fueron quedando dormidos por el cansancio.
Durante tres días con sus tres noches, viajamos. Las fuerzas, sobre todo de las chicas estaban llegando a su fin, aun así, las acaramelaba pidiéndoles un esfuerzo más, así llegamos a la semana y el agua, pese a reducirlo a la mitad, pues los cálculos de Alí habían sido desacertados, nos estábamos quedando sin ella. Aquello iba a la catástrofe. Así que tuve que hablarle.
. - Alí, esto no funciona. El desierto no se acaba y el agua sí que lo hace. ¿No hay un oasis donde abastecernos de agua?
. - hay uno, pero debemos desviarnos de nuestra ruta por más de un día extra.
. - si sigue disminuyendo el agua, nadie atravesará el desierto. Es mejor perder un día, que no llegar a nuestro destino, nunca. Dirígete a ese oasis y esperemos que no esté seco.
. - esa es otra -dijo Alí- que Alá nos acompañe.
. - que así sea.
Nos desviamos hacia ese oasis. La caminata, pues íbamos caminando para no cansar más aún a los caballos, fue lenta y dura. Al final tuvimos que montar a la princesa y a su sirvienta Amidala en sus caballos pues no podían dar un paso más por sí solos, so pena de quedarse en el camino.
Llegamos al amanecer. Aquello no se parecía nada a lo esperado. Solo había un par de palmeras medio secas. Según nos acercamos, la desolación nos invadió, pues no se veía agua por ningún lado, solo una vieja edificación en ruinas, la cual podría servirnos para pasar el día.
Cuando nos metimos en la edificación y metimos también a los animales, los chicos nos dedicamos a buscar la ansiada agua, aunque tuviéramos que cavar para encontrarla, pero nuestro gozo en un pozo y nunca mejor dicho. Allí no había ni rastro de agua. Hacía tiempo que el pozo se había secado.
La noticia fue como darnos un mazazo tras otro en nuestras escasas esperanzas de salir con vida de aquel desierto, en el que, según Alí, podríamos salir sin problemas. No se lo iba a echar en cara, pues él también estaba en la misma situación que el resto.
Al menos, había forraje para los animales y recogimos gran cantidad. Por lo menos alguien comería cada día. Una pena que no me gustara la hierba seca.
. - ¿cómo estáis, preciosas? no perdáis las esperanzas, mientras estemos juntos, llegaremos. Os prometí que os llevaría a casa y lo haré, aunque sea a cuestas.
Tanto Amidala como Soraya me abrazaron y lloraron en silencio. Me bebí sus lágrimas, pese a perjudicarme por su salinidad. No era momento de negarme a consolarlas un poco.
. - amémonos, aunque sea por última vez -dijo Soraya, mirándome a los ojos-.
. - no desfallezcas, querida. Aún podemos lograrlo. Pero te haré caso, no pasa nada por disfrutar un poco, antes de re-emprender viaje de nuevo. Adelante, chicos, amémonos.
Tendimos las mantas y allí mismo nos explayamos el grupo, donde la violencia no tenía cabida, solo el amor por la persona a nuestro lado. Las penetraciones fueron delicadas y cada uno dio lo que tenía y más. Una vez acabados de querernos, nos quedamos dormidos, bien pegados, los unos con los otros. Las guardias ya no eran necesarias, aunque estuviéramos despiertos los cinco, no podríamos hacer frente a alguien que hubiera comido y bebido en condiciones.
La noche se echó encima y no habíamos probado bocado, tal era el cansancio, no solo físico, sino mental, que teníamos encima. Al despertar, el olor a semen y jugos vaginales flotaba en el ambiente y eso me dio fuerzas para levantarme y dar las primeras órdenes.
. - Alí, Sadam, levantaros, busquemos algo que comer.
. - aquí no hay nada, Salvador -dijo Sadam-.
. - algo habrá, aunque sean semillas secas. Busquemos y encontraremos algo. ¿Alguien miró hacia arriba, a las palmeras? ¿Tenían cocos?
. - estaban peladas, nada de nada -dijo Alí, que fue donde primero miró-.
. - chicas, levantaros, nos vamos según regresemos los chicos. Un esfuerzo más, vamos, vamos.
Mientras se despertaban, nosotros salimos. Buscamos y buscamos y apenas encontramos alguna semilla que Alí nos impidió comer, por inadecuadas. Regresamos con las chicas.
. - Salvador, tenemos hambre -dijo Soraya-.
. - Amidala, ¿nos queda algo de comida?
. - nada, Salvador. Solo algo de agua para los animales según acabo de comprobar. Os daré de mamar a todos.
. - no, Amidala. Tu preciosa leche es lo último que vamos a tocar.
. - chicos, nos estamos olvidando de que tenemos comida.
. - ¿Dónde?, ¿dónde está, Sadam? -Preguntó Soraya, que tenía telas de araña en su estómago-.
. - ¿ya no os acordáis?
. - por Alá, suéltalo ya, Sadam -dijo Alí-.
. - la oveja, la oveja que nos regaló el abuelo Bucemi. Sigue vivita y coleando.
. - la madre que me parió, pues es verdad. Con tanta hambre, mis neuronas no me funcionan. Alí, ahí está la muy cabrona. Nos mira como si supiera lo que le espera. ¿Te encargas tú?, me da no sé qué rebanarle el pescuezo a la pobre, ya casi era de la familia -dije-.
. - yo te daré familia -se fue hacia la oveja y la sacó fuera de la casa. Allí saco su cuchillo y le rebanó el cuello. La desnudó de su piel y cuando la tuvo limpia de lana, le quitó las tripas, guardándose las que nos comeríamos. Sadam le ayudaba, mientras yo hacía un fuego adecuado.
Fue terminar y ponerla al fuego. Cuando estaba para comérsela, repartí un tercio del animal. El resto sería para el viaje.
Después de comer, aún faltaban horas para que amaneciera y nos pusimos en camino con nuevos ánimos, gracias al abuelo folla-ovejas.
Tres días después se nos acabó la oveja, pues la racionamos al máximo, pero ya solo quedaban sus huesos, limpios de toda carne. Por suerte para nosotros, a lo lejos se veían las montañas, cosa que nos ayudó a continuar, aunque fuera a rastras. Solo viendo aquellos picos tan altos, sacamos fuerzas de donde no sabíamos que teníamos.
Con cada paso, pues íbamos a pie, la hierba iba apareciendo, ayudando a las bestias a alimentarse, aunque no a nosotros. Con otra noche más de viaje, ya estaríamos fuera de aquel maldito desierto que no era un desierto, sino un cementerio de dura tierra.
Estando en la tienda todos juntos, nuestras caras eran otras.
. - ¿no os dije que llegaríamos a cruzar el desierto?, ya mañana estaremos en zona segura y nos daremos un buen baño.
. - pero todavía nos queda un largo día -dijo Alí-.
. - mañana viajaré con los ojos cerrados. Seguro que no me pierdo y llego al otro lado -dijo Sadam-.
Todos reímos.
. - ¿ahora sí, Salvador?, -dijo Amidala levantándose la ropa y enseñándonos sus pechos llenos a rebosar-.
. - ahora sí, querida. Adelante, princesa, adelante, Sadam, sois los primeros. Luego Amidala y después Alí. Yo aguantaré para el final, pero dejadme algo.
Entre sonrisas, mamaron a la vieja lechera. Cuando se saciaron, Alí y yo, colocamos a Amidala con las piernas en alto, para que se mamara ella misma por la fuerza de la gravedad. Una vez saciada, Alí se tomó su ración, mientras Soraya y Sadam se amaban, para que la princesa se tomase un poco de leche extra del chico, el cual la abastecía sin problemas y con mucho gusto por su parte.
Cuando me tocó a mí, tuve que mamarla mientras era penetrada por un Alí muy caliente y deseoso de soltar lastre en la vagina de Amidala.
Mi leche me la tomé a duras penas, pero al final sus tetas quedaron secas de todo producto lácteo.
Me pajeé la polla y el beneficiario de mi follada fue el mismo Alí, el cual se inclinó lo suficiente para que fuera más placentera mi entrada en su culo, el cual disfrutó de mi tranca tanto como yo el metérsela hasta el tronco.
Las corridas finales fueron para una Amidala hambrienta de pollas lecheras, como las nuestras.
La buena mujer nos dejó escurridos, saciándose bien de leche masculina de calidad óptima por no decir excelente en alto grado.
El sueño nos invadió y con las primeras estrellas en el firmamento, partimos para, de una puta vez, salir de aquel condenado desierto.
Con cada kilómetro que avanzábamos hacía las montañas, el paisaje cambiaba drásticamente. Cuando la vegetación se hizo bien diferente, buscamos un lugar por donde ascender y donde el agua fuera de verdad, no un espejismo, como en el desierto cruzado.
Estábamos en la falda de las ansiadas montañas cuando un sonido que nos dejó con el corazón palpitando de emoción, aceleramos el paso.
Era un pequeño valle, que recogía las aguas de la montaña. Aquello era el segundo paraíso que habíamos encontrado en nuestro viaje. No había casas, ni animales terrestres o aéreos, pero solo el agua era suficiente para correrme de gusto allí mismo.
Solo fue llegar y tirarnos de cabeza al riachuelo, el cual desaparecía a unos pocos cientos de metros más allá. Era como el Guadiana hispano, salía y se ocultaba en varios de sus trechos.
Nos desnudamos y disfrutamos de un merecido descanso en el agua. Allí mismo nos enjabonamos. Cuando la cordura se impuso, salí para vigilar a los compañeros desde un punto más elevado, mientras los veía disfrutar del agua y del amor, pues ya estaban pegados de nuevo allí mismo, dentro del agua.
Cuando fui sustituido por Alí, aparté a los animales, no fueran a darles un infarto de tanta agua que estaban bebiendo. Después le cogí prestada la lanza a Sadam y mientras ellos seguían amándose, yo intenté pescar alguno de los peces que me pasaban cerca. Unas carpas que no me tenían mucho miedo. Mejor para nosotros, me dije.
Antes de que Sadam terminara de copular con las chicas, ya había pescado cinco carpas de buen tamaño. Decidí no pescar más. Ya lo haríamos antes de marcharnos para tener para el camino.
Hice el fuego y salieron los chicos del agua al oler el pescado al asarse.
Cuando fueron asados los peces y los chicos comían, cogí dos peces y los llevé donde estaba Alí, que seguía allá arriba en pelotas, como el resto de nosotros.
. - ¿se ve algo, Alí?
. - todo tranquilo. ¿Eso es para mí?
. - claro que sí, ¿para quién si no? mientras te comes el tuyo a cuatro patas, te doy por culo, si te parece.
. - eso está hecho, querido Salvador.
Alí disfrutaba del pescado y yo de su culo. Cuando me fui a correr, regué el pescado con mi leche, cosa que agradeció Alí con una mamada limpiadora. Luego me puse en su posición y mientras comía mi pescado, me enculaba con su gran polla que te daba un placer inmenso.
Su leche le pedí echarla también en mi pescado. Su polla fue un deleite para mi paladar, el cual dejé sin gota de su alimenticia leche masculina.
. - Alí, querido, ¿qué es lo próximo que veremos más adelante?
. - la ciudad de Laciel. Es bastante grande. Está tras las montañas, pero no tendremos que subirlas, solo las bordearemos por su lado este, un poco más arriba. Allí habrá que tener cuidado. Está en la frontera con la región de la princesa y suelen haber escaramuzas entre los dos bandos.
. - ¿entramos en la ciudad o la rodeamos?
. - lo más juicioso es rodearla, pero los bandidos que suelen vivir por las carreteras que entran y salen de la ciudad, es algo que tendremos que valorar para nuestra seguridad. Asesinan para robar sin piedad.
. - lo decidiremos entre todos. Regresa, pesca algo y llena los cántaros de agua para el viaje. Luego recoge todo, no debemos demorarnos en esta zona, no la veo muy segura. Más arriba, cuando encontremos una cueva, descansaremos hasta reponernos del desierto.
. - sí, a mí tampoco me gusta esta zona. Estamos demasiados expuestos.
Continuamos viaje, hasta encontrar una cueva oculta tras unos matorrales. La vio el lince de Sadam. Allí entramos todos, animales incluidos. No se puso vigilancia en la entrada, pues todos estábamos derrengados del viaje. Tapamos la cueva con otras ramas añadidas. El sol atacaba de lo lindo, pero en la cueva la temperatura era de unos 15 o 20 grados centígrados. Allí se estaba bien.
. - Salvador, tengo ganas de leche de polla -dijo Amidala, con una sonrisa cabrona-.
Sonreí. Y es que nos zampamos unas carpas que habíamos pescado y aún nos quedaban un par de ellas. Sí, me dije, yo también quería un poco de acción sexual, y sin previos, ni ostias, nos dimos placer mutuo.
Sadam, gran receptor de pollas anónimas y no tan anónimas, fue el beneficiario de la mayoría de las folladas y mamadas por el resto del equipo durante el tiempo que íbamos a pasar allí. Cuando acabamos con su polla, culo y boca, el chico descansó como un bendito.
Amidala le había cogido cariño y le guardaba su mejor teta lechera, la cual lo dejaba saciado.
El cariñoso afecto que nos teníamos los cinco, no duraría mucho, pues cada vez faltaba menos para llegar a nuestro destino. Luego, cada uno por su lado o eso esperaba.
A Alí le gustaba cada vez más dormirse con su polla metida en mi culo y yo se lo agradecía. Mientras dormía, solía mover mis caderas para que su pinga no encogiera y siguiera siendo tan gorda y larga como cuando me la clavaba. Al final, el sueño también me ganaba y su polla, falta de excitación, se salía por sí sola, hasta que me daba cuenta y con una suave mamada, volvía a metérmela en el culo hasta que volvía a salirse de nuevo, para no despertarme hasta el día siguiente.
Unos cascos de caballos despertaron al grupo. De inmediato, me llegué desnudo a la entrada. Alí me acompañó, también desnudo.
Mandé silencio al equipo y luego envié a Sadam para que tranquilizara a las bestias y no relincharan inoportunamente.
Fuera, un carromato había perdido una rueda y sus viajeros se habían bajado, mientras el conductor descargaba la de repuesto.
Soraya y Amidala nos trajeron la ropa, allí mismo nos las pusimos. Ellas también se pusieron las suyas. De nuevo, la princesa parecía un chico.
Fuera acabaron de colocar la rueda nueva y partieron de nuevo. Una polvareda se produjo cuando desaparecieron.
. - ¿de dónde venían y hacia dónde irán, Alí?
. - más arriba hay una mina de plata, deben de haberla abierto de nuevo, pues estaba cerrada desde hacía tiempo. Irán hacia Laciel, la ciudad.
. – aquí, de momento, estamos mejor que al sol. Nos quedamos hasta la noche, en que partiremos. Nuestros huesos nos lo agradecerán.
. - los huesos, pueden que sí, pero no el resto -me dijo sonriendo, nos besamos hasta que nos habló Sadam-.
. - ¿ya se han ido?
. - sí, perdona, Sadam. Ya se fueron.
Alí y yo proseguimos besándonos apasionadamente. Amidala preparaba el desayuno. Cuando la princesa se agachó para coger un tronco para el fuego, allí estaba Sadam con su polla tiesa. Se la clavó allí mismo y hasta que no acabó, la princesa no se levantó. Solo cuando recibió la leche del chico en su culo y después de que se la tomara directamente de su ojete, se volvió ella, para mamarlo y sacarle algo de su corrida. Después la princesa continuó recolectando leña, tal era el acoplamiento sexual del equipo.
Alí y yo nos comíamos la polla mutuamente en un 69 en la misma entrada, cosa que tuvimos que dejar porque algo se movió al otro lado del barranco.
Al principio solo fue un reflejo de luz, pero cuando puse atención, supe que allí había alguien oculto.
. - Alí, ahí fuera hay alguien. Chicos, atención, tenemos visita.
Todo el mundo se fue a donde antes cuando la carreta, no había que repetir la misma orden.
Alí y yo nos guardamos las pollas y atisbamos en la dirección donde había visto el reflejo.
Cuando Alí vio lo que yo decía, asintió.
. - sí, es una persona, al menos. No creo que sea por nosotros, sino por alguien que venga por el camino minero hacia la ciudad.
. - ¿un asalto?
. - sin duda alguna. Es más fácil robarles cuando vuelven a la ciudad con la plata que ir a la mina a sacarla a pico y pala.
. - ¿cuántos serán?
. - no menos de 4 o 5 maleantes. Es lo habitual.
. - ¿intervenimos?
. - si son pocos, sí, si no, sería una temeridad por nuestra parte. Echemos un vistazo primero -dijo Alí-.
Con una seña de que no salieran y estuvieran en silencio, nos arrastramos fuera de la cueva.
Al poco vimos cinco caballos al otro lado, por donde debía pasar los carros hacia la ciudad. Los delincuentes estaban unos tras una gran roca y otros tras unos árboles.
A lo lejos se veía la polvareda de un carro que se acercaba barranco abajo. Saqué mi espada que brillaba cantidad y deslumbre a los que venían en dirección a la emboscada.
Arriba, sobre los carros, pues eran dos carros los que viajaban, el que conducía el primero vio que lo deslumbraba una luz cegadora, avisando al compañero de al lado.
. - afloja la marcha -dijo el copiloto del primer carro- alguien nos hace señas. Puede ser una emboscada-.
Hizo una señal al carro de atrás ya convenida de peligro y cogieron con mano firme sus lanzas puntiagudas. Luego continuaron a paso lento y ojo avizor.
Cuando vieron que un tronco les cortaba el paso, ya confirmaron la emboscada. El conductor frenó a pocos metros, momento que los atacantes entraron en acción, lanzando varias lanzas hacia los conductores y sus acompañantes.
Antes de que repelieran el ataque, el primer conductor cayó fulminado con una de las lanzas. El compañero lanzó la suya, pero no alcanzó a ningún rufián.
Alí me miró y comprendí a la primera. Era hora de ayudar a los del carro, aunque nos delatáramos.
A grito pelado atacamos a los criminales. Cuando se dieron cuenta que dos espadachines los atacaban, se tuvieron que dividir para atacar en dos frentes, por lo que ahora la cosa había cambiado.
Los del carro, bajados del mismo, repelían el ataque a espada limpia. Alí y yo ya estábamos enzarzados con dos de los atacantes. Pronto nos los quitamos de encima. El de Alí perdió la cabeza y el mío un brazo y luego la cabeza se la abrí en dos.
Corrimos hacia los otros tres atacantes, los cuales ganaban terreno a los de los carros, pues uno los dos acompañantes habían caído y ahora eran tres contra dos.
Antes de llegar ante ellos, lancé mi cuchillo cuando estaba a unos diez metros. No le di a ninguno porque nos vieron llegar y esfintaron el cuchillo, pues lo había dirigido hacia dos enemigos que estaba en la misma línea de disparo. Al menos conseguí que dejaran de atacar a uno de los conductores para venir a repelernos.
Cuando llegamos ante ellos, uno de ellos no aguantó una mierda. Alí le dio un tajo en una pierna, que se la dejó colgando. Yo le clavé la espada en todo el pecho, muriendo antes de caer al suelo.
Los otros dos, viendo que aquello no iba como habían previsto, pusieron pies en polvorosa, pero el cuchillo de Alí voló hacia la espalda de uno de ellos, clavándose junto al cuello. El otro recibió la lanza del conductor de atrás, cayendo fulminado.
Regresé para revisar al primer copiloto, pero nada se podía hacer ante una lanza en todo el pecho. Estaba más muerto que mi abuela. Solo pude sacarle la lanza y cerrarle los ojos.
El otro compañero copiloto también había muerto por el filo de una espada. Nada se podía hacer por él.
Los dos del carro que seguían vivos nos abrazaron y besaron en las mejillas, agradeciéndonos nuestra ayuda.
. - no ha sido nada. Pasábamos por aquí y vimos a estos escondidos y presumimos que era para emboscar a alguien e hicimos señales. No ha sido nada del otro mundo.
. - ha sido mucho. Os lo agradecemos. Os podemos llevar a la ciudad si queréis.
. - no gracias, tenemos los caballos más abajo. Les ayudaremos a subir a vuestros muertos al carromato para que prosigáis viaje. Nosotros nos encargamos de los asaltantes.
. - yo los dejaría que los buitres se los comieran, pero entiendo que no es de buenas personas dejarlos así.
. - así es. Alá los acoja en su seno, pese a la maldad de sus corazones.
. - que así sea -respondió uno de los conductores vivo-.
Con otra serie de besos nos despedimos. Yo no abrí la boca, como era preceptivo.
Los muertos, después de limpiarlos de lo que nos era útil, como armas y dinero, los metimos en un agujero, con rocas encima para que no se los comieran las alimañas, pero estuve a punto de dejarlos al sol a los muy cabrones, pero Alí me lo echaría en cara.
Cuando regresamos a la cueva, estábamos sudados de arriba abajo. Nos desnudamos y los chicos nos pasaron la lengua por todo el cuerpo, sobacos incluidos, para dejarnos algo mejor de como habíamos entrado. No faltó la follada de rigor. Soraya y Amidala fueron las ganadoras de sentarse sobre nuestras pollas relucientes.
Con una comida a base de carpas, las últimas que nos quedaban, dimos por terminado el día. Nos acostamos y esperamos la llegada de la noche para salir rumbo a la frontera, rodeando la cercana ciudad por acuerdo general.
Salimos según la oscuridad se adueñó del día. Juntos, pero no revueltos, en fila india y en silencio, pues habíamos puesto telas en las patas de los caballos, seguimos el camino que había seguido la carreta hacia la ciudad. Más arriba nos desviaríamos para rodearla.
A eso de un kilómetro antes de la desviación, nos encontramos los dos carros que habíamos salvado de los asaltantes. Estaban desvalijados y los dos conductores estaban a un lado del camino sin vida, uno de ellos sin cabeza.
. - no miréis chicas. Seguid.
. - pobres diablos, no tuvieron ninguna oportunidad -dijo Alí- Sadam, atento en tu posición-.
Con los sentidos al máximo de despiertos, pasamos sin añadir una palabra, pero la tensión se mascaba. En cualquier curva nos podían salir criminales para atacarnos. Las chicas temblaban de terror, pero nada dijeron, no hacía falta.
Cuando amaneció y ya habíamos rodeado la ciudad, respiramos un poco mejor. Buscamos un lugar para pasar el día, pero Alí lo desestimó, dándole la razón ante su conocimiento de la zona.
. - sigamos, todavía no estamos en zona segura. Cuando alcancemos el bosque de allá arriba, podremos descansar. Esa no es zona de paso y no es lugar de ataques.
Mientras no llegamos al susodicho bosque, la tensión era mayúscula. Solo cuando nos adentramos profundamente en dicho bosque, Alí se detuvo.
. - aquí nos quedamos hasta la noche. Si viene alguien, nos daremos cuenta. Mientras los animales canten y griten, todo estará de nuestro lado. Si se callan de golpe, es que alguien se adentra en el bosque y entonces habrá que sacar las armas. La primera guardia la haré yo desde ese gran árbol de ahí.
. - chicos. Oigo el correr de agua cercana -dijo Soraya, bajando del caballo-.
. - es cierto. Sadam, baja del caballo e investiga. Ten cuidado y no te dejes ver hasta estar seguro de lo que hay al otro lado.
El chico asintió y agradeció que le dieran algo importante para hacer. Se bajó del animal y con su lanza, se fue hacia el sonido. Fue de árbol en árbol, hasta llegar a oír una cascada con risas de mujeres. Arrastrándose como un conejo, llegó hasta la zona y pudo ver lo que había. Luego reculó y volvió junto a nosotros a informar.
. - chicos, al otro lado hay una cascada donde hay personas. Exactamente 4 mujeres preciosas y dos soldados con lanzas y espada vigilando más abajo.
. - vaya, no esperaba que hubiera personas en esta zona, pero una cascada siempre es un lugar concurrido por la realeza. Sin duda deben ser princesas de la ciudad Laciel. Sadam, ¿serás capaz de vigilar sin que noten tu presencia hasta que se vayan, para luego nosotros ir a darnos un refrescante baño?
. - eso está hecho, Salvador.
. - muy bien chico. Hazte una paja en mi nombre.
. - será hecha -dijo sonriendo y se fue con su lanza-.
Nosotros, mientras, montamos el campamento. Alí, antes de subirse al grueso árbol, recibió una mamada por parte de Amidala, siendo posteriormente enculada apoyada contra el mismo árbol. Luego de un beso de tornillo, trepó como un gato por el árbol, quedándose a no menos de 15 metros del suelo, tal era la altura del árbol. Desde allí podía ver fuera del bosque en todas las direcciones, pero no a pocos metros del mismo árbol, un hándicap que esperaba no fuera un craso error por su parte.
Con la tienda armada y todo en su lugar, pensé en echar un vistazo a la cascada.
. - quedaros aquí. Voy a ver por qué tarda tanto Sadam, seguro que no para de hacerse pajas.
. - no tiene por qué, teniéndonos a nosotros para que nos encule y mamarlo siempre que quiera -dijo la princesa, metiéndose un dedo en el pájaro mientras sonreía lascivamente y mirando hacia mí-.
. - no sé yo. Como le dije que se hiciera una paja en mi nombre, a lo mejor se está haciendo una por cada uno de nosotros.
. - pobre Sadam, entonces seguro que la tiene despellejada. Como tú antes, clávasela en mi nombre, querido -dijo Soraya-.
. - así lo haré, querida. No os mováis de aquí -les di un beso en cada frente de las chicas y fui en busca de Sadam-.
El chico estaba tan ensimismado mirando los cuerpos de diosas de las mujeres, que no me oyó llegar. Tuve que ponerle la mano en la boca para que no nos delatara.
Cuando se dio cuenta, se asustó, pero se tranquilizó enseguida.
. - perdona, estaba despistado. No se lo digas a Alí o me echará la bronca.
. - no te preocupes. Sabes que puedes contar conmigo. ¿Todavía no se van?
. - creo que lo harán en cualquier momento. Uno de los guardias estuvo hablando con una de ellas y regresó a su puesto.
. - ya se irán. Soraya me dijo que te diera por culo en su nombre.
. - ¿y a qué esperas, mi querido Salvador?
. - te follaré suavemente, para que no nos delates. Primero pónmela a tono con tu boca -le dije, sacándomela-.
Sadam se agachó y me dio una mamada de puesta a punto. Cuando me la dejó mirando al cielo, se bajó su parte inferior y me enseñó sus nalgas sonrosadas, las cuales besé y chupé su ano, con mi lengua introducida en su agujero. Me deleité largamente, de sus sabores y olores.
. - prepárate, querido.
Mi polla resbaló como si su culo fuera mantequilla. Mientras me lo follaba, le besaba el cuello y las orejas. Tanto fue el disfrute al encularme su tierno culo, que pronto me vino la corrida de rigor.
. - abre la boca y recibe tu sustento, querido-.
Sadam me la mamó hasta que me corrí en su boca. El chico saboreó y tragó mi lechita y siguió mamando hasta que nada más salió de mi polla. Mi lengua y la suya se disputaron alguno de los últimos espermatozoides en liza que aún seguían entre sus dientes. Luego el morreo fue por puro placer. Al otro lado vimos movimiento de los escoltas y dejamos de morrearnos, para poner atención.
Las chicas salieron y se pusieron la ropa de rigor. Cuando todas estaban vestidas, bajaron río abajo y desaparecieron de nuestra vista.
. - vete a buscar a los chicos, incluido Alí. Pronto anochecerá y no es de esperar que venga nadie más hoy. Trae los botes para llenarlos de agua.
Sadam me besó en los labios y salió pitando para avisar a los demás.
Bajé por donde lo habían hecho las mujeres y sus escoltas y los vi ir en caballo hacia la ciudad. Luego regresé a la cascada y miré por arriba de la misma. Nada tampoco. Allí estábamos solos, por el momento. Aun así, pondríamos vigilancia, pues nunca se sabe, estando tan cerca de una ciudad tan grande como aquella.
Pronto llegaron los chicos, directamente se metieron en pelotas en el agua, Alí incluido, mientras yo vigilaba con mi espada y la lanza de Sadam.
Cuando Alí acabó, me relevó y me metí en el agua, que estaba bastante fría.
Cuando Amidala salió del agua, desnuda como estaba, se puso a lavar la ropa del personal con una pastilla de jabón que había traído.
Hoy no tendría que pescar con lanza, ni nada parecido, pues aquella cascada era zona de salmones. Hasta allí podían trepar, pero más arriba era imposible hasta para ellos, por lo que la zona estaba llena de salmones hembras preñadas dispuesta a morir después de poner los cientos de huevo de cada temporada.
Solo tenía que meter las dos manos al mismo tiempo en el agua y lanzarlos fuera. En un momento había sacado hasta diez peces de buen tamaño. Los freiríamos todos y nos comeríamos hoy la mitad y la otra mitad, mañana al mediodía.
Cuando Amidala terminó de lavar la ropa, regresamos con los botes llenos de agua, los chicos y con la ropa, las chicas. Luego serían colgadas de los árboles. Mañana estaría ya seca dicha ropa.
Como Dios nos trajo al mundo, regresamos junto a la tienda. Encendí fuego y asamos todos los salmones.
La noche la pasamos malamente. Unos lobos aulladores no dejaron dormir a las chicas y las chicas no nos dejaron dormir a nosotros. Solo las oportunas folladas, nos permitieron que unas horas antes de amanecer, se pudiera dormir algo, pero había sido una noche desastrosa.
Amanecimos al nuevo día. Los chicos, con una mala leche que solo las bocas de las chicas aminoraron un poco como disculpa por su conducta irracional. Debía ser lo cercana que estábamos de la separación, porque lo de los lobos, no me lo creía a pies juntillas, pues durante los días anteriores ya había habido animales aullando a nuestro alrededor. Este hecho se confirmó cuando nos lo dijeron entre lágrimas.
. - no queremos que nos separemos nunca, no quiero -decía una llorosa Soraya-.
. - queremos seguir con vosotros. Quedaos con nosotros. Podemos volver atrás y olvidarnos de todo -confirmaba Amidala, abrazada a un anonadado Alí-.
. - chicas, hemos llegado muy lejos. ¿Cómo no nos lo habéis dicho antes?, nos habríamos evitado tantas calamidades pasadas. De hecho, me estoy pensando dejar de ser un cruzado y perderme en un lugar tranquilo donde asentarme -dije-.
. - pues quédate con nosotros. Sabes que Amidala y yo te queremos, como a Alí y a Sadam también -dijo Soraya, que no dejaba de besarme en toda la cara para que me quedara con ella-.
. - Alí, di algo. No me dejes solo ahora -imploré a un Alí que no sabía que decir-.
Quien habló fue Sadam.
. - chicas, si me adoptáis, viviré y os cuidaré como hasta ahora, allí donde estéis.
Amidala lo atrajo hacia sí y lo besó por toda la cara.
. - mi niño, mi querido niño. Alí, Salvador, por favor, no nos separemos nunca.
Al fin Alí puso cordura en el grupo.
. - chicas, vuestras familias está a dos pasos. Ahora no es momento de flaqueza. Os llevaremos y allí terminará este glorioso viaje con vosotras y vuestro amor hacia nosotros. Somos de diferentes mundos y culturas. Salvador y yo somos guerreros, tu, Soraya, una princesa que espera casarse con un heredero de otra casa real. Al chico lo podéis adoptar, pero a mí y a Salvador, no, somos enemigos, recuérdalo, yo por tribu enemiga y Salvador, por invasor. Aun no sé si volver con los míos, pues no sé cómo seré recibido después de tantos días.
. - lo mismo me pasa a mí. Mi gente creerá que estoy muerto o hecho prisionero. Si me llego a mis filas, creerán que soy tan enemigo como tú, Alí, uno de tantos pasados al enemigo. Antes de que me pueda explicar, me cortan la cabeza y solo por si acaso es verdad. Así que acabo de decidir que cuando te deje en buenas manos, me vuelvo con el abuelo Bucemi. Sé que me acogerá con los brazos abiertos y será un lugar tranquilo hasta que esta vorágine de violencia sin fin se tranquilice un poco. Eso es lo que haré. Todo aquel que quiera ir junto con el abuelo, será bienvenido por mi parte y espero que por parte del abuelo.
. - tú ya has decidido, amor mío -dijo Alí-, pues yo también he decidido. Me vuelvo contigo y con el abuelo. ¿Dónde se está mejor que con quien te quiere bien?
. - yo me quedo con las chicas, asa las protegeré allí donde vayan -dijo Sadam-.
. - gracias, Sadam. Tú eres el único que puede cuidar de ellas una vez las dejemos en casa -dije al chico besándole la frente y atrayéndolo hacia mi pecho-.
. - mañana saldremos temprano, llegaremos junto con los tuyos a eso de la media mañana. Una vez allí, seguiréis solos hasta el palacio. Salvador y yo nos quedamos fuera de la ciudad ocultos. Esperaremos hasta el anochecer. Si ocurre algo, enviad a Sadam a informarnos. Si no aparece, antes de anochecer, nos volvemos a casa del abuelo -dijo Alí, muy serio-.
. - de acuerdo, chicos. Así lo haremos, pero antes de despedirnos, nos tenéis que amar como nunca lo habéis hecho. Una vez en palacio, todo cambiará, aunque teniendo cerca a Sadam, podremos disfrutar Amidala y yo de un amor limpio y verdadero, aunque sea a escondidas -dijo Soraya-.
Comimos cuanto quisimos y más, pues los salmones eran tan grandes que con uno daba para dos personas y nos saciábamos. Una vez comidos, nos comimos entre nosotros, si no literalmente, sí, sexualmente.
Fue llegar el amanecer y todavía seguíamos amándonos como al principio. Las pollas de los chicos las teníamos al rojo vivo, así como las vaginas y anos de todo el grupo. Amidala quedó seca desde el principio y en cuanto fabricaba algo más de leche, era descargada de nuevo.
Desde luego, aquella noche sería recordada como la madre de todas las folladas de oriente y parte del extranjero.
Nos habíamos vaciado como nunca lo habíamos hecho, desparramando amor y leche a partes iguales sin fin. Las chicas quedaron recargadas sus pilas sexuales para un buen rato.
Sus agujeros anales tardarían bastante en volver a su estado natural, cosa que por otro lado iba a ser impedido que se cerraran del todo por la polla de un Sadam que pensaba seguir dándole hasta hartarse, con el consentimiento de las afectadas, que estaban por la labor de servirse de su sabrosa herramienta que iría agrandándose con los años.
El grupo ya estaba cerca de donde íbamos a dejar proseguir por sí solos a la princesa y su séquito particular, compuesto por Amidala y Sadam. Alí buscó una zona segura desde donde guarecernos para esperar la noche como habíamos predicho la noche anterior. Localizó una cueva, como no. No era gran cosa, pero suficiente para ocultarnos nosotros y los animales. Allí mismo nos despedimos con besos y lágrimas. Amidala nos dio su más preciado alimento, poco tenía, pues le habíamos dejado echa una birria cada teta suya, aun así, volvimos a mamar de aquellos chupetones que, aunque ya sin leche, era un placer mamar de ellos.
El chico nos ofreció su polla para ser descargado. Su culo fue de nuevo sodomizado por la picha de Alí. Yo, por otro lado, me tomé los jugos de la princesa hasta dejarla sin zumo. Mi polla fue descargada por su boca hambrienta, dejándome seco.
Con nuevos besos y lágrimas, vimos desaparecer de nuestra vista a nuestros tres amantes. Luego cerramos la entrada de la cueva, ocultándonos del sol y de quien pudiera pasar por delante.
Las horas pasaron muy lentamente, esperando ver aparecer a los chicos para desaparecer de allí juntos de nuevo. Ni ganas de darnos por culo teníamos Alí y yo, solo un sentimiento de que nos faltaba una parte de nosotros mismos.
La tarde llegó y también la noche. Con las estrellas en el firmamento, sabía que tanto Alí como yo, no nos iríamos hasta el día siguiente, pues esperábamos darle un margen mayor del que les habíamos prometido. Aun así, no apareció ninguno de los tres, dando por sentado que todo había sucedido como debía de suceder. La princesa, con Sadam y Amidala, habían decidido quedarse en el palacio y nosotros ya no teníamos nada que hacer allí.
A eso de las 10 de la noche del día después del que habíamos prometido esperarles, decidimos qué hacer.
. - Alí, ¿nos vamos?
. - Salvador, ¿por qué no vamos cerca del palacio y ponemos el oído para saber qué dicen de la princesa?
. - ¿lo crees juicioso? Es como meternos en la boca del lobo.
. - por favor -me rogó Alí-.
. - como quieras, pero dejemos aquí las cosas, vayamos solo con un caballo cada uno y lo indispensable.
. - gracias. Sabía que lo entenderías -me besó amorosamente-.
. - anda, vamos. Cuando antes vayamos, antes volvemos con el abuelo.
Partimos enseguida. Cuando llegamos a la ciudad-fortaleza, fue fácil entrar, lo difícil sería pasar desapercibido. Alí me revisó para que no revelara que era un infiel en tierras moras.
Llegamos a una gran plaza. A lo lejos se veía el castillo del sultán de la región y padre de Soraya.
Entramos en una taberna. Alí entabló conversación con los lugareños, mientras yo comía en una apartada mesa. Al rato volvió con información.
. - parece, según me contaron, que la princesa del reino, que fue secuestrada por mi gente, apareció con su criada y un joven que la ayudó a escapar. En la próxima semana se reanuda la ceremonia de casamiento con un rico sultán de la frontera sureste, un tal Muamar, sultán que ya tiene 7 esposas. Eso es todo lo que he averiguado.
. - por lo menos parece que está bien. Alí, nos vamos de aquí, ¿no te parece?
. - sí, ya nada nos ata a esta tierra.
Volvimos a la cueva, después de haber comprado gran cantidad de víveres para poder cruzar de nuevo el puto desierto pedregoso.
Cargamos todo en los dos caballos. En la gruta recogimos lo dejado y regresamos por el mismo sitio que habíamos vuelto. Los peces pescados y el agua fueron cargados en abundancia en los animales.
Cuando llegamos a las montañas donde estaba el abuelo, habíamos dejado por el camino al caballo de carga, mordido por una serpiente de cascabel que le mordió una pata delantera y al que tuvimos que sacrificar.
Esta vez el abuelo nos esperaba en la puerta. Según nos bajamos nos abrazamos muy entusiasmados.
. - ¿dónde están los demás?
. - solo somos nosotros, abuelo. Ellos no vendrán.
. - bueno, sed bienvenidos. ¿Cuánto tiempo os quedareis esta vez?
. - todo el que nos dejes quedarnos -dijo Alí-.
. - ¿seguro?
. - y tanto. ¿Ha hecho algo de comer? estamos hambrientos.
. - os vais a chupar los dedos. Mientras os dais una ducha, acabaré de preparar la comida. Añadiré más cantidad. Cuando salgáis, os llenareis la tripa. Estoy muy contento de teneros aquí -dijo besando nuestras bocas por bastante tiempo, cosa que nos gustó, pues a nosotros también nos gustaba estar allí y de paso pasarlo de puta madre con su polla y su trasero-.
. - nosotros también estamos contentos de estar aquí con usted. Deje la comida por un momento. Vengase con nosotros a darnos una ducha. Ya sabemos que no le gusta mucho el agua.
. - no, no creas. Desde que os fuiste, me lavo cada semana.
. - eso es bueno. Pero la limpieza debe ser diaria. Tenemos agua y jabón o ese mejunje suyo de aloe vera que usa para lavarse. Ande, acompáñenos, sabremos recompensarle -le dije sobándole suavemente su polla que ya llevaba un rato en su punto-.
. - de acuerdo -apartó el caldero del fuego y se desnudó-.
Nosotros nos desnudamos también allí mismo y salimos hacia la cueva donde estaba la mini-catarata. Allí, con una pastilla de jabón, nos deleitamos durante un largo rato, para quitarnos la mugre de varios días de tránsito y de una semana de viaje.
Una vez limpios, nos secamos al sol que ya picaba. Entramos en la casa y en vez de continuar con la comida, cogí al viejo de la mano y lo llevé a su cama. Alí me acompañó.
. - ¿no decías que tenías hambre?
. - y es verdad. Pero más tengo de lo otro -dije sonriendo-.
En la cama, sentamos al abuelo y cada uno, por un lado, comenzamos a besarle todo el cuerpo. El viejo revivió los mejores días que había pasado de su vida. Pronto el viejo se vio dando por culo al grandullón de Alí, para el mismo, ser follado analmente por mi polla. Luego nos alternamos y tanto follamos que la comida, a medio hacer, hubo de tirarla a los cerdos y hacer una nueva, a base de cordero recién sacrificado, pues la llegada de los hijos pródigos debía de ser celebrada por todo lo alto.
Hasta una semana después no se estabilizó un poco las folladas. Decidimos, de mutuo acuerdo, dividirnos las tareas de la casa-cueva. Lo primero que hicimos, fue colocar una tapa con un pasador al agujero donde se había caído el viejo la primera vez.
Cuando el viejo nos cogió confianza total de que seríamos una pequeña familia de maricas enculadores, nos reveló un secreto largamente guardado y no revelado a nadie.
. - chicos, quiero enseñaros algo. No se lo he dicho a nadie, pero a ustedes que me han hecho tan feliz, se lo diré, para cuando me vaya al otro mundo, sea vuestro.
. - ¿a qué te refieres, abuelo?
. - tenéis que verlo con vuestros ojos. Seguidme dentro de la cueva.
Cada uno cogió una antorcha y el viejo se adentró por la bifurcación derecha, la cual a su vez se volvía a bifurcar en otras tres grutas. El viejo eligió la del centro. Aquello parecía no tener fin, pues ya llevábamos un buen rato profundizando.
Una puerta de madera con anchas bisagras se interponía entre nosotros y lo que hubiera detrás.
. - ayudadme a abrirla, mis fuerzas ya no son lo que eran.
Alí y yo ayudamos abrirla. Un reflejo dorado nos deslumbró. Era una cueva inmensa llena de cofres sin fin, llenas de reflejos dorados.
Al acercarnos a la primera caja y mirar dentro, vimos que eran monedas doradas, de oro según parecía. La cueva media unos cien por setenta y estaba toda llena de cajas como aquella, además de infinidad de ataúdes funerarios egipcios. Figuras y más figuras doradas también. Hasta había un barco, de los que cruzan el Nilo, en menor escala, todo dorado también.
Nuestras caras decían a las claras lo que estábamos pensando. Aquel tesoro era enorme e incuantificable.
. - abuelo, ¿de dónde sacó todo esto?
. - ya estaba aquí cuando llegué con mis padres. No lo descubrí hasta pasados varios años de la muerte de mi padre, que no me permitía abrir esta puerta, pues le puso un gran candado. Decía que cuando muriese, la podría abrir, no antes. Después, cuando murió, la abrí y al no saber qué hacer, la dejé como estaba, hasta ahora, que os la he enseñado. Es vuestro todo lo que aquí hay. Podéis hacer lo que queráis.
. - abuelo, no podemos aceptarlo -dijo Alí-.
. - desde luego que no, abuelo. ¿No tiene descendientes vivos?
. - sí, vosotros. Sois mis hijos y mis amantes. Es para vosotros.
. - Alí, cerremos la puerta y volvamos a la entrada.
. - sí, será lo mejor.
. - ¿no lo queréis disfrutar?
. - abuelo Bucemi, ya disfrutamos entre los tres. Si usted no le dio uso, nosotros no lo haremos. Aquí lo dejaremos hasta que nos deje y vaya con Alá. Después, ya veremos qué hacemos.
. - supe qué hacía bien en decíroslo. Gracias, chicos -dijo besándonos a los dos-.
Continuaríamos atendiendo la casa-cueva y los animales como hasta ahora, no se habló del tesoro mientras el abuelo no lo nombrara. Tendríamos al abuelo bien servido en cuanto a sexo oral y anal. Queríamos agradecerle su confianza en nosotros, unos desconocidos hasta hacía unas semanas.
Cuando llegamos a la casa, nos llevamos una sorpresa morrocotuda. Allí, plantados en medio de la estancia, estaban Soraya, Amidala y Sadam.
Después de la sorpresa inicial, nos abrazamos y besamos como si lleváramos años separados.
. - pero, ¿qué hacéis aquí, queridos? -les dije-.
. - ya ves, no nos gustó la vida de palacio y el futuro esposo y decidimos volver a estar con los que nos querían de verdad -dijo Soraya-.
. - no mienta, princesa. Salvador -dijo Amidala- su padre la entregó a un tal Muamar, sultán vecino. Pero ni la quería, ni la trataba bien, así que, ayudado por Sadam, nos escapamos. ¿A dónde podíamos ir y que no nos encontraran ni su padre, ni el sultán Muamar?, pues a casa del abuelo Bucemi, esperando que aún estuvierais por aquí, como así ha sido.
. - abuelo, ¿nos podemos quedar contigo? -Dijo Sadam-.
. - pues claro que sí, hijo. Tú y todos los demás. Habrá que hacer cambios en la casa, pero os quedáis todos. Donde follan tres, follan seis, como se suele decir -todos reímos-.
. - ¿tenéis hambre u os dais un baño antes? -Preguntó Alí-.
. - mejor un baño. ¿Verdad chicos? -Preguntó Soraya-.
Los dos aludidos recién llegados asintieron y se desnudaron y después de entregarles una pastilla de jabón, se fueron bien contentos a ducharse.
Cuando regresaron, pasamos otra semana de sexo sin freno, donde Soraya deseaba ser inseminada por los chicos del grupo y engendrar un hijo para unirlos aún más. Todos se ofrecieron para ser el padre putativo, pero al final salió como el viejo de feo, pero era un hijo, al fin y al cabo.
Con el parto, las tetas de Soraya crecieron exponencialmente y fueron mamadas tanto como las de Amidala, a la cual habíamos dejado preñada también, no sabíamos por quién. Sus tetas aumentaron aún más y su leche nunca dejó de manar, aun después de que pasaron los años, pues al ser mamada constantemente, se engañó al organismo, haciéndole creer que el bebé, ahora con añitos, seguía mamando y que lo hacía, pero no solo el pequeñajo, sino toda la familia putativa.
Cierta noche, mientras el abuelo estaba siendo agasajado como cada noche por su culo por un Alí frenético y con una polla como la mía en su boca, se nos murió allí mismo.
En su honor, convinimos que debíamos descargar en el abuelo una última vez y todos y cada uno ofreció lo mejor de su anatomía.
Alí se corrió en su culo, yo en su boca. Amidala le llenó la boca abierta con su leche y Soraya le hizo una mamada a su polla muerta, que, aunque no logró revivir, esperamos que se alegrara en el otro mundo mientras nos miraba. Luego lo enterramos por el rito musulmán en una zona que miraba hacia La Meca, con una piedra como lápida, que rezaba algo así como que aquí yací un buen hombre que lo dio todo, el abuelo Bucemi.
Solo cuando falleció, llevamos a los chicos a ver el tesoro del abuelo. Como nosotros, se quedaron patidifusos por la cantidad de tesoros que allí había. Después de cerrar de nuevo, regresamos a la casa, ahora restaurada y aumentada para que pudiéramos vivir una familia con la decencia que nos merecíamos.
. - el abuelo lo encontró hace muchos años y nadie lo sabe, solo nosotros. Tenemos que hablar sobre lo que hacer con el tesoro -dije-.
. - vosotros sois los dueños -dijo Soraya- ¿que habéis pensado?
. - el tesoro es de los cinco a partes iguales. En cuanto a lo que he pensado, es lo siguiente. Podemos hacer dos cosas. Dejarlo donde está y seguir como si no existiera y vivir como hasta ahora o sacarle partido y entregarlo anónimamente a pobres y desvalidos. Hablad los demás.
. - yo preferiría dejarlo como está -dijo Alí- al final, siempre se sabe quien posee el tesoro y nuestras vidas y tranquilidad se verían afectadas para mal, sin duda.
. - Sadam, di lo que opinas. Tienes tanto derecho como el que más.
. - opino lo que Alí. Así como estamos, estamos muy bien. Sin problemas. Tú mismo, Salvador, ya no pareces un cruzado, sino de los nuestros. El sol te ha oscurecido tanto tu cuerpo, que pareces un beduino y tu voz, ya no suena a extranjero. ¿Para qué complicarnos la vida con un tesoro que más nos perjudicaría que beneficiaria?
. - chicas, hablad.
. - lo mismo que Alí y Sadam -dijo Soraya- por propia experiencia, sé que el dinero no da la felicidad.
. - yo no quiero saber nada del tesoro -dijo Amidala-.
. - entonces, por mayoría absoluta, el tesoro se queda como está y para que nadie lo toque, lo taponaremos con rocas en la puerta. Que no se note que allí hay una puerta que haya que abrir. Fin de la historia -dije-.
La vida en el valle perfecto continuó. Los hijos engendrados por Soraya y Amidala, fueron creciendo y aprendieron el comportamiento debido para con los mayores. Las chicas, cuando llegaron a los 18 años de edad fueron inseminadas por quien no fueran sus padres putativos, solo reconocibles por su parecido con los folladores de sus madres, no habiendo manera de comprobarlo de otra manera.
El acto sexual se contextualizó como forma de vida familiar. Ningún tabú se les ocultó a los hijos. Según llegaban a la mayoría de edad, 18 años, y con expresa prohibición de penetrar vaginalmente a las chicas, los chicos podían amarse analmente siempre que quisieran. El matrimonio era para con la familia en sí misma, no habiendo padres, sino madres, pues cada macho era libre de disfrutar y hacer disfrutar a las hembras que así quisieran. Lo único que se prohibía era la violación por uno u otro sexo.
Al final, pasó lo que pasó. El descontrol se instaló en la familia cuando los primeros generadores de vida fueron muriendo y solo quedaban los nacidos en segunda generación. No se guardó los preceptos escritos por sus progenitores y se embarazaba a toda aquella que se abría de piernas, naciendo con deficiencias unas y muertas otras criaturas, por los problemas consanguíneos, solo descubierto mucho después.
En resumen, la familia fue desapareciendo poco a poco, hasta no quedar nadie de la familia primigenia, ni nadie de sus descendientes directos, al morir por un motivo u otro. Solo había quedado una cosa intacta, el tesoro oculto tras unas rocas y una puerta con grandes bisagras. Si lo llegan a encontrar, ni eso hubiera quedado intacto.
Ahora mismo no sé si estoy en el cielo, en el infierno o en el limbo, solo sé que tengo a mi lado a un Alí que me está dando por culo como en los viejos tiempos. Debía ser que teníamos cuñas ambos para estar juntos aquí donde estuviéramos.
Lo más sorprendente es que mi leche de polla enculadora no disminuye ni siquiera segundos después de haberme follado el ano de mi amigo y amante Alí. De los otros amantes no tengo ni idea, solo espero encontrámelos un día u otro en cualquier sitio que estemos o vayamos a estar, pues ahora mismo estamos Alí y yo en la gloria puta, donde solo comemos, cagamos y follamos a todas horas sin que se nos caiga las pollas a cachos, y que no decaiga la cosa...
F I N
TEMPLARIOS Y SARRACENOS, ALGO MÁS QUE ENEMIGOS.
Yo: Salvador
Soldado sarraceno: Alí Bengasi Almud
Princesa mora: Soraya
Esclava princesa mora: Amidala
Esclavo liberto: Sadam
Abuelo casa-cueva. Bucemi
(FIN DE LOS 5 RELATOS)