El acuerdo (5)

Fin de la evaluación de Sandra...

El acuerdo 5

Me has ordeñado bien puta... Pero no sabes apreciar lo bueno y has derramado mi leche.

Perdone Don Ramiro, es la primera vez que lo tengo que tragar y me ha sorprendido.

Recoge mi néctar y termina de tragártela. ¿Es que no te tragabas la leche de tu marido?

No él siempre terminaba en otro sitio... Confesó Sandra sofocándose de nuevo.

¡Qué desgraciado! Con lo buena puta que estás hecha y lo poco que te usó. Estás todavía con el rodaje sin hacer...

Sandra se azoró con las insensibles palabras de su jefe y no le contestó se limitó a agachar la cabeza denigrada y deshonrada. Don Ramiro, no sólo la rebajaba recordándole una y otra vez su condición, sino que por añadidura pisoteaba el buen recuerdo que tenía de su esposo. Esto último hacía que se sintiera aún más sucia, era peor que una mujerzuela de tres al cuarto, además de vender su cuerpo, ensuciaba la memoria de su esposo al revelar y confesar la intimidad de su alcoba. Pero antes de entrevistarse le habían recomendado que fuese sincera durante la entrevista y se sentía obligada a no mentirle. No es que le fuese a contar todo pero Don Ramiro parecía preguntar siempre las cuestiones más escabrosas y claro ante una pregunta directa... se sentía obligada a decir la verdad, por más que eso la envileciera.

Por otra parte, otro hecho la atormentaba y denigraba, estaba disfrutando de uno de los mejores polvos de su vida. "¿Cómo puedes disfrutar cacho puta?¡ Se está burlando de tu esposo!". El travieso dedo de Don Ramiro seguía jugueteando con su entrepierna y aunque no había podido emitir ningún gemido por lo atareada que estaba, su excitación era más que evidente, su coño comenzaba a chorrear de nuevo. Poco a poco, a fuego lento Don Ramiro iba doblegando y sometiendo la voluntad de Sandra sin que esta encontrara un resquicio donde aguardar los últimos restos de autoestima y dignidad; el orgullo hacía tiempo que se había desvanecido...

Vamos. Termina de comer y limpiarte guarra y limpia mi trabuco que aún te queda trabajo. Tenemos otros agujeros que evaluar.

Sandra recogió y relamió los restos de semen que bañaban su rostro y pecho con sus dedos y pudo saborear ahora que estaba menos ocupada su sabor. No le resultaba del todo desagradable aunque le repugnaba tener que tragarlo. Se sentía ultrajada al tener que obedecer las depravadas órdenes de su jefe.

¿Te gusta putita? ¿Te gusta la leche de macho?

Sí. Se atrevió a mentirle a su jefe, mientras su pulso se aceleraba temiendo ser descubierta en un renuncio.

A todas las putas las encanta el sabor de la lefa recién ordeñada. Por eso suele ser de los regalos más habituales de parte de los clientes. No te preocupes por tu suministro de leche. A partir de ahora recibirás tanta leche que podrás bañarte en ella.

Sandra prefirió no contestar a las soeces palabras de su patrón y se concentró ahora en limpiar su herramienta. Como hiciera antes comenzó lamiendo la tranca dedicando especial atención al glande, para luego comenzar a metérsela en la boca, para asegurarse de que se quedaba bien limpia...

UUUMMMMmmmm, trató de chillar Sandra amordazada por aquel trozo de carne.

No me estás mirando a los ojos, puta. ¿Tendré que enseñarte otra vez?

Sandra, mirando a su jefe, negó con la cabeza si soltar la maroma que la amarraba a su patrón. El pellizco de Don Ramiro había sido muy doloroso y Sandra intuyó que podrían serlo aún más...

Bien así me gusta zorra, que seas obediente. La obediencia es una cualidad indispensable en toda buena puta. ¿A ver si llegas al fondo como antes?

Solícita Sandra siguió las instrucciones recibidas y se enfundó, no sin esfuerzo, aquel mástil hasta las amígdalas y más allá. Pronto percibió cómo aquel enorme falo se endurecía de nuevo con sus atenciones bucales. Aunque no había dejado de estar erecto sí es cierto que había perdido cierta turgencia. Ahora de nuevo se erguía orgulloso en la plenitud de su potencia explorando la garganta de la chica. Más que carne a Sandra se le antojó mármol como si aquella verga perteneciese más a una estatua de Miguel Ángel que a un ser humano. De hecho lo único que la hacía humana era su calidez porque en dureza rivalizaban...

Don Ramiro entre orgulloso y satisfecho por la rápida respuesta de su tranca a las más que atentas actividades orales de Sandra, decidió probar otra cavidad del escultural cuerpo de su ramera. Deshaciendo el recogido de la chica y tirando de ella la conminó a ponerse de pie.

Creo que podemos dar por concluido tu examen oral. Con buena nota por cierto... Podemos disculpar el no haberte tragado todo a la primera, después de todo hay clientes para todo. Unos prefieren que sus putas aprecien el néctar de polla degustándolo sin perder una gota y otros prefieren aplicar su crema sobre vuestra piel, en especial cara y pechos. Tú te las has apañado para darme ambas demostraciones, enhorabuena. Aunque ha sido con suerte ¿no es así puta?

Sí ha sido con suerte, admitió Sandra abochornada.

Veamos cómo está ese coñito que tenemos.

Don Ramiro volvió a explorar la intimidad de Sandra que luchaba por no apartar su mirada. Estaba más que sobradamente preparada para recibir a su "hermano pequeño". Saboreó los jugos de su meretriz...

No me canso de saborearte mala pécora. ¿Lo estás disfrutando no?

Sí Don Ramiro folla usted muy bien.

La opinión de toda una profesional. -Dijo Don Ramiro con marcada ironía.- Claro que en tu caso no podemos decir que seas una experta... todavía. ¿Tienes algún otro agujero que ofrecerme zorra?

Sandra completamente sonrojada y sofocada por trato vejatorio de su jefe apenas pudo responderle de un modo audible. Con un hilo de voz le ofreció su coño.

¿Cómo has dicho, hablas muy bajo? Se te ha debido quedar algo de mi polla en tu garganta...

Tengo un coño para que lo disfrute. Dijo Sandra en un arranque de rabia.

Así que tenemos humos ¿eh? Respondió Don Ramiro enojado y dándole una fuerte cachetada. No me gustan las putas orgullosas, ¿entiendes? Si no te parece correcto el trato recibido ahí tienes la puerta, zorra. Hagas lo que hagas no dejarás de ser una mala puta.

Sandra prorrumpió en llantos y de rodillas le suplicó a su jefe que la perdonara, había sido un estúpido ataque de ira, los nervios la habían jugado una mala pasada.

Por favor Don Ramiro, no volverá a suceder. Usted ha visto que soy buena y obediente. No sé lo que me ha pasado. Lo necesito, necesito su ayuda y su dinero.

Está bien. Espero que no se repita, por tu bien. Una puta trabaja por dinero, el dinero es lo único importante, Bueno el dinero y el cliente que pone el dinero. Tú no estás para ser orgullosa o remilgosa porque lo que tú necesitas es el dinero no el cariño. El cariño es para las madres, las buenas esposas y las hijas. No para las desvergonzadas como tú que se ofrecen a cualquiera que pague por ellas. ¿Lo has entendido zorra?

Sí Don Ramiro, no soy más que una mala puta. Dijo entre sollozos.

Bien como comprenderás no puedo permitir que ninguna de mis zorras me deje en mal lugar y menos delante de un cliente. Así para asegurarme de que aprendes la lección tendré que castigarte. Aunque como esta ha sido tu primera vez no seremos muy severos contigo. Ponte sobre mis rodillas niña.

Sandra obedeció resignada, se reprochaba esa estúpida salida de tono. "Y si no te contrata y rompe el acuerdo...¿A dónde vas? Eres una estúpida. Debiste pensar en tu orgullo antes. Ahora ya es demasiado tarde. Hagas lo que hagas serás siempre una buscona." Don Ramiro advirtió el miedo en los ojos de su fulana. Eso era lo mejor, cuando te miraban arrepentidas y suplicantes tratando de evitar su implacable castigo. Sandra parecía haberse resignado dócilmente y se colocó en la posición indicada. Al hacerlo pudo sentir la envarada verga de su jefe rozando su pecho. Don Ramiro volvió a hurgar en su coño.

Estás caliente puta.

Sí Jefe, mucho.

Si no fueses una díscola zorra ya estarías disfrutando de tu premio.

Lo... lo siento mucho, de veras, Don Ramiro.

¿No suplicas clemencia?

Sandra estuvo tentada de hacerlo pero interiormente se consideraba merecedora del castigo. Prefería así expiar sus faltas, no sólo por su estúpido arranque de dignidad e ira, sino por mancillarse a sí misma y a su familia. Era una cualquiera y se merecía todo lo que le estaba pasando.

No señor. Soy una puta rebelde y merezco el castigo.

Bien. Cuéntalos y da las gracias, zorra.

Don Ramiro masajeó los firmes glúteos de su ramera y tras unos minutos así la azotó con mucha fuerza con su mano derecha. La piel se puso lívida al instante para ir tomando un tono rosado. Se apreciaban con nitidez la marca de los dedos.

¡¡¡AAAYYYY!!! Uno. Chilló Sandra.

No has dado las gracias, puta.

Don Ramiro volvió a palmearla con fuerza.

¡¡¡AAAYYY!!! Dos gracias.

Desde el principio puta. Los otros no valen por estar mal contados y añade señor.

PLAS.

¡¡¡AAAYYY!!! Uno gracias.

No has dicho señor, no vale.

Sandra lloraba, las nalgadas eran sonoras y dolorosas y aunque Don Ramiro había cambiado la zona de impacto esto no las hacía menos dolorosas... Y lo peor es que todavía iba por la primera...

PLAS

¡¡¡AAAYYY!!! Uno gracias, señor. Logró decir mientras se llevaba una mano a la boca para tratar de mitigar el dolor. Llevaba cuatro azotes y el culo le escocía. Don Ramiro no se retraía a la hora de darla con fuerza...

PLAS

¡¡¡AAAYYY!!! Dos gracias Señor.

¡¡¡AAAYYY!!! Tres gracias Señor.

¡¡¡AAAYYY!!! Cuatro gracias Señor.

Don Ramiro iba administrando los golpes a intervalos regulares apreciando cómo se iba coloreando paulatinamente el trasero de Sandra. Entre azote y azote se deleitaba acariciando y sobando sus nalgas viendo como éstas se calentaban y cómo la piel se blanqueaba alrededor de su manos cuando la apoyaba con fuerza. Este magreo no hacía sino incomodar aún más a Sandra pues aumentaba el escozor que producían loa azotes y además la hacía sentirse vejada y ultrajada. Los azotes se prolongaron durante un buen rato hasta llegar a los diez. Para entonces Sandra sólo percibía el dolor y trataba de evitar el llanto mordiéndose la mano.

Bien creo que de momento es suficiente. Por ser tu primera vez lo dejaremos en diez azotes. ¿Qué te parece puta?

Gracias Señor. Pro... procuraré ser buena, sumisa y obediente, Señor.

Espero que hayas aprendido la lección. Créeme esto no es un verdadero castigo. Ya sabrás lo que les pasa a las putas tercas y rebeldes cuando estés con tus compañeras...

Sí Señor. Lo siento Señor.

Don Ramiro dejó de manosear el trasero de la chica para comprobar el estado de su coño. Para su asombro éste estaba más empapado ahora, si cabe que antes de la azotaina.

¿Te gusta que te azoten y te castiguen zorra?

No... No lo sé Señor. Es la primera vez. Volvió a reconocer Sandra y sonrojándose por enésima vez.

Lo cierto es que ahora que habían cesado los azotes y disminuido el dolor las nuevas manipulaciones de Don Ramiro sobre su concha la habían calentado aún más que antes. Y si se mordía una mano ya no era para evitar chillar de dolor y rabia, sino para evitar gemir como una guarra. "Eres una cerda desvergonzada. Te gusta que te traten como a una perra en celo. Te mereces lo que te están haciendo golfa" Se recriminaba constantemente. Don Ramiro proseguía metiéndole un par de dedos en su vagina a la par que estimulaba su botoncito. "UUUFFFfff, este tío es un artista, me está poniendo a cien... AHHhh, ahí, ahí no pares... Cielos..." Sandra comenzaba a dejarse llevar por el placer que tan hábilmente le proporcionaba su jefe... Don Ramiro se detuvo en sus acciones e hizo que Sandra se incorporara; seguía teniendo la verga parada como una piedra.

Por dónde íbamos... Ah sí. ¿Tienes algún otro agujero que ofrecerme zorra?

Tengo este jugoso conejito para usted Don Ramiro.

Respondió Sandra sin ningún pudor al tiempo que se separaba las piernas y abría los labios de su coño. Estaba asumiendo su rol de puta, gracias a la enorme calentura. "Es un putón de primera. Sólo hay que calentarla un poco y esta zorra se tira a todo un regimiento". Pensó Don Ramiro.

A qué esperas para servírmelo puta. Mi estaca está lista para empalarlo.

Sandra se colocó abierta de piernas encima de aquel obelisco dispuesta a metérselo entero hasta las pelotas a pesar de su enorme tamaño. Apoyó sus manos sobre los hombros de Don Ramiro y se quedó mirándolo preguntándose qué sentiría con aquel cilindro en sus entrañas. Si había cabido en su boca tendría que caber en su coño aunque no las tenía todas consigo. Una pequeña parte de su mente le seguía recordando que ese aparato era tremendamente grueso y largo y estaba más duro que una piedra. "Mejor sería que fueses con cuidado" se dijo. Mientras que su lado salvaje dejándose arrastrar por la lujuria de su excitación le decía: "¿A qué esperas cacho puta? Métetela ya. Ni en tus mejores sueños te has encontrado con una pija como esta." Don Ramiro la sujetó por sus caderas y suavemente las fue haciendo descender guiando su verga hasta la cálida cueva que se escondía entre las piernas de su puta. Sandra separó sus labios para facilitar la entrada del falo. Cuando el glande rozó su clítoris no pudo evitar gemir.

OHHHhhhh.

Esto no es nada zorrita ya verás cuando la tengas enterrada.

Don Ramiro detuvo el descenso de Sandra y paseó su capullo por la entrada de su coño recorriendo sus labios adelante y atrás varias veces provocando nuevos gemidos en su puta. Volviendo a colocar su pija en la entrada hizo que Sandra descendiese un poco más hasta que pasó la cabeza. Los labios de Sandra se abrían y estiraban para abarcar aquel grueso capullo. Invitó a Sandra a que moviese sus caderas con movimientos circulares sin que su polla se saliese o entrara más profundamente en su vagina. Quería empalarla pero no tenía prisa. Sabía que su puta estaba bien caliente y quería hacerla sufrir...

Quería que Sandra le pidiese, que le suplicase que la follara. Sandra seguía gimiendo cada vez con más frecuencia; su vagina se ensanchaba acogiendo golosa el grueso aparato de su jefe. Don Ramiro en cambio veía cómo su verga era rodeada, atrapada, masajeada y casi succionada por las estrechas y apretadas paredes vaginales de Sandra como por una acogedora mano. Progresivamente el enhiesto falo se fue incrustando en el cuerpo de la chica que cada vez se iba sintiendo más llena, tanto por la longitud como por el grosor de la polla que la estaba penetrando.

De hecho Sandra creía que ya se había introducido toda y comenzó un cadencioso movimiento de sube y baja. Al principio a Don Ramiro no le importó pues pensaba que la chica estaba demorándose un poco para prolongar su placer cuando comprobó que no era así dejó de acariciar y masajear sus pechos para asir bien sus caderas. Levantó las caderas de Sandra hasta que casi se sale su polla y de una fuerte embestida y tirando de Sandra hacia abajo le clavó su nabo por completo. El chillido de Sandra fue descomunal.

¡¡¡¡AAAAAHHHHHYYYYYY!!!!

A pesar de lo enormemente lubricada y excitada que estaba sintió una mezcla de tremendo placer y terrible dolor. La polla de Don Ramiro la había golpeado el fondo de su vagina alcanzando la matriz. Nunca la habían llenado así.

Nunca te habían calzado de verdad ¿Eh puta? Se nota, estás muy estrecha. Casi pareces virgen y todo, so guarra. A los clientes les encantará llenarte con lo apretadita que estás.

Por... ¡AY! Por favor Don Ramiro despacio, estoy muy abierta me va a romper algo.

El rostro de Sandra estaba verdaderamente angustiado. Su Vagina aún no se había adaptado a aquella estaca. Don Ramiro se quedó quieto con su pija completamente enfundada esperando a que Sandra se recuperase y acostumbrase al tamaño completo de su miembro. Mientras esperaba giró su sillón de ruedas para pode ver el reflejo de su follada en el enorme espejo que había en un lateral de su despacho. Pudo apreciar la profundidad de su penetración al comprobar que debajo del culo y del coño de Sandra únicamente se veían sus pelotas ni un solo milímetro de su mástil era apreciable.

Sandra respiraba agitadamente con los ojos cerrados y con su rostro pegado al de su jefe. Se había echado hacia delante para soportar el dolor mientras su cuerpo se adaptaba a aquel intruso. Afortunadamente para ella, Don Ramiro se deleitaba con las sensaciones que ella le estaba dando así. Sentía el suave roce de los pezones de Sandra sobre su pecho, el húmedo y cálido abrazo de la vagina sobre su verga, y una magnífica panorámica de los sonrosados glúteos y la espalda de la joven. Sus manos recorrieron la espalda de Sandra magreando y sobando detenidamente las sensibles nalgas, acercándose a su esfínter e introduciendo tímidamente el dedo índice.

A Sandra no le importó, su marido le hacía lo mismo pues le encantaba aquello. Pasado un ratito ella comenzó a moverse acompasadamente logrando aumentar el roce de su clítoris contra el pubis de su jefe. El placer se hacía dueño una vez más de sus sensaciones y poco a poco Sandra comenzó a cabalgar con más energía a Don Ramiro.

¿Te gusta putita?¿Te gusta mi polla?

SÍ... SÍ ... Me encanta. Me llena por completo. OOOOHHHHMMMM...

Pues cabalga, cabalga. Le decía Don Ramiro mientras le daba unos suaves azotitos.

¡Qué polla Don Ramiro!¡Qué polla!

¿Te gusta follar eh zorra?

SÍ... SÍ...

Sandra estuvo cabalgando un buen rato a Don Ramiro a buen ritmo. Ahora eran el cansancio y el placer los dueños de sus pensamientos. Su cuerpo sudoroso por el continuo ejercicio empezaba a demandar un descanso, los músculos de su vientre, pelvis y piernas amenazaban con acalambrase. Pero no podía parar ahora que estaba apunto de venirse no. Don Ramiro podría ayudarla pero parecía no estar por la labor concentrado en besar y lamer sus pechos unas veces o palmear y magrear su culito otras. Incluso por un momento, le pareció que le introducía dos dedos en su ano.

Don Ramiro era consciente del cansancio de Sandra, cada vez le costaba más trabajo mantener un ritmo acompasado y regular y éste iba haciéndose otra vez más lento. Cuando esto sucedía, la palmeaba suavemente como si azuzara a un caballo purasangre para que no se detuviese. Pero el cuerpo humano tiene un límite y Sandra lo estaba alcanzando. Don Ramiro se miró el reloj. "Tiene aguante. Se nota que hace ejercicio otra ya hubiese desfallecido". Consciente de que Sandra caería agotada la hizo parar sentándola de nuevo sobre sí dejándola descansar un rato para que recuperase el aliento. Después la hizo darse la vuelta y la hizo empalarse nuevamente pero esta vez ambos miraban al espejo.

Sandra contempló por primera vez cómo se introducía el enorme mástil de Don Ramiro en su cuevita. Y empezó a cabalgar de nuevo pero esta vez Don Ramiro le pidió un ritmo más descansado, al menos al principio. El cambio de posición hacía que fuesen otras las zonas estimuladas por éste. Sin embargo ahora su botoncito recibía menos atenciones con lo que se alejaba la llegada del orgasmo. Sandra se acariciaba y pellizcaba sus pechos a fin de aumentar sus sensaciones y alcanzar el ansiado orgasmo. Don Ramiro se percató y puso una de sus manos sobre el monte de Venus.

Quieres correrte ¿Verdad putita?

SÍ. Por favor...

Pídemelo. Pídeme que te folle y te haga llegar al orgasmo.

Por favor Don Ramiro fólleme fuerte. Déle fuerte a esta puta.

¿Quieres correrte ya? ¿Tienes prisa?

Por favor Don Ramiro esta zorra necesita correrse.

Don Ramiro empezó a masajear el botoncito de Sandra que parecía querer pugnar en dureza con el falo de él. Sandra no podía más estaba a punto de venirse.

AAAAAAHHHHHHMMMMMMMmmmm

El orgasmo llegó como un torrente incontenible. Sandra se arqueó hacia atrás y oleadas de placer controlaban sus espasmos. Su coño manaba abundantes jugos que bañaron las pelotas de su jefe. Las piernas no la sostenían y se sentía completamente llena, aquella sensación era indescriptible. Don Ramiro no dejaba de estimular su clítoris, como hiciera anteriormente quería que su puta llegase a un nuevo orgasmo. Esta vez sin embargo cuando le pareció que estaba lo suficientemente excitada como para anticipar el clímax se detuvo. Y levantándose del sillón llevó a su zorra contra la mesa sin sacarle su miembro.

Inclínate, pon tus manos sobre la mesa y abre bien tus piernas zorra. Vas a ver lo que es bueno.

En cuanto Sandra se puso en la posición indicada, Don Ramiro comenzó un violento mete-saca, asiéndola por las caderas, que amenazaba con arrastrar la enorme mesa a lo largo del despacho. Don Ramiro la pistoneaba con increíble fuerza y Sandra se derretía de gusto. Pasado unos minutos Don Ramiro la asió del pelo, ahora la cabalgaba obligándola a mirarle a través del espejo. Alguien pudiera extrañarse que tras dos horas de entrevista aquel hombre tuviese tanta fuerza, pero es que hasta ese momento Sandra había llevado todo el peso del folleteo. Sandra se sentía abrumada ante las fuertes embestidas. Ahora comprendía metáforas como: empalada, taladrada, traspasada, ensartada, perforada...

Te gusta he zorra te gusta como te follo. ¿eh?

Sí... Sí... Don Ramiro me encanta...

Sandra se vino una vez más...

¡¡¡¡¡SÍ...Sí...SÍ... ME CORRO... DON RAMIRO... ME CORRO... AAAAAAHHHHMMMMM!!!!!

Don Ramiro aminoró el ritmo aunque no mucho. Quería que Sandra continuase excitada pero no quería correrse. No todavía. Tenía otros planes para su zorra no quería correrse en su coño... En su mano tenía el frasquito que le había dado su secretaria inadvertidamente. Lo abrió y comenzó a restregar el lubricante por el estrecho y oscuro agujerito. Como estaba bombeándola se le hacía difícil meterle más de un dedo. Consiguió con paciencia meterle los dos pulgares y abrir un poco más su ano. Debido a la excitación, Sandra no prestó demasiada atención a los movimientos de su jefe en su ano. Estaba próximo su tercer orgasmo consecutivo, el sexto de la mañana...

Qué buen coño tienes fulana. Es una delicia cogérselo...

AAAHHHHMMMMMmmmm Gimió Sandra.

Pero que puta eres. Dilo, dí que eres una puta...

AAHHYYY SÍ Soy una puta... Su puta Don Ramiro...

Bien vamos a terminar pronto tu examen, zorra, sólo nos queda un agujerito...

Sandra se sobresaltó, no creía que Don Ramiro fuese a ir tan lejos en la primera vez. A pesar de su enorme calentura tenía miedo era analmente virgen. Ahora comprendía por qué después del análisis médico le pidieron que se hiciese lavativas a diario. Trató de incorporarse pero Don Ramiro se lo impidió con facilidad apoyando su mano sobre su espalda, mientras seguía bombeándola el coño.

No por favor. No por favor Don Ramiro. No lo he hecho nunca... AAHHMM (Sandra se mortificó al comprobar cómo a pesar de su terror seguía derritiéndose de placer ante los continuos envites de su jefe).

Hoy te has estrenado en muchas cosas, por una más no importa. Además con lo caliente que estás seguro que lo disfrutas.

Por favor... Por favor no. ¡¡AAYY!!

PLAS Un fuerte cachetazo la hizo callar.

¿Quién manda puta? ¿Quién tiene que quedar satisfecho?

El cliente... Usted Don Ramiro... Logró decir Sandra totalmente denigrada y sojuzgada.

Bien ahora pórtate bien y no te muevas. Cuanto más te resistas y opongas peor para ti, más te dolerá.

Don Ramiro sacó su ariete del estrecho, turgente y delicado coño de Sandra y lo apoyó en la entrada de su ano. Sandra cerró los ojos y apretó sus puños anticipándose a lo que se le venía encima. Sin embargo debido a los nervios apretó más su entrada trasera. Don Ramiro presionó pero no consiguió gran cosa. Volvió a intentarlo con similar suerte.

PLAS Otra fuerte nalgada hizo gritar a la asustada chica. Antes de que pudiese quejarse Don Ramiro atacó con decisión la entrada posterior logrando introducir todo el glande.

¡¡¡¡AAAAYYYYY!!!! Duele. Duele mucho por favor Don Ramiro...

¿Qué quieres puta? (Dijo su jefe medio irritado)

Totalmente subyugada y derrotada Sandra no se atrevía a contrariar a su jefe. Rebajada, denigrada y dominada sólo podía aspirar a la misericordia y compasión de su patrón...

Por favor UUFFfff. Por favor métamela despacio. AAYY. Duele mucho. Es demasiado grande. Me va a romper...

Tranquila pequeña te has portado bien, como una auténtica profesional... Ya sabes mi lema, sin prisas... Además lo más difícil, entrar ya ha pasado. Relájate... y todo irá bien...

Don Ramiro estaba impresionado por el aguante de su nueva puta. Indudablemente era un material de primera. Por primera vez en mucho tiempo estaba impaciente por bombear, pistonear, taladrar, empalar, en definitiva follar a todo vapor a una puta. Sin embargo temía lastimarla. Más que nada porque si le hacía mucho daño además de la pérdida de días en su recuperación física tendría la bajada en el rendimiento por el daño emocional que sería más difícil de reparar. Don Ramiro no tenía reparos en ofender, deshonrar, humillar, vejar, ultrajar, doblegar, sojuzgar, avergonzar, menoscabar, mortificar, oprimir, rendir, afrentar, pisotear y denigrar a sus putas todo lo que fuese necesario. Pero no quería romperlas, quitarles el alma por completo. Si eso sucedía ya no disfrutaba, se convertían en poco más que muñecas de plástico, que ni sienten ni padecen. Una puta aunque fuese por dinero y a su pesar te daba algo de ella. Si se lo quitabas...

Se resolvió por tanto a respetar su palabra. Aunque se la hubiese dado a una puta era un "hombre de honor". Lentamente siguió presionando en el esfínter de la chica. Sandra gemía quedamente. Ahogaba su dolor mordiendo el abrigo de piel que estaba sobre la mesa. Sus manos lívidas por la enorme presión que ejercían sobre la mesa parecían querer traspasar el cristal, la madera y el metal. De vez en cuando procurando aliviarse levantaba ligeramente su torso y veía su angustiado rostro delante del espejo.

¡¡AAYY!! Despacio... por favor... Don Ramiro...

Tranquila ya va por la mitad. Mintió su jefe.

En realidad como mucho le había entrado un tercio de su pollón. El ano de la joven estaba completamente dilatado y amenazaba con romperse. Don Ramiro sentía un enorme placer al tener su aparato dentro de aquella cavidad tan estrecha cálida y muy pronto acogedora. Lentamente fue sacando su herramienta hasta llegar a la parte de atrás del glande. No deseaba salirse del todo de ella por si luego le costaba entrar de nuevo. Tras darle unos segundos de descanso, volvió a la carga con determinación esta vez llegaría hasta a mitad... y casi lo consiguió. Sandra no se atrevía a mover sus caderas pero llevaba tanto tiempo sin hacerlo que no pudo empalarse un poco más cuando quiso ponerse más cómoda.

Eso es. La animó Don Ramiro ayúdame y te será más fácil...

UUUFFF... ¿falta mucho?

No ya queda poco dos o tres embates más y llegamos...

Poco a poco durante unos minutos que se les hicieron eternos a ambos, el ariete de Don Ramiro se fue enterrando en las entrañas de Sandra. Finalmente Sandra sintió como los testículos de su jefe le rozaban el coño.

¿Ya?¿Está toda?...MMMMMmmm

Sí putita... Sí la tienes toda para ti disfrútala...

Don Ramiro comenzó a extraer con suma lentitud su herramienta evaluadora para volver a introducirla después de igual modo. Sandra sólo deseaba que Don Ramiro acabase lo antes posible pero el roce de aquellos genitales sobre su concha le trajo nuevas oleadas de placer. Ahora que poco a poco su cuerpo se iba acostumbrando a aquella intrusión le resultaba más placentero el lento y cadencioso vaivén que se iba acelerando de un modo imperceptible. Sandra empezó a gozar de nuevo y la sangre volvía a circular por los dedos de sus manos al aflojar la presión que ejercían sobre la mesa. Sandra comenzó a acoplar sus movimientos a los de su jefe. Comenzó a gemir quedamente.

Ya no te duele ¿verdad putita?

No... AAHHMMmmm. No me duele pero vaya despacio por favor...

¿Te gusta que te den por el culo verdad mala puta?

Sí... Don Ramiro.

Dilo

Soy una puta y... UUFFfff y me gusta que me den por culo...

¿Qué más eres?

Soy una zorra, una ramera, una cortesana, una cualquiera, una fulana, una mujer de la calle, una prostituta, una meretriz, una buscona, una furcia, una pelandusca, una mantenida, un pingo, una golfa, una mujerzuela...

Fue repitiendo esta retahíla interminable mientras su jefe la sodomizaba lentamente, al tiempo que ella misma asimilaba estas palabras que la denigraban haciéndolas suyas. "Es que lo estoy gozando. Me gusta que me follen y que den por el culo." Reconocía abochornada.

Don Ramiro estaba próximo al orgasmo pero quería demorarlo más. De modo que sacó completamente su aparato y lo dejó fuera unos instantes. Sandra creyó que su jefe la dejaría de tomar por atrás y se incorporó un poco. Sin previo aviso Don Ramiro se la clavó entera de una vez. Sandra se encorvó y gritó desesperada.

Vamos zorra no te quejes que te encanta...

Don Ramiro repitió la operación dos o tres veces más pero a pesar del espejo no le podía ver su cara. Por lo que decidió que Sandra se tumbase sobre la mesa quedando su trasero sobre el borde. Levantó sus piernas y las colocó sobre sus hombros. En esta posición, ambos orificios le quedaban accesibles. Aunque no cabía duda sobre cuál sería el elegido. Nuevamente se la metió hasta el fondo por el culo. Sandra arqueó su cuerpo buscando escapar de aquel inmisericorde ariete. Sus gritos eran desgarradores.

Mírame puta cuando te folle.

Le recordó su jefe aprisionando de nuevo sus pezones. El rostro de Sandra estaba desfigurado por el dolor, un sudor frío se alojaba en su espalda, era evidente que no lo estaba disfrutando. Pero era el sufrimiento de Sandra lo que Don Ramiro quería ver y lo estaba disfrutando al máximo.

Pídemelo. Pídeme que te folle.

Por favor Don Ramiro fólleme.

¿Cómo quieres que te folle puta?

Fólleme fuerte. Por favor Don Ramiro. Déme duro como la puta que soy...

Te voy a complacer zorra...

Don Ramiro dejó de jugar y comenzó a bombear con una furia casi animal en el dolorido recto de Sandra. Ésta apenas conseguía otra cosa que mantenerse en el borde de la mesa agarrándose con las manos. Tremendos empellones la empujaban hacia el medio. No obstante ahora que se iba acostumbrando de nuevo al frenético ritmo de su jefe su botoncito comenzó a demandar su atención. Tímidamente acercó una mano a su bajo vientre para ver si podía procurar su orgasmo.

Mastúrbate. Córrete puta no me importa si lo haces....OOOHHHGGG

Consiguió decir Don Ramiro a punto de venirse. Sandra no se hizo de rogar y comenzó a masturbarse con la misma intensidad con que era bombeada, necesitaba desahogarse con urgencia.

SÍ... SÍ... TOMA MI LECHE MALA PUTA... AAAAGGGGRRRRR

YYYYYYYYHHHHHH Chilló Sandra...

Ambos habían conseguido un orgasmo casi simultáneo. Después de descargarse en el recto de Sandra Don Ramiro se desplomó sobre ella quedándose quieto mientras recuperaba el resuello. Sandra sólo pudo dejar sus piernas colgando sobre el borde de la mesa ya que el peso de su jefe la impedía moverse. Entonces se vio en el espejo. Sudada, con el pelo revuelto, respirando agitadamente bajo el cuerpo de un desconocido que la acababa de sodomizar, no se reconoció. No era la elegante señora de Aguirre. Era Sandra la escort, la chica de compañía, la puta cara, pero puta al fin y al cabo.

¡Qué bien follas niña!

Gracias.

¿Has terminado zorra?

Sin responder Sandra buscó la polla de su jefe y comenzó a limpiarla tal y como le había enseñado. Afortunadamente las lavativas hechas en casa la habían limpiado por dentro y el sabor no le fue muy desagradable.

Cuando Don Ramiro se dio por satisfecho, se dirigió a un cuarto de aseo cuya puerta estaba camuflada. Se duchó y se vistió rápidamente escogiendo un traje nuevo del vestidor adyacente, también camuflado. Era evidente que aquel despacho estaba muy bien preparado para ese tipo de entrevistas...

Sandra se había quedado exhausta sobre la mesa, le dolían la boca, el coño y el culo. Sobre todo este último. Por el espejo pudo comprobar cómo se le escurría por los muslos el espeso semen que salía del recto. Era principalmente blanco, había tenido suerte no la había desgarrado.

Siéntate Sandrita vamos a concretar los resultados de tu evaluación...

Sandra obedeció con premura nerviosa por conocer su destino.

Veamos, elegante, buen gusto, muy obediente... Ummm. En general sí.

Buen cuerpo, flexible, fuerte, resistente al ejercicio físco...

Buena técnica mamando, coñito estrecho y culito más estrecho aún...

Un poco inexperta...

Bien concluyendo creo que podrás atender a nuestros clientes más sofisticados... Enhorabuena creo que te acabas de convertir Sandrita en nuestra nueva puta de lujo. Puedes ducharte y vestirte mientras termino de arreglar tus papeles. Cuando salgas te daré instrucciones.

Muchísimas gracias Don Ramiro... Le estoy muy agradecida. No sé cómo darle las gracias.

Bueno eso es fácil siendo una buena puta trabajadora y obediente... Anda dúchate tranquila, tienes todo el tiempo que quieras.

Sandra se admiró al comprobar el lujo del cuarto de aseo. Abrió el grifo del agua caliente y comenzó a llorar desconsoladamente. Se había convertido en una puta y le había dado las gracias por ello a su proxeneta. Pero eso no era lo peor, lo peor era que le había gustado. A pesar del trato vejatorio le gustaba ser puta...

Al salir vestida Don Ramiro le dio un teléfono móvil y una carpeta con algunos documentos.

Este es tu teléfono de empresa deberá estar operativo todos los días laborables. Descansarás uno o dos días a la semana según la temporada y los servicios realizados. Empezarás el mes que viene en la agencia "Flores de Compañía". Durante este mes iremos puliendo algunos detalles. Al salir mi secretaria te dará tu agenda en la que anotarás tus compromisos. Comprobarás que los primeros días ya están ocupados. Mañana tienes sesión en el centro de belleza por la mañana y la necesaria realización del book de fotos. Espero verte pasado mañana.

Gracias Don Ramiro.

De nada puta, el placer ha sido mío.

Al salir del despacho Don Ramiro le dijo:

No olvide venir con el cabello recogido.