El amante de los tiempos, en 5 relatos (3)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(3-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Una vez el tío libre de sus tres folladores, había que descargarlo.

. - chicos y chicas, no podéis metérosla en vuestros culos y/o vaginas por su tamaño, así que el que quiera, puede disfrutarla con la boca hasta que se corra.

Como una marabunta, fueron todos a por la polla del japonés. Se la disputaban, incluyendo los huevos. Tanto la mamaron los chicos, que acabó explotando en la cara de más de uno. Era una señora corrida. Abundante y de excelente viscosidad. Siguieron mamando hasta que se le quedó hecha una piltrafilla.

. - démosle la vuelta y ponerlo a cuatro patas, aún no hemos acabado con este cabrón.

Volvió a resistirse, pero daba lo mismo. Éramos demasiados para su fuerza, que no era poca.

Puesto a cuatro patas y con el culo levantado, fueron pasando uno a uno por el culo del tío. Todos los machos se corrieron allí dentro, mientras las chicas se tomaban las corridas directamente de sus culos succionando con sus lenguas. Aquello era una bacanal en toda regla, hasta Roseta se tomó su parte de leche del grupo, así nadie se podía quejar. Solo yo dejé de encularlo, pues la leche no había vuelto a mis huevos al ser demasiado pronto para haberla fabricado.

Una vez todo el mundo se hubo saciado y descargado en el enemigo aquel, lo llevamos arrastrando al agua y allí, yo mismo, lo lavé metiéndole varios dedos en su dolorido culo y lavada su follada polla. Después, vuelta a la casa, donde lo metimos y tendimos encima de una de las mantas.

Le puse un par de bridas en sus muñecas y otras dos en sus pies. Seguiría desnudo por seguridad y porque si tenía ganas, podía comerme su polla en cuanto me diera la gana, qué coño.

Con un par de bridas unidas la una a la otra, le até el cuello a un tubo. No se movería, aunque quisiera.

. - que nadie se le acerque, ni le suelte. Yo le daré de comer y hablaré mediante un intérprete. Ahora todos fuera.

Una vez reunidos fuera, volví a hablarles.

. - hagamos lo que dije ayer de buscar alimentos. Roseta, después de desayunar, irás con un par de chicos a buscar frutas y todo lo vegetal comestible que encontréis. Yo iré también con otro par de chicos y buscaremos animales que cazar. Jorge, te quedas al mando. No te acerques al nipón, aunque te pida agua. Roseta, en dos horas como máximo hemos de estar de regreso, si surge algo, dispara con mi pistola al aire dos veces una vez y una vez, un solo disparo. Deja un par de segundos de distancia hasta el tercer disparo. ¿Entiendes? en total tres balas, no malgastes más a no ser que sea inevitable. Si tienes que matar algún animal que os ataca, puedes descargar el arma, si no, no. sí oís mis disparos, no os preocupéis, estaré cazando.

. - yo nunca he disparado un arma.

. - yo sí, señorita Roseta -dijo Javier, que era el mayor de los chicos bajitos-.

. - perfecto. Tú serás quien lleve el arma. Déjale el seguro puesto hasta que necesites usarla. ¿De acuerdo Javier?

. - sí señor.

. - los demás, que recojan cuantas armas puedan encontrar en las casas, no podemos estar sin armas si nos atacan. Yo me llevaré a los dos hermanos, Vicente y Leonor, tú llévate a Javier y a otro que quieras.

Me saqué el cinto con la cartuchera y se la di a Javier, que se la puso muy ufano él. Le hice comprobar cómo se ponía y quitaba el seguro, luego desayunamos.

Cogí un bote de melocotones y lo abrí delante del japonés. Cogí un tenedor y pinché un trozo y se lo llevé a la boca al tipo. Rehusó comer.

. - como quieras -Le di los melocotones a Leonor y me acerqué a Marga para comer junto con ella unas rodajas de piña-.

. - ¿por qué no me llevas contigo?

. - no estás para ir a cazar. La próxima vez, quizás. Te necesito en plena forma -le dije mirándole el chumino, que no le importaba tenérmelo a la vista, pues se había levantado la faldita. De bragas, ni se ponía-.

Cogió un trozo de piña y se lo pasó por su chumino, metiéndoselo un poco y luego lo sacó y me lo llevó a la boca. Me lo comí, por supuesto. El japonés alucinaba ante tanta depravación.

Al terminar, Marga se hizo un poco para atrás y abriéndose de piernas y con las rodillas levantadas, me ofreció comerme su almeja. Tampoco me negué y metí allí mi lengua, junto con un dedo que pajeó su clítoris. La chica se corrió en mi boca, vibrando con cada orgasmo. Aquello puso al nipón a cien, subiéndole la polla hasta los mismos cielos.

. - capitán, al japonés se le puso dura. ¿Me deja bajarle la temperatura?

. - echadlo a suertes. Solo uno, el resto, aguantarse.

Jorge y Roseta se unieron a la lotería y salió ganando Severiano, que se acercó sonriendo y con un poco de aceite de palma. El japonés, que no era tonto, se revolvió, pero los demás chicos lo retuvieron y Severiano pudo acercarse sin problemas. Se la mamó cuanto quiso, para después echarle aceite a las dos partes en fricción. Se puso encima y bajó despacio. El aceite había resbalado hasta el suelo y el chico, al pisarlo, resbaló también, tragándose de golpe la polla del nipón.

. - aaaaaaaaaahhhhhhhhhh, aaaaaaaaaahhhhhhhhhh, aaaaaaaaaahhhhhhhhhh, aaaaaaaaaahhhhhhhhhh -gritaba como un poseso el enano-.

Me acerqué y tiré del chico para sacársela. El japonés reía a mandíbula batiente de la putada que había hecho su gorda polla.

. - Roseta, Jorge, adelante. La polla es vuestra -dije mientras llevaba al chico a una cama-.

Mientras Roseta y Jorge se follaban al japonés, le revisé el ano a Severiano. Un hilillo de sangre le salía del ano.

. - te has desgarrado un poco por dentro. No es nada importante. Te daré un calmante de inmediato -la verdad es que no tenía gran cosa para un culo follado a lo bestia por una enorme polla-.

En la misma posición en que estaba, le metí mi lengua a todo lo que daba. Su ojete vibró. Mi lengua succionó cuanto pudo y luego le di la vuelta. Antes de taparlo con una manta, metí mi boca entre sus muslos y me tragué su suculenta polla. Al chico aquello le pareció sublime porque se olvidaba por momentos del dolor culero y acabé recibiendo su lechada en mi boca, que tragué sin demora. Luego lo tapé con mimo.

. - ¿cómo te encuentras?

. - mejor. Gracias, capitán -el chico me acercó la cara y me besó los labios. Yo apreté los míos con los suyos y nos dimos un morro como Dios manda-.

. - quizás en otra ocasión pueda usar su…

. - la usarás, Severiano. Ya lo creo. Ahora descansa, estás exento de salir a hacer nada hasta que te recuperes -le besé de nuevo y allí lo dejé-.

En cuanto al japonés, ya estaba a cuatro patas y siendo follado por todos y comido su culo por todas. Desde luego, así se le quitaría las ganas de reírse de nadie. Cuando volvió a estar como al principio, le solté un guantazo sin decirle nada. Luego lo dejamos solo y con la boca tapada con cinta.

La expedición alimentaria iba en fila india. Yo delante con el rifle en las manos. A la media hora de profundizar en el bosque de cocoteros, hice un alto en el camino.

Los tres estábamos sudados. Sobre todo, los hermanos. Nos sentamos sobre un grueso tronco que estaba caído y les di agua para beber.

. - ¿cansados, chicos?

. - sí, mucho -dijeron a la vez-.

. - os voy a poner a régimen y haréis ejercicios. Este es solo uno más de los ejercicios que haréis -dije desabotonando a Leonor, que se dejó hacer. Sus mamas sudadas al máximo cogí con ambas manos y uní los dos pezones, que mordí y mamé durante un rato-.

. - me gusta que me mames. Lo puedes hacer siempre que quieras.

. - y a mí me gustaría que tu hermano también te mamara, mientras le como la polla. ¿Lo harías por mí?

. - ¿con mi hermano?

. - me gustaría mucho que os dierais el lote delante de mí. Eso me pone a cien.

. - ¿qué te parece, hermanito?, ¿le damos gusto a Salvador?

. - si te gusta vernos hacerlo, por mí no hay problema. ¿Puedo también penetrarla, Salvador?

. - por supuesto. Me gustaría mucho, pero no te corras en su vagina, lo puedes hacer por detrás o en su boca.

. - me gusta. A mí también me pone a cien -dijo sacándose la ropa. Su hermana ya estaba sacándose la suya. Yo, por mi parte, limpié el suelo de basura que molestara a los amantes, limpiando un círculo lo suficientemente ancho.

Me desnudé también y los invité al círculo. Luego los puse en un 69 y se pusieron a comerse el rabo y el conejo.

Yo me entremetí entro los dos, comiendo cuanto podía de uno y otro, para luego hacer que Vicente enculara a su hermana y yo a Vicente. Le di fuertemente polla por su culo, haciendo que mi golpeteo coincidiera con el suyo a su hermana.

. - quiero las dos pollas en mi culo al mismo tiempo -dijo ella-.

. - sin problema -dije sabiendo que tenía un gordo culo que todo se lo podía tragar, pese a su estatura tan pequeña-.

Me salí de Vicente y colocándome como pude junto a su fofo cuerpo, metí la polla donde ya la tenía metida el chico. No fue ningún problema. Ambos nos la follamos y sus gritos hicieron levantar el vuelo a más de un ave que por allí pululaba. Cuanto más gritaba, más fuerte le dábamos. Luego y antes de que nos corriéramos, a una, le llevamos las pollas a su boca para descargarlas allí.

La chica disfrutó de nuestras pollas lecheras y se tragó cuanto allí depositamos.

Una mamada doble por su parte y nos dejó secos. Luego nos morreamos los tres y, por último, Vicente le cogió una teta y yo otra y disfrutamos como enanos mientras le metíamos casi todos los dedos en su virginal vagina.

Lo dejamos por el momento. Cuando se fueron a poner la ropa, se lo impedí a los dos.

. - no os pongáis la ropa aún. Me da morbo veros así desnudos. Yo también me quedaré así. Dejemos aquí las ropas, las recogeremos después al regreso.

. - ¿estás seguro?, ¿no hay muchos bichos? -dijo Vicente-.

. - no os matarán, para eso estoy yo aquí.

Marchamos en pelotas a cazar algo. Había animales, pero sobre todo aves voladoras que según nos veían, salían espantadas, hasta que Leonor vio un cerdo, según ella.

. - no, es un jabalí. Subiros a ese árbol, puede embestirnos si no le acierto al primer disparo. Está con las crias y no le gusta que lo molesten.

La rama estaba relativamente baja para subirse a ella, pero para unas personas gruesas como ellas, era como si estuviera a cinco metros. Aun así, el miedo a ser corneados pudo más e intentaron subirse. Yo les ayudé empujándoles sus enormes nalgas. Cuando la tenía ya casi subida, Leonor se cagó un pedo (peo) y casi me asfixia.

. - perdona, Salvador. Fue sin querer -casi lloró la chica-.

. - no te preocupes, son cosas que pasan -dije mientras la mantuve y le metí mi lengua por el ano adentro. Ello alegró a la chica y con una mano libre, se abrió bien para dejarme el ano a la vista, así que profundicé con mi lengua en su ojete, para luego terminar de empujarla y estar a salvo del jabalí y su familia-.

Luego le tocó a Vicente. No se cagó un pedo (peo), pero hubiera sido mejor, pues se me cagó encima de la cara. La puta madre que lo parió. La mierda me dejó la cara echa un poema.

. - oh, Dios mío. Lo que he hecho -dijo Vicente-.

. - ¿le has echado encima un pedo (peo) como yo? -dijo ella sin saber el motivo del Dios mío de su hermano. Cuando conseguí que subiera y vio cómo me dejó su hermano, se puso a reír como una posesa.

. - ja, ja, ja…

. - encima te ríes, hay que joderse, -dije bajando la cabeza y con ramas sacarme la mierda de la cara. Estuve un buen rato haciéndolo, pero el olor no se me iba a ir en la puta vida-.

. - toma, límpiate culo, anda -le dije a Vicente, mientras le daba hojas verdes y secas-.

Una vez con la mierda retirada de mi cara, pero no así su olor, mandé que no se movieran.

. - voy a ir tras los jabalís. Con la cagada, se han largado. No os mováis, volveré en cuanto pueda.

. - lo siento, Salvador, de verdad que lo siento-dijo el chico llorando-.

. - no me llores ahora. Como con tu hermana, son cosas que pasan. Cuando vuelva, te daré por culo de nuevo.

. - es todo tuyo, ya lo sabes.

. - gracias, no os mováis.

Me perdí entre la maleza con el arma por delante. Los putos jabalís se habían perdido de vista, pero tenía un fino oído y los oí más allá. Los perseguí sin hacer ruido hasta que di con ellos en un claro. Estaban comiendo raíces. Eran cinco, papá, mamá, una cría bien grande y dos más pequeñas. Me decanté por la cría grande, así seguirían pariendo para otras cacerías, si aún seguíamos allí y volvía a encontrármelos.

Apunté con cuidado y disparé. El animal saltó en el aire y quedó quieto, sin mover una pata. Sus padres lo olisquearon, así como sus hermanos, pero nada, no se despertaba.

Cuando me vieron acercarme a ellos, en vez de embestirme, salieron por patas, dejando allí a la cría muerta.

Al tenerlo delante de mis ojos, supe que había hecho una buena cacería. Era de tamaño bastante grande y me costaría llevarlo, así que decidí buscar un par de palos y atarlo para llevarlo entre Vicente y yo.

Buscando unas ramas con qué atarlo, encontré un pequeño manantial de limpias aguas. Junto a sus aguas había pita sábila, planta que me serviría para quitarme el olor a mierda de encima de mi cara. No había nada como la naturaleza para arreglar otro problema que la naturaleza de Vicente, léase culo, había jodido.

Con el animal atado, regresé con los chicos.

. - ¿aún seguís ahí?

. - nos dijiste que no nos moviéramos -dijo Leonor-.

. - lo sé. Era una broma. Anda, ya podéis bajar.

. - hemos oído un disparo. ¿Lo has cazado?

. - así es. Y he encontrado agua limpia y pita sábila con que quitarme la peste de la cara. Os ayudo a bajar, pero no más pedos, ni mierda en mi cara.

. - no, descuida -dijo Vicente-.

La bajada del árbol fue más fácil que la subida. Los llevé junto al jabalí y se alegraron de lo grande que era el bicho aquel. Luego los llevé junto al agua y directamente se metieron en ella, salpicando y limpiándose el cuerpo por entero.

Yo cogí la pita sábila y haciéndole varios cortes, la llevé junto al agua. Le di un poco a cada uno y nos las restregamos. Yo, sobre todo por la cara. Al final el olor a mierda desapareció, pero quedó el olor de la pita, así que no sabía cuál olía peor. Bromas aparte, ya estaba limpio de la mierda de Vicente.

. - no lo contarás, ¿verdad? -me dijo el pequeñajo gordito cagón-.

. - ni loco. Se reirían también de mí -dije sonriendo- dame la pita, voy a limpiarte el culo-.

Se la restregué bien por su pandero, hasta que el olor desapareció, hasta me di el gusto de meterle la lengua en su ojete, cosa que alegró a Vicente, pues así daba por finalizada las ganas que tenía de darle una ostia.

Puse a ambos a mamármela y se las clavé a los dos en todos los agujeros que encontré. Vicente encontró un filón en su hermana y viceversa y se comían la boca cada dos por tres, así como el resto de sus cuerpos serranos. Allí había carne para dar y tomar y no me cansaba nunca de comérmelos vivos.

Al final nos tendimos al sol un rato hasta que nos secamos.

. - me ha gustado venir de cacería contigo, Salvador -dijo Leonor-.

. - sí, y eso, ¿por qué?

. - no solo hemos hecho ejercicio, sino que me has follado tú y me ha follado mi hermano. No sabía el potencial de hacérselo con un hermano. Es puro morbo como tú decías.

. - me alegro que hayas disfrutado, yo también lo he hecho con los dos. ¿Os atrevéis llegar al poblado en pelotas cómo estamos?

. - ¿te gustaría que lo hiciéramos? -preguntó ella-.

. - desde luego. Y si me dejáis, os follaré delante de todos, así sabrán que sois muy buenos amantes y me dais mucho placer.

. - adelante, me gustará mucho. ¿Qué dices, hermanito?

. - muy bien. Pero si pudiera encularte delante de todos también, ya sería un puntazo.

. - ¿no te importa que divulguemos que, siendo hermanos, nos amemos?

. - yo creo que cuando salgamos de aquí, ninguno dirá nada, porque todos tendrán algo que ocultar, como tener sexo con el resto y de todas las maneras. Así que mientras estemos en esta isla, podremos hacer cuanto queramos. Luego, una vez en casa, las cosas volverán a ser como antes a la vista de nuestros padres y amigos, pero no cuando estemos solos, eso si quieres -le dijo su hermano-.

. - hermanito, me has leído el pensamiento. En casa y cuando estemos solos, follaremos a todas horas, te lo prometo. De acuerdo. Hagámoslo también aquí hasta que nos evacuen, porque nos evacuarán, Salvador ¿verdad?

. - por supuesto. Por poco que pongamos de nuestra parte, saldremos todos de la isla.

. - regresemos, estoy deseando llegar y volver a disfrutar de los dos -dijo riendo ella, mientras se levantaba-.

Recogimos Vicente y yo el animal y regresamos donde habíamos dejado la ropa. Leonor la recogió y continuamos hasta el poblado. El silencio no me gustó y mandé parar antes de salir de la espesura, para asomar las narices y ver qué estaba pasando.

La leche que me han dado, me dije. Allí estaba el japonés que llegó del cielo, junto con otros tres soldados nipones más. Leonor y Vicente, a mi lado, casi nos delatan con sus voces, que, aunque bajitas, podían oírnos, al no estar tan lejos de nosotros. Suerte que les ordené callarse a tiempo o nos habrían descubierto.

. - ¿qué están diciendo esos cuatro?

. - según entiendo, los tres desconocidos han venido a investigar por si había enemigos y dieron con los demás y con su compañero preso.

. - ¿dicen algo de si vendrán más soldados?

. - han intentado usar nuestra radio, pero no han dado pie con bola porque tiene no sé qué de un seguro. La han roto, según dijo uno.

. - ¿dicen si son más en la isla?

. - no, son solo esos tres y el que teníamos preso.

. - perfecto, pegaros al suelo, voy a atacarlos ahora que están los cuatro juntos.

Los chicos se tiraron al suelo y yo puse el rifle en automático. Iba a disparar bala tras bala en una sucesión de pocos segundos.

Los nipones estaban entre la casa de dormir y la torreta. Bien juntitos. Apunté y cogiendo aire, la mantuve. Luego apreté el gatillo, desparramando las balas como si de una ametralladora fuera.

Partí por la mitad a dos nipones, herí a un tercero en el hombro, al cuarto, el aviador, estaba detrás de uno de los dos primeros y no lo rocé siquiera.

Salí fuera de la espesura y continué disparando hasta que me quedé sin balas. El herido en el hombro, cayó muerto, finalmente y herí al cuarto, el aviador, que antes estaba intacto. Corriendo me llegué hasta el herido y con la culata de mi rifle, le abrí la cabeza o más bien, se la hice papilla, muriendo al instante, también.

Revisé al resto y confirmé que estaban muertos. Luego fui corriendo hacia la casa donde comíamos y dormíamos. Casi me da arcadas, aquello era un matadero. Los habían pasado a cuchillo, todos estaban muertos unos encima de los otros como si no fueran personas. Hijos de la gran puta, si lo hubiera sabido antes, les hubiera disparado a los pies y hacerles lo mismo a ellos.

Fuera oí a Leonor llamarme y preguntar cómo estaban los chicos. Salí y les impedí entrar.

. - no entréis, están muertos. Nuestros amigos están todos muertos.

Las lágrimas de los tres se mezclaban pues estábamos abrazados. De verdad, si lo llego a saber…, pero ya era tarde.

. - ¿están todos, todos muertos? -preguntó Vicente a lágrima viva-.

. - creo que sí, pero antes tendré que confirmarlo uno a uno. No entréis, por favor. Alejaros de la casa. Cuando los identifique, le pegaré fuego a la casa y nos marcharemos de esta isla.

Llorando se fueron hacia la playa. Allí vieron una barca donde habían llegado los nipones. Se sentaron en la arena y no pararon de llorar abrazados.

Mientras tanto, entré de nuevo en la casa y uno a uno, fui identificando a los chicos fallecidos. Habían usado tanto el cuchillo, como el sable y había algunos sin miembros o partidos por la mitad. Era dantesco que una civilización milenaria como la japonesa hiciera estas barbaridades a unas personas indefensas, es que no cabía en cabeza alguna.

Cada vez quedaban menos por identificar y las esperanzas de encontrar alguno que no estuviera en el montón de muertos se iban desvaneciendo. Al final, cuando acabé de revisarlos, los conté y me faltaba uno, no, una. Marga. Volví a revisar y no estaba. La busqué por toda la casa y nada. Marga no estaba. Podía estar viva oculta en alguna parte o violada y muerta Dios sabe dónde. Lo cierto era que no estaba entre los muertos de la casa.

Salí de la casa y las revisé todas, pero nada. A grito pelado, la llamé. Vicente y Leonor llegaron corriendo hasta mí.

. - ¿qué ocurre?, ¿hay alguien con vida?

. - Marga no está entre los muertos, pero tampoco la encuentro por ningún lado. Busquémosla. No os alejéis demasiado, no quiero perderos a vosotros también.

Nos adentramos entre los cocoteros y no di con la chica. Cuando ya me daba por vencido, gritos de Vicente llamaron mi atención. Giré a mi derecha y corrí como un poseso, encontrando a Vicente arrodillado antes el cuerpo de Marga. No se movía.

En cuanto la vi, supe que estaba malherida. Efectivamente, de su costado manaba sangre, ahora en poca cantidad, pero que había formado un charco bajo ella. Sin duda le habían dado un tajo con un arma blanca y no sé cómo, pudo escapar.

La cogí con delicadeza y la llevé a una de las casas vacías y la deposité en una cama. Allí dejé a los hermanos a su cuidado, yo tenía que ir a buscar material médico para curarla. No quería que ninguno de los dos hermanos viese a sus compañeros descuartizados como ganado, pues eso les quedaría marcado para toda la vida.

Entré y recogí cuantas medicinas creí necesitar y volví a salir. Pasé por donde teníamos el agua y cogí un cuenco con ella y entré en la casa. Los chicos aún seguían a su lado.

La desnudé y besé su frente con un beso suave, para luego ladearla un poco, lo suficiente para tener una visión de la herida. Se la limpié con alcohol. Ella se removió en la cama, pero no despertó. Continué con la cura, no era muy profundo el corte, pero la sangre sí que había escapado en cantidad de allí.

Le puse cuantas medicinas se ponían para aquellos casos y la vendé con vendajes antisépticos que llegaron en la caja de supervivencia.

Le tomé la temperatura y la encontré algo caliente. No sé si de fiebre o de la misma herida, luego la tapé con mimo, dándole un nuevo beso, ahora en sus quietos labios.

. - ya está, ahora solo debemos rezar para que se recupere. Chicos, os necesito. Uno que esté siempre con Marga, otro que vigile la playa desde esa ventana -les señalé la que daba al mar- y me avise si viene alguien más. Avisadme si Marga despierta o empeora, ¿lo podéis hacer?

. - claro que sí, Salvador. ¿Tú que vas a hacer?

. - primero que nada, os traeré la ropa y os la ponéis, luego llevaré cuanta comida podamos necesitar y ponerla en la balsa para partir en cuanto Marga despierte, aparte de ropa y demás. Por último, quemar la casa con los cuerpos de los chicos dentro.

. - ¿y a esos cuatro cabrones? -preguntó Leonor-.

. - esos que se pudran al sol -dije-.

. - eso, que se pudran -dijo Vicente-.

Recogí la ropa que habíamos dejado junto al jabalí y la llevé a sus dueños. Yo mismo me puse la mía. Luego salí y cogí una carretilla artesanal y la cargué de comida enlatada que estaba en la casa de la radio. Efectivamente, al no poder usarla, habían destrozado la radio. Luego llevé la comida en unas cajas y las puse dentro de la balsa que dejé oculta de nuevo. Revisé el barco de los japoneses y no vi emisora alguna. Era más estable que nuestra zodiac, pero más lenta y ahora me interesaba más la velocidad que otra cosa. Luego regresé a la casa y arramblé con todas las medicinas y las puse en otra caja con protección anti-lluvia. Busqué ropa adecuada para los cuatro y llené otra caja. Por último, recogí cuántas armas pudiera necesitar, sobre todo las armas de fuego y su munición.

De repente me quedé quieto pensando. Me había olvidado del combustible necesario para la zodiac. Entonces corrí hacia la embarcación de los japoneses e hice un trasvase a unos cubos y llené hasta arriba el tanque. Luego dejé llena una barrica que vacié de agua y también la metí en la balsa. Ahora si estaba la cosa mejor.

Recordé el jabalí cazado y desde la calle llamé a Vicente.

. - Vicente, baja. Ayúdame con el jabalí. Lo vamos a asar, para cuando nos vayamos, podamos tener carne que comer.

Con su ayuda, lo llevé junto a un pedregal, con las que hicimos un círculo y llenamos de madera y pajullos. Luego nos inventamos los soportes adecuados para el animal aquel, que no pesaba menos de 30 kilos. Yo mismo lo despellejé con mi cuchillo, ante el asco de Vicente, que lo entretuve mandándole a la ventana de la casa para que siguiera vigilando mientras terminaba de despellejarlo. Al jabalí, no a Vicente.

Cuando lo tuve limpio de piel y vísceras, lo atravesé con un tubo galvanizado que arranqué de una de las casas. Lo puse sobre unas hojas de palmera que había colocado sobre una manta. Allí lo dejé de momento. Luego prendí fuego a la leña y me senté mejor, mientras esperaba que se hiciera carbón la leña. Cuando ello sucedió, coloqué al jabalí en su sitio y comencé a darle vuelta y más vueltas, añadiéndole aceite de palma. Cada vez olía mejor, pero no las tenía todas conmigo, pues el aceite de palma solo lo había usado para encular y no para asar un animal. Esperaba no envenenar a nadie.

El olor llegó hasta las narices de los hermanos y alegraron algo sus caras.

. - ¿cómo está Marga? -Les grité a los chicos-.

. - sigue igual. No se mueve apenas, pero respira normal.

. - vale. ¿Os gusta el jabalí asado?

. - como si fuera japonés asado, me lo comería igual -dijo Vicente mirando los cuerpos que se asaban al sol de la tarde, ya despojados de sus armas-.

No quería pegarle fuego a la casa con los masacrados chicos, ni cuando era de día, por el humo que desprenderían los cuerpos calcinados, ni de noche, pues la luz del fuego se vería a muchos kilómetros de distancia. Así que decidí hacerlo en ese momento en que no es ni de día, ni de noche. No recuerdo la palabra para describirla, pero que es cuando peor se ve y puedo ocultar algo el humo, como el fuego de la hoguera. Lo que no iba a hacer, era dejar que se los comieran las alimañas.

El jabalí ya estaba en su punto y apagué las cenizas con agua. Luego me acerqué a la casa de los crímenes y eché un poco de gasolina aquí y allá, prendí fuego y salí de allí.

En un plato eché una buena tajada de jabalí y subí a la casa donde estaban los chicos que aún quedaban con vida.

Leonor y Vicente miraban por la ventana la fogalera que hacía la casa, ahora toda quemándose. Olía a carne quemada, pero eso era inevitable.

. - apartaos de la ventana y cerrarla, no es plato de buen gusto ver quemándose a unos amigos que hace unas horas estaban vivos junto a nosotros.

Vicente cerró la ventana y se acercó a la mesa, donde había puesto la comida que había traído.

De mis bolsillos saqué unas latas de conservas y también las puse sobre la mesa.

. - comed, en cuanto Marga abra los ojos y pueda caminar, nos vamos de aquí.

. - ¿y si no los abre? -dijo Leonor-.

. - los abrirá, estoy seguro. Perdió mucha sangre, pero no fue mortal, lo sería si siguiera perdiendo sangre allá donde la encontramos. No seas aguafiestas, gordita mía.

. - si ella es tu gordita, yo soy tu gordito -dijo Vicente-.

. - así es. Sois mis dos gorditos amantes y a los que pido que nos desnudemos, me gusta veros en pelotas.

. - eso está hecho, amor mío -dijo Leonor, sacándose la ropa-.

Con ambos desnudos, yo también me deshice de la ropa y me senté entre los dos. A ella la besé y comí uno de los pechos. A Vicente le comí la boca y agachándome, le aparté la grasa buscándole la polla y cuando la encontré, disfruté comiéndosela. Leonor, por su parte, ya tenía mi polla en su boca hacía rato.

. - no haré que te corras, en cuanto comamos, la quiero en mi culo -dije-.

. - entonces yo tampoco haré que te corras. Yo también la quiero en mi vagina y en mi culo.

Dicho y hecho, dejamos las pollas quietas y después de un morreo doble, comimos hasta hartarnos. Algún que otro eructo produjeron nuestras gargantas y pese a la quema de fuera, hasta una leve sonrisa se dibujó en nuestras caras.

Una vez dado cuenta del trozo de jabalí y de las latas, estábamos como nuevos. Aparté la mesa a un lado y tal como seguían sentados, me agaché sobre cada uno de los hermanos y me comí la polla de Vicente y el chumino de Leonor. Luego los cogí de la mano y nos fuimos a la cama que estaba junto a la de Marga, que seguía durmiendo plácidamente.

Nada más subirse Leonor, se abrió de piernas y me puse a darle polla vaginalmente. Detrás de mí Vicente buscaba y encontraba su polla y me la metía en todo el culo. Moví el trasero para tragármela toda y seguí follándome a su hermana, mientras aprisionaba y sobaba las grandes y planas tetas de la chica. La cama, claro, se judío con tanto peso, lo que no hizo reír, en vez de llorar. Luego continuamos follando.

Los gemidos de los tres eran apoteósicos y bien altos. Seguidamente, Leonor se salió de mi polla y se dio la vuelta, colocándose a cuatro patas, pues sabía lo que me gustaba follarme un culo.

Se la clavé a lo bestia, pues también sabía que ya lo tenía la chica a mi medida y deseos.

Detrás de mí, Vicente sudaba la gota gorda. Cuando mi polla ya vislumbraba una corrida de órdago, oímos que Marga me llamaba.

. - Salvador, Salvador, ¿dónde estás Salvador?

. - de inmediato dejé de follarme a la gordita y Vicente mi culo. Bajamos de la cama y con las pollas inhiestas, nos acercamos a Marga.

. - hola amor mío. ¿Cómo estás?

. - Salvador, estás aquí -lloraba e intentaba abrazarme. Yo me acerqué todo lo que pude y la abracé-.

. - tranquilízate amor mío. Ya todo pasó.

. - nos atacaron tres japoneses. A Lisa…, a Lisa…

. - déjalo cariño, no hace falta que lo recuerdes, ya todo pasó.

. - pude escapar cuando me daban por muerta.

. - gracias a Dios. Te encontramos en el suelo con un feo corte.

. - sangrando pude escapar y no pudieron dar conmigo, hasta que no pude más.

. - lo sabemos. Aquí están Leonor y Vicente también sanos y salvos. Ahora tranquilízate. Anda, tómate tu lechita y descansa esa cabecita tuya.

Adelanté la polla y con una mano en su cabeza, para acercársela y otra en mi polla para llevársela a su boca, Marga comenzó a mamarme la polla. La dejé que mamara a su ritmo hasta que me corrí. Ella tragó y siguió mamando. Una vez me dejó seco, la saqué y puse a Vicente en mí misma posición. La chica no le hizo ascos y también se la mamó hasta secarle la polla.

Leonor apartó la manta y su desnudo cuerpo, la puso a cien. Metió su boca entre sus piernas y le dio una comida de chumino, que poco a poco se fue durmiendo, hasta que solo respiraba plácidamente como antes. Entonces dije a Leonor que ya había logrado su objetivo.

La volvimos a tapar. Ya cuando despertara, estaría mucho mejor.

. - dejémosla dormir un poco más. Leonor, aún no hemos terminado tu hermano y yo contigo.

. - es verdad -dijo riendo y subiéndose a la cama o lo que quedaba de ella-.

Se abrió de piernas y entre Vicente y yo le dimos una comida de lengua y sobeo que se corrió como un manantial, hasta que acabo derretida. Luego ella también se quedó dormida. Su hermano se acostó junto a ella, comiéndole una teta de vez en cuando, hasta que también quedó grogui. Yo les tapé con un par de mantas y después me acerqué a la ventana, que abrí. De la otra casa nada quedaba, solo rescoldos humeantes. Miré a la bahía y no vi nada, ni barcos, ni luces, nada. Mejor que mejor.

Me senté junto a la ventana. Con un dedo que me pasé por la punta de mi polla, recogí unas gotas de leche que luego me llevé a la lengua y saboreé. Luego hice algo que no había dicho a nadie, pero que me gustó hacerlo desde que comencé a fabricar leche en mis años mozos. Me tendí en el suelo y enrollándome como una persiana, acerqué mi boca a mi flácida polla y me la metí toda ella en la boca. Era orgásmicamente delicioso tomarme los últimos espermatozoides que aún quedaban retrasados en mi vibrante polla, consiguiendo una última contracción que disfruté. Luego me desenrollé y lavándome la polla con un poco de agua, me vestí, pues la noche sería larga y fría. Ya despertaría a Vicente dentro de unas horas para que me relevara.

. - hola mi amor, despierta.

Era Marga, que me daba besitos entre las comisuras de mis labios. Me había acostado junto a ella para darle y darme calor con su cuerpo.

Besé su boca y sonreí.

. - ¿cómo te sientes, querida?

. - muerta de hambre, pese a la leche que me tomé anoche. ¿Tienes más para mí?

. - mejor que comas algo sólido, partiremos en cuanto puedas ponerte de pie, esta isla ya no es segura.

. - al menos, cómeme un poquito el coño. Anda, porfa. O mejor todavía, fóllame, fóllame por todos lados. Sé cómo te gustan los culitos.

. - pero que niña eres.

Separé las mantas y empecé por su boca, sus pechitos los disfruté haciendo que se le endurecieran los pezones y claro, su chumino, el cual ya estaba oliendo a las mil maravillas. Al final y pese a que no debería, no pude resistirme a sacarme los pantalones y metérsela hasta el tronco, despacio, pero sin pausa. Ello logró sacar de su sueño a Vicente, que dormía en la cama de al lado. Leonor ya estaba al corriente de lo que hacíamos Marga y yo, no en balde, se estaba pajeando en nuestro nombre.

Marga gritaba de place y dolor, aun así, no dejé de romperle la vagina. Cuando la dejé bien follada de esa parte, le di la vuelta y usando mi lengua y un par de dedos, agrandé su anal culo. Ella sabía que le iba a doler un ovario, pero aun así sabía que era con el agujero que más disfrutaba el menda y quiso darme el gusto de saborearlo y rompérselo en mil pedazos.

Sin avisarle de mi entrada, comencé a hacerlo despacio, pero sin pausa. El ano le ofrecía resistencia a mi polla, pero como era una experta rompiendo culos, supo perderse ano adentro. Ella no dejaba de gritar, cosa que no impedí. Tampoco quise parar y me obligué llegar hasta el final de una puta vez. Llegué y no una, sino cientos de veces hasta que me corrí en aquel culo que iba a tener a mi disposición una y cien veces más.

Vaciada totalmente mi picha en Marga y mientras me dedicaba a succionarle la leche allí metida, sentí como Vicente, haciendo malabarismos, se tragó mi chorreante polla. La mamó y escurrió como buen chico que era.

Como colofón, me abrió de piernas y me la endilgó, así, sin permiso ni nada, tal era la compenetración con mis chicos que sabían que podían darme polla, teta y chumino a todas horas sin antes pedirme permiso, pues sabían lo que me gustaba que me sorprendieran con la polla por delante y por detrás, sobre todo.

Ya había terminado con Marga, cuando Vicente se corrió en mi culo. Me levanté un poco para facilitar la recogida de su semen allí introducido. Una vez salió todo, me di la vuelta y con un morreo, me traspasé buena parte de su lechero semen.

Marga se levantó de la cama y acercóse a Vicente, que, con su polla oculta por sus grasas, la buscó y se la metió tal cual, en su boca, haciendo que aquella polla fuera escurrida de todo resto orgánico e inorgánico que estuviera fuera y dentro de ella. Luego nos sentamos en la mesa, como si tal cual.

Leonor también se acercó. Previsora ella, ya tenía otro buen trozo de jabalí en la mesa, del cual tomamos todos hasta hartarnos.

. - Marga, ¿te encuentras con fuerzas para viajar en la zodiac fuera de esta isla?

. - si he aguantado tu polla en mis dos agujeros, ¿cómo no voy a aguantar unos suaves balanceos de la lancha?, pues claro mi amor. Leonor, aún no he probado tu chichi y tu si el mío.

. - querida, eso tiene fácil solución -dijo la gordita, apartando la mesa y abriéndose de piernas para que Marga se sirviera-.

Eso fue lo que hizo la chica. Se metió entre las piernas de Leonor y comió chichi al por mayor. Las corridas de la gordita eran bestiales y casi no daba abasto Marga para tomárselos, mientras seguía usando su lengua para trabajarle también el enorme clítoris.

Vicente y yo nos habíamos hecho dueños de ambos pechos de la gordita, para de vez en cuando comernos su boca. También nos comíamos las nuestras Vicente y yo.

Cuando mi polla pedía guerra, sonó una explosión a lo lejos.  Luego varias más. Por el sonido, supe que era un cañón el que había sonado. Dejé a Leonor y vistiéndome rápidamente, ordené recoger los bártulos y largarnos de la isla.

Bajamos los cuatro a la calle. De inmediato recogimos el jabalí que quedaba y lo metimos en una caja y nos fuimos hacia la balsa. Antes miré hacia el horizonte y nada vi, pero el cañonazo me decía que había barcos o submarinos aliados próximos.

Metí la caja con la carne de jabalí en la balsa. Luego la arrastramos hacia la playa. Unos metros antes de tocar el agua, paré.

. - mejor desnudémonos, nos secaremos pronto con este sol que hace -según dije, me saqué la ropa y la puse en la balsa. Los demás me copiaron. Los miré y sonreí-.

. - pero que buenos estáis, chicos.

Riendo, empujamos la zodiac al agua y seguimos nadando hasta mar adentro. Luego ayudé a los tres a subir, yo lo hice después.

Arranque el motor de la embarcación y partimos hacia donde sonaban los disparos. Cuando nos acercamos, nos vestimos los cuatro, no tenía ganas de que nos salvaran estando en pelotas.

De repente los disparos cesaron y nada oímos. Aun así, seguí navegando hacia donde creía que estaban los aliados. Tanto navegamos, que nos cogió la noche. Gracias al jabalí, que íbamos pisqueando, pues no paré ni para comer en todo el día.

. - ¿dónde coño se han metido los nuestros? -dije mirando sin ver una mierda-.

. - ¿estamos perdidos, amor mío? -dijo Vicente, temeroso-.

. - perdidos, no. Desorientado sí. En caso de que no demos con los nuestros, iremos hacia occidente, hacia el continente.

. - no se ve nada.

. - tienes razón, Leonor. Será mejor apagar el motor, por la noche el sonido llega más lejos y puede delatarnos y no sabemos si delante nuestro están los japoneses o los aliados.

Todo estaba oscuro, pues la luna llena estaba tapada por unas negras nubes que presagiaban lluvia. Con la balsa a la deriva, cenamos como Dios manda. Repartí comida a los cuatro y llenamos la barriga. En eso, chocamos con algo.

. - ¿qué pasa, Salvador? -casi gritó Marga, agarrándose de mí-.

. - no sé, es como si hubiéramos embarrancado, pero no veo nada. Seguimos a la deriva. Hemos rosado algo, pero ya no está debajo de nosotros.

Según terminé de decir aquello, chocamos contra una pared. El golpe no fue fuerte, pero casi nos desestabiliza, pero no, solo fue un golpe. Palpé aquí y allá y supe que era algo de madera y metal.

. - hemos chocado contra los restos de un barco -dije agarrándome del pecio, como así llaman a los barcos hundidos-.

. - si es un barco, ¿por qué no está hundido en el mar?, está flotando, ¿por qué? -preguntó Vicente-.

. - tienes razón, Vicente. Es raro, la verdad. Vamos a darle la vuelta al barco abandonado, quiero ver cuán grande es y por qué no se ha hundido como todo barco en su estado.

Sin soltar el barco, fuimos navegando despacio. Encontramos un hueco, por donde entramos. Al llegar al centro del barco, la zodiac no quiso moverse más, pese a no haber chocado con nada. Saqué la mano y tanteé bajo la zodiac. Lo que toqué no era ni madera, ni hierro, sino arena.

. - joder, estamos sobre un trozo de tierra.

. - eso es bueno para nosotros. Así no vagaremos por ahí sin rumbo. Mañana, con la luz del día, quizás veamos algún barco nuestro hacia el que podamos acercarnos -dijo Leonor-.

. - tienes toda la razón. Nos quedamos aquí. Es un buen lugar para nosotros y nadie nos verá por ningún lado que naveguen, a no ser que vengan directamente a inspeccionar este pecio.

. - ¿pecio? -preguntó Marga-.

. - así llaman a los barcos que están hundidos en el fondo del mar. Este lo estaba, creo, pero el atolón lo trajo a la superficie. Eso o que lo han hundido recientemente y encalló aquí.

. - entonces estamos sobre un volcán, ¿nos estas diciendo eso? -se alarmó Vicente-.

. - no lo tengo claro, chicos. Puede ser un volcán apagado, o el movimiento de las placas tectónicas o Dios sabe qué. Lo cierto es que estamos sobre tierra firme y aquí nos quedamos. Así podremos dormir un poco.

. - ¿solo dormir? -inquirió Leonor, acercándoseme, mientras se quitaba la ropa. La oscuridad no nos dejaba ver nada, pero sabía por qué se movía Leonor, sonreí y la esperé. No me importaba que nos diéramos el lote, pues allí, embarrancados sobre tierra firme, no había peligro de que volcáramos.

En la oscuridad, su hermano rio.

. - ¿nos vamos a dar gusto, chicos?

. - ¿por qué no?, estamos a salvo dentro del pecio y no tenemos nada mejor que hacer -dije- hagámoslo en el centro de la embarcación y cuidado con los movimientos bruscos-.

Marga, riendo también, se desnudó y dejó la ropa a un lado, luego tanteó y lo primero que encontró fueron los pechos de Leonor, los cuales mamó agarrándolos ambos. Su hermano se unió a la fiesta y tanteando, encontró un muslo mío, que recorrió y dio con el premio gordo, mi verga. Acerqué mi tranca al chico y dejé que mamara cuanta polla quisiera. Yo busqué a las chicas y di con Leonor. Su cara se giró al notar mis manos y acercándome a ella con Vicente mamándome, busqué su boca y la besé con cierta violencia. Luego supe que Marga ya estaba entre sus muslos comiéndole el chichi. Los gemidos de placer del cuarteto eran arto notorio.

Vicente dejó en paz mi polla, logrando yo sentarme en la zodiac. Cogí el nalgar de Vicente y lo senté sobre mi polla de cara a mí.

Mientras me lo follaba, nos besábamos y nada frugalmente, sino apasionadamente. Luego bajé hacia sus pechos masculinos, que eran tan grandes como los de Marga y a los cuales les di una mamada como si fueran los de su hermana.

No quería correrme hasta haber pasado por todas las chicas, así que me salí y tanteando, di con Marga y su pequeño, pero espléndido cuerpo. Como una pluma, la cogí y la senté sobre mi polla. Gritos de doloroso placer, mientras nos comíamos la boca y luego yo sus pechos.

Los dos hermanos se hacían un 69 recostados en la balsa. Yo, por otro lado, alcé a Marga y dándole la vuelta, la incliné lo suficiente para que mi polla le encontrara su ojete anal, al cual entró mi polla sin pérdida de tiempo, ni preparaciones previas chorras. Nuevos gritos de placer dolorido.

Follarme su culo era lo más placentero de la velada, pero no iba a decir nada, no quería que los demás se molestaran, pues eran buenos chicos y también me gustaba darles por culo.

Dejé el trasero de Marga en paz y mientras ella se puso a mamarle la polla a Vicente, busqué otro culo donde meterla. Leonor tenía uno bien grande y allí se la endilgué mientras ellos seguían con su 69, especial hermano, compartiendo la polla de Vicente con Marga.

Gritaba de placer que era un primor. Solo cuando me harté, busqué la polla de Vicente que seguía siendo mamada por ambas, para que me follara el culo, pero tuve que esperar turno, pues Marga había tenido la misma idea y ya se la estaba ensartando sin que Vicente se moviera de donde estaba.

Sea como sea, aquella noche no paramos de follarnos los unos a los otros, quedando derrengados los cuatro. Solo una ley prevalecía sobre todas las demás. Nada de preñamiento intencionado a las chicas, el resto era negociable. Tanto follamos, que nos quedamos dormidos los unos encima de los otros.

La claridad del día era patente cuando abrí los ojos. Una puta gaviota se había posado en nuestras narices. Cuando me separé de mis amantes nocturnos, pude admirarlos en todo su esplendor juvenil. Eran carne de mi carne, como si dijéramos. Aquellos cuerpecitos los había recorrido milímetro a milímetro con mi lengua folladora. Aquella polla de Vicente me la conocía tanto como la mía y no digamos los felpudos de mis dos chicas. Eran diferentes, pero iguales a la hora de introducirles mi lengua y mi polla en todos sus agujeros sexuales.

Al igual que yo con ellos, ellos conocían todo mi cuerpo, sobre todo mi boca y mi santa polla, pues me la recorrieron con aquellas bocas que tan bien conocía.

Dejé de admirar aquellos cuerpos que tanto placer me estaban dando, para oír primero y ver después como encima de nosotros pasaban aeronaves Zeros, mientras soltaban su mortífera carga hacia no sabía dónde.

Aunque no había que hacerlo porque el ruido de los cazas ya estaba despertándolos, llamé a los chicos.

. - arriba todo el mundo. Estamos en una batalla.

Me vestí, al igual que los demás, para luego atisbar por los agujeros que había entre las maderas del pecio. Lo que vimos, nos puso los pelos de punta.

Barcos y más barcos comenzaron a disparar sus cañones, todos en la misma dirección. Luego las ametralladoras lo hacían contra los Zeros que los atacaban.

Me salí de la zodiac y recorriendo el casco, pude hacerme una idea de donde estábamos y como estábamos.

. - chicos, estamos en medio de una batalla naval y aérea. Los nuestros atacan la costa. Supongo que será la isla principal. Creo que aquello a lo lejos es Okinawa.

. - ¿qué hacemos?, ¿esperamos a que terminen de disparar o vamos al encuentro de uno de los barcos? -preguntó Vicente-.

. - buena pregunta, chico. Hagamos lo que hagamos, estamos en peligro. Aquí quietos, podemos saltar por los aires por las bombas que lancen los nipones a nuestros barcos. Y si nos acercamos a los nuestros, nos pueden tomar por kamikazes japoneses que quieren volar uno de los barcos con explosivos. La tenemos cruda. De todas maneras, creo que nos debemos arriesgar con los nuestros, si se van, no tendremos muchas más oportunidades de que nos recojan. Buscad algo blanco con que hacer una bandera. Veamos si tenemos suerte y nos ve alguien de los navíos aliados.

Buscamos, pero no había nada blanco, solo una persona tenía algo mínimamente blanco en su poder, era Leonor. Su camisa fue un día blanca y ahora más bien no, pero era lo que más se acercaba.

. - Leonor, cariño. Nos puedes prestar tu camisa para hacer una bandera.

. - y cuando vengan, si vienen. ¿Voy a ir con los pechos al aire?

. - no cariño, no lo permitiré. Volverás a ponértela.

. - vale, confió en ti, querido. No me la rompas, por favor.

. - descuida.

Leonor volvió a sacarse la camisa y cuando me la dio, le di un beso en cada pezón.

. - por el préstamo -sonreí-.

Luego cogí uno de los remos y até las mangas de la camisa y como pude, rompí una pared por donde pasé mi cuerpo y el remo con la camisa atada. Comencé a izarla y moverla con mis manos a un lado y a otro. Así estuve un buen rato, hasta que me cansé de moverlos.

De uno de los navíos, un torpedero, surgieron luces que se apagaban y encendían. No entendía una mierda, así que llamé a Vicente para que me ayudara a traducir. Sin duda era morse, pero estaba oxidado y poco sacaba en claro.

. - ¿entiendes morse, Vicente?

. - sí, claro. Es algo que los radioescuchas debemos aprender obligadamente. No siempre fui un enano de circo.

. - ¿puedes traducir lo que dicen y a la vez usar la bandera para mandarles nuestros avisos?

. - eso está hecho. Allí pone que…, sí, preguntan quiénes somos.

. - diles que somos dos machos y dos hembras que necesitamos que nos socorran.

Vicente cogió el remo y empezó a mover la bandera provisional, haciendo movimientos con ella.

Mas luces respondieron al chico.

. - ¿y ahora que dice?

. - que no entienden una mierda de lo que les estoy diciendo con la bandera.

. - no jodas Vicente. ¿No dices que sabes morse?

. - claro, pero con una bandera, ya me dirás. Si tuviera una linterna, sería mejor. Con la bandera no estoy muy ducho.

. - ¿alguna de ustedes sabe usar la bandera para mandar señales?

. - ni idea -dijo Marga-.

. - yo me perdí esas clases -dijo la otra, queriendo hacer un chiste, pero ni ella misma, se rio-.

Más luces desde el barco.

. - ¿y ahora que dicen?

. - que van a mandar una lancha para recogernos y que los recibamos con las manos en alto o nos pegan un tiro desde allí mismo.

. - pues será mejor que hagamos lo que nos han dicho. Pero primero, devolvamos la camisa a Leonor.

Una vez la camisa desatada, se la devolví a una oculta Leonor.

. - aquí tienes, amor. Lo prometido es deuda.

. - gracias, querido. Sabía que cumplirías. Estás tan bueno que te follaría todo el santo día.

. - tú lo que quieres es matarme a polvos. Ten compasión de mí -dije riendo-.

. - dejaros de cháchara, que ya veo una embarcación en el agua. Levantad las manos, joder -dijo el chico-.

. - chicas, venid con nosotros y levantemos las manos, no vaya a confundirnos con japoneses.

(Parte 3 de 31)

FIN