El amante canino que complacia a una pareja
Bartolo, mi perrito sabe darnos gusto al matrimonio.
El amante canino que complacía a una pareja.
Esta historia es continuación de "Bartolo ,mi amante canino" y "Gatita y perro", si bien se puede leer de manera independiente , es aconsejable leer las narraciones anteriores.
" Cielo , eres una joyita"- dijo mi marido tras desayunar el café con leche, el jugo de naranja y las dos medias lunas, una de grasa y otra de manteca que le había llevado a la cama. Estaba atractivo, desnudo , cubierto sólo por la sábana. "¿ Qué plan quieres que hagamos hoy, que estamos sin niño?. Seguro que Carlos nos llama para cenar, pero hasta entonces un poco de sexo no vendría mal"
Le guiñé un ojo, sonreí y con mi voz más cálida le respondí:
" Hoy tu gatita te tiene preparadas muchas sorpresas"- me quité la túnica y quedé ante él con las sandalias de taco alto, la colaless, el corsé de cuero negro que me deja los senos al aire, y me da más forma de guitarra, apretando la cintura y marcando las caderas y las nalgas. Me había puesto los aros en los pezones erectos, y eso indicaba que la cosa iba ir de perversión.
"Bartolo"- llamé y en segundos llegó el caniche, bolita de pelo, ojos de carbón y maestro en placeres. Verme , olerme y comenzar a intentar coger con mi pierna fue todo uno. Me mojó la piel con el flujo de su pene, yo miraba a Lalo, como Lauren Bacall a Bogart, de abajo arriba, y con sonrisa ambigua.
"Ese perro es un vicioso"- la polla se le había levantado, viendo el espectáculo del perro calenturiento.
" Vas a ver lo que sabe hacer el pequeñín"- le respondí mientras me tumbaba boca abajo a los pies de la cama. Bartolo comenzó a lamerme las piernas , subiendo hasta los muslos y atacando a continuación mis redondas nalgas.
Mi marido se tocaba el miembro excitado, y yo totalmente empapada, giré para que el perro pudiera disfrutar de mi jugosa concha apenas cubierta por la minibombacha. Cuando su lengua atacó a mi monte de Venus, me dejé ir. Quería que Lalo viera como me venía.
Tras el show , me levanté y me paré ante él. Tenía la verga apuntando al cielo, aparté mi tanga y me empalé en su dura asta y cabalgué hasta que su leche me inundó.
"Lo bien que estamos y mira al pobrecito de Bartolo"- el animal intentaba coger al osito de peluche, regalo de mi marido, que estaba caído en el suelo.- " Habrá que aliviarlo de sus tensiones"- le susurré entre mimosa y perversa.
Le agarré para subirle a la cama, babeaba y su reluciente glande sonrosado era una estrella en su vientre.
Con tres dedos le masturbé y al poco su leche se derramó sobre mis senos.
" Tenemos un juguete para los dos, está enseñado para dar placer. No sabes lo que es capaz de hacer con la lengua. Estoy convencida que la chupa mejor que yo"
" Veo que has pensado en una orgía a tres. Eres una degenerada, perversa, lujuriosa y viciosa esposa que sabes ser más puta que la mayor de las putas"
Sus palabras me sonaron a música halagadora. Que te diga esas cosas tu marido hacen que se te esponje la concha.
" Vas a tener que tomar algo, que te espera un día duro"- le mimoseé, mientras le mordía la oreja. Nos quedamos abrazados en la cama, acariciándonos con dulzura. Se está bien después de coger , sabiendo que espera una larga sesión.
" Voy a tener que ducharme, tengo la leche de ayer, la de hoy y la del perro. ¿Me ayudas?"
Me encanta ducharme con mi marido, que me enjabone, me aclare , todo ello con una mezcla de caricias y masajes. Cuando acabó de limpiarme la concha, sabía que me tocaba a mí. Con el gorro de baño en la cabeza para no mojarme el pelo , lavado el día anterior en la peluquería, tenía un aspecto extraño, divertido, mientras llenaba mis manos de gel.
Recorrí toda su piel , deslizando el jabón liquido, dejé que el agua lo sacara, me tocaba tratar sus partes íntimas. Su pija agradeció el lavado profundo, sobre todo cuando ataqué el prepucio, dejándolo listo para cualquier revista.
Apoyó las manos en la pared, me dio la espalda, el agua caía sobre nosotros, pasé mi pulgar por el valle de sus nalgas , un par de veces , muy despacio. Cambié por el índice y me entretuve en jugar con su puerta oscura, distendiéndola, metiendo el dedo con dulzura. Gimió de placer, jugué un poco, volvía a estar dispuesto. Lo saqué y lo lavé.
"Cielo, nos queda mucho día".
Secos, envueltos en los albornoces, con el mate y el cigarrillo , comentamos el plan del día. Cedió en que yo decidiera todo lo que íbamos a hacer, me puso una condición: un día teníamos que hacer un trío que la putita de su cliente. Me pareció tan delicioso que acepté encantada, todo era beneficio.
Nos fuimos a la plaza Armenia a tomar y comer algo, a modo de almuerzo, mi marido con una remera verde de manga larga y unos pantalones beige de pana, yo con una camisa mil rayas , azules y blancas y una pollera azul oscuro, justo por encima de la rodilla , ambas prendas con suficiente número de botones, que te permiten dejar algunos sin abrochar y despertar lujuria con lo que se enseña.
Éramos la estampa de una pareja burgués con perrito de raza. Tomamos un pinta de cerveza él, yo media y comimos una ensalada verde, una salchicha parrillera y medio asado de tira. Le dimos algunos pequeños pedazos de carne a Bartolo.
Tras los cafés emprendimos un paseo de regreso a casa. Al entrar , Lalo me preguntó: "¿Qué quieres que haga?".
" Trae un toallón, extiéndelo en el piso, y desnúdate." Mientras cumplía mis ordenes, fui a la alcoba por un forro, están en el velador por si los necesitamos para el sexo anal. Es lo más higiénico.
Al volver estaba desnudo tumbado sobre la toalla.
"Ponéte boca abajo"- Lo hizo, y yo que tenía al caniche en los brazos , lo puse en el suelo.
Se lanzó sobre mi marido, y comenzó a lamerlo. Era un maestro bien enseñado, iba lento pero con lametazos rápidos, la espalda , los pies , las pantorrillas y los muslos.
Yo, parada, vestida, observaba. Era súper excitante, me notaba mojada. Cuando se colocó , apoyado en la parte alta de sus piernas, y atacó sus nalgas, jugando con lengua y dientes, decidí que era el momento de tocarme yo. Me abría la pollera, y mi mano se introdujo dentro de la bombacha buscando mi templo.
Me masturbaba, excitada por el espectáculo porno, cuando Lalo dio la voz de alarma.
"Quítame al perro de encima , que me va a encular."
Salí de mi placer al comprobar que el caniche había dejado de lamer y con su pija en ristre salía por los aires ante la reacción de mi marido, que se había puesto de pie de un salto.
" Tony lo tiene enseñado, porque lame muy bien. Pero a mí , por detrás, sólo tus dedos , mi niña"
Me reí ante la situación, el hombre y la bestiecita empalmados, pero sin querer acabar de congeniar.
" Cariño, no te enfades, deja que Bartolo siga dándote placer, pero no por tu sacro trasero. Ponete boca arriba y verás lo que te hace. Recuerda que me has prometido obedecer"
No muy convencido, pero disciplinado, se volvió a tumbar , con su miembro en apunten. Le puse el preservativo, la higiene siempre es buena, y la lengua de perro , vete a saber qué te puede contagiar.
Coloqué al caniche sobre su pecho, me paré ante ellos y me saqué la pollera para poder acariciarme mejor.
El perrito le atacó los pectorales, le mordisqueó y lamió los pezones, mi marido estaba totalmente empalmado, y yo masturbándome en la gloria. El perverso animal fue andando, sin caerse, por el torso de mi hombre hasta que su verga enfundada quedó a su alcance. Y la chupeteó, el condón que le había puesto era con sabor a chocolate, no `parecía que el cambio del salado de la piel por el amargo del preservativo le importara, creo que le motivó aún más.
La lengua era como un pequeño vibrador que se fue concentrando en su glande. Lalo no pudo más.
"Perro de mierdaaa "musitó mientras la leche llenaba el forro.
"Mírame"- le pedí, mientras mis dedos me llevaban al final parada ante él.
Largué al caniche a la terraza, dejándole el osito de peluche para que jugara, nosotros quedamos tumbados en el salón, besuqueantes como dos amantes eternos.
" Ese Tony tiene un caniche de circo porno"-
"Cómo se lo montará tu gine"
Comentando y fantaseando, con un gin tonic que nos servimos, estuvimos un buen rato. Sonó el celular de Lalo.
"Carlos y Nicole , que han estado en los outlets, y vienen para Palermo. Dicen que si queremos tomar algo con ellos, mientras acaban las compras."
" Para mí, que mi paisana, le ha sacado un vestuario nuevo a tu amigo. Ahora la chica lo merece"- contesté , pensando en la propuesta de mi marido de hacer un trío con ella, iba a ser delicioso.
Nos duchamos para quitarnos el sudor y el olor a sexo, y volvimos a ponernos la misma ropa que por la mañana.
Enseguida estuvimos sentados en una terraza de la plaza. Iban vestidos igual, camisa rosa y jean. Nicole era una belleza que llamaba la atención.
Pedimos unos camparis, la muchacha me dio un paquetito.
" Es un regalo nuestro , es de Caro Cuore, estaba de oferta , una minucia"- dijo con picardía- "y lo van a disfrutar ambos. Pero no lo abras acá , déjalo para cuando llegues a casa"
Iba cargada de paquetes , habían hecho una excursión por la zona con bastantes presas.
" No creas que son todos para mí, le he ayudado a los regalos de su mujer"
Estaba alegre, y el español la miraba atontado, era una llama de vida , hermosa y chispeante.
"Mientras pagás , nosotras nos vamos a hacer la última compra. Buscad mesa en un sitio cercano y bueno. Os llamaremos para que nos hagas un regalito, que va ser para vosotros , viciosillos."
Nos levantamos las mujeres y del brazo como dos amigas de la infancia , me llevó a una lencería nueva de Serrano. Yo la conocía de vidriera, pero no había entrado nunca a comprar. Es atrevida, pero no era eso lo que me había echado para atrás, eran los precios.
La mujer que nos atendió, nos miraba como a dos colegialas haciendo picardías.
" Entrá en el probador , mientras nosotras elegimos lo que nos van a regalar los chicos"
Me vuelven loca las tiendas de lencería, y la situación con mi bella y reciente amiga me excitaba mucho. Me desnudé, quedando sólo con la bombacha.
Entró como un torbellino.
" Probate esto, yo he elegido lo misma"- me dijo mientras comenzaba a quitarse la ropa.
Las prendas eran gris perla, unas medias para usar sin liguero, que quedaban a medio muslo, un culotte transparente, excepto en la estricta zona de la concha, y un corpiño, de aros, que levantaba los senos, haciendo un canalillo perfecto.
Nos miramos las dos.
" Ande , pase a ver dos bombas"- llamó a la dependienta.
" Están supersexys"- dijo la mujer- " Ahora les traigo la otra prenda que han pedido"
Volvió con dos camisones blancos, eran preciosos de seda, que sólo amortiguaban la visión de la carne, largos. Pensé que con ellos podíamos parecer dos vírgenes voluptuosas.
"No hace falta probarlos, son una maravilla y veo que has dado con mi talla"
"Preparo dos paquetes , ¿ van a llevarse puesto lo que han comparado?"
" No, es la sorpresa para esta noche. Ahora nos cambiamos y pagamos"
Salió la mujer, y nos volvimos a poner lo que habíamos traído. No pudimos evitar que rozaran nuestras pieles desnudas, a ambas se nos erizaron aún más los pezones.
" Llama a tu marido, para que venga Carlos a pagar"
La obedecí, me apetecía que el gallego me comprara algo sensual, me hacía sentirme puta como mi amiga.
" Mi marido para dejarme ser su ama hoy, me ha pedido que hagamos un trío."
" Y a vos, ¿ qué te parece?"
" Me ratonea, he dicho que si"
" A mi me diviertes, sos morbosa, una casadita burguesa con ganas de joda. Suelo cobrar 1000, pero lo hago por 500, siempre que sea al mediodía, y que nosotras le esperemos a tu marido en el telo, jugando antes"
Me besó, al sentir sus labios en los míos, y su lengua buscando la mía, me entregué en la devolución de su caricia.
" Vamos a poner a estos dos gallegos a mil"- dijo mientras me desabrochaba dos botones de la blusa, dejando a la vista parte de mis senos.
Carlos llegó, pagó y nos guió al restaurante, se le veía orgulloso de las hembras que le acompañaban.
Cenamos en el jardín , poca comida y mucho alcohol, las insinuaciones constantes, las caricias disimuladas pero morbosas. Me tocaron y toqué, a mi marido , a Carlos y a Nicole. La mano del gallego era dominante cuando se abrió paso en la pollera buscando mi muslo, me ponía, yo desinhibida le puse los dedos en la entrepierna, estaba caliente y poderoso. Las chicas entre risas, nos besábamos cómplices, como adolescentes juguetonas. La temperatura erótica estaba a punto de ebullición.
Pagó mi marido, nos besamos en la boca al despedirnos. Cada una con su pareja, camino de una noche de sexo.
En el corto recorrido hasta el departamento, Lalo yo fuimos abrazados como dos novios jóvenes camino del motel. En el ascensor quiso meterme mano, no le dejé.
" He quedado con Nicole , le gustamos y nos hace rebaja en el precio, así que pórtate bien y obedece"
" Si, mi ama"
Al entrar , yo primero y él detrás, fui a la terraza , nuestro amigo se lo había vuelto a hacer, ensuciando el balcón.
" Límpialo , y después de te desnudas y esperas parado, hasta que yo vuelva"·- le ordené.
En el dormitorio busqué el collar y la fusta, la había comprado en una talabartería, pensando en jugar a sumisa, escocía , te ponía la carne ardiendo pero no dejaba marca, me había dado algún golpe con ella para probarla y ahora la iba a estrenar de ama.
Me miré en el espejo al quedarme desnuda, me gustaba lo que reflejaba, al tocarme la concha, comprobé que estaba empapada. Fui al salón. Allí me esperaban Lalo y Bartolo.
" Ponte el collar, no puedes hablar, solo ladrar como mi perro grandón que sos. Y haz bien lo que te diga o te daré unos zurriagazos. Me traes una toalla y a cuatro patas"
Salio a lo perruno, y volvió con la tela en la boca.
" Muy bien, así me gusta que obedezcas"
La extendía en una silla, agarré al caniche y me senté apenas apoyando las nalgas, dejando todo mi sexo al aire.
" Lámeme mi gran danés"- mi marido se ubicó entre mis muslos y quiso comerme la concha. Le pegué con la fusta.
" Así no, perro vicioso. Empieza por los tobillos"- le volví a golpear.
Y colocando a Bartolo sobre mis pechos, cerré los ojos. Me dejé hacer, los dos lamían, sentía sus lenguas, que erizaban mi piel. Imaginaba a un perro enorme comiendo mis piernas, mientras mis senos estaban sometidos a las mas dulces caricias.
Mis pezones querían estallar, sentía mis flujos mojando la toalla, y en la nirvana un GUAUUU, me hizo abrir los ojos.
Mi marido, a cuatro patas, entre mis muslos, me miraba lujurioso pidiendo permiso para atacar mi sexo. Estaba hermoso, con su collar, su verga dura, sus ojos hambrientos.
Le agarré por el collar y metí su cabeza contra mi vientre. La lengua recorrió mis labios y luego siguió jugando. Volví a cerrar los ojos, quería que el placer viniera de la piel, de la carne atormentada con tanta lascivia.
Sabía que una ola enorme me iba a llevar, la esperaba. Cuando mi macho me rozó el clítoris, estallé.
Las lamidas en las tetas, los pequeños mordiscos y la lengua que trabajaba mi punto rosado me llevaban de orgasmo en orgasmo, en una sucesión de explosiones, cada vez más largas y fuertes. Pensé que me iba a desmayar. No aguantaba más placer.
Les separé de un empujón, tardé en poder verlos, tenía la vista nublada.
Me levanté y fui al sillón, recosté mi cuerpo en él, apoyando las rodillas en el suelo.
" Coge a tu ama, gran danés"- ordené.
Mi marido vino a cuatro patas , al tenerme a tiro, se puso en cuclillas y me la metió sin miramientos. Jadeaba, empujaba, gruñía y me mordía la espalda, con los ojos cerrados tenía la sensación que una bestia me cogía. Me dejé llevar por la lascivia, sabía que el polvo iba a ser largo, un hombre de cuarenta la tercera salida de leche en un día tarda, así que me puse a disfrutarlo.
A cada orgasmo mío, me mordía y ladraba, empujando más y más adentro su verga en mí.
Hizo un extraño movimiento , como apartando algo, y vi a Bartolo rodando por el piso. El pobrecito debía haberse animado y querer volver a encularle.
Se acercó al sofá, le subí y alegre comenzó a lamerme la cara. Yo quería más. Tenía las manos libres así que lo puse frente a mí para masturbarle.
Mi gran danés empezó a bombear como un poseso, cada vez más rápido, mi mano siguió el ritmo con la pijita del caniche. Los ladridos de mi marido y los gemidos de mi pequeñín aumentaron y se sincoparon. La leche de mi hombre empezó a brotar. Una idea me asaltó como un rayo: el perro me iba a manchar el sillón. No tuve tiempo de pensar otra alternativa, me metí su pito en la boca, y como si fuera un pequeño botijo lo chupé hasta que derramó su néctar.
"Pero que reputa eres"- dijo mi marido, tumbado sobre mi espalda.
" Cariño, iba a manchar el sofá. No tenía más remedio"
"Tienes unas justificaciones para excojonarse . Anda, gatita, deja a ese en el balcón y vamos a la cama"
Tumbados, abrazados, cariñosos Lalo me dijo al oído:
" Mañana nos traen al niño, y hay que devolver al perro. Volveremos a la rutina, deliciosa pero "
" Nos queda el trío con Nicole, y contigo no hay rutina sólo placer.."
" Algún día vas a ser tu la perra y ya veras lo que te hago"
Nos besamos y si darnos cuenta nos quedamos dormidos.