El amante de los tiempos, en 5 relatos (11)

Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.

EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS

(11-31)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

. - ¿cómo habéis deducido que hemos sido nosotros?

. - no podéis ser otro, que vos, amo. Es llegar y matar a uno de los lobos.

. - vale, hemos sido Samuel y yo, es verdad. Pasad, os necesitamos tanto como vosotros a nosotros. Samuel, Mauricio, ya tenéis más voluntarios a ser instruidos. Son todos vuestros.

. - pasad, pasad todos y colocaros en esa pared -les dijo Mauricio arreando a los aldeanos-.

Yo mismo ayudé durante un buen rato a instruirlos, pues cuanto antes aprendieran lo más rudimentario, mejor para todos.

. - Samuel, ¿tenemos herrero?

. - por supuesto amo. Herrero Javier -gritó el tío-.

De un cuarto salió un achacoso viejo con barba blanca.

. - aquí estoy, ¿quién me llama?

. - preséntese, el amo Salvador quiere hablar con usted.

El hombre, trotando, se vino hacia nosotros.

. - aquí estoy, amo Salvador.

. - herrero, usted no es el mismo que dejé cuando me fui de aquí.

. - no, amo. Yo entré a su servicio hace un par de años después de morir el anterior.

. - entiendo. Javier, necesito que me construya flechas, muchas flechas.

. - de algún tipo en especial, amo.

. - sí, metálicas en su totalidad, no solo la punta.

. - puedo preguntar para qué toda la flecha, amo.

. - sí puedes. Es para dispararles a los lobos. Tienen la piel muy dura y con una flecha toda metálica, al pesar más, se le enterrarán más profundamente, matando al animal con más facilidad que con una de punta metálica, pero de madera el resto, que no tendría mucha profundidad.

. - entiendo. ¿De cuantas estamos hablando?

. - ¿doscientas?

. - ¿tantas, señor? para esa cantidad necesito ayuda si las quiere pronto.

. - para ayer, herrero Javier.

. - ya me lo temía. Entonces déjeme unos seis hombres para que me ayuden, amo.

. - los tendrás. Además, necesito que fabrique los arcos. Eso lo dejo en tus manos Mauricio, dale esos seis hombres y todo cuanto necesite al herrero. En cuanto a los voluntarios, en tan poco tiempo es inútil convertirlos en unos soldados, enseñadles a disparar con el arco y las flechas metálicas. Con ellas podemos eliminar tanto a los bandidos como a las fieras.

. - tiene sentido, amo Salvador -dijo Mauricio, que, girándose, envió a seis de los voluntarios con el viejo, que se puso de inmediato a fabricar las flechas y los arcos- buscadme al carpinteo Alonso, lo necesito para que haga los arcos. Tú y tú y tú, en cuanto aparezca, poneros a sus órdenes. Los demás, a practicar con lo que tengamos a mano-.

Pronto la cosa comenzó a ponerse en marcha. Continué con los voluntarios en la práctica de ataque y retirada en grupos. Debíamos ser una especie de guerrilla. Solo esperaba que no fueran más que una docena como me había dicho Samuel que eran los bandidos.

Al día siguiente llegó el nuevo alcalde, junto con más voluntarios. Estos últimos se fueron a sus quehaceres, unos a aprender, otros a ayudar al herrero o al carpintero.

Llevaron ante mi presencia al alcalde. Lo recibí a solas en la sala de visitas.

. - el nuevo alcalde del pueblo, amo Salvador -dijo Flora-.

. - gracias, déjenos a solas, por favor. Pase alcalde.

Se agachó ante mí y lo hice levantarse.

. - Siéntese, alcalde. Estaremos más cómodos en esta mesa.

. - gracias, amo Salvador.

. - es joven para ser alcalde, alcalde.

. - casi me obligaron a presentarme, soy de los pocos que saben leer y escribir en el pueblo.

. - pues mal hecho. Después de esta crisis de los bandidos, nos vamos a encargar de que aprendan a leer y escribir tanto mayores, como niños, pero ahora no toca. ¿Qué opina de los bandidos?

. - que son unos cabrones muy bien pertrechados y más con esas fieras a su lado.

. - eso me han dicho. En cuanto los voluntarios aprendan a disparar con el arco, iremos a por ellos y necesito que traiga a todo el pueblo al castillo, por si toman represalia.

. - amo, ¿y si prenden fuego al pueblo y no estamos allí?     . - alcalde, por cierto, ¿cómo se llama usted?

. - Ignacio, amo.

. - alcalde Ignacio, como yo lo veo, a las personas no podremos sustituirlas una vez han sido asesinadas. Las casas en cambio sí se pueden reconstruir una y otra vez y lo mismo con las cosechas.

. - pero pasaremos hambre -Insistió el tío-.

. - mientras haya comida en el castillo, no pasará nadie hambre y si se acaba, mandaré buscar comida fuera. Así que no se preocupe tanto por el pueblo y las cosechas y más por la gente, sus vecinos.

. - tiene razón, amo. Lo siento. Visto de esa manera, tiene razón.

. - que traigan al castillo todo cuanto puedan traer de alimentos y armas. No sé cuánto va a durar esto, pero estarán más seguros en el castillo, pues según me dijo el soldado a cargo del castillo, ya lo intentaron asaltar en un par de ocasiones y no pudieron.

. - Como ordene.

. - una pregunta, el trigo y demás plantas, sean frutales o no, ¿estarán para recoger, digamos hoy mismo?

. - algunas plantas como el trigo, sí, pero casi ningún árbol frutal. No es temporada aún, amo.

. - bueno, menos da una piedra. Encárguese de recoger todo lo que se pueda y traerlo al castillo. En cuanto estén todos los aldeanos seguros y los voluntarios hayan aprendido a manejarse, daré comienzo a la caza de los bandidos. Así que, alcalde, ahora dejaré en sus manos lo que le he pedido.

. - ahora mismo me pongo a ello, amo Salvador. ¿Puedo decir algo más, amo?

. - adelante.

. - cómo hacíamos con su padre, el alcalde, o séase, yo, tengo la obligación de informarle de los próximos casamientos de los aldeanos para que pueda actuar como mejor le plazca. ¿Desea que vengan hasta usted para ser el primero en probar sus cuerpos o se acerca por sus casas?

. - ¿se refiere a lo que siempre se ha llamado derecho de pernada y según tengo entendido, no solo con las casaderas, sino con el resto del pueblo?

. - así es señor.

. - será mejor que me vaya dejando la lista cada vez y ya veré si me acerco o los mando llamar, pero ahora no es momento de disfrutar de sus cuerpos. Por cierto, ya le dije antes que era muy joven par ser alcalde. ¿Está casado?

. - sí, amo. Tengo mujer e hijo.

. - ¿le importaría que su mujer e hijo fueran los primeros en servirme en mi cama?

. - mi mujer estaría dispuesta, como no. Pero mi hijo solo tiene catorce años.

. - la mejor edad para desflorarlos. Mándemelos e inclúyase usted también. Esta noche los espero a los tres en mis aposentos.

. - aquí estaremos amo Salvador.

. - ahora póngase a trabajar.

. - sí, amo.

Se levantó y temblándole las piernas, consiguió traspasar la puerta.

El resto del día lo dediqué a ir de un lado para otro, informándome de todo lo concerniente al castillo, el pueblo y los lugareños y sus problemas.

A eso del atardecer, el castillo se había llenado con la gente del pueblo. Se hicieron casas provisionales con lonas, pues todo sería provisional.

Lo cosechado se llevó al almacén del castillo y allí se custodió como oro en paño con guardas en la puerta.

Al llegar la noche, el alcalde se me presentó con su mujer y su hijo.

. - pasad. ¿Ya habéis comido alcalde?

. - aún no, amo Salvador.

. - pasad y sentaros. Flora, traed comida a mis invitados.

. - sí, amo Salvador.

. - Flora, luego nos dejas solos. Otra cosa, encárgate de todo el mundo del patio coma tres veces al día. Racionad la comida, debe durarnos hasta que pase esta crisis. Lo dejo en tus manos, Flora.

. - descuide, amo. Comerán tres veces al día.

. - así me gusta. Ahora tráeles la comida.

Flora desapareció, dejándome con la familia del alcalde.

. - ¿cómo os llamáis chicos? -dije mirando a su esposa y al hijo-

. - Belinda. Mi hijo, Tino.

. - Tino, levanta la cabeza, hombre. No va a pasar nada entre tú y yo.

El chico levantó la cabeza y me miró.

. - papa dijo que…

. - tu padre es un bromista. Cuando hayas comido, sales y nos dejas a tus padres y a mí, ¿de acuerdo, chico?

. - sí, amo Salvador.

. - así me gusta. Mira, aquí llega la comida.

Nos la comimos con buen apetito por los cuatro. Luego de terminar Tino, se levantó y salió de la habitación.

. - ¿sabe Belinda que es usted muy bella? -era una pregunta sin respuesta. Me acerqué a ella y le abrí el vestido. Sí, eran enormes y bien sabrosas sus dos mamas. Las cogí ambas y pegándolas una con la otra, disfruté de ambos pezones, mamándoselas-.

Seguí abriéndole la ropa y le metí mano bajo sus bragas XXL que la afeaban cantidad. Ella cerró los ojos y gimió. Luego me levanté y la cogí de la mano.

. - Síganos, alcalde.

Me la llevé a mi habitación y la deposité sobre mi cama. Allí la acabé de desnudar, la tendí en la cama y admiré aquel cuerpo serrano.

Mientras me desnudaba, ordené que lo hiciera también el alcalde, que lo hizo sin quejarse. Le dije que se subiera y se colocara junto a su mujer.

Mientras metí mi boca entre las piernas de la esposa, le cogí el rabo y se lo pajeé suavemente. Ambos gemían. Luego pasé al alcalde. Mientras le mamaba la polla, pajeaba a su esposa su clítoris.

Pronto me puse a disfrutar con mi polla del conejito de la alcaldesa consorte. A su marido lo puse a darme polla culera, cosa que hizo a lo bestia, con la intención de hacerme daño. Muy al contrario, fue un disfrute tener dentro de mí su alcaldesa polla.

Cuando me cansé de su chumino, hice salir al alcalde de mi culo y ponerlos a ambos con el culo en pompa, uno al lado del otro. Con unos lametones en sus ojetes, disfruté de ambos agujeros a intervalos, dándoles polla hasta hartarme. Finalmente puse ambas bocas, la una junto a la otra, y allí descargué mi polla, que luego sería mamada por ambos hasta dejarme sin gota láctea.

Con una mamada en profundidad, hice correrse al alcalde en mi boca, para luego mamarle bien mamado.

Con la follada terminada, hice ducharse ambos conmigo. Una vez limpios, les permití irse de mi lecho, no sin antes girarse la alcaldesa y darme las gracias por no haber disfrutado de su hijo.

. - sus padres me han dado mucho placer y no ha hecho falta que interviniera el chico.

. - de todas maneras, gracias. Buenas noches.

. - buenas noches. Ah, alcalde, hoy hizo un buen trabajo con los aldeanos en la recolección de las cosechas. Siga así y durará mucho en el cargo.

. - era mi deber, amo Salvador.

. - aun así, le doy las gracias por los dos servicios. Buenas noches.

Aun para dormirme a gustito, necesitaba alguna que otra polla en mi culo, así que llamé a Samuel y a Mauricio. Sus pollas me sirvieron como un bálsamo para coger el sueño que tanto necesitaba. Sin embargo, aquellas dos pollas no fueron las únicas, pues Mauricio se había traído a cinco voluntarios para encular a su amo. Cinco pollas que me entraron una tras otra.

Solo al final, el mismo Mauricio, junto con Samuel, fueron los que succionaron cuanta leche me habían metido los voluntarios enculadores. Ya para ese momento, ya dormía como un bendito.

Un par de días después estaba recién salido de la cama y sentado en la cocina.

. - cariño, suda un montón -le dije a la cocinera negra y gorda de Eloísa-.

. - sí, amo. Esto es como un horno.

. - ya está bien de sufrir por sufrir. Cuando puedas le dices al que corresponda que te haga un agujero de ventilación. Es de tontos no hacerlo durante todos estos años.

. - gracias, amo. Lo necesito, de verdad.

. - pues eso, que te lo hagan. Por cierto, ¿siempre estás sola en la cocina?, ¿no tienes a nadie quien te ayude?

. - de momento no, yo solo lo hago todo.

. - bueno, de momento y hasta que no te hagan el agujero, tienes mi permiso para tener tus mamas al aire para que no tengas tanto calor. Y si no usaras bragas, te lo agradecería, así no tendría que hacértelas a un lado para encularte.

. - se lo agradezco en el alma, amo. Me alegro que haya llegado para facilitarnos un poco la vida, en cuanto a las bragas, desde hoy no me pondré y podrá hacer uso de mi ano siempre que quiera y donde usted quiera.

. - gracias cariño. Otra cosa, hay por ahí un par de chicos que Flora me reservó para alegrarme los días.

. - sí, son dos chicos vírgenes de unos veinte años, que se les ocultó a su padre, pues no dejaba títere con cabeza, pese a que decían que solo se tiraba a las chicas. No se lo diga a nadie, pero también cayeron algunos machos.

. - vaya con el viejo. En fin…, pues esos dos chicos de ahora en adelante estarán a sus órdenes, así disminuirá su trabajo en la cocina. Parecen buenos chicos y no quiero que se les haga daño alguno, si hacen algo indebido, hable conmigo, yo les llamaré la atención.

. - gracias de nuevo, amo. Así se hará. Ellos serán sus niñas bonitas y los trataré con el debido respeto.

. - me alegro que nos entendamos usted y yo, ahora quisiera hacer uso de sus agujeros, si no le importa, cariño.

. - no tiene que pedírmelo, amo. Estoy a su servicio las 24 horas del día.

. - No se saque todo el traje, solo deje libres los pechos y sáquese las bragas.

. - cómo ordene, amo.

La mujer se bajó la parte superior, quitándose luego el sujeta-tetas, quedaron colgando ambas, hasta el ombligo. Luego y agachándose, se sacó las bragas XXL. Yo la esperaba ya sin la bata y desnudo, sentado en la mesa.

Llegó y cogiéndole de las tetorras, comencé a hacerme una paja que luego se llamaría cubana.

. - continúe usted.

Siguió haciéndome la cubana con sus tetas. En eso llegó el herrero y tosió. Lo vi y lo hice entrar.

. - pase herrero.

. - dispense amo.

Hice que la cocinera continuara.

. - dígame usted.

. - le traigo una muestra de las flechas que he forjado, por si era la que había pedido.

. - déjeme verla.

Se acercó y rodeó a la cocinera que seguía ahora mamándome con su boca.

. - está muy bien herrero.

. - gracias señor. Ahora los dejo solos.

. - no tenga tanta prisa. Eloísa, ¿le agradecemos el buen trabajo hecho al herrero ofreciéndole uno de sus agujeros?

. - y si es su deseo amo, sin problema por mi parte.

. - ya lo ha oído abuelo, ¿Javier me dijo que se llamaba?

. - sí, amo.

. - venga, sáquesela y disfrute usted.

. - gracias amo. Muchas gracias -dijo sacándose la ropa para de inmediato humedecerse un par de dedos y metérselos a Elisa en todo el ojete. Luego se colocó y para adentro. Eloísa se posicionó mejor para que le entrara bien-.

Como éramos pocos, parió la abuela. Otro carraspeo y giré la cabeza. Ahora era una sirvienta esquelética. La había visto haciéndome la cama mientras me lavaba el cipote el día anterior.

. - Dispense amo.

. - dispensada, dígame mujer.

. - los bandidos han dejado una nota clavada en la puerta del castillo.

. - vosotros continuad, por favor -les dije a los dos que disfrutaban. Alargué la mano y me dio una hoja con un agujero en el centro- ¿dónde están Mauricio y Samuel?

. - están poniendo a los hombres en las almenas con armas para defendernos.

. - gracias. Hágame un favor. Póngale una silla al herrero para que se siente sin salirse de Eloísa.

. - sí, amo.

La mujer se la puso y ante una señal mía, el herrero Javier se sentó con Eloísa encima de él mientras dejaba de comerme la polla.

. - usted no se vaya y enséñeme los pechos. Ahora la atiendo.

Me bajé de la mesa y con la misma, le clavé mi dura polla en la vagina a Eloísa. Le di fuerte mientras sus tetorras bailaban, por lo que se las cogí y seguí follándomela. Cuando me corrí en ella, di gracias a Dios por los dones dados o, mejor dicho, por los conejos y pollas dadas.

. - acérquese y póngase detrás mío y déjeme la polla como nueva mientras yo hago lo mismo con la vagina de nuestra Eloísa.

. - sí, amo.

Mientras me incliné y comí aquel conejo súper húmedo y corrido, la sirvienta, con la parte superior al aire, se puso de rodillas y cogiéndome la polla que colgaba, se la metió en la boca y me la hizo vibrar de nuevo mientras me la mamaba. Sin duda era la gloria puta eso de ser el amo y señor del castillo.

Cuando me levanté, la criada soltó mi polla. Luego la cogí y la senté en la mesa. Detrás de mí Eloísa ya le tenía el culo en la cara al herrero y éste le estaba haciendo una lavativa anal, para luego ella comerle la polla y dejársela como nueva.

En cuanto a la criada de la mesa, ya tenía en mi boca aquellas cerezas que tenía por pechos la esquelética mujer. Una vez saciado de cerezas, le levanté la falda y apartando las braguitas, le comí el coño a la mujer que gemía con cada orgasmo que le hacía tener. Luego me salí.

. - cariño -le dije- ¿por qué su coñito huele a no habérselo lavado en semanas?

. - lo siento amo, no creí que usted fuera hacer uso de él.

. - ¿cómo se llama?

. - Tina, mi amo.

. - Tina, que sea la última vez que doy una orden para todo el personal y no se me obedece. Que se duchen cada dos días es para que se sientan mejor y para que no coja enfermedades nadie. El que yo las reclame o no para tener sexo, no tiene nada que ver para que sea pulcra con su cuerpo y su ropa. Si la vuelvo a coger sin ducharse, abandonará el castillo y mis tierras. Esto va para usted y para todos los que están bajo mi manto. Hágalo saber, Tina.

. - lo siento, amo. Lo siento muchísimo. No volverá a pasar.

. - por su bien, así lo espero. Ahora váyase corriendo a ducharse y se presenta ante mí según lo haya hecho. Venga, largo y llame a Flora ante mi presencia.

. - sí, mi amo.

. - terminen y dúchense los dos también, Javier y Eloísa. Yo también voy a ducharme, pues hay que ponerse a trabajar, los bandidos no esperan.

Cuando me estaban duchando los dos chicos vírgenes, que, por cierto, eran hermanos y se llamaban Jaime y Leticia, llegó Flora cogiendo del brazo a Tina casi arrastrándola.

. - amo salvador, debo pedirle perdón en mi nombre y en el de esta guarra de Tina.

. - Flora, suelta a Tina, no hay que emplear la violencia con el personal.

. - lo siento amo, pero si no hago que se arrepientan, se hacen unas holgazanas.

. - no, Flora. Así no. Ven Tina.

Ella se vino hacia mí. Le levanté la ropa y le olí el chumino apartándole las bragas.

. - aún hueles mal, Tina.

. - lo siento amo. Iba a ducharme, pero la señora Flora se enteró y me cogió del brazo para traerme ante usted.

. - Flora, le ordené a la chica que se duchara, ¿por qué no la dejaste hacerlo?

. - amo salvador, creí que era mentira y quería darle una lección ante el amo.

Con un dedo, hice avanzar a Flora. Luego que estuvo ante mi le levanté la ropa y como a Tina y le olí el chumino.

. - Flora, te libras porque hueles a limpia, pero no lo hagas más. Las lecciones las daré yo. Si ves alguna infracción que no sea menor, me lo dices y haré justicia. Como ya le dije a Tina, si no se duchan cada dos días, serán expulsados del castillo y de mis tierras. No quiero guarros cerca de mí, si lo puedo evitar. Yo creo que cualquiera de las personas que hay en el pueblo y el castillo, preferirían vivir en el castillo, donde se come mejor y sin tanto esfuerzo, así que será suficiente con darles la oportunidad de enmendarse y si Tina u otra vuelve a las andadas, me lo dices y las expulsaré, sea quien sea y den gracias a que no obligo a ducharse cada día que es como yo lo hago. Ahora Tina, vete a ducharte y ven ante mi cuando lo hayas hecho. Anda, vete. Flora, eres la jefa del personal, no hace falta usar la violencia para hacerse obedecer.

. - si amo salvador. Perdona, amo salvador.

. - no te preocupes. Todo nos equivocamos. En cuanto a estos dos ángeles que me mandaste, los envié a ayudar a Eloísa en la cocina, que nadie le ponga un dedo encima, de ello me encargo yo.

. - ya me lo dijo la cocinera y se hará lo que ordene.

. - gracias. Anda, métete en la bañera, tengo ganas de comerte ese chochazo que te gastas, cabrona. Vosotros dos, largaros a la cocina.

. - si amo, gracias amo.

Flora se desnudó y sonriendo porque no se había llevado al final la bronca padre, se metió en la bañera y me dio placer bucal, anal y vaginal antes de abandonar el agua calentita de la bañera.

. - Ponme sobre antecedentes Samuel.

. - amo, la nota que le hice llegar lo dice claro. Si no cumplimos con sus órdenes, le pegarán fuego al pueblo y luego atacarán el castillo. He colocado al personal en sus puestos.

. - Mauricio, dame tu opinión sobre la situación.

. - no podemos dejar que destruyan el pueblo, hay que contra-atacar.

Miré al vacío y pensé lo mejor que podíamos hacer en aquella ocasión.

. - tu opinión Samuel. ¿Qué hacemos?

. - debemos atacarlos. Aquí seguramente no podrán entrar, pero sí destruir el pueblo ahora que no hay nadie. A la larga, si se lo proponen, nos harán pasar hambre y no sé qué pasará entonces.

. - veo que opináis de parecida manera. De acuerdo, contra-atacaremos a esos mamones.

. - ¿en qué ha pensado, amo? -dijo Samuel-.

. - pienso en atacarlos cuando menos se lo esperan, en el pueblo.

. - ¿en el pueblo, amo?

. - ¿cómo, amo? -dijo Mauricio-.

. - Necesito una docena de hombres que sepan disparar con el arco. ¿Cuántos me puedes dejar sí que dejemos el castillo indefenso, Samuel?

. - amo, la cosa de los arqueros es peliaguda. Algunos son medianamente buenos, pero la mayoría son unos negados. Tenga en cuenta que son labriegos y hemos tenido poco tiempo para entrenarlos.

. - bueno, déjame esa docena que saben lo que se hacen, y que no tengan miedo de usar un arma contra los intrusos.

. - pero ¿en el pueblo, amo?, no sé, señor. Lo veo harto complicado tan lejos del castillo. Si hubiera que socorrerlo, amo, quizás no llegáramos a tiempo.

. - ten fe, Samuel. Necesitaré caballos para todos ellos. Tú cuidarás del castillo, Mauricio irá con nosotros. Traedme a los hombres armados, no podemos perder mucho tiempo en disquisiciones, porque si ellos llegan antes que nosotros, ya no podremos sorprenderlos.

Más tarde…

. - no hay moros en la costa, amo -dijo Samuel desde una de las almenas. Asentí y mandé abrir la puerta principal. Luego y como una exhalación salimos al trote largo-.

No fuimos directamente al pueblo, sino dando un rodeo, por si había vigías apostados. Haríamos como que nos alejábamos del castillo y del pueblo.

Una vez bien lejos, dimos la vuelta y entramos en el pueblo por detrás, ocultando los caballos en una hondonada fuera de la vista. Allí dejamos a un hombre con la orden de que nos trajese los caballos según le avisáramos.

. - Mauricio, cariño. Llévate a la mitad de los hombres y ponlos en los edificios más altos por parejas en esa parte de la calle principal, nosotros lo haremos desde este lado. Cuando lleguen, les recibiremos como se merecen. Si vienen los lobos, ellos son a los primeros que se deben disparar las flechas metálicas. Sin ellos, no serán tan fuertes.

. - tened cuidado amo.

. - tú también y los demás también tenedlo. Si intentan escapar, los perseguiremos con los caballos. No debemos dejar ni uno con vida, no vayan a reorganizarse y regresen con más hombres. No disparar hasta que lo haga yo.

. - ¿Cuánto esperamos amo? -dijo un mocoso de unos 18 años, pues el resto eran mayores de los 25 y los treinta también-.

. - el que haga falta. No tengáis prisa, puede que se demoren, pero vendrán, de eso estoy seguro.

Los hombres se fueron dispersando y colocando en las posiciones que dije. Conmigo estaba el arquero joven. Sería bueno disparando, pero se le notaba con miedo en el cuerpo.

. - ¿tienes miedo?

. - sí, amo. Nunca había matado a nadie.

. - lo comprendo. ¿Cómo te llamas?

. - Julio, amo.

. - de acuerdo, Julio. Tenemos que defendernos de los que nos hacen daño, ¿eso lo comprendes?

. - sí, amo. Pero aun así…

. - ¿sabes cómo se quita el miedo del cuerpo de uno?

. - no, amo.

. - te lo diré. Mi padre era un cabronazo y pocos lo querían. Un día salí con él a cazar un oso que había matado a un labriego del pueblo. Yo estaba como tú ahora, con miedo en el cuerpo que no me dejaba moverme, pues del oso decían que era enorme y así era. Entonces el padre me hizo sujetar por dos de sus soldados y les ordenó desnudarme y ponerme a cuatro patas. Adivina lo que hizo mi puto padre.

. - lo… lo…

. - sí, se sacó la polla y me la enterró hasta los huevos de una sola tacada. Así estuvo sodomizándome el culo hasta que se corrió dentro de mí. Yo solo tenía 12 años. Desde aquel día cada vez que tenía miedo, ordenaba a un soldado para que me volviera a sodomizar el culo. A la larga dejé de tener miedo y empezó a gustarme que me encularan, pero nunca olvidé el odio que le cogí a mi padre y en cuanto pude, escapé del castillo hasta hoy. Se me quitó el miedo, es verdad, pero el odio perduró hasta su muerte.

. - ¿y me va a violar para que se me quite el miedo?

. - no lo has entendido. Yo no puedo hacerte lo que me hizo mi padre a mí y podría, pues tengo derecho de pernada de tu culo y el de los demás, pero contigo no lo voy a hacer si no eres tú quien me lo pide. Me has caído bien y se te nota el miedo en la cara y no quiero aumentarlo aún más. Tú quédate junto a mí y cuidaré de ti. En cuanto a los lobos, apunta bien y no dejes uno con vida. Son ellos o nosotros.

. - sí, amo. Lo haré. Ya no tengo tanto miedo.

. - me alegro. No voy a romperte el culo, pero si me gustaría comerte la polla mientras esperamos a esos cabrones.

. - sí, amo. Es suya.

El chico dejó el arco y las flechas a un lado. Yo hice lo mismo y cuando lo atraje hacia mí, sin dejar de echarle un vistazo a la calle de vez en cuando, besé sus labios. El chico se me entregaba apretando los suyos contra los míos.

Le metí mano al paquete y la tenía morcillona. Al poco ya la tenía en mi boca mamándosela hasta que se la puse como una piedra.

Dejé su polla y dándome la vuelta, le enseñé mi blanco trasero y lo invité a joderme. El chico, como en cámara lenta, me metió su polla y comenzó a follarme. Cada vez con más violencia hasta que se corrió en mi culo. Luego se salió y se la mamé sacándole unos goterones finales.

Con un par de dedos en mi culo, me fui sacando la leche del chico que salía de mi ano y llevándola a mi boca.

Cuando no salió nada más, invité a comerse mi polla, pero el chico entendió otra cosa y temblando me puso el culo para enculárselo.

. - no, tu culo no, mámame la polla y hazme disfrutar.

. - lo siento, amo. Creí que había cambiado de opinión.

. - no soy como mi padre, recuérdalo. Anda, chúpamela y disfruta.

El chico se arrodilló ante mí y se tragó mi sable. Todo ello mientras echaba vistazos hacia la calle. En eso se oyeron sonidos de caballos y de lobos. Hice que soltara mi polla y me la guardé.

. - prepárate, ya están aquí.

El chico se arregló y cogió el arco y las flechas. Luego apuntó.

. - recuerda, primero a los lobos. Dispara cuando yo lo haga.

Eran más de una docena de criminales y tres lobos atados de una cadena cada uno. El que parecía el jefe, se creía que era el rey del mambo por cómo sonreía.

De entre los incendiarios había dos mujeres vestidas como ellos y con ganas de pegar fuego al pueblo.

Dejé que entraran un poco más. Solo cuando uno encendió una antorcha y miró al jefe para pedir su aprobación, disparé al de la antorcha en el pecho. Luego una ristra de flechas cayó sobre los tres lobos acertándoles más de la mitad y cayendo mortalmente heridos. Luego las flechas se dirigieron hacia los criminales.

Uno a uno, fueron cayendo muertos al recibir las flechas metálicas, incluidas las dos mujeres. Del jefe me encargué yo, dándole primero en un hombro y luego en la espalda cuando intentaba huir, cayendo del caballo. Del resto, cuatro escaparon a caballo tendido.

. - a los caballos -grité desde la ventana. Luego bajé con el chico. Con unos silbidos, llegó el de los caballos a todo meter-.

Una vez subido a caballo y viendo que lo habían hecho media docena más, di otra orden.

. - Julio, tú y dos más quedaros en el pueblo y rematad a todo el que esté vivo. Los demás, síganme -dije saliendo en pos de los que escaparon.

Los que se quedaron en el pueblo, con la flecha preparada, fueron de uno en uno rematándolos. Solo había dos con vida y ninguno tuvo que matarlos Julio, pues los otros dos compañeros, mayores que él, tenían demasiado odio para importarles el rematarlos sin compasión, algo que se merecían cien veces solo de recordar lo que le hicieron a aquella mujer en la casa solitaria.

A los lobos los ensartaron con varias flechas más hasta que dejaron de moverse. A ellos sí que les disparó Julio, aun con el terror en el cuerpo al verlos tan fieros. Cuando todo quedó en silencio, él también respiró hondo.

Uno de los labriegos conocía un camino que acortaría la distancia hasta donde estaban acampados los bandidos y lo tomamos. Fue un acierto, pues al poco los vimos llegar hasta nosotros, pudiéndolos interceptar. Los recibimos a flechazo limpio, cayendo de sus monturas todos ellos. Ya en el suelo, yo mismo los remate con el sable, no quedando nadie con vida.

Se dieron voces de alegría y de alivio entre los que formaban la partida.

. - tranquilos, aún tenemos que llegarnos hasta la guarida. Quiero saber si quedan bandidos. Tened cuidado, si nos despistamos, pueden hacernos daño. Cuando falte un poco para llegar, dejamos los caballos y avanzamos a pie, luego cuando estén a tiro, nos los cargamos a flechazos. Mejor no entrar cuerpo a cuerpo porque ellos son más duchos con las espadas que la mayoría de vosotros.

Cabalgamos y reptamos hasta la guarida. Una vez vimos el campamento, comprobamos que no eran muchos los que quedaban, ninguno vigilando. Aquí y allá había hombres comiendo o follando con hembras. Dos de los tíos follaban entre ellos. En total había 7 hombres y cuatro mujeres.

Con una señal tensaron los arcos con las flechas. Cuando disparé a la pareja de tíos que se enculaban, vi que ensarté a ambos por el pecho con la misma flecha metálica, dejándolos pegados para siempre. El resto de arqueros dispararon sus flechas, cayendo uno tras otro fulminados. Cuando no vi que nadie se movía, dejé el arco y saqué el sable para adentrarme en la guarida. Mauricio me siguió de la misma manera, mientras el resto entraba también, pero con los arcos preparados a disparar de nuevo sus flechas.

De entre una de las tiendas salió un puto lobo rabioso que se me lanzó al cuello. Durante el vuelo del animal, también volaron flechas. Cuando el animal cayó encima de mí arrollándome, ya estaba muerto.

Me lo quité de encima y di con la cabeza las gracias a los arqueros que estuvieron rápidos en defenderme. Luego entré en la tienda. Había una mujer toda ensangrentada y sin pechos, los cuales estaban sobre una piedra. No dejé entrar a nadie, solo a Mauricio.

. - es mejor que no entréis, es algo que no debéis ver. ¿Falta del pueblo una mujer rubia con pecas en la cara?

. - no, amo. No conozco a ninguna así -dijo uno de los labriegos. El resto negó también con la cabeza-.

. - pues ahí hay una a la que le cortaron ambos pechos. Está atada de pies y manos. Puede que sea una de ellos que se volvería honrada y no les gustó. Sea como sea, es a la única que vamos a enterrar. Al resto le pegamos fuego. Mauricio, tapa a la infortunada mujer.

. - sí, amo.

. - usad uno de los carros para llevarnos todas las armas y comida que encontremos. También todo lo que sea valioso, lo repartiremos con el pueblo, que seguro es a quien se lo han robado. No os olvidéis de las flechas metálicas, gracia a las cuales hemos podido matar a los lobos. Nos servirán para otros lobos o animales de buen tamaño, como osos.

Yo mismo cogí una pala e hice el agujero de la mujer muerta por ellos, las que habíamos matado nosotros irían a la pila funeraria con los demás.

Una vez enterrada, recogimos y salimos de allí con destino al castillo el material y con destino al pueblo el resto de hombres a ayudar con los muertos que allí estaban.

Julio y los demás estaban charlando en uno de los portales cuando nos vieron llegar. Se levantaron y viendo que habíamos ganado, se alegraron gritando salves al amo libertador. Yo no les hice mucho caso y ordené coger lo de valor de los muertos y llevarlos fuera del pueblo y pegarles fuego. Luego todos regresamos al castillo.

Nos recibieron como recibían a las legiones romanas después de haber ganado una batalla importante. Ordené que sacrificaran varios animales para hacer una fiesta multitudinaria donde todo el mundo estaba invitado.

Durante dicha fiesta, donde me pusieron como si fuera un Dios reencarnado en hombre, Julio se me acercó a la mesa donde estaba con otros muchos más disfrutando de la fiesta y de la comida.

. - amo, ¿puedo hablar con vos?

. - ¿de qué se trata, Julio?

. - es privado.

. - hoy no hay nada privado, Julio. Dime de que se trata.

El chico acercó su boca a mi oído y me dijo que teníamos pendiente el mamarme la polla, que lo habíamos dejado a medias al llegar los bandidos.

Del mismo modo le hablé yo a su oído. Entonces el chico se aterró mirando al resto de comensales de la mesa.

Con una señal de mi cabeza, le insté a hacer lo que le había pedido.

Tragó saliva y se acercó. Luego se arrodilló ante mi silla y le dejé que me la sacara fuera para ponerse a mamármela delante de todo el mundo. Las risas fueron oídas por el chico, que no levantaba la cabeza ni para coger aire. Al rato todo el mundo siguió con lo que estaba haciendo o diciendo, como si aquello no fuera nada del otro mundo. Eso de que se la mamaran al amo delante del resto no era noticia ni allí, ni en ningún sitio. Ya quisiera más de uno estar con la polla del amo en su boca.

Cuando Julio me hizo correr en su garganta, siguió hasta no dejarme ni gota. Luego se levantó y cogiéndole la boca, se la besé en busca de algo de mi corrida, pero no, se la había tragado toda, entonces allí mismo le saqué su polla y me la tragué, dándole placer hasta que se corrió en mi boca. Una vez limpia su polla, nos volvimos a besar largamente.

. - siéntate Julio y disfruta de la velada.

. - gracias, amo.

Yo mismo le di un buen trozo de carne que el chico se comió sin mirar a nadie.

. - alcalde -dije desde mi asiento-.

. - ¿sí, amo?

. - se encargará usted de entregar al pueblo los bienes que les cogimos a los bandidos. Deje en el castillo lo que son armas. Lo demás, comidas, monedas y joyas, son para repartirlas. En cuanto a la seguridad del castillo, póngase en contacto con Samuel para añadir al personal de seguridad soldados que sean del pueblo.

. - gracias, amo. Así lo haré. Tres vivas por el amo Salvador. Hip, hip, hip, viva, hip, hip, hip, viva, hip…

La fiesta duró hasta la madrugada. Al día siguiente fueron regresando los hombres, mujeres y ganado al pueblo, así como la comida metida en el castillo con anterioridad para salvaguardarla de los bandidos. Todos se fueron a sus quehaceres habituales, pues la vida seguía dentro y fuera del castillo. Algunos hombres decidieron quedarse como soldados sin marchar al pueblo, uno de ellos fue Julio. Cuando lo vi después de dar una vuelta por el castillo, lo llamé a mi presencia.

. - ¿qué haces aun aquí, Julio?

. - amo, me quedo como soldado suyo. Quiero estar cerca de usted.

. - Julio, ¿no te habrás enamorado de mí?

. - sí, amo. ¿Es malo?

. - no, no lo es, Julio. ¿Pero no tienes a nadie en el pueblo?, ¿Una chiquita con quien pasarlo bien y formar una familia?

. - bueno, conozco a una chica que me gusta un rato, pero usted me gusta más.

. - Julio, ¿te das cuenta que tarde o temprano tendré que usar tu culo?

. - sí, amo. Me doy cuenta y es suyo.

. - pero no te dije…

. - lo sé, amo, pero quiero entregárselo antes de que me lo pida.

. - te lo agradezco. No es normal y te lo agradezco. Te tomo la palabra y para que veas que soy agradecido, tráete a tu chica al castillo, hará trabajos aquí y así estaréis juntos. Eso sí, tendrás que prestármela de vez en cuando.

. - gracias, amo. Es más, de lo que hubiera podido imaginar. Estará gustosa de servirle en la cama cuantas veces la solicite.

. - bien, entonces no hay más que hablar. Tráela cuando quieras.

. - gracias, amo. Iré ahora mismo. Se fue con sus padres esta mañana.

El chico salió disparado y sonreí. No sabía dónde se había metido, sobre todo su culo y el de su amada…

La liberación del pueblo y del castillo de los bandidos que los asolaban corrió como la pólvora por los pueblos y castillos aledaños. Otros señores supieron que había un nuevo amo en el castillo y estaban que se subían por las paredes por enviarme a sus hijas casaderas para así agrandar sus fincas y fortunas.

. - Otra carta amo -dijo Flora- Esta vez es del Marqués de la Pomada, tiene tantas tierras como vos, amo. Dice que envía a sus dos hijas casaderas para que las conozca mejor.

. - ¿son con derecho a roce, querida?

. - por supuesto, amo. Antes hay que catar el material. Si le gusta alguna, nos la entrega en bandeja.

. - no es listo el tío ni nada. ¿Es normal esto de enviar a las hijas a que las disfrute para así saber si me gusta alguna y así pedirlas en matrimonio?

. - amo, sois lo que se dice un buen partido. Estáis buenísimo y no tenéis familiares ni por encima, ni por debajo. Ya me entiende. Si os pasara algo, todo sería para la afortunada consorte.

. - entiendo. ¿Hasta dónde puedo llegar con esas hijas que sus padres me envían?, ¿las puedo poner en ridículo en público, por ejemplo?

. - más bien no. Sería considerado como una ofensa y no nos interesa enemistarnos con nadie. Eso sí, en su alcoba, las podéis humillar cuanto queráis. Si salen corriendo, nadie os importunará, pues ha sido en la intimidad.

. - de acuerdo. En cuanto llegue alguna de esas damas, hágamelo saber. A lo mejor, hasta me gusta alguna.

. - sí, amo -dijo sonriendo y sacándose las tetas, las cuales cogí y mamé frugalmente, para después irme directamente a su chumino a comer almeja sabrosa.

Al poco tocaron con respeto en la puerta de la habitación. La gorda de la almeja se enfureció al ser molestado su amo cuando le comía el chichi. Di el permiso y entró Julio con una joven temerosa de Dios.

. - amo, lo siento, volveremos más tarde.

. - para nada, Julio. Pasa. Flora, regrese con sus quehaceres.

. - sí, amo -dijo mirando a los dos chicos con cara de pocas pulgas-.

. - Flora, regrese.

. - ¿si, amo?

. - Flora, no tendrá celos a estas alturas, ¿verdad?

. - no, amo.

. - eso me parecía a mí. A esta chica le da un trabajo en la casa y no me la maltrate, ni a ella, ni a nadie. Recuerde, mandar no es maltratar.

. - sí, amo. Descuide, amo.

. - acercaros, chicos.

Julio casi empujó a su amada.

. - ¿cómo te llamas, cariño y qué edad tienes?

. - Amada, amo salvador. Tengo 19 años.

. - Amada, bonito nombre -joder con el nombrecito- Julio, Amada, ¿ya lo habéis hecho entre los dos?

La chica se sonrojó. Fue Julio quien habló.

. - no, amo. Aún no.

. - perfecto. Hoy os estrenaréis. Desnudaros y subid a la cama.

Ambos amantes tragaron saliva y no tuvieron más que hacer lo que pedí, pues un deseo mío era una orden.

Se desnudaron. Vi que la chica tenía un cuerpo perfecto. Los de ambos, eran cuerpos bien bonitos.

. - vamos, como si yo no estuviera aquí, Julio, Amada. Disfrutad.

Julio se lanzó a por su amada, Amada. Lo primero fueron sus pechos y de inmediato se fue a su coño, el cual lamió hasta hacer correrse a la chica. Yo, viendo el culo de Julio tan hermoso, me acerqué a él.

Cuando mi lengua comenzó a comerle los huevos, Julio se tensó, pero al poco se olvidó de mi lengua y continuó con el coño de su amada. Pronto Julio empezó a penetrar a la chica, ante los gritos por parte de ella. Las entradas y salidas de Julio no eran suaves precisamente.

. - no seas violento, Julio. Recuerda que es la primera vez y es la que va a ser tu esposa. Cuídala y ella te cuidará a ti.

. - sí, amo -el chico aminoró la velocidad de entrada. Entonces mi lengua continuó con su ojete, para después colocarme encima de él y con mi polla bien duda, me puse, excepcionalmente, uno capuchón de tripas de cerdo en mi polla y comencé a penetrarlo-.

El chico también gritó de dolor, pero menos, pues no continué penetrándolo hasta que bajó el dolor culero.

Cuando bajó dicho dolor, continué metiéndole la polla hasta el fondo y allí se la dejé. Ambas pollas estaban metidas en diferentes agujeros y ambas pollas estaban detenidas. Solo cuando el chico continuó, lo hice yo también en su culo.

Al rato me salí de Julio y el chico, de su futura esposa. Entonces me tendí y sacándome el capuchón de cerdo, que tiré en un cubo que había allí para ello, invité a Amada a sentarse sobre mi tranca. Miró a Julio y éste la instó a ello, pues debían darle placer al amo del castillo como era preceptivo.

Julio ayudó a Amada a sentarse en mi rabo hasta tragárselo todo, con gran dolor por su parte, pues mi polla era una señora ídem.

Poco a poco la chica fue subiendo y bajando para disfrute mío, que no suyo. En eso, Julio vio la oportunidad de seguir disfrutando de Amada y haciéndola hacia adelante, se la enterró en todo su culo, ante el grito de agonía de la chica.

. - de nuevo has sido violento, Julio. Respeta para que te respeten. Fóllatela con delicadeza, te recuerdo que es la primera vez que tiene algo tan sabroso en su culo.

. - sí, amo. Lo siento, amo.

. - pídele perdón a ella, no a mí.

. - perdona, querida.

. - no importa, amor. No importa… -decía con la boca chica, pero internamente, se estaba cagando en la madre que parió de su futuro marido. Si es que lo iba ser, pues como siguiera maltratándole sus agujeros…

Ante este permiso explícito de la chica, Julio se la folló como Dios manda, como si fuera la veinteava vez que le daba por culo, a toda vela. Este chico no aprendía.

A la chica le rechinaban los dientes. Aun así, aguantó como una jabata y no queriendo meterle mi lechada en su vagina, intercambiamos agujeros, regalándome el culo de la chica para disgusto suyo, pues mi polla era mayor que la de Julio. Aun así, ya no había vuelta atrás y tendría que acostumbrarse a tenerme dentro de ella, como también Julio.

Sea como sea, Julio eyaculó en la vagina de su amada y yo en la boca de ella, para después mi polla y a del chico ser limpiadas por la boquita de porcelana de la chica, la cual durmió, junto con Julio, en mi cama conmigo, recibiendo ambos, varias raciones de mi portentosa polla y por ambos agujeros, ella.

Una semana después y estando en la casa del alcalde, le mamaba la polla delante de su esposa, que se estaba haciendo una paja a petición mía delante nuestra.

. - busque un par de profesores para enseñar a leer y escribir a todo el mundo. Los alumnos serán los del pueblo y los del castillo. Empezad por los niños, luego iréis avanzando hasta la totalidad de habitantes de mis tierras. Que sea un matrimonio de profesores.

. - bien amo, los buscaré. ¿Lo pagará el pueblo o el castillo?

. - el castillo se hará cargo de su minuta. Tampoco busque un par de eruditos, que, para enseñar a leer y escribir, tampoco hace falta tanto. Eso sí, vivirán aquí y por tanto seré sus dueños y señor también. Ya me entiende por donde voy.

. - por supuesto, amo. Con derecho de pernada.

. - así es. No estaría bien que unos sí y otros no.

. - ¿algún sexo en particular?

. - le he dicho una pareja, hombre. ¿Dónde tiene la cabeza?

. - la tiene usted amo en su boca. Disculpe, me he pasado.

. - no pasa nada. Su polla es bien sabrosa, alcalde, como es también el coño de su mujer.

Dejé su polla como una rosa y me llegué hasta la alcaldesa consorte. Le aparté la mano de su chumino y metí allí mi lengua, la cual disfruté comiéndome su chichi, para después cogerle ambas piernas y levantándoselas, encajársela hasta el tronco.

. - no se quede ahí como un pasmarote. Use mi trasero para descargar esa polla suya.

El alcalde se vino hacia mi culo y después de pasarme la mano por entre las piernas y el culo, me la clavó hasta el fondo también. Me dio polla mientras yo lo hacía con su esposa, a la cual, después de darle la vuelta, dejé mi lechita en su sabroso culo, para después tomarme mi corrida y seguidamente la hembra dedicarse la mujer a comernos los dos, las pollas. El chumino de ella me lo serví luego yo en bandeja y mi culo el alcalde con su boca.

Salí de allí dejándolos servidos a los dos y a mí mismo también.

. - Las señoritas hijas del Marqués de la Pomada, amo -dijo Samuel, según vio el carruaje protegido por seis lanceros uniformados y con cuatro caballos bellamente adornados que tiraban del vehículo.

. - eso sí es lujo, lo demás son historias -bajé de la torre y me acerqué al patio del castillo a recibirlas-.

Una vez ante mí, se inclinaron como si fuera alguien superior y ellas unas vagabundas, pero no, eran dos preciosidades en cuerpos, que no en cara. Una de ellas, pues que no era guapa, no señor.

. - sed bienvenidas a mi castillo.

. - gracias, Marqués de Morales -dijeron ambas volviendo a agacharse-.

Vaya, ya ni me acordaba que yo también era un puto marqués y Marqués de Morales, nada menos. Bueno, mejor que mejor. Ordené a Flora a que llevara a mis invitadas a sus aposentos. Ellas fueron con la gorda Flora y Samuel cuidó de los lanceros y de los animales de éstos y del carruaje. Luego me llegué hasta la habitación de la más guapa de las dos damiselas.

Toqué con educación y esperé el pase de entrada. Cuando lo tuve, entré.

. - vaya, no lo esperaba tan pronto -dijo la chica aun con la ropa a medio cambiar. Estaba siendo ayudada por Amada para quitarle el corsé y resto de la ropa-.

. - déjanos solos, Amada. Ya me encargo yo de la dama.

. - sí, amo -dijo ella con una reverencia, según le habían enseñado ante desconocidas-.

. - permítame que la ayude.

. - cómo no, si va a ser mi esposo…

. - no tan rápido, cariño. ¿Cómo os llamáis? -le pregunté según aflojaba aquella arma de tortura que se ponían las mujeres ricas-.

. - Luisa.

. - ¿y tu hermana?

. - ¿la fea de mi hermana?, Juana, como Juana la Loca.

. - vaya, no parece que te guste mucho tu hermana.

. - no sabe lo que es estar al lado de algo tan feo y no poder quitármela de encima…

Conseguí quitarle el corsé. Sus pechos eran bien hermosos como el resto de su cuerpo, pero no su boca, que destilaba odio hacia los demás, sobre todo hacia su hermana. Pero ya que estaba aquí…

(Parte 11 de 31)

FIN