El amante de los tiempos, en 5 relatos (21)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(21-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Los chicos se acercaron y se pusieron como dijo Bárbara.

. - ¿cuál es el regalo, señora? -Dijo Yoguana-.

. - yo soy vuestro regalo -dijo moviendo a los lados sus gruesas tetas-.

. - no la entiendo, señora. ¿Dónde está el regalo?

. - ¿no las veis? -Repitió los movimientos de sus tetas, ante las risas del resto-.

Los chicos indios seguían sin entender nada de esta blanca loca.

. - joder, mis tetas son el regalo. Están llenas de leche para vosotros dos. Venga, sacadme los pechos y comenzad a mamar y no dejéis gota.

Ahora sí que entendieron a la vieja blanca. Fue flecha Veloz quien fue primero a por su teta. Metiéndole mano por encima, le cogió la teta y se la sacó por el escote que llevaba Bárbara. Su hermana hizo lo propio con la otra teta.

De inmediato comenzaron a mamarla, ante la satisfacción de Bárbara, la cual les cogió ambas cabezas y apretaba contra sus tetas.

. - oh, como me gusta que me mamen mi lechita. ¿Cuál de vosotros dos la tiene ya dura? La necesito en mi boca lo antes posible y si una buena hija se metiera entre mis piernas, ya sería el colmo de la felicidad -dijo la muy puta-.

Miré a Tony y sonreímos. Desde luego mi polla estaba ya lista, pero no quería pisar al jefe de la manada, el cual se levantó y sacándose su chorra, se la dio a comer a su mujer.

. - chicos -dijo Bárbara dirigiéndose a los chicos indios- poneos en el suelo, yo me arrodillaré y pondré mis tetas sobre vuestras bocas, mientras me como la polla de mi marido. Así, nuestro Salvador, podrá usar la suya en mi agujero trasero.

Aquello se estaba convirtiendo en una bacanal. Lisbeth se puso bajo su madre y dio comienzo a su comida de chochete materno. Jocelyn fue la que se quedó a vigilar. Yo, por mi parte, después de sacármela y pajeármela un momento, ya estaba oliéndole primero y comiéndole después, el ojete del culo a nuestra Bárbara chupa y traga pollas.

Los chicos no paraban de mamarle las tremendas perolas que eran las tetas de aquella blanca lechera.

Con una embestida digna de un San Bernardo, se la encajé hasta el fondo a mi putita mayor. Con cada entrada, se movía todo su cuerpo, haciéndola disfrutar, junto con el resto de participantes, de una follada que recordaría toda su puta vida.

Tanto yo como el viejo, nos corrimos en Bárbara, cuando aún los chicos indios no habían acabado de vaciar los cántaros lecheros.

Lisbeth no paraba de recoger el fruto que salía por el chochete de su madre.

Más allá, con el rifle en una mano y con la otra en su rajita, estaba Jocelyn auto-satisfaciéndose, pero sin dejar de vigilar los alrededores.

En eso el relinchar de unos caballos, nos sorprendió en plena faena. Eran tres enmascarados que venían hacia nosotros a todo galope pistola en mano.

Los follantes, incluidos los chicos indios, se fueron cada uno, tal como estaban, a ocultarse tras los carros. Al final, menos los indios, todos teníamos un rifle en nuestras manos.

Yo apunté al que iba en cabeza y del disparo certero, hice que el tío saliera disparado hacia atrás, cayendo al suelo más muerto que mi abuelo.

Los otros dos, no esperando tan mala bienvenida por nuestra parte, se detuvieron y bajándose de los caballos, no dejaron de disparar en nuestra dirección mientras se parapetaban tras unas rocas.

Seguíamos desnudos como estábamos hasta hacía unos segundos, pero tampoco nos importaba. Lo importante ahora era salvar la vida, lo demás, eran historias.

Bárbara, gran tiradora, apuntó y no disparaba, estaba pendiente de que asomara alguna parte del cuerpo de uno de los atacantes. Cuando asomó, disparó. El certero disparo le voló la tapa de la cabeza al atacante. Ya solo quedaba uno.

Hice una señal a Tony para que le atacara por su izquierda, mientras yo lo hacía por mi derecha.

Poco a poco nos íbamos acercando, cuando ya casi estábamos encima del capullo, a una, Tony y yo disparamos hacia donde debía de estar el tipo, pero allí no había nadie.

Solté una palabrota, cuando me di cuenta que donde estaba el tío antes, había una especie de agujero, por lo que me tiré al suelo de inmediato, solo una décima de segundo antes de que el bandido aquel saliera soltando plomo.

Si me hubiese quedado allí, ya sería uno más de los muertos del día.

El tipo, al no verme donde debía estar, se dirigió hacia el viejo, haciéndolo como un rayo, el muy jodido. Disparó varias veces, alcanzando a Tony en un brazo.

Yo, por mi parte, comencé a soltar plomos y hasta que no vacié el cargador de mi pistola sobre el malnacido aquel, no dejé de apretar el gatillo.

Por supuesto el tipo estaba bien muerto, así que me acerqué a Tony, que se agarraba el brazo, de donde manaba sangre en abundancia.

. - mierda, me ha dado ese puerco.

. - Bárbara -grité- trae algo para curar a tu marido, le han herido en un brazo-.

Junto al viejo, le rompí la camisa con mi cuchillo de caza y comprobé la herida. Sí, una bala había atravesado el brazo limpiamente. Fui a coger mi cinto de mis pantalones, pero me di cuenta que no llevaba los pantalones, al igual que Tony tampoco, así que, con la misma manga de su camisa, le hice un torniquete para pararle la hemorragia, cosa que conseguí apretando bien fuerte.

Bárbara vino corriendo, con sus tetas a medio vaciar y bamboleando a los lados sin cesar, no preocupándole lo más mínimo, solo llevar el material de cura a quien lo estaba necesitando.

. - querido, te han dado -dijo ella, llegando junto a su marido-.

. - no ha sido nada, Bárbara. La bala le ha entrado y salido limpiamente. Águila Veloz, por favor, revisa si siguen con vida los atacantes. Tú, Jocelyn, sube allí y vigila a lo lejos por si hubiera más atacantes. Lisbeth, vete al otro lado y haz lo mismo. Rápido, rápido.

Los chicos, aun nerviosos, hicieron lo que les dije. Por suerte, los muertos estaban bien muertos y más allá no se veía a ningún atacante más.

Sentado en el suelo, Tony se dejaba curar por su mujer, al mismo tiempo, le había cogido una teta y se estaba saciando, pues tenía la garganta seca de la impresión que tenía encima.

Yo, por mi parte, me puse en pie y dejé al matrimonio solo. Me fui hacia los muertos y, antes de nada, comprobé primero mirando al resto de la familia, incluidos los dos hermanos indios que se estaban vistiendo a toda prisa todos ellos. Luego me incliné hacia el primero de los atacantes y quitándole los pañuelos uno tras otro, confirmé que no tenían pinta de buenas personas, es más, parecían unas criminales de cuidado.

. - todos están muertos, Sr. Salvador -dijo Águila Veloz.

. - sí, eso parece. Hemos tenido suerte. ¿Sabes disparar?

. - por supuesto y mi hermana también.

. - ¿me puedo fiar de vosotros de que no usaréis las armas en contra nuestra?

. - por supuesto. Mi hermana y yo os consideramos un hombre de honor y no las usaremos contra este grupo. Os doy mi palabra y la de mi hermana.

. - de acuerdo, confió en ti. Coge el rifle del tipo y vete junto a Jocelyn y cuida de ella.

. - sí señor, así lo haré.

. - Yoguana, ven un momento.

La chica vino corriendo junto a mí.

. - tu hermano me ha dicho que eres buena con las armas y de que puedo fiarme de vosotros dos de no usar las armas contra nosotros. ¿Es así?

. - así es, Sr. Salvador.

. - confiaré en vosotros dos. Coge un rifle de los atacantes y acompaña a Lisbeth a vigilar su zona. Cuida de ella, ¿de acuerdo?

. - por supuesto, Sr. Salvador.

La chica cogió un rifle del suelo y comprobó que estaba con balas, luego cogió varias más del cuerpo del muerto y se fue corriendo hacia Lisbeth, que la vio venir desde donde estaba antes y no se preocupó el verla con el rifle. Si yo se lo había dado, era porque podía confiar en los chicos indios.

. - hola, Yoguana, gracias por venir. Tengo un poco de miedo todavía.

. - no te preocupes, yo cuidaré de ti. Estoy acostumbrada a usar armas y si aparece alguno más, le pego un tiro -dijo poniéndose a su lado junto a una gran roca a cubierto, como toda una profesional del gatillo-.

Lisbeth, se maravilló de la fortaleza que tenía la joven india, de su misma edad y sin embargo de tan diferente cultura.

Yoguana, viendo temerosa a su joven amiga, la atrajo contra su hombro, besándola en la frente, primero, y después en su boca, siempre sin dejar de vigilar. Con su mano libre, la introdujo bajo su camiseta, adueñándose de uno de sus juveniles pechos. Allí jugó con el pezón de la blanca, haciendo que Lisbeth resoplara de placer y pegándose aún más a su protectora y nueva amiga y amante.

En el lado opuesto, Jocelyn y flecha Veloz vigilaban a lo lejos. Como si fuera el hermano mayor, la tenía cogida por la cintura y la pegaba a su pequeño cuerpo. Parecía que la mayor era cuidada por el menor y así era realmente, pues el chico tenía mucha más experiencia, aun con su juventud, que ante una Jocelyn que nunca había estado en un desaguisado como éste, a excepción del ataque violento de la casa a manos de aquellos dos cabrones en la mina.

Acurrucados y ocultos, se sentía segura en brazos de aquel joven indio, por lo que no le importó lo más mínimo agradecérselo de la única manera que sabía que entendería cualquier chico, fuera de la raza que fuera.

Le bajó los pantalones, que antes eran de Lisbeth y metiéndose entre sus piernas, comenzó a comerle la polla.

Flecha Veloz, cerró por un segundo los ojos, para después poner su vista a lo lejos, mientras dejaba que su nueva amiga le practicara una mamada colosal.

No contenta con eso, Jocelyn, cuando vio que ya se la tenía a punto, se dio la vuelta y subiéndose la ropa, se bajó las enaguas, colocando su agujero anal en la dirección de la polla del chico, el cual solo tuvo que pegarse a ella para que la tranca le entrara en el anal culo de Jocelyn. Siempre sin dejar de vigilar, como buen indio que era, se folló a aquella zorra blanca que le ponía en bandeja su preciado culo sin pedir nada a cambio.

Cuando estaba a punto de descargar, ya Jocelyn sabía cuándo los tíos iban a explotar, pues era pura experiencia personal, se dio la vuelta y se metió en su boca la sabrosa polla del joven indio.

Fue metérsela y recibir el manjar de los dioses que los humanos se entregaban los unos a los otros.

El chico disfrutó de tamaña follada. Solo se sobresaltó un momento cuando me vio junto a ellos. El indio se fue a guardar su tranca, pero se lo impedí.

. - no, deja que Jocelyn acabe con tu polla. Tú puedes comerme la mía, mientras ella acaba con la tuya.

El chico no se hizo de rogar, de inmediato y sin moverse de donde estaba, se metió mi polla en su boca. Ahora era yo quien vigilaba a lo lejos. Dios, aquello ya era un vicio y que vicio más hermoso y sabroso.

Cuando Jocelyn acabó con la polla del chico, se unió al indio en la mamada de mi polla, turnándose para pelármela entre los dos.

El chico se iba a sacar los pantalones para que yo lo penetrara, pero dije que no.

. - todavía no, joven Águila Veloz. Eso debemos hacerlo cuando no haya peligro. Es mejor, con tranquilidad. Descuida, usaré tu culo muy pronto y tú el mío. Ahora acábate mi polla y hazme correr en tu boca, por favor.

Jocelyn entendió que debía de ser para el indio mi polla y mi corrida, por lo que se levantó y se colocó el vestido, poniéndose a vigilar, mientras dejaba a los machos disfrutar como se debía de disfrutar.

Sin duda, Jocelyn era una gran profesional. Sabía cuándo molestaba. Le cogí la cabeza al indio con ambas manos y apreté su boca contra mi polla hasta sentirlo muy adentro de su garganta. Al final solté mi chorro de leche hasta saciarlo. Luego se la dejé en la boca hasta que no pude más y me contorsioné.

Solo cuando mi polla ya no daba más de sí, fue liberada de la boca de flecha Veloz. Solo después, me agaché a su altura y le besé en la boca por largo rato, intentando buscar con mi lengua en su boca, algún resto del semen antes entregado de forma gratuita. No pude encontrar nada, pues el chico se lo había llevado todo a su profunda garganta para desaparecer para siempre.

Nuestros labios no querían separarse y seguimos besándonos. Era una pasión diferente a la que tenía con Tony, aquello era un no acabose nunca y lo mejor, era que me gustaba aquellos labios que me volvían loco, pero hice un sobre-esfuerzo y pude despegarme de aquella boca tan, tan, tan, no tengo palabras para definir lo que sentía besando a este joven tan apetitoso. Sí, apetitosa era la palabra que buscaba. Dios, que suerte había tenido encontrándole en mi camino.

Después del percance, todo el grupo iba armado hasta los dientes. Fue una orden lógica, pues estábamos en territorio hostil, sin duda.

Habíamos dejado atrás las praderas infinitas y nos perdimos. Una fuerte ventisca que no nos dejaba ver a un palmo de distancia nos desvió de nuestro camino. Ahora mismo no sabíamos dónde estábamos, hasta que nos adentramos entre dos altas montañas en un valle que difería totalmente del resto del camino andado. Era verde, pero verde de verdad.

Transcurría un riachuelo, donde más abajo se veía una especie de edificio de cemento o similar, anclado en una de las paredes del valle.

Parecía abandonado. Debía de ser de los antiguos españoles que lo construirían para sus soldados y sus monjes colonizadores.

Un fuerte sonido de desprendimientos hizo que nos diéramos la vuelta y viéramos que por donde habíamos pasado hacía unos minutos, ahora todo eran escombros. Nuestra salida, si no había otra más adelante, se había cerrado tras nuestros pasos.

. - Dios, por poco. Nos salvamos de milagro -dijo Jocelyn-.

El resto estuvimos de acuerdo. De momento no podíamos hacer nada más. Continuamos hacia la edificación y cuando llegamos a su vera, bajamos de los carromatos.

Una gran puerta de madera se interponía en nuestro deseo de entrar en la fortaleza.

. - eeeeehhhhh, hay alguien ahí -gritaba con todos mis pulmones-.

La llamada la repetí yo y mis compañeros de fatigas, pero nada. Ni un sonido nos llegó.

. - Salvador, ¿qué hacemos ahora? -me preguntó Bárbara, la cual tenía, como el resto, todo el cuerpo lleno del polvo de la ventisca atravesada-.

. - si no nos abren porque no haya nadie, tendremos que abrirnos nosotros.

. - ¿y cómo vas a abrir tu solo esa enorme puerta?

. - por dentro debe de haber algún tipo de mecanismo que la pueda abrir una o dos personas.

. - ¿cómo piensas hacerlo desde aquí fuera, querido?

. - mujer de poca fe…

Me fui a uno de los carromatos y busqué mi cuerda. Con ella seguro que llegaría a un tronco que sobresalía del resto. Si hacía diana, podría escalar por la cuerda.

Hice un lazo y lo lancé un par de veces, pero no acerté, estaba a bastante altura.

Al tercer intento, bingo, di en el blanco. Tiré para tensarlo y me dispuse a subir.

Me eché saliva entre mis manos y comencé a subir, ante la atenta mirada del resto del grupo.

No era fácil, pero siendo joven y atlético, me encaramé hasta arriba del todo. Luego salté dentro de la azotea del edificio.

Miré por el tragaluz y pude ver que el edificio era formidablemente grande y no parecía haber nadie. Utilizando la misma cuerda, me deslicé hacia abajo. Allí todo estaba en silencio y abandonado.

Me adentré unos metros y nada de nada. Era una especie de leprosería, pero sin leprosos. Había varias habitaciones largas con muchas camas, todas ellas vacías. Definitivamente, allí dentro no había un alma.

Regresé a la puerta de entrada y busqué el modo de abrirla. Sí, como pensaba, era por una serie de palancas, tipo Leonardo Da Vinci, que, con la fuerza de una sola persona, era suficiente para hacer girar una gran rueda dentada que a su vez hacia girar otras muchas a su lado, así el esfuerzo de una persona era lo único que necesitaba para abrir dicha gran puerta.

Hice girar una manivela y poco a poco la enorme puerta fue deslizándose a un lado hasta quedar hueco suficiente para que entraran los carromatos.

Una vez entraron los vehículos y sus ocupantes, volví a cerrarla, así me sentiría más seguro, o eso creía yo.

. - ¿has encontrado a alguien, amor?

. - ni un alma, querida, pero aun debo de investigar el resto del edificio. Parece que fue en su momento una especie de leprosería, pero no tengáis miedo, no se ve ni rastro de los enfermos, si es que los hubo alguna vez.

Algo cohibidos por el edificio y esperando ver acercarse en cualquier momento un fantasma del pasado, fuimos investigando cada rincón de aquella fortaleza abandonada.

La noche se nos echó encima y decidimos continuar con la investigación al día siguiente. Utilizamos una de las habitaciones que estaba en mejores condiciones para comer y descansar.

Debía de ser la del jefe de la fortaleza, pues había blasones en las paredes y algún que otro cuadro de personajes históricos. Había uno de los reyes católicos, según me dijo Bárbara, que en su día fue a un colegio de monjas.

. - chicos, haced un fuego para calentarnos y comer algo -dijo Bárbara-.

. - eso está hecho, mami -dije-.

. - Salvador, ¿crees que vamos a estar seguros aquí dentro esta noche? -Pregunto Lisbeth-.

. - claro, pequeña, pero para mayor seguridad, dormiremos todos en esta habitación, que además es la mejor del complejo. Con la puerta bien cerrada, así haya miedo que entre nadie. Además, aquí estoy yo para cuidarte como te mereces -le dije, besándola en la boca-.

. - gracias, contigo a mi lado, estoy más tranquila.

. - bueno, ¿alguien más está nervioso o nerviosa y quiere que le dé un besito?

Todos, sin excepción, levantaron la mano.

. - vaya, cuantos miedosos que hay por aquí. Bueno, como son tantos, seréis vosotros quienes me den un besito a mí, pero aquí abajo -me saqué los pantalones y me pajeé la polla para ponerle dura-.

Uno tras otro vino y se agachó para hacerme una mini mamada. El último, Yoguana, fue quien se llevó el premio. Su boca recibió mi leche desnatada, cosa que agradeció sobremanera, enseñándome sus preciosos pechos, a los cuales besé sin premura, con una lentitud que hizo correrse a su dueña.

. - muy bien, es hora de hacer fuego y comer algo.

Me guardé la polla en su sitio y localicé unos maderos, con los cuales hice una fogata decente. Bárbara calentó unas latas y entre todos, dimos buena cuenta de ellas.

No pudimos utilizar las camas que allí había, pues las polillas habían acabado con ellas, así que limpiamos un poco y tendimos un par de mantas en la zona más segura y caliente.

. - tendremos que poner guardia para la noche -dijo Tony- no podemos dejar los carromatos sin vigilancia. Aún no sabemos si estamos solos o no.

. - tienes mucha razón, Tony. Lo siento, Lisbeth, al final tendremos que hacer guardia fuera de esta habitación. Yo haré la primera, junto con otra persona. Será mejor hacerla en parejas, por si acaso.

. - yo la haré contigo -dijo Lisbeth-.

. - ¿no dijiste que tenías miedo?, estarás mejor aquí dentro.

. - estando contigo me sentiré más segura, por favor, déjame hacerla contigo.

. - de acuerdo, Lisbeth. Tony, luego te llamaré para que nos sustituyas. Que alguien le acompañe en la guardia a él también.

. - la haré yo -dijo Águila Veloz, levantando la mano-.

. - pues muy bien. Solo falta una última guardia, pues la haremos de dos horas cada grupo. ¿Quién se apunta?

. - la haremos Jocelyn y yo, Yoguana aún está algo débil de su espalda -dijo Bárbara-.

. - okey, bueno, ahora descansad, si podéis -dije sonriendo-.

Lisbeth y yo salimos y nos colocamos en un lugar estratégico desde donde podíamos vigilar tanto los carromatos, como la puerta de la habitación donde estaba el resto. Nos tendimos en el suelo encima de una manta y con una segunda, nos tapamos. Le eché el brazo por encima y la atraje hacia mi hombro. La luna llena que se filtraba por el techo no nos podía delatar ante la llegada de cualquier imprevisto.

. - duerme y descansa, querida. Yo vigilaré por los dos.

. - por eso te quiero tanto. Eres bueno, atento y estás muy bueno -dijo sonriendo, para luego besarme los labios. Después utilizo mi mano que tenía en su hombro y lo llevó hacia uno de sus pechos. Allí lo dejó para que pensara en ella, mientras hacia la guardia-.

La atraje hacia mí un poco más, diciéndole que era maravillosa y una buena chica. Por supuesto, sus pechos no dejé de sobárselos mientras estuvo despierta, y aun después de quedarse dormida en mi hombro, no dejé de darme gusto con sus pezones juveniles.

El silencio era absoluto, solo interrumpido por alguna que otra lechuza a lo lejos.

Dentro de la habitación segura, los indios se estaban dando un banquete con los pechos de Bárbara, la cual intentaba dormir un poco, mientras era mamada.

Tony ya tenía a Jocelyn enculada junto a ellos. Unos movimientos lentos, pero constantes, hicieron disfrutar a ambos de una noche tranquila, para variar.

Antes de correrse en el culo de su hija, la avisó y ella se deslizó hacia su polla y se tomó su caldo expulsado. Con un silencioso magreo, se intercambiaron parte del semen. Al final, cerraron ambos los ojos, pues pronto debían de reemplazar a la guardia de fuera.

Los chicos indios se quedaron dormidos mucho antes que la misma mamada. Ella sonrió y les acarició el cabello. No quiso despertarlos, pues aún tenían sus pezones en sus respectivas bocas. Aquello hizo que desaguara un orgasmo vagina abajo. Luego se durmió como una bendita, llena de felicidad. Sin saberlo, había parido una nueva pareja de hijos de putas, pero hijos, al fin y al cabo, a los cuales les encantaba su lechita natural, como a cualquier recién nacido.

Decir guardias de dos horas, era como decir guardias sin fin, pues no teniendo reloj ninguno el grupo, seguí con la guardia, hasta que casi me quedo dormido.

Cuando iba a despertar a Lisbeth, mis músculos se tensaron. Saqué mi mano del pezón de la chica y con suma lentitud y silencio, apreté el arma entre las dos manos, apuntando hacia la dirección hacia donde había oído el ruido que me había puesto en guardia.

Lo primero que vi fueron unos enormes ojos que iban hacia una de las mulas, la cual se movió intranquila. La sangre se me heló al instante. Nunca había visto un bicho como aquel y mucho menos, tan cerca.

El bicho al que ahora podía ver mejor, tenía unos colmillos gigantes que le salían, como si fuera un elefante, pero no, era como un león con dientes de elefante.

La fiera se abalanzó contra el asno y le clavó aquellos enormes dientes. El animal rebuznaba intentando zafarse de la fiera.

Me puse en pie de un salto y apunté a la fiera en la cabeza. Disparé dos veces y salió disparado a dos metros de distancia. Luego me acerqué y el animal aún seguía con vida, por lo que volví a dispararle en la cabeza. Ya no se movió más.

Por supuesto, Lisbeth, tuvo un despertar de lo más violento, dando un grito espeluznante. Luego de la habitación salieron Tony y el indio con sus rifles, prestos para defendernos.

. - quietos, no disparéis, somos nosotros -les dije, antes de que hicieran una escabechina con nosotros allí en la oscuridad-.

Fue Bárbara quien, cogiendo una vela que aún no había podido utilizar, salió con ella encendida.

. - ¿qué ha ocurrido?, ¿qué son esos disparos y que le pasa al asno?

. - una fiera ha venido y se ha lanzado contra el asno, clavándole unos enormes dientes. La fiera ha muerto, pero debo de matar al asno para que no sufra. Chicas, por favor, daros la vuelta si no queréis verlo.

La única que no miró, fue Lisbeth, que se dio la vuelta. Con un certero disparo de revólver, maté al animal que sufría.

Después ya todo fue silencio. El resto de animales se habían tranquilizado.

Bárbara se acercó con la vela y alumbró a la fiera tendida en el suelo.

. - Dios, que bicho más grande y que dientes le salen de la boca. No es posible.

. - ¿que no es posible, querida? -Le dijo su marido-.

. - si no se hubiesen extinguido, diría que este animal es una fiera dientes de sable de la época de cuando ya se habían extinguido los dinosaurios. ¿Cómo ha podido llegar hasta esta época?

. - ¿estás segura, mamá? -Le preguntó su hija Jocelyn-.

. - a no ser que mis ojos me engañen, aquí está la muestra delante de nosotros. Eran de la época de los mamuts, cuando ya había humanos en la tierra.

. - vaya, entonces estábamos más seguros fuera de esta fortaleza que dentro. Si hay uno, puede haber más. Chicas, volved a la habitación y haceros fuertes allí. Tú, Tony, quédate protegiéndolas. Flecha Veloz y yo nos quedaremos aquí fuera. Con esta oscuridad no podemos hacer nada más que hacer guardia y cuidar de los animales.

. - pero tú ya has hecho guardia. Debes tener sueño -dijo Tony-.

. - lo cierto es que el sueño ha desaparecido por arte de magia, además, ya tengo a nuestro nuevo chico para que cuide de mí, verdad, ¿flecha Veloz?

. - claro, Sr. Salvador-.

. - tuteame, hombre. Si hasta me has comido la polla varias veces. Yo te llamaré flecha, para abreviar. ¿Okey?

. - de acuerdo, Salvador.

. - así me gusta. Chicos, entrad, mañana ya limpiaremos este desaguisado de aquí fuera -dije mirando a los dos animales muertos-.

Mientras se metían en la habitación, llevé a flecha donde íbamos a vigilar. Cuando nos sentamos, nos tapamos con la segunda manta.

. - flecha, mientras uno vigila, el otro duerme, luego nos turnaremos para dormir y hacer guardia. ¿Me has entendido?

. - sí, Salvador. Uno cada vez hace guardia y uno cada vez, duerme.

. - bueno, sí, más o menos, pero así es.

El chico, después de sentarse junto a mí, no paraba de moverse.

. - flecha, ¿qué te ocurre?

. - creo que me voy a mear encima.

. - ni se te ocurra -aparté su parte de la manta y lo liberé-.

. - anda, camina dos metros y mea ahí mismo, pero no te la guardes después, por favor.

El chico se levantó y se puso a mear a dos metros como le dije. Cuando acabó, respiró hondo. Sin guardársela como le dije, volvió a su sitio. La manta volvió a taparlo, para después adueñarme de su polla y comenzarle a hacer una suave paja. Su respiración se aceleró.

Atraje su boca y nos besamos, mientras continuaba pajeándolo.

. - tengo miedo, Salvador -me dijo el chico-.

. - ¿a qué tienes miedo, flecha?

. - a que venga otra fiera como esa.

. - no te preocupes -le dije, mientras volvía besarle- mientras estés conmigo, cuidaré de ti, no lo olvides-.

. - Salvador, por favor, ¿me puedes dejar que te la meta?, así a lo mejor, se me quita el miedo.

. - claro, querido flecha.

Aparté la manta y poniéndome de rodillas, me bajé los pantalones, para después darme la vuelta y ofrecerle mi trasero. El chico no perdió tiempo de montarse encima de mí y clavarme su pene hasta los huevos.

Aunque aquello me gustaba, no quería que acabara tan pronto.

. - tranquilo, tranquilo. No vayas tan deprisa y haz que dure todo lo posible sin correrte.

. - de acuerdo, Salvador.

El chico aflojó la follada y me la metía a paso lento. Así duró casi una eternidad.

. - avísame cuando te vayas a correr. La quiero en mi boca.

. - descuida, te avisaré.

El chico jadeaba y sudaba como un cosaco, pero no había aumentado la velocidad. Al final no pudo aguantar más y me avisó.

. - ya me viene, ya me viene.

Me saqué su polla de mi culo y dándome la vuelta, me tragué su tranca. Olía a mi mierda, mi puta mierda.

No llegué a disfrutar casi de la mamada, pues el chico en un estertor láctico, soltó cuanto tenía dentro.

Disfruté de su primera follada a otro tío, con el premio de su jugo natural.

. - ahora, mete tu lengua en mi culo y dame una lengüeteada y sácame todo lo que encuentres y déjame el culo limpio, muy bien limpio.

De nuevo me di la vuelta y el chico hizo su trabajo a la perfección. Por descontado que mi polla se había puesto a cien y estaba lista para encularse a cualquiera, incluso al dientes de sable que yacía muerto, pero allí tenía a otro homínido delante mío.

. - flecha, ha llegado la hora de que disfrute de tu culo.

. - ¿seguro?, lo estaba deseando.

. - intenta no gritar o despertarás a los demás o alguna otra fiera que ande por ahí. Te dolerá un huevo, pero tiene que ser así. ¿Quieres que lo hagamos?

. - sí, por favor, Salvador.

. - muy bien. Sácate del todo los pantalones y ponte encima de mi polla.

El chico rápidamente se sacó el pantalón y vino hacia mí.

. - ahora te irás enterrando mi polla en tu culo. Lo harás como quieras, si te duele, te paras, luego sigues. No lo hagas de golpe, o veras las estrellas.

. - gracias, Salvador.

. - mientras lo haces, quiero tu boca en la mía.

Le cogí los labios y se los comí literalmente. Su culo tocó mi polla y se detuvo en seco. Luego al primer intento de clavada no acertó con su agujero, pero sí a la segunda.

Un poco de polla entró y se tensó al sentir dolor por mi tranca.

Respiró hondo. Mi boca hizo más presión sobre la suya y respiraba por las narices.

Haciéndose el macho, se sentó y se tragó media polla. Su grito ahogado por mi boca salió y se oyó en la habitación donde estaban los demás.

Al poco salía Tony de la habitación, rifle en mano. Se acercó hasta donde estábamos y al vernos en posición folladora, sonrió.

Bárbara también estaba en la misma puerta. Su marido le dijo que entrara.

. - falsa alarma. Entra y cierra la puerta, me quedo un rato por aquí.

Bárbara al oír que no era más que el desvirgamiento del joven indio, sonrió y entró dentro, cerrando tras ella. Las demás chicas seguían durmiendo.

Tony se acercó a nosotros y se sacó su polla. Cuando estuvo al lado nuestro, separó la boca del chico de la mía y lo puso a comerle la polla.

. - así gritará menos nuestro chaval.

. - gracias, Tony -le dije, mientras retiré mi boca de la suya y me puse a comerle los huevos al viejo-.

El indio se enterró toda mi polla y el grito se ahogó con la polla de Tony en su boca.

. - muy bien, ya la tienes toda dentro. Ahora ponte a cuatro patas como yo antes. Te la voy a meter como Dios o Manitou manda.

Flecha se salió y dejó de mamar la polla del viejo. Se arrodilló y se puso a cuatro patas. Yo me puse detrás de él y le endilgué mi tranca. Gritó, como no, pero luego apretó los dientes.

Detrás de mí ya tenía al viejo dándome por culo. Sí, aquello era una follada en aras de la tranquilidad nocturna. De esta manera, los miedos por la o las fieras, habían disminuido, si no desaparecido.

Comencé a follarme aquel culo virgen de todas, todas. Sus gritos contenidos ya poco importaban. Estaba disfrutando la de Dios, dando y recibiendo por culo.

Los gemidos de los tres debieron de ahuyentar a las fieras, pues no apareció ninguna mientras sodomizaba el culo del indio y era sodomizado el mío propio.

Quise durar lo máximo posible, para que así el indio la próxima vez tomara buena nota de que la duración era una buena cosa para el disfrute de esta modalidad de follada.

El viejo casi se corre en mi culo, pero estuvo rápido y se fue al que dirigía la locomotora, el indio, y le soltó en su boca su carga sémica.

Antes de que acabara con el semen del viejo, ya tenía mi polla en su boca y descargando también.

Cuando nos dejó las pollas relucientes a la luz de la luna, me encargué de su culo, así como Tony del mío.

Tanto disfrutó el chico de la dolorosa follada, que empalmó y se corrió de nuevo, soltando al aire de la noche su preciada carga. Aquello había que limpiarlo y me tomé sus restos de semen, haciéndole una mamada profunda y finalizante.

. - ya está bien por esta noche, flecha. Vístete y vete a dormir en la habitación con los demás. Ahora mismo, no debes de estar muy fresco para vigilar. Seguro que tu culo te duele un rato, ¿verdad?

. - sí, así es. Pero te agradezco que me hayas hecho un hombre. Cuando me recupere, volveremos a repetirlo. Me ha dolido un huevo como dijiste, pero tenerte dentro de mí es algo que no lo puedo describir. Ha sido maravilloso, gracias, gracias por haber compartido conmigo esto tan bonito.

. - no, gracias a ti, que he disfrutado un rato, en cuanto a si habrá una próxima vez, eso te lo puedo asegurar y no solo será una vez, sino muchas. Ahora vete a descansar. Tony me hará compañía.

Flecha nos dio un beso a cada uno y se fue con el culo renqueante hacia la habitación.

Bárbara, cuando lo sintió llegar, le hizo un hueco junto a ella.

. - ven, mi niño. Yo cuidaré de ti. Tu culito te estará doliendo bastante, pero seguro que, si te tomas mi lechita, descansarás mejor.

Con mimos de madre, le llevó la boca hasta la teta que se había sacado previamente. Allí lo dejó mamando hasta que se durmió. Ella no se guardó el pecho, pues también necesitaba algo de líquido y ordeñándose ella misma, se sació de su propia leche. Así, ambos se quedaron saciados y pudieron dormir plácidamente.

. - el chico aguantó como un jabato. Vamos a hacer un hombre de este flecha Veloz -dijo Tony-.

. - desde luego. Tiene un agujero ideal para mi polla. Se pega a sus paredes que es un gusto follarlo. Ya solo nos falta su hermanita. Ya estoy deseando tenerla ante mi polla y desvirgarla, con tu permiso.

. - por supuesto. Tú los compraste y tú los liberaste. Es cosa tuya el desvirgarlos a los dos. Ya tendré tiempo de usar sus agujeros con más tranquilidad una vez los hayas disfrutado.

. - te lo agradezco, Tony.

. - no, soy yo quien te agradece el haber entrado en mi familia. Gracias a ti, mi Bárbara sigue con vida y mis niñas disfrutan como se merecen, incluso de su padre. Además, ahora tenemos a dos nuevos reclutas con quien jugar. Sí, soy yo quien te tiene que dar las gracias y no tú a mí. Bendito el día que me la comiste por primera vez.

. - no hables tanto y dame esa boca, viejo. -le dije-.

. - ¿viejo? y un huevo, todavía se me empina como cuando joven, tu espera que me recupere y veras lo que vale un peine.

Nos morreamos a conciencia. Aun así, era pronto para que nuestras pollas despertaran, porque si no, ya nos estábamos ensartando con ellas.

El día amaneció tan silencioso como el anterior. Antes de despertar a los chicos, le di por culo a Tony, para después ser enculado por su polla. Con ambos miembros limpios y en su sitio, nos morreamos, para luego despertar a los demás.

Nada más entrar, vimos que flecha Veloz no perdía el tiempo. Estaba enculándose a Bárbara en su gordo culo.

Despertamos al resto de chicas y cuando el chico quiso salirse de Bárbara, ella se lo impidió.

. - por favor, hijo. No me dejes así. Acaba dentro y tómate tu lechita directamente desde el agujero.

. - sí, claro, Bárbara.

Siguió enculando hasta que se corrió. Luego fue su hermana, mientras el chico se tomaba su leche, quien ya le estaba mamando su tranca para dejársela reluciente y tomarse algo de su semen. La chica se llevó la lengua sobre sus labios, saboreando lo que pudo recolectar. Luego se puso de pie.

Una vez acabado el chico, Bárbara se subió sus enaguas y se bajó el vestido.

. - gracias, querido. Ahora vamos fuera y veamos mejor a ese bicho de anoche.

Todos salimos y pudimos ver al animal prehistórico.

. - Después de comer, vamos a revisar de arriba abajo este lugar. De algún lugar debió de salir -dije-.

Una hora después estábamos listos para investigar. Se decidió que no nos separaríamos en ningún momento. Todos juntos partimos y revisamos toda la edificación.

Cuando llevábamos un buen rato sin encontrar nada, la entrada de luz por un pequeño orificio de una pared, me hizo mirar a través del agujero.

Lo que veía era otra dimensión, como si dijéramos, pues se veían una serie de árboles y otras plantas diferentes a las que había fuera, tras la gran puerta. Sin duda estaba viendo el pasado.

. - Dios, creo que me estoy volviendo loco, chicos. Echad un vistazo -dije-.

La primera en mirar fue Bárbara, que era la que estaba más cerca.

. - qué demonios… -no acabó la frase, pues se giró hacia mí en respuesta de su no-pregunta.

Tony apartó a su mujer, sin brusquedades y su cara cambió.

. - he visto un bicho enorme que caminaba a cuatro patas.

Su mujer volvió a mirar y lo confirmó.

. - sí, es un lagarto, pero un lagarto gigante, de los que no quedan ya. ¿Qué ocurre aquí?, ¿a dónde hemos venido?

Los demás fueron mirando por el orificio y todos se quedaron pasmados. Los saqué fuera de aquella habitación, donde había más luz y hablé.

. - chicos, creo que hemos descubierto un reducto del pasado o eso, o la tempestad de arena nos llevó al pasado, pero no lo creo, pues si no, esta edificación no hubiera estado fabricada.

. - eso no es posible. ¿Reducto del pasado?, no me lo creo. No entiendo nada -dijo Jocelyn-.

. - ¿y qué me dices de lo que has visto?, ¿y de ese bicho de los dientes grandes que he abatido? tras estas paredes el tiempo no ha pasado. Sin duda los que fabricaron esta fortaleza, no la hicieron para que no entraran, sino para que no salieran fuera de estos muros esos monstruos.

. - la pregunta es, ¿qué hacemos ahora?, ¿entramos y vivimos en este nuevo mundo y corremos peligros sin fin o nos olvidamos y buscamos una salida de este valle, para volver a nuestro tiempo, el cual conocemos? -Dijo Lisbeth-.

. - esta chica además de estar como un tren, tiene buena cabeza -dije, atrayéndola, y dándole un beso en la cabeza- hay que decidir lo que haremos y lo decidiremos entre todos. Sin duda hay una entrada por donde llegó el dientes de sable , porque por ese orificio no entra ni mi polla, perdonen la analogía.

El grupo sonrió, sin tener muchas ganas, pues la cosa se las traía.

. - de entrar ahí dentro y no pudiéramos volver, el que encontrara esta fortaleza, se daría un festín con nuestros carros -dijo Jocelyn-.

Todos, menos los chicos indios entendieron. Ante una mirada al viejo, comprendimos que era hora de informarles de lo que llevábamos en los bajos de los carromatos.

. - dígaselo usted, Bárbara, por favor. Creo que deben saberlo. Son parte de grupo.

. - tienes razón querido. Chicos -dijo mirando a los pieles rojas- en los bajos de los carromatos tenemos escondido gran cantidad de oro y los llevamos a la capital para ingresarlo en el banco y así poder comprar una bonita granja donde todos podamos vivir. Yo, por mi parte, deseo que os unáis a nosotros definitivamente y seáis como nuestros hijos. Eso es lo que yo pienso, no sé si el resto estará de acuerdo.

. - mi mujer lo ha expresado muy bien. Sois como de la familia. Si queréis seguir con nosotros, os recibiremos con los brazos abiertos y si no, os daremos dinero suficiente para empezar una nueva vida en cualquier parte que queráis. -Dijo Tony-.

De lo que pensaban las hermanas, no era necesario expresarlo, pues en sus ojos se notaba que serían bienvenidos.      Flecha Veloz miró a su hermana y sonrieron.

. - mi hermana y yo, no sabíamos cómo pediros que nos dejarais compartir vuestras vidas con las nuestras. No tenemos donde ir y estamos muy a gusto con vosotros. Os agradecemos vuestra amistad y amor, aceptamos quedarnos con vosotros para siempre -dijo el chico, abrazándose a Bárbara y llorando como una Magdalena. Su hermana se abrazó al viejo Tony, el cual soltó alguna que otra lágrima también, al igual que su mujer-.

. - bueno, bueno. Nos alegramos que os unáis a la familia. Solo decir que yo también deseo formar parte de ella. ¿Dónde se está mejor que entre la gente que te quiere?

Lisbeth y Jocelyn se me abrazaron y besaron, llorando también. Aquello más parecía un velatorio que otra cosa.

. - gracias, chicas, pero ahora estamos en una encrucijada. Repito la pregunta, ¿ahora qué hacemos?

El silencio fue la respuesta. Nadie lo tenía claro, ni yo mismo.

. - En vista de que no lo tenemos claro ninguno de nosotros, lo mejor será que busquemos el agujero por donde entró la fiera y la tapemos bien, hasta que sepamos lo que vamos a hacer.

Todos estuvieron de acuerdo. Nos recorrimos la fortaleza hasta dar con el agujero. Era un hueco de un metro de ancho por ochenta de lado. La pared se había caído por el tiempo, supongo o por algún seísmo en su momento, lo cierto era que por allí había entrado una fiera que se quería comer todo lo que encontrase. Había empezado por los asnos, pero podía proseguir con nosotros, los humanos.

Miré fuera y pude vislumbrar un mundo sin par, pero que, a la misma vez, me aterraba por lo desconocido. Piedra a piedra, volvimos a tapar el agujero. Luego volvimos a la entrada.

. - los animales deben de comer o van a palmar -afirmé-.

. - sí, lo mejor es que abramos la puerta y los alimentemos con la hierba que hay fuera. Nosotros también necesitamos darnos una ducha y abastecernos de agua -dijo Tony-.

Hicimos girar la manivela y se abrió la puerta. Sacamos a los animales y los llevamos a pastar y a beber. En cuanto a la fiera y el asno muertos, previamente los arrastramos con un par de mulas y los dejamos bien ocultos tras unos matorrales fuera de la casa, así no se pudrirían y apestarían allí dentro.

Después de llenar las barricas con agua, nos dimos un baño multitudinario. Allí nadie vigilaba, estúpidos de nosotros, pues creíamos que el peligro estaba tras la fortaleza y no siempre son las fieras los animales peligrosos, los había de dos patas también y algunos hasta se deslizaban sibilinamente.

Después de un refrescante baño, habíamos salido del agua y estábamos secándonos en la orilla, menos Bárbara, que seguía metida en el agua. Su cuerpo serrano flotaba con las montañas sobresaliendo sabrosamente. Con sus piernas estiradas cuan largo eran, con los ojos cerrados disfrutando del momento y sus flotadores lecheros mirando al cielo, un grito espeluznante salió de su garganta.

Aun no sabía lo que era, pero algo se movía entre sus piernas. Me tiré al agua y nadé hacia ella. Lo que vi fue demasiado. Una puta serpiente se le había introducido en sus bajos y por supuesto, Bárbara estaba fuera de sí. Gracias a Dios que no había profundidad y la pude arrastrar fuera del agua con aquella cosa metida allí dentro. Lo peor era que la serpiente era una malabarista y se había metido no solo en la vagina de Bárbara, sino que el rabo del bicho se había metido también en el dilatado agujero anal.

. - quitádmela, quitádmela -gritaba despavorida la pobre mujer-.

. - tranquilízate Bárbara o no podremos sacártela -dije casi más nervioso que ella misma-.

Su marido y Jocelyn la sujetaban, porque no paraba de moverse y gritar.

Me fui hacia donde tenía la ropa y cogí el cuchillo de caza que tenía en el cinto. Con el arma en la mano, me acerqué a Bárbara.

Le di un tajo y corté por la mitad a la serpiente. Ambos extremos seguían moviéndose sin morirse aún. Tire despacio de la parte del rabo y salió toda ella.

. - vale, ya está fuera el rabo, ahora la cabeza. No te muevas, por favor o se agarrará de las paredes y te morderá. Estate quieta -le grité, ella automáticamente, aun con el terror en su cara, se paró de mover-.

Con cuidado agarré la serpiente y empecé a tirar. Con cada tirón, Bárbara gritaba. Aunque tiraba, no salía ni un centímetro.

. - la muy jodida se resiste a salir. Tengo que usar otro método, Bárbara. Te va a doler, pero no veo otra manera de sacártela.

. - sácamela, sácamela como sea, Salvador.

. - dadle un palo para que lo muerda. Debo de meter mi mano dentro de su vagina para agarrarle la cabeza a la serpiente y cerrársela. Luego ya saldrá más fácilmente. Pero antes tengo que lubricarme la mano. Chicas, haceros una paja, necesito vuestro lubricante natural para que pueda deslizar mejor la mano y no hacerle tanto daño a bárbara.

. - Dios, mamá, qué horror. ¿No hay otra manera de ayudarla, Salvador?, -lloró Lisbeth-.

. - no temas Lisbeth, ¿por dónde crees que has salido al nacer?, la vagina se dilata un montón y no tendrá ningún problema más tarde. ¿Dónde está ese palo?

(Parte 21 de 31)

FIN