El amante de los tiempos, en 5 relatos (14)
Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.
EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS
(14-31)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Desperté la mar de cómodo y caliente. Cuando me di cuenta de dónde y como estaba, respiré hondo yo y mi polla, que de nuevo volvió a ponérseme dura. Esa dureza contra su cuerpo fue lo que despertó a Rax, que, sonriendo también, ordenó a su polla enrollarse sobre la mía y comenzar a hacerme una suave paja.
Aquello no me lo esperaba y dejé que continuara. En verdad era un despertar maravilloso. Tanto mi respiración, como la suya se habían acelerado lo suficiente para que los dos supiéramos que el otro estaba disfrutando del momento.
En un momento dado, su polla llevó la mía hasta su vagina y la introdujo en ella. Sabía que no debía de enfadarme, pues yo también lo deseaba y sí, comencé a mover mi pelvis para que mi polla siguiera disfrutando de un despertar tan estupendo.
Solo cuando no pude más y descargué dentro de Rax, pude desahogarme, vaciarme todo.
. - ¿te ha gustado, Salvi?
. - sí, mucho. Te lo agradezco. Estaba que explotaba.
. - me alegro. Permíteme ahora que te haga una limpieza final.
. - adelante.
Rax se deslizó hacia mi entrepierna y con su boca y lengua bífida, me hizo disfrutar de una segunda corrida que no pude, ni quise evitar.
Lo siguiente fue olvidarme de todos los convencionalismos y disfrutar del cuerpo de un torick que se me estaba entregando en cuerpo y alma.
Probé con su boca primero y no salí perdiendo, pues su larga lengua me hacía vibrar todo mi ser. Sus pechos eran mi asidero para apretar mi boca contra la suya para luego bajar y comerme sus pezones tan mamables.
. - sigue mamándome, Salvi. Se lo que os gusta los pechos a los humanos. Disfruta de ellos cuanto quieras.
Le hice caso y me perdí allí, mamando y mamando hasta que lo dejé por su agujero vaginal. Allí introduje mi lengua, pero mi leche había desaparecido mucho más al interior. De hecho y yo aún no lo sabía, estaba preñando en aquel momento a un alienígena con mi esperma humano…
Bajé y cogiendo su polla con mi mano, me dediqué en cuerpo y alma a sus portentosos huevos alienígenos. Lo hice vibrar como se hace vibrar a una virgen terrestre, pero no me paré allí, pues aquella polla suya llamaba a mi puerta con insistencia y con grandes deseos por mi parte, sucumbí, tragándome cuanta polla podía albergar mi boca. Utilicé mi lengua para deleitarme con su prepucio extra-terrestre y confirmé que todos los prepucios que había mamado hasta ahora eran tan sensibles como el mío mismo.
. - me gusta, me gusta que me la mames, terrícola. Sigue, sigue.
Y seguí mamándolo, hasta que explotó su leche alienígena. Era oscura, pero no por eso desagradable, al contrario, hasta era almibarada toda su corrida, que fui tragando según llegaba a mi boca.
Escapó buena parte, pero no por eso dejé de usar mi lengua para re-introducírmela en la boca.
Cuando de su polla no salió nada más y se fue poniendo flácida como la mía anteriormente, le di una segunda mamada, para después Rax dedicarse a tomarse su leche de mi cara, mi cuello y mi pecho, allí donde hubiera una gota de su preciada corrida alienígena.
Cuando descansé de nuevo mi cara sobre sus pechos, respiramos ambos de felicidad. Sí, felicidad, pues nos habíamos dado el uno al otro y no había habido violencia por ninguna de las dos partes y eso no siempre se daba ni en la tierra.
. - gracias, Rax. No sabía que podía ser tan placentero hacérmelo con un torick.
. - pues para mí ha sido la primera vez que me lo hago con alguien, torick o terrícola.
Despegué un segundo mi cara de sus pechos para sonreír.
. - vaya, no esperaba que fueras virgen. Yo en cambio, lo dejé de ser ya hace mucho tiempo. Rax, ¿con quién he tenido sexo, con un macho o con una hembra?
. - lo has hecho con Rax. No puedo ser una cosa y dejar de ser la otra y viceversa. Has tenido sexo con mis dos condiciones sexuales.
. - bueno, da igual. He disfrutado como nunca, te lo aseguro.
. - me alegro. No quiero que te inquietes, pues yo lo he deseado.
. - ¿a qué te refieres? -dije besándole un pezón-.
. - a que me has dejado preñada con tu semen.
Despegué mi cabeza y me senté de golpe.
. - ¿cómo es posible eso?, ¿y cómo lo sabes tan de repente, después de haberlo hecho hace un segundo?
. - los torickianos los sabemos al instante. De hecho, ya mañana comenzaré a fabricar leche en mis pechos para el crío que llegará en un mes aproximadamente.
. - coño, tenías que habérmelo dicho, Rax.
. - perdona, pero ha sido un impulso quedarme preñada de alguien tan bondadoso como tú.
. - la leche que me han dado. ¿Esto qué me cuentas es un cuento o es verdad de la buena?
. - solo te he contado la verdad. Serás padre dentro de un mes.
. - ¿voy a ser el primer padre que tenga un crío con un torickiano? Vaya, vaya.
. - no, no eres el primero. Allí donde voy, ya hay varios hijos de ambas razas.
. - ¿de verdad?, ¿y cómo han salido?
. - pues uno de tus deseos se convertirá en realidad.
. - no será el del rabo vuestro -afirmé, más que preguntando-.
. - así es. Tendrá rabo de torickiano los que salgan machos, oído de torickiano, fuerza de torickiano, pero perderá el hermafroditismo. Será macho o hembra, pero no las dos cosas.
. - y que me dices de los pechos. ¿Los chicos mantendrán los pechos?
. - no, lo siento. Solo las hembras. Las caras serán humanas y el resto del cuerpo variará entre coraza y piel, dependiendo de por dónde vayan los genes que adquieran en primer lugar.
. - ¿no me digas que desde el principio ya sabes el sexo del que nacerá?
. - somos perfectos, pero no tanto. Eso lo sabremos cuando nazca o donde haya aparatos para saberlo, pero no aquí.
. - bueno, no esperaba tener un hijo con ningún torickiano, pero lo hecho, hecho está y que Dios me asista, pero insisto, debiste de avisarme antes de…, ya sabes.
. - si te lo digo, no me preñas y yo deseo tener algo tuyo para recordarte cuando te vuelvas con los tuyos.
. - de eso nada. Ahora todo ha cambiado.
. - ¿qué quieres decir?
. - que, como buen padre, que no lo he sido nunca, me haré cargo del crío.
. - yo no voy a desprenderme de mi hijo no nacido.
. - ni yo pretendo que lo hagas. Lo compartiremos como buenos padres.
. - ¿quiere eso decir que te quedarás conmigo?
. - la verdad, eso aún no lo sé, pero al menos, estaremos en contacto, no sé cómo, pero me las apañaré para ver crecer al crío que hemos creado.
. - no esperaba esto de un terrícola, pero te lo agradezco.
. - ¿y dices que fabricarás leche mañana mismo?
. - sí, mis mamas aumentarán bastante.
. - ¿podré…?
. - ¿mamarme?, por supuesto. Todo cuanto desees.
. - gracias, Rax. No es por nada, pero mamar siempre me ha gustado, ya sea una polla o una teta lechera.
. - sabiéndolo, fabricaré un poco más para ti en exclusiva.
. - no jodas. ¿Podéis fabricar al gusto de cada uno?
. - así somos los torickianos.
. - me gusta, sí señor -dije mamando a un Rax preñado-.
Deshacemos la caseta de campaña y salimos de la cueva. Hacía un día claro y sin nubes. Los dos soles estaban saliendo por nuestra izquierda tímidamente.
. - ¿cómo está tu pierna?
. - me duele horrores.
. - ¿cómo no me lo has dicho antes?, tengo algo que puede calmarte un poco.
. - no quise abrumarte con mis problemas.
. - Rax, ahora tus problemas, son mis problemas. Si deseas algo o te duele algo, me lo dices y si puedo solucionártelo, lo haré.
Busqué en el botiquín y saqué un inyectable que le puse cerca de donde tenía el vendaje. Cuando se lo quité, olía mal.
. - Dios mío, Rax. Lo tienes infectado. Voy a limpiártelo.
Hice cuanto pude, pero aquello no mejoraba.
. - Rax, esto no mejora. Coño, tenías que haberte quejado antes.
. - si se me ha gangrenado, tendrás que cortarme la pierna.
. - pero ¿qué dices?, yo nunca he hecho algo así. Morirás desangrado.
. - no tengas miedo, Salvi, querido. Soy de la familia reptiliana y me volverá a crecer de nuevo. Como has visto, cuando me agarré el monstruo aquel, apenas sangré. Ahora tampoco lo haré, solo una mínima parte. Solo con el aire se me irá curando y creciendo con el tiempo.
. - me estás mintiendo para que te corte el pie y no cuela. Seguro que la palmas.
. - no, querido Salvi. Ahora no deseo morir, pues llevo en mis entrañas un nuevo ser de los dos. Confía en mí y hazlo, por favor.
. - no sé. No acabo de creérmelo.
. - confía en mí, Salvi. No te vas a desprender de mi tan fácilmente -hasta sonrió un poco el muy cabrón-.
. - eres un cabrón, ¿sabes? esto no se le hace al padre de tu hijo.
. - lo sé, pero así son las cosas. Saca tu arma laser y regúlala para cortarme la pierna. El mismo laser cauterizará la pierna, ya verás. No es la primera vez que me quedo sin un miembro.
. - sigo sin creerte, pero voy a hacer lo que dices. Si luego palmas, no quiero responsabilidades.
. - anda, no hables más y hazlo.
. - para el carro. Tendremos que volver a armar la caseta. No puedes ir por ahí sin la pierna recién cortada. Entonces sí que la palmas bien palmado. Nos quedamos en la cueva un tiempo. Tú vigilarás desde aquí dentro, mientras yo voy en busca de alimentos para los dos.
. - aún estamos lejos de donde te dije que había comida en abundancia y también peligros en abundancia, Salvi.
. - entonces te la cortaré cuando lleguemos. ¿De cuánto tiempo estamos hablando?
. - de al menos dos días a nuestro paso.
. - ¿podrás aguantar esos dos días? y otra cosa, ¿no se extenderá la gangrena al resto del cuerpo?
. - aguantar podré, lo segundo espero que no. Lo más, es que se me caiga por sí sola la pierna.
. - pero, aun así, tendré que cortar por encima de la herida para borrarte toda la gangrena, ¿no es así?
. - así es.
. - pues entonces, nos largamos. Comamos algo y emprendamos la marcha. ¿De acuerdo, Rax?
. - bueno, vale. Como tú digas.
. - así se habla, con dos cojones.
. - no me hagas reír, que me duele la pierna.
. - pues no te rías y come algo -le di el sobrecito de los cojones. Eran pucheros madrileños de los viejos tiempos-.
Partimos y andamos y andamos hasta agotarme de tener que llevarle. Nos detuvimos varias veces para coger resuello. Así avanzamos bastante, viéndose a lo lejos algo parecido a un valle encantado, donde el verdor contrastaba con lo que dejábamos atrás.
Una vez pisamos el maldito valle, comenzaron los mosquitos a revolotear alrededor nuestro, pero cuando comenzaron a caer meteoritos explosivos, tuvimos que buscar refugio.
. - busquemos una cueva o la palmamos, Rax.
. - ¿una cueva?, aquí no hay cuevas, todo es verdor y más verdor. Tendríamos que ir a una de las orillas del valle y estamos en medio -dijo-.
. - entonces busquemos algún sitio donde meternos.
Un meteorito cayó cerca e hizo un agujero de cojones tras una explosión. Localizamos un viejo árbol que estaba cerca y nos pusimos detrás. No era gran cosa, pero menos daba una piedra.
Allí aguantamos el ataque de los meteoritos.
. - tendremos que hacer una cabaña bien protegida contra los meteoritos. Son abundantes en este planeta -dijo Rax-.
. - estábamos mejor en la cueva después de todo, pero no tendríamos alimentos. Sí, haremos una casa anti-meteoritos, aunque si son muy grandes, la tenemos clara.
. - algo encontraremos. Solo es cosa de buscar.
Estuvimos casi una hora detrás de aquel árbol. Cuando se acabó la lluvia, buscamos ese refugio que decía Rax. Al final tuvimos que fabricarnos uno en un árbol gigantesco que encontramos.
Hicimos las columnas con palos y las forramos con hojas, para después añadir por todos lados conchas de aquellas que había por doquier, como la que se iba a comer Rax cuando lo encontré.
. - esto parece una coraza bien dura -dije golpeando el caparazón del animal-.
. - ya lo creo. La otra cabaña lo protegí con ellas y me fue bastante bien. Que no quede ningún resquicio por donde pueda entrar el agua o los mismos meteoritos, siempre que sean pequeños.
La reforcé aún más y hasta le hice una puerta de quita y pon. Allí, en las alturas, estaríamos seguros de los que caminaban por la tierra. De los otros, ya veríamos.
Lo ayudé a instalarse en el mullido colchón de hojas.
. - ¿estás cómodo?, si no, traigo más ramas para la cama.
. - no, está perfecto, ni yo mismo lo hubiera hecho mejor.
. - bueno, tú me has ayudado cantidad.
. - ya sabes lo que viene ahora, Salvador.
. - sí, me temo que sí. Túmbate, te pondré una droga para el dolor.
Le inyecté un narcótico que lo dejó dormido. Era para caballos por lo menos y Rax lo necesitaba.
Me armé de valor y preparé compresas y trapos para protegerle la pierna para después del corte radical de su gangrenada herida.
Regulé mi pistola laser al mínimo con que podía cortar. Inspiré hondo y comencé. El rayo comenzó a cortar la pierna. No tardé gran cosa, para alivio mío al menos.
Cuando la pierna gangrenada se separó, le eché antibióticos en el muñón, aunque el mismo laser había hecho una especie de cicatrizado como había dicho el amputado. Aun así, protegí bien aquella pierna. La cortada la guardé en un par de hojas y la oculté, por si quería verla por última vez y la llevé fuera de la cabaña.
Su respiración había subido de volumen cantidad, pero poco a poco se normalizaba. La droga lo dejaría dormido durante varias horas y no iba yo a ser quien lo despertara.
Iba a cazar algo, pero lo pensé mejor y lo dejé para otro momento. No quería dejarlo así, por si venía algún animal a comérselo o tocarle los cojones. Saqué las dos mantas y me acurruqué junto al torick. Su calor me daba fuerzas, no pudiendo evitar mamar aquellos pezones que habían aumentado desde la última vez. Sí, efectivamente, de allí fluía la leche que me amamantaría a mí y a la cría que nacería dentro de un mes, según dijo.
Para ser la primera leche, no me cansaba de mamarlo, pues no se agotaba nunca, pues alterné ambas mamas. Cuando me harté, me quedé dormido entre sus pechos bien tapados.
. - despierta, dormilón.
. - hola querido, ¿cómo estás?
. - aquí, esperando que me cortes la pierna de una vez.
. - pero si ya te la corté ayer tarde.
. - no digas tonterías. Mira como la meneo -dijo mirando hacia abajo. Por la manta no se notaba nada-.
. - no tienes la pierna, te la corté, te lo juro.
. - que no, coño.
Separó la manta y no vio su pierna gangrenada.
. - joder, pero si la siento.
. - pues no la tienes. ¿No te duele?
. - no, para nada. Es como si aún la tuviera. Tengo la sensación de que la puedo mover sin problemas.
. - pues te juro que esta fuera por si la quieres ver.
. - no, para nada. La tiras bien lejos. Has hecho un buen trabajo. Te puedes dedicar a cortar miembros a los de mi raza.
. - no, mejor no, no vaya a ser que me coman vivo.
. - sí, dejémoslo así, por si acaso. ¿Me has mamado?
. - sí, hasta hartarme. Tenías razón, has fabricado leche y es muy sabrosa.
. - pues te la puedes tomar siempre que lo desees.
. - gracias, ahora descansa, aún es temprano -le dije tapándonos- junto a ti estoy muy cómodo y calentito, he tenido suerte de encontrarte-.
. - la suerte ha sido la mía. Desayuna un poco de leche más y duérmete tú también, que ayer trabajaste bastante -me dijo llevando su pecho hacia mi boca, solo tuve que abrir la boca y saciarme de nuevo de su rica leche. Luego apoyé mi cabeza entre sus dos pechos y de nuevo me quedé dormido-.
Rax me acarició el cabello y con una sonrisa, me dio un beso en la frente, para después dormirse también.
Me pasé todo el día durmiendo sobre Rax. Cuando abrí los ojos, tenía unas ganas de mear horrorosas. Había pasado un día y medio desde que le amputé la pierna.
. - bienvenido a la vida. Sí que estabas cansado.
. - debiste despertarme.
. - estabas tan cómodo que no quise perturbar tu sueño.
. - voy a echar una meada. Ahora vuelvo.
Salí fuera y me alejé lo más posible de la cabaña y meé durante un buen rato. Luego regresé, Rax intentaba ponerse en pie, pero se lo impedí.
. - no seas loco, aún es pronto para que te levantes.
. - pero si no me duele nada.
. - es igual. Déjame cambiarte el vendaje.
Lo recosté de nuevo y le quité el vendaje.
. - joder, Rax. El corte ha cicatrizado, como si fuera a toda velocidad.
. - ya te lo dije. Soy de la familia reptiliana y cicatrizo rápido. Verás cuando me salga de nueva la pierna.
. - ya quisiera yo ser así, que te salga una pierna si me la cortaran.
Le toqué el muñón y le pregunté si le dolía.
. - no, nada.
Le di más fuerte y nada, no le dolía.
. - pues ya no necesitas ningún vendaje. Te haré unas muletas para que puedas manejarte tu solo.
. - gracias, eres un sol.
. - no, para nada. Así me evito que me rompas el hombro llevándote de aquí para allá.
. - chico listo.
. - por si acaso, quédate un poco más aquí arriba. Yo saldré a dar una vuelta para ver si cazo algo.
. - ten cuidado. Usa tú oído más que tus ojos. Aquí, en esta zona, se oye llegar al enemigo o animal mejor que con los ojos.
. - lo recordaré -le dije dándole un beso en su boca y otro en su rabo, en la misma punta. Luego salí. Dejé a un Rax más que contento, al mismo tiempo que preocupado, pues las fieras en el valle eran numerosas-.
Me alejé del árbol-casa un kilómetro al menos. El terreno era variado. Tan pronto me tapaban las altas hierbas, como había zona sin nada. En estas me interesé, pues vi agujeros como si fueran de conejos.
Con el arma larga preparada, esperé a que saliera alguno. Después de un buen rato, no salió un conejo, sino una gallina de colores preciosos. Una gallina. Si no la hubiera visto, no lo creería. Aunque tenía algo diferente, sus ojos. Eran bien grandes y miraba en todas direcciones. También era diferente en el tamaño, era casi el doble de grande, aun así, que viviera bajo tierra, no acababa de asimilarlo.
Un certero disparo la hizo dar una voltereta en el aire y quedarse quieta. Me quedé allí por si venía alguna más.
Lo que vino fue una especie de jabalí, mezclado con lince o pantera. Cogió la gallina y desapareció de mi vista. No pude seguirle la pista al muy cabrón ladrón.
No me preocupó tanto la gallina, como no haber visto llegar a aquel híbrido de animal. Sin duda era un peligro a tener en cuenta. Esperé, esperé y seguí esperando hasta que salió otra de aquellas gallinas. Le di un corrientazo que palmó. De inmediato, salí a por ella. Aquella vez no me la quitaba ni Dios.
Regresé con mi trofeo al hombro y cuando llegué junto a Rax, la tiré delante de él.
. - ¿qué te parece el bicho que cacé?
. - pero ¿qué has traído, humano? Eso es incomestible, hasta para mí.
. - pero ¿qué dices?, si es una gallina, más grande sí, pero una gallina de toda la vida. Me voy a hinchar a comer carne limpia.
. - ¿estás seguro que eso se come? si hubieras traído una de las conchas, la hubiéramos freído. Están exquisitas.
. - de esas no vi, pero ya verás cuando pruebes la carne de la gallina, te chuparás los dedos. Vamos a usar las plumas para nuestra cama, estará más cómoda aún.
Comencé a desplumarla hasta dejarla en pelotas. Luego bajé a tierra y un poco lejos, le quité las tripas, la cabeza y sus patas. La ensarté en un grueso palo y me puse a hacer un fuego sin humo.
Desde arriba, Rax me veía disfrutando del asado de la gallina. Cuando estuvo en su punto, apagué el fuego y subí a la casa-árbol.
Llevé la gallina envuelta en varias hojas para no quemarme y que no se enfriara también. Una vez arriba, me senté con los pies cruzados.
. - siéntate, vas a probar una delicatesen terrestre.
Le arranqué un ala con bastante carne y se la entregué. Yo hice lo mismo y comencé a comer. Rax me imitaba cuando mordía la carne y me la llevaba a la boca. Poco a poco fue sonriendo.
. - no está mal, pero…
. - nada de peros, está riquísima, leñe. Ya quisiera yo comer todos los días carne de gallina. Serás desagradecido…
. - bueno, no está tan mal como yo creía.
. - así me gusta, come y calla.
Me hinché como predije y aún quedaba para un par de días más al menos. Una vez terminamos de comer, la volví a guardar en las hojas protectoras y la puse a un lado.
Estiré los brazos.
. - joder, que bien me he quedado -dije bostezando- te puedo dar más si aún quieres-.
. - no, gracias. Yo también estoy lleno.
. - vale, ahora es hora de las clases. Quiero que me enseñes tu idioma y costumbres. Sobre todo, las palabras más guarras, ya me entiendes.
. - bueno, tanto como guarras, será para ti. Bueno, empecemos por este animal que nos hemos comido, nosotros lo llamamos…
La clase se extendió por varias horas, luego yo le expliqué costumbres terrestres, como la de los árabes de tener varias esposas si tenía dinero con qué mantenerlas, pagando solo con animales, etc., etc.
. - ¿sabes Rax en lo que estoy pensando en estos momentos? -dije mirándole el rabo ondulante-.
. - eres como un libro abierto para mí. Adelante, haz lo que quieras con ella.
Me saqué toda la ropa y le cogí su sable, el cual saboreé con mi lengua a todo lo largo, huevos incluidos. Su respiración se aceleraba. Aquella polla suya me tenía embelesado y tenía que tragármela analmente.
Lo coloqué en un perfecto 69, ofreciéndole mi culo.
. - cómeme mi culo, por favor. Lo necesito bien lubricado.
. - eso está hecho.
Su bífida lengua se me introdujo mucho más adentro que ningún otro humano me la hubiera metido en mi ojete, al menos una cuarta dentro de mi culo la sentía. Yo, mientras tanto, le humedecía bien con mi lengua el suyo.
Una vez ambas herramientas en su punto, deshice el 69 y cogiendo aquella larga manguera la puse en vertical con una mano, mientras me posicionaba en su parte más alta, sin tocarla aun con mi culo.
. - ahora no intentes moverte tú, ni la polla que me voy a meter. Déjame que me la trague según vaya pudiendo.
. - adelante, si tu disfrutas, yo también lo haré, Salvi.
Agaché el trasero e hice contacto con aquella cosa tan maravillosa que tenía Rax entre las piernas. Su solo contacto, hizo que mi polla vibrara de terror, pero la quería dentro de mí y me iba a dar el gusto, sí señor.
Seguí bajando y sentí que aquello me iba a doler un huevo y así fue.
cuando me habida metido lo que ya me habían clavado en la nave siniestrada por varios de mis hombres y sobre todo por mi segundo, que, dicho sea de paso, la tenía como un caballo, el dolor era soportable, pero desde ahí, todo fue súper doloroso, pues parecía que me la estaba clavando un caballo y no era mi segundo.
Me detuve para coger aire, pues mi culo se resistía a seguir tragando si no paraba un momento. Una vez que le di gusto y para que el dolor menguara un poco, me incliné hacia los pechos de Rax para que su larga polla siguiera entrándome.
La madre que lo parió, parecía que no terminaba nunca de tragármela toda. Sin duda, aquellos dos humanos ya la habían probado varias veces cuando lo enculaba el alienígena que me cargué junto a ellos, pues se tragaron toda la polla del tío y se quedaron tan panchos.
Esperaba que más adelante, cuando volviera a tragarme su polla, no fuera tan dolorosa como esta primera vez.
Cuando sentí sus huevos, respiré hondo.
. - cacho polla te gastas, Rax. Te has pasado, tío.
. - lo siento, los torick somos así. No creas que soy el que la tiene más grande, los hay con un tercio más larga.
. - gracias, pero con la tuya tengo bastante.
Con lentitud, comencé a moverme y comenzar a desvirgar mi propio culo con movimientos enculadores.
. - no te corras en mi culo, avísame, quiero tu leche en mi boca, me estás haciendo un vicioso de ella, tanto como la de tus pechos.
. - tus deseos son órdenes para mí, te avisaré con tiempo, ahora sigue, que estoy disfrutando como un niño.
Me incliné y después de morrearme con su boca, mamé de sus pechos mientras me tragaba analmente, una y otra vez, su polla. Al final me puse en posición misionero y comencé por primera vez a disfrutar yo también.
Un buen rato después, me avisó Rax.
. - llega el momento, Salvi.
Me la saqué de mi culo y comencé a comérmela como si mi vida dependiera de ello. Casi me coge desprevenido, pues un torrente lechoso oscuro inundó de nuevo mi boca, tragando según salía de aquella manguera interminable.
De nuevo se me salió una buena parte, pero menos que antes. Según le iba cogiendo el tranquillo, más y más leche conseguía tragar sin desperdiciarla.
Una vez se corrió, disfruté de su polla a todo lo largo de nuevo, sacándole algo de leche residual, hasta que la polla se derrumbó como un castillo de naipes hacia un lado, exhausto su dueño y ella misma.
. - gracias, Salvi. He disfrutado mucho con tu culo y con tu boca.
. - me alegro, yo también he disfrutado como Dios. Ahora si no te importa, dame unos lengüetazos limpiadores, por favor.
. - date la vuelta y serás servido.
Le puse el culo, mientras me comía los huevos de Rax. Una vez mi ojete bien ventilado y limpio, le pedí algo que deseaba hacer.
. - ¿puedo pedirte un favor, Rax?
. - claro, adelante, cariño.
. - ¿puedes darte la vuelta y ponerte con tu culo a la altura de mi polla?, quisiera enterrártela y disfrutar un poco más.
. - ¿por mi culo?, lo uso solo para cagar.
. - el mío también fue fabricado para eso, cagar, pero me he enterrado tu polla y la he disfrutado.
. - pídeme otra cosa, pero eso no, por favor, Salvi.
. - como quieras, no seré yo quien te obligue a hacer algo que no deseas. ¿Al menos puedo meterla en tu vagina de nuevo?
. - ahí siempre que quieras. Aunque ya este preñada, podrás usar el agujero hasta poco antes de parir a nuestro niño.
. - gracias.
Acerqué mi polla a su vagina frontal y se la enterré para dar comienzo a mi follada final. Sudé la gota gorda mientras se la metía, hasta que exploté de nuevo allí dentro. Me quedé extenuado encima de sus pechos, para luego salirme y ponerlo a mamarme la tranca, la cual me la dejó bien limpia con su bífida lengua.
Me tendí a su lado, con mi cabeza entre sus pechos, pues se hizo a un lado para que así lo hiciera.
. - sabes, si alguien me hubiera dicho que me tragaría el sable de un torick algún día, le hubiera tildado de loco cabrón.
. - yo podría decir lo mismo. En mi planeta os comemos, aunque algunos antes os follan, pero no, nunca pensé tener a un terrícola de pareja sexual y del cual tendré una criatura conjunta. Eso lo digo en casa y me encierran para siempre.
. - Rax, somos tan diferentes, que creo que ninguno de los dos bandos nos permitirá vivir en paz si lo divulgamos.
. - tarde o temprano se sabrá que tú y yo fuimos felices una vez y que engendramos un hijo. Si no nos aceptan, podremos vivir apartados de los dos bandos, hasta vivir en un planeta donde estas cosas no importen.
. - tienes razón. Lo hecho no se puede deshacer. Aunque tampoco quiero deshacerlo, la verdad. No sé tú, pero me gustas y mucho. Tu polla extra-larga me ha comido el coco.
. - espero que no solo mi polla, amor mío.
. - es una broma. No eres mal chico para ser un enemigo extra-terrestre. Háblame de tu planeta y enseñame algunas palabras también. Lo quiero sabe todo de ti y los tuyos.
. - ¿todo?
. - todo, tengo tiempo. Voy a quedarme un tiempo por aquí, pues deseo verle la cara a nuestro chico.
. - o chica.
. - no importa, lo que venga, bienvenido será.
Cogí una manta y me tapé bien acurrucado en su pecho. Rax mi iba desgranando su vida y sus costumbres. De vez en cuando intercalaba palabras torickianas y yo las repetía. Era un mal estudiante, pero a base de repetirlas, las fui aprendiendo. Ya más adelante, le pediría que me las enseñara escritas en la tierra, pues quería aprender también a leer en su idioma, el cual me parecía tan complicado…
Al día siguiente ayudé a bajar a Rax. Su pierna había crecido un centímetro aproximadamente. Aquello me tenía acojonado. Verle cada día como crecía su pierna cortada era algo terrorífico para mi mente terrícola, pues ni los mismos reptiles a los que les crecía en la tierra, le crecía a la velocidad que a Rax.
. - voy a hacerte una muleta para que puedas caminar con ella.
. - gracias, te lo agradecería.
Desaparecí un rato y volví con un par de palos adecuados. Luego y junto a él, los estuvimos puliendo entre los dos. Cuando acabamos con ellos, los probó y le dio el visto bueno.
. - eres todo un manitas, Salvador.
. - bueno, no es por nada, pero yo soy así.
. - no presumas tanto, humano.
. - anda, vayamos a inspeccionar un poco todo esto. Tengo ganas de estirar las piernas.
. - ¿No piensas ponerte ropa encima Salvi, cariño?
. - de momento no, así no se me estropeará cuando volvamos a la civilización. Recuerda como la tenían aquellos tres a los que liquidé, toda andrajosa. Además, así le dará el aire -dije cogiéndome el rabo, ambos reímos y avanzamos-.
Lo único que llevaba encima eran los zapatos. No estaba acostumbrado a caminar sin nada puesto. Por supuesto las armas no las dejamos atrás, faltaría más.
Iba al paso de Rax y nos aproximamos a un acantilado. Allí me adelanté un poco y tuve que pedirle a Rax que se me acercara, pues había visto algo.
. - ¿qué ocurre, Salvador?
. - he visto un reflejo allí abajo.
. - ¿Dónde? -Dijo mirando mejor Rax-.
Le señalé donde lo había visto, pero ahora no se veía nada.
. - no veo nada. ¿Estás seguro?
. - eso creía, pero ahora yo tampoco lo he vuelto a ver. ¿Tu experto oído no oye nada?
Rax puso el oído y negó.
. - nada de nada.
. - me habré equivocado.
De repente, un rayo láser impactó en una roca cercana a Rax. Lo agaché aún más.
. - mierda. Nos disparan -dijo el alienígena-.
. - parece que sí habías visto algo. ¿Quién coño puede ser el que nos dispara?
Busqué en la mochila que llevaba Rax los prismáticos. Una vez los tuve en las manos, enfoqué y de nuevo vi un fogonazo y otro impacto. Ahora más cerca.
. - no te lo creerás. Es una puta terrícola la que nos dispara.
. - ¿una terrícola?, ¿qué hace aquí?, ¿está sola?
. - no he visto a nadie más. Está parapetada tras una roca.
. - ¿qué vamos a hacer?, ¿la matamos?
. - podríamos dispararle, pero quiero saber antes por qué nos dispara y si está sola. Tú quédate aquí y de vez en cuando asomas la nariz y si ves que se mueve, le disparas a un metro de ella. Yo intentaré rodearla y darle una ostia.
. - ¿no será peligroso para tu integridad, cariño? Recuerda que vas a ser padre.
. - no podemos ignorar la amenaza de la que estamos siendo sometidos por la mujer. Si regresamos y la dejamos tal como está, puede presentarse en nuestro árbol-casa y acribillarnos mientras dormimos y no tengo ganas de dormir todos los días con un ojo abierto y otro cerrado.
. - tienes razón, pero ten cuidado, amor mío. Ahora que te he encontrado, no quisiera perderte -me dijo y me comió la boca, donde su lengua jugó con la mía. Yo colaboré lo mío-.
. - no te arriesgues demasiado asomando mucho la cabeza. Si está sola, lo solucionaré rápidamente -le volví a besar en la boca y luego le cogí la polla y me metí la punta en mi boca, chupándosela un par de segundos- volveré a por ti -le dije a la polla de Rax y partí para rodear a aquella cabrona que nos disparaba-.
Antes de poder llegar hasta la parte trasera de la que estaba disparando a Rax, tuve que caminar bastante y oír los disparos de la mujer y respuesta de mi amante alienígena por cuatro veces al menos.
Cuando la vi, no pude por menos que silbar en silencio. Allí tenía a una señora hembra de unos cuarenta años que tenía un bombo. Vamos, que estaba preñada y apunto de soltar lastre.
A su lado había otro humano que parecía herido y a punto de palmarla. Una gran mancha de sangre tenía en el pecho.
Me acerqué sigilosamente por detrás, casi rectando. Cuando estuve a menos de tres metros, el cabrón de su compañero me señaló con el terror pintado en su cara. De su boca no salió ningún sonido, solo un estertor y murió delante de mis ojos.
Su compañera de fatigas repelía un nuevo disparo de Rax desde arriba, así que no pudo verme a mí, ni la muerte en directo de su colega.
Me acerqué más y me lancé hasta la mujer, cogiéndole el arma, que se disparó hacia el cielo, para luego arrancársela de las manos al retorcérsela. Cayó de rodillas frente al infortunado humano muerto que estaba a su lado.
No sé si fue que yo la desarmara y estuviera a mi merced o que su compañero la palmara, lo que la hizo llorar de impotencia. Intentó despertar al humano, pero ya era tarde.
. - está muerto, señora.
. - ha matado a mi marido, malnacido.
. - nosotros no hemos sido, señora. Acabamos de llegar y usted nos disparó desde aquí abajo.
. - ¿quién eres tú y que haces aquí? -me dijo mirándome la desnudez y mi rabo, claro-.
. - las preguntas las hago yo, si no le importa. Responda a esas mismas preguntas, señora.
. - nuestra nave se estrelló a dos días de aquí y no sabíamos dónde estábamos, hasta que nos atacaron los torickianos desde el cielo. Pudimos darles esquinazo, pero hirieron a mi marido con las esquirlas de una roca que explotó cerca de nosotros. Llegamos aquí y creí que habían vuelto a dar con nosotros y me defendí.
. - pues sepa que no somos sus enemigos. Nada puedo hacer por su marido, pero por usted, sí. Se viene conmigo a nuestra cabaña arriba. Allí tengo agua y alimentos.
. - ¿y mi marido? no podemos dejarlo, así como si fuera un perro.
. - ¿prefiere esperar a que le vuelvan a atacar desde el cielo los torickianos?
. - por favor, démosle un entierro digno.
. - señora, que estamos en guerra. A ver si se entera. Mire, le diré lo que haré. Le pondré piedras encima para que los animales no lo devoren. Eso es lo máximo que voy a hacer por su marido. No pienso abrir un agujero en la tierra, aparte de no tener herramientas, no tengo ganas de que me liquiden a mí también. ¿Qué me dice?
. - de acuerdo. Creo que tiene razón en el fondo. ¿Qué hace aquí tan lejos de nuestra zona?
. - primero lo de su marido, luego, cuando estemos en sitio seguro, hablamos de lo que quiera.
. - vale. Que así sea.
Entre los dos recogimos rocas y fuimos tapando al infortunado fiambre hasta cubrirlo todo. Luego le dejé un minuto para que rezara o lo que le diera la gana. Después le puse una mano en el hombro.
. - tenemos que irnos.
. - si. Le sigo.
. - no, por favor, usted delante. Aun no me fio de usted, señora.
. - entiendo.
Le hice señas a Rax de que todo estaba bien y marchamos hacia el alienígena. Sabía cómo se iba a poner la mujer cuando viera que mi amigo era un torickiano, pero no quise advertirle por el mal rato que me hizo pasar la muy jodida.
Rax estaba sobre sus dos muletas, de pie, cuando nos acercamos y la mujer lo vio. Se aterró, colocándose detrás de mí.
. - es uno de esos malditos. Mátelo, mátelo.
. - tranquila, señora. Es amigo.
. - no, es un torickiano, mátelo.
Rax sonrió y nada dijo. Cuando llegamos junto al alienígena, le presenté.
. - Rax, aquí tienes a la que nos disparaba desde abajo. Había otro, pero murió de unas heridas anteriores.
. - buenos días señora.
. - es un torickiano, es un torickiano.
. - ya lo sé, señora. Vamos Rax. Marchemos hacia la cabaña. Aquí no estamos seguros. Tus colegas les atacaron a dos días de aquí, después de caer con su nave en la zona.
. - sí, será mejor irnos de aquí.
Sin hablar nadie nada, llegamos hasta el árbol. Ayudé a subir a Rax y cuando estuvo arriba bien seguro, ayudé a la mujer a subir también. Le empujé del trasero. Ella no se quejó, pues seguía aterrada de estar ante un alienígena enemigo y comedor de humanos.
Una vez arriba los tres, se fijó por primera vez y eso era cosa rara en una hembra que se precie, en que el torickiano también estaba en pelotas. Aterrada, le miró su cacho rabo a Rax, aunque también miraba, como comparándolo, el mío, todo encogido, no así el de Rax, que bailaba según se movía.
Se situó en la parte más lejos de los dos despelotados.
Rax y yo nos sentamos el uno al lado del otro, justo donde teníamos la gallina asada.
. - acérquese, por favor.
. - no, aquí estoy bien.
. - que se acerque, coño -le dije enfadado-.
Ella titubeó, pero al final avanzó y se acercó un poco.
. - más cerca. Aquí, delante nuestro.
Acabó situándose en frente nuestro, casi tocándonos.
. - desnúdese, por favor -le dijo Rax-.
. - no, no lo haré. ¿No me defiende de este monstruo?
. - ésta es su casa, yo solo soy un invitado, como usted ahora. Mejor que haga lo que dice, no querrá verlo enfadado, ¿verdad Rax?
Sin girarse hacia mí, le habló a la mujer.
. - oh se desnuda o me la como ahora mismo.
. - no, no me coma, por favor. Me desnudo, me desnudo.
La mujer se sacó la ropa, dejándose el sostén y las bragas.
. - toda la ropa -insistió Rax-.
La mujer, de mala leche, se sacó las bragas y el sostén. Tenía un barrigón de cojones y unas tetas lecheras que ponto iban a dar sus frutos lácteos.
. - ábrase de piernas, quiero verla bien.
. - degenerado -dijo ella separando las piernas-.
Efectivamente, estaba dilatando la parturienta aquella.
. - Salvi, pronto parirá esta hembra terrícola.
. - sí, eso parece -dije mirándole la pipa vaginal- ¿de cuantos meses esta señora?
. - no se lo diré.
. - ¿y eso por qué?
. - ese monstruo no se comerá a mi hijo-.
. - señora, Rax no se va a comer a nadie, ¿verdad Rax?
. - solo cuando salga el crío. Luego me los comeré a los dos.
. - ¿lo ve?, ¿lo ve?, nos quiere comer. No le deje hacerlo, por favor. Es usted un humano como yo.
. - Rax, no seas cabrón. Deja de asustar a la pobre mujer.
Rax se echó a reír.
. - era una broma, señora. No le digo que no me he comido algún humano que otro -dijo mirándome-, pero he cambiado de hábitos. Ahora me los follo, perdón, los amo -dijo besándome la boca y yo sosteniéndole el beso-.
Nos separamos y vimos a la mujer que parecía que le daba grima el que nos besáramos.
. - ¿un alienígena y un humano que se quieren? qué asco.
. - señora, no se pase o baja de aquí y se larga con viento fresco -dijo Rax-.
. - perdone, no quería decir eso, pero…
. - no siga, señora, ¿cómo se llama?, yo me llamo Salvador Morales y el alienígena éste, Rax, como ya sabrá.
. - me llamo Fabiola.
. - ¿cuarenta años?
. - cuarenta y cuatro. ¿Para qué quiere saberlo?
. - lo digo por el crío que tiene en la barriga. A su edad es peligroso para la madre, tanto como para su hijo.
. - es un hijo buscado, así que no me ha importado quedarme embarazada.
. - comprendo, ¿de cuánto está?
. - ocho meses.
Miré a Rax y él a mí.
. - puede darse la vuelta un segundo por favor y enseñarnos el ano -dije-.
. - ¿cómo?, ¿para qué?
. - por favor -insistí-.
Ella tragó saliva y se dio la vuelta, enseñándonos el ano. Estaba dilatado como si se usara asiduamente por una polla. De su marido, sin duda.
. - ya puede darse la vuelta.
. - ¿por qué…?
. - olvídelo, aquí tiene la comida que le prometí y el agua también -le puse en sus piernas la comida y la bebida. Ella comió con cierta ansia, antes de que nos echáramos atrás y retiráramos la comida-.
. - más despacio o se atragantará. Hay comida suficiente y cuando se acabe, cazaremos más.
. - perdone, llevo dos días sin comer apenas nada. ¿Puedo preguntarles algo?
. - adelante -dijo Rax-.
. - ¿Se van a quedar aquí para siempre?, ¿no vamos a regresar cada uno a su bando?
. - de momento no. Más adelante decidiremos que hacer al respecto. Al igual que usted, yo estoy también embarazada. El padre es Salvador -dijo Rax-.
. - Dios mío, ¿cómo es eso posible?
. - de la forma habitual -dijo Rax sonriendo y poniéndome el brazo en el hombro-, queriéndonos. Usted tampoco debe viajar en su estado, así que se quedará con nosotros y tendrá el hijo aquí. Si hace el viaje, seguro que no lo completará viva, eso se lo puedo asegurar. Son muchos días, muchos, hasta su bando.
Ella se resignó y agachó la cabeza.
. - ¿qué hace usted en este planeta en guerra, Fabiola? -le pregunté-.
. - mi marido era jefe de una base y decidí tener mi hijo donde estuviera su padre. Me recogió en Luna 6 y nos venimos para acá. Con la avería de la nave, nos estrellamos en medio de nadie y ahora estoy aquí. Y usted, ¿por qué está aquí junto a él?
. - tres cuartas partes de lo mismo. Mientras hibernaba de camino a La Tierra, un meteorito chocó con la nave y el ordenador me despertó, escapando en una de las cápsulas.
. - ¿usted solo?
. - sí, los demás no despertaron, ya estaban muertos en sus ataúdes de hibernación -decidí no explayarme en lo que hizo el puto ordenador de a bordo, el tal Montes 4000-.
. - ¿y usted? -Se dirigió a Rax-.
. - yo soy alguien que no quería más guerra y hui de mis filas. Eso es todo.
. - ¿qué le pasó en la pierna?
. - uno de los muchos bichos que pululan por aquí. Salvador me salvó la vida, valga la redundancia, cortándomela y trayéndome hasta aquí.
. - ¿de cuantos meses está embarazada o tengo que decir embarazado?
. - me es igual. Estoy de dos días y tendré el crío al mismo tiempo, si hay suerte, que usted.
. - ¿dentro de un mes?, pero si no se le nota nada.
. - Fabiola, los torickianos son muy rápidos pariendo hijos. En un mes los fabrican. No son rápidos ni nada, ellos. Además, producen leche a su antojo, aun antes de tener los críos -le dije mamándole uno de los pechos. Succioné la leche y le enseñé un poco de leche que tenía en la boca. Luego tragué-.
. - vaya -dijo ella anonadada-.
. - anochece, será mejor acostarnos ya. Si ve que Rax y yo hacemos ruidos, no nos lo tenga en cuenta. Dormiremos juntos los tres. Yo en medio, pues creo que no le gusta mucho los torickianos. Si lo desea, péguese a mi cuerpo, yo lo haré del de Rax, así nos damos calor.
. - ¿puedo ponerme la ropa, por favor?
. - no, mejor que no. Me gusta el contacto de sus grandes pechos en mi espalda. Así estaré más calentito, al igual que usted con mi calor corporal. No se preocupe, no intentaré nada con usted, a no ser que me lo pida expresamente, entonces estaré encantado. ¿Me lo permites, Rax?
. - no puedo poner puertas a tus deseos, querido.
. - gracias, mi amor.
. - no se preocupe, no le pediré nada al respecto -dijo Fabiola azorada-.
. - en ese caso, acostémonos ya.
Nos tendimos y me abracé frente por frente con Rax. Luego noté como Fabiola se posicionaba con sus piernas rodeando las mías y pegando sus mandingas a mi espalda. De repente, el calor me atravesó todo el cuerpo. Cogí ambas mantas y nos tapamos.
No había cerrado los ojos Fabiola, cuando mi polla ya estaba metida en la vagina de Rax y comencé a follármela con pasmosa lentitud.
Rax, por su parte, con su serpiente, buscó mi culo, dando con la vagina de una Fabiola aterrada cuando sintió aquella cosa que iba a entrar en su interior.
. - no, por favor -saltó ella-.
. - disculpe, señora. Me equivoqué de agujero.
Como su polla encontró mi ojete y comenzó a follarme el culo, Fabiola volvió a tranquilizarse, sintiendo como la polla del alienígena entraba y salía del culo de su amante humano.
No quiso confesárselo a nadie, pero aquello la estaba poniendo caliente y sabía Dios que su marido la había convertido en una puta ninfómana de polla culera cada dos por tres. Allí donde la cogía, se la enterraba y ahora estaba sin ella. Aquello podía más que ella.
Restregó su chumino súper sensible contra la polla que se metía y salía de mi culo, para luego alargar su mano derecha y cogerme la polla y sacarla de donde la tenía. Le di un beso corto a Rax, para luego y con cuidado de no sacarme la polla del alienígena de mi culo, ponerme frente a Fabiola, aun con mi polla en su mano.
Lo primero fue comerme sus pezones, los cuales sabían a frambuesa que devoré durante un rato, para luego comerme su enorme boca, donde mi lengua jugó con la suya.
Lo siguiente fue darle la vuelta y colocar su culete donde estaba mi polla. No tuve que apuntar mucho, de un empellón, se la tragó. Respiró hondo, como si aquello fuera su balón de oxígeno.
Le agarré de la cintura y le di polla cada vez con más violencia que no quise reprimir, pues Rax me la estaba clavando hasta sus huevos y me estaba poniendo como loco.
Cuando sentí que Rax se corría en mi culo, exploté en el de Fabiola, para después salirme y ponerme a tomarme la corrida que le había metido en su culo.
Rax me imitó y su abundante lechada se la tomó según comenzó a salirse. Una vez terminé con Fabiola, me giré hacia Rax y le cogí la polla, mamándosela hasta descargarle un buen chorro de su corrida lechera.
(Parte 14 de 31)
FIN