El acuerdo 2

- ¡Eso es!. Para sentirme bien empalada por una polla de 27 cms y que me vuelva loca de gusto, ¿te parece bien esa respuesta?-Gritó- ¿quieres más detalles?, ¿quieres que te cuente cuántas veces me folló?, o ¿si se la mamé?, pues sí, sí, se la mamé, de hecho tiene una polla que difícilmente puede haber una mujer en el mundo que se resista a mamarla.

Acuerdo 2

Ya en el aeropuerto consumí las horas de espera echando una cabezadita en una butaca y tomando después un par de cafés bien cargados. Tuve tiempo de visualizar las fotos que les había hecho con mi móvil la noche anterior. En la pequeña pantalla del teléfono no se apreciaba lo impactante de las imágenes. Cuando llegase al hotel tendría oportunidad de descargar las imágenes a mi ordenador portátil.

Aproveché la corta duración del vuelo Madrid-Tenerife para ordenar un poco mis pensamientos. Me encontraba feliz y de buen humor. Es más, yo diría que radiante de vitalidad y ganas de afrontar nuevas experiencias. Me reía de mí mismo y de lo mal que lo había pasado al principio de la noche cuando casi me da un infarto al descubrir a mi mujer disfrutando en brazos de otro hombre. La consecuencia para mí, paradójicamente, había supuesto una inyección de buen ánimo y bríos renovados.

El único resquemor que me quedaba era el cómo afrontar la situación con mi esposa cuando volviese de viaje. Cómo le miraría a la cara y sostendría su mirada sabiendo que ya era el macho destronado, al menos sexualmente. Por mi cabeza rondaban las imágenes de los documentales de la naturaleza en la que los leones más bravos destronaban a los anteriores machos dominantes y por derecho copulaban en exclusiva con todas las hembras de la manada. ¿Volvería yo a copular con mi leona?, no éramos animales ¡qué gilipollez!, pero cómo sería la primera noche de sexo entre nosotros después de esto. ¿Sería ridículo para ella follar con una medianía como yo después de haber tocado el cielo en brazos de un amante formidable?, ¿fingiría todo el tiempo?

Lo peor de todo era que ella no sabía que lo había visto todo. Que la había visto entregarse totalmente y disfrutar como nunca lo había hecho conmigo. Esas imágenes suyas gozando salvajemente y siendo gozada me harían muy difícil creer que yo podría satisfacerla otra vez. De no haber presenciado aquello todo sería más fácil, yo hubiese vuelto de viaje sabiendo que sí, que mi mujer había estado con otro, pero sin imaginarme nunca de qué forma había disfrutado. Aunque le hubiera echado mucha imaginación no habría alcanzado a imaginar lo que vieron mis propios ojos.

Además, estaba lo inexplicable de mi excitación cuando los ví follando, aún no encontraba explicación alguna y no quería seguir haciéndome preguntas por miedo a las posibles respuestas.

Me consolaba a mí mismo pensando que yo también me había acostado con mujeres más atractivas e imponentes que la mía y que después había seguido gozando como siempre en brazos de mi esposa. A fin de cuentas, el que una vez comamos el más exquisito caviar y nos deje extasiados, no significa que desde ese momento vayamos a alimentarnos en exclusiva de caviar y dejen de gustarnos las lentejas. Si antes nos gustaban las lentejas, porqué no nos van a seguir gustando ahora. Seguiríamos disfrutando de las lentejas como siempre.

Con este complejo de legumbre rondándome los cuernos de la cabeza, intenté conciliar el sueño unos minutos antes de aterrizar. Imposible. A mi cabeza venían imágenes de mi mujer en el supermercado eligiendo entre comprar latas de caviar iraní marca Fabián y bolsas de lentejas con mi foto en la etiqueta.

Así que, como no podía dormir, empecé a hojear un periódico local de Tenerife en busca de algún servicio escort para esa misma noche. Era urgente descargar mis huevos de nuevo pero esta vez con alguna preciosidad. Me iba a dar un homenaje. Señalé con rotulador un par de anuncios por palabras de chicas de compañía y me guardé el periódico en el bolsillo de la chaqueta.

Terminada la agotadora jornada de visitas a clientes que había tenido que comprimir en un día por la reunión del día anterior en Madrid, me fui directamente al hotel. Lo primero que hice mientras tomaban mis datos en recepción fue visitar el bar para tomar una copa.

Saboreando mi copa sentado en un amplio sofá, en el cual te hundías acogedoramente, recliné la cabeza y cerré los ojos casi quedándome dormido sin reparar en lo que pudiesen pensar de mí los pocos clientes del bar, entre ellos varios ejecutivos en amena charla cuyas conversaciones me sonaban como un arrullo. Tras unos breves momentos de descanso en los que eché de menos poner los pies encima de la mesa y desabrocharme el pantalón, abrí los ojos y sorpresa mayúscula la mía, una espléndida y elegante señorita de facciones casi perfectas estaba sentada justo en frente mío, a unos metros de distancia, en una mesa individual consumiendo un refresco mientras leía algo. Habría llegado en ese lapso en el que yo descansaba con los ojos cerrados.

Era una auténtica preciosidad. Veintipocos años, mulata, de tez morena muy clara y ojos trigueños casi verdes cubiertos por unas largas pestañas. Instantáneamente me enamoré de ella.

Mi atención se acentuó cuando contemplé con deleite la silueta de sus piernas envueltas en una minifalda ceñida que dejaba al descubierto la mitad de los muslos más bellos y atractivos que recordaba en mucho tiempo.

Mientras me deleitaba observándola fui pillado en un par de ocasiones en que levantó la vista de su lectura y nuestras miradas se encontraron lo justo como para confirmarme claramente la belleza de esa mujer. Mi turbación interna subía por momentos.

No podía dejar pasar esa ocasión, tenía que intentarlo aunque ella me rechazase en público y quedase en ridículo o que su novio apareciera de repente y me soltara una hostia de campeonato. Tenía que correr el riesgo.

Ni corto ni perezoso, me levanté y me dirigí hacia ella con la mejor de mis sonrisas intentando infundir confianza y disimulando mi agitación interior.

Una frase acertada, una sonrisa educada por su parte y un fingido interés por lo que leía hizo que en menos tiempo de lo que yo creía estuviese sentado a su mesa, respetando una caballerosa distancia para no asustar al pajarillo y que levantase el vuelo. La primera media hora pasó volando y con la escusa de haber apurado mi copa, al pedir una segunda me dejó que la invitase a otro refresco.

Le pregunté si le incomodaba mi presencia por estar esperando a alguien y que si ella quería me marchaba. Me dijo que no esperaba a nadie, que simplemente le gustaba ir a la cafetería del hotel a leer un rato en un ambiente agradable y bonito. Era mi día de suerte, aunque no consiguiese nada, el hecho de estar conversando con esta belleza justificaba plenamente mis esfuerzos.

El material de su lectura consistía en varias revistas de actualidad y moda. Hice alguna broma sobre la posibilidad de que ella apareciese en la portada o en el interior de alguna de ellas y riendo sobre la ocurrencia me dijo que ya no, que las chicas que aparecían ahí eran más jóvenes, ya que el mundo de la moda es terriblemente competitivo y las jovencitas venían empujando muy pero que muy fuerte. ¡Bingo!, había dado con una modelo profesional. ¡¡Lástima!! dije, "todavía conservaba la esperanza de que llenaras algunas de las páginas de la sección primavera-verano, o bañadores y bikinis, o de la sección de lencería" –añadí- "hubiese corrido a comprar todos los ejemplares restantes de los quioscos para empapelar mi oficina" –terminé. "Eres muy galante, pero más que una oficina iba a parecer un taller mecánico" –me contestó y reímos abiertamente.

La cosa iba bien. Mi polla pegó un brinco de alegría.

Revisé mentalmente mi agenda y confirmé que nunca me había tirado a una modelo. ¿Sería esta mi noche?, me lo merecía después de lo que había pasado en mi casa el día anterior.

  • ¿Y tú qué lees?, me gustaría saber lo que lee un ejecutivo en viaje durante sus viajes de negocios – y acto seguido estiró rápidamente su mano y cogió el periódico local que había guardado en mi americana y que aún doblado sobresalía del bolsillo.

Me quedé congelado y luego la vergüenza se apoderó de mi cara al recordar que yo mismo había dejado doblado el periódico por la misma página de anuncios por palabras en la que había señalado en rotulador rojo varios de los anuncios de chicas de compañía.

Estaba jodido. Mi polla volvió a su sitio arrugadita.

Ella desplegó el periódico y lo primero que vio fueron esos anuncios marcados y sus preciosos ojos hicieron gesto de comprender inmediatamente, pero no hizo comentario alguno y hojeó el periódico buscando noticias locales.

  • Me imagino que no te queda mucho rato para leer y que con el periódico del avión es suficiente. Pero deberías tener cuidado de no leer las letras más pequeñas pues agota mucho la vista – bromeó refiriéndose claramente a la letra pequeña en la que vienen impresos esos anuncios de contactos.

  • Lo siento mucho. ¡Me has pillado! – Forcé una sonrisa y me sinceré con ella-Últimamente me pasa mucho, si me diera por robar un bolso a una anciana seguro que lo haría delante de la comisaría de policía y a la madre del comisario – rememoré el aún reciente episodio en el que mi mujer me sorprendió en plena faena con una sueca.

  • ¿Cómo?

  • Nada, cosas mías. Te pido disculpas y me marcho ya mismo.

  • No me ha molestado, por favor, no te preocupes, sólo que no he podido evitar hacer la broma. Me imagino que es normal. Un hombre sólo de viaje de negocios que intenta pasar una noche diferente. Quién soy yo para enjuiciar a nadie, espero no haberte incomodado yo a ti con mi broma. Me agrada tu conversación y me gustaría que te quedaras.

  • Gracias por tu comprensión y ya que hemos superado este embarazoso momento permíteme entonces que sigamos bromeando sobre ésta u otras cosas cenando esta noche juntos.

  • Déjame que piense,…, a ver,…, vale, pero tengo que regresar a casa no muy tarde, mañana tengo un día ajetreado.

  • Por supuesto, como tú quieras mi linda Cenicienta.

Le pedí simplemente un margen de 30 minutos para subir a mi habitación, ducharme, adecentarme un poco y bajar al hall donde la recogería para ir a cenar a un restaurante brasileño que conozco. Me sobraron 15 minutos. No quería dejar durante mucho tiempo solo a semejante bellezón, no vaya a ser que cuando baje se me haya adelantado otro.

La cena fue estupenda, ya no se sí por las exquisitas viandas o por la agradable compañía. Luego tomamos unas copas en un lugar de moda que conocía ella y pude comprobar la fascinación que levantaba en los hombres que nos rodeaban y que disimuladamente no quitaban ojo de mi bella acompañante.

Pícaramente volvió a sacar el tema de los anuncios de chicas del periódico y me preguntó si era muy asiduo a sus servicios y si siempre que estaba fuera de casa los contrataba. Yo creo que se imaginaba que era un putero empedernido.

Como ya teníamos cierta confianza y el whiskey me empezaba a hacer ese agradable efecto que desemboca a veces en verborrea, le comenté que no se creyera que era un libertino, que sólo muy de vez en cuando había acudido a los servicios de una escort cuando me sentía sólo o quería desconectar del trabajo o simplemente quería romper con la rutina dándome ese pequeño placer.

Se partió de risa diciéndome que no se creía eso de "muy de vez en cuando" y continuó con sus indagaciones.

Ya veo, ya – comentó – ¿Y cuánto pagaría un experto como tú por una chica como yo?

Ufff, en el caso hipotético de que tu fueras una de esas chicas tu serías de las más caras, tu impactante físico y tu agradable compañía te harían una chica de compañía casi impagable – comenté – Es curioso pero muchas mujeres hacen la misma pregunta, les gustaría saber cuánto estaría dispuesto a pagar un hombre por acostarse con ellas, me imagino que será por alimentar su vanidad ¿no? – argüí inocentemente.

Pues no lo se, en mi caso no intento alimentar mi ego simplemente es una pregunta directa que te hago porque se acaba la noche.

Silencio. Uno, dos y hasta tres segundos de silencio pasaron hasta que se empezó a encender la luz en mi cerebro

¡Joder!, ahora comprendo – musité en voz baja – Es normal, una chica como tú…, ha sido muy tonto por mi parte pensar que…, seré imbécil- balbuceé -. Perdóname pero creía que había ligado o al menos congeniado contigo simplemente por mis propios méritos.

Shh, shhhh, no sigas por ahí tontorrón – dijo poniéndome su angelical dedo en mis labios para impedir que siguiera hablando – No me interpretes mal, si he cenado contigo es porque me agrada tu compañía, ya te lo dije. No soy ninguna profesional. De vez en cuando me gusta conocer hombres interesantes como tú y si me son agradables les hago la misma proposición que te he hecho a ti. Aunque quizá no te lo creas, tengo buenos amigos que conocí de la misma forma que tú y que jamás nos hemos acostado.

Sólo que si de paso te pagan una buena cantidad pues mejor, ¿no?

Eso es. Espero que no te haya molestado. Contigo me he decidido porque me lo has puesto en bandeja después de ver el periódico con los anuncios señalados. Aunque nada más verte me di cuenta de que tenías escrito en la frente las palabras "presa fácil".

O sea, que nada más verme te frotaste las manos y te dijiste "por allí sopla", o "pringao a babor" – ironicé – Y por lo demás, un cruce de piernas, un mechón caído y una ligera sonrisa hicieron lo demás.

Así es tontorrón. Eres bastante predecible y si hubieras tardado más de diez minutos en levantarte de tu asiento y empezar una conversación conmigo, me habría ido terriblemente furiosa y deprimida a casa, pensando en que ya no soy lo suficientemente atractiva para los hombres interesantes.

Eso de interesante lo dices para consolarme un poco.

Que no bobo. Ten en cuenta que me senté delante de ti en el bar del hotel y no delante del grupo de jóvenes ejecutivos que despilfarraban dinero a base de rondas en el bar. Ninguno de ellos tenía el menor atractivo para mí.

Y, entonces, ¿cuánto sueles cobrar?, no sabría ahora mismo cuánto ofrecerte.

No hablemos de eso ahora. Te propongo una cosa, vamos a tu habitación y mañana cuando nos despertemos si no has disfrutado bien esta noche no me pagues nada, ¿de acuerdo?

Estaría loco si te dijera que no.

Creo que no hace falta explicar mi estado de excitación cuando tomamos un taxi de camino al Hotel. Nada más sentarnos en el asiento de atrás, ella se arrimó a mí y me hizo que le pasara el brazo por los hombros abrazándola cariñosamente y me besó sin que yo me lo esperara. Ese cálido y tierno beso, en el que pude por primera vez deleitarme de sus labios y de su cálida lengua duró el tiempo suficiente como para que mi miembro se despertara de su letargo y se estirase al máximo exigiendo libertad.

Ella lo notó y furtivamente alargó su mano izquierda apoyándola en mi abultada bragueta y después agarrando mi pene con sus frágiles dedos me susurró al oído que me iba a hacer disfrutar toda la noche.

  • "Te voy a comer entera" – le respondí.

Mantuvo su mano firme sobre mi rabo hasta llegar al hotel. Cerciorándose de que iba a dar la nota al salir empalmado del taxi, me colocó el pene pegado a mi abdomen y hacia arriba, presionándolo por mi propio cinturón. Así no se notaba apenas nada.

Qué os voy a contar. Fue la noche más maravillosa de mi vida. Creo que disfruté más desnudando a esa princesa con mis manos, descubriendo cada centímetro de su piel, explorando cada rincón de su cuerpo con mi boca que todas las mujeres juntas que anteriormente me había follado.

Su cuerpo era divino, perfectamente proporcionado, curvas armoniosas, pechos amplios y generosas caderas que sintonizaban totalmente con su estilizada figura.

Tres veces tres, fundí mi cuerpo con el suyo. Tres veces tres, hundí mi sable en sus entrañas. Tres veces tres, regué cálidamente su acogedora intimidad y mil veces mil, saboreé sus labios, pechos y todo su ser.

Rendido como estaba después de haber libado durante toda la noche esa rica miel, aún me quedaban fuerzas para permanecer despierto a altas horas de la madrugada contemplando la belleza de su cuerpo desnudo. Ella dormía de lado dándome la espalda y yo había retirado la sábana para poder verla mejor. Sus curvas me invitaban a una nueva refriega y el hormigueo empezó de nuevo en mi dolorido pene. Pero esta vez quería saborearla, notar como palpitaba su sexo joven al contacto de mi voraz lengua, quería ver como se retorcía de placer y convulsionaba merced a mis artes y buen saber hacer mamando coños. Así que despacio me escurrí hacia abajo y separando un poco sus glúteos me dispuse a llegar a su sexo forzando desde atrás con mi lengua. Me despaché a gusto también lamiendo su orificio posterior y rápidamente despertó y me conminó a terminar mi tarea facilitándomela al darse la vuelta y separar los muslos.

Para perpetrar mejor mis propósitos, la levanté de los muslos y la arrastré hasta el borde de la cama dejando sus nalgas justo en el borde. A continuación, arrodillándome, levanté sus piernas y las deposité encima de mis hombros dejando su hermosa entrepierna a mi total merced. En ese momento caí en la cuenta que había adoptado exactamente la misma postura en la que sorprendí a Fabián comiéndose a mi mujer.

La cara interna de sus muslos me proporcionaba una suave caricia a mis orejas mientras me dedicaba por entero con mi lengua y labios a besar apasionadamente esa amplia boca vertical que forman los labios vaginales de toda mujer. Pude oler y saborear su licuada feminidad a placer y también parte de los restos de mi propia semilla depositada momentos antes.

Con estudiada parsimonia estuve cruelmente devorando su interior, absorbiendo y frotando despiadadamente su clítoris hasta que tuve la certeza de que le arrancaba un orgasmo tras otro al oír sus súplicas de ¡para ya, por favor!, ¡no sigas!, ¡no aguanto más!, ¡ohh!, ¡ah!, ¡diosss!, y notar sus temblores de piernas que me abrazaban la cabeza.

Levanté la cabeza y trepando hacia su cara pude ver la felicidad y satisfacción dibujadas en su rostro. La besé. Introduje mi lengua en su boca a la vez que mi infatigable pene se abría de nuevo paso dentro de ella y bombeé con toda la calma del mundo, amándola por última vez en esa noche.

Desayunamos en la habitación y como dos tontos enamorados no nos separamos hasta el último momento que vino un taxi para llevarme al aeropuerto.

Volvía a casa más contento que nunca. Mi estado de ánimo era magnífico. Como colofón a esa noche magnífica ella me dijo que no quería ni oír hablar de dinero. Que sólo quería recordarme como un amigo que la había hecho sentir cosas que hacía tiempo no sentía.

Mi ego estaba a la misma altura que el avión que me devolvía a Madrid, por las nubes. Lo necesitaba para los siguientes acontecimientos que me tocarían vivir.

En la terminal de llegada me estaba esperando Ana, cosa que me sorprendió ya que nunca solía hacerlo. Estaba guapísima y con una sonrisa de oreja a oreja. Parecía que el polvo le había sentado a las mil maravillas ya que me recibió con un besazo y se me agarró al cuello como cuando éramos novios. A mí me pareció el beso de Judas.

¿Qué tal estás cariño?, tenía muchas ganas de verte por eso he venido al aeropuerto. Si te parece vamos primero a recoger a los niños y luego nos vamos a casa, supongo que vendrás cansado del viaje, ¿no?

Sí, claro. Me apetece descansar un poco.

Ambos evitábamos hablar de lo inevitable. Mientras nos dirigíamos al aparcamiento hablamos de cosas intrascendentes y sin importancia. Entonces pregunté: - ...y tú ¿qué tal?,…esto,… en el trabajo me refiero.

Cariño, parecemos idiotas evitando hablar del tema. Sólo quiero decir que todo fue bien. Sabía que esto te está afectando y por eso he querido venir a verte nada más llegar y decirte que te quiero sólo a ti y que de eso estoy más convencida aún desde que hemos dado este paso. Así que tenía ganas de que llegases a casa y abrazarte para tranquilizarte, tontorrón.

Ya, claro. Dices que todo fue bien. Entonces todo estará bien supongo.

Pues claro. ¿Cambiamos de tema?, ¿no querrás torturarte pensando en eso?

Si supiera ella que conocía hasta el más mínimo detalle de lo que sucedió y que algunas de las escenas seguían de lo más vívido en mi retina.

Vayamos a casa ahora mismo, quiero hacerte el amor. Ya recogeremos a los niños después. Le dije.

Pero, si acabas de llegar y ni siquiera habrás comido

Da igual.

Está bien, supongo que de alguna forma lo necesitas.

Sí – grité – necesito reafirmar mi orgullo de macho herido y follarte a saco para comprobar que mi mujer sigue gozando conmigo aunque no sea un semental.

Tenía que haberme imaginado que me montarías una escenita así. Lo siento cariño. Vamos a casa. Pero recuerda que mi orgullo también sufrió con cada una de tus infidelidades.

Nada más llegar a casa prácticamente la arrastré hasta el salón y haciéndola reclinar sobre uno de los brazos del sofá la dejé con el culo erguido hacia arriba.

Espera bruto.

Te vas a enterar de lo que es un polvo, te voy a follar a conciencia.

Estos jueguecitos no me gustan, ¿eh?

No dijo nada más pues acto seguido le subí la falda y aparecieron sus hermosas nalgas de alabastro separadas por un tanga blanco semitransparente en el que se marcaba su abultado conejo. Le aparté la tira hacia un lado y clavé mi cara en su intimidad saboreando su depilada almeja. La tenía un poco irritada, secuela del enorme aparato que había tenido que albergar unas 36 horas antes. Cuando estuvo bien lubricada me levanté y bajándome sólo la cremallera saqué mi palo y se lo hundí de un solo golpe de cintura hasta el fondo.

Gimió fuerte, sí gimió, no se si de gusto o porque se lo metí de golpe y al tener el coño irritado le dolió. El caso es que ese gemido me subió el ánimo, me puso eufórico y la polla se me puso dura como un hierro. Empecé a follármela a saco, a lo bestia, con toda la fuerza que podía, dando empellones con toda mi alma y clavándosela hasta el fondo cada vez.

Y gritó, gritó y gritó hasta que me corrí dentro suyo y acabé sudoroso y desmayado sobre su espalda.

Descansando encima suyo notaba como la polla se me iba desinflando poco a poco pero también notaba como sus labios vaginales se contraían perceptiblemente denotando que ella también había alcanzado el orgasmo.

Mi orgullo se vio otra vez reconfortado.

Pedí perdón a mi mujer por la brusquedad del acto que casi fue una violación, la besé tiernamente y le comenté todas mis inquietudes y miedos sobre si ella no fuese a querer acostarse de nuevo conmigo o si fuese a hacerlo sólo por compasión. Ella trató de calmarme.

Ya lo se bobo. Me lo imaginaba. Pero no sabía que hacer para demostrarte lo contrario. Siempre me has hecho feliz en todo y porque me haya acostado con otro la cosa no va a cambiar.

Pero no con otro cualquiera, porque éste tiene un miembro enorme, ¿no?

¿Ya estamos otra vez?, ¿quieres que te de detalles o qué?, olvídalo y ya está, verás como para las próximas veces ni te molestas en preguntar.

¿Vas a volver a verle?, o ¿ya está satisfecha tu curiosidad?

¿Has olvidado nuestro acuerdo?, ¿te pregunto yo qué has hecho en Tenerife aun notando el poco semen que me escurre de dentro de mi vagina?, me imagino que no habrás perdido el tiempo, ¿verdad?

¿Qué querías que hiciera?, estaba lejos de casa y sabiendo que mi mujer estaba con otro, no me iba a quedar quieto, ¿no?

Pues por eso mismo. Yo no te lo reprocho y tú deberías hacer lo mismo, es lo que acordamos.

¿Entonces vas a volver a verlo?

Sí. Cuando montas en bici por primera vez si te gusta seguirás montando en bici, pero eso no significa que lo hagas todos los días.

¿Cuándo?

No lo se. No tenemos un noviazgo, ¿recuerdas?, sólo hemos follado. Cuando me de la gana y me apetezca.

Cuando te de la gana de que te folle bien un maromo superdotado, ¿no?

Eso es. Para sentirme bien empalada por una polla de 27 cms y que me vuelva loca de gusto, ¿te parece bien esa respuesta?-Gritó- ¿quieres más detalles?, ¿quieres que te cuente cuántas veces me folló?, o ¿si se la mamé?, pues sí, sí, se la mamé, de hecho tiene una polla que difícilmente puede haber una mujer en el mundo que se resista a mamarla. Además es un experto, me manejó como quiso imponiendo un ritmo y un dominio de la situación que me dejó totalmente sometida y a su merced. Es más, tengo que reconocer que jamás me he corrido tantas veces ni tan intensamente como con él.

¿Y después de eso dices que todavía me quieres?, ¿no parezco una medianía a tus ojos?

Claro que no idiota. ¿A ti te gustan mis pechos?

Sabes que me encantan.

Pero estoy segura que has catado a alguna con mejores tetas que yo y que te ha vuelto loco, ¿o no?

Sí, lo admito.

¿Y te siguen gustando mis pechos?

Claro, como siempre... Se adónde quieres llegar, a la teoría del caviar y de las lentejas.

¿Qué…?

Nada, tonterías mías.

Sólo quiero decirte que he conseguido los dos objetivos que me proponía al principio de todo. Primero, ponerte los cuernos con tu total conocimiento para que supieras lo que se siente al saber que tu ser amado está en brazos de otro. Segundo, experimentar yo misma nuevas sensaciones, y estoy satisfecha en ambos sentidos. Anda, dejémoslo y vayamos a ducharnos para ir a recoger a los niños, se hace tarde y no quiero que mis padres piensen que abusamos de su confianza. Si luego sigues insistiendo en conocer todos los detalles te los contaré, pero no te quejes si no te gusta.

Ana se levantó de la cama y se dirigió al baño a ducharse. Afortunadamente no se percibió que bajo las sábanas una nueva erección intentaba traicionarme. Esperé dos minutos y cuando escuché el ruido del agua de la ducha me levanté y me metí con ella a ducharme. La abracé por la espalda y apoyando mi polla en sus glúteos le volvía a pedir perdón. Ella me besó y notando mi bulto se giró y me dijo: "vaya, parece que me has echado mucho de menos, voy a sacarte lo poco que te han dejado en los testículos cariño" y me hizo una mamada deliciosa y prolongada que culminó con mi vaciado total en su boca como ella me había prometido. Esta vez no apartó su boca, como solía hacer, y tragó lo poco que me quedaba en mi depósito y que solté entre estertores y cayéndome el agua de la ducha sobre la cara. Se había acostumbrado a tragar lefa y ya no le daba asco, más bien perecía que la bebía con ansia. Como me la había cambiado el muy cabrón.

Salí de la ducha con una toalla a la cintura y me senté a observarla como se vestía.

Nunca antes me habías hecho una mamada igual.

¿Cómo?, ¿en la ducha?

No, que terminaras tragándote mi semen.

¡Ah!, eso…, ¿seguro que no te lo había hecho antes?

A mí desde luego no, siempre ponías cara de asco y te apartabas en el último momento.

Alguna vez tenía que ser la primera, ¿no?

Sí, es verdad, pero algo me dice que yo no he sido el primero en llenar de semen tu acogedora boquita.

Eres muy perspicaz, cariño – bromeó con una sonrisa maliciosa - Pero ¿a que te ha gustado cariño? Por cierto estaba muy rico, vas a tener que darme más de beber de vez en cuando con tu grifito – bromeó de nuevo pellizcándome la picha por encima de la toalla.

¿Con mi "grifito"?

Te lo digo cariñosamente, no te ofendas. Anda vístete ya que nos vamos.

Pasamos un fin de semana tranquilo sin salir de casa y con los niños. Un fin de semana familiar y dedicado a ver la tele jugar con los peques y planear las futuras vacaciones.

Pero en la noche del sábado, después de que ya había repuesto fuerzas durmiendo un montón de horas la noche anterior y echándome la siesta, preparé una cena especial que a ella le encanta con ensalada de aguacate y fritura de verduras. De alguna forma me sentía obligado a agasajarla y en mí creció el instinto de cuidar nuestra relación como desde hacía mucho tiempo no experimentaba. Por eso mismo, esa noche después de acostarnos esperé a que se quedase dormida. Cuando noté su respiración profunda, la destapé como había hecho en Tenerife con Karen y pude deleitarme viendo sus curvas. Tan sólo llevaba un picardías que apenas le tapaba su culo, así que se lo subí hasta media espalda y procedí a hacer lo mismo que le hice a mi diosa tinerfeña. Hundí mi rostro en su trasero y le dí el mejor cunnilingus de mi vida, hice que se corriera dos veces seguidas hasta que me suplicó que la dejara dormir y reponerse hasta por la mañana que haríamos el amor.

Pero al amanecer, me volví a anticipar y de nuevo me merendé su coñito depilado que me volvía loco. Le confesé que había sido una gran idea la de afeitarse el sexo y me dijo que ya me había dicho que para su primera experiencia extramatrimonial quería algo especial y que a Fabián también le había encantado.

Era la primera vez que hablábamos de una experiencia con su amante de forma natural.

Vaya, otra cosa en la que se me han adelantado. ¿Y se puede saber si hay algo más en lo que hayas sido "estrenada" por tu amiguito y no por mí?

¿De verdad quieres saberlo?, creo que sólo sirve para torturarte.

No me digas que también te ha estrenado por detrás.

No, eso no… Podría destrozarme con ese tamaño.

Lo dices como si te lo hubiera pedido, ¿no?

Así es, insistió mucho pero le dije que ni hablar, que de eso se olvidara.

Muy bien cielo, te mantuviste firme. Al menos déjame ser yo el que estrene tu agujerito posterior. Llevo años pidiéndotelo, y visto lo visto es el último reducto de tu cuerpo que no ha conocido varón.

La verdad es que no me atrae nada la idea, ya lo sabes.

Sí, pero piensa que yo jamás he sido el primero contigo en nada. Cuando te conocí ya habías tenido dos novios y no eras virgen. De tu boquita mejor no hablar, porque tú misma me confesaste que no sólo tus dos anteriores novios tuvieron la suerte de que se la mamaras, si no que tuviste algunos rolletes de discoteca que acabaron contigo de rodillas aferrada al pilón de algún jovenzuelo.

De esa experiencia adquirida disfrutaste y disfrutas mucho ahora.

No lo niego, me encanta como me lo haces, pero con esto quiero decirte que tu coñito fue estrenado por tu primer novio, tu boquita probablemente antes por cualquier otro, la primera corrida que te tragas es la de Fabián y la primera vez que te depilas el sexo y te lo comen despoblado de su bosque fue también Fabián. ¿Acaso no puedo pedirte simplemente ser yo el primero y si tú quisieras el único que te estrene tu rosadito agujero que me vuelve loco?

No se. Ya veremos.

Ya veremos, ya veremos. Volviendo al tema, ¿en que más te ha estrenado tu nuevo amigo?

Ya que muestras tanto interés te diré que jamás una polla me había llenado tanto y me había llegado tan al fondo. Me hizo recordar la primera vez que hice el amor porque me dolió bastante al principio. Parecía no tener fin y mi vagina tardó bastante en acoplarse a su nuevo huésped. Casi puedo decir que me desvirgó porque me despegó las paredes más profundas de mi vagina.

Ya,…¿ a…a…algo más? – tartamudeé.

Sí. Me manejó y dominó de tal forma que quedé totalmente sometida, no se si voluntaria o involuntariamente. Ese estado de sumisión y entrega total no lo había experimentado nunca. Si en ese momento hubiese querido forzar mi ano no hubiera podido oponer resistencia alguna pues era totalmente vulnerable a sus deseos.

Es un caballero entonces…- ironicé

Lo creas o no, es un buen chico, es respetuoso y sabe cuando tiene que parar.

¿Qué sabe cuando tiene que parar?, pues no diría yo eso por como te avasalló en el probador de la tienda o por como se explayó exhibiéndote y metiéndote mano en la discoteca.

¿Qué?, ¿cómo sabes tú eso?

Por que tú me lo contaste.

Lo del probador sí, pero lo de la discoteca no, de hecho estabas en Tenerife cuando sucedió eso. ¿Cómo lo sabes?, ¿quién te lo ha contado?

Otra vez he metido la pata, pensé. ¡Joder! menuda rachita llevo. No tuve más remedio que confesarle que había visto toda la función, o, gran parte de ella, cuando el miércoles por la noche regresé a casa a dormir por haber aplazado un día el viaje a Canarias.

Lo siento mucho, cariño- me dijo -. Con eso si que no contaba. Jamás hubiese querido que me vieras en esa forma con otro hombre. Eso sí que no lo deseaba de ninguna de las maneras. Te pido perdón de todo corazón, pero no deberías haber vuelto a casa esa noche o deberías haberme llamado antes.

Confiaba en que todo hubiese sido una broma y un ardid tuyo para darme un escarmiento.

Y vaya si escarmentaste. Lo siento de veras. Aunque yo te pillase de la misma forma en la playa con aquella chica jamás pensé en pagarte con la misma moneda y que me vieses entregada a otro hombre.

Olvídalo. Ya pasó. Como dices la culpa fue mía por volver a casa sin avisar. Fue muy duro, ¿sabes?, casi me da un infarto.

Me imagino, lo siento. ¿Estuviste toda la noche en casa?, ¿pero en donde?

Al principio en la entrada de nuestra habitación y después tuve que esconderme en la despensa cuando bajasteis a la cocina a comer algo. Luego, volví a subir para ver cómo era tu primer polvo con él, cuando os quedasteis dormidos me fui.

Caray, te tengo que dar las gracias por no haber intervenido y haber montado una escenita. Pero no comprendo porqué subiste de nuevo a vernos. ¿No habías tenido demasiado ya?

Fue como una penitencia para mí, autoimpuesta y merecida por haberte sido infiel tantas veces.

Ya, … ¿te puedo hacer una pregunta? pero no te enfades, ¿vale?

Adelante.

Al día siguiente, en la canasta de la ropa sucia había un pantalón y unos calzoncillos. Me extrañó porque creía que había hecho toda la colada el día anterior y al cogerlos vi que el pantalón tenía una zona como acartonada y reseca y lo mismo los calzones. No le di mucha importancia y los lavé. Ahora, me doy cuenta que podía ser la ropa que llevabas cuando estabas en casa esa noche y nos pillaste en la cama. Mi pregunta: ¿te excitaste viéndonos follar?, ¿te excitaste viendo como tu mujer era gozada por otro hombre?, ¿te hiciste una PAJA?

Son tres preguntas cariño

¡¡Responde!!

¡¡AFIRMATIVO para las tres!!, ¿CONTENTA?

Me dejas alucinada, a mi marido le pone verme follar con otro, ¿es que tienes una polla por cerebro o eres un consentidor de esos o simplemente un degenerado?

Me estás haciendo preguntas que ahora mismo no se responder ni a mí mismo. Yo tampoco le encuentro explicación.

De repente tiró de la sábana hacia abajo y me descubrió en pelotas con un empalme de campeonato.

¿Y esto tampoco te lo explicas?, te has excitado con el relato que te he hecho de mi noche con Fabián, ¿no es así?

Puede ser.

Bueno, esto cambia las cosas un montón, incluso crea nuevos horizontes, porque tal y como yo lo veo tú vas a pasar a disfrutar doblemente con tus fiestecitas con otras mujeres y con los cuernos que yo te ponga. Vuelves a descompensar la balanza a tu favor, cerdo egoísta.

Espera un momento. Estás dando por hecho que yo disfruto viéndote con otros y la verdad es que me muero de celos y me gustaría que no lo hicieras jamás.

Puede ser un sentimiento que inevitablemente te surje cuando lo razonas fríamente, pero no me negarás que te excitas en cuanto te hablo de ello. Mira como tienes la polla, además hasta te masturbaste una vez viéndonos follar.

Fueron dos realmente – admití cada vez más resignado y acorralado.

¿Dos?..., lo ves, te pone verme follar con otro o que te cuente que lo he hecho.

Joder, tal y como lo cuentas parezco un cornudo consentidor, o un voyeur degenerado que entrega por placer a su esposa.

Lo primero ya lo eres, cariño, y lo segundo no lo se. Pero vamos a comprobarlo.

¿Qué?

Me agarró la polla y suavemente estiró el prepucio hasta abajo y con dos dedos de la otra mano hizo forma como de tijera e hizo como si me quisiera cortar el tronco y empezó a subirlos de arriba abajo apretando cada vez más. Pero lo peor vino cuando se arrimó a mi oído y empezó a susurrarme:

Así que a mi maridito le pone que le ponga los cuernos con un machote más dotado que él. Pues yo estoy encantada de poder relatarle cómo ese macho dominante me montó durante toda la noche sin descanso. Su aguante y resistencia eran formidables cielo. Siento decirte que esa noche te marchaste casi al principio de la función, lo que viste fueron meros preliminares. Me folló hasta el amanecer y porque tenía que ir a trabajar, en total cuatro veces con la que tú viste.

Mi polla estaba cada vez más dura.

No sigas Ana

No pasó ni media hora del primer polvo cuando me despertó otra vez de forma inesperada restregando sus huevos por mi boca y mejillas. Cuando abrí los ojos casi no podía ver nada pues sus inmensos huevos descansaban cerca de mis ojos. Se los agarré y uno por uno los fui metiendo en mi boca como si fueran melocotones, después le separé los huevos y le mordí suavemente el canal eyaculatorio, sí esa vena gordota que tenéis todos en el centro y a lo largo de la polla, pero que en el caso de Fabián parece un espárrago triguero de lo grande y consistente.

Vale ya

No cariño, todavía no. Fabián no tardó ni treinta segundos en alcanzar esa magnífica erección de la que hace gala y que me tiene rendida desde que agarré ese cipote en los probadores hace semanas. Inmediatamente me puso a cuatro patas y me dijo que ya era hora de taladrarme como a las perras, y ¿sabes qué?

¿Qué?

Me la endiñó de un solo golpe hasta el fondo. Afortunadamente todavía rezumaba semen suyo que actuó como lubricante. Mis gemidos creo que fueron escuchados en las casas más cercanas. Me bombeó en todas las posiciones que quiso y cuando estuvo a punto sacó su pollón y se corrió en mis tetas, esas tetas que tanto te gusta chuparme y que a lo mejor has notado con un saborcillo algo raro a tu vuelta del viaje, ¿no notaste nada cariño?, a lo mejor tú también has degustado a Fabián sin saberlo.

En ese momento estallé, no pude aguantar más y me corrí como un toro. Ella agachó rápidamente la cabeza e intentó tragarse de nuevo mi abundante corrida. No paró hasta que tuve la picha bien limpia y blanda, entonces con una sonrisa de triunfo dijo:

Comprobado cariño. Creo que disfrutaste más que nunca. Esto puede dar alas a nuestra imaginación y a nuestras relaciones sexuales. Pero sólo si tú quieres claro. A mí me da igual, es por tu placer. Pero visto lo visto creo que tú mismo me lo vas a pedir dentro de muy poco.

Te alegrará saber que hay otra cosa más que me gusta más de ti que de Fabián, es tu sabor. Es mucho más intenso, así que no me voy a lavar la boca en todo el día – añadió.

Se levantó de la cama y lanzándome un beso con los dedos bajó a preparar el desayuno a los niños.

Volvía a representar el papel de amorosa madre de familia, después de haberse comportado como una puta retorcida con su marido,…, o quizá después de haberse comportado como una esposa ejemplar, amorosa y dedicada a su esposo, pues según ella sólo buscaba mi placer y yo ya no sabía qué pensar.

WYATT 11