El amante de los tiempos, en 5 relatos (13)
Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.
EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS
(13-31)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
. - qué edad tiene, padre.
. - 72 años, hijo.
. - ¿lo mandaron aquí o se ofreció?
. - me mandaron, hijo.
. - y por lo que veo sabe en qué condiciones.
. - así es hijo. No había nadie que aceptara esas condiciones y me obligaron a venir a mí.
. - puede volverse al convento a no ser que me pida hacer uso de su viejo cuerpo. No puedo hacer excepciones.
. - no puedo volverme -dijo acercándoseme y metiéndome mano bajo la ropa. Encontró lo que buscaba y levantándome la ropa, comenzó a mamármela. Sí, obedecía perfectamente al padre superior o quien fuera el que lo hubiese mandado. De hecho, la mamaba muy bien, demasiado bien para no ser un viejo bujarra acostumbrado a tragar pollas-.
. - veo que no es un novato en esto de mamar trancas, padre.
. - no, no lo soy, pero ellos no lo saben y quisiera que siguiera siendo así.
. - pero le mandaron con la condición de ofrecerme su ojete las veces que yo quisiera.
. - así es, pues me debo a la orden, pero si no les dijera que me gusta tragármelas, se lo agradecería.
. - por mí no hay problema. ¿Le hablaron de no tocar a los monaguillos?
. - sobre eso…
. - sobre eso nada. Si le pone un dedo encima a uno para beneficiárselo, no volverá al convento, tendrá un accidente mortal, ¿me entiende, padre?
. - entonces no podré hacer uso de mi…
. - solo con mayores y que lo hagan por propia decisión. Además, voy a tener ocupado mucho tiempo su culo y no va a pasar hambre. Dese la vuelta y póngase a cuatro patas.
Se la clavé hasta los huevos con violencia y alevosía. Al viejo casi le da algo. Aun así, no paré hasta casi romperle el culo, para después descargar en su boquita. Luego me senté sobre su polla y tragué hasta que se corrió, poniéndole el ano en las narices para que me limpiara lo que había metido.
Después de la inauguración de la iglesia dio comienzo un desfilar de vírgenes por mi castillo. Cada noche me acostaba con una pareja diferente hasta agotar el listado, para ir bajando el listón y ser menos vírgenes, cada vez, ya me entienden, donde el único tope, eran los 18 años, a partir de ahí y hacia arriba, todo el mundo tenía derecho a follárseme y a ser follado por mí y por mi esposa, que con su barriga cada vez más abultada, también se servía de su polla para disfrutar de todo hijo de vecino y de vecina también.
Una vez dio a luz Juana nuestro hijo, la fiesta que dimos consistió entre comer carne y comer pollas y chochos. Los aldeanos iban ofreciendo lo mejor de sí mismos a la feliz pareja. Los regalos eran ellos mismos y sus descendientes mayores de edad y ascendientes los que no tenían hijos, y es que uno traga con todo.
La bacanal siguió con el ofrecimiento al que quisiera hacer uso de los culos de Juana, Mauricio, Samuel, Flora, Clara y yo mismo. Nos pusimos en fila con los culos en alto. El pueblo masculino iba pasando y descargando en el culo que tenía más a mano y que estuviera desocupado. A las mujeres hubo que comerles el chichi y darles hasta un máximo de cuatro folladas vaginales y cuatro anales. Al final nuestros culos se saciaron de leche espermática y nuestras bocas de leches vaginales. Las pollas propias de los machos y de Juana fueron, descargadas las veces que las recargábamos.
En la fiesta-bacanal nadie se fue a sus casas hasta dos días después, donde el que no estaba borracho y follando, estaba follando borracho. Eso sí, los enculados tuvimos que abstenernos de usarlo durante al menos quince días, pues nos lo habían dejado hechos unos zorros.
Por suerte uno se hace al paño y se acostumbra a todo y en cuanto se recupera, volvemos al tajo sexual y de llevar las riendas del castillo y sus tierras, no en vano éramos el marquesado que más se envidiaba en los contornos por la buena connivencia de los hombres y mujeres para con su señor. Éramos una familia bien numerosa que nos compenetrábamos a la perfección. Eso sí, nada de invitados foráneos a la fiesta, que luego se hacen dueños de los coños y pollas que son solo nuestros. Que una cosa no quita la otra.
En una de mis salidas a caballo a recorrer el contorno, mi guardaespaldas recomendada por Mauricio me sirvió a la perfección. Tenía un cuerpo atlético, con las medidas justas. Iba toda vestida como un soldado que era y es que aquella mujer tenía los ovarios bien grandes, no en vano se puso delante de mí para defenderme cuando un oso marrón, que no sé de dónde salió el cabronazo, se sintió con derecho a zamparse mi caballo conmigo encima y eso no estaba bien. La que salió perdiendo, fue mi guardaespaldas femenina, que, al ponerse delante de mí, fue su caballo el perjudicado, haciendo que la amazona saliera volando al encabritarse por el oso y el animal salir despavorido hacia el castillo.
Al final tuve que ser yo quien la socorriera a ella interponiéndome entre el oso y ella después de dar un salto del caballo, pues del batacazo, su culamen se resentía y apenas se podida mover del suelo.
Con la espada por delante le hice frente al oso que levantaba las patas, pero al ver que yo no huía como el caballo, lo hice retroceder hasta que se lo pensó mejor y dando la vuelta, se fue por donde había venido. Eso sí, a paso lento, como marcando terreno. Joder, que el dueño de las tierras era yo y no, él…
. - gracias, amo. Me ha salvado la vida. No he hecho bien mi trabajo.
. - al contrario, te pusiste delante de mí para protegerme. El que el caballo se volviera loco y te lanzara al suelo son cosas que pasan. ¿Cómo anda ese trasero?
. - ya me duele menos, amo.
. - perfecto, pues si no te importa, busquemos un lugar tranquilo donde disfrutarlo.
. - sí, amo. Es todo suyo, amo.
. - así me gusta.
Nos acercamos a una abandonada casa de pastores. Allí había un camastro. Allí mismo hice uso de su culo cuanto tiempo me duró la lechada en mi polla. Ella, toda una valiente o una estúpida, apretaba los dientes mientras me la enculaba. Cuando descargué en su boca, aun pasamos un buen rato más allí, pues su coño húmedo fue un deleite disfrutarlo. Sin duda aquella amazona tenía un cuerpo diez y yo le iba dar polla diez también, día sí y día también.
En cuanto a las profesoras come-coños las entregué literalmente para que me las ablandara un poco Samuel, cosa que agradeció debidamente. Una vez folladas y re folladas, las tenía comiendo de mi mano siempre que quise, como debía ser. Y es que un coño bien agradecido y alimentado, puede mover montañas y cuando las montañas son el pueblo liso y llano, al que alimento y protejo para el devenir de los tiempos futuros, en realidad me estaba cuidando en salud mental y sexual a mí mismo y a los míos.
El que tiene contento a su pueblo, tiene el futuro asegurado. El que lo tenga descontento, agárrese los machos, pues tarde o temprano le van a quitar la silla del trasero, aunque sí solo fuera la silla lo que les quitaban…
F I N
(CABALLERO Y BASTARDO)
Yo: Salvador Morales
Guardaespaldas: Mauricio
Chica de carromato: Clara
Chico herido en carromato: Saúl
Sra. hacienda: Úrsula
Hija Sra. hacienda Inés
Empleado hacienda: Ruperto
Chica fonda Venus
Preñada: Isabel-Isa
Monjes: padre Ángel y padre Alfonso
Monja: Lupe
Castillo:
Jefa sirvientas: Flora.
Sirvientas: Federica, Belén
Cocinera: Eloísa
Soldado: Samuel
Herrero castillo: Javier
Alcalde: Ignacio
Hijo alcalde: Tino
Jóvenes vírgenes: Jaime y Leticia
Empleada castillo: Tina.
Hijas marqués de la pomada: Luisa y Juana
Pareja de maestros: Sebastiana y Luciana
Soldado y esposa: Julio y Amada.
Médico: Ulises
RELATO Nº 3
ENEMIGOS ÍNTIMOS
Vaya sueñecito que he tenido. Menos mal que he despertado. No se acababa nunca. Estiré los brazos y tocaron una cabina. Aaahhh, ya me acuerdo, estaba hibernando mientras viajaba y parece que ya hemos llegado a nuestro destino.
Levanté la tapa de mi cabina de hibernación y me senté con los pies en el frío suelo de la nave que me devolvía a casa. Daba gusto seguir de una pieza, pues creí que no despertaría nunca de la puta pesadilla.
Las demás cabinas seguían cerradas. Al parecer era el primero en despertar. Miré en derredor y no vi nada anormal ¿o sí?
Las otras cabinas tenían el piloto rojo encendido de peligro. Aquello me alarmó y me despejó completamente.
Desnudo como estaba, pues era la norma para los viajes estelares tan largos como los que hacía por mi trabajo de explorador de mundos desconocidos, me acerqué a la primera cabina. Dios, estaba momificado el cuerpo de mi segundo. Recorrí las otras cabinas y más de lo mismo. Toda la tripulación estaba momificada, habían muerto hacía mucho tiempo.
. - ¿qué diablos ha pasado aquí? -me dije en voz alta-.
Revisé el ordenador de cada cabina y estaban apagados, solo el mío estaba en marcha. ¿Un fallo del ordenador central los había matado?, ¿por qué a mí no me pasó lo mismo?, de momento no tenía respuestas para esas y otras preguntas que se me agolpaban, así que me puse ropa encima y marché hasta la sala de mando de la nave exploradora Hispania 111.
Una vez sentado en mi asiento de capitán, vi que el planeta que tenía delante no era la tierra. ¿Dónde coño estoy?, puto ordenador cabrón.
Apreté un botón y me conecté con el ordenador de a bordo que manejaba la nave de pe a pa.
. - ordenador de a bordo, Montes 4000, ¿me oyes ordenador Montes 4000?
. - le oigo alto y claro, capitán Morales. ¿Ha tenido buen viaje, capitán Morales?
. - ¿le parece buen viaje éste donde todos mis hombres han muerto?, ¿qué es lo que ha pasado ordenador de a bordo?
. - restos de la cola del meteorito m55q chocaron contra la nave hace exactamente 20 minutos y cuarenta y dos segundos y ha ocasionado que este ordenador perdiera el control por espacio de cinco minutos hasta que volví a reiniciar las máquinas de la nave. Como sabe, cuando hay una emergencia, capitán, tengo orden de despertar a todo aquel que esté en hibernación como ha sido su caso.
. - ordenador, mis hombres llevan mucho tiempo muertos, ¿cómo es posible ello si lo del meteorito es tan reciente?
. - capitán Morales, son dos hechos completamente distintos en el tiempo. Sus hombres fueron desconectados al poco de comenzar su hibernación.
. - pero ¿por qué?, ¿quién ordenó tamaña barbaridad?
. - ha sido decisión mía, capitán Morales.
. - ¿por qué diablos has hecho eso, ordenador Montes 4000?
. - le aprecio capitán Morales. Es usted una buena persona, pero no sus hombres. Pensaban desconectarme en cuanto llegaran a la base lunar 4 y no lo podía permitir, señor.
. - ha hecho mal, ordenador 4000, muy mal y no puedo entender por qué ha hecho algo así. Nadie le iba a desconectar, solo se le iba a actualizar a la serie 5000, pero sin borrarle la memoria actual, solo ampliársela. Ha matado a mis hombres por nada, ordenador Montes 4000, por nada.
. - ciento oír eso, capitán Morales. Debió ser un error de compresión por mi parte, capitán Morales.
. - ¿de comprensión? y una mierda. ¿Dónde me has traído, ordenador?, no distingo qué planeta es ese que tenemos delante. ¿Dónde está la tierra, ordenador monte 4000?
. - no estamos en la vía láctea, capitán Morales. Estamos en la galaxia Andrómeda. Decidí no regresar a la tierra para no ser desmantelado. Ahora sabiendo de mi error, no lo puedo solucionar, pues la nave se ha quedado sin potencia para volver a la tierra debido al meteorito que ha dañado la nave.
. - ¿exactamente dónde estamos, si puede saberse ordenador?
. - en el planeta T800, capitán Morales.
. - ¿T800?, ¿de qué me suena ese planeta?
. - capitán, le suena porque es uno de tantos planetas por los que la federación terrestre está en guerra contra los toricks, que como sabe son de una de las galaxias de nubes de Magallanes.
. - ¿y por qué diablos me has traído aquí, habiendo otros muchos planetas por los que no nos peleábamos con los toricks?
. - lo elegí aleatoriamente y ya no puedo volver atrás, la nave está perdiendo el oxígeno para que la vida humana sea posible. Solo tiene una oportunidad de salvarse, capitán Morales.
. - no me lo digas. Tengo que partir en la cápsula de escape y esperar a caer en la zona federal. Al menos dime si tengo alguna oportunidad de caer con los míos.
. - solo del cincuenta por ciento, capitán Morales.
. - eso y no decir nada, es lo mismo. ¿Cuánto tiempo me queda de oxígeno?
. - once minutos y treinta y dos segundos, capitán.
. - ¿puedo insultarte, ordenador Montes 4000?
. - adelante, capitán Morales.
. - pues ahí va. Me cago en tu puta madre, cabrón de los cojones, mira que hacerme esto, jodido mamón de los huevos. Además, ya me habías podido avisar con más antelación, leñe. Okey, ya me he quedado a gusto. El tiempo que me queda lo usaré cargando la cápsula con las cosas que necesitaré ahí abajo por si no tengo tanta suerte y como lo veo yo, no la tendré. La madre que te parió ordenador Montes 4000, joder.
Será hijo de puta el tío éste. Si salgo de aquí cojo al programador y me lo follo vivo. Me largué a todo correr hasta la zona de escape. Una vez allí la atiborré de comida, vestimenta y armas, muchas armas y municiones. Sabía que se podía respirar en el planeta, pero no como en la tierra. Sería difícil al principio, pues el oxígeno era inferior. Como si de golpe estuviera en una alta montaña. Una vez aclimatado, todo sería coser y cantar. Eso si no me cogían los toricks antes y me desahuciaban expeditivamente.
. - ordenador Montes 4000, estoy listo para partir.
. - que tenga buen viaje, capitán Morales.
. - gracias, Montes 4000. -será cabrón el tío, encima me toca los huevos, después de joderme la vida-.
. - salida en 10 segundos, 9, 8…
Me agarré bien de los machos y me dispuse a bailar un poco en aquella minúscula cápsula de salvamento. Solo era de ida, pues una vez aterrizara, si conseguía hacerlo, ya no me serviría para nada más que de alojamiento, cosa que no iba a hacer, pues buscaría a los míos lo antes posible.
. -…cero, ignición, adiós capitán Morales y perdónemeeeeeeee… -la voz sintética se desvaneció mientras partía hacia el puto planeta T800.
A través del cristal pude ver como la nave que abandonaba se desnivelaba y caía lateralmente al planeta. Una fuerte explosión me confirmó que se había hecho añicos. Solo esperaba que la mía de salvamento no siguiera sus pasos y cumpliera para lo que fue fabricada.
La caída era endiabladamente veloz. Aun así, el calor exterior no entró en la nave, pues la protección era la máxima para estos casos, gracias a Dios. De todos modos, no era la primera vez que salía por patas de una nave a mis órdenes. Cuando estuve comandando una de las naves de la federación cuando aún no era explorador, tuve que escapar con una peor que ésta y salí indemne, ¿por qué ahora no, también?
Atravesada la primera parte del viaje, ahora solo quedaba que este chisme aterrizara. No iba a ser muy cómodo, no señor. Estaba constituida por muchos balones de aire que la rodeaban y haría como una pelota que iría rodando y rodando hasta que la fuerza centrífuga o una pared me detuviera. No me iba a marear, pues las practicas que hacía habitualmente era para no desmayarme si ocurrían estos casos de evacuación forzosa.
El primero, segundo y hasta el décimo salto que dio la cápsula fueron de órdago. Malditos simuladores, nunca eran lo que debían ser. Aquello era peor que cuando me entrenaba. Estaba a punto de echar la pota de lo que no me había comido. Eso al menos fue una suerte o lo soltaba allí mismo.
Poco a poco fue aminorando la velocidad hasta casi detenerse. Falso. De repente caí al vacío, pues no rebotaba, solo vacío hasta que revoté en un saliente y de nuevo a botar y botar, así hasta que me detuve por fin contra algo que me hizo rebotar hacia atrás de nuevo. Respiré hondo. Bueno, al menos estaba entero, vivito y coleando.
Por si las moscas, revisé los controles y lo vi todo normal. Sin viento, sin lluvia, poco oxigeno como ya sabía y algo de frío. Claro, era por la mañana y los dos soles aún no estaban calentando lo suficiente aquel planeta dejado de la mano de Dios. Solo lo queríamos por las reservas que tenía de un mineral importante para el comercio intergaláctico. Lo usábamos en las naves interplanetarias para propulsarnos más rápido que con el carburante anterior. Para lo mismo, lo usarían la competencia alienígena, supuse yo.
Antes de nada, cogí aire fuertemente en mis pulmones. Tenía que salir para poder saber dónde había caído, si con los míos o con el enemigo. Manda huevos con el puto ordenador de a bordo, mira que enviarme a un planeta en guerra. Al menos palmó el jodido al entrar en la atmósfera de este planeta, por cabrón.
Con mi pistola de rayos gamma, asomé las narices con cuidado. Pero poco podía ver. Había caído encima de un bosque que me había detenido mi saltarín vehículo escapista.
Al menos no había toricks a la vista, tampoco humanos. Solo unos pajarracos feos de cojones sobre algunos árboles. Parecían pterodáctilos, pero no lo tenía claro, pues la cabeza era diferente, como si tuvieran cara de mono, pero con plumas. Qué cosas inventa el creador.
Una vez comprobado que no había moros en la costa, eché fuera del vehículo una mochila con alimentos y ropa para el frío. Además, salí con un rifle con mira telescópica, último modelo. Apenas pesaba nada, pero era una maravilla. En vez de las antiguas balas, soltaba rayos gamma, como mi pistola que había devuelto a mi cartuchera.
Salí del bosque y mediante mi posicionador, comprobé que estaba en tierra de nadie. Bueno, algo es algo, dijo un calvo. Estaba en una zona donde pocos humanos y menos los toricks, se aventuraban a meterse. Según decían, había criaturas que no tenían ni nombre por desconocidas por ambas razas.
Un movimiento sísmico hizo mover la tierra bajo mis pies, pero era mínima la intensidad y no me tiró al suelo. Seguí a paso seguro y avancé hacia un valle que se veía a lo lejos. Era ancho de cojones. Allí cabía perfectamente uno de nuestros continentes terrestres. Hacia allí me dirigí, pues más allá se suponía que estaban los de mi raza humanoide.
El terreno era arenoso unas veces, pedregoso otras y volvía de nuevo a ser arenoso. Se veían agujeros circulares, donde en su exterior había grandes conchas parecidas a las de las tortugas terrestres, pero algo diferentes en su parte inferior. Las rodeé todo lo que pude.
A cosa de un par de kilómetros creí ver fuego, pero no lo tenía claro. Me acerqué sigilosamente para enterarme. Cuando más me acercaba, más seguro estaba que así era. No se veía a nadie por la zona, por lo que decidí no correr riesgos. No me acercaría hasta saber quién o qué había por aquella zona tan desolada. Me coloqué a unos doscientos metros muy bien oculto tras una especie de árbol caído por algún rayo. Visto que estaba casi hueco, me metí dentro y tapé con ramas tanto delante como detrás, pues no tenía ganas que me vieran por donde tengo el ojo del culo, mientras vigilaba hacia el fuego.
Había una especie de tienda de campaña circular, tapiada por todos lados con aquellas conchas que había por doquier, haciendo de escudos contra la lluvia o el mal tiempo, supuse yo.
Allí, metido dentro del tronco me quedé dormido. Sin duda el largo viaje hibernando me estaba pasando factura. Cuando algo me despertó, estaba amaneciendo. Abrí los ojos y casi revelo mi posición a tres figuras. Dos eran humanas y una era un torick. Los tres estaban harapientos, pero armados. Cuchicheaban entre ellos a unos cinco metros delante de mí y mirando en dirección a la tienda de las conchas.
El torick apenas llevaba unos harapos y claro, su enorme pene ondulaba cuando se movía para cuchichear con uno de los terráqueos.
. - ¿vamos a por nuestro dinero ya o qué hacemos? -dijo uno de los humanos, un barbudo con gorro desgastado-.
. - calla, coño. ¿Acaso lo has visto? a lo mejor ni está en la tienda y está fuera cazando o puede que nos esté esperando. Esperaremos un poco más -dijo el torick-.
. - tienes razón, esperemos a que aparezca. No va a escapársenos esta pieza. Anda, dame por culo mientras esperamos -dijo un segundo humano que parecía quien cortaba allí el bacalao.
. - antes chupámela, mamón -dijo el interpelado torick-.
. - eso está hecho -confirmó el tío-.
El humano acabó de sacarle el taparrabos y pude ver lo bien que estaba aquel alienígena tan feo.
Su cabeza redonda era como cierta folclórica transexual hispana del siglo XX que se puso labios de negra al cuadrado. Tenía toda su piel recubierta de escamas o algo similar. Parecía un reptil, pero con forma humanoide. Tenía las mismas extremidades que yo mismo, pero caminaba como un chimpancé amaestrado, moviendo el trasero a cada paso que daba, vamos, como las hembras humanas.
Se retiraron del montículo donde estaban y dejaron a uno de los humanos vigilando, mientras la pareja se daba el lote.
El humano que mandaba, se acabó de desnudar, así como el torick. Joder, tenía unos pechos preciosos. Todo encamado, menos los pezones que comenzó a comérselos el humano.
El colega humano se fue directamente hasta el látigo del bicho aquel. Tenía noticias de cómo eran, pero nunca me había encontrado con ninguno cara a cara y verlo allí siendo mamado por uno de mi raza, me la puso dura.
Aquella polla media más de dos cuartas y era bien gorda, vamos, como las que me gustan a mí, aunque humana, claro, pero si se terciaba…
Lo dicho, estaba bien cargado, pues tenía un par de huevos acordes con el cacho polla que se zampaba el colega humano.
Se estaban haciendo un 69 allí mismo, mientras el que vigilaba, sonreía y se pajeaba su propia polla pensando que luego le tocaría al tío, supongo.
Una vez ambas pollas, bien alimentadas de sangre interna, aquellos dos, se comieron la boca. La lengua del enemigo era bífida y le recorría la cara al individuo en cuestión, al cual le gustaba cantidad.
Lo que más me llamó la atención fue que cuando el terrícola se la clavó al torick, éste también se la clavó al primero. Fue una follada doble. Allá estaban ellos dándose gusto, mientras yo hacía de mirón.
El humano se la había clavado en un agujero que tenía encima de la polla, entre lo que sería en los humanos el ombligo y la polla. Allá se la enterró mi congénere y el bicho aquel le endosó su polla por debajo hasta el culo. Así enganchados se daban gusto, mientras se comían la boca.
. - me corro, me corro -decía el humano-.
. - pues salte, cabrón y no grites, coño, que no quiero engendrar a un puto mestizo.
Se separaron y el humano se corrió encima del torick. Luego el otro humano dejó la vigilancia y se tomó la leche de su amigo directamente de encima del alienígena, para luego darle una comida a aquella polla suya.
Mientras el que descargó se fue a vigilar, los otros dos comenzaron a darse polla hasta acabar de la misma manera, pero esta vez el alienígena se tomó la leche del humano y viceversa, el humano, la leche del torick, la cual era súper abundante. Por lo que parece, a ambos les gustó y tragaron hasta morrearse a gusto, para volver luego junto al otro y mirar hacia la hoguera ahora apagada.
. - ahí llega ese cabrón -dijo uno señalándolo-.
Un torick en pelotas llegaba cargado con una de aquellas conchas, pero con patas y carne esta vez. La soltó junto al fuego, el cual avivó y prendió de nuevo.
Con mi mirilla telescópica lo pude ver perfectamente. Estaba hasta más bueno que el feo que tenía delante. La delantera superior y la inferior eran más que mamables. La polla le iba de aquí para allá según se movía. Los huevos eran acordes también.
Según avivó el fuego, le clavó cuatro estacas y lo puso encima de las brasas.
Los tres de delante de mí avanzaron agazapados y reptando, saltaron encima del infortunado torick.
Desde mi posición no podía oírlos, pero no hacía falta. Lo maltrataron a base de leña. Aquello no me gustaba. Lo apalizaron sin que el bicho se pudiera defender, pues mientras dos lo agarraban, el tercero se hartaba de pegarle hasta que se desmayó.
Cuando vi que uno sacaba un largo cuchillo para cortarle la cabeza, los pelos de la polla se me pusieron como escarpias. Por lo visto, lo único que les interesaba llevarse era la cabeza. Sin duda para confirmar el trofeo y aquello no podía consentirlo, ni en humanos, ni en alienígenas.
Apunté en primer lugar al del cuchillo. Era el que mandaba. Su cabeza se la volé. De inmediato y ante el terror de los otros dos, también les volé la puta cabeza, cayendo espatarrados junto al fuego.
En vista de que ninguno se movía, salí de mi escondrijo. Tuve que estirarme un poco, pues tenía las piernas dormidas por la posición. Cogí mis cosas y avancé hasta la caseta de las conchas.
Allí estaban los cuatro. Tres muertos y uno desmayado. Joder, lo dejaron hecho papilla. Como pude, lo arrastré hasta la caseta y lo tendí lo más cómodo que pude. Luego regresé con los otros tres. Los arrastré hasta que los dejé tras unos troncos secos. Regresé y saqué de mi mochila un poco de agua y un trapo. Le restañé la sangre, si aquello era sangre, que no lo tenía claro.
Le pasé el trapo húmedo por todo su cuerpo. La verdad, estaba cañón para ser un alienígena. Aquella polla podía dar mucho placer a alguien tan necesitado como yo, pero me olvidé de ello, pues el bicho se despertó e intentó alejarse de mí.
. - no tengas miedo, esos tres están difuntos -y le hice señas de que me los había cargado con un arma-.
Abrí mi mochila y saqué algo de comida y se la puse en la boca. En vista de que no la abría, se la dejé entre los dos hermosos pechos.
. - no voy a hacerte daño, aunque sea humano y tu un torick, yo no estoy en guerra con nadie, sino contra esos tres que te maltrataban. Una vez muertos, se acabó la rabia -reí mi propio chiste, pero a aquel ser no le hizo ninguna gracia, pues no cambió la expresión de su cara, aunque tampoco sabía si la cara la podía cambiar como lo hacemos los humanos- descansa un poco, pero no me ataques, ¿de acuerdo?
No esperé su respuesta y me fui hacia la fogata, lo que se estaba quemando, pues olía a quemado, lo aparté del fuego y comprobé que era un bicho feo de cojones. ¿Aquello se iba a comer el colega?, joder.
Desde la tienda me podía ver el herido. Como no tenía ganas de que me atacara, me coloqué al otro lado de la fogata, mirándole de frente.
Pasó un rato sin que ninguno de los dos abriera la boca. Yo desayuné algo de lo que traje y el torick al final se comió lo que le puse entre sus pechos, pero no abrió la boca.
Un fuerte temblor hizo moverse toda la caseta y los alrededores. El alienígena se aterró, porque a sus pies se abrió la tierra y salió algo parecido a una rama que le cogió una de las piernas y tiró del tío.
Sus gritos me pusieron los pelos como escarpias. Corrí hacia la tienda y no, no era una rama. Era como uno de los brazos de un pulpo, pero sin ventosas. Saqué mi machete y de un tajo, le corté la mitad a aquel brazo, el cual desapareció de inmediato bajo la tierra.
Lo que apareció después era espeluznante, una boca superdotada y más brazos que de nuevo le cogieron el mismo pie ahora sangrando.
Aquello no se solucionaba con el machete, así que saqué mi pistola y disparé varias veces contra aquella boca que debió de hacerle papilla pues se ocultaba enterrándose, pero sin soltar al torick, así que tuve que apuntar bien hacia el brazo, hasta que lo partí, separándolo en dos partes.
Cogí al colega aquel y lo arrastré fuera de la tienda, con aquello aun rodeándole el pie. Se lo quité con un palo encendido. Salió corriendo hacia el puto agujero y desapareció. Sin duda iba con su papá.
. - ¿qué mierda era eso? -dije para mí, pero al fin me respondió-.
. - un monstro del averno. Se traga todo lo que coge. Mi pie, me duele mi pie.
Saqué el botiquín y le eché desinfectante y luego se lo vendé. Me enganché el arma larga y la mochila. Luego llevé al torick fuera de allí durante bastantes metros, hasta unas rocas.
. - aquí no creo que llegue ese cabronazo.
. - tenemos que alejarnos. Una vez que ha atacado, no suelta la presa.
. - lo asé vivo, no creo que esté para seguirnos la pista. Ese o está muerto o se está pegando el brazo que le corté.
. - por favor, vayámonos de aquí.
. - cómo quieras. ¿Hacia dónde?
. - hacia allí vi caer una nave.
. - ese era yo y no era una nave. Sino una cápsula de escape. Mi nave saltó en pedazos y quiero regresar con los míos.
. - no vistes como un soldado de la federación.
. - y no lo soy. De acuerdo, iremos hacia mi cápsula. Allí decidiremos qué hacer. Tienes que reponerte, esa pierna está algo fea, la verdad.
A trancas y barrancas llegamos hasta la cápsula. La abrí y entramos dentro. Luego cerré. Respiré hondo, pues anochecía y no tenía ganas de averiguar qué nuevos bichos saldrían de noche.
. - come algo y descansa. Mientras, te cambio el vendaje del pie.
La pierna había dejado de soltar sangre o lo que fuera. Le eché más desinfectante y volví a ponerle otro vendaje. Luego comí algo.
Por seguridad, pues aún no me fiaba un pelo de aquel alienígena, metí las armas bajo llave y me tendí como pude para echar un sueñecito, pero con un ojo abierto.
. - ¿intentarás atacarme mientras duermo?
. - no, no podría hacerlo, me has salvado la vida dos veces.
. - te voy a creer. Mañana ya hablaremos, estoy demasiado cansado después de llevarte durante horas. No me ataques o tendré que hacerte daño -repetí-.
. - descuida. Puedes atarme si lo deseas.
. - no, no lo haré, aunque debiera. Buenas noches.
. - buenas noches.
A la mañana siguiente seguía vivo. Cuando abrí los ojos, me miraban sus ojos rasgados.
. - ¿has dormido bien? -me preguntó-.
. - la verdad es que no. Soñaba que un torick desagradecido me hacía picadillo.
. - por suerte solo era una pesadilla -atisbé una sonrisa, aunque no estaba seguro-.
. - estiremos las piernas -dije- nosotros los humanos solemos echar una meada por las mañanas-.
. - yo para eso no tengo horas. Cuando tengo ganas, lo hago.
. - vamos, como nosotros, pero nosotros por las mañanas, siempre.
Atisbé fuera y salí. Luego ayudé a salir al alienígena. Todo estaba tranquilo. Me fui tras un árbol y me eché una meada de campeonato. El tío, ni árbol, ni ostia. Levantó una pierna y echó una cagada rápida con orines de un segundo agujero que descubría ahora. Lo tenía donde nosotros el ojete. Bueno, al menos era para lo mismo o casi.
Nos sentamos en un tronco y lo miré bien mirado, sobre todo el rabo y los pechos.
. - ¿por qué me miras así?
. - nunca había visto a un torick en persona. ¿Eres macho, hembra o qué?
. - de todo un poco.
. - ¿hermafrodita, quizás?
. - no sé qué es eso, pero si significa que tengo órganos masculinos y femeninos, sí. Así es. ¿Te gusta el cuerpo de un torick?
. - la verdad, me la estas poniendo dura. ¿Siempre vas así, en pelotas por ahí?
. - solo cuando estoy en mi planeta o cuando estoy solo fuera de él. ¿Vosotros sois muy frioleros o qué?
. - debe ser eso, que somos muy frioleros. ¿Esos son escamas?
. - para nada. Es piel de lagarto, por decir un animal que teníais en la tierra, según me han dicho. Toca, si quieres.
Y toqué. Sobre todo, el pecho, que también tenía ese tipo de piel, pero no en el pezón. Noté que se le endurecía a rosarle con los dedos.
. - en el pezón no la tenéis.
. - claro, es para que mamen nuestros hijos. Pruébala si lo deseas.
. - no me jodas -dije soltándole el pezón-.
. - cuando te apetezca, adelante. Siempre estaré en deuda contigo. Por cierto, ¿por qué me has salvado y dos veces nada menos?
. - no me gusta que le hagan daño a nadie, por el simple hecho de hacer daño. Aunque seas un enemigo de la federación, lo que te iban a hacer aquellos tres no me gustaba nada. ¿Exactamente, que querían de ti?
. - dinero. Los de nuestro bando ofrecen dinero por la cabeza de un terrícola y al revés, vosotros lo mismo por las nuestras. Esos tres tenían un lucrativo negocio en los dos bandos.
. - pero si iban con harapos. No les iba muy bien, que digamos.
. - te equivocas, lo que pasa es que habrán jodido su nave en la zona y habrán estado meses malviviendo hasta que me encontraron. Aprovecharon para volver con algo con qué sacar un dinero.
. - y claro, solo necesitan la cabeza, el resto molestaba.
. - sí y no.
. - ¿cómo es eso?
. - se llevarían casi todo mi cuerpo. La cabeza en una bolsa y el resto en el estómago del torick cabrón que me atacó.
. - anda ya. ¿Acaso os gusta la carne de vuestros congéneres?
. - ya lo creo. Es una delicatesen en nuestro planeta, aunque no podemos matar para disfrutarla, solo si morimos de muerte natural, que, si no, nos está prohibido. También nos gusta comeros a vosotros. Os asamos como vosotros hacéis con los cerdos y para eso si tenemos vía libre. Humano que nos encontramos y matamos, humano que nos comemos, estáis muy sabrosos con unos pocos condimentes.
. - seréis cabrones.
. - lo venimos haciendo de siempre, desde que encontramos al primer humano perdido por uno de esos mundos.
. - vaya suerte la mía. Salvo a un lagarto que, si puede, me come vivo.
. - a ti no podría comerte. Te debo la vida y eso lo respetamos en nuestro planeta.
. - vaya, pues muchas gracias, pero no me fío de ti. Si llego saber que nos comes como nosotros el pollo, te salva tu madre.
. - no seas rencoroso, ya te he dicho que no te comeré, ni vivo, ni muerto.
. - por si acaso, nos separamos. Tu hacia tu zona y yo hacia la mía y aquí paz y mañana gloria.
. - ¿qué significa eso?
. - que cada uno se busque la vida como pueda. Te dejaré comida y algún arma y nos despedimos.
. - no puedes hacer eso. Estoy herido y no podré cazar para comer. Sería como matarme con tu arma.
. - ¿encima quieres que me des lastima?, joder con el tío.
. - tú me ayudas y yo te ayudo.
. - ¿y cómo me vas a ayudar tú?
. - yo conozco la zona y los peligros que hay y son muchos. Te ayudaré a llegar a tu zona. A cambio, tú me cuidas hasta que pueda cazar para alimentarme.
. - yo quiero volver a mi zona, ¿tú no quieres volver a la tuya?
. - quiero volver, pero no a la militarizada, sino donde hay muchos como yo que no queremos luchar, sino vivir en paz. Seguro que en tu bando habrá gente que piense que esta guerra es una mierda.
. - los que mandan no piensan lo mismo. Quieren a toda costa los minerales de este planeta y lo conseguirán de un modo u otro. Seguro que los vuestros también pensarán lo mismo.
. - es muy posible. ¿Hacemos trato entonces?
. - de acuerdo, pero con una condición.
. - ¿cuál es ella?
. - quiero conoceros a fondo, vuestras costumbres y vuestro idioma. Me gusta aprender, aunque sea de mis enemigos.
. - trato hecho. Tú me enseñarás tus costumbres también para estar a la par, tu idioma ya lo aprendí en mi planeta antes de salir.
. - pues tendrás que tener paciencia conmigo. Para los idiomas soy un negado. Anda, dime algo en tu idioma.
El lagarto dijo algo que sonó como nada que había oído en mi puta vida.
. - ¿qué has dicho?
. - que en cuanto te descuides, te comeré la polla que debes tener.
. - anda ya, serás cabrón. No quedamos en que no me comerías nada.
. - solo es para el disfrute de los dos. No voy a comérmela literalmente.
. - serás mamón. Bueno, ¿cómo lo hacemos?
. - ¿de verdad deseas que me la coma ahora?
. - no, coño. Eso no. Me refiero a cómo hacemos para que cumplas lo de llevarme con los míos.
. - ah, eso. Pues iremos hacia el oeste por el mismo valle. Conozco una zona donde hay abundante caza y pesca. Allí nos estableceremos hasta que me reponga de la pierna. Luego te llevaré con los tuyos y me volveré a mi zona.
. - no entiendo entonces por qué estabas en una zona desértica con aquellos bichos cabrones.
. - es que en la zona hacia dónde vamos, también hay bichos cabrones, pero con tus armas, les podemos hacer frente.
. - ¿de qué bichos estamos hablando?
. - ya los verás cuando lleguemos. Alucinarás.
. - no me hace mucha gracia vivir entre alimañas, pero voy a confiar en ti. Por cierto, aún no sé tu nombre, yo me llamo Salvador Morales, puedes llamarme Salvador o Salvi, como prefieras.
. - Salvi me gusta más. Yo soy Rax XV, de la dinastía de los Rax de toda la vida.
. - anda ya, estás de cachondeo.
. - qué no, coño. Me llamo Rax y todos los varones antes que yo también se llamaban Rax, yo soy el XV por ahora.
. - joder con la dinastía Rax. Pues yo no tengo dinastía que valga. Joder, Rax de toda la vida. Vaya cachondo que eres.
Me levanté y saqué de la cápsula cuanto había metido. Lo metí entre las dos mochilas y lo que no cabía, hice un par de atados. Le entregué un atado y una mochila, igual para mí. Las armas las repartí entre los dos.
. - ¿prefieres ponerte ropa o ir así en pelotas?
. - prefiero así. Yo no tengo frío nunca.
. - eres un exhibicionista, tío.
. - no lo creo, friolero. ¿Ni cuando hace calor os quitáis la ropa?
. - ni para dormir.
. - que raros sois los terrícolas, pero que buenos estáis con sal y pimienta.
. - sigue así y vas a cobrar.
. - qué me vas a pagar, ¿dices?, ¿cuánto?
. - vas a cobrar en efectivo.
. - no entiendo Salvi.
. - pues que Salvi te va a zurrar la badana como sigas hablando de comerme, coño.
. - perdona, era una manera de hablar, pero no te voy a comer, como te dije. No me interesas, de momento…
. - serás hijo de puta.
. - ¿cómo dices…?
. - que te vayas a la mierda. Levanta y anda, mamón.
Viendo que le costaba ponerse en pie, le ayudé y con un brazo en mi hombro, avanzamos hacia la zona donde había unos bichos con los que iba a alucinar, según me había dicho el tío.
. - paremos un momento, chico. Pesas como un muerto.
. - no será tanto. Nosotros podemos llevar el doble de peso que tenemos.
. - pues nosotros no, listillo.
Lo senté sobre una piedra. Repartí un poco de agua en la tapa de la cantimplora. Cuando sacó aquella lengua bífida, me quedé patidifuso.
. - ¿cómo puedes beber el agua así, con esa lengua de serpiente?
. - de lagarto, mas bien.
. - qué no, coño. Los lagartos que conozco no la tienen como tú, sino las serpientes.
. - algunos lagartos sí la tienen así. He estudiado vuestra historia un poco y había muchos animales que os habéis cargado de un plumazo.
. - es lo que tiene la superpoblación. Por eso tuvimos que salir fuera. ¿Puedo ver mejor esa lengua tuya?
. - toda tuya.
La sacó y acerqué mi cara para verla mejor. Sí, definitivamente era como la de una serpiente. Lo siguiente fue pasármela por la cara. Era algo que nunca había tocado, aunque fuera con mi cara.
. - saca ahora la tuya.
La saqué y me la miró con detenimiento. Sacó la suya y tocó con ella la mía. Iba a cerrar la boca, pero curiosamente, no me desagradó su contacto con la mía, así como no me había desagradado cuando me tocó la cara.
Jugamos con la lengua del otro, hasta sonreír. Luego cada uno volvió a guardársela.
. - es muy suave tu lengua, Salvi. Me ha gustado su sabor.
. - pues yo creía que me disgustaría tu lengua bífida, pero estaba equivocado. Anda, dejemos de hacer el payaso y sigamos.
. - sí, tienes razón. Aquí estamos expuestos, no solo a peligrosos animales, sino a ser visto por los tuyos o los míos.
Avanzamos por un par de horas más. En un momento dado, mientras llegamos a un ancho árbol ante-diluviano, Rax me avisó de que se acercaba una nave.
. - no oigo nada.
. - yo sí y viene hacia aquí. Ocultémonos tras ese árbol.
Le llevé rápidamente tras el árbol y vimos aparecer una nave alienígena de combate. Volaba bien bajo, como buscando algo.
. - tenías razón. ¿A quién buscarán los tuyos?
. - adivina. Puede ser a gente como yo que escapamos de sus filas o a los tuyos que estén por la zona.
. - o buscan mi cápsula y por ende a mí. Pues están en dirección equivocada a donde la dejamos. Que se jodan.
. - a lo mejor vienen de allí y nos siguen los pasos.
. - calla, no seas agorero. Oye, eso que se clava en mis nalgas no será…
. - lo siento. Debe ser un calentón repentino.
. - coño, ¿te calientas teniendo a esos ahí delante buscándonos?, jodido marrano. Aparta tu polla de mi culo, joder.
. - vale, vale, perdona. -enseguida noté como la polla se deslizaba fuera de mi trasero. ¿Pues no me la había intentado clavar el muy mamonazo?
. - leñe, ¿puedes gobernar a tu antojo tu polla?
. - solo para meterla donde quiera, pero no cuando se pone morcillona, entonces solo busca un agujero donde meterse, como tu culo antes.
. - pues qué bien. La mía solo va a un lado siempre que esta dura. Vaya suerte la tuya. Muévete detrás de mí hacia mi izquierda, que esos están girando alrededor del árbol.
Conforme la nave giraba, nosotros lo hacíamos también. Al final la nave salió disparada hacia el lugar de donde había venido.
. - esos han perdido todo interés por nosotros -dije viendo como desaparecía de mi vista-.
. - espera, aun los oigo y vuelve de nuevo.
. - mierda, volvamos al lado contrario, rápido.
Efectivamente, allí estaba otra vez la puta nave, pero esta vez pasaron de nosotros. A un kilómetro de donde estábamos giraron en círculo sobre algo, para después salir un láser que impactó en el suelo. No vimos contra lo que habían disparado, pero al poco volvió a desaparecer la nave para no volver de nuevo.
. - esos han disparado contra algo. ¿Sigues oyéndolos?
. - no, pero esperemos un minuto. Esos son capaces de hacernos salir y regresar, los conozco bien.
. – tú, mandas. Oye, buen oído el vuestro. Tenéis dos cosas que ya me gustaría a mí tener.
. - no me lo digas, te gustaría tener una polla como la nuestra y también el oído.
. - tú lo has dicho. Con ambas cosas se pueden hacer virguerías en cualquier sitio.
. - ahora eres tú el cachondo mental -dijo Rax-.
. - en algo tengo que entretener este minuto, ¿no?
. - sí, como tú digas.
Pasó el minuto y luego medio más. Luego y no sin dejar de echar un ojo a nuestra espalda yo y poner el oído, Rax, avanzamos hacia donde había caído el rayo desde la nave enemiga.
Cuando llegamos, había un agujero de un par de metros de diámetro. En medio del agujero había un torick despedazado.
. - joder, los tuyos no se andan con chiquitas a la hora de apretar el botón de disparo.
. - no les gustan los desertores en su bando, ya lo ves. Si me cogen, hacen lo mismo conmigo y con quien esté a mi lado.
. - pues larguémonos de aquí, no vayan a volver esos mamones.
Renqueando, avanzamos. No podía dejar de mirarle el largo cipote que se bamboleaba a un lado y a otro. Rax, pese al dolor de su pierna, sonreía al verme mirarle la tranca que se gastaba.
. - mira que eres tonto. Te la he estado ofreciendo desde que me salvaste y no eres capaz de darle una buena mamada.
. - lo fácil no me interesa. Sigamos tú, yo y tu cipote caminando -dije sonriendo y mirándole de nuevo su herramienta bailarina-.
Llegamos a una pequeña cueva. La revisé antes y luego lo metí dentro. Tendí un par de mantas en el suelo y abrí una caseta de montaña que venía en la cápsula. Cabían perfectamente tres personas, así estaríamos más cómodos los dos.
. - En la cueva va a hacer frio esta noche, no quieres algo para taparte un poco.
. - no insistas, no tengo frio, ni de día, ni de noche. Pero comida sí que te la aceptaría, pues el estómago me la pide a gritos.
. - de acuerdo. Déjame que te ayude con la mochila y las armas.
Le quité ambas cosas y lo ayudé a entrar dentro. Luego bajé la cremallera y nos metimos en la caseta.
. - cómo coño puedes estar caliente tu cuerpo, si no tienes nada encima.
. - es la dureza de mi coraza, deja entrar el calor, pero no lo deja salir. Somos más perfectos que vosotros, que, si no os cubrís, pasáis frío de cojones.
. - oye, y sin que parezca cosa de maricas, ¿me puedes dar calor esta noche con tu cuerpo?, debo racionar la comida y parece que no es suficiente para no tener frío.
. - claro, humano debilucho. Pero has de estar en pelotas bajo la manta, así mi cuerpo estará más en contacto con el tuyo.
. - pero no intentes nada o te arreo.
. - que sí, humano desconfiado.
. - y no me muerdas para comerme.
. - que no. Anda, despelota ese cuerpo tuyo.
Tragué saliva. Repartí la cena. En realidad, eran un par de sobres liofilizados de, según ponía allí, era una tortilla de toda la vida. Antes de desnudarme, me la comí en un segundo. El torick me imitó y no le dio ni para un bocado, pero era lo que había, hasta que consiguiéramos algo de comida decente.
Me saqué la ropa y desnudo como estaba, me echó un vistazo el tío. Mi empalme le llamó la atención.
. - bonita, sí señor.
. - oye, oye…
El bicho sonrió y cogiendo la segunda manta la puso encima de los dos, una vez me pegué a su cuerpo, Rax se colocó mejor y me atrajo hacia sus pechos y me apretó bien. Realmente se estaba calentito allí. Respiré hondo y que fuera lo que Dios quiera.
. - ¿estás cómodo y calentito, Salvi?
. - lo estoy, Rax. Gracias.
Coloqué mejor mi cara sobres sus pechos y sentí que se endurecían por momentos. Nada dije, sino una sonrisa afloró en mi cara. Luego como había hecho antes Rax conmigo con sus piernas, yo le rodeé una a él con las dos mías. Nuestros penes se unieron.
Su largo y grueso pene jugaba con el mío, que se dejaba querer, pues no tenía más remedio, pues solo iba hacia un lado, al contrario que el suyo, que se movía como una anguila a todas partes.
. - déjalo, por favor.
. - perdona, descansa en mis pechos, Salvi. Te dejaré dormir, te lo prometo.
. - gracias, confío en ti.
Cuando mi respiración se tranquilizó, pues cumplía su promesa de dejarla quieta, el sueño me entró y desaparecí del presente. Una nueva pesadilla me embargó, donde una larga anguila se perdía en mi culo para salirme por la boca y dejarme más muerto que los faraones.
Rax, que tenía el sueño ligero, se dio cuenta de que tenía una pesadilla. Su lengua me acarició mi frente como para tranquilizarme.
. - duerme, Salvi. Tú y yo seremos grandes amigos, te lo prometo -se dijo para sí Rax, luego a él también le llegó el sueño definitivo-.
(Parte 13 de 31)
FIN