El amante de los tiempos, en 5 relatos (19)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(19-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Ella, con una sonrisa malévola y mirando a su hermana, se tragó mi tranca. Joder, que bien me la mamaba la muy puta. Al rato, tuve que quitársela de la boca o me dejaba seco allí mismo.

. - okey, Lisbeth, ahora le toca a tu hermana.

. - vaya, ahora que empezaba a disfrutar, vas y me la quitas de la boca.

. - no seas avariciosa y deja algo para los demás.

Me acerqué a Jocelyn y después de besarla, fui a quitarle el vendaje de la cara. Ella se resistió para que no se la quitara.

. - dejame, Jocelyn, por favor. Ya lo tienes curado. Deseo besarte donde estaba la herida.

Ella acabó cediendo. Con cuidado, le desanudé el vendaje. Al poco cayó al suelo y pude verle la enorme cicatriz que le recorría gran parte de su cara, por el lado izquierdo.

Le pasé los dedos con suma delicadeza, para después besarle cada tramo de tan fea cicatriz. Luego un nuevo beso en su boca, hizo que ella se entregara a mis deseos.

Sus pechos fueron un manjar para mi boca sedienta de pechos femeninos. Ella jadeaba como su hermana, no pudiendo ocultar sus sonoros orgasmos.

Cuando estuve metido entre sus piernas, me di un festín. Mi lengua no sabía dónde meterse de tanto jugo que soltaba la chica. Sin duda, era mejor que su hermana. Con más cantidad de todo y con más calidad, sin duda.

Cuando dejé sus partes bajas, se quedó resoplando en busca de aire que llevarse a sus pulmones. No la dejé tranquila, pues de inmediato, mi polla estuvo en su jugosa boca.

Jocelyn se había olvidado de su vergüenza de estar desnuda en plena naturaleza. Ahora solo pensaba en disfrutar de mi tesoro y dejármelo colgando, seco y escurrido, cosa que yo no podía permitirle, por respeto a su hermanita.

Hice que me dejara de mamar la polla. Al rato me puse de rodillas entre las dos.

. - y bien, ¿cuál es tu veredicto? dijo Lisbeth-.

. - aún no puedo decidirlo. Todavía no he usado a mi amiga dominga -dije señalando mi polla con una media sonrisa-.

. - vaya, veo que quieres tener toda la información posible para decidir tu voto.

. - tú lo has dicho, Lisbeth, pero solo si queréis, no es obligatorio -dije yo socarronamente, dejando caer mi petición como quien no quiere la cosa-.

Lisbeth miró a su hermana y se mordió los labios. Luego se tendió y se abrió de piernas.

. - por mi parte, adelante Salvador.

Sin mirar a una asombrada Jocelyn, me puse entre las piernas de Lisbeth. Allí me deleité con la vagina juvenil de la jovencita que ardía por mis huesos.

Mi lengua la hizo vibrar de nuevo, hasta el punto que decidí darle polla vagina adentro. Ya la tenía bien lubricada.

Dado que era virgen como su hermana, la penetré con delicadeza, agarrándome de sus tetas incipientes y prometedoras.

Ella se dolía de albergar mi polla, pero intentaba no producir un sonido delator, así que proseguí introduciéndome allá abajo.

Después de romperle el himen, llegué al fondo sin detenerme. Estaba calentita por dentro, bien calentita.

Nuestras lenguas se deleitaron mutuamente. Al rato comencé el mete y saca. Ella jadeaba y vibraba como una loca. Cada vez iba más rápido y más altos sus gritos, ahora menos contenidos.

Cuando llegó al tope de su dolor, mi polla se dio cuenta y con un frenesí, me la follé bien follada.

Paré en seco, sí. Debía de testear de nuevo el coñito de Jocelyn. Un coñito que ya había disfrutado como Dios en la mina, pero que debía de volver a probar, por lo menos, delante de Lisbeth.

Cuando saqué mi polla de su coño, se la di a comer para que me la limpiara la chica.

Después de unas cuantas mamadas, me fui hacia Jocelyn. Ya me esperaba recostada y con las piernas abiertas. Una malévola sonrisa me entregó.

Después de una comida de conejo en toda regla, su chumino fue follado de nuevo. Esta vez sin tantas contemplaciones. Bien agarrado de sus tetorras, me la follé a destajo, haciéndola correrse en varias ocasiones, tantas que hasta yo fui a correrme, hasta que di contra-orden a mi polla.

Con mi tranca fuera de su coño, las atraje a las dos hacia mi pito. Una y otra se jugaban el tipo por ser quien se metía mi polla en su boca, hasta hubo juego sucio por parte de la pequeña, cosa que la mayor no permitió.

Al final, logré sacársela a Jocelyn de su boca y apuntando a ambas caras, descargué un reguero de leche, dejándolas perdidas de mi mejunje.

Ellas fueron a tomarse mi leche, pero se lo impedí a ambas.

. - seré yo quien se tome mi lechita, chicas.

A cada una le lengüeteé su carita, traspasándome toda leche que encontraba. Así hice con las dos, pero sin tragar ni una gota de semen

Primero atraje a Jocelyn y nos besamos, dejándole una parte de mi corrida en su boca, para hacer lo mismo con Lisbeth. Al final mi leche se repartió equitativamente entre los tres comensales, así todo el mundo quedó satisfecho.

. - chicas, habéis estado fantásticas las dos. Lo siento, pero no puedo determinar quién me atrae más y quien menos, pues ambas hacéis un todo para satisfacer mi lívido. Solo diré una cosa. La próxima vez que lo haga con cualquiera de las dos, será por detrás. Esa parte me vuelve loco y quiero que se me permita de forma voluntaria, por supuesto.

. - quiere eso decir que, si no te permitimos que disfrutes con nuestro culo, ¿no habrá sexo entro los dos, Salvador?

. - ni más, ni menos, Lisbeth.

. - vaya, bueno es saberlo, Salvador. ¿Tú qué opinas, Jocelyn?

. - yo no estoy segura que me guste por ahí. De momento, me abstengo de dejarle usarlo.

. - okey, pues yo voy a permitírselo. Cuando quieras, Salvador -dijo girándose-.

. - chica, acaso crees que soy un toro. Acabáis de dejarme seco, ten un poco de compasión. En otro momento, lo haremos.

Me tendí de espaldas y cerré los ojos un momento. Las chicas hicieron lo mismo, no sin poner cada uno su mano sobre mis partes. Se tuvieron que repartir polla y huevos.

Yo, para compensarlas, puse mis dos manos en la entrada de sus conejos, donde metí, curvándolo, un dedo juguetón en la vagina correspondiente.

Cuando desperté, tenía a Lisbeth encima de mí. Su culo me daba en las narices y mi polla ya la tenía en su boca. Jocelyn se había retrasado y había perdido la delantera, cosa que no le gustó nada.

Sin duda, aquella mamada rejuvenecedora, había puesto mi polla otra vez en marcha.

Como pude, me desembaracé de Lisbeth, para poder ponerme de pie y ponerla a cuatro patas y prepararme a desvirgarle su culo.

El culito de Lisbeth era todo un afrodisíaco para los sentidos. Tenía un pandero digno de su madre.

Mi lengua se introdujo en su agujero, disfrutando de sus olores. Un par de dedos le entraron que era una maravilla. Allí se quedaron por un rato, mientras, con la otra mano, sobaba sus tetas, apretujándoselas hasta hacerle dolor.

. - Jocelyn, por favor, ¿me puedes alcanzar un trozo de esa pita que hay a tu lado?

Tanto la interpelada, como a la que tenía con su culo con mis dedos dentro, se extrañaron de tan extraña petición en un momento tan delicado.

Jocelyn no preguntó y levantó su cuerpo desnudo y con cuidado de no pincharse, arrancó un trozo del vegetal, acercándomelo seguidamente.

Saqué mis dedos del culo de Lisbeth y utilizando la pita como lubricante después de partirla en dos trozos, introduje un poco de su sabia resbaladiza dentro de su culo, además de restregarme mi propia polla con la sustancia susodicha.

Dejando a un lado la pita, me puse en posición. Sin decirle nada a quien iba a recibir mi broca, me puse en posición folladora.

No había que escribir un libro para saber que aquello iba a doler un huevo o más bien, un ovario. Lo cierto era que ya no había marcha atrás, todo estaba preparado para follarme aquel culo que lo pedía a gritos.

Acerqué el pandero a mi polla y no al revés. Quería ser muy macho y los machos no van, hacen que ellas vengan, machista que es uno.

Puse mi polla en su entrada anal y con un deslizamiento lento, pero contínuo, introduje mi polla hasta los huevos.

La chica puso el grito en el cielo. ¿No querías polla?, pues toma polla.

Con mis manos rodeándole la cintura, comencé a follármela según mi gusto y parecer. Cada vez que entraba en ella, un grito de dolor. Cada vez que se la sacaba, otro grito de dolor. Aquello era la casa de los horrores, por lo menos para la follada, porque para el follador, era como estar en la puta gloria.

Jocelyn viendo lo que sufría su hermana y pensar que, si aceptaba mi ofrecimiento, sería ella la próxima, tuvo un ataque de ansiedad que no quiso que advirtiéramos su hermana y yo.

Desde luego su hermana no estaba para fijarse en detalles y mucho menos yo, que disfrutaba follándome aquel culo tan perfectamente redondeado.

Al final Jocelyn no tuvo más remedio que acercarse a su hermana por si le podía ayudar en algo para aliviar su dolor culero.

Se puso junto a su cabeza y se la cogió, colocándosela entre sus piernas y acariciándole su frente.

Lisbeth, viéndose sodomizada y que el dolor era tan fuerte, que pensó que, si se entretenía con el chumino de su hermana mayor, el dolor sería menor. Dicho y hecho. Su lengua se introdujo en la vagina de Jocelyn, la cual se asustó por momentos, pues nunca había pensado que pudiera ser un plato de buen gusto para la lengua de su hermana.

Aquello, lejos de hacerla enfadar, vióse que le gustaba cantidad que su hermanita se comiera su chumino, por lo que se colocó mejor para que Lisbeth pudiera hacerle un buen trabajo en su chochete.

Ahora era Jocelyn quien jadeaba como una loca. Lisbeth no podía gritar, aunque el dolor no menguaba. Con su boca metida allí abajo, no podía decir ni palabra.

Cuando iba a explotar, decidí que allí dentro se estaba muy bien y solté toda mi leche especial para primerizas. Su culo se inundó con mis fabricantes de críos.

Cuando sintió su culo rebozar, la chica respiró aliviada, dejando el conejo de su hermana, para concentrarse en mamarle cada uno de sus pechos.

Yo me levanté y poniéndome junto a Jocelyn, le ofrecí mi polla descargada. Ella, viendo que me iba la marcha, se apoderó de mi tranca.

Succionó hasta el último espermatozoide que se había quedado atrás. Seguidamente de soltarme la polla, me puse detrás del culo de Lisbeth y me dispuse a tomarme un tentempié con mi leche que salía de aquel culo tan juvenil y bien formado.

Mi lengua entró una y otra vez hasta que allí dentro solo quedaba aire, un aire que pronto quedaría encerrado en aquel orto tan divino, ahora bien agrandado por mi follada y acorde con la polla de su follador.

Me tendí en la arena y las contemplé a las dos. Aquello no iba a quedarse allí. Tanto les gustó lo que se hacían, que pronto las dos chicas se pusieron a hacerse un 69. Disfrutaron como enanas del conejo de la otra. Vibraban a cada orgasmo que tenían. Al final, poco a poco el entusiasmo fue cediendo a una búsqueda de aire para sus pulmones.

Cuando se dieron por servidas, cada una a un lado de mi persona, pusieron sus cabezas en mi pecho, para luego coger mis manos y ponérselas en sus pechos tan sabrosos. Como no podría ser menos, disfrutamos de un rato de relax placentero. Nadie decía nada, ni puta falta que hacía. La paz reinaba allí, solo se oía el sonido del agua de la cascada.

Media hora después, Jocelyn se levantó y sacó los bocadillos que había traído. Nos dio a su hermana y a mí, uno a cada uno, quedándose ella con el tercero. Después de zampárnoslos, nos fuimos al agua y yo por mi parte, me lavé el cipote a conciencia.

Las chicas se lavaron sus partes pudientes. Jocelyn le lavó el ojete del culo a su hermana, el cual ya casi se había cerrado, pero no así su dolor cada vez que daba un paso. Son cosas de la vida. Hay que joderse, si se quiere disfrutar o hacer que otros disfruten, como este era el caso, por lo menos, de momento.

Después de secado, me puse la ropa. Esperé a las chicas que hicieran lo mismo, mientras me sentaba en una roca. Cuando lo hicieron, partimos hacia la casa.

. - ¿cómo te sientes, Lisbeth?

. - vaya pregunta. Pues me siento como si me hubiesen follado por el culo, aunque no me arrepiento, si a ti es lo que te va, tendrás mi culo las veces que quieras.

. - gracias, querida. Lo tendré en cuenta.

En el recorrido de regreso, gastamos como unos 40 minutos, pues lo hacíamos bien despacio y por lugares diferentes a cómo llegamos a la cascada.

Ello hizo que, aunque mi polla no estaba para más folladas, mi lengua no pensaba lo mismo. Estaba sedienta de un chochete que llevarse a la boca.

Cuando llegamos a un pequeño montículo desde el cual se veía la casa, me detuve. Las chicas hicieron lo mismo. Yo me retrasé un par de metros hasta dejar de ver la casa.

. - chicas, podéis venir un segundo, por favor.

Las dos chavalas, que no tenían ni un pelo de tontas, se acercaron sonriendo.

. - ¿no se te habrá puesto dura otra vez, Salvador? -Dijo Jocelyn-.

. - no, la polla aún está convaleciente, pero no así mi lengua. ¿No le podríais hacer un pequeño favor y bajaros las enaguas y dejarla disfrutar un ratito?

Por toda respuesta de las chicas, se bajaron, sin sacárselas, las enaguas. Luego se subieron el traje y me ofrecieron cada una sus conejos salvajes. De una de ellas, el de Jocelyn, salía fluido vaginal, así que fue al primer conejo que le hice los honores.

Mi lengua le trabajó los bajos, haciéndola vibrar y soltar nuevos fluidos, que fueron sorbidos por mi lengua.

Cuando la dejé contenta, me pasé a su hermana. Con unas mamadas extras, hice que se corriera en mi boca.

Cuando mi lengua abandonó aquellos chuminos de leonas, mi boca se había saciado con creces, tanto que mi polla revivió una vez más. No tuve que pedirles una última mamada para este día tan sublime.

Ambas chicas se agacharon y se la repartieron como buenas hermanas que debían ser. Al final me hicieron correr. Jocelyn, muy amable ella, dejó que su hermana se tomara toda mi leche, ya que ella había tenido el placer de saborearme los restos de mi polla la vez anterior.

Cuando hubieron acabado, me la guardé y ya sin descanso, proseguimos hacia la casa.

Bárbara nos vio llegar. Se fijó en el semblante del trío y le agradó sobremanera, tanto que se corrió de gusto allí mismo, tendida en la tumbona de la entrada. Además, vio que su hija mayor se había quitado el vendaje, enseñando sin pudor la fea cicatriz de su cara.

. - ¿lo habéis pasado bien, chicos?

. - si madre. Aunque el agua estaba fría, lo pasamos divinamente -dijo Jocelyn, con una felicidad que se reflejaba en su rostro-.

Bárbara vio que su hija pequeña caminaba como si le doliera el culo y sonrió para sí misma. Ya sabía que Salvador la había enculado bien enculada. Aquello iba viento en popa, como decía su joven amante.

Las chicas pasaron a su habitación y yo me senté junto a Bárbara. Mi sonrisa fue suficiente ante una pregunta que no hizo ella en voz alta.

. - ¿Tony descansa?

. - sí, se echó un rato. Le duele las costillas un poco.

Me levanté y la cogí de la mano izquierda y la llevé junto al corral. Fuera de la vista de la casa, comencé a sacarle los pechos. Luego cuando los tuve fuera, nos sentamos en una caja.

. - no sabes cuanta hambre traigo -le dije, comenzando a succionarle la leche de uno de sus pechos-.

Ella sonreía y me acariciaba la cabeza.

. - mama cuanto quieras, mi niñito.

Mientras mamaba, mi mano izquierda le introdujo varios dedos en su vagina que estaba dispuesta para cuando yo deseara. Sus gemidos eran ahogados para que no lo oyeran desde la casa.

Cuando terminé con una de sus tetas, me fui a la otra, la cual dejé bien escurrida también. Para terminar, me puse entre sus piernas y le hice una comida de clítoris exhaustivo, el llamado cunnilingus , haciéndola correrse de gusto a aquella pone cuernos y receptora de otros buenos par de cuernos por parte de su amante esposo.

Cuando regresamos, Bárbara se puso a hacer la comida. Yo, por mi parte, me fui a mi cuarto a reponerme un poco, lejos de chochos y pollas que pudieran hacerme caer de nuevo en el vértigo del deseo, un deseo que cada vez era más constante. Me tenía que repartir entre los cuatro y no veas lo que me costaba estar a la altura de las circunstancias.

La semana siguiente transcurrió con alguna que otra follada a Lisbeth y a Bárbara, pero no a Tony ni a su hija mayor, a los cuales eludí intencionadamente.

A Jocelyn, para que se dejara sodomizar por el culo y a Tony, para que no pensara que todo el monte era orégano.

En la mina hubo un acontecimiento. Un derrumbe fortuito en el que no hubo que lamentar desgracias. Sucedió que el mismo derrumbe descubrió una veta de oro de gran pureza, el maldito oro que tanto buscábamos. Por supuesto, la alegría se desbordó.

Estuvimos acarreando el oro durante dos días enteros, tiempo que empleamos también para limpiarla del material inservible que tenían pegado. Allí había una buena pasta, tanta pasta que se decidió compartirla conmigo. ¿Qué menos?, pensé yo.

. - Salvador, puesto que ya eres como de la familia. Tendrás tu parte proporcional de todo lo que encontremos y que hasta ahora es mucho.

. - no es por nada, pero debemos ocultar el oro encontrado. Cuando se enteren, vendrán a echarnos por las buenas o por las malas. Siempre pasa lo mismo. Cuando se huelen que hay oro en algún sitio, todos se vuelven locos por encontrarlo y si pueden matar para robarlo, pues lo hacen.

. - querido, Salvador tiene razón. Ocultémoslo hasta terminar con la veta. Luego, cuando nos cansemos y no aparezca más oro, abandonamos estas montañas y nos vamos lejos de aquí.

. - así lo haremos querida. Construiremos un pequeño agujero donde guardarlo. Pienso que en el corral estará bien oculto, bajo una trampilla -dijo Tony-.

. - de acuerdo, mañana mismo excavaremos el agujero para guardarlo.

Una semana después tuvimos que agrandar el agujero, pues el oro era más que el que cabía en el que habíamos hecho en un principio.

Pasó otra semana y la veta se acabó. Por más que picábamos, no apareció más oro.

Tony, ya recuperado de sus costillas, insistió que continuáramos un tiempo más con la mina, cosa que desaconsejamos el resto, pero el oro era muy goloso y el patriarca insistía hasta que cedimos.

Nos doblegamos y seguimos trabajando la mina, hasta que el propio Tony se dio cuenta de que de allí no sacarían nada más que lo sacado y que era mucho, más que mucho, muchísimo.

. - chicos, lo dejamos ya. Recogeremos nuestras cosas y nos iremos lejos de aquí. Eso será dentro de unos días, después de haber descansado bien del trabajo de la mina. La pregunta es, ¿cómo transportamos el oro sin que se entere nadie para que no nos lo puedan robar? -dijo el viejo- ¿alguien tiene una idea al respecto?

. - podemos dar varios viajes -dijo Lisbeth-.

. - no es factible. Desde que sepan que has llevado oro en cantidad a un banco, nos seguirán e intentarán robarlo -dije-.

. - ¿y si llamamos al ejército para que nos escolte? -Afirmó Jocelyn-.

. - no creo que el ejército se dedique a estos menesteres, hija. Además, serían capaces de desertar con nuestro oro -dijo Bárbara-.

. - yo tengo una idea mejor -dije- tenemos dos carretas que podemos usar. Les construiremos unos fondos ocultos y allí meteremos el oro. Con los dos carros serán suficientes. Repartiremos los animales entre los dos vehículos, así viajaremos como una familia que va en busca de tierras más allá de donde esté el banco en el cual vayamos a entregar el oro.

. - es una buena idea, Salvador. Yo digo que se haga así -dijo el padre-.

Los demás afirmaron también.

Utilizando maderas de la mina, hicimos los bajos fondos a los carros. Ahora ya teníamos donde guardar el oro sacado.

Con ayuda de las chicas llenamos los huecos y volvimos a cerrar herméticamente los fondos.

. - Bárbara, cuando carguemos los carros, procura no echar demasiado peso en ellos. Ya tienen bastante con el oro y si lo recargamos mucho, se notará que lleva más peso del habitual y eso no nos interesa ¿has entendido lo que quiero decir? -le dije-.

. - sí, lo he entendido. Cargaremos los carros con lo imprescindible y dejaremos lo pesado atrás. Chicas, ayudadme a escoger lo que vamos a llevarnos.

Con los carros cargados con las provisiones y los enseres que se querían llevar, todo estaba ya listo para partir, pero como había dicho el viejo, descansaríamos hasta reponer las fuerzas y quitarnos todo el hollín de las orejas. La marcha quedó fijada para dos días después.

Al día siguiente me levanté temprano. Tony ya estaba con su pipa en la mecedora. Parecía que me estaba esperando.

. - buenos días, hijo.

. - buenos días, Tony. Creí que era el primero en levantarse. Pensaba ir a cazar algo para el viaje de mañana.

. - me parece bien, te acompaño. Tengo ganas de pegar unos tiros. Permíteme que avise a Bárbara, para que no se ponga nerviosa cuando no nos vea por la casa.

. - claro, le espero.

Tony entró en la casa y se fue a su habitación. Su mujer estaba durmiendo con un pecho fuera del pijama. Se acercó y lo abarcó con su mano derecha, para luego llevárselo a la boca. Lo succionó durante un momento. Daba gracias a Dios por tener una mujer con una exuberancia como su Bárbara y que, además, podía alimentarlo cuando quisiera.

Mientras mamaba, su mano derecha se metió entre las piernas de su mujer. Allí hundió un par de dedos, cosa que hizo que su mujer abriera los ojos. Una sonrisa de agradecimiento se dibujó en su cara.

. - gracias, querido. Es el mejor despertar -decía, mientras jadeaba y movía su pelvis, con su chochete mojándosele.

. - querida, solo era para despertarte. Salvador y yo vamos a pegar unos tiros para cazar algo para el viaje. Era para que no te preocuparas tú y las niñas. Cuida de todo. Vendremos lo antes posible.

. - gracias por decírmelo. Anda, dame ese par de dedos tuyos.

Se los cogió, sacándoselos de su conejo y se los llevó a la boca. Allí saboreó su propio coñito, dejándole los dedos limpitos.

Su marido le dio un corto beso en la frente y otro en los labios. Luego salió de la habitación. Cogió su arma y algo de comer, para luego partir.

Bajamos durante un buen rato por el valle y nos apostamos entre unos matorrales. Queríamos cazar algo grande, como un ciervo o parecido.

Tendidos como estábamos, me chupé un dedo y lo puse al aire. Sí, estábamos en la posición correcta. El olor que llevaría el aire no nos delataría al posible animal.

. - eres listo, chico. Me hubiese gustado tener un hijo como tú, Salvador.

. - ¿un hijo que le diera por culo?, ¿se refiere a eso?

. - también, también me gustaría. Eso ya sería un sueño, sí, pues que también me diera por culo y yo a él.

. - pues aquí me tiene. De momento seré su hijo que nunca tuvo. Cuando quiera me puede dar por culo, cosa que le agradecería enormemente.

. - te doy las gracias. Eres de lo que no hay. Desde que llegaste, me has hecho muy feliz, espero que tú también lo hayas sido. Anda, dime, ¿qué hija es la que más te gusta?, te juro que no me interpondré en tu camino, es más, te doy la bendición desde ya mismo.

. - ¿puedo elegir a quien quiera de la casa?

. - así es. Mientras ellas acepten, es tuya la que elijas.

. - ¿y si le digo que me quedo con las tres mujeres de la casa y también, con el macho?

. - eso se merece una respuesta contundente -dijo Tony, cogiéndome la cara y dándome un beso con lengua-.

Solté el arma y a mi vez le cogí su cabeza. Nuestros labios se besaron como si fuéramos dos mozalbetes que estaban locos el uno por el otro.

Cuando iba a pasar a mayores y follármelo allí mismo, con el rabillo del ojo vi un movimiento a lo lejos. Me separé de sus labios y lo mandé callar.

. - silencio, alguien se acerca-.

Cogimos las armas y nos parapetamos mejor. A lo lejos venían dos jinetes hablando entre sí. Venían armados hasta los dientes. Sus espuelas brillaban con el sol de la mañana.

Según se acercaban, menos me gustaban sus caras. Parecían unos malparidos, iban sucios de polvo y sus caballos iban muy sudorosos.

Hicieron un alto en su camino para que sus caballos bebieran de un riachuelo que bajaba. Tony y yo estábamos a unos cinco metros de ellos, ocultos para no ser vistos.

. - tío, creo que debemos ocultarnos por unos días aquí arriba. El pueblo que robamos mandará en nuestra búsqueda. Sobre todo, después de haber liquidado a aquel cajero idiota que se las quiso dar de listo conmigo -dijo el más grueso al colega-.

. - sí, aquí arriba no vendrán a buscarnos. Busquemos una cueva o cabaña abandonada y nos quedaremos hasta que las aguas vuelvan a su cauce.

Aquella conversación nos alarmó. Si seguían hacia arriba como pretendían, encontrarían nuestra casa y a las mujeres solas.

Nos miramos el uno al otro. Yo pegué mi boca a su oído y le hablé.

. - no podemos dejar que lleguen hasta las chicas. Estos las violarían y luego las matarían para que no las delate. Mi opinión es que, ya que son unos criminales, deberíamos darles muerte nosotros mismos, antes de que se nos complique la cosa. Nadie va a llorar por estos dos asesinos y ladrones de bancos -dije-.

. - creo que no debemos tomarnos la justicia por nuestra mano. Dios nos castigaría.

. - es su mujer y sus hijas. Usted decide, pero dejar que se acerquen a la casa es un peligro muy grande. Dígame que hacemos antes de que emprendan la marcha.

. - quizás pasen de largo.

. - en la dirección que van, seguro que dan con la casa. Yo no me arriesgaría.

. - Dios, Dios, ¿qué hago? -Se dijo el viejo-.

Los forajidos habían acabado de abrevar a los caballos. Sacaron los jamelgos fuera del agua y partieron. El viejo no dijo nada, simplemente los dejó partir hacia arriba. Cuando los perdimos de vista, nos pusimos de pie.

. - yo me voy hacia la casa, por si acaso. -le dije y sin esperar respuesta, marché por el camino más recto posible, pero que sin que aquellos dos me pudieran ver-.

Tony, sin decir nada, me siguió en silencio. Ya antes de divisar la casa, oímos a Lisbeth gritar de terror. Los pelos se me pusieron de punta. Se oyó un disparo de escopeta y corrimos hacia la casa.

Estando nosotros a unos ciento cincuenta metros de la casa vimos lo que pasaba. Los dos cabrones estaban atacando a las mujeres. Uno le había quitado el rifle a Bárbara y le había dado un empujón hasta tirarla al suelo. El otro tenía a Lisbeth y sentado en la hamaca, besaba y sobaba a la chica.

El primero que había empujado a Bárbara entró en la casa y la recorrió, sacando a rastras a Jocelyn y tirándola junto a su madre.

. - la madre que lo parió -dije entre dientes-.

Mientras el que sobaba a Lisbeth continuaba con su faena, el otro se sentó en un escalón de porche y sacando su pistola, les habló a las caídas.

. - vamos, guarras. Quiero verlas en pelotas a las dos. Empezad, putas. Hemos tenido suerte, sí señor. ¿Dónde están vuestros hombres?

. - cuando lleguen, os sacarán los ojos, cabrones -Dijo Bárbara-.

. - cuando vengan, los invitaremos a la fiesta. Venga, fuera ropa, puta -dijo el tipo, disparando un par de tiros junto a ellas y haciendo que se aterraran más de lo que ya estaba-.

Las mujeres gritaron, pero no pudiendo hacer nada, comenzaron a desnudarse. Lisbeth ya estaba media desnuda también, su ropa estaba hecha jirones y sus pechitos ya eran propiedad del capullo que la tenía agarrada.

. - los voy a matar -dio Tony, apuntando con su arma a uno de los criminales-.

. - quieto, Tony. Debemos acercarnos un poco más o no conseguiremos darle a la primera. Incluso, les podemos dar a las chicas. Y si se parapetan en la casa con las mujeres, estamos perdidos. Hágame caso. Ya le dije lo que pasaría, pero ya la cosa no tiene remedio. Deje que lo haga a mi manera. Cuando estemos seguros de acertar, los mataremos como perros que son. ¿Me hará caso, Tony?

. - de acuerdo, pero mira como abusan de mi niñita.

. - tranquilícese, lo pagarán caro.

Mientras reptamos hacia la casa, los ladrones y asesinos ya tenían a las mujeres desnudas del todo.

. - acércate. Sí, tú, la de la cicatriz en la cara.

Jocelyn, con sus manos intentando taparse los pechos y su felpudo se acercó temblando.

El tipo se levantó y se sacó los pantalones, quedándose con su churri a la vista.

. - vente hacia mi serpiente y hazle los honores y cuidadito con los dientes, que le pego un tiro a la vieja o a la mocosa.

. - no, por favor. No me haga hacer eso.

. - empieza o te pego un tiro en una pierna a ti también. Elige, puta.

. - señor, lo haré yo, pero deje en paz a mi hija -dijo Bárbara-.

. - vaya con la mamaíta, tiene más huevos que su hija de los cojones. Está bien, acércate y hazme feliz. Si veo que no vales para mamármela, me la mamará luego tu hija, así que esmérate o ya sabes.

Mientras Bárbara se acercaba al facineroso, Tony y yo llegamos a un punto desde el cual podríamos disparar.

. - Salvador, no sé si acertaré, teniendo tan cerca a las chicas de los cabrones.

. - no se preocupe. Yo me encargaré de los dos. No es por nada, pero soy bastante bueno con el rifle -dije apuntando-.

Mientras, Bárbara ya había llegado junto a la polla del individuo. Ella miró con los ojos llorosos a sus dos hijas y cerrando los ojos, comenzó a comerle la polla al tío. Enseguida se fue poniendo en forma, hasta que se puso bien dura.

. - oh sí, qué bien la mamas, serás mi puta particular de ahora en adelante -dijo el tipo estirando las piernas y poniéndose cuan largo era con sus brazos bajo la cabeza, todo ello entre los escalones de la casa.

El otro, viendo como disfrutaba su colega, quiso copiarlo y bajándose los pantalones, puso a la chica junto a su polla.

. - vamos, hazme lo mismo que tu madre le hace a mi amigo o te rajo como una perra el otro lado de la cara.

Jocelyn se dispuso a comenzar a darle una mamada al tío, cuando sonó un disparo y parte de la masa encefálica del tío le cayó encima. Su colega, al ver que su compinche caía de espaldas muerto en la misma tumbona y sin media cabeza en su sitio, hizo que se espantara. Se sentó y cogiendo su pistola con rapidez, apuntó a no sabía dónde. El siguiente disparo fue a su propia cabeza. También salió despedida, al menos una parte de ella. El tío se quedó sentado y sin saber cómo, ni quien le había matado. Luego cayó hacia atrás, para no moverse más. Todo ello con su polla aun en la boca de Bárbara, así de rápido fueron los dos disparos.

Bárbara, de la impresión, estaba como ida. Aún no había podido sacarse la polla del tío de su boca. Allí estaba ella mirando al tipo muerto y sin saber qué hacer. Fue su hija, que se acercó y cogiéndole la polla al muerto, se la sacó de la boca a su madre.

Las tres mujeres estaban que no se podían mantener en pie, por lo que, en un círculo provisional, se abrazaron todas llorando de pánico y felicidad, por lo que habían pasado.

Tanto Tony como yo, nos acercamos al trío. Tony más rápido, yo a paso lento, saboreando el haber dado muerte a aquellos dos hijos de la gran puta. Allí el único que se follaba a aquella familia era yo y nadie más, joder.

Allí estaban los cuatro abrazados y llorando. Yo los miraba desde la barrera.

. - gracias, querido. Me alegro que hayas matado a estos dos cabrones, se merecían esto y mucho más -le dijo bárbara a su marido-.

. - ha sido Salvador quien los ha matado. Yo no me atreví por estar ustedes tan cerca de ellos.

Las mujeres, sabiendo que era cosa mía, se vinieron junto a mí, aun desnudas como estaban. Se abrazaron como lapas a mi cuerpo y me llenaron de besos.

. - chicas, chicas, ya basta. Entrad y vestiros, por favor. ¿Qué va a pensar Tony de mí, abrazando a su mujer y a sus hijas desnudas como estáis?

. - lo que pienso es que las has salvado y pueden abrazarte y besarte todo cuanto quieran, aunque estén desnudas. De hecho, yo también me voy a desnudar para que vean que no me importa que tuvieran que hacer lo que les obligaban estos cabrones.

Ni corto ni perezoso, se sacó la ropa, quedando en pelotas. Al final, no tuve más remedio que sacarme yo también la ropa y quedarme en cueros. Los cuatro nos abrazábamos, ya sin algarabía, solo con lágrimas en los ojos por parte de las chicas y su padre. Todos nos besamos, incluido el patriarca me besaba en agradecimiento y yo devolvía los besos.

Cuando la cosa se calmó y nos miramos desnudos, nos reímos de nosotros mismos. Tanto Tony, como yo, teníamos las pollas bien duras y mirando hacia el cielo.

Estábamos entrelazados con los brazos. Nuestras desnudeces me hicieron soltar la lengua.

. - Tony, allá abajo me preguntaste cual me gustaba de las chicas. Ahora voy a responderte y espero que no te molestes.

. - adelante, hijo. Ya nada me puede molestar hoy.

. - pues te lo diré. Las quiero a las tres. Sí, a tu mujer también. Es una maravillosa mujer y esta estupenda. Y ya que estamos sincerándonos, te diré que…

. - no lo digas, Salvador, lo diré yo -dijo Bárbara- Salvador y yo nos hemos amado antes de llegar a aquí y después de llegar.

La cara que puso su marido era todo un poema. Pero no tuvo tiempo de decir ni jota, pues su hija mayor habló también.

. - papá, yo también he hecho el amor con Salvador.

. - y yo también, papi, lo siento -dijo toda nerviosa la pequeña de la casa-.

. - no sé qué decir, chicas, me parecería una putada y tendría que pegarle un tiro a Salvador, si yo no lo hubiera hecho también con nuestro Salvador.

Ante esta declaración inesperada, las chicas se asombraron.

. - ¿tú también papá? -Dijo Jocelyn-.

. - hija, no me he podido resistir. Lo que me ofrecía Salvador, no lo pude rechazar. Además, no me arrepiento de nada. Así están las cosas.

. - disculpad que intervenga, pero ahora que todos han puesto las cartas sobre la mesa, debo decir que, por mi parte, no cambiará nada. Todos vosotros me seguís gustando, si no más. Quisiera seguir haciéndolo con quien lo desee, incluido usted, Tony.

. - bueno, entonces ya no hay nada más que hablar. Puesto que soy parte interesada, doy el permiso a Salvador y a mis chicas para continuar. Mientras sea consentido, no me opondré, si no, sería un hipócrita.

. - oh, gracias, papi. -Lisbeth, se separó del abrazo múltiple y se abrazó a su padre, para luego arrodillarse frente a mí y comenzar a comerme la polla.

. - hija, hija. Que estamos en plena calle y delante de dos muertos… -dijo sonriendo su padre-.

. - que se vayan a la mierda, papi. Ahora lo único que deseo es a Salvador y que los muertos se pudran en el infierno.

. - vaya con mi niña pequeña, cuanto ha crecido y yo sin enterarme…

Mientras Lisbeth me la comía, puse mis manos en su cabeza y respiraba entrecortado.

Jocelyn se acercó a su padre.

. - papá, ¿puedo hacerle los honores a tu príncipe? -Dijo mirándole la polla a su padre-.

. - pero hija, soy tu padre -dijo el-.

. - anda, querido. Seguro que siempre has tenido esa fantasía de que una hija te la comiera. Anda, deja a tu hija que disfrute de lo que yo tanto he disfrutado-.

. - vale, si le das tu permiso, adelante, hija.

Jocelyn se agachó y se tragó el sable de su padre. El hombre no se lo podía creer. Si se lo decían hace una media hora, hubiese matado al primero que se lo hubiese dicho. Que su propia hija le comiera la polla delante de su mujer y que ésta estuviera de acuerdo, ni en sus mejores sueños.

. - anda papá, vente aquí -dijo Jocelyn, soltándole la polla y sentándose junto al muerto que allí había-.

Se abrió de piernas y ofreció a su padre una deliciosa fruta prohibida para él hasta ahora. Allí metió su boca y no paró de comerle el chumino.

A Jocelyn, que su padre le comiera el conejo junto a un muerto que hacía un momento estaban bien vivo, la excitaba sobremanera.

Bárbara se me acercó y cogiéndome de la mano, me arrastró, con su hija aun pegada de mi polla y me llevó hasta la tumbona. Luego me sentó. Lisbeth no dejaba de mamar polla sin descanso.

. - a mí también me pone el hacerlo en plena calle y delante de estos cabrones que nos iban a violar -dijo Bárbara-.

Con mis manos atraje a Bárbara y después de besarla bien besada, me adueñé de uno de sus pechos lecheros.

Al rato, ya tenía a Lisbeth encima de mi polla, subiendo y bajando sobre ella. Aquello era la gloria puta.

En los escalones de al lado, Tony ya tenía su cipote en la vagina de su hija Jocelyn, la cual disfrutaba de la manguera de su padre.

Allí afuera los gemidos y resoplidos hubiesen levantado a un muerto de su tumba, a menos que les faltaran medio cerebro, entonces ni con un buen cirujano podrían levantar cabeza, nunca mejor dicho.

. - papá, dame tu lechita, no te corras dentro de mí.

. - si hija, pronto la tendrás, todita para ti, querida.

El hombre siguió follándose a su hija hasta que le venía el orgasmo, entonces sacó su manguera y se la llegó a los labios de su hija mayor. Allí descargó y su hija pudo saborear, por primera vez, el cortado de su padre. No quiso comparar, pues las comparaciones a veces echaban a perder una buena corrida. Simplemente saboreó y tragó la leche que le habían dado tan gustosamente. Después se encargó de la polla de su padre, la cual dejó reluciente y sin gota de leche alguna.

. - gracias, papá. Ha sido estupendo.

. - no las merece, hija.

Jocelyn se vino hacia el muerto y le cogió la polla, aun a medio empalmar. Comenzó a hacerle una manuela, pero aquella polla había caducado definitivamente. Al final puso una pierna en el cuerpo muerto y tiró de la polla, pero la muy jodida, no cedió y tuvo que soltarla, haciendo como un elástico, volviendo a su sitio.

. - jodido cabrón, -dijo, dándole una patada al muerto- tú no vas a joder más, mamón-.

. - ya no te hará más daño, hija. Me lo llevaré y lo enterraremos lejos de la casa.

Se lo echó al hombro y pensándolo mejor, se fue hacia la mina. Allí había un agujero sin fin. Nunca los encontrarían y, además, no tendría que hacer ningún agujero por aquellos hijos de puta.

Los de la tumbona, seguíamos dale que te dale. A punto de soltar lastre dentro de la vagina de Lisbeth, yo, por mi parte, tenía mi boca en el chumino de Bárbara. Lo que había sacado de allí abajo no era moco de pavo. Esta Bárbara estaba bárbara sacando fluidos de sus entrañas y yo con tan buen apetito, me los tomaba todos según llegaban.

. - Salvador, porfa, métemela por detrás como la otra vez.

. - hija, te va a doler -dijo su madre-.

. - lo sé mami, pero es lo que más le gusta a Salvador y yo quiero que disfrute. Poco a poco yo también voy cogiéndole el gusto a que me dé por culo. Adelante, Salvador -dijo ella saliéndose de mi polla y poniéndose de espaldas.

Me bajé de la tumbona y después de darle un beso a Bárbara, me puse en posición. Aquello no iba a durar mucho, pues mi leche clamaba por salir a la voz de ya.

Efectivamente, según comencé a follarme su culo, no tardé ni quince segundos cuando disparé mi corrida en su culo. Joder, pero que bueno.

Bárbara me sustituyó en el ojo del culo de su hija. Allí metió su boca y comenzó a succionar mi leche. Cuando dejó a su hija con el culo limpio, se fue hacia mi polla, a la cual le hizo un desagüe completo, dejándomela toda escurrida, como debía hacerse, según el manual que estaba escribiendo para aquella familia tan particular que me estaba cepillando.

Al terminar, dejé a las chicas y me eché al muerto a la espalda y seguí el mismo camino que Tony. Me lo encontré según salía de la mina.

Me ayudó con el muerto y nos llegamos junto al agujero sin fondo. Allí lo soltamos y nos olvidamos de aquellos dos.

Nos quedamos mirándonos un momento, para después besarnos apasionadamente. Al final, allí mismo, nos tiramos al suelo polvoriento y nos dimos una mamada de pollas flácidas. Aquello no levantó ninguna, pero el disfrute fue mayúsculo, dada la sensibilidad que aún teníamos los dos en la punta de nuestros capullos.

Tanto estuvimos comiéndonos las pollas, que hasta las chicas se preocuparon. Nos encontraron en el suelo, a cada uno con la polla del otro en la boca.

. - pero bueno, chicos. ¿Aún seguís así? Nos teníais preocupadas -dijo Bárbara, sonriendo, junto con sus hijas-.

Aun con las mujeres allí delante, no dejamos de comernos la polla del otro. Luego las hijas se nos acercaron y una se fue a los huevos del viejo y la otra a mis huevos. Oh, Dios, Dios, gracias, gracias por los dones que nos has dado hoy, le hablaba yo a mi subconsciente.

Las chicas usaban sus dedos para introducirlos en los anos de los varones y aumentaban el frenesí de las mamadas. Al final, no sé cómo, mi polla se corrió en la boca del viejo y la suya en la mía. No fue gran cosa, pero suficiente para salir satisfechos de aquella mamada sin fin.

Salimos todos abrazados y nos fuimos al riachuelo. Allí nos dimos un soberano baño, para luego, aun desnudos, entrar en casa y vestirnos. Después vino la limpieza de cerebros del porche, los cuales se los dimos a las gallinas para que disfrutaran.

El día de la partida, las caras del grupo eran risueña y todo eran parabienes para el grupo. El futuro se había despejado bastante.

Montados en los carromatos, miramos por última vez la casa y resto de edificaciones. A los animales que no habíamos podido llevar, los habíamos soltado para que vivieran en libertad.

Aprovechamos los caballos de los muertos, no sin antes revisarlos para ver si eran robados y tenían marcas de algún rancho. Por suerte, no estaban marcados. En total teníamos cuatro burras y tres caballos, incluyendo el mío.

Los repartimos entre los dos carromatos, a excepción de mi caballo que iba atado detrás del carromato que yo conducía. Era para usarlo en caso de emergencia. También llevábamos 2 vacas y un toro, los cuales iban atados al carro que iba delante y que conducía Tony, el patriarca. Yo iba detrás.

Junto a mí iba Bárbara en el pescante y Jocelyn era la acompañante de su padre. Lisbeth también iba con su padre, pero estaba detrás, con los pies colgando y sonriendo cada dos por tres. La jodida hacía obscenidades, unas veces se abría de piernas y nos enseñaba su chumino, y otras, se masturbaba delante de su madre y mío. En fin, cosas de niñas putas. Pero que buena puta era aquella, así como el resto del grupo, yo incluido, qué carajo.

Cuando llevábamos dos horas de carretera sin carreteras dignas de ese nombre, me entraron ganas de beber algo.

. - querida, podrías darme algo de beber, este polvo del camino me tiene seca la garganta.

. - claro, querido, enseguida te doy líquido.

Bárbara, ante la cara sonriente de su hija Lisbeth, se sacó su pecho izquierdo y me lo puso bien cerca de mis narices, no sin antes, cogerme las bridas y conducir ella el carromato.

Con una sonrisa, agradecí el detalle. Ya sin las bridas, me giré y me coloqué en posición adecuada. Durante los próximos doscientos metros me abastecí de tan suculento líquido que tan dignamente me entregaba Bárbara.

A Lisbeth, verme mamar de la teta de su madre, le entraron ganas de hacer lo mismo, por lo que, de un salto, bajó del carromato de su padre y cuando pasamos junto a ella, se subió al pescante. Sin permiso, ni nada, le sacó el otro pecho a su madre y comenzó a mamarla.

Bárbara estaba orgullosa de que sus pechos lecheros fueran tan bien apreciados por su prole, ahora con uno más en la familia.

En agradecimiento a tan buena disposición, no podíamos dejar de agradecer a Bárbara su bondad, así que le metí mano bajo la ropa y se lo agradecí con una paja a su clítoris.

. - gracias queridos, sois unos buenos hijos. Así debe ser y así sois. No dejéis nunca de querer a esta vieja.

. - pero mamá, si tú no eres una vieja. Esta mal que lo diga yo, pero estás muy buena, mamá.

La muy jodida, haciendo malabarismos circenses, se puso delante de su madre y metiéndose bajo sus ropas, apartó mi mano y se puso a usar su lengua para un rico menester que su madre no supo cómo agradecer. Ella misma, su madre, le empujó la cabeza para metérsela bien dentro de su chumino y así poder disfrutar aún más de lo que ya lo estaba haciendo. La chica supo que tenía la aprobación de su puta madre y estuvo dándole placer ni se sabe cuánto tiempo. Al final, salió con toda su cara llena de jugos de las corridas de su madre.

La chica se sentó junto a ella y como madre amante amantísima que era, le pasó su lengua por la cara a su niña para limpiarla de sus corridas.

(Parte 19 de 31)

FIN