El amante de los tiempos, en 5 relatos (25)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(25-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Allí, antes de lavarle el chumino, le metí la lengua y me tomé sus jugos vaginales, lográndole sacar un último orgasmo. Después ella, en reciprocidad, se agachó y me comió la polla, una polla muerta, pero, aun así, muy rica. Por supuesto que no logró que volviera a la vida, pero todo se andaría.

Después de limpiarnos los bajos, regresamos a la caravana. Me gustó ver que la guardia, aunque también estaba desnuda y presente en el entierro y posterior lavado de chumino, en ningún momento dejaron sus armas fuera de sus manos, incluso mientras se pajeaban en honor de Lily. Eso estaba bien, pues, aunque habíamos acabado con unos forajidos, no habíamos acabado con todos los forajidos que nos pudiéramos encontrar en el camino.

Todo el mundo se vistió y ordené recoger el campamento.

. - en una hora, nos vamos.

Marchamos y cuando entramos en el valle del atentado, todos y cada uno del grupo se dijo que hasta que no salieran de allí no respirarían tranquilos, aun sabiendo que los forajidos habían sido eliminados.

Yo mismo no paraba de mirar hacia arriba, no fuera a aparecer una gran roca bajando por el acantilado.

Sin duda era un buen lugar para una emboscada. Con las rocas, nos detendrían por delante y con otras rocas, por detrás. Luego solo harían tiro al blanco el tiempo que quisieran. Sí, un buen lugar para morir, pero gracias a Dios, les dimos para el pelo a los cabrones aquellos.

Cuando vi el final del valle, respiré y más de una se hizo la cruz en respuesta a unas plegarias no dichas.

El panorama que se nos presentaba frente a nosotros no era muy halagüeño. Solo se veía un principio de desierto y lo malo era que a dónde íbamos estaba mucho más allá de esa tierra inhóspita.

Nos detuvimos, no solo para descansar, sino para que el personal viera lo que nos esperaba. Bajé de la carreta y fui hacia donde estaba Ely.

. - Ely, esto está más seco de lo que suponía. Informa al personal que el agua y la comida se racionará, a excepción de ti y de Bárbara, por razones lácteas obvias. Para el resto un cazo de agua al día. No hay más remedio si queremos cruzar lo que se nos viene encima.

. - informaré a las chicas. Lo lograremos, Salvador.

. - eso espero.

Volví al primer carro y continuamos camino. Aún era temprano para descansar y ya estaba sudando la gota gorda.

Las montañas fueron quedando atrás y las que se veían a lo lejos estaban demasiado lejanas para pensar en ellas.

El calor hacía estragos y la caravana cada vez se alargaba más, cosa que no me interesaba.

Di las riendas del carro a Bárbara y subí a mi caballo para azuzar a los carros que se retrasaban.

. - no os separéis del de delante -les decía a las conductoras cada vez que llegaba a una de ellas-.

La última de la fila era Sara y sus dos hijos, la cual cada vez se separaba más del grupo. Cuando llegué a ella, me subí al carro.

. - Susan, ¿por qué te separas tanto del grupo?

. - los mulos están cansados o la carreta pesa demasiado, no lo sé, Salvador-.

Miré dentro de la carreta y allí iban aparte de Sara y sus chicos, 6 furcias más, cuando en algunos carros apenas iba nadie. Debía repartirlas entre el resto de los carros. Por eso pesaba más el vehículo.

. - chicas, debéis subiros a otros carros. Este pesa mucho y Sara se está separando del grupo. Bajaros y repartiros por la caravana. Vamos, vamos.

Las chicas fueron bajándose, no muy contentas. Se subieron al resto de carros. Así pudo Sara reducir la distancia que la separaba del delante.

. - gracias, querido. Mis chicos quieren hablarte un momento.

Su hija estaba detrás, con su hermano. Miraban hacia el suelo. Pasé detrás también.

. - ¿qué me queréis decir, chicos?

. - Shirley, me llamo Shirley.

. - y yo, Sam.

. - muy bien, Shirley y Sam. ¿Qué me queríais decir?

Por toda respuesta, los chicos se sacaron las ropas, quedándose ambos desnudos.

Miré hacia su madre, que conducía la carreta y la vi mirándome. Asintió con su cabeza y volvió a girarse, para seguir conduciendo.

Viendo que tenía el visto bueno de los chicos y de su putísima madre, yo también me desnudé.

Cuando estuve igual que ellos, me fui primero hacia el chico y le cogí la boca y se la besé, introduciéndole mi lengua, cual larga era, para después comerle las tetillas. Seguidamente, le cogí de las piernas y acercando su polla hacia mi boca, me la comí. El chico jadeaba y jadeaba, hasta hacer a su madre girarse y verle con los ojos cerrados mientras yo me comía su rabo, el cual se había puesto duro.

Sus huevos estaban bien sabrosos y también me los comí. Después le di la vuelta y le introdujo un dedo primero en su culo, para después meterle otro más. Allí entraron y salieron varias veces. Al chico le iba a dar algo, por lo que dejé mis dedos en paz y me giré hacia la chica.

Ella, más que nerviosa, intentaba taparse sus pechos y su chochito. De ambas partes les aparté las manos, deleitándome con su visión.

Sus tetas fueron un manjar digno de un maharajá para mi boca sedienta. Ya estaba acelerada su respiración desde hacía un rato y mucho más ahora que me la estaba comiendo con pan.

Como a su hermano, la levanté con mis manos, poniéndole las manos en cada nalga y comiéndome su chochito, el cual era todo un yogurcito de sabroso que sabía. Ella se corría por momento y me hacia el regalo de sus fluidos vaginales.

Mientras me comía su micro pene, puse a su hermano a comerme la polla. El chico, raudo y veloz se puso a ello, como si fuera lo que estaba esperando desde hacía horas.

Mi polla ya miraba hacia arriba, lugar ideal para encasquetársela a su hermana.

Dicho y hecho. Aparté a Sam y bajé a Shirley hacia mi tranca. La chica sabía que mi polla acabaría dentro de ella y cerró los ojos. Un poco más abajo y mi polla tocó con su entrada vaginal. Luego un poco más y se la enterró unos centímetros. La chica gritó, pidiendo a su mamá que parara, pero ya era demasiado tarde.

Su madre no giró su cabeza esta vez para impedírmelo, pues sabía que era inevitable el sufrimiento de su hija las primeras veces si quería convertirla en toda una puta que pudiera sacar adelante a la familia. Todo fuera por los dólares que pensaba sacar con sus dos retoños.

Mi polla se enterró hasta la mitad al bajarla otro tanto. La chica seguía con sus gritos, pero su puta madre seguía a lo suyo.

Al final decidí sentar a la chica sobre mi polla sin ningún apoyo de mis manos. Fue bestial para Shirley, después de otro grito, las lágrimas afloraron, pues sabía que nadie la salvaría ya. El desfloramiento se había consumado y ya no era virgen, pero sí sería una buena puta. Su madre se encargaría de ello.

La puse recostada y mi polla comenzó a entrarle y salirle de su vagina a buen ritmo. Ella ya casi no lloraba ni gritaba, simplemente estaba catatónica y se dejaba hacer.

Sam estaba espantado, no sabía que aquello que empezó tan ricamente, se había convertido en no sabía qué, pero no en lo que esperaba. Aun así, se temió que pronto le iba a tocar a él y no se equivocó el chico.

Se la saqué a Shirley y después de comerme todo lo que salía de aquel joven agujero, sangre incluida, me giré hacia Sam.

Lo hice comerme la polla para que me la limpiara más que nada. Después le di una comida de polla y se le puse otra vez bien dura.

Cogiendo a Shirley por los sobacos, le di la vuelta. Ella seguía como muerta, pero para ella no había acabado el día, pues su culito aún era virgen y eso había que solucionarlo.

Con mis dedos fui agrandándole el ano y cuando estuvo medianamente bien, coloqué a su hermano detrás y agarrándole la polla, lo puse a follarse a su hermana. El chico no pensó nada, solo que tenía un agujero donde meterla y allí la metió.

Sin avisar, ni nada, se agarró de los pechitos de su hermana y aceleró al máximo desde el principio la follada de su hermanita, la nueva puta del barrio.

El culito de Sam aún era virgen y mi polla lo sabía.

La puse en su entrada y aunque allí difícilmente podría entrar, quiso probarse a sí misma que ella entraba donde quisiera.

Con un empuje, mi polla le entró unos milímetros, suficientes para que el chico pusiera el grito en el cielo.

Saqué mi polla y con los dedos, agrandé su estrecho culo. Así estuve un rato, para volver a intentarlo. Esta vez le metí unos centímetros en todo su culo.

De nuevo sus gritos casi despertaron a su hermana, pero no, se dejaba follar como toda una profesional.

Con otro empuje, le metí hasta la mitad de mi polla. Ya sus gritos no me hacían mella y acabé enterrándole toda mi polla en su estrecho culo. Allí se la dejé para que se recuperara del dolor de culo que sentía el chico. Casi se olvidó de que él también se estaba follando a su hermana por el culo. Cuando lo recordó, se olvidó de su dolor y acabó corriéndose en el culo que su polla se follaba. Yo, viéndolo tan listo, le di la follada que se merecía.

Sam lloraba a lágrima viva de puro dolor, pero su sonido no llegó a mis oídos. Era el macho de la casa y los hombres no lloran o eso dicen los que nunca le han dado por culo sin haberse preparado antes.

Saqué mi herramienta de Sam y dándole la vuelta, le comí su polla descargada y se la dejé seca. Luego le hice hacerme lo mismo con mi polla.

Terminé dándole una comida de culo a su hermana y después de darle la vuelta, otra de conejo. La chica había vuelto en sí, pero no tenía buena cara, no señor.

Para que reaccionara un poco, le di a comer mi muerta polla. Logré metérsela en la boca y poco a poco fue usando su lengua para darme gusto. Una comida final de pechitos y di por terminada la follada de los hijos de Sara.

Me puse la ropa de nuevo y pasé al pescante con Sara.

. - tus chicos se han portado -le dije a Sara, antes de sacarle ambos pechos y comérmelos sin pedir permiso a su dueña. Lo siguiente fue meterle mano bajo la ropa y adueñarme de su vagina, la cual estaba súper lubricada. Aquello de que le follara a los chicos la había puesto cachonda.

No quería irme sin darle una buena comida de coño verbenero y haciendo malabarismo mientras ella conducía, me metí entre sus piernas. Allí me comí cuanto encontré y ante la alegría de Sara que era más puta que las gallinas.

Estando allí abajo, llegaron varios orgasmos extras que también fueron succionados por mi boca sedienta de todo buen jugo que se precie. Después me salí y volví a comer teta hasta hartarme.

Le guardé los pechos y arreglé su vestido de puta. Seguidamente le cogí las correas de los animales.

. - querida, pasa atrás y atiende a tus retoños. No tardes mucho, debo volver delante.

Me dio un beso en todos los morros, para después sacarme la polla muerta y darme una comida que me hizo vibrar todo el cuerpo. No logró leche, pero lo agradecí igualmente. Luego me la guardó y pasó atrás.

. - ¿cómo estáis, mis niños?, ¿ese hombre malo os ha hecho daño?

. - me duele el culo mami, mucho -dijo Sam-.

La madre puso a su hijo, aún desnudo como su hermana, de espaldas sobre sus rodillas y comenzó a besarle el agujero culero.

. - sana, sana, culo de rana…

Al mismo tiempo cantaba y besaba su culito, le metía un dedito en el culo, como si aquello no fuera contra-producente. Al final el hijo lo dio por perdido. Su propia madre quería follárselo allí mismo.

. - anda, descansa y pronto se te quitará.

Acostó a su hijo y luego se fue hacia su hija, la cual no tenía fuerzas para nada.

. - ¿cómo está mi niña?

. - casi no puedo moverme mamá. Me duelen los dos agujeros y tengo sangre.

. - igual que le dije a tu hermano. Descansa y se te quitará. Déjame ver tu rajita.

Se puso entre las piernas de su hija y le abrió la vagina, introduciéndole un dedo en busca de desperfectos.

. - no te preocupes, te recuperarás. La sangre es del himen. Pronto estarás bien.

Sara besó a su hija y la tapó también.

. - debéis poneros bien pronto. Cuando os recuperéis, el Sr. Salvador volverá a haceros otra visita y espero que no gritéis tanto esa vez. ¿Verdad que lo haréis por mí?

. - sí, mami -dijo Sam-.

. - sí mamá -dijo Shirley-.

. - así me gusta. Ahora y sin moverse de donde estáis, le vais a dar a mamá un regalo con vuestras lenguas. Ya sabéis como me gusta que me comáis el chichi, hacerlo como os he enseñado.

La furcia de Sara se levantó el traje y casi se sentó encima de su hijo primero y de su hija después. Cuando volvió al pescante había sido comida por sus chicos, cada uno durante no menos de cinco minutos. Después los chicos se durmieron de puro agotamiento y dolor vaginal y culero ella y culero solo él.

. - los tienes bien enseñados -le dije a Sara-.

. - así debe ser. Pronto se pondrán a trabajar y debo de enseñarles cómo sacar partido de lo que tienen. Espero que continúes enseñándoles cuando se mejoren.

. - eso está hecho. Además, son buenos chicos y aprenden rápido.

. - gracias querido. El padre de los chicos era quien los iba a enseñar, pero nos abandonó, el muy cabrón. Decía que era una mala puta, ¿qué sabrá el muy cornudo?

Aquello tenía su gracia. Qué jodida puta, aunque yo no era mucho mejor que ella, en fin…

Le di un beso de tornillo mientras le apretaba las tetas sin contemplaciones, para luego subirme directamente a mi caballo. Lo llevé hasta la cabeza de la caravana y subí con Bárbara.

. - sí que has tardado -dijo Bárbara-.

. - lo siento. Estuve follándome a los chicos de Sara. Necesitan de un maestro y su madre me eligió a mí. ¿Estás celosa, suegra?

. - para nada. Sabemos que debemos compartirte. Es ley de vida. Anda, tómate tu ración de leche que te he guardado.

. - gracias, Bárbara. Pero le he dicho a Ely que debemos racionar el agua. La leche va incluida, así que no la entregues toda a uno. Solo un poquito cuando se haga el reparto. De que disfrutes con mi lengua, no hay restricción.

. - pues muy bien. Adelante.

La muy puta se abrió de piernas y se levantó la falda hasta dejar su chochete a la vista. No tuve que meterme entre sus piernas. Directamente desde donde estaba sentado, me incliné y le di una comida de coño que se corrió en mi boca varias veces. Sus gemidos podían ser oídos desde el carromato de atrás.

Precisamente en ese carromato estaban Tony y sus hijas. Una de ellas, Lisbeth estaba siendo enculada por flecha Veloz, mientras Jocelyn y Yoguana se daban un lote de lengua.

Cuando el sol estaba en todo lo alto del cielo, busqué un lugar donde aparcar la caravana de furcias.

No había mucho donde elegir, pues todo era un erial sin fin. Solo algunas aulagas aquí y allí, pero nada más. Solo vi un viejo árbol seco desde hacía años. Hacia allí me dirigí y me detuve cuando llegamos.

. - Bárbara, para un segundo. Voy a dar orden de que hagan el círculo. Luego rodeas el árbol.

Me bajé y con la mano, hice la señal de círculo. Todos entendieron.

. - adelante, Bárbara.

Mi amante lechera dio vueltas hasta que todos los carros estuvieron en el círculo. Luego fueron bajando de los carros.

. - coged mantas y otras telas y haced un techo para que el sol no nos castigue tanto. Unir los carros con ellas.

Cuando acabaron, las mantas nos dieron sombra y la brisa que hacía, nos refrescó el rostro. Era lo mínimo que podíamos hacer.

Ely se dirigió a la gente.

. - nuevas órdenes. El agua y la leche está reservada a un cazo al día y una corta mamada también al día. Los chicos de Sara están exentos.

. - ¿qué significa exentos? -Dijo Sara-.

. - que ellos seguirán tomando la misma agua de siempre. Ahora mismo, están convalecientes de sus desvirgamiento por parte de Salvador y hay que dejarlos descansar. Sara ¿aparte de puta, eres analfabeta? -le dijo Ely-.

. - mujer, por una palabra que se me atraganta… -rezongó ella-.

. - Bárbara, tiende una manta a la sombra y que todo el mundo ponga en la manta la comida que tenga, incluida tú, Bárbara, debemos saber con qué contamos y encargar a una persona para que la racione y vigile -dije-.

Al rato la única que había puesto su comida fue Bárbara, el resto apenas nada. Allí estaban los conejos, dos piezas, aún vivos y coleando.

. - chicas, no me digáis que no tenéis nada de comida. Mi familia ha sido franca y compartimos nuestra comida con ustedes. ¿Acaso ustedes no van a compartirlas con nosotros?

Me quedé mirando al grupo que se miraban las unas a las otras, pero nadie se movía.

. - esto no está bien. Sois unas desagradecidas. Voy a revisar los carros, si encuentro comida, mi familia y yo nos iremos como vinimos. Estamos quedándonos sin comer para compartir con vosotras la poca comida que tenemos ¿y vosotras nos lo pagáis así?

Fui en dirección del tercer carromato para investigar, cuando Ely me detuvo.

. - espera Salvador -dijo, para después mirar a sus pupilas- sois unas putas desagradecidas, como ha dicho Salvador. ¿Nos salva y nos da su comida y eso es lo que recibe?, subid todas a los carros y bajad toda la comida que tengáis. Si encuentro algo, la echo de aquí-.

El grupo se disolvió y salieron corriendo hacia sus respectivos carromatos. Aquella manta, pronto se llenó de latas y comida de todo tipo. Hasta de los conejos que faltaban.

. - me habéis decepcionado, chicas. ¿Tan mal se ha portado mi familia y yo mismo?, Bárbara, recoge lo nuestro y vayámonos de aquí. No se merecen nuestra ayuda para nada.

Bárbara se agachó y comenzó a apartar las latas que eran de su propiedad.

Pronto el grupo pedía que no nos fuéramos y que les perdonáramos, pero no les hicimos caso.

. - Salvador, por favor, ¿qué podemos hacer para que no nos abandones? sé que ha estado mal lo que han hecho las chicas

-Dijo Ely-.

Miré a Ely, subí a su carro y revisando, saqué otro de los conejos y algunas latas.

Lo puse en la manta y me encaré con ella.

. - Ely, no solo tus chicas se han portado mal. Tú también has ocultado comida. Confiaba en ti y también me has defraudado.

. - por favor, Salvador. No nos puedes dejar. Moriríamos en este desierto.

. - haberlo pensado antes. No pensabais sino en hartaros la barriga a costa nuestra. No pensasteis en los animales, que deben de tener su ración de agua, no pensasteis en mi familia, que nos hemos ido quedando sin comida por repartirla con vosotras. No, Ely, os lo habéis buscado. Nos vamos, Bárbara. Tony, sube al carromato.

Las mujeres se pusieron como locas y lloraban ante lo que les esperaban, pues sin mucha agua ni comida, difícilmente llegarían al otro lado del desierto y mucho menos sin un guía que los llevara.

Los gritos eran unánimes, hasta Ely lloraba desconsoladamente.

. - Salvador, por favor, cambia de idea, no podemos abandonarlas así -dijo Bárbara-.

. - querida, ellas se lo han buscado.

. - Salvador, Salvador -oí gritar a Isabel-.

La chica me hablaba desde el carromato, pues aún no había bajado.

. - dime cariño -le dije-.

. - no nos dejes, por favor.

. - estoy harto, Isabel, muy harto de decirles las cosas y pasar de mí-.

. - seguro que a partir de ahora te obedecerán, ¿verdad, chicas?, ¿le haréis caso a Salvador?

Entre los sollozos, todas afirmaron que me harían caso.

. - la madre que os parió. Lo hago por Isabel y los chicos de Sara, porque ellos no tienen la culpa de las estúpidas del resto. Me quedaré con tres condiciones.

. - ¿cuáles son, Salvador? -dijo Ely-, las aceptamos de antemano.

. - la primera, nadie tocará el agua. Tony se encargará de ella y será solo para los animales y los chicos de Sara hasta que se recuperen. El resto no beberá agua, solo leche de Bárbara, de Ely y de las vacas, que serán racionadas y se encargará Jocelyn de hacer cumplir. Del resto de la comida que tenemos, incluidos los conejos, se encargará Bárbara de racionar. Por supuesto la comida irá en su carromato.

. - ¿eso es todo? -Dijo Ely-.

. - ese es el punto uno. El numero dos es que nos vamos a rasurar todo el mundo la pelambrera de abajo. Sí, en las mujeres en el pubis y en los hombres, pues lo mismo. Debemos evitar, dado que no podemos lavarnos, que nos contagiemos de piojos y demás bichos.

. - ¿y el tercero? -Insistió Ely-.

. - el tercero es que os merecéis un castigo corporal, a excepción de Isabel y los chicos de Sara. Ahora mismo os vais a quedar desnudas todas y debéis poner el trasero para que os de diez cantazos para que recordéis lo que no debéis hacer. Incluido tú, Ely, que también escondiste comida.

. - pero eso está mal, Salvador.

. - también estaba mal el follarme el cadáver de Lily y luego correrme y mearme encima de ella. Pues lo mismo. Si no estáis de acuerdo, pues me lío la manta a la cabeza y me largo con los míos. Y no serán cantazos suaves, os dejarán marcas, os lo juro.

. - pero somos putas y no podemos tener marcas o no nos follarán -dijo Sara-.

. - haberlo pensado antes. Estoy esperando una respuesta.

Lentamente, una a una, fueron desnudándose y poniéndose de espaldas agachadas para ser azotadas sus traseros. Hasta que todas se desnudaron e hicieron lo mismo, incluida Ely, no me acerqué a la primera. Me saqué el cinto y lo cogí con una mano.

Las chicas de mi familia se dieron la vuelta. No querían verme azotar a las furcias sus nalgares. Desde luego, no estaban de acuerdo con mis métodos correccionales.

La verdad, yo tampoco. Pero necesitaban que me pusieran atención y me creyeran que era capaz no solo de azotarlas si me entraba en gana, como de abandonarlas a su suerte.

Cuando llegué ante la primera, la chica tembló. En vez de levantar el cinto, lo tiré al suelo y mis pantalones me saqué, quedándome sin ellos. Luego me saqué la camisa. Me pajeé la polla y de un golpe, se la clavé en todo el culo a la primera. Le di cuatro folladas y pasé a la siguiente.

El resto vio que no serían azotadas, se armó el revuelo, poniéndose algunas de pie.

. - quietas todas. Seguid donde están. No voy a azotarlas, no son un monstruo, pero si voy a joderos, así que nadie se mueva de donde está.

Las mujeres, ahora con una sonrisa en sus labios, se volvieron a poner en posición.

Fui follándome cada culo de la caravana, hasta llegar a Ely, que seguía con el culo en posición.

A ella le di hasta que me vino el orgasmo, para entonces, saqué mi polla y la puse a comérmela. Un momento después solté mi lechada en su boca. Salió bien escurrida, como a mí me gustaba.

Una vez terminado, me encaré con el grupo de zorras.

. - chicas, esta vez solo os he follado el culo, pero la próxima vez quizás use el cinto. No hagáis que me enfade, por favor.

Cuando terminé, se me echaron encima y me llenaron de besos, incluida Ely. Más de una se fue hacia mi lánguida polla, haciéndome vibrar una última vez.

Bárbara y los demás estaban contentas de que no las hubiera azotado. De nuevo, había solucionado una posible catástrofe. No era por nada, pero mis chicas me adoraban cada vez más, aparte de mis chicos, claro.

. - chicas, chicas, que me vais a matar. Dejadme respirar.

. - no hasta que nos comas el chichi a todas- dijo una furcia, las demás confirmaron su petición-.

. - eso me llevaría todo el día, pues necesito recoger todos vuestros jugos. Necesito ayuda. Bárbara, Tony, venid todos y ayudadme a comerles el chichi a las chicas. Yo no puedo solo.

Como si se pusieran de acuerdo, las furcias se tendieron en el suelo y agarrándose ambas piernas con las manos, se abrieron de piernas en espera de ser comidas sus chuminos y sus jugosos jugos.

Mi familia y yo comenzamos por un extremo y acabamos por el otro, sin excepción. Hasta Isabel se apuntó a ser comido su chumino ciego. Como acto final, mis chicos fueron mamados hasta que acabaron en los culos de una u otra, de las putas.

Mis chicas también se pusieron al final de la fila y varias chicas se saciaron de sus jugos. Todo el mundo había sido comido y/o follado.

Hablando de mis chicos y mis chicas era como si yo fuera el chulo de todos ellos, algo que no era, pero que sí conllevaba follármelos cuando me diera la gana, ¿por qué no?, por lo menos hasta llegar a la capital.

. - bueno, chicos y chicas, de ahora en adelante y dado el calor que está haciendo, viajaremos de noche y descansaremos de día. Así que descansad, solo haremos dos comidas al día, una por la mañana y otra antes de partir por la noche. Tony, dale de beber a los animales. Deben durarte al menos dos semanas.

. - veré lo que puedo hacer. No creo que dure tanto, pero lo intentaré, pero lo mejor es darles el agua antes de salir por la noche. Así no se pierde tanta, querido -dijo besándome con lengua-.

. - como tú digas. Eres el experto en animales de carga. El resto, a descansar.

Cuando el sol se ocultó, Jocelyn repartió la leche vacuna y humana entre el personal. A todo el mundo le tocó un poco. Después Bárbara mandó hacer una comida ligera. Con eso y un biscocho, partimos en la oscuridad.

Seguía sin verse, pero no podíamos hacer mucho más. Llevamos Tony y yo un candil cada uno y decíamos por donde debían pasar los carros. Esa noche no pasó nada, ni la siguiente.

Estuvimos durante una semana viajando de noche y los percances eran mínimos. Alguna que otra vez un carro se metía en un agujero, pero lo sacábamos entre todos.

Al comienzo de la segunda semana uno de los animales del carro de unas de las putas fue mordido por una cabrona serpiente de cascabel y se encabritó. El carro salió disparado y se fue hacia un desnivel. El vehículo volcó en medio de gran aparatosidad.

El animal mordido no podía levantarse. Los del carro estaban más que magullados, pero la conductora fue la que salió más mal parada, pues salió volando del pescante.

Cuando la encontramos, estaba inconsciente en el suelo. La recogimos entre dos y la llevamos a uno de los carros. Allí la atendió Ely de sus heridas.

La desnudó y la revisó, pero no vio nada. Solo tenía magulladuras y un buen chichón en su dura mollera.

. - está bien, Salvador. Solo está desmayada del golpe en la cabeza.

. - gracias a Dios. Cuando despierte, dale de mamar, pero no mucho.

Volví junto al carro y sacamos a los animales. El vehículo estaba inservible. Se cogió lo que de valor tenía y se repartió a los damnificados entre el resto de carromatos.

Los animales se engancharon donde más hacían falta y proseguimos la marcha.

Catorce días después de salir del riachuelo que dejamos atrás, la cosa no pintaba bien. El agua casi no quedaba y de la comida, poca había. Hasta las ubres de las vacas animales y humanas estaban faltas de leche. Eran muchos a mamar y poca comida para que se regeneran a la velocidad requerida.

Ver las tetas de Bárbara y Ely, daba repelús con solo verlas. Medias vacías o medias llenas, como se prefiera. Parecían los colgajos de dos abuelas paupérrimas. Lamentable, sí señor.

Eran las 4 de la tarde y decidí intentar algo.

. - chicos y chicas. Quien más sed tenga, sírvase de mi polla y tomaros mi leche.

. - mis chicos están sedientos, Salvador -dijo Sara-.

. - pues les daré mi leche a ellos entonces.

Fui al carro de Sara para servirles mi leche a los chicos. Atrás dejé a flecha Veloz y a Tony, que ya se estaban ofreciendo para dar sus propias raciones lácteas. De inmediato estaban siendo mamados.

. - hola chicos. ¿Tenéis sed?

. - sí, tío Salvador -ahora les daba por llamarme tío Salvador, así que los dejé que lo hicieran-.

. - bueno, aquí os traigo un poco.

Me la saqué y los chicos se abalanzaron sobre mi polla. Me la mamaron en busca no de satisfacción sexual, sino de un poco de alimento que les mitigara el hambre.

. - prepararos chicos, que ya sale.

Conteniéndome cuanto pude, descargué un poco en la boca de Shirley y el resto en Sam. Una vez tragada mi leche, Shirley se metió mi polla en su boca hasta dejarme seco.

. - gracias tío Salvador por tu lechita -dijo Sam-.

. - Sam, ahora como buen chico, dale tu lechita a tu hermana. Ella la necesita más que tú.

. - sí, tío Salvador. Me había olvidado.

El chico se la sacó y su hermana se volvió a lanzar en tromba a mamar la polla de Sam. Hasta que no se corrió en su boca no dejó de mamar y aun después, cuando lo dejó, quedó bien escurrido.

. - así me gusta. Como buenos hermanos.

. - tío Salvador, ¿me comes el coñito?

. - claro, guapita de cara.

La puse en posición y allí metí mi lengua para saciarme de sus jugos juveniles. La hice correrse en varias ocasiones. Sí señor, aquella chica era muy educada con su tío. Le gustaba tanto dar, como recibir.

. - bueno, ahora te dejo con tu hermano, para que te siga comiendo el chichi, que el tío Salvador tiene cosas que hacer.

. - vuelve pronto, tío Salvador.

. - lo haré, lo haré -dije besándole cada pezón de ella y la boca de ambos-.

Al salir del carromato, allí estaba Sara.

. - te agradezco lo que haces por mis niños, Salvador. ¿Tienes un momento y me comes mi chichi también? necesito olvidarme de que me duele la barriga.

. - si es por eso, por supuesto, Sara. Ponte junto al carro.

Allí mismo le levanté uno de sus remos, mientras ella se levantaba el traje. Por descontado no llevaba nada debajo, ¿para qué?, si costaba la de Dios quitárselo una y otra vez.

Enterré mi cara y me la llené de sus jugos. Mi lengua hizo un buen trabajo allí abajo. Después dejé que su lengua me limpiara la cara. Un morreo final y la dejé allí, más contenta que unas castañuelas.

Ni qué decir tiene, que todo el mundo se afeitó sus partes pudientes, incluido yo. Las mías me las afeitó Isabel. No era por nada, pero me daba morbo que me pudiera cortar los huevos la ciega. Yo le afeité su mostacho vaginal, para después follármela salvajemente. La había hecho correr una docena de veces por lo menos. Toda la caravana se enteró que lo estaba pasando de puta madre con el menda.

Como iba diciendo, después de catorce días, la cosa no iba bien, así que llamé a Águila Veloz e hice un anuncio.

. - me llevo a Águila Veloz para ver si encontramos algo de caza. Estamos bajo mínimos. Tony, te dejo al mando. Que la vigilancia no decaiga. Si ocurre algo, disparad dos veces seguidas.

Marché con Águila Veloz a un pequeño valle cercano. Allí la hierba era distinta a la que estábamos acostumbrados a ver durante los días anteriores.

. - Águila, ¿serías capaz de encontrar agua en este valle?

. - no es seguro, pero déjame mirar primero.

Águila se bajó de su caballo, uno de los animales que les cogimos a los forajidos. A pie fue caminando, pero antes me dio la correa del caballo para que lo llevara. El chico miraba aquí y allá.

Tan pronto se tendía en el suelo, como excavaba bajo unas hierbas verdes.

. - sin duda, aquí hay humedad, pero no como para sacar agua. Vayamos más abajo. Aquí arriba no creo que la encuentre.

Me cogió la correa de su caballo y se montó. Caminó valle abajo y volvió a bajarse. De nuevo le cogí el animal.

Era como un perro husmeando el culo de una perra. Solía usar su cuchillo para excavar, pero nada de agua. Estuvimos más de una hora revisando cada curva y cada montículo, pero del agua, una leche.

En un momento dado, Águila Veloz se quedó mirando valle abajo a lo lejos. Yo miré también y lo que vi lo achaqué a un espejismo. No podía ser, ¿agua a pleno sol?, ni hablar. Luego el chico se fue directamente hacia el espejismo, donde había un arbolito, de no más de un metro de alto. Era el único en toda la zona.

Cuando llegó, no necesitó escarbar, pues el agua estaba en la superficie. Era como un micro-lago de transparente agua.

Se acercó muy ceremoniosamente al agua y tomó un poco con su mano cerrada. Luego me miró y dio su veredicto.

. - muy buena. Ya la tenemos -se levantó y nos abrazamos como dos niños, para después besarnos sin fin. Después de saciarnos, allí mismo nos dimos por culo el uno al otro. Luego llenamos las cantimploras que llevábamos y regresamos al galope.

Los de la caravana, al vernos llegar a toda velocidad, se pensaron lo peor y se prepararon para repeler un ataque de forajidos o indios rabiosos. Antes de llegar, empecé a gritar.

. - recoged todo, hemos encontrado agua.

Las hurras del grupo no se hicieron esperar. En un santiamén, se recogió todo, para seguidamente ponernos en marcha.

Los guiamos Águila y yo hacia el mini-lago. Allí volvimos a hacer el círculo de rigor y sin dejar la vigilancia necesaria, bajaron las barricas y fueron llenadas, cuidando siempre de no enfangar el agua.

A los animales se les dio una buena ración de agua, pero no toda la que pidieron beber. No debían hacerlo, no fueran a palmarla.

La poca hierba verde que allí había por todo el valle, fue al estómago de los animales equinos y vacunos, que no dejaron una brizna en un radio de un kilómetro a la redonda.

Se decidió que antes de partir y se hubiera llenado de agua cuanto cacharro hubiera en la caravana, además de darles de beber a los animales hasta hartarse, ahora sí, nos ducháramos todos, sin ensuciar el agua con el jabón, para que otros que vinieran detrás, pudieran hacer uso del agua potable.

Así se hizo. Fue como una fiesta casi silenciosa, donde las pollas hicieron estragos entre el grupo. Allí corrieron los jugos vaginales para parar un tren. Todo el mundo daba sin pedir nada a cambio. Ya no había malas caras, sino todo lo contrario. Ahora sí veíamos que podíamos salir de aquel infierno en que estábamos metidos.

Muy a pesar de a la vaca que le tocó, decidimos sacrificar a una de ellas. La comida ya era inexistente y debíamos comer algo o moriríamos en el último momento, ahora que teníamos tan cerca el final de nuestro camino infernal.

Quisimos, antes de matar al animal, dejarla seca de leche, lo que se consiguió bien rápido. Tony fue el encargado del sacrificio. Se la llevó fuera de la caravana y después de oír los gritos del animal durante un momento, después nada.

Tony regresó a por un carro para meter al animal cortado en muchos pedazos. Esa misma noche hicimos una comida que nos chupamos los dedos y recuperamos varios kilos de golpe. Asamos todo el animal, para poder llevarnos la carne y que no se nos pudriera, con el calor reinante.

Dos días después de casi comernos a la vaca, antes lechera, veíamos cada vez más rastros de otras carretas. Íbamos en el buen camino sin duda. Las montañas estaban a un palmo de nosotros, casi alcanzándolas con los dedos.

De repente vimos polvo encima de un lejano montículo. La madre que los parió. Sin duda eran indios pidiendo guerra y nuestras caballeras, pues el polvo venía hacia nosotros.

Hubiera jurado que los esperaba antes de ahora. Estábamos ya tan cerca de nuestro destino y tan lejos al mismo tiempo...

Ordené acelerar el paso y que cada una cogiera un arma. Por supuesto la velocidad no era mucha, no podíamos. La vaca y el toro eran una carga, pero no podíamos dejarlos atrás, ahora no, que nos faltaba tan poco.

De repente, y de ambos lados de la planicie y también de frente, nos atacaron los indios, por lo que dije la frase contravenida “ nos atacan” , como contraseña para hacer el círculo de defensa.

En un momento el círculo se formó. Nos parapetamos tras los carromatos, a la espera del inminente ataque de los pieles rojas.

Como fieras nos atacaron, rodeando la caravana y disparando flechas y balas.

Mientras respondíamos al fuego con fuego, la primera baja se produjo entre nosotros.

Inverosímilmente una de las flechas disparadas por los atacantes fue a darle a Sara.

Lo raro no fue que dieran en el cuerpo de alguien, sino que cuando le dieron, acertaron en sus dos tetas al mismo tiempo, pues eran dos las flechas las disparadas hacia ella. Murió al instante.

Aquello puso los pelos de punta a más de uno, yo incluido. Además, Ely recibió un disparo en una de sus grasientas nalgas, cosa que no le impidió seguir disparando sin parar.

Mientras Ely defendía el fuerte, Jocelyn intentaba taponarle la herida. Ya le tenía el culo a la vista, poniéndole una venda provisional hasta poder reparar el desaguisado más tarde.

Mientras tanto, los indios también pisaban el polvo. No habían esperado tanto rechazo a su ataque, pero, aun así, ellos eran mayoría y creían a pies juntillas que acabarían con nosotros.

Una flecha incendiaria prendió en uno de los carromatos, ardiendo inmediatamente. A otra carreta le pasó lo mismo, aquello se nos estaba poniendo bien jodido, pero no dejamos de disparar.

Uno de los indios consiguió entrar con su caballo en el círculo y blandiendo su tomahawk , le abrió la cabeza a una de las furcias más activas. Cayó muerta ipso facto. Yo me giré y disparé a su pecho y calló malherido. En el suelo fue apaleado hasta morir por varias mujeres endiabladas.

El círculo protector estaba siendo invadido en varios puntos. Cuando la defensa se nos estaba yendo de las manos, una lejana trompeta se dejó oír. Hasta los indios la oyeron y se fueron dispersando como conejos que eran.

Dos que habían entrado, no pudieron escapar, pues el cuchillo de Águila Veloz le había rajado la garganta a uno de ellos y el otro se encontró con un disparo hecho por una Bárbara que estuvo bien bárbara.

Lo siguiente fue la explosión de una alegría contenida cuando los soldados perseguían a los pieles rojas que huían hacia sus escondites.

Mientras eran cazados por los soldados, nos dedicamos a atender a los heridos, de los muertos no podíamos hacer nada.

Sara y tres compañeras más, habían muerto, además había hasta 6 más heridas, si no de bala, de flecha.

Como pudimos, apagamos el fuego de las carretas. Aquello era una carnicería.

Fuera había indios muertos por doquier. Le habíamos dado fuerte, a pesar de las bajas tenidas. Luego llegaron los soldados a los que dimos las gracias muy efusivamente.

. - deben de acompañarnos hasta el fuerte, no está a más de 3 millas.

. - capitán, ¿cree usted que volverán a atacar esos malditos indios? -pregunté-.

. - en absoluto. Aparte de que han tenido muchas bajas, no es su estilo, sabiendo que conocemos sus intenciones. Se esconderán hasta encontrar otras haciendas o caravanas menos expuestas que ésta para atacarlas. Les habéis dado una buena.

. - entonces enterraremos a nuestros muertos y curaremos a nuestros heridos. Les damos las gracias de corazón, si no llega a ser por ustedes, hubieran acabado entrando todos y matándonos.

. - respeto su decisión, pero nunca se sabe con estos salvajes. Les aconsejo que en cuanto entierren a sus muertos, partan hacia el fuerte. Allí hay más familias y se podrán unir a ellas para llegar a la capital.

. - gracias, capitán. Veremos lo que deciden en la caravana y tendré que acatarlo. De nuevo, muchas gracias. Por cierto, una pregunta. ¿Cómo sabían que estábamos siendo atacados por los indios?

. - nuestro explorador indio que estaba adelantado vio la escaramuza y nos avisó.

. - repito, muchas gracias.

. - cuídense y adiós.

El capitán ordenó marchar y desaparecieron en dirección hacia dónde íbamos en un principio. Lo siguiente fue curar a los heridos y enterrar a los muertos.

. - ¿cómo esta nuestra mamá lechera? -Pregunté a Bárbara, que intentaba sacarle la bala del culo a Ely-.

. - ha tenido suerte. Casi ya tengo la bala. Por una vez, la grasa ha hecho de freno a una bala.

Al poco sacó la bala casi intacta, a excepción de su punta, algo aplastada.

. - toma Ely, un recuerdo de guerra -Bárbara se la puso en una mano-.

. - gracias querida. Casi no la sentía y ahora menos. Eres buena enfermera y mejor amante.

. - no hay de qué, querida -Bárbara después de ponerle unas hierbas medicinales y vendarle bien la herida, le dio un besito en la otra nalga-.

(Parte 25 de 31)

FIN