El amante de los tiempos, en 5 relatos (28)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(28-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Marido y mujer se miraron a los ojos. Luego el hombre pasó la llave. Antes de llegar a la cama, ya se había vuelto a quitar la ropa. Allí, su mujer se estaba acabando de sacar su propia ropa, para luego abrirse de piernas. Debían de recuperar el tiempo perdido e iban a empezar ahora mismo.

El marido se metió entre las piernas de su gorda mujer y dio comienzo a un nuevo round sexual. Al final, extasiados, se quedaron dormidos ambos, con la polla de su marido metida aun en el culo de su amada y gorda esposa.

Al tercer día llegó un chico del banco con el recado que esperábamos. Debíamos ir a la oficina del director para unas gestiones. Miré sonriente a Bárbara y a Tony.

. - id recogiendo. Según regresemos Tony y yo, nos marchamos -dije al grupo allí reunido-.

Salimos del hotel y ya en la calle, envié, como que no quiere la cosa, a Tony al establo a recoger y pagar el alquiler de los carromatos y animales.

. - compra otro carromato, nos hará falta para transportar el material para construir la casa.

Entré en el banco y nada más verme, el empleado de la otra vez se vino hacia mi muy solícito y se cuadró.

. - por favor, pase usted. Le están esperando.

. - ¿me están? -le dije-.

. - así es. El director y su hija Felicia.

. - ya, gracias.

El tío tocó en la puerta y me anunció.

. - pase, Sr. Salvador -luego dirigiéndose a su empleado- que no nos molesten hasta que lo diga-.

. - sí, señor.

. - buenos días, Felicia. Y a usted también -le dije mirando al padre-.

. - hola, querido. Mi padre ha sido informado de nuestros encuentros.

. - ah, ¿sí?

. - no se preocupe, hijo. No lo he llamado por eso. Comprendo que son jóvenes y esas cosas pasan. Le he llamado para hacerle entrega del dinero ingresado en oro en este banco.

. - me alegro oírlo.

. - si es tan amable de firmar, le haré entrega de los recibos y del montante del ingreso. También le daré unas cartas para cualquiera de nuestras sucursales del estado para que pueda disponer de su dinero.

. - ¿lo ha puesto a nombre de quienes les dije?

. - por supuesto. Todo está en orden.

Me entregó un fajo de papeles y les eché un vistazo. Lo primero que se me vino a la cabeza, fue decirme a mí mismo, la ostia puta . Aquella cantidad que se reflejaba en el nominativo de la cuenta que se me hacía entrega era fabulosa. Con aquello podía armar un pequeño ejército y conquistar un estado y parte del vecino.

Con una sonrisa de oreja a oreja, firmé la cesión de la cuenta. Bárbara y Tony se pondrían bien contentos.

. - ¿en cuanto al anonimato…?

. - están asegurados, bajo despido de sus cargos. Me refiero a mis directores de las sucursales hacia donde me dijo que se dirigían. También verá que le he hecho efectivo un talón para que no tenga que esperar cola fuera. Aquí tiene el dinero -el tío saco un sobre con el efectivo y me lo entregó-.

. - se lo agradezco. Hoy mismo partimos, por lo que debo de despedirme de usted y su hija.

. - pero amor, no puedes irte así, sin más.

. - ¿que habías pensado, Felicia?

. - nada del otro mundo. Una cosa sencilla.

La chica se puso de pie y comenzó a desnudarse delante mío y de su padre, el cual sonreía de oreja a oreja, cual pervertido padre desnaturalizado.

Una vez sin ropa, posó delante de mí en varias posturas, para luego sonreír y darse la vuelta y agacharse sobre la mesa de su padre.

. - anda, amor. Una última vez, por favor.

Al ver a su padre babeando, no me importó hacerle el favor a Felicia, dado el consentimiento explícito paterno.

Me saqué los pantalones y lo dejé sobre una silla. Luego me puse junto a Felicia, la cual me dio una mamada rejuvenecedora. Y tanto, que se me puso mirando a las nubes.

Le di un par de cachetes en cada nalga, marcando mis manos y mi territorio. Su padre se sobaba el paquete y a cada segundo que pasaba, estaba más empalmado.

Me situé tras Felicia y metí mi lengua en su anito follable. Ella gimió un momento y esperó mis embestidas.

Se la clavé hasta los huevos en un santiamén. Tanto que casi la estampo contra la mesa de caoba de su padre. Luego la volví a poner en su sitio, a ella, me refiero y comencé a joderle el culo frenéticamente.

Su padre, harto de ser un mirón, se bajó los pantalones y cuando pasó delante de su mesa, ya se los había quitado.

Directamente se puso detrás de mí, me pasó su mano por la raja del culo y bajó hasta mis huevos que me cogió mientras seguía dándole polla a su hija. Luego se posicionó y me la clavó hasta el omoplato. Hasta su hija sentía sus embestidas.

Al poco igualamos el ritmo de las folladas y los culos follados daban brincos de alegría.

Después de un rato de darle polla, se la saqué a Felicia y me saqué la del viejo. Seguidamente me puse detrás del padre. Lo agaché lo suficiente y se la endilgué salvajemente.

Su hija no cambió de posición, pero sí de polla. De nuevo, ahora por su padre, era follada hasta reventarle el culo.

Cuando la cosa iba explotar, saqué mi tranca y el viejo me imitó. Felicia se dio la vuelta y allí ya le estaban esperando dos hermosas pollas para ella solita.

La muy guarra se las metió ambas en su boca, mientras el viejo y yo nos morreábamos a gusto. Al poco solté mi semen crea-parados y la chica los disfrutó que era una delicia. Su padre me copió y con ambas leches, la boca de la niña rica y puta, rebosó, de tanta cantidad. De sus comisuras salían nuestras leches mezcladas en su boca.

Mientras Felicia se encargaba de tomarse cuanta leche tenía en su boca y la que le salía de ella, yo puse sentado al viejo en su mesa y me puse a comerle la polla, una polla con remanentes lecheros que supe dejar secos. Sin duda, era una copia mejorada de la polla venosa de su hijo de puta.

Luego, para no hacerle un feo, me senté yo en la mesa y dejé que el hombre se extasiara con mi herramienta de trabajo. Por supuesto, había disfrutado de mi polla y de mi culo, igual que yo había disfrutado.

Su hija, una puta de cuidado y que no se saciaba nunca, también se sentó en espera de algún alma bendita que les hiciera un servicio completo a sus partes pudientes.

Al terminar el viejo, me dediqué al chumino de Felicia, donde comerme su zumo y su clítoris fue un manjar de los dioses.

Su padre se dedicó más bien a sus domingas, las cuales no se cansaba de disfrutar una y otra vez.

Una hora después salí de aquel banco de jugos vaginales y semen al por mayor.

Tony, que era perro viejo, notó que había follado y mucho.

. - joder, creí que te ibas a vivir al banco. Si hasta me dio tiempo de follarme al chico que cuidaba de nuestros animales. Fíjate como sonríe el muy mamón.

El chico, de no menos de 25 años, sonreía mientras se sobaba la polla por encima de los pantalones. Me acerqué al él y confirmé que olía el ambiente a corrida.

. - veo que te va la marcha -le dije-.

. - sí, señor. El amo de esto me paga todas las noches un extra por culo y he acabado disfrutando con ello.

. - ¿puedo catarla un poco? -le dije-.

. - ya su amigo me dejó seco.

. - me gustan las pollas que están descargadas también.

. - siendo así, vengase aquí y sírvase usted.

Pasamos detrás de unos pallets con forraje y bajándose los pantalones, pude admirar que tenía una larga y escurrida polla. Me arrodillé y sin manos, me la metí en la boca cuan larga era. Sí señor, el tío tenía una señora polla aun descargada.

El chico se contorsionó al ser de nuevo mamada su sabrosa polla. Luego pasé a sus huevos y lamiéndolos, acabé de nuevo con la polla a la que conseguí sacarle un último chorro lácteo que disfruté.

Me levanté y le di un dólar en agradecimiento. El chico lo cogió al vuelo, para luego subirse los pantalones. Joder, se dijo el mozo, si cobraba un dólar por mamada, se iba a forrar. Iba a tener que pensárselo y cobrar al personal por cada mamada.

Regresé ante un sonriente Tony.

. - ¿tú no te cansas nunca?, ¿con quién estuviste jodiendo en el banco?, si se puede saber.

. - con el director y su hija. El viejo tiene una polla milagrosa y no digamos su hija. Me refiero a su agujero trasero. Es divino. No podía irme sin agradecerles sus servicios.

A hurtadillas le enseñé el montante de la cuenta.

. - la leche en vinagre -frase más que elocuente, sí señor-.

Le puse un dedo en la boca y se cayó, pero sus ojos hablaban por los codos.

. - voy a pagar la cuenta del hotel. Lleva los carros hacia la tienda de abastecimientos y espéranos allí.

Un par de horas después estábamos lejos de la capital con destino a la zona donde habían adquirido las tierras para construir la hacienda, Tony y Bárbara.

En los carros llevábamos herramientas suficientes para salir airosos en la construcción de la casa.

Se tardó algo más de una semana en llegar a destino. Era una gran pradera llana, salpicada de altas hierbas, con un bosque de altos pinos cercanos.

En medio de las tierras discurría un riachuelo que provenía de las nevadas cumbres que se veían a lo lejos.

Paré mi carreta y estiré los pies y los brazos, aun sin bajarme del carro. Tony se puso a mi lado y me miró sonriente.

. - ¿seguro que es aquí? no se ve un alma -le dije-.

. - precisamente por eso nos gustó esta zona. Aquí estaremos solos con la naturaleza. Hay caza y pesca en los alrededores, sin necesidad de acercarnos a ninguna población.

Lo primero que hicimos fue hacer una tienda provisional donde cobijarnos del sol y la posible lluvia. Luego, mientras los hombres nos dedicábamos a cortar árboles en el bosque y bajarlos, las mujeres se dedicaron a la pesca y a la caza.

Una semana después, la casa iba cogiendo forma. Dos meses después, la inauguramos por todo lo alto, donde no faltó comida pescada y cazada por las damas, las cuales vistieron sus mejores galas.

Poco tiempo estuvieron con las bonitas ropas que habían comprado en la capital, pues pronto se armó la marimorena. Allí nadie dejó de soltar leche y fluidos corporales sin parangón. La fiesta continuó hasta después de que la luz desapareciera de nuestras cabezas.

Nadie quería ser el primero que abandonar la fiesta. Las pollas y los coños estaban al rojo vivo de tanto uso. Y no digamos de los culos de todo el mundo. Sin duda aquella fiesta sería recordada mucho tiempo. Uno a uno fue quedándose dormido allí donde se encontraban y como se encontraban, que no era de otra manera que desnudos como mandan los cánones.

Al día siguiente el grupo tenía una resaca que se ponían como locos cuando alguno alzaba la voz.

Hacia mediodía cuando la cosa se tranquilizó, hubo un par de noticias que fueron difundidas.

Jocelyn, Shirley y Lisbeth se nos acercaron cogidas de la mano y lo soltaron.

. - papá, mamá, chicos y chicas, os tenemos que dar una noticia doble -dijo Jocelyn-.

. - estamos preñadas -gritó Lisbeth, que no se podía contener de la alegría que ello la embargaba-.

El grupo se acercó a felicitarlas y de paso echarles un casquete, que ellas recibieron de mil amores.

. - ¿desde cuándo lo sabíais? -Preguntó Tony-.

. - entre un mes y una semana. Pero les pedí que no lo divulgaran hasta tener la casa construida. Seguro que les hubierais dicho que se sentaran a mirar y no podía ser, sus manos nos hacían falta. Además, yo estuve trabajando hasta los ocho meses cuando tuve a Jocelyn. No somos de cristal -dijo Bárbara-.

. - ¿ya sabéis los nombres que les pondréis?

-pregunté-.

. - al primero que nazca, Salvador, al segundo Tony y al tercero Sam el Veloz -dijo Shirley sonriendo-.

. - eso sí son machos. ¿Y si son hembras?

. - lo mismo, pero en femenino -dijo la chiquilla, muy ufana ella-.

Poco a poco se construyeron el granero, pocilga para los cerdos, gallinero y, por último, recinto vallado para los caballos al aire libre y otro techado para las vacas y los caballos. Cuando todo estuvo construido, tocó ir a por ganado.

. - me llevo a Sam y a Águila Veloz. En la hacienda más cercana que encontremos, adquiriremos unas vacas y algunos caballos. No nos esperéis en bastantes días -les dije a los chicos-.

. - tened cuidado, queridos. Haced todo lo que Salvador os diga.

. - si mamá -dijo Águila Veloz, dándole un beso en su boca-.

Sam le dio otro y también la llamó mamá. Partimos con un par de mulas con víveres para varios días.

La primera noche la pasamos al raso, bajo las estrellas. Los tres juntos en la misma manta y tapados con dos más, nos dimos por culo hasta que los chicos se durmieron. Yo me quedé de guardia, no quería sorpresas de ningún tipo.

De vez en cuando, para no dormirme, me enculaba a uno o a otro de mis chicos. Si se despertaban, les daba un beso, sonreían y volvían a dormirse como benditos.

A la mañana siguiente los despertó el olor a café recién hecho. Los chicos, desnudos como estaban, se acercaron al fuego y se tomaron su taza de café. Seguidamente se dieron por culo el uno al otro. Una vez todo en calma, partimos rumbo norte, siempre norte, según me había dicho Tony, que era donde estaban los ranchos más cercanos.

Cuatro días después, estando bajo un pinar protegiéndonos del sol abrazador del mediodía, vimos un caballo a lo lejos con alguien encima colocado como un fardo. Sin duda me jodió el disfrute que estaba obteniendo de darle por culo a Sam mientras lo tenía a cuatro patas. Dejé de joderle el ojete, para ponerme los pantalones. Cogí el rifle y luego monté en mi caballo.

. - esperad aquí, por si es una trampa.

Salí a galope tendido hacia el caballo que no iba muy rápido. Lo alcancé al poco, atrapando las bridas que colgaban.

El fardo era una chica melenuda. Llevaba la boca atada con un pañuelo y sus manos y pies con cuerdas.

No llevaba camisa y tenía sus pechos apretados contra el animal, solo los podía intuir, tendría unos 25 años aproximadamente. Estaba desmayada, sin duda por el fuerte sol reinante, ya que tenía la espalda quemada por el sol. Sin desatarla siguiera, monté en mi caballo y la llevé con caballo y todo junto a los pinos. Allí, bajo la sombra, la desataría y vería si estaba herida, aparte de las quemaduras por el sol.

Los chicos nos esperaban expectantes. Sam se había vestido ya, al igual que antes lo había hecho Águila Veloz.

Ya a la sombra, la bajé del caballo y la puse en el suelo, junto a uno de los árboles. Mientras la desataba, pude olerla. Todo su cuerpo estaba impregnado de olor a colonia de la cara. Exactamente flores silvestres y algo de tufo de sobaco.

Sus pechos estaban en su máximo esplendor y me estaban dando ganas de mamárselos un poco, pero me contuve. Sam se acercó y se los cogió con ambas manos y luego les besó cada pezón. ¿Por qué no?, me dije.

. - ya está bien, Sam. Dejémosla dormir un poco, mientras, le pongo una crema para las quemaduras del sol.

De las alforjas de mi caballo saqué un tarro y cogí un poco con los dedos. La hice hacia adelante y le puse en su espalda. Luego cogí otro poco y con las dos manos le sobé bien sobada ambas tetas. La polla se me puso dura.

Luego le cogí ambas manos y también les puse pomada. Después la dejé descansar sobre una de las mantas.

Mientras Águila Veloz vigilaba, Sam y yo nos echamos una siesta. Pero duró poco.

Águila Veloz estaba embobado con la chica, la cual tenía una melena larga color café tan larga como la suya.

Cuando la chica se despertó y vio delante de ella a un indio que le miraba fijamente las tetas, dio un grito de espanto. Las aves alzaron el vuelo y a mí y a Sam nos despertó de la siesta. Al saber el motivo, sonreí y me restregué los ojos.

. - no te acerques a mí, maldito salvaje -decía la melenas, con un palo que había cogido del suelo-.

Águila Veloz no se había movido nada, solo sonreía. La chica, al vernos a Sam y a mí, dos blancos, corrió en nuestra dirección y se puso detrás de nosotros.

. - tranquila, te salvaremos de ese indio salvaje -le dije cogiéndola del hombro y acercándomela. Sus tetas maravillosas eran todo un reclamo para mi lívido-.

. - mátalo, mátalo -gritaba la condenada-.

. - tranquila, tranquila, no te va a hacer nada. Es mi hermano de sangre.

. - ¿tu hermano de sangre un piel roja?

. - bueno, si no de sangre, si de teta, mucha teta, ¿verdad, Águila Veloz?

. - ya lo creo, hermano, mucha teta -dijo el chico riendo-.

. - ¿seguro que no me va a cortar la cabellera?

. - bueno, contigo a lo mejor hago una excepción y te la corto, me gusta tu pelo -dijo acercándose a la chica y con el cuchillo en la mano-.

La chica dio otro grito y se parapetó detrás de mí.

. - perdónale la vida, Águila Veloz. ¿No vez lo buena que está?, ¿por qué no nos la tiramos antes de que le arranques la cabellera?

. - sí, seré la mejor -dijo rodeándome para cogerla-.

La tía salió espantada, huyendo colina abajo.

. - joder, cómo corre la condenada -dijo el indio-.

. - y como se le mueven las tetas -dijo Sam-.

Después de perderla de vista, volví a tenderme en la manta. Sabía que tarde o temprano volvería. No tenía ni caballo ni comida. Pero lo que no pude prever fue que lo haría tan deprisa y tan pronto.

La hembra volvía corriendo tanto o más que cuando salió espantada. Pasó por delante de nosotros y se ocultó tras un árbol.

. - son ellos, son ellos.

. - ¿quiénes son ellos?

. - los que me secuestraron cuando paseaba.

. - Sam, cuida de ella. Águila Veloz, acompáñame.

Le lancé uno de los rifles y tomé otro. Luego bajamos la colina hasta ponernos detrás del último árbol. Desde allí pudimos ver a tres jinetes que se acercaban.

A unos cincuenta metros, saltaron de los caballos y se acercaron, sin ninguna arma en la mano.

. - esta vez no se nos escapa, esta puta. Cuando le ponga las manos encima va a ver lo que es una polla -le decía uno a los otros dos-.

Los aludidos reían con ganas.

. - cuando acabes, me toca a mí -dijo otro-.

. - y una mierda. Lo echaremos a suerte -dijo el tercero-.

. - vale, vale, joder. Callaros, no la oigo.

Al poco sonó el relincho de uno de nuestros caballos, me cagué en el puto animal.

. - chicos, habéis oído. Está ahí arriba.

Se acercaban y no deseaba tenerlos tan cerca, así que les ladré una orden.

. - no sigan subiendo o les pegamos un tiro.

Los tíos se pararon al instante, pero lejos de obedecer, desenfundaron sus armas y se parapetaron tras unos troncos caídos. Comenzaron a disparar no se sabía hacia dónde.

Dejé que se foguearan un poco, luego le hice una señal al indio para comenzar a disparar. Estando arriba, teníamos mejor posición y el primero en caer fue el que estaba más a la derecha. La bala había salido del arma que disparaba Águila Veloz.

Yo disparé contra el de mi izquierda, pero el tío estaba bien parapetado y no recibió plomo. Yo seguía soltando balas, hasta que una esquirla rebotada, le dio en toda la cara al tío. Entonces se alzó para quitársela de la cara y fue cuando le volé su cabeza de un certero disparo.

El que quedaba disparaba con dos pistolas a la vez y como si fuera indestructible, salió soltando plomos a diestro y siniestro. El muy estúpido acabó con las balas en un santiamén. Águila Veloz le abrió la cabeza con uno de sus disparos, cayendo fulminado.

Salí de mi parapeto y bajé para inspeccionarlos. Todos habían palmado. Luego fui en busca de los caballos y los llevé junto a los nuestros.

. - Sam, ya puedes salir. Tú también, melenas.

Cogidos de la mano, salieron y se acercaron a nosotros.

. - ¿os los habéis cargado? -Dijo la chica-.

. - sí, esos tres ya no secuestrarán a nadie más.

. - gracias, gracias -decía la tía abrazada a mí y restregándome las tetas-.

. - ¿y a mi hermano de teta no lo abrazas?, el solo se cargó a dos.

. - si no me corta la cabellera o me viola, le abrazaré.

. - bueno, por esta vez te perdono la vida -dijo el indio, abriendo las manos-.

La chica, aún no muy segura, se acercó y al final se abrazó al indio.

. - joder, que buenas tetas tienes, condenada -dijo cuándo las sintió sobre su torso desnudo.

La chica se separó con una sonrisa en su cara.

. - gracias por salvarme dos veces y por eso que has dicho.

. - es que es la pura verdad -dijo el chico mirándoselas descaradamente-.

. - chicos, estoy desnuda, dadme una camisa, por favor -dijo ella, poniéndose las manos en ambos pechos para ocultárnoslos.

. - de eso nada. Solo enseñas las tetas. Lo otro no. Además, no tengo camisa de repuesto. Pregúntale a mi hermano a ver si tiene alguna de repuesto.

. - yo no uso -dijo riendo-.

. - entonces a joderse, chica. Anda, quítate las manos de delante de los pechos, porfa. Te hemos salvado, al menos déjanos que nos deleitemos un poco.

. - sois unos depravados como esos a los que liquidasteis.

. - si lo fuéramos, ya estarías toda desnuda y follada como decían ellos que iban a hacer contigo.

La chica entendió mi razonamiento y se dijo que era verdad. Así que apartó las manos de sus pechos y pudimos disfrutar los chicos y yo mismo, del espectáculo de la naturaleza. Ella no sabía dónde meter las manos.

. - ¿tienes hambre? -Preguntó Sam-.

Ella asintió con la cabeza. Sam fue a por un trozo de conejo y se lo acercó. Comenzó a comérselo rápidamente. Lo hacía como una fiera desesperada, tal era el hambre que tenía.

. - quiero que me llevéis con mi familia. Es muy rica y os pagarán bien.

. - tenemos otros planes en mente -le dije-.

. - ¿no os interesa el dinero que mi familia os pueda dar?

. - mujer, tanto como eso no, pero… por cierto, ¿cuánto le iban a pedir esos tres a tu familia por tu liberación?

. - 100.000 dólares.

Silbé por todo lo alto.

. - ¿tan ricos sois?

. - sí, tenemos el mayor rancho de todo el territorio. Además, soy hija única.

. - ah, ahora lo cojo. Hija única.

. - ¿acaso vas a pedirle a mis padres ese dinero por devolverme?

. - es una buena cantidad, pero no.

. - entonces qué queréis por llevarme con mi familia.

. - poca cosa. Solo tres.

. - ¿tres?, ¿qué tres cosas?, si se puede saber -la chica se puso en guardia-.

. - vamos en busca de buenos caballos y animales de granja, como vacas y algún toro. Les podrías hablar bien de nosotros para que nos los dejaran a buen precio. Solo necesitamos una docena de caballo y otra de vacas.

. - ah, por eso no os preocupéis, hasta les diré que os regalen los animales. ¿Cuál es la segunda cosa que queréis por devolverme a casa?

. - que, durante el regreso a tu casa, vayas con las tetas al aire y que tu chumino este siempre a la vista. Nos gusta deleitarnos con las cosas bonitas.

. - lo dicho, sois unos depravados, ¿cómo podéis pedirme eso?, no es de caballeros. Lo de las tetas, pase, pero lo de abajo, ni hablar.

. - entonces no hay trato. Coge tu caballo y lárgate -le dijo Sam muy serio-.

. - ¿Te has vuelto tan depravado como ellos?, no lo puedo creer. Vale, pero que conste que os odio a los tres por hacerme esto.

Con un rápido movimiento, metió sus manos bajo la faldita que llevaba y se sacó las bragas. Luego se la subió por su parte delantera, colocándosela tal que su chumino afeitado de dos días, quedó a la vista.

. - mal nacidos. Venga la tercera cosa, cabrones.

Esta vez le tocaba a Águila pedir su deseo.

. - quiero que nos la mames a los tres y nos hagas corrernos en tu boca. Esa es la tercera y última petición -dijo el indio-.

. - serás hijo de puta y vosotros también. Ni hablar, me iré caminando, si hace falta, pero esas guarradas yo no las hago. Ni que fuera una puta, manada de cabrones.

La tía se montó en el caballo y partió a galope tendido.

. - Águila Veloz, creo que la has asustado un poco -dije-.

. - solo un poco.

. - de eso nada, joder. Ahora me voy a quedar sin verle el chumino durante todo el camino. Te has pasado dos pueblos, Águila Veloz -dijo Sam enojado-.

. - lo hecho, hecho está. Venga chicos, nos largamos de aquí. Al menos tenemos tres caballos gratis, con sus armas respectivas. Águila Veloz, mírales en los bolsillos, por si llevan algo de valor. Nos lo repartimos, aunque no nos haga falta. Un botín de guerra, es un botín de guerra -dije-.

El indio, después de revisar los fiambres, se guardó en el taparrabos lo que encontraba. Al poco lo pensó mejor y comenzó a desnudar a los muertos. Se sentó sobre una piedra y se puso la ropa.

. - ¿cómo estoy? -Dijo con una sonrisa de oreja a oreja-.

. - pareces todo un vaquero y muy guapo, por cierto. -Le dijo Sam, acercándosele y dándole un beso de tornillo-.

En ese momento recordé la camisa de la chica y miré en las alforjas de los caballos. Allí estaba la de la joven melenuda. Olía a flores silvestres y algo de sobaco. La volví a poner en su sitio y monté en mi caballo con las bridas de los otros tres en mi mano.

Al poco íbamos al paso hacia el norte de nuevo. El sol estaba ya casi en el ocaso y la temperatura aflojaría un poco. Me gustaba el sol, pero no tanto, joder.

Después de casi tres horas, la noche cerrada nos envolvió y decidí dejarlo por hoy. Busqué una protección natural y la encontré en un pequeño valle, donde había una vieja cabaña de cazador. Atamos los caballos fuera y entramos. Estaba sucia y cochambrosa, pero al menos estábamos bajo techo. Si llovía, que lo dudaba, no nos mojaríamos.

Con las diferentes maderas que allí había, hicimos un fuego y calentamos unas latas de judías importadas.

Águila Veloz, que había ido a mear fuera, entró y nos cuchicheó.

. - nuestra amiga, la melenas, se acerca.

. - déjala que lo haga. Seguro que nos has estado siguiendo toda la tarde. Cuando huela las judías, ya entrará si tiene ganas de comer. De momento, como si no lo supiéramos.

La primera lata nos la comimos con gran apetito, cuando íbamos a por la segunda, apareció por la puerta nuestra amiga. Sin duda había llorado, pues su cara así lo declaraba, pero nada dije.

. - ¿me podéis dar algo de comer?

. - no te has ganado la comida. Por cierto, ¿cómo te llamas, melenas?, ya conoces a estos dos. Yo soy Salvador-.

. - Cintia, me llamo Cintia Jones.

. - Cintia Jones, acércate, anda. Te iba a poner a limpiar la cabaña antes de darte de comer, pero no voy a ser tan cabrón. Ven y siéntate, pero ya sabes cómo.

A regañadientes, se sentó sobre sus piernas y se subió la falda. La luz de la hoguera alumbraba su chochete, que nos quedamos mirándolo como embobados, como si no hubiéramos visto chochos como para parar un tren. Los chicos somos unos descerebrados, pero es lo que hay.

Ella sola se tomó toda la lata de judías, no dejando ni las raspas. Cuando acabó, eructó sonoramente, reímos los tres.

. - espero que esta noche no llenes el ambiente con el olor de tu trasero -dije-.

En ese mismo momento, se soltó uno bien oloroso Los chicos y yo nos tuvimos que salir de allí.

. - será cabrona. Vaya guarra -dijo Sam-.

La tía no dijo nada, solo cogió un trozo de pan y queso y se lo comía bien rápido, no fuera que se los quitaran de las manos.

. - ésta acaba con todos los alimentos que tenemos

-dijo Águila Veloz-.

. - sí, o nos morimos de hambre o de los pedos -dije sonriendo-.

Al final, la chica sonrió, aunque no quería hacerlo. Después de que el ambiente se volvió respirable, entramos y preparamos las camas, las cuales estaban casi todas rotas, por lo que las pusimos directamente en el suelo, sin patas. Tendimos las mantas y nos acostamos. Allí estaba ella junto al fuego, mirándonos como un perrito abandonado.

La jodida estaba echando cuentas de lo que debía hacer.

. - quiero que me llevéis a casa.

. - sí, y un huevo también -dijo Sam-.

. - lo haré -dijo ella bajando la cabeza hacia el suelo-.

. - ¿harás qué? -sabía perfectamente a lo que se refería, pero quería oírselo decir-.

. - pues eso. Os mamaré la polla a los tres, bastardos.

. - discúlpate. Ya estoy harto de oírte decir palabrotas. Ni que fueras una verdadera puta -le dije enfadado-.

. - de acuerdo. Os pido perdón, pero…

. - pero nada. Ponte de pie con una sola pierna y los brazos en cruz.

. - ¿qué? -la chica, alucinaba-.

. - lo que has oído, por blasfemar.

. - serás…

. - ¿qué dices…?

. - vale, vale.

La mujer hizo lo que le pedí y allí se quedó colgando de una sola pierna y con los brazos como Jesucristo en la cruz.

Ella, de vez en cuando, ponía la otra pierna en el suelo y volvía a levantarla. Un rato después, pensé que ya estaba bien de abusar de la melenas.

. - déjalo ya, Cintia. Te perdonamos lo de las mamadas, pero no lo otro.

. - ¿de verdad que la vas a perdonar?, ya lo había aceptado joder, Salvador -dijo Águila Veloz-.

. - por eso mismo. No hay que abusar de una persona, cuando se ha dado por vencida-.

. - gracias, Salvador. Después de todo no eras tan bastardo como decía.

. - oye, no vuelvas a las andadas o vuelves a hacer el pino.

. - no, no. ya no blasfemaré más. Te lo juro.

. - vale, ahora desnúdate del todo y acuéstate junto a mí.

. - ¿pero no dijiste que no me ibais a obligar a eso…?

. - yo no he dicho que te vaya a violar. Pero tu cuerpo me dará calor y esta noche va a hacer frío. Solo nos pegaremos bien, solo eso.

. - este Salvador es muy listo. La quiere para ella sola -dijo Sam-.

. - tranquilo, chicos. Todavía quedan varios días y varias noches de marcha. Cada día dormirá con uno diferente. Pero una cosa. Que nadie la intente violar o me enfadaré. Solo si ella quiere, solo así.

. - no, yo no quiero que me violéis -dijo ella enseguida-.

. - pues ya la habéis oído. Nada de eso. Anda, vente, que se me están enfriando los cataplines.

. - ¿eso no es una blasfemia? -preguntó ella-.

. - de eso nada. Es un sinónimo de huevos, también sé de polla, como…

. - vale, vale, ya lo cogí -dijo ella, sacándose la falda y metiéndose bajo mi manta. Se puso de espaldas, Dándome el trasero-.

. - de eso nada. Ponte de frente, que tus tetas me darán mucho más calor que tu trasero.

. - degene…, Uy, perdón.

Se dio la vuelta y puse mi cara entre sus pechos y allí los dejé. Luego con mis piernas, rodeé las suyas, uniendo mi polla empalmada con su chumino. No se la clavé, ni mucho menos. La tenía hacia abajo, forzada por la presión. Ella sin duda la sentía junto a su vulva, pero no dijo nada.

Al rato como no había intentado follármela, cosa que tenía unas ganas locas, la chica se relajó y se apretó aún más a mi desnudo cuerpo. Así, los dos, nos quedamos dormidos.

Una hora después de cerrar los ojos, me desperté sobresaltado. La Cintia estaba maniobrando con mi polla. La muy jodida se la estaba metiendo en su vagina. En su oreja le pregunté qué era lo que hacía con mi polla.

. - yo también tengo frío y tu polla me dará calor extra ahí abajo, pero no hagas ningún movimiento, solo déjala ahí.

. - bueno, vale, ahora déjame dormir, joder.

Todo ello a su oído para no despertar a los chicos. Ninguno hacía guardia, no lo creí necesario.

Volví a dormirme. Aunque allí la que no dormía fue Cintia. Nunca había sentido tan rico allí abajo. Con disimulo y lentitud se metía y sacaba mi rabo de su polla, hasta que me desperté cuando me corrí dentro de ella. Ella jadeaba bajito.

. - serás… -comencé a decir-.

. - calla -me puso un dedo en los labios-. Ahora sí puedo dormir yo-.

Me apretó contra sus tetas y se dispuso a dormir, cosa que lo logró al rato. Jodida cabrona, prácticamente fue ella quien me violó a mí al final.

Cuando desperté, aún tenía a Cintia a mi lado y de nuevo movía la pelvis para enterrarse mi cipote, otro sinónimo de polla.

No tardé en correrme en su interior. Sin duda, quería quedarse preñada del primero que tuviera polla. Entonces ¿por qué huyó de sus tres captores?, mujeres, ni con ellas, ni sin ellas.

Con disimulo se salió de la cama y se puso la falda. Luego avivó el fuego que apenas quedaban unas pocas brasas, añadiendo leña.

Puso el café a hervir, cosa que despertó a Sam y al indio. Luego, los tres desnudos como estábamos, nos sentamos frente al fuego, delante de ella.

Águila Veloz le hizo señas con la mano de que se dejara ver el chumino. La chica, a regañadientes, se trabó la falda para que se lo pudiera ver bien.

Al principio el indio sonrió. Pero después fijó mejor la vista y acercó sus narices al chumino de la chica.

. - pero qué coño -dijo- ¿eso que te sale del chumino no es leche de Salvador?

La chica, más que roja, de color granate, me delató con su mirada y mirando mi cipote, ahora colgando y con una gota de leche en la punta, hizo que tanto Sam como Águila Veloz, me lo miraran.

Águila Veloz lo cogió con su mano y pasó un dedo por mi polla, luego, la gota que cogió se la llevo a la boca.

. - efectivamente, es leche de nuestro querido Salvador. No habéis jugado limpio, así que ahora quiero que me chupes a mí y luego a Sam.

. - déjalo, la culpa fue mía. Yo os la mamaré, ella no.

. - gracias, pero no es necesario. Seré yo quien se las mame, no me importa.

La chica se inclinó sobre la polla de Águila Veloz y comenzó a comerle la polla al chico. Al poco, se acercó Sam y se tendió en el suelo, debajo del chumino de Cintia y comenzó a succionar cuanta leche le salía de su vagina.

Ella suspiró, pues lo que le hacía aquel cabronazo, según ella, le gustaba y mucho.

Siguió mamando polla, hasta que vio una sonrisa en la cara del indio, que miraba hacia mí.

Me puse en pie y le di a comer mi polla, por la cual comencé a retorcerme de placer. El chico era ya todo un experto en pollas menguantes y no tan menguantes.

Cuando se la tuvo bien dura, Cintia se levantó un poco y se sentó sobre la tranca del chico. Enterrándosela toda ella. Arriba y abajo, abajo y arriba, aquello era algo que recién había probado conmigo y que ya no podía dejar de hacerlo. Así de rápida era la tía y es que donde se ponga una polla…

Sam, sin chochete que llevarse a la boca, se puso detrás y con su lengua, lubricó el ojete de la mujer. Seguidamente le enterró su polla hasta los huevos.

Un pequeño grito, nos puso sobre aviso que aquella polla, apenas le había hecho daño. Sam, por otro lado, se dedicó por entero a joderle el culo, hasta correrse en ella.

Cuando Águila Veloz se iba a venir, se la sacó y se puso de pie. Su polla fue introducida en la boca de la chica y allí descargó su mejunje lácteo.

Siendo la primera leche de tío que se tomaba, pese a su edad y los tiempos que corrían, a la chica no le desagradó recibirla.

Al principio sopesó si tragársela, pero fue por poco tiempo, pues fue afirmativa la decisión a tomar.

Después se dio la vuelta y le cogió la polla a Sam y se la metió en su boca, sacándole toda leche que aún le quedaba en los conductos de su polla.

Una vez terminada la follada, los tres nos quedamos en un himpás, mirándonos los unos a los otros. Aquello marcaba un antes y un después en las relaciones de los tres con la chica.

. - nos tomamos el café y nos vamos -dije-.

Así lo hicimos. Cuando ensillamos los caballos, saqué la camisa que guardaba de la chica. La cogí y se la entregué.

. - ahí tienes tu camisa.

. - gracias, Salvador.

Ella se la puso y se abotonó los dos primeros botones de abajo. Luego, dejándose los pechos fuera de ella, se abotonó los demás hasta justo bajo ellos. Así los dejó, enseñándonoslos.

Cuando se montó al caballo, la faldita volvió a estar sujeta para que pudiéramos explayarnos en la más bonita visión del mundo.

. - ahora lo hago porque quiero que disfrutéis, antes era obligado.

. - pues muchas gracias, querida. Mis chicos y yo te lo agradecemos -dije sonriendo, al mismo tiempo que subía a mi montura-.

Como había previsto, tardamos varios días en llegar a la hacienda de Cintia, así que durante las noches y cuando descansábamos para comer, nos deleitamos con los agujeros de una Cintia cada vez más atrevida. Sobre todo, cuando supo que al día siguiente ya llegaríamos a su casa. Nos hizo utilizar sus muchos agujeros al mismo tiempo. Aquella follada fue apoteósica, hasta para los chicos.

Durante la noche, la chica fue saltando de cama en cama hasta llegar la mañana con su vagina y culo llenos de leche. Sin duda, aquella Cintia, pronto iba a disfrutar, cuando nosotros nos fuéramos con viento fresco, con las pollas de toda la cuadrilla de empleados que sus padres tenían en la hacienda. Se nos había convertida en toda una puta, que además era ninfómana. No, no creo que tuviera suficiente con los empleados de su hacienda, esta puta, no. Despertó tarde al sexo, pero ahora iba a recuperar el tiempo perdido.

Antes de llegar a su casa, nos desvió hasta un pequeño remanente de agua. Allí nos dimos un refrescante baño, aunque con la misma ropa. Vamos, como el resto de vaqueros de la época, unos verdaderos guarros donde los haya.

Los padres de Cintia nos trataron a cuerpo de rey cuando su hija les dijo como la habíamos salvado y eliminados los secuestradores. Por supuesto, omitió que fue follada a conciencia por estos tres liberadores.

Si se lo dice, allí mismo, nos castran, amarrando nuestras pollas de sendos caballos. Pero no, Cintia solo hizo alabanzas de nosotros y fuimos alojados en la misma casa que los viejos en una habitación para invitados.

Pasamos dos días, con sus dos noches y en cada una de ella, nos visitó nuestra Cintia para que usáramos sus agujeros a nuestro libre albedrío. Por supuesto, nosotros obedecimos ciegamente tamaña orden.

La chica salía antes del amanecer de nuestros cuartos con su trasero dolorido, pero bien contenta.

El día de la marcha, ella, muy modosita, como si nunca hubiera roto un plato, nos dio a cada uno un cortito y casto beso en las mejillas.

Esta tía no solo había roto un plato, sino toda la vajilla. Pero bueno, si ella disfrutaba y nosotros disfrutábamos, ¿a quién hacíamos daño?

Un día después de la salida, íbamos por el llano con la manada de caballos y vacas. Llevábamos los rifles en una mano y amartillados. No queríamos sorpresas desagradables.

Por suerte, el agradecimiento de los padres de la ninfómana fue tan grande, que nos prestó a cinco empleados para ayudarnos a llevar los animales durante los dos primeros días, los cuales todo transcurrió en la mayor de las tranquilidades.

Cuando nos despedimos, la seguridad era un factor importante para no pegar ojo en los próximos días hasta llegar a casa.

Al estar cada chico en un ángulo de la manada durante el transporte y el síndrome de meter polla en algún agujero era tan grande, que cada vez que podíamos estar juntos, nos dábamos por culo rápidamente, para luego volver a nuestros puestos de seguridad alrededor de los animales.

Así transcurrieron los días y las noches. Las cuales, cuando descansábamos, solo uno dormía y los otros dos hacían guardia, después de darnos por culo los unos a otros y siempre, sin perder de vista los animales.

Uno de los días más calurosos, no nos atacó nadie, pero fue peor. Debido al calor intenso, se produjo un incendio que pronto se nos acercó, pese a correr todo lo que las vacas podían.

Por suerte, un valle hizo de corta-fuegos natural, pero los animales no entendían de corta-fuegos ni ostias, simplemente corrían y corrían, esparciéndose la manada en las dos direcciones del valle. Los caballos iban en una y las vacas en otra. Vaya putada. Por suerte los cerdos debían ser o más idiotas o más listos, pues se metieron en un fangoso terreno a hacer de las suyas. Mandé a Águila Veloz a por las vacas y a Sam que le acompañara. Yo fui a por los caballos.

Nos costó Dios y ayuda volver a reunir las dos manadas. Aun así, perdimos dos vacas que se fueron por un acantilado. Pero bueno, al menos, teníamos a la mayoría de animales, caballos incluidos, reunidos de nuevo.

Al final llegamos. A lo lejos estaba la casa. Según nos vieron, vinieron a recibirnos y a descargarnos de un poco de trabajo.

Después de todo no fue tan mal. Aparte de las dos vacas del valle, perdimos a otra más por una serpiente y a dos caballos más que se partieron una pata al saltar sobre un agujero salpicado de puntiagudas rocas. Los tuvimos que sacrificar.

Aunque no todo fueron malas noticias. Llegamos con dos terneros recién paridos. Algo es algo, dijo un calvo.

Lo primero que hicimos los chicos y yo fue darnos un largo baño. Nada de pollas, chochos, ni tetas, solo un relajamiento largo. Los habitantes de la casa así lo entendieron y nos dejaron dormir durante dos días con sus noches.

Al despertarnos al tercer día, nuestros estómagos pedían auxilio, pues solo habíamos salido en esos dos días de la cama para mear y como teníamos la bacinilla bajo la cama, así que no probé bocado, al menos yo, solo dormir la mona.

Ese amanecer, para empezar el día con buen pie, llamé a Bárbara y allí mismo, tendido en la cama, le vacié ambos cantaros.

Ella me agradeció que pensara en ella en primer lugar. Por supuesto, no salí de la cama hasta habérmela follado varias veces, cosa que ella se prestó muy amablemente, pese a tener trabajo. Pero por su salvador, lo que hiciera falta.

Cuando las chicas vieron que me estaba fortaleciendo a marchas forzadas, ofrecieron sus servicios desinteresados y no pude negarme. Así soy yo.

Tuve que darle vacaciones de nuevo a mi polla, pues si no, cascaba allí mismo.

Cuando todo volvió a la normalidad, refiriéndome a la normalidad de echar cinco o seis polvos diarios con todos y cada uno de la casa, nos dedicamos a adecentar la hacienda y reforzando allí donde hacía falta. Al final, Tony y Bárbara ya tenían su casita de los cojones y ya era hora de acabar esta parte de mi vida y comenzar otra.

Un día en la cocina, lo solté.

. - mañana nos vamos los chicos y yo.

Las súplicas de grandes y pequeños no surtieron efecto. Las lágrimas tampoco. Ya lo había pre-avisado con bastante antelación. Cuando acabara con la hacienda, seguiría con mi vida y los chicos indios habían decidido acompañarme al pasado que era lo que había tras aquel monasterio o lo que diablos fuera.

Nos pasamos el resto del día y la noche follando y comiendo pollas y chochetes. Debía de hacer un esfuerzo extra. Mis dos chicos colaboraron en su medida. Nadie se quedó sin leche, ni polla.

Al día siguiente, casi sin despedirnos, cargamos un carro y partimos a un incierto pasado.

Había lágrimas tanto en los que partían, como en los que se quedaban atrás.

(Parte 28 de 31)

FIN