El amante de los tiempos, en 5 relatos (30)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(30-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Cogí el medio coco y agrandé el agujero, luego yo mismo se lo coloqué, metiéndole su flácida polla dentro.

Al otro lado, la princesa mamaba de su esclava, mientras se metía un par de dedos en su chochete para condimentar la leche con algún que otro orgasmo.

Le até el protector alrededor de su cintura y lo hice levantar.

. - camina y dime si te duele el paquete.

Alí se levantó y caminó un rato, pero no sentía nada.

. - eres todo un artesano de los huevos -dijo riendo- no siento ningún dolor-.

. - perfecto. Mientras Amidala y yo convertimos a la princesa en un chico, tú encárgate de los animales.

. - okey.

. - Amidala, deja de amamantar a la princesa. No tenemos tiempo. Vamos a salir desde que cambiemos de sexo a la princesa. Busca una cinta ancha para ocultarle los pechos y unas tijeras para cortarle su largo pelo.

. - pero Salvador, eso no podemos hacerlo. Su padre nos cortaría la cabeza -dijo la criada y esclava-.

. - Amidala, haz lo que te ha dicho Salvador -dijo ella, mientras se desnudaba- trae además ropa para que me conviertas en un chico. El pelo me crecerá y los pechos no me los voy a cortar, date prisa-.

. - sí, mi ama.

Me acerqué a Soraya, desnuda como estaba.

. - eres preciosa -le dije pasando mi vista por su espléndido cuerpo. Una pena sus pechos, algo pequeños. Pero el resto era otra cosa. Su vulva hacía que se me levantara la imaginación, pero no era el momento-.

Amidala trajo una larga tira de tela de una cuarta de ancho y fue rodeándole los pechos, los cuales quedaron aplastados hasta casi ni notarse.

Luego le ayudé a colocarle el resto de ropa masculina a la chica. Su pelambrera se quedó en nada. Ya solo faltaba un punto.

Cogí un poco de cabrón, le embadurné con él toda la cara, brazos incluidos.

. - dame un poco a mí y oculta que soy un infiel de Hispania.

La chica me tiznó hasta hacerme irreconocible.

. - Alí, deberíamos robar un caballo por el camino.

. - no hará falta. Llevamos dinero.

. - princesa, os dije que no confiarais en nadie -dijo Amidala-.

. - Salvador no es nadie. Nos ha salvado y nos llevará con papá. De Alí no me fío tanto, pero espero que no nos traiciones, ¿verdad soldado?

. - gracias por decir que ya no soy un asesino, sino un soldado. No, no traicionaré vuestra confianza ni la de Salvador.

. - en las alforjas de mi caballo hay suficiente para comprar un caballo y diez más.

Alí abrió la alforja y vio que allá había una fortuna entre monedas y joyas.

. - es de mi propiedad. Los tuyos cuando me secuestraron me lo quitaron y yo lo pude recuperar. Un esclavo de mi escolta logró hacernos huir y les quitó también mis joyas y dinero.

. - bueno, menos cháchara. Alí, tú te encargas de llevarnos por la zona más segura, aunque sea más larga. Amidala será tu madre y la llevas a un famoso doctor más allá del territorio de la princesa. La misma princesa y yo seremos tus esclavos y no abriremos la boca o nos delataríamos. Protejámonos de la lluvia y salgamos ya.

La princesa sacó un fino paraguas de terciopelo y lo abrió. Me acerqué a ella y se lo quité, tirándolo al suelo.

. - ¿desde cuándo un esclavo tiene un paraguas que vale una fortuna, princesa?, pensad como un chico esclavo y no como mujer y princesa. Tu vida y la nuestra están en juego. Ah, Alí, espero que no hagas tonterías con Amidala. Ahora es tu madre.

. - entiendo.

Saqué el caballo de la princesa de la mano y fuera la ayudé a subir. Yo me puse detrás de ella. En verdad parecía un chico, pero olía como una princesa. Esperaba que, con el paso de las horas y días, oliera a esclavo o la teníamos clara.

Cuando todos estuvimos a caballo, Alí nos dirigió hacia el sur.

. - Alí, mi casa está al norte -dijo la princesa-.

. - lo sé, pero más arriba hay un puesto de soldados. Más abajo nos saldremos a la derecha y volveremos a subir al norte. Es mejor ir por las montañas, allá no dejaremos tantas huellas si nos siguieran.

. - tienes razón, Alí. Haz como dices -dije-.

La lluvia arreciaba, así como el viento. Un par de kilómetros más abajo, nos salimos del barranco y giramos al norte. Era montañosa como dijo Alí y nos costó, pues no podíamos ir más que al paso.

Cuando llevábamos un par de horas, la lluvia seguía dando el coñazo. Llegó el mediodía y paré la caravana.

. - Alí, busca un lugar donde cobijarnos o cogeremos una pulmonía.

. - más arriba hay cabañas de los ovejeros. Allá nos protegeremos -gritó para hacerse oír-.

Con la mano le hice señas de que prosiguiera. Durante una hora más, todo era camino embarrado y seguíamos subiendo. Al final dimos con una de las cabañas. Era grande, pero algo abandonada.

Cuando llegamos ante la puerta, bajé y la inspeccioné.

. - aquí mismo nos quedamos. Entremos también a los caballos y pongámoslos al final, hay espacio para todos.

Alí y yo ayudamos a las damas a bajar y a entrar. Luego metimos los caballos. Dentro los dejé sin sillas y los sequé un poco. Después, con un frío que me estaba congelando los huevos, hice un fuego con unas camas desvencijadas que allí había.

Cuando el fuego ardió con ganas, me desnudé y puse mi ropa a secar cerca del fuego. Los demás me imitaron. Con las mantas secas, limpiamos un poco y las tendimos en el suelo. La puerta la cerramos con un travesaño.

. - nos comeremos el resto de la última liebre y pasaremos el día aquí. Espero que mañana amaine el temporal.

Mientras dábamos cuenta de la liebre, nos íbamos turnando con los pechos de Amidala para tomarnos nuestra ración de leche merengada. Al final tomé un buen buche de leche y besando a Amidala, se la traspasé. Así hice hasta en cuatro ocasiones, hasta que no quiso más.

. - gracias, Salvador. Eres todo un caballero.

. - a mandar.

. - Alí, quiero que me folles por ambos agujeros -dijo la princesa-.

. - será un placer, princesa.

. - Amidala, tú y yo dormiremos juntos -le dije-.

. - te lo agradezco -me dijo ella, besándome y dando comienzo a una velada muy larga de sexo. Su gran vagina se tragó mi polla sin ningún esfuerzo. Su interior era como mantequilla de deslizante, tal era su calentura.

Alí daba cuenta de una princesa ávida de ser follada por su enemigo natural, pero que tenía una tranca no tan natural. Cuando Alí se la clavaba y no dejaba lugar a dudas que lo deseaba cantidad, la chica gritaba, ahora sin pudor, pues el rabo que se estaba tragando sus partes pudientes era bestial.

Amidala no era tan gritona, era más sumisa, pues sus agujeros habían sido perforados por media tribu antes de pasar a ser la criada de la princesa.

Aun así, disfrutó de mi polla y yo de su conejo y de su ojete también. Un aliciente extra, su leche, fue succionada durante buena parte de la sesión amatoria y ella colaboraba a las mil maravillas.

Un par de horas después, el silencio era cortado por el viento y la lluvia al chocar contra la cabaña.

La princesa estaba más que satisfecha de la polla de su enemigo. Sería un cabrón, pero la había dejado exhausta con su enorme mandoble. De su culo goteaba la leche que antes le había metido, así que colocó su culamen encima de su boca y le pidió que le hiciera una limpieza bucal en toda regla. Alí, que no se había olvidado, sino que estaba cogiendo fuerza para una nueva remesa de leche, comenzó a tomarse su lechita directamente del culo de Soraya.

Cuando lo consiguió, la puso a cuatro patas de nuevo y de nuevo, se la endilgó cuan larga era, hasta correrse ahora en su principesca boca. Ella recibió la leche de Alí como agua de mayo.

En cuanto a Amidala y a mí, según me recuperé, sus tetas lecheras me hicieron una cubana para tomarse directamente mi leche de polla y compartirla conmigo mediante nuestras lenguas. Después nos recostamos en la manta y poniendo mi cabeza entres sus pechos, me quedé dormido. La siesta era sagrada.

Cuando la noche se nos echó encima, la lluvia había dejado de caer. Solo el viento continuaba golpeando la cabaña.

Despiertos como estábamos, nuestros estómagos necesitaban echar algo dentro.

. - Salvador, no tenemos comida para esta noche.

. - te equivocas. Está Amidala.

. - ah, lo había olvidado -dijo Alí-.

Después de alimentarnos con la leche de la criada, quedamos llenos, una vez más.

. - ahora descansemos. Alí, tú y yo vamos a dormir esta noche juntos, si no te importa -le dije-.

. - será un placer.

. - Amidala, tú junto a mí. Así nos daremos calorcito.

. - sí, mi ama.

Alí se tendió en la manta y yo encima de él. Nos besamos como si nos debiéramos dinero. Para luego hacer un 69, donde nuestras reciprocas pollas recibió el halago de nuestras bocas.

La princesa estaba un poco más allá, comiéndole el chumino a una esclava que estaba maravillada de lo cambiada que estaba la princesa en estos pocos días que llevaban huyendo. La hizo correrse en varias ocasiones. Después y haciendo otro 69, le comió el chochete a su dueña y señora.

El pudor de ambas mujeres había desaparecido hacia bastante y cuando acabaron con sus chuminos, sus bocas se enzarzaron en un combate amatorio, donde se dejó ganar a la princesa, por rango y obediencia. Con un buen tazón de su leche, que le había reservado, la dejó durmiendo encima de ella.

Mientras tanto, Alí me estaba enculando de firme. Sentía un placer infinito cada vez que me la clavaba. Cuando se corrió, me entregó su fruto que supe valorar positivamente.

Cuando le tocó recibir mi sable, se portó como un señor y no se quejó, como yo antes. Me follé a toda velocidad y bestialidad su culo hasta descargar en su boca mi preciada carga láctea. Con sendas mamadas por ambas partes, dejamos descansar nuestras pollas, más, cuando se recuperaron, de nuevos les dimos uso intensivo, pero en silencio, para no despertar a las bellas damiselas. Así nos cogió las tantas, en que nos quedamos groguis el uno encima del otro y oliendo a leche desnatada de polla.

La mañana fue bien placentera el despertar. Mientras mi polla era mamada por una elocuente Amidala, la de Alí, lo era por una princesa caliente nada más despertar.

Nuestras leches fueron a estómagos satisfechos, no así los nuestros.

Desnudo como estábamos, salimos fuera de la cabaña y en un charco medio grande de agua de lluvia, nos dimos una ducha. El agua estaba fría de cojones, pero era necesaria. Con tanta lengua pasada por el cuerpo de nuestros amantes, no olíamos precisamente a rosas. Ni siquiera la princesa olía a princesa ahora, sino a un follador empedernido que olía a leche humana.

Con el agua fría se nos levantó el pito, pero al mamar las damas, se dieron cuenta que era una falsa alarma. Las pollas habían descargado y había que dejar recuperar nuestras herramientas sexuales para volverlas a verlas en todo su esplendor.

Volvimos a vestirnos como llegamos, pues la ropa se había secado y ninguno había cogido una pulmonía de milagro.  Soraya se había vuelto a convertir en un chico y yo en un esclavo mudo.

. - hay que bajar a algún poblado y adquirir un caballo y alimentos. Es necesario otros tipos de alimentos, además de la leche de mis pechos -dijo Amidala-.

. - tienes razón. ¿Hay algún poblado cerca donde pasemos desapercibidos y poder comprar el caballo y los alimentos?

. - a medio día de aquí hay un pueblo de mediano tamaño. Son ovejeros, estas cabañas son de ellos. Espero que tengan caballos a vender. Comida, seguro que sí.

. - pues dirígenos hacia allí y estate atento para salir por patas si algo se tuerce.

. - de acuerdo.

Llegamos a lo alto de un montículo hacia el mediodía. Al fondo se veía un poblado árabe de unas 150 a 200 casas, con una única calle principal.  Desde donde estábamos, no se veía a mucha gente, tendríamos que acercarnos más aún.

. - que Alá nos proteja -dijo Amidala-.

. - vamos a allá. Cada uno con su papel -recordé-.

Detrás de un fiero Alí, íbamos su madre, Amidala, yo y después la princesa, como sus siervos y esclavos. Paramos en un comercio. Allí nos mandó bajar, después de atar los caballos en la entrada, entramos y entabló conversación con el tendero.

. - vamos de paso y necesitamos alimentos.

. - ha venido al lugar adecuado.

. - ¿tiene o sabe de alguien que nos pueda vender un caballo? A uno de los nuestros le mordió una serpiente y lo perdimos.

. - en las afuera esta Mustafá, alquila y vende caballos. Es un poco cabrón, que no les intente vender un tordo, es una fiera y nadie lo ha domado aún. Siempre intenta quitárselo de encima.

. - gracias por el aviso. Madre, pide lo que nos hace falta, tenemos un poco de prisa.

Amidala comenzó a pedir material alimenticio y alguna ropa para la princesa más parecida a la que usaban los aldeanos de la zona. Eso fue idea suya y no me desagradó.

Cuando cargamos los caballos con las cosas compradas, nos fuimos al extra-radio, en busca del caballo que necesitábamos.

Era un cobertizo con una docena de animales. El dueño era un canijo que cojeaba ostensiblemente.

. - ¿en qué puedo servirles?

. - necesitamos un caballo, el nuestro lo mordió una serpiente.

. - pues tengo buenos caballos. Precisamente me ha llegado hoy un tordo que es una maravilla.

El tío llamó a un joven de unos 20 años y le mandó traer el caballo. El chico se aterró, pero fue a buscar el maldito caballo, pues le temía aún más a su amo, que con su látigo le tenía la espalda toda marcada.

. - date prisa, inútil -le dijo al chico- hice una mala compra con este esclavo, pero como solo me costó 40 dinares, le estoy sacando el kilo, un día de esto le corto la cabeza y se la doy a los cerdos-.

Aquello, entre los árabes de la época, era como si estuvieran hablando del tiempo, pues a los esclavos no se les tenía ninguna piedad, solo servían para ser azotados y descargar las pollas de sus amos en ellos y poco más.

El joven arrastraba a un precioso animal, que se negaba a obedecer. Lo amarró en un palo que había en el centro y el joven salió por patas hasta un lugar seguro.

. - ¿qué les parece este bello animal?

. - demasiado fiero y seguro que no está ni domado.

. - no me digan que no es un gran caballo. Se lo dejo, por ser a usted, por 300 dinares.

. - ja, ni que estuviera loco. Domado no valdría más de 100 y éste no lo está, solo hace falta mirarlo. No me interesa. Quiero uno dócil.

. - se lo dejo por la mitad. Estoy perdiendo, pero por la mitad, se lo puede llevar.

. - ¿por quién me ha tomado? Cuando usted viene, yo ya he ido.

Toqué en el hombre a Alí y lo llevé a un apartado lugar para hablar sin que nos oyera el tratante de caballos.

. - cómpralo. Dale cien y que incluya al chico. Nos lo llevamos también.

. - el caballo no está domado y el chico nos retrasaría.

. - haz lo que te digo. Yo me encargo del caballo. Compra un segundo caballo para el chico. En total no des más de 150. Es más, de lo que ha pagado el tratante.

. - como quieras, pero estamos tirando el dinero.

. - hazme caso. Si el chico no tiene ropa, cómprale algo también. Date prisa, ya llevamos mucho tiempo en este pueblo y no me gusta.

Regresamos junto con el canijo.

. - le voy a hacer una oferta, le doy 125 dinares por el chico, el caballo y aquel otro también.

. - ¿qué dices?, ahora es usted quien me quiere timar.

. - lo toma o lo deja. Iremos a otro pueblo y allí compraré los caballos.

. - suba un poco más y trato hecho. Digamos doscientos.

. - ni hablar, 150 y es mi última oferta.

. - está bien. Pero estoy perdiendo dinero.

. - chico, saca a ese de ahí y coge tus cosas, te vas con este señor.

. - déjeme los papeles del chico. No vaya a decir que se lo hemos robado.

. - un momento. Los tengo en mi oficina.

Cuando el hombre fue a su oficina, le hablé a Alí.

. - se nos han olvidado las sillas. Dale cincuenta más por las dos sillas.

. - joder, vaya fallo. A mí también se me olvidó.

Cuando regresó el canijo, Alí le cogió los papeles firmados con la venta del chico y de los animales. Con los cincuenta extras, recibió dos sillas, no muy buenas, pero menos daba una piedra.

El chico desapareció como una exhalación y volvió junto a nosotros con un atado de ropa. Parecía que nunca la había desatado para una ocasión como ésta de poderse ir de aquel cabrón de canijo.

Me acerqué al caballo y el animal bufó nervioso. Le acaricié el morro y me lamió la mano.

Le hablé al oído, ante la atenta mirada de todos. Luego, le puse la silla de montar y con cuidado, le até las cinchas.

Según me subí encima del animal y fue soltado, el caballo se encabritó, intentando tirarme, pero yo, agarrado de las cuerdas y de sus crines, me mantuve.

Era un ejemplar de caballo andaluz, precioso. Con tanto intentar tirarme, sudábamos los dos por igual.

Un rato después, el caballo cansado, dejó de intentarlo, para luego pedir que abrieran la puerta y salir del corral.

Tanto el vendedor como Alí y los demás, estaban con la boca abierta. Casi se le escapa una viva a la princesa, pero supo contenerse. Al final salimos de allí todos montados. Volvimos a pasar por la tienda y allí, Amidala le compró algo de ropa para el chico. Luego salimos del pueblo sin mirar atrás.

Por precaución, nos dirigimos hacia el sur, para una vez perder de vista el pueblo, volver al norte.

El chico no decía nada. No dejaba de mirarle las tetas a Amidala, pues se bamboleaban a un lado y a otro.

. - Amidala, tienes un fan de tus tetas -le dije, señalando al chico-.

. - tendremos que compartirlas con el nuevo -dijo sonriendo-.

. - sin duda.

Cuando estuvimos a suficiente lejanía del pueblo y con una de las cabañas a la vista, mandé parar la caravana. Allí también había charcos de la lluvia caída, donde lavarse y recoger agua. Amidala había comprado varios envases donde transportar el agua para cuando la necesitáramos.

. - chicos, mientras hacéis algo de comer, dadme la ropa que le compramos al chico. Lo voy a duchar un poco. Huele peor que nosotros -dije-.

Amidala me dio lo necesario, incluido una pastilla de jabón, tan dura como una piedra. Mientras Alí metía a los animales en la cabaña, llevé de la mano al chico.

Junto a un charco decente, paramos.

. - ¿hablas bien el árabe? -pregunté-.

. – claro. Soy árabe, no tonto.

. - bien, ahora te vas a desnudar y darte una ducha. Luego te pondrás esta ropa nueva que te hemos comprado.

. - tú no eres árabe, ¿verdad?

. - no, soy de una tierra lejana, llamada Hispania. Un infiel, para vosotros, los árabes.

. - ¿no eres enemigo del que me compró?

. - sí y no. Antes lo éramos, ahora somos amigos. Anda, desnúdate y lávate.

El joven se sacó sus andrajos de encima y cuando estuvo en pelotas, vi sus cicatrices por todo su cuerpo. Le di la vuelta y detrás tenía más aún.

. - Dios, qué cabrón. Si lo llego a saber, le corto la cabeza allí mismo.

. - no son solo del tratante de caballos. He pasado por muchas manos. A todos les gustaba el látigo y mi culo también. No veo que tenga látigo usted, ni el paisano árabe.

. - nosotros no te vamos a dar latigazos.

. - entonces me van a usar para follarme a todas horas como los otros amos -afirmó, más que preguntó-.

. - tampoco. Te voy a vestir y darte de comer. Luego te puedes ir con los papeles de tu libertad. No me gustan los esclavos. La mujer mayor que nos acompaña es otra esclava, pero no puedo hacer nada por ella, pero por ti, sí. Así que eres libre de marcharte cuando quieras, pero te ruego que no digas a nadie hacia donde nos dirigimos. ¿Puedo confiar en ti?

. - puedes hacerlo. Después de que me libertas, no voy a ser tan cabrón como para denunciarte, me devolverían al tratante, diciendo que me escapé o me secuestrasteis. No me darían tiempo de enseñar los papeles, pues me los quitarían. Aquí hay mucha mala gente. ¿No quieres al menos follarme?, así podré pagarte lo que haces por mí.

. - mira, te lo diré una vez y nada más. Yo follo con quien quiere follar conmigo de manera voluntaria. Los que están en la cabaña y yo follamos a diario y tú estás invitado, pero solo si lo deseas realmente, no porque te sientas obligado. Ahora lávate, apestas. Luego te pones la ropa y entras en la cabaña para comer algo.

. - gracias -me dijo el chico, abrazándoseme y llorando-.

. - no llores. Te espero dentro.

Cuando entré, los chicos se alejaron de las ventanas. Lo habían visto todo.

. - ¿crees que has hecho bien, Salvador? -Dijo la criada y esclava-.

. - a ti no puedo liberarte porque no te he comprado, pero a ese chico sí. Tiene la espalda llena de latigazos. Ya es hora de que conozca algo de paz. Cuando lo decida, se puede ir. Me prometió no delatarnos y confío en su palabra.

. - se hará lo que has dicho -dio Alí- ahora comamos algo.

. - espera un poco a que venga el chico.

Cinco minutos después entró el joven, vestido con la ropa nueva. Hasta parecía otro.

. - pasa y siéntate junto a nosotros.

. - gracias.

. - ¿cómo te llamas?, -le dijo la princesa-.

. - pero tú eres…

. - sí, soy una chica y estoy de incógnito. Espero que no me delates.

. - además es una princesa de cuento de hadas -dije-.

. - ¿de verdad?

. - es verdad. Salvador, ese señor de ahí y Alí, me llevan con mi padre a mi territorio. ¿Cómo te llamas? -repitió-.

. - Sadam.

. - ¿desde cuando eres esclavo? -pregunto Amidala-.

. - de siempre. No recuerdo no haberlo sido. He pasado de uno a otro, toda mi vida.

. - Amidala, déjate de cháchara. Tengo hambre. Sirve primero a la princesa y luego a Sadam -dijo Ali-.

En silencio comimos y en silencio nos amamos. Nadie tocó al chico, que salió fuera y se sentó, mientras nosotros, dentro, nos explayábamos dándonos placer. Al final nos dormimos.

El chico, que también tenía sueño, se tendió junto a mí y se quedó dormido también.

Me desperté con el chico mamándome la polla. Saqué mi pene de su boca y le dije que no.

. - no es necesario, ya te lo dije.

. - quiero hacerlo.

. - yo sé que no, pero gracias. Sigue durmiendo. Viajaremos de noche, hoy tenemos luna llena.

. - gracias otra vez -me dijo, abrazándome-.

Lo separé y le di un beso en la frente y lo acosté, tapándolo un poco. Yo volví a dormirme junto a él, cara con cara.

Alí me despertó con violencia.

. - ¿qué pasa?

. - vienen varios jinetes hacia la cabaña.

. - no te pongas nervioso, Alí. Acuérdate y sigue el plan. Tu madre y tus esclavos, más uno más. No salgas de ahí y todo irá bien. Pero también pon a mano tu espada, por si hay que utilizarla.

. - deme un arma, Sr. Salvador -dijo Sadam-.

. - ¿sabes utilizarla?

. - sí, mi tercer amo y gran enculador, me enseñó el arte de la defensa. Cuidaba de su hijo pequeño.

. - Alí, dale la lanza, pero no la uses mientras yo no dé la orden. ¿Me entiendes?

. - sí señor.

. - chicas, ocultaos al fondo detrás de los caballos y no os mováis.

No hizo falta repetirles la orden, se fueron de inmediato. Fuera, el sonido de los caballos se aminoró porque aflojaron la marcha. Eran cuatro barbudos armados con espada sus manos y otra en el cinturón.

Se detuvieron cerca de la entrada, sin bajarse de los caballos. El más feo de los cuatro, un tipo más grande que un armario, vociferó.

. - los de dentro, salid con las manos en alto.

Abrí la puerta y mientras yo me puse a un lado de la misma y Alí, en el otro lado, le dije a mi colega que les preguntara lo que querían, con Sadam un poco más atrás, aun dentro de la cabaña, con su lanza preparada.

. - ¿qué queréis?

. - los caballos, al chico esclavo y el dinero que tengáis.

. - y no quieres también a mi suegra.

Fuera se pusieron a reír a mandíbula batiente.

. - muy bueno, sí señor. Salid o entramos a sangre y fuego.

. - iros al infierno u os haremos papilla.

. - malditos. Atacad -dio la orden el gigantón, mientras se bajaban y cargaban contra la entrada de la puerta-.

Antes de que pudiera dar la orden de defendernos de aquellos cuatro, la lanza de Sadam pasó rosándonos a Alí y a mí en medio de la puerta. Se fue a clavar en la cabeza de un incrédulo jefe matón. El resto, al ver a su jefe ensartado con la lanza, se quedaron clavados donde estaban, en el suelo.

No quise ni darme la vuelta para abroncar a Sadam, puesto que atacó solo cuando nos declararon la guerra aquellos rufianes. Lo que sí hice fue salir con la espada por delante y al más cercano, cortarle la cabeza literalmente.

Alí no se quedó quieto, atacó al tipo más cercano a él, el cual ya estaba defendiéndose, pero con el terror en su cara, pues dos de sus colegas estaban muertos y sin enterrar.

Con una agilidad inaudita para un herido de huevos y costado, Alí le dio un tajo hacia la cintura al criminal. Solo el acto reflejo de hacerse hacia atrás, hizo que no lo cortara en dos y saltaran chispas entre las dos espadas al entrechocarse.

Yo, mientras tanto, entablaba una lucha con el cuarto esbirro, el cual, aunque debía ser un segundón, no usaba mal la cimitarra, pero yo soy un profesional de la guerra y pronto lo tuve entre los caballos y mi espada.

Cuando vio que no podía hacer nada contra mí, intentó huir por patas, pero no iba a permitírselo. Le lancé la espada con la punta por delante como si de un puñal se tratara y se detuvo en seco cuando sintió que la vida se les escapaba a borbotones. Cayó al suelo y no se movió más.

Cuando me giré para ver cómo le iba a Alí, respiré hondo. El bestia de Alí tenía la cabeza del delincuente en la mano, agarrada por los pelos.

. - se nota que disfrutas cortando cabezas -le dije-.

. - ¿tanto se me nota? -dijo sonriendo-.

Sadam, viendo que la cosa había acabado con victoria, salió de la casa y poniéndole una pierna en la barbilla al jefe muerto, tiró de la lanza, desencajándola del muerto, muy ufano él.

. - chicos, habrá que ocultar los cadáveres, no solo para que no los vean las chicas, sino las autoridades locales. Entonces nos perseguirán, aunque los hayamos matado en defensa propia -dije-.

. - tienes razón. Déjame ver qué hay detrás de la cabaña, por si encuentro un agujero donde meterlos.

. - adelante, Alí.

Mientras Alí buscaba donde meterlos, entré en la casa.

. - todo ha acabado bien, pero no salgáis aún. Hay mucha sangre y vamos a ocultar los cadáveres. Sadam, hazle compañía y cuida de ellas. Ya veo que sabes usar la lanza -le dije atrayéndolo hacia mi pecho-.

. - conmigo estarán seguras.

. - muy bien. Buen chico. Voy a ayudar a Alí.

Mientras Sadam cuidaba de las chicas, reuní a los caballos. Cuando los tenía juntos, los desensillé y até juntos. Alí apareció al poco.

. - a unos cuantos metros de aquí hay una raja bien profunda que no parece tener fin. Meteremos allí a los muertos.

. - ¿qué hacemos con los caballos y las sillas? -pregunté-.

. - nos quedaremos con los mejores caballos y sillas y soltaremos más adelante los peores. No me gusta matar caballos, si puedo evitarlo.

. - ya, tu prefieres matar personas. Muy fino tú. Bueno, creo que tienes razón. Ayúdame a subir en dos caballos a los muertos.

Entre los dos llevamos a los muertos, descabezados o no, al agujero y los soltamos. Lo mismo hicimos con las dos cabezas cortadas y las sillas que no íbamos a usar.

Una vez terminado, eché tierra sobre la sangre de la entrada y llamé a los de dentro.

. - chicas, Sadam, salid y sacad los caballos.

Cuando estuvo todo el mundo en la calle, personas y caballos, eliminé las sillas que nos sobraban y las echamos en el agujero. Ensillamos los caballos y nos quedamos con mantas y los útiles que nos harían falta.

. - Salvador, deberíamos usar uno de los caballos como mula para llevar las cosas pesadas -dijo Sadam-.

. - tienes razón. Alí, elige al más fuerte. Debemos marcharnos de aquí, no vuelvan los que los han mandado, pues no creo que sea una casualidad que supieran que teníamos caballos y a Sadam con nosotros.

. - sí, chicas, recoged, nos vamos ya -dijo Alí-.

Un rato después continuamos nuestro camino, montaña arriba. Hasta que la noche no se nos echó encima, no paramos.

. - Sadam, ¿conoces la zona? -Le preguntó Alí al chico-.

. - no soy de aquí, pero estuve una vez con uno de mis amos. También lo perseguían por haberle birlado la hija a un rico hombre. Hacia la derecha, entre aquella montaña y el barranco, hay una cueva-casa abandonada en aquel tiempo. Allí nos ocultamos durante una semana.

. - llévanos allí lo antes posible. Aunque hay luna llena, podemos enriscarnos en estas montañas si tenemos un fallo.

. - seguidme -dijo el chico-.

Nos llevó por un camino de cabras hasta que llegamos a una casa a lo lejos, pegada a la montaña y guarecida de los vientos circundantes.

. - ahí está.

. - pues parece que está habitada, mirad el humo de la chimenea -dijo Alí-.

. - es igual, tenemos que detenernos. Le pagaremos por la estancia -dijo la princesa-.

. - sigamos, pero con cuidado. No tengo ganas de más emboscadas.

Sadam siguió y nos llevó a la entrada. Aun no habíamos visto a nadie en los alrededores.

. - hola, hay alguien -grité y gritaron los demás, pero nada-.

. - parece que han salido a por tabaco -dijo Alí sonriendo-.

. - sí, al bar de la esquina -respondí-.

Nos bajamos de los caballos y con cuatro ojos entramos en la casa. Era de una sola habitación, pero como había dicho Sadam, era casa-cueva y al fondo se vislumbraba la entrada de una cueva.

. - Sadam, cuida de las chicas. Alí, ven conmigo y busquemos a los dueños.

Por más que buscamos, no dimos con nadie. La cueva era muy profunda y solo llegamos hasta unos 20 metros, más allá no teníamos ganas de profundizar, no fuera que no nos gustara lo que encontráramos.

Regresamos a la casa de la entrada y trancamos la puerta de la cueva con un travesaño. Así estaríamos más tranquilos. Solo tendríamos que estar vigilantes de la entrada general de la casa.

. - aquí no hay nadie, chicos. Descargad, pero estad vigilantes. Sin duda hay alguien por los alrededores, el fuego no se enciende solo.

Nos acercamos a la lumbre y nos calentamos un poco. Había un caldero con comida hirviendo y a punto de pegarse fuego, por lo que lo quitamos de las brasas y lo pusimos a un lado. Olía bastante bien. Era un potaje de judías verdes y estaban para comérselas. Lo sentía por los dueños, pero si no aparecían, nos las comeríamos nosotros. Luego si aparecen, les pagamos las molestias y que se hagan otro caldero para ellos.

Los caballos fueron atados junto a un árbol con hierba para que se hincharan esta noche. Las cosas de valor se metieron dentro de casa.

. - chicos, ¿esperamos a los dueños o empezamos a comer potaje de judías? -pregunté-.

. - el potaje frío no me gusta, empecemos ya, tengo hambre, no hemos probado bocado desde hace horas -dijo Amidala-.

Miré al resto y asintieron.

. - pues a comer. Sentaros y os sirvo.

. - yo que soy la sirvienta de mi ama, les sirvo a todos.

. - Amidala, para mí tú no eres una esclava, ni sirvienta de nadie. Siéntate, por favor.

. - gracias, Salvador.

. - Amidala, cuando lleguemos a casa, te daré la libertad -dijo Soraya-.

. - ¿por qué cuando lleguéis?, Salvador me compró y me liberó el mismo día -dijo un Sadam orgulloso de mi conducta-.

. - tienes razón, Sadam, Amidala, a partir de hoy eres libre de ir a donde quieras y servir a quien quieras.

. - mi princesa, seguiré contigo. Has sido buena conmigo.

. - bueno, comamos entonces. Ahora somos una princesa, dos ex esclavos y dos soldados en busca de un destino -dije-.

. - ¿destino? -preguntó Sadam-.

. - es una frase hecha. Significa que estamos de puta madre. Comamos ya.

Mientras nos zampábamos las judías y que por cierto estaban muy buenas, saltó Amidala.

. - ¿no habéis oído? -preguntó-.

Puse el oído, pero nada.

. - yo no he oído nada -dijo Sadam-.

. - era como un gemido muy lejano, -insistió ella-.

. - deben ser tus tripas -dijo un sonriente Alí-.

. - sí, debe ser eso -asintió ella y siguió comiendo-.

Al rato fui yo quien oí el gemido.

. - de tripas, nada. Yo acabo de oírlo también -dije, poniéndome de pie- y viene de la cueva-.

El resto también se puso de pie, vigilante.

. - Alí, debimos profundizar más en la cueva. Lo haremos ahora. Sadam, lo mismo, cuida de las chicas y vigila la entrada. Cogeremos antorchas y veremos que o quien produce ese sonido.

Las chicas, no sin sus platos para terminárselos, se fueron al fondo. Sadam hizo lo propio, con su plato, pero él se puso en la entrada. Los platos míos y de Alí, estaban limpios ya.

Con cada uno con una antorcha encendida de las que había en la pared, nos adentramos en la cueva. Íbamos con la espada en la otra mano, por si éramos atacados.

Cuando ya habíamos profundizado más de los 20 metros de la primera vez, vimos que la cueva se bifurcaba en dos ramales. Nos dividimos.

Al rato oí el grito de Alí que me llamaba. Regresé sobre mis pasos y entré en el otro ramal de la cueva. Alí me esperaba junto a un agujero.

. - ¿qué ocurre, Alí?

. - de aquí vienen los gemidos.

Me asomé, pero no vi a nadie, pero si oí los gemidos.

. - oiga, somos gente de paz. ¿Qué le ha pasado?

. - me he roto la pierna a caer desde arriba y no puedo moverme.

. - ¿cuántos son?

. - yo solo. Vivo solo.

. - tiraré una antorcha para ver en qué estado está. ¿Hacia qué lado la tiro?

. - tírela hacia su izquierda.

. - ahí va.

La lancé a mi izquierda y comprobé que el individuo estaba a unos cinco metros de profundidad. Era mayor y estaba tirado en el suelo. Cogió la antorcha y la puso en un agujero de la pared. Así podíamos verle perfectamente.

. - iré en busca de una cuerda y le sacaremos de ahí. Espere un poco.

Sin decirle nada a Alí, regresé a la casa y busqué una cuerda. Al no verla, fui a uno de los caballos y cogí una que teníamos. Con ella en las manos regresé a la cueva. No dije nada a los chicos, ni nada preguntaron.

Até la cuerda a una gran roca soldada al suelo y lancé la cuerda.

. - iré yo, Salvador.

. – tú, pesas más, además, recuerda tus heridas, no quiero que se te abran o infecten.

. - como siempre, tienes razón -me dio un beso- ten cuidado-.

. - lo tendré -le devolví el beso, el de abajo estaba alucinado con lo que veía. Allí arriba había dos maricas besándose y deseándose suerte-.

Con cuidado de no romperme la crisma, bajé hasta el fondo. Cuando lo intenté mover, se dolió de la pierna izquierda.

. - cuidado, me duele-.

. - lo siento. Procure subirse a mi espalda y agarrarse bien. Alí, ¿podrás con los dos tirando de la cuerda? -grité-.

. - y con cuatro también -respondió-.

Con una pierna en el extremo de la cuerda metida en un nudo corredizo y con el viejo subido a mi espalda, di la señal.

. - tira.

Los fuertes brazos de Alí nos fueron izando poco a poco, hasta que, a la mitad, se le resbaló la cuerda y casi salimos volando, pero volvió a atrapar la susodicha cuerda.

. - lo siento, se me resbaló. Agarraros de la pared y ayudad un poco. No estoy en forma todavía.

. - no te preocupes. Tira cuando puedas.

Alí, esta vez sí que tiró con ganas, hasta que llegamos al bordillo. Con las manos de los dos arrastrados, nos salimos del agujero, hasta estar seguros de no volver a caer.

Me puse de pie y mientras Alí cogía la cuerda, inspeccioné al viejo.

. - no creo que la tenga rota, señor. Solo dislocada. Le llevaré a la casa, allí veremos qué podemos hacer. Alí, alumbra, por favor.

Me eché al hombre al hombro y caminamos despacio hasta llegar a la casa. Allí, se armó un pequeño revuelo. Busqué la cama y supuse que estaba tras unas telas y hacia allí lo llevé. Lo dejé en la cama, una cama algo desordenada, pero bueno, no iba yo a poner orden en casa de nadie.

. - Amidala, trae un trapo y agua para limpiar un poco al abuelo, luego dejarnos solos a Alí y a mí.

Cuando tuve el agua y el trapo, le hablé al abuelo.

. - ¿cómo se llama, abuelo?

. - Bucemi.

. - bueno, abuelo Bucemi. Primero tengo que desnudarlo para inspeccionarle bien. Luego, si podemos, le pondremos la pierna en su sitio y finalmente, lo lavaremos un poco. ¿Está de acuerdo?

. - ¿no me vais a matar?

. - no, por Alá. Nada tenemos contra usted.

. - creí que me querían matar y quitarme lo poco que tengo, por eso hui hacia la cueva y no recordé el agujero y caí dentro.

. - pues no tenga cuidado. Sus judías nos las comimos, pero se las pagaremos. Además, aún queda un plato y se la traeremos después de lavarlo. Bueno, Alí, ayúdame a desnudarlo.

Con la ayuda de Alí fue fácil sacarle la ropa al viejo. No olía muy bien, que digamos. Claro, como no debía tener muchas visitas allá arriba, pues pensaría el viejo que para qué lavarse. Será guarro el tío.

En pelotas, el viejo empalmó sin querer.

. - lo siento -dijo avergonzado. Solía follarse a las ovejas y cabras que tenía, pero no éramos ni cabras ni ovejas, pero bueno, teníamos un agujero como ellas, pensó el viejo-.

. - no se preocupe. Eso lo solucionaremos después -le dije sonriendo y mirando a Alí, que también.

Inspeccioné su pierna izquierda táctilmente y comprobé que el hueso estaba fuera de su sitio y no parecía tener nada roto.

. - lo que pensaba. Tiene el hueso fuera de su sitio. Alí, agárralo bien de los hombros. Abuelo, le va a doler, pero solo será un momento. A la de tres, uno, dos… -a la de dos le tiré de la pierna violentamente, hasta ponérsela en su sitio, el viejo, como no, gritó de lo lindo-.

. -aaaaaaaaaahhhhhhhhhh, me dijo a la de tres.

. - es verdad, pero era para despistarlo. Mueva la pierna y veremos si ha funcionado.

El hombre la movió y cada vez más. Sonrió.

. - sí, ya funciona. Gracias, señor

. - de nada. Ahora un poco de limpieza. Huele usted a ovejas y a cabras. Por cierto, no las hemos visto, ¿dónde están?

. - en un corral más abajo-.

. - muy bien, ahora la ducha.

Cogí el trapo y con agua y jabón de las chicas, lo limpié de arriba abajo, su polla no se libró, pues tenía una costra fea que desapareció con la limpieza.

. - Alí, pídele a Amidala algo de perfume para el abuelo Bucemi.

. - enseguida.

Alí regresó con la colonia y le echamos un poco en los huevos y en los sobacos.

. - listo, ya tiene la pierna arreglada, está lavado y ahora vamos a arreglar lo que tiene entre las piernas.

Tanto Alí, como los de fuera, que estaban oyendo perfectamente la conversación de detrás de la cortina, sonrieron. Hasta el viejo, sonrió.

Me puse entre sus piernas y comencé a mamársela. El viejo se revolvía de gusto, nunca había sido mamado, a excepción de por sus animales y aquello era superior.

Alí, que no iba a estarse quieto, se la sacó y se la ofreció. El viejo, que estaba viviendo un sueño muchas veces soñado, se tragó la gran polla de aquel moro gigantón.

Cuando cogí respiro, llamé a las chicas.

. - chicas, podéis entrad, si queréis.

Yo proseguí con mi mamada. Fue Amidala la primera en entrar y se puso al otro lado del viejo y se sacó una de sus tetas lecheras y se la ofreció al viejo, el cual se la mamó sin remilgo. Al ver que soltaba leche, sus ojos relampaguearon de satisfacción.

La princesa Soraya, que no quería ser menos, se desnudó totalmente, para entusiasmo del grupo, que no la creímos capaz.

Se puso encima del viejo, con una rodilla a cada lado de Bucemi, el abuelo.

El viejo creyó que estaba dormido y soñando guarradas que sabía que nunca se cumplirían, pero no, estaba bien despierto y allí tenía encima de él a una joven con su pájaro para que se lo comiera y vaya si se lo comería, no iba a desaprovechar aquella oportunidad, aunque solo fuera un sueño, pues nunca había soñado con tantos que le ofrecían tanto.

La lengua del viejo le estaba dando placer a una princesa descarada y puta como la que más.

Al rato, Soraya ya estaba más que lubricada y se bajó hasta la polla del viejo, desplazándose. Se la encasquetó y el viejo vio el cielo abierto.

Alí, que estaba viendo el panorama, no dejaba de pajearse. Con resolución se desnudó y se acercó a una Soraya que estaba disfrutando del viejo, tanto como el viejo de ella.

Sadam se puso detrás de Soraya y le empezó a comer el ano culero. Ella miró hacia atrás y sonrió, separándose las nalgas para que pudiera comerle bien el culete.

El chico, que sabía muchas cosas, además de tirar lanzas, se colocó detrás de ella y se la clavó directamente, haciéndola hacia adelante lo suficiente para que el viejo pudiera comerle sus pequeñas tetas.

Miré a Alí y sonriendo, le hice señas de que enculara al chico, el cual estaba con el culo más que abierto después de haber recibido polla cantidad de veces de sus amos anteriores.

Alí se vino detrás de Sadam y después de comerle el culo y pedir el tácito consentimiento del chico mediante un asentimiento de cabeza, se colocó en posición, para de inmediato, clavársela hasta los huevos, pero sin violencia, pero sin detenerse para nada.

Sadam revivió viejos tiempos de cuando su primer amo y follador, que la tenía como un caballo de grande, se la clavaba y no terminaba nunca.

Yo, viendo que Amidala estaba libre de servicio, me acerqué a ella y después de besarla en plan tornillo y de mamarla un rato, la acabé de desnudar, para acto seguido, dejar que ella me desnudara también.

Una mamada por su parte, me la dejó a tono, para, poniéndola contra la cama, metérsela en el culo hasta el fondo. Sus tetas bamboleaban a todos lados, soltando algo de leche ellas solas.

Las corridas comenzaron a ser soltadas en los machos. En las hembras ya llevaban tiempo soltando orgasmos a tutiplén.

El viejo fue el primero en avisar, cosa que hizo que Soraya se la sacara y se saliera de Sadam, para darse la vuelta y ponerle su mojado coño en la cara al viejo, mientras su boca se adueñaba de su polla.

Cuando el viejo soltó su cuajada, la vagina de Soraya fue lengüeteada a conciencia por el viejo.

Soraya se tomó lo soltado por el viejo y no tardó en tragársela toda ella. Cuando acabó con el viejo, directamente se metió en la boca la polla del chico, la cual salió despedida su leche también a su boca.

Detrás del chico, Alí soltó su carga láctica en el culo del ex esclavo, para de inmediato, ponerse a recoger el fruto de su follada directamente del culo del joven mozo.

En cuanto a mi descarga, ya tenía a Amidala tomándole el pulso a mi polla y cuando solté la carga seminal, ella se deleitó y tragó hasta dejármela seca.

Ya solo faltaba la polla de Alí después de su descarga, goteaba y yo, ojo avizor, me fui hacia ella y me la tragué de un golpe para saborear su leche, que saqué a base de pasarle mis dedos a lo largo de su larga polla, sacándole un buen chorro lácteo que fue a mi garganta.

Amidala ya estaba alimentando al viejo con sus tetas, el cual estaba pasando el mejor día de su puta vida y sin duda, el único que pasaría de este modo después de que nos marcháramos de su casa. Ya se podía morir en paz, pues había follado más y mejor que en toda su anterior vida.

Cuando todo acabó, nadie se vistió, solo Alí, que estaba con su ropa, acabó quitándose la poca que le quedaba encima para lavarse un poco.

. - gracias, chicos. Nunca creí que algo así me pasara a mí. Muchas gracias.

. - de nada abuelo. Nosotros también hemos disfrutado. Antes de que nos marchemos, a su culo también le daremos uso, con su permiso, claro.

. - por supuesto. Ni puedo, ni quiero negarles mi culo, así como espero que también me permitáis usar los vuestros.

. - así será, abuelo Bucemi. Ahora, díganos donde nos podemos dar un baño.

. - es fácil. Fuera de la casa hay una pequeña cueva, donde hay un pequeño salto de agua de tan solo tres metros. Allí pueden lavarse sin problemas, lo malo es que baja fría.

. - mejor, así me despejo antes. Chicos, vayamos a ducharnos. Usted también, abuelo, no se me haga el remolón. Amidala compró jabón en la tienda.

. - sí, compré varias pastillas.

. - pues saque un par y vayamos todos. Mientras unos se lavan, otros vigilan, tenemos enemigos, abuelo.

. - por aquí no viene nadie, ustedes son los primeros en casi un año. No es lugar de paso, por eso vivo yo aquí. Me gusta vivir solo con mis animales con los que disfruto y hago disfrutar.

. - sí, eso había pensado -sonreí-.

Con algo para secarnos y un par de antorchas, salimos todo el grupo en pelotas. Los chicos, con una espada o con una lanza, como Sadam.

Al llegar a la cueva que dijo el viejo, confirmamos la pequeña catarata interior. Toqué el agua y estaba fría de cojones. Aun así, fui el primero que me metí debajo duchándome rápidamente y utilizando el jabón que era como una piedra, me lavé bien lavado. Cuando salí, se metió Amidala, mientras Sadam me secaba bien, y yo me dejaba hacer. Luego me coloqué en la entrada para vigilar. Uno tras otro, se fueron duchando, el viejo incluido.

Regresamos a la casa en fila india, para luego cerrar la puerta. Tendimos las mantas en el suelo y nos fuimos acostando por parejas. El viejo, que no deseaba dormir solo esta noche, le habló al chico.

. - puedes dormir conmigo, si quieres -le dijo a Sadam-.

El chico me miró y sonrió. Luego se fue con el viejo y se acostaron en la misma cama, desnudos como seguían.

Por supuesto que allí nadie durmió. El mismo viejo, que se había acostumbrado muy rápidamente a la buena vida, ya se estaba follando a un Sadam satisfecho, pues después le tocaría a él darle por culo al viejo.

Fuera, ídem de ídem. Mi polla estaba en el culo de Alí y mientras no descargué, le estuve dando polla, para sacarla y darle mi leche después. Luego Alí me ensartó con su tremenda polla y disfruté de un enculado en toda regla, para tomarme toda su leche sin desperdiciar ni gota, para al final y después de un morreo como Dios manda, dormirnos bien abrazados y tapados con una segunda manta.

Las chicas no paraban de comerse el chochete la una a la otra. Así los orgasmos sonoros de ambas se podían oír y oler en toda la casa.

Al final, Sadam tenía al viejo a cuatro patas y le daba polla hasta los huevos. El viejo, que ya había tenido pollas de sus animales en su culo, sintió que la de aquel chico era superior en calidad y en cantidad.

Cuando Alí se la clavara, que se la clavaría, ya vería las estrellas y la recordaría toda su puta vida.

El día siguiente amaneció soleado, para variar. Alí fue el primero en despertarse. Se puso de pie y se fue hacia la cama del viejo. Tocó al chico y le dijo que se largara con viento fresco.

Sadam, sonriendo, se largó y se colocó junto a mí para comerme la polla hasta despertarme de esta manera tan deliciosa.

Con mi polla tiesa, lo besé en sus labios y lo penetré frontalmente de inmediato. Así le di polla mientras nos comíamos la boca.

Atrás, en la cama del viejo. Alí ya le tenía su polla en la entrada del culo viejuno. Apretó y tapándole la boca al viejo, le dijo que no gritara. Luego le quitó la mano para que respirara.

El fiero guerrero se la enterró hasta el fondo. El viejo gritó en un principio, pero se cayó cuando se detuvo Alí. Respiró hondo y esperó que lo sodomizara cuanto quisiera y eso fue lo que hizo Alí.

Se lo estuvo follando cada vez con más violencia y rapidez, haciendo que la cama se moviera chirriando sin fin, cosa que despertó a las chicas, las cuales se besaron, para ponerse de nuevo a comerse sus chuminos.

Antes de descargar mi polla, informé a Sadam, el cual se bajó y se tomó toda mi lechita sin rechistar. Luego de dejármela seca, me di la vuelta para que usara mi culo como mejor quisiera y solo había una manera, endilgándomela sin preguntar.

El viejo ya estaba casi desmayado de tanto dolor y placer que estaba recibiendo por culo. Cuando Alí fue a soltar lastre, se la sacó y se la puso a mamar. El viejo, cuando Alí empezó a soltar el grifo, no dejaba de tragar sin fin aquella leche tan diferente a la de sus animales. De sus comisuras escapaban los espermatozoides, cosa que impidió Alí, pasándole un dedo y tomándose su leche, para proseguir con su polla en la boca del viejo. Hasta que no se la dejó bien seca, no la sacó, para luego darle un morreo en condiciones.

Como no era avaricioso, se dio la vuelta, esperando una polla que no tardó en llegar. El viejo la tenía bien dura después de dos pollas en su culo.

Cuando explotó, lo hizo en el culo de Alí. Entonces no tuvo más remedio que tomarse su leche directamente del culo del gigantón, so pena de llevarse una ostia en toda regla. Para ello, Alí le puso su culo encima de la cara y cuanto salía, fue siendo absorbido por el viejo. Con unos lametones en su culo, dio por finalizada la limpieza culera de Alí, pero no de la polla del viejo, por lo que se puso a mamarlo sin fin hasta dejarlo bien escurrido.

. - gracias, abuelo -dijo Alí, levantándose-.

. - de nada, a mandar.

Cuando el viejo intentó levantarse, lo hizo despacio, pues su culo estaba diciéndole que lo que se metió debía de habérselo metido en pequeñas dosis y no todo junto, pero ya era tarde para ello.

Cuando salió Alí con su larga polla colgando a un lado y a otro, muy ufano el tío, supimos que había disfrutado de lo lindo del culo del viejo y al ver que el abuelo no tenía tan mala cara después de haberse tragado su sable, di por entendido que allí todo el mundo estaba contento, pese al seguro dolor culero del viejo.

Cuando dejé escurrido a Sadam, salí otra vez y me fui hacia la catarata particular. Me di un rápido lavado de culo y polla, para salir y secarme con la brisa mañanera.

Cuando regresé a la casa, me vestí. El resto de personal, sabiendo como era de quisquilloso con la limpieza corporal cuando había agua para ello, fueron saliendo y dándose una rápida ducha, también secándose con el aire. Hasta el viejo lo hizo, cosa que me alegró. De ese modo estaría duchado para todo un año, pues seguro que no se volvería a meter bajo el agua fría en lo que le quedaba de vida, el muy guarro.

. - ¿hay caza o pesca por aquí, abuelo?

. - pesca, no, pero caza sí que hay. Pero no tendréis que cazar nada, os regalo una oveja para que la disfrutéis por el camino.

. - le damos las gracias, pero se la pagaremos.

. - no, insisto, me habéis dado más de lo que vale una oveja, os lo aseguro.

. - bueno, siendo así, antes de irnos, le daremos una propina sexual.

. - muchas gracias, aquí arriba está uno muy solo -Sonrió el viejo-.

. - es verdad. Amidala, por favor, haz algo de comida para todos, incluido el abuelo.

. - ahora mismo, Salvador.

Mientras Amidala hacía comida, el abuelo, los chicos y la princesa dimos una vuelta por los alrededores. Era un pequeño paraíso, en medio de la sequedad del entorno exterior.

Bajo un frondoso árbol retozamos un rato para hacer tiempo y que a Amidala le diera tiempo de hacer la comida. Como no, usamos y nos usó el viejo como mejor se nos daba, follando a destajo. Salió bien follado y follador el vejete.

Cuando regresamos, volvimos con una de las ovejas del viejo que nos había regalado. La atamos a la entrada, para llevárnosla viva, así nos duraría más tiempo.

Amidala ya tenía la comida hecha y nos puso un poco a cada uno. Una vez terminada la comida, solo era media mañana, decidimos irnos, ahora que el tiempo había dado un respiro con un soleado día.

. - nos tenemos que ir abuelo Bucemi.

. - ¿tan pronto?, quedaos hoy también. Mataremos una oveja. Debéis estar cansados de viajar.

Miré a Amidala, la más vieja del grupo y asintió. Luego a la princesa y se encogió de hombros.

. - ¿vosotros que decís, Alí, Sadam?

. - desde luego aquí se está muy bien y las chicas necesitan descansar -dijo -Alí-.

. - de acuerdo. Entonces nos quedamos, pero mañana a primera hora, nos vamos.

. - gracias chicos. ¿Puedo pedirle una cosa a la señora Amidala? -Me dijo el viejo-.

. - pídaselo a ella, abuelo. Es una mujer libre-.

. - bueno, pues… si podría ordeñarla como a mis ovejas, me gustaría mucho, si no es mucha molestia.

. - abuelo, abuelo. Nos salió usted un gran calentón, pero claro, hombre. Véngase aquí y traiga un cuenco. Así todo el mundo se tomará un poco de mi leche.

El viejo, rápidamente llegó con un tazón bien grande, la limpió y la puso delante de Amidala. Ella se había sentado a la mesa y se había bajado la tela que cubría sus tetorras para ser ordeñada.

(Parte 30 de 31)

FIN