El Alma de Candela

MicroRelato No Erótico. Cómo odiar aquello que se ama sin remedio...

EL  ALMA  DE  CANDELA

Mi nombre es Candela. Soy hija de Buenos Aires y casada con Barcelona. He sido feliz, lo considero así, aún habiendo vivido en la triste lejanía. Amo y maldigo la tierra que me vio nacer; sus montes, sus prados y a toda esa gente que a lomos de mi madre Argentina sacó provecho. Maldigo mi tierra, la maldigo, si, por no haberme dado cobijo y obligarme a vagar por el mundo buscando un pedacito de pan.

Caminando por mil lugares, hallé la sonrisa amorosa en el rostro de un hombre bueno, que me ayudó a echar raíces en una tierra que nada sabía de mí. Barcelona y yo comenzamos una relación, al principio dificultosa, como es normal, y nos fuimos conociendo día a día, vida a vida, atándonos la una a la otra hasta estos instantes en los que la muerte me ronda, me come terreno poco a poco.

Me muero, mamita, me muero sin que mis ojos te puedan volver a ver.

Argentina... ¿Quién de las dos debe pedir perdón? ¿Yo que te llegué a odiar amándote o tú que no fuiste una buena madre para mí?

Recuerdo mi niñez, cuando nada sabía y en todo creía, jugando por las calles de mi barrio bonaerense, riendo sin miedo y con mi hambre saciada. ¿Qué queda de esa niña, mamá? ¿Qué queda de tu esencia? ¿Acaso es corrupta?

Aquí he ido curando las heridas que me dejó tu desamor, mamá, aunque nunca dejé de amarte. Encontré otro amor, en calles nuevas con historias diferentes, que apaciguó mi dolor. Mi alma está en paz, si, mamá. Ahora ya no hay rencor, ahora que, a mis cuarenta y tres años de vida, la muerte me viene a buscar.

He sido y soy feliz, y más lo seré cuando el viento me lleve de mi Barcelona a mi Buenos Aires y esta contradictoria alma mía se parta en dos para seguir amando lo que siempre amó.

Argentina, te pido perdón por mi odio y te perdono por dejarme ir. Gracias y de nada.

Ya estoy preparada para partir...

MISSHIVA©

A la luz de mi amiga Candela. Niña, te recordamos y te echamos de menos.

A todos los que deben dejar su país para ganarse el pan. Seguid luchando.