El Actor Porno 2

Continua la saga de cine porno

Me desperté el lunes temprano y fui al baño, todavía no me había acostumbrado a mi nueva imagen y estuve mirándome en el espejo varios minutos. Por fin reaccioné y me puse en marcha. Me duché y depilé todo mi cuerpo, hoy tenía rodaje y no quería desentonar en mi nuevo papel. Volví a mi habitación y me puse un sostén y unas braguitas, me puse los pechos postizos dentro del sostén y los coloqué en su sitio. Abrí el armario y elegí un vestido blanco que me quedaba por encima de las rodillas, me puse unos zapatos negros con mucho tacón y me senté en el tocador. Me maquillé de manera muy natural, sin excesos salvo los ojos que me puse varias capas de mascara en las pestañas, me encanta. Me puse un collar, varias pulseras, un reloj muy femenino y unos pendientes enormes que tiraban de mis orejas y me hacían sentir muy femenina. Lucia me llamó desde el pasillo, me puse una chaqueta negra entallada y cogí mi bolso negro. Las dos salimos teníamos que rodar esa tarde y como era pronto me llevó a un salón de belleza de una amiga suya. Lucia habló con la encargada al oído y seguido me hizo sentar en una silla. Yo no dije nada y ella empezó a teñirme el pelo, mientras el tinte hacía su efecto me cogió las manos y empezó a hacerme la manicura, me dejó unas uñas preciosas de color blanco y después perfeccionó mis cejas. El tinte ya estaba listo y me quitó la toalla que cubría mi pelo, me había teñido de caoba y empezó a peinarme.

Cuando terminó me giró la silla y me vi en el espejo, estaba espectacular, el corte de pelo era muy femenino y las cejas ahora estaban perfectas, noté que mi pene se empalmaba un poco de la excitación. Salimos de allí y después de comer en un restaurante en el que todos los tíos nos miraban con ojos de deseo fuimos a trabajar. Por primera vez entre en los camerinos de las chicas y allí nos cambiamos Lucia y yo. Salí a rodar con una minifalda y una camisa muy ajustada, me tuve que quitar mis pechos postizos y no me dejaron ponerme nada para que se notase que era yo, ahora transformándome en mujer, me dejaron unas botas altísimas con un tacón de unos 14 cm y salí al estudio, allí me esperaba Carlos que se quedó de piedra cuando me vio.

Empezó el rodaje y yo entraba en casa de Carlos con esa ropa y le explicaba a este mi transformación. Él me cogía de la falda y me llevaba a su cama. En la cama mi comportamiento tenía que ser exclusivamente de mujer. Yo empecé a besarle mientras nos desnudábamos mutuamente, él se quedaba completamente desnudo y yo con la ropa interior y las botas, entonces agarré su falo con las dos manos y me lo acerqué a la boca. Carlos me acariciaba por todas partes y yo empecé a comerme sus 22 cm de polla de una manera magistral. Me encantaba comerle la polla. Se la comí toda hasta que empezó a escupir su leche y yo me la tragué toda. Su sabor me resultaba exquisito. Mientras su pene se reponía nos tocábamos todas las partes del cuerpo y el acabó desnudándome dejándome solo con las botas, por fin llegó lo que más estaba esperando, él me volteó y fue acercando su pene a mi ano, poco a poco lo fue introduciendo y empezó con la embestida. Ya no me dolía como la primera vez y era todo placer. Carlos llegó hasta el fondo de mi y nos empezamos a acariciar y a besarnos, me sentía como una autentica zorra, con su pene dentro de mí y comiéndomelo a besos. Ya no sentía ningún remordimiento, al contrario, me sentía toda una mujer. Carlos empezó con el mete-saca y yo no paraba de gemir y de gritarle. Le gritaba cosas obscenas y le decía que me hiciese sentir mujer, que me haría toda una mujer, y cosas así. Él cada vez iba más rápido y yo no paraba de jadear. Al final sacó su polla de mi ano y se corrió en mi boca y en mi cara, yo estaba completamente en éxtasis y a la vez me daba cuenta que ya nunca más sería un hombre, la mujer que vivía en mi se hacía cada vez más fuerte y ya dominaba todos los aspectos de mi vida, no había marcha atrás. Por cierto, el director se llamaba Juan Luis, que no lo he dicho ni una vez y fue el él que me dijo que esta película la íbamos a rodar a medida que las hormonas fuesen haciendo efecto sobre mi cuerpo, así que iba para largo.

Yo seguí con el tratamiento y viviendo con Lucia. A los seis meses Lucia había hecho de mí toda una mujer y las hormonas empezaban a transformar mi cuerpo. Mis pechos ya abultaban lo mismo que a una adolescente, apenas me salía bello, mis caderas y mi trasero habían aumentado de tamaño mientras que mí cintura era cada vez más estrecha. La piel era más suave y lisa y el cabello me crecía más fuerte y lo tenía muy largo. La masa muscular se había reducido y había perdido mucho peso, de los 80kg había pasado a tan solo 62kg. Mi nombre había pasado a ser Verónica y ya solo respondía a él. Juan Luis me llamó para decirme que las dos películas anteriores habían arrasado y que todo el mundo pedía a gritos la tercera entrega. Como mi transformación era muy lenta, me dijo que había hablado con los doctores y no le habían puesto ningún pero a que yo pasase por quirófano para acelerar el cambio, él pagaba los costes. Yo no sabía que responder y después de hablar con los doctores de primera mano, accedí. En un mes pasé dos veces por el quirófano y el resultado fue espectacular. Los rasgos de mi rostro se habían afinado y mi nariz era mucho más pequeña. La nuez del cuello había desaparecido y mi voz era más aguda y femenina. Mis pechos eran enormes, quizás demasiado grandes pero como Juan Luis pagaba y el cine porno demandaba pechos grandes, los acepté así, ahora usaba un sostén talla 105. También me extirparon la última costilla para afinar más mi cintura que ahora medía 65cm nada más. Me costó mucho tiempo asimilar todos mis cambios frente a un espejo.

Eran unos cambios muy femeninos de repente, pero al final los acepté y me di cuenta de que ya no había marcha atrás, yo era una mujer por los cuatro costados, todo había dejado de ser un juego para ser una realidad, mi nueva realidad. Cuando encajé los cambios físicos en mi vida, fui al centro de belleza de la amiga de Lucia y terminé de cambiar mi físico. Mi pelo era larguísimo, me lo tiñeron de rubio y me lo rizaron. Mis uñas eran muy largas y me hicieron la manicura. Me arreglaron las cejas y me depilaron el poco bello que tenía, mi pene era enanísimo debido a las hormonas y me depilaron las ingles de manera muy femenina. Salí de allí echa una dama y vino Lucia a recogerme para ir de compras. Mi ropa ya no me estaba bien debido a los cambios físicos así que tenía que comprar de todo. Juan Luis le dio bastante dinero a Lucia para que yo renovara mi armario. Yo ya había perdido todo el miedo de las primeras veces, ahora me sentía completamente mujer y entrar a tiendas de mujeres y probarme la ropa no me suponía ningún suplicio, me sentía como pez en el agua. Mis gustos también habían cambiado, como mi físico. La ropa que me compré no era tan provocativa como la de antes. Mi comportamiento había cambiado, ya no necesitaba vestir provocativa para sentirme más mujer, ahora me sentía tan mujer como cualquier otra y no necesitaba vestir como una adolescente.

Cuando por fin me centré del todo Juan Luis me llamó para seguir con el rodaje. Fui al estudio y me tuve que vestir con ropas minúsculas, no dejaron que me viese Carlos para que el impacto fuese real y así fue, cuando Carlos abrió la puerta de su casa y me vio se quedó petrificado, yo cuando lo vi tan parado no sabía qué hacer y para no cortar la escena y perder su cara de sorpresa me abalancé sobre él y empecé a besarlo. Todo salió como la seda. Cada vez me gustaba más besar a los hombres, cuando le besaba él rodeó todo mi cuerpo con sus musculosos brazos y fue en ese mismo instante cuando me di cuenta que eso me hacía sentir especial y que ya nunca más podría besar a una mujer. Esta vez tomé yo la iniciativa y lo lleve hasta la cama, nos desnudamos el uno al otro y me dejó en ropa interior mientras que yo lo desnudé del todo. En mi cuerpo se apreciaban unas curvas totalmente femeninas, lo que mostraba el cambio que estaba sufriendo mi cuerpo. Carlos estaba completamente empalmado, cosa que me agradó mucho porque me di cuenta que mi cuerpo era capaz de hacer eso él solito, sin tener que tocar nada. Aproveché que estaba empalmado y sin meternos en la cama me puse de rodillas frente a él y me comí su polla de una vez. Era fantástico, me encantaba comerme la polla de un macho, le hice la mejor comida de polla hasta la fecha, ya me había comido esa polla varias veces pero nunca me había sentido así. El sujetaba mi cabeza para que no dejara de comérsela y yo no paraba, por fin aparto mi cabeza y se vino en mi cara, tenía su leche por todas partes y empecé a lamer mi cara y a coger con mis manos su semen y me lo llevaba a la boca.

Me estiró del pelo y me arrojó a la cama, allí me terminó de desnudar y empezamos a acariciarnos todo el cuerpo. Nunca antes había sentido así sus caricias, mi piel, al volverse más suave y fina, había adquirido más sensibilidad y sus caricias me hacían estremecer por dentro, pero lo más fuerte llegó cuando empezó a masajear mis nuevos pechos, aquello fue increíble, cada vez que tocaba mis pezones un intenso cosquilleo atravesaba todo mi cuerpo dejándome paralizada, aquello era el placer más grande que jamás había sentido. Yo le respondía con intensísimos besos en la boca y le pedía que no dejara de tocar mis pezones. El se dio cuenta de mi grado de excitación y me abrió de piernas, yo me sorprendí cuando note que me levantaba como si fuese una pluma y me insertaba en su mástil. Me lo metió hasta dentro y por primera vez estábamos cara a cara. Aquello me hizo sentir más mujer, tener a mi macho de frente mientras me penetra y empecé a imaginar que me penetraba por mi vagina en vez de por mi ano y mi excitación superó sus límites. Él estaba tumbado frente a mí y yo metía y sacaba su polla de mi ano mientras él me sobaba los pechos. Mis gemidos eran ahora más agudos y tanto placer hizo que se convirtieran en gritos. Yo acabé extasiada y me derrumbe sobre su cuerpo con su polla dentro de mí, noté como su leche me inundo por dentro y empecé a besarle. Había sido el mejor día de sexo de mi vida y por fin había encontrado mi verdadera identidad sexual, me gustaban los hombres, única y exclusivamente, nunca jamás volvería a tener sexo con una mujer, me resultaba desagradable el simple hecho de pensarlo.