El amante de los tiempos, en 5 relatos (15)
Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.
EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS
(15-31)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Una vez Rax y yo nos quedamos a gusto, me di la vuelta de nuevo y abriéndole las piernas a Fabiola, me tomé su zumo directamente de donde se fabricaba. Allí enterré mi lengua, ella gemía sin poder contenerse hasta que la dejé seca. Al final, les di un beso a Fabiola y otro a Rax, para luego ponerlos a los dos con sus cabezas en mi pecho. Lo siguiente fue dormir plácidamente.
Desperté abrazado a Fabiola, mientras sentía la serpiente de Rax en mi culo. Coloqué mejor mi pandero y me la enterró hasta el tuétano. Aquello hizo que se me levantara y como no deseaba follarme a la parienta vaginalmente, me refiero a Fabiola, la hice rodar sobre sí misma y allí mismo, se la metí hasta el tronco en su abierto culo.
Fabiola despertó siendo follada y como yo antes, se colocó mejor para facilitarme el trabajo. Así fue el amanecer del nuevo día, un nuevo día lleno de halagüeño futuro donde le iba a dar a mi polla más uso que en toda mi puta vida anterior de folla-culos, tanto masculinos, como femeninos y ahora, alienígenas también.
Las corridas se sucedieron, pero no en los culos, sino en la boca de nuestra nueva receptora de polla.
Al recibir la lechada de Rax, casi se asfixia nuestra Fabiola, pero supo recuperarse, no en vano tenía experiencia en recoger leche masculina y tragársela, aunque no en tal cantidad. Pronto se haría al paño, seguro que sí.
. - ha estado bien, queridas mías -les dije acercando ambas bocas a la mía al mismo tiempo- vamos a disfrutar lo que no está escrito -volví a comerme ambas bocas con más profundidad-.
No sin resistencia por su parte, puse a mamar a Fabiola del pecho de Rax. Después de probarla, se resignó y mamó cuanto deseó, para luego llevarle la boca también a su morcillona polla ahora caída. No la levantó, pero supo darle una mamada en condiciones, mientras yo me tomaba también la leche del pecho que no había mamado ella.
. - gracias, chicos. Tengo un ansia de tener un rabo en mi culo que no es normal, es como una enfermedad. Me marido me aficionó a ello y deseo tener el vuestro ahora.
. - ¿también el mío, Fabiola? -le dijo Rax-.
. - también el tuyo, querido alienígena torickiano, pero ten cuidado con mi ano, no lo tengo acostumbrado a uno tan suculento y largo como el tuyo.
. - verás cómo pronto te acostumbrarás como yo lo he hecho, querida -le dije-.
. - de todas maneras, ten cuidado, Rax.
. - lo tendré, descuida.
. - ¿te ha crecido la barriga desde ayer o son imaginaciones mías? -preguntó Fabiola-.
. - tienes razón. Ya te dije que estoy embarazada como tú. Solo en un mes nacerá mi hijo y el de Salvador.
Le puse la mano en su barriga y no noté nada. Luego la puse en la de Fabiola y noté movimiento.
. - bueno, será cuestión de cazar algo, pues ahora somos tres a comer y pronto se acabará la gallina. Fabiola, querida, quédate aquí, mientras Rax y yo vamos de caza.
. - ¿no será peligroso con esa nave volando por ahí?
. - no podemos quedarnos aquí sin hacer nada. La comida es primordial.
. - tened cuidado, por favor. No quisiera quedarme sola.
. - por lo que nos ofreces, no vamos a dejarte sola mucho tiempo, ¿verdad, Rax?
. - y que lo digas -dijo Rax comiéndole la boca, para luego mamarle un de sus grandes pechos, mientras yo le mamaba el otro- ahora descansa, no tardamos-.
Ella se tendió sobre la cama de hojas y se quedó mirando al techo de la cabaña. Respiró hondo. Se dijo que después de la desgracia del aterrizaje forzoso y de la muerte de su marido, había encontrado a un par de almas caritativas. No todo estaba perdido, se dijo, para luego cerrar los ojos y taparse para coger el segundo sueño, pensando en un rabo extra, extra, extra-largo…
. - Salvi, mi amor.
. - dime Rax.
. - ¿te gusta Fabiola?
. - no es que sea una beldad, pero tiene todo lo que un hombre puede necesitar para disfrutar. ¿No estarás celoso? ¿También existen los celos en tu planeta?
. - un poco, sí.
. - no debes preocuparte, tú y yo tendremos siempre algo en común -le dije tocándole el estómago- además, a ti tampoco creo que te disguste, pues pronto la vas a disfrutar también con tu rabo-.
. - tienes razón. Tener celos de Fabiola es una estupidez. Perdona, creí que me darías de lado ahora que estaba ella aquí, una humana como tú.
. - ni lo sueñes. Ya te dije que me quedaré hasta que nazca el niño y después, a lo mejor, ni me voy con los míos. Eso no lo sé aún, pero confía en mí, el tiempo dirá, pero el amor que siento por ti, eso no lo va a quitármelo ninguna Fabiola del mundo -le dije besándolo apasionadamente, Rax sonrió y casi se corrió de gusto, pero ordenó a su larga polla contención y sosiego-.
Un nuevo centímetro le había crecido la pierna y el muñón estaba perfectamente cicatrizado, no impidiéndole avanzar con las muletas. Así llegamos hasta una zona de bosquecillo. Un sonido aterrador nos puso los pelos de la polla como escarpia.
. - ¿qué animal será ese, Rax?
. - es una especie de bisonte con seis patas e igual de fuerte que los de tu tierra.
. - si lo cazáramos, tendríamos carne para un mes al menos. Acerquémonos con cuidado.
De árbol en árbol fuimos llegando hasta donde sonaban los gritos de aquel animal. Lo que vimos Rax y yo no solo era un bufalo de seis patas, sino a un monstruo que habría salido del infierno y que tenía unos brazos iguales que el que hirió a Rax allá en su cabaña de conchas. Estaba engullendo al bufalo por su parte trasera, por eso el animal rugía de aquella manera tan bestial.
Rax apuntó con su arma y consiguió cortarle uno de los tentáculos del monstruo, pero tenía ocho o diez más, así que después de un rugido por su parte, siguió engullendo al bufalo al interior de la tierra. Nuevos disparos no consiguieron evitar que desapareciera el monstruo y su comida del día.
. - será hijo de puta. Se lo ha tragado y desaparecido -dije-.
. - Salvi, estamos en peligro con esa fiera rondando por nuestra zona de caza.
. - tienes razón, pero ¿cómo la matamos?, a lo mejor hay varias más.
. - no lo creo. Son territoriales. La que me atacó en mi cabaña era siempre la misma, solo que se desplaza bajo tierra y sale cuando siente movimiento en la superficie.
. - oye, eso que has dicho me ha dado una idea. ¿Por qué no le tendemos una trampa a ese bicho cabrón?
. - ¿cómo lo podemos hacer?
. - tenemos varias granadas de fragmentación que podemos usar. Le ponemos un cebo que no podrá evitar y tiramos las granadas para que salte por los aires.
. - parece buena idea, ¿pero qué animal podemos usar?, no tenemos ninguno-.
. - antes tenemos que cazarlo. Debe ser uno bien grande, que sea apetecible para el monstruo.
Se decidió buscar la presa-cebo y ponerla en aquella zona, donde nos subiríamos a un frondoso y grueso árbol desde donde lanzaríamos las granadas.
Tuvimos que recorrer bastante la zona circundante hasta dar con uno adecuado. Era una especie diferente, pero algo parecido a un alce, pero con dientes como los de los lobos terrestres y fiero como aquellos. Estaba en una laguna bebiendo ella tan tranquilamente.
. - hemos tenido doble suerte -dije-.
. - ¿doble?, ¿por qué?
. - doble porque hemos dado con un animal lo suficientemente grande como para que le guste a nuestro monstruo y porque hemos dado con un lugar donde podemos darnos unos baños de cojones, además de abastecernos de agua y a lo mejor, hasta tiene peces.
. - visto así…
. - alegra esa cara, leñe.
. - ¿cómo cazamos a ese de ahí y que siga vivo para que el monstruo lo sienta bajo tierra?
. - ¿Sabes?, eres un jodido aguafiestas. Tienes razón, no había pensado en eso. Normalmente me los cargo y me los llevo para comérmelos, si son comibles. ¿Tienes una idea al respecto?
. - le pegamos un tiro en la grupa. Así no podrá ir muy lejos.
. - bueno, no es muy ortodoxo, pero es una idea. Si no se nos ocurre nada mejor, la llevamos a cabo.
Cavilé y no di con nada mejor, pues no tenía ni una mala red que echarle encima.
. - está bien, pero en vez de en el culo, le dispararemos en las dos patas traseras, así no saldrá corriendo y lo arrastraremos en una especie de camilla que haremos con unos palos cruzados y atados con lianas o similares.
. - vale, está bien pensado. Dispara tú, eso de partirle las patas al animal, hasta a mí me da no sé qué.
. - que tiquismiquis. Si eres un antropófago, leñe. ¿Te comes a los humanos y no eres capaz de despatisar a ese animal?
Apunté y disparé, manteniendo el rayo mortal activo hasta cortarle las dos patas traseras a medio camino, sobre las rodillas. El animal gritó y cayó de culo. Seguía gritando cuando llegamos junto a él. Se revolvía como una fiera que era ¿o no?
Viendo que no se podía largar de nuestra vista, de prisa y corriendo buscamos unos palos y algo con que atarlo. En un rato hicimos el transporte del animal, el cual no fue fácil subir, pero una vez allí, lo atamos para que no se escapara, ni nos mordiera con aquellos dientes suyos.
Lo trasladamos o más bien, lo trasladé yo hasta el punto donde habíamos dicho. Clavamos una estaca en el suelo y atamos al animal y nos subimos al árbol que habíamos elegido para la ocasión.
. - ¿tú crees que regresará a por más comida el monstruo tan pronto, Salvi?
. - si no lo hace, Fabiola nos va a tener que esperar un buen rato. No pienso bajarme de aquí hasta que aparezca. No tengo ganas de irnos y volver mañana y ver que no hay ni rastro del animal-cebo y volver a empezar de nuevo.
. - Salvi, ¿por qué para hacer tiempo no…? -dijo cogiéndose el rabo-.
Sonreí y me comí su boca. Su lengua bífida me ponía a cien, mientras le apretaba ambos pechos sacándole leche que humedecía mis manos.
Con su propia leche, le restregaba los dos pechos, para luego chupárselos hasta no dejar ni gota.
. - Rax, ¿sabes en lo que estoy pensando ahora mismo? -le dije mientras le metía un par de dedos en su culo- anda, porfa, dame ese gusto.
. - coño, mira que eres de ideas fijas. Bueno, vale. Como tú bien dijiste, si yo uso tu culo, ¿por qué no vas a usar tú el mío? está bien, pero no me hagas mucho daño.
. - no, que va. Solo el que tú me hiciste a mí. Serás mamón, claro que duele, pero llegarás a disfrutar también por ahí, eso te lo puedo garantizar, alienígena mío.
Me comí su serpiente hasta dejársela bien dura. Luego me coloqué detrás de él y haciendo malabarismo para no caernos del árbol, encontré su culo cagón.
Me subí a su espalda y mi polla se encargó ella sola de localizar el ojete. Una vez encontrado y sin pedir permiso, se metió allí dentro.
Los gritos de Rax eran superiores a los del animal atado debajo de nosotros. Aun así, seguí clavándosela hasta los huevos. Allí me detuve.
. - Rax, querido. Usa la tuya y clavámela tú también.
. - la madre que te parió, humano del demonio. Me ha dolido un huevo tu polla en mi culo.
. - pues no veas la tuya que es bien larga y no la mía, que es diminuta en comparación. Anda, fóllame el culo, porfa.
La polla de Rax, que era dúctil y maleable, se metió entre mis piernas, y como si tuviera vida propia, buscó mi culo y se fue hasta el fondo. La madre que lo parió, lo hizo a lo bestia y a lo bestia comencé yo a follármelo.
Los dos gritábamos de dolor, pero el placer iba aumentando al menos en mí, mientras disminuía el dolor culero. Así le di polla y más polla, mientras Rax hacía lo mismo.
La aparición del monstruo coincidió con las descargas lácticas en el culo de cada uno. Sin sacármela, ni sacársela de su culo, cogí la bolsa con las granadas y les quité el seguro a dos de ellas y las tiré en el agujero que había hecho el monstruo según apareció. Ya se estaba tragando al cebo, pero la doble explosión, aparte de lanzarnos a Rax y a mí fuera del árbol y aun con las pollas clavadas, saltó por el aire hecho en mil pedazos. Con él también desapareció nuestro animal-cebo.
La ostia que nos habíamos dado, aún me dolía, pero menos que a Rax, pues caí encima de su cuerpo, haciéndome de colchón.
. - ¿estás bien, Rax?
. - la madre que me parió, vaya ostia que nos hemos dado. Estoy bien, algo mareado, pero estoy bien.
Me salí de su culo y saqué la suya del mío, no sin antes terminar de descargarle la polla. La mía no tuve que pedirle me hiciera lo propio, me la cogió y se la tragó toda ella, dejándomela fina, fina.
Una vez terminadas las mamadas, vimos el desaguisado que habían hecho las granadas. Aquí y allá había restos de los dos animales. El monstruo era gigantesco y la mitad aún seguía bajo tierra, pero más muerto que mi abuela.
. - este ya no nos dará más problemas, Rax.
. - no, desde luego que no. ¿Qué tal si regresamos a la laguna y confirmamos que haya peces para comer?, sería una putada que no los hubiera -dijo Rax-.
. - vayamos pues -dije cogiendo las muletas y entregándoselas. Recogí la mochila con el resto de granadas y partimos.
La laguna estaba calentita, ideal para meterse y no salir nunca de ella.
. - ¿ves algún pez, Salvi?
. - no veo una mierda. Creo que no es lo suficientemente grande para que haya peces en ella.
. - mierda de suerte la nuestra. ¿Y ahora qué?
. - ¿qué quieres que te diga? Veamos de donde viene el agua que baja por la cascada
De mala gana, Rax me acompañó colina arriba. Una vez la subimos, quedamos maravillado. Aquello sí que era un lago y no el de más abajo, que parecía la cría del de arriba. Era inmenso. Pero nuestro gozo en un pozo.
. - la madre… pero ¿será posible? -dije-.
Sí, había agua en cantidad y supongo que peces también, pero el monstruo que ondulaba sobre el agua como si fuera una serpiente gigantesca mitológica, nos hizo ocultarnos entre la maleza.
El animal se hundió y salió luchando contra otro animal diferente. Era como un cocodrilo, pero mucho más grande y feroz. Se enzarzaron hasta enrollarse la serpiente en el cocodrilo. A punto estuvo de cargárselo, pero una mordida del cocodrilo en la cola de la serpiente, casi hace que se la cortara de cuajo. Tuvo que soltarse y salir por patas no, porque no tenía, pero escapó ondulando sobre el agua hasta que desapareció de nuestra vista. Luego el cocodrilo también desapareció, pero bajo el agua.
. - larguémonos de aquí. Esto está infectado de monstruos cabrones -le dije a Rax-.
Nos retiramos de allí. Estábamos en medio de un avispero de monstruos por doquier. El valle no era lo que esperaba, muy al contrario. Aquello se podía convertir en nuestra tumba.
Nos sentamos bajo la sombra de un árbol para pensar nuestro siguiente paso.
. - esto no funciona, Rax. Dijiste que era un buen sitio para pasar un tiempo, pero si no tenemos cuidado, entre unos y otros, podemos acabar nuestros días comidos por alguna bestia salvaje.
. - tienes razón Salvi. Quien me informó o era un cabrón que me engañó o no sabía la misa, la mitad y se lo inventó.
. - mi opinión es largarnos lo antes posible de la zona y me refiero a mañana mismo.
. - de acuerdo, pero ¿cómo?, a pie no llegaremos muy lejos conmigo sin pierna y Fabiola a punto de reventar, aunque luego reventaré yo también.
Iba a responder, cuando me puso la mano en la boca y puso atención a algo o alguien a lo lejos.
. - se acerca una nave. Ocultémonos.
Como la otra vez, nos pusimos detrás de un árbol y esperamos.
Una nave alienígena se acercó, como si el piloto estuviera borracho. Como pudo, aterrizó en un claro a unos 100 metros de donde estábamos.
De la nave descendieron tres individuos del planeta de Rax. Estaban borrachos los muy cafres y reían como tales borrachos que eran.
. - ¿también os emborracháis en vuestro planeta? -le dije a Rax señalando a aquellos tres-.
. - no hasta que os conocimos. Lo malo se pega rápido.
. - oye, cuantos suelen ir en una de esas naves de combate vuestras.
. - tres como máximo.
. - y por qué no nos los cargamos y nos vamos en su nave.
. - ¿matarlos?, no quiero matar a mis compatriotas. Me fui del ejército para no matar humanos y no voy ahora a matar a los míos.
. - Rax, necesitamos salir de aquí y se nos presenta una oportunidad perfecta.
. - no vas a matar a ningún torickiano, Salvador.
. - vale. ¿Y si los dejo cojos?, les volverán a salir las piernas como a ti. ¿Te parece correcto eso?
. - bueno, eso ya me gusta más. ¿A dónde iremos?
. - a otro planeta más amigable que éste. Eso ya lo hablaremos cuando estemos en la nave. ¿Estás conmigo, Rax?
. - estoy contigo, mi amor. Pero hazlo tú, no me veo con fuerzas de dispararles a los míos.
. - cómo quieras. ¿Deseas que te vean tus compatriotas o los pongo mirando al suelo mientras te hago una señal para que subas a la nave?
. - prefiero que no me vean, por si me reconoce alguno ahora o más adelante.
. - quédate aquí oculto hasta que te avise.
Me acerqué un poco más y me tendí en el suelo. Saqué el arma de largo alcance y apunté a las piernas de uno de aquellos tres.
Un rayo impactó contra la pierna derecha de uno de los torickianos que estaban meando en fila. Cayó de rodillas sin una pierna. Antes de que se dieran cuenta, hice otro disparo y de nuevo el segundo también se quedó sin piernas y de rodillas.
El tercero, aun borracho, salió con el pito colgando hacia la nave. No llegó muy lejos. Cayó al suelo también, pero esta vez con las dos piernas cortadas por el disparo del rayo del arma. Habían coincidido las dos piernas y claro, fueron cercenadas al mismo tiempo.
. - tiren las armas o los mato -les dije en chapurreado torickiano-.
Debieron entender, pues aparte de los gritos por la pérdida de alguno o todos sus miembros, lanzaron lejos de ellos sus armas cortas y largas.
Salí y me acerqué a ellos. Cogí al que salió corriendo y le cogí una mano y lo arrastré hasta los otros dos.
. - quitaros los cascos y darles las vueltas. No quiero que me miréis, cabrones.
A regañadientes lo hicieron. Luego le hice una señal a Rax, que vino corriendo y sin decir nada, se metió en la nave. Yo cogí las armas y las metí en la nave. Cuando vi a Rax a los mandos, entré y cerró la puerta. De inmediato, levantamos el vuelo y dio un rodeo a baja altura hasta llegar al árbol-cabaña.
Fabiola estaba aterrada allí arriba, pues había visto que la nave se paraba a escasos metros de ella. Cuando me oyó gritarle para que bajara, casi no se lo podía creer. Sonrió al asomar la cabeza y verme abajo.
Subí y cogiendo todo lo que allí teníamos, lo eché abajo. Rax lo metía cómo podía en la nave. Yo ayudé a Fabiola a bajar y subir en la nave. Después de ponerla segura en uno de los asientos, cerramos la puerta y respiramos los tres.
. - ¿a dónde, capitán Morales?
. - buena pregunta. De momento salgamos de este infecto planeta, Rax
Rax nos sacó de allí y nos llevó fuera del planeta. Eso nos salvó la vida, pues un meteorito del tamaño de nuestra luna se precipitaba hacia el planeta T800 del que habíamos salido.
A ojos vista fue como si una bomba extra-gigante explotara, haciendo como un hongo atómico, pero no, no era eso, era peor. Poco a poco una nube fue tapándonos la imagen del cráter que había hecho y dejamos de verlo.
La nube se iba extendiendo por el resto del planeta. Era como una gigantesca nube que todo lo oscurecía.
. - Dios mío, de la que nos hemos librado -dijo Fabiola aterrorizada de lo que nos había podido pasar-.
. - Rax, ¿sabías algo de este meteorito?
. - algo oí hace un año, pero decían que pasaba de largo del planeta.
. - pues se equivocaron. Yo no sabía nada, porque no venía hacia este planeta, sino hacia el mío, hasta que se volvió loco el ordenador de mi nave con el choque de otro meteorito. ¿Conoces de algún planeta o luna donde podamos establecernos, Rax?
. - ¿no quieres volver a la tierra?
. - pues la verdad, de momento no tengo muchas ganas. ¿Tú que dices, Fabiola?, ¿te espera alguien en la tierra?
. - nadie a quien eche de menos. Me quedo con vosotros, si queréis.
. - yo lo deseo, Fabiola. Me gustaría que fuéramos una familia los tres, más los chicos que vendrán -dijo Rax-.
. - entonces no se hable más. Busquemos un lugar para vivir, antes de que se nos llene esto de naves de ambos bandos y comiencen a darles gusto al gatillo de sus armas.
. - ¿qué os parece si nos vamos hacia la Constelación de Orión?, allí está el planeta Cibelius. Es el único lugar donde he oído que los dos bandos viven en paz.
. - me da lo mismo, pero larguémonos ahora mismo -dijo Fabiola-.
. - oye, Rax. Esta es una nave militar, ¿tendremos víveres y combustible iónico suficiente para llegar a esa constelación?
. - y más allá Salvi. No habrá escasez. Lo prepararé todo, lleva a Fabiola a la zona de hibernación, mientras programo el viaje. Enseguida os alcanzo.
. - y que pasará con los críos que tenéis en vuestros cuerpos. ¿La hibernación no les afectará?
. - será como si detuviéramos el tiempo, pues prácticamente será visto y no visto. Cuando despertemos solo habrá pasado unos segundos en nuestras vidas, pero habremos recorrido los millones de años luz que nos separa hasta nuestro destino.
Desaté del asiento a Fabiola y la llevé al compartimento de hibernación. Allí había tres hibernadores. Abrí una y la invité a recostarse.
. - Salvi, por favor. ¿Por qué no me enculas? estoy tan nerviosa…
Sonreí y pajeándome la polla, la puse contra la máquina. Le abrí las piernas y se la endilgué de una sola tajada.
. - oh, sí. Qué bien me siento ahora, aaahhh, aaaahhhh, sigue, sigue…
Y yo seguía dándole polla. Así nos encontró Rax, que, sonriendo, se situó detrás de mí y me la clavó hasta sus huevos. Casi me da un infarto de huevos, pero admití que era lo que deseaba y seguí dándole polla a la humana preñada hasta que me corrí en aquel culo tan deseable.
Rax siguió disfrutando por un buen rato más, hasta que la leche se le escapó polla afuera, para después Fabiola ponerse a tragar cuanta leche podía abarcar su boca, mientras yo me tomaba la mía de su culo. Al final y entre Fabiola y yo, le dejamos la polla seca. Rax se tragó mi polla, dejándomela del mismo modo.
. - subamos a los hibernadores, chicos. Tendremos tiempo de darnos más placer dentro de un segundo. Veremos si las pollas están preparadas o siguen igual de muertas que ahora mismo.
Fabiola y yo nos recostamos en nuestras cámaras hibernantes y Rax comprobó todo, pues estaba en su idioma los teclados. Luego fue Rax el último en subirse y cerrar los ojos. Después la cosa fue vista y no vista.
Desperté cansado. Como si hubiera pasado siglos allí tendido. Recordé donde estaba y salí. Desperté a Rax primero y a Fabiola después, los cuales sonrieron según los besaba y me deleitaba besando sus pechos. Después, con los tres en la parte delantera de la nave, comprobamos que estábamos detenidos, con otra nave desconocida delante de nosotros.
. - ¿dónde estamos y quiénes son esos? -preguntó Fabiola.
Rax miró sus aparatos y nos informó.
. - estamos donde queríamos estar. Ese planeta es Cibelius y de esa nave no tengo ni idea. No es de mi planeta, ¿la conoces tú, Salvi querido?
. - se parece a una vieja nave de transporte de colonos. ¿Puedes confirmar que está vacía, Rax?
. - déjame que lo compruebe.
Apretó varios botones de un teclado y en una de las pantallas aparecieron tres cuerpos tendidos, con sus temperaturas correspondientes.
. - tres personas con poca temperatura en sus cuerpos. Parecen que están hibernando y aún no han despertado.
. - tendremos que abordarlos, Rax. Necesitamos saber quiénes son y si nos pueden informar de algo sobre el planeta que nos interesa.
. - ¿cómo qué, Salvador? -preguntó Fabiola-.
. - como si se van o llegan. Y si se van, ¿por qué?, quizás no nos interese descender si nos informaran de algo importante para nuestra seguridad. Además, si hibernan y se van, la nave ya debía de haberse largado, ¿no te parece, Rax?
. - tienes razón. Deben tener algún problema. Nos acoplaremos a su nave y pasaremos dentro. Llevemos armas, no se sabe si hay algo más ahí dentro. No todos los animales son de sangre caliente, vamos, como yo.
. - Rax, tú la tienes caliente, muy caliente. Mi culo puede dar fe de ello -dije besándole la boca-.
. - gracias, querido. Habrá que vestirse, no podemos dar mala impresión la primera vez que nos vean esos desconocidos de la nave.
. - sí, tienes razón, aunque ver a Fabiola desnuda todo el rato, hace que se me suba la bilirrubina.
. - en cuanto sea seguro, me volverás a tener desnuda todo el día. Solo para vosotros dos. Os quiero. ¿Os lo he dicho ya, chicos?
. - no, creo que no -dije-.
Los tres reímos con ganas mientras nos comíamos la boca y lo que no era la boca. Al final no pudimos impedir disfrutar de nuestros cuerpos sobre unos camastros que había cerca.
. - Rax, la quiero dentro, pero ya sabes… -le dijo Fabiola-.
. - no tienes que decírmelo, querida -dijo mientras le comía su abierto chumino-.
Fabiola gemía de puro placer, solo interrumpido cuando se tragó mi polla que yo puse cerca de su boca. Aun así, gemía sin remedio. Seguidamente se inclinó a un lado para que Rax se la clavara toda en aquel culo suyo.
Ella no podía ni respirar, ni falta que hacía. Seguidamente me salí de su boca y después de comerme los huevos de Rax, me posicioné detrás del alienígena y se la enterré hasta los huevos. Así los tres disfrutamos como enanos. Los gemidos hasta podían oírlos desde la nave de enfrente.
Cuando las corridas fueron escapando de las pollas respectivas, fue Fabiola la que se tomó las lechadas residuales, después de que Rax y yo nos tomáramos nuestras leches del culo de donde la habíamos dejado.
Nuestra nave militar se pegó a la entrada de la otra nave y después de despresurizar, entramos en ella. Íbamos con las armas por delante. Yo en primer lugar, detrás Rax y más atrás una nerviosa Fabiola a la cual el traje la estaba matando.
. - Fabiola, debiste quedarte en nuestra nave.
. - yo no me quedo sola. ¿Y si os pasa algo?, ¿qué voy yo a hacer sola?, no soy piloto y no sé nada de naves interplanetarias.
. - algo si sabes, querida. Darnos placer y mucho -dijo Rax para darle ánimos-.
. - eres un sol, mi amor alienígena-.
. - silencio, chicos. Llegamos a la zona de hibernación -dije según vi el rótulo preceptivo-.
Entré con el arma por delante. Sí, allí estaban los tres cuerpos en sus cámaras hibernantes.
Les echamos un vistazo y confirmamos que eran tres mujeres, una de ellas preñada también. El estómago de esta última se movía y se lo indiqué a mis dos acompañantes de aventuras.
. - ¿de qué razas serán, Rax?, la preñada está a punto de reventar.
. - ni idea, pero esa manera de moverse el feto, no es muy normal en mi planeta y tampoco en el tuyo, creo.
. - no, es verdad. Es como si quisiera salir por su propio pie la criatura -dijo Fabiola- ¿las despertamos?
. - eso iba a hacer, pero viendo esto, no lo tengo muy claro. ¿Y si es un monstruo que usó a la mujer para procrear?, podemos despertar a las otras dos, pero a ésta, de momento no -dije-.
. - de acuerdo. Es mejor prevenir que luego lamentar, como decía mi madre-confirmó Rax-.
. - este traje me está oprimiendo el estómago, chicos, ¿no puedo quitármelo ya?
. - espera un segundo que compruebo si podemos respirar en la nave -dijo Rax, que investigaba en una consola que tenía adosada a su brazo-, parece que sí se puede respirar. Sí, adelante, quitémosle el traje a Fabiola, no quisiera que perdiera al crío-.
Ayudé a Fabiola. Después de que los tres estuviéramos sin el traje espacial, respiramos hondo los tres. Después investigamos los mandos para ver si podíamos despertar a las durmientes.
. - es curioso, es una nave de la confederación terrestre, pero estas tres no son humanas como Fabiola y yo. Se parecen a Spock, el vulcano de una vieja serie de películas espaciales. Fijaros qué orejas y que tetas también -dije sonriendo-.
. - ¿no tienes bastante con Rax y conmigo, Salvador?
. - querida, soy humano y hombre y ya sabes lo que nos gustan las tetas y los culos a los tíos. Además, en la tierra hay alguna con ese formato de tetas, pero nunca tan curvadas como estas tres.
Desde luego aquellas tetas eran algo que no se veía todos los días. Eran curvas hacia arriba. Las podías agarrar en el lado superior y aun te quedaría teta para no llegar a comértelas todas, así de grandes y apetitosas eran aquellas tetas.
. - sí, es verdad. ¿Pero no iras a comparar a estas tres con mi cuerpo serrano?
. - ni se me hubiera ocurrido, querida, ni loco. Tú serás la segunda.
. - ¿la segunda dices?
. - lo siento, pero a Rax lo encontré antes que a ti y no veas que culo tiene nuestro amigo.
. - ah, bueno. Si es Rax, me callo. Creía que hablabas de esa morena con esas tetas tan grandes.
. - esa será la tercera de mi lista.
. - no tienes remedio, Salvi, amor. Anda, callaros, que voy a despertarlas -dijo Rax apretando los botones correspondientes a las dos chicas de los lados de la preñada.
La primera que abrió los ojos fue la más pequeña. No tenía ni idea en su planeta, pero en la tierra tendría unos 20 añitos, nada más. Era todo un bombón, la cual cerró las piernas y se aterró cuando vio a tres mirándola. Más cuando vio que éramos de dos razas diferentes a la suya.
La otra que despertó fue la mayor de las tres, la que tenía aquellas tetas de ensueño. Tendría según la medida terrestre unos 30 años muy bien colocados.
Según abrió los ojos, también se aterró y se tapó los pechos y se cerró los muslos. Eran parecidos a los humanos, pero no aquellas orejas a lo vulcano.
Con gestos, les dijimos que salieran de las cámaras de hibernación. Mientras yo le cogía una mano a las más joven, Fabiola hacía lo propio con la mayor. Salieron cohibidas, pero salieron.
Nos deleitamos al verlas, al menos yo.
. - ¿habláis mi idioma? -dije en perfecto castellano, el cual era el idioma oficial de la federación desde el siglo 26-.
No abrieron la boca, por lo que Rax, habló en el suyo. Tampoco respondieron.
. - vaya, no nos vamos a entender -dijo Fabiola en cristiano, vamos, en español-.
. - entendemos el castellano federal -dijo la mayor-.
. - muy bien. Primero las presentaciones. Me llamo Salvador, este es Rax y ella, Fabiola-.
. - yo me llamo Janax y mi hermana Xilax. Ella -dijo señalando a la preñada que aún seguía durmiendo- es nuestra madre, Antía, ¿por qué no la despertáis también?
. - ¿ya estaba embarazadas cuando entró en hibernación?
. - no, papá murió antes de embarcar ya hace tiempo. Mamá no puede estarlo.
. - pues eso que se mueve en su estómago, parece un crío a punto de salir.
. - no, es imposible. Estará infectada de los monstruos del planeta.
. - explícate, mejor. ¿De qué monstruos hablas?
. - escapamos de Cibelius después de que una nave alienígena llegara con unos monstruos que fueron atrapando a todo aquel que se le ponía por delante para que sirviera de comida para su reina. La colonia en que estábamos fue diezmada, pues no solo nos atrapaban como comida, sino como incubadoras de nuevos monstruos y ahora mamá está incubando otro de esos bichos inmundos -dijo mirando a Rax, que se removió en su sitio-.
. - ¿son como Rax?
. - no, tienen seis patas y se desplazan velozmente. Cuando nacen, mueren sus madres adoptivas, como ahora morirá mamá -dijo mirándola con terror, al igual que su hermana- tenemos que escapar de la nave, pueden haber más-.
. - ¿nos estás diciendo que el planeta está infectado de esos monstruos como el que le crece a tu madre?
. - sí, así es.
. - entonces debemos abandonar esta nave y este planeta, chicos -dije mirando a mis dos acompañantes-.
. - sí y lo antes posible -dijo Fabiola ahora más nerviosa que antes-.
. - ¿nos vais a dejar en esta nave? acabaremos como mamá cuando salga ese monstruo de su cuerpo.
. - ¿y si estáis también infectadas?, seríamos nosotros quienes moriríamos infectados -dijo Rax-.
. - nos miráis por aparatos que hay en la enfermería. Así sabréis que no lo estamos, pero debemos darnos prisa. Al monstruo le falta poco para salir de mamá -casi gritó aterrada-.
Tragué saliva y mirando a los dos colegas míos, asentí.
. - lo que hagamos, hagámoslo ya, Rax, Fabiola. Yo me las llevaría, pero las miraría bien antes.
. - de acuerdo Salvi. Estoy contigo -dijo Rax-.
. - vale, pero démonos prisa, se me ponen los pelos de punta solo con ver cómo se mueve ese engendro que lleva la mujer en su cuerpo. Llévanos a esa enfermería, chica -dijo Fabiola-.
Estaba al otro lado de la nave y nos costó un rato llegar hasta allí. Era moderno el mobiliario. Ellas mismas se tendieron en sendas camas y se abrieron de piernas, para luego darme la mayor un aparato.
Se lo cogí y comprobé que era una micro-cámara. Encendí el equipo y vi que la pantalla aparecía lo que mostraba la cámara en aquel momento, mi cara.
No me lo pensé más y se lo metí por el conejo. Fui metiendo y metiendo en busca de algo que me dijera si estaba infectada. El problema era que no era médico, ni nada por el estilo y, además, no sabía si la vulcana aquella era como las humanas allí dentro.
La mujer se removió cuando sintió el frío metal entrarle hasta el fondo. Luego lo saqué y se lo metí a la pequeña. Más de lo mismo. Allí no se veía nada.
. - hagámosles un escáner de cuerpo entero, chicos -dijo Fabiola-.
. - bien pensado -dijo Rax, que encendió la máquina-.
Primero se metió la pequeñaja y en la pantalla no vimos nada. Tampoco en su hermana.
. - aquí no se ve nada. Nos largamos, pero antes cojamos algo que no tengamos en nuestra nave, Rax.
. - lo único será añadir más comida. Ahora somos cinco.
. - ya lo habéis oído, chicas. Cojamos comida y pasemos a nuestra nave.
La mayor esta vez fue más rápida y llegándonos al almacén de la nave, cargamos cada uno con una especie de mochila con alimentos. Luego recogieron sus ropas, para finalmente ponerse todo el mundo la escafandra y pasamos a la nave militar.
Ya dentro, nos quitamos la ropa de seguridad y nos alejamos bastante de la nave.
. - Rax, ya sabes lo que tienes que hacer con esa nave infectada.
. - ¿estás seguro, querido?
. - ya lo creo. Los próximos que la aborden, no tendrán tanta suerte como nosotros de salir de ella indemnes. Destrúyela.
Rax no preguntó nada más. Apuntó y disparó varios disparos del cañón de la nave militar. Al otro lado, la nave de los colonos explotaba en miles de pedazos. Poco a poco iba desapareciendo de nuestra vista, hasta que el espacio quedo diseminado de pequeños trozos de nave aquí y allá.
Ante la desnudez de nuestras invitadas, no podíamos quedarnos con ropa y a una, los tres nos desnudamos también. Ellas sonrieron por fin.
. - no teníais que hacerlo por nosotros.
. - no, no ha sido por vosotros. Ya antes viajábamos desnudos. Se está más cómodo. Bueno, ¿dónde queréis que os dejemos, chicas?, nosotros buscamos un lugar donde vivir en paz. Mis dos compañeras están embarazadas y pronto darán a luz y no queremos que lo haga en esta nave de guerra.
. - ¿los dos críos son tuyos? -preguntó Xilax mirándome la polla colgante y ruborizándose-.
. - no, solo el que trae Rax. Fabiola fue inseminada por su marido, pero Rax y yo lo cuidaremos como si fuera nuestro. ¿Verdad, querida?
. - claro, así lo hemos decidido. ¿Y ahora qué?
. - ahora os venís a un lugar al que íbamos a ir mi madre, Xilax y yo -dijo la hermana mayor Janax-.
. - ¿qué lugar es ése? -pregunté-.
. - está a cuatro años luz de aquí tan solo. Se llama Vanpáxis. No es muy grande, pues es un satélite del planeta Tepisis. Nos informaron que se podía respirar allí perfectamente.
. - eso es un cuento. Tepisis no existe -dije- ya lo buscaron otros y no dieron nunca con él.
Janax sacó un aparato y nos lo enseñó.
. - aquí están las coordenadas. Puedes comprobarlo tú mismo.
Le cogí el aparato y sí, ponía unas coordenadas, pero aquello no me decía nada, pues seguía sin creerme aquella historia.
. - ¿tú que dices, Rax?, ¿está ese planeta en estas coordenadas?
. - deja que le eche un vistazo.
Escribió en la pantalla de la nave las coordenadas y no dieron con nada parecido a un planeta.
. - aquí no hay nada. Solo un agujero negro que se lo traga todo.
. - mamá estaba segura de que estaba ese planeta con ese satélite habitable. Tienes que haber metido mal los datos. Compruébalo de nuevo, por favor.
Miré a la chica y a Rax. Respiré hondo y le dije que volviera a meter los datos en el ordenador.
Una vez lo volvió a hacer Rax, su cara cambió.
. - vaya, parece que me había equivocada al meter uno de los datos. Aquí pone que el planeta existe y el satélite del que habláis.
. - ¿lo veis?, nuestra madre no estaba engañada. Podemos ir allí todos juntos. A nuestro planeta ya no podemos ir, ya no existe como tal. Se enfría y no podemos vivir allí.
. - bueno, por ir no se pierde nada. ¿Y dices que está a 4 años luz?, eso es ahí al lado -dijo sonriendo Rax-.
. - Rax, hay un pequeño problema. Solo tenemos tres cámaras de hibernación -dijo Fabiola-.
. - no hay tal problema. Tú irás sola por tu crío y Salvi y yo iremos con una de las dos hermanas.
. - ¿no podría ir con mi hermana y ustedes dos juntos, por favor?
. - no hay problema. Comprendo que aún no nos conocemos tan bien como nos conocemos el resto. Así se hará. Vayan hacia las hibernadoras mientras programo la nave.
Acomodé a las chicas en sus cámaras de hibernación. A Fabiola le comí la boca y un poco cada pezón suculento. Ella me sonrió y atrajo mi cabeza para sentirme mejor. Un último beso en su nariz y me fui hacia las dos hermanas vulcanianas o de donde fueran.
Ellas ya se estaban acomodando. La mayor detrás de la pequeña y de lado hacia la cámara vaciá que iba a ocupar con Rax.
. - ¿estáis cómodas?
. - sí, gracias, Sr. Salvador.
. - nada de señor, solo Salvador o Salvi. Espero que todo vaya bien en el viaje estelar.
. - seguro que sí -dijo la pequeña-.
. - me alegro que seas optimista Xilax. ¿De qué planeta sois?
. - somos vulcanianas.
. - vaya, pues creedme si os digo que creía que erais de ahí. Os parecéis a…
. - sí, lo sabemos. A Spock de las viejas películas.
. - exactamente. Una pregunta, ¿cómo es que viajabais en una nave terrícola?
. - la nuestra se quedó sin pilas iónicas y estábamos a la deriva. Éramos miles de nuestro planeta. Nos trasladamos a Cibelius con la ayuda de terrícolas. Vivíamos en paz las dos razas, hasta que nos invadieron los monstruos y fueron exterminándonos sin compasión. Escapamos en la primera nave disponible. Esperamos, pero no se presentó nadie más, solo esos bichos que querían entrar en la nave, así que nos elevamos y con el frío espacial, se desprendieron. Luego programamos la nave para llegar hasta el planeta que ahora vamos y nos metimos en las cámaras hibernadores.
. - pues parece que hicisteis algo mal, porque la nave seguía en el mismo sitio.
. - eso debió ser. Mamá no era ninguna pilota, pero dijo que podía solucionarlo, pero se equivocó.
. - ahora ya todo pasó. Os despertaré cuando lleguemos a nuestro destino -dije cerrando la campana, cuando la pequeña me lo impidió-.
. - ¿a nosotras no nos das un beso?
Sonreí y ellas sonrieron también, algo azoradas.
. - claro que sí, preciosas.
Me incliné y me comí primero la boca de Xilax. Viendo que su hermana Janax esperaba otro también, me volví a inclinar, saboreando sus labios ardientes. Antes de despegarme, Xilax me cogió una mano y se la llevó a uno de sus estupendos pechos juveniles.
Dejé de besar a su hermana y cogiéndole ambos pechos como si fueran los manillares de una bicicleta, me comí cada pezón.
. - apriétalos y verás lo que sale -dijo la pequeñaja con desparpajo-.
Lo hice y manó leche de aquellos pechos tan jóvenes. Volví a apretarlos y puse mi boca para saborear su exquisita leche. Así hice con ambos pezones.
. - vaya, tan joven y con leche materna.
. - nosotras las vulcanianas desde que tenemos un palmo de altura, ya producimos leche. Es pura supervivencia -dijo la mayor, ofreciéndose también-.
De nuevo le cogí sus pechos tan mamables y apretándolos, consumí su condimento natural.
. - exquisita leche, chicas. Será mejor que lo dejemos para más adelante, aquí ya viene Rax para emprender viaje -dije besándoles a las dos sus respingonas narices. Luego cerré la campana protectora con una sonrisa en los labios-.
. - ¿haciendo amigas, Salvi?
. - así soy yo, querido Rax.
Nos acomodamos. Yo detrás de Rax y mirando hacia las chicas. Una vez cerramos la campana, le clavé la polla en su culo. Rax sonrió y envió su polla hacia el mío, enterrándomela perfectamente.
Las chicas sonrieron azoradas de vernos disfrutando sin preocuparse por nada, ni por nadie.
Segundos después de eyacular en los culos del otro, la nave se puso en veloz movimiento aun con las pollas en los dos culos metidas.
El despertar fue de lo más placentero, pues mi polla había estado todo el rato en el culo de Rax, así como la suya en el mío también.
Ya puestos, comencé un nuevo enculado hasta que despertó mi amante. Sonrió y usó su polla para satisfacerse y satisfacerme también. Sin duda fue una larga, larga follada la nuestra. Cuando levanté la tapa, casi no se la saco del culo, ni la suya del mío, pues la verdad, no tenía ganas de hacerlo, pero al final me bajé de allí y ayudé a Rax a hacer lo mismo.
Ya fuera, me comió la polla y me la limpió. Luego yo hice lo propio con la suya, quedando ambos como nuevos. Despertamos a las chicas y bajaron del hibernado.
. - ¿ya hemos llegado?
. - o eso, o estamos perdidos. La nave está detenida -dijo Rax-.
. - chicas, antes de nada, una ducha bien fría para despejarnos. Las chicas primero -informé-.
. - acompañame, Rax. Te necesito dentro de mí -dijo Fabiola-.
. - sería un placer hacerlo Fabiola, si Salvi no me hubiera descargado mi polla.
. - es igual. Tienes una lengua que me vuelve loca -dijo cogiéndole de la mano y yendo hacia las duchas-.
De allí salía más que corrida y bien limpia.
. - ¿nos acompañas, Salvador? -dijo la pequeñaja cogiéndome la mano-.
Nos llegamos hasta la ducha y nos metimos los tres. Era más que estrecho, pero suficiente para poder respirar, pero eso no fue lo único que hice, pues tragué un desayuno bien lácteo de sus pezones lecheros. De ambas desayuné.
Tuve que abrir la puerta para agacharme y tomarme los jugos de cada una, mientras ellas se duchaban. Una pena mi polla descargada, que si no…
Regresamos secos y desnudos junto a la zona de mando. Enfrente teníamos un planeta y su satélite, que, según las chicas, se llamaban Tepisis y Vanpáxis, respectivamente.
Rax estuvo mecaneando las diferentes pantallas y nos informó.
. - el satélite es respirable. Es similar a vuestro planeta tierra con mares, zonas húmedas y secas. Los alimentos ya veremos si los hay.
. - perfecto. ¿Qué nos dices del planeta madre? -pregunté-.
. - irrespirable. Tiene un 90% de metano que nos mataría.
. - pues llévanos al satélite, pero no aterrices, demos un vistazo antes de pisar tierra.
. - muy bien. Sentaros, chicas.
Ellas se sentaron en los sillones y Rax y yo nos tuvimos que quedar de pie, pues no había más asientos, siendo aquella una nave militar para tres tripulantes solamente.
Entramos en la atmosfera de Vanpáxis y recorrimos el satélite a altura media-baja. No vislumbramos grandes animales, solo algunos de medio tamaño. Nada de dinosaurios. Mejor que mejor.
. - busca donde haya verdor y un río serpenteante. Con abundante arboleda y animales dispersos, Rax.
El piloto dio otra vuelta completa, ahora desde más alto y descendió ante un río en medio de un espeso bosque a un lado y una verde llanura al otro.
El aterrizaje fue de lo más suave junto al río. Antes de que saliera alguien, tuve que poner los puntos sobre las íes a las chicas, Rax incluido.
. - esto va para todos. Hasta que no estemos seguros de que ahí fuera no nos acecha nada malo y podamos vivir en paz con el entorno, uno al menos siempre ira armado para cuidar de los demás y eso no es negociable. ¿Lo entendéis vosotras dos, hermanas vulcanas?
. - comprendo que así debe ser, Salvador. Haremos lo que nos digas para vivir más seguros -dijo la mayor de las dos-.
. - Me alegro que lo entiendas. ¿Qué me dices, pequeña Xilax?
. - si me prometes algo tú antes… -dijo mirándome el rabo-.
Vi lo que miraba y sonreí. Ambas hermanas sonreían. Hasta Fabiola y Rax rieron.
. - acércate, preciosa.
(Parte 15 de 31)
FIN