El acertijo de las reinas 4
Guadalupe le arañaba la espalda y arqueaba los riñones mientras gritos ahogados en besos cargados de pasión, se escapaban desde sus entrañas Mary suspiraba una y otra vez conforme la joven descubría aquel cuerpo que le dejo en desvelo tantas noches
"Seguí golpeando el vidrio, tenía tantas sensaciones en ese momento “¡ASESINOS!” gritaba entre mis llantos, “!ASESINOS!” no dejaba de repetirlo, me quebré las muñecas, seguían sangrando, pero más sangraba mi corazón, me sentía muerta, sentía que había muerto en aquel instante que escuche el revolver, me recline en el vidrio, cerré mis ojos, “Carmen…” decía con voz temblorosa, quebrada, cada parte de mi ser estaba sufriendo por la vida, la vida que se había perdido en el instante que aquel ensordecedor sonido me destrozo el alma, sentí un fuerte golpe en mi cabeza, solo vi el frio piso de la camioneta… y a Carmen…"
Capitulo 4/4:Mudanzas
Tiempo actual.
De pronto me doy cuenta de las lágrimas que recorren mi rostro y lo dejan marcado a su paso, las limpio y sigo caminando hasta toparme con un pequeño lago a la hora del atardecer. “que rápido se va el tiempo cuando se trata de ti…” pensé, y me senté bajo el árbol que quedaba a pocos pasos de mi, y lancé una piedra al centro del lago, la cual viajó haciendo patitos.
Acababa de obscurecer por completo cuando decidí dirigirme a mi habitación, y al levantarme, me percate de que no sabia donde estaba… “genial, me perdí…” avance un poco, y decidí que a la primera persona que encontrara, le preguntaría sobre la ruta a la casa carmín, pero para mi desgracia, no había nadie en los jardines…
Seguí mi camino, “debo llegar a alguna otra casa, o alguna oficina que este abierta a esta hora, este lugar no puede estar desolado por siempre”.
Me distraje un poco con el camino a mis pies, el pasto tan bien cuidado, los árboles frondosos, definitivamente me empezaba a sentir en un verdadero hogar, cuando al levantar la vista, me topo con la gran sorpresa de mi vida, ¡estaba detrás de la casa carmín! Era inconfundible por su color.
Entre casi corriendo a mi habitación, y subir 10 pisos de corrida, supongo que me hizo bajar algunos kilos, dado que me dio un hambre atroz al llegar a la cama, pero no le di mucha importancia, me encontraba cansada, y la verdad, me dormí al instante.
Me desperté por el ruido de una secadora y los rayos del sol que ya pegaban de lleno en mi rostro, me levante y fui hasta el baño, que era de donde provenía el ruido.
- Buenos días dormilona – me dice una joven de mi edad.
- Buenos días extraña.
Le dedique una sonrisa, la verdad si me encontraba un tanto dormida aún, pero al menos no era maleducada cuando me despertaban, más bien, era cariñosa, pero claro, no me le iba a encimar a una completa desconocida.
- Soy Vanessa Montemayor
- Alicia Cuellar, un gusto.
La detalle brevemente, una muchacha ligeramente mas alta que yo, 1.70 quizás, cabello rizo, pero definido, piel morena, labios gruesos, muy buen cuerpo, ojos grandes y la delicadeza de una pluma “es linda” acepte sin pretensión alguna.
- ¿Qué carrera estudias?
- Enfermería, la misma que tú.
- ¿Cómo sabes que estudio enfermería? –me sorprendí ante su comentario.
- Porque los dormitorios se dividen por facultades –me responde casi riendo ante mi ignorancia total. –al parecer yo si leí los panfletos… -dijo con una ligera risita.
- Oh…
La mañana pasó sin sobresaltos, al contrario, nos la pasamos conociéndonos un poco, le conté que tenía diecinueve años, y que había perdido el año por causas del destino, aunque no se lo creyó del todo, no indago más y me dio aquel espacio necesario, ella mantenía mi edad, que estaba ahí por el hecho de sentirse independiente, y que igual iría a primer semestre, pero que ella perdió el año por causas de flojera… o sea, que reprobó un año estando en el bachillerato.
Me presentó a su circulo de amigas, lo cual era todo el edificio, al parecer Vanessa era muy popular por haber estado con algunos en la preparatoria, o la secundaria, además de linda y un tanto cariñosa con todo aquel ser que existiera, no en exceso claro, pero mostraba algo de su corazón.
Las siguientes dos semanas, se trataron de reconocer todo el campus, me lo enseñaron de pies a cabeza, Vanessa y yo pasábamos la mayor parte del tiempo juntas, nos volvimos muy amigas, pero por circunstancias variadas, no lograba hablarle acerca de mi orientación sexual, si no era el hecho de ser interrumpidas por alguna de las chicas, empezábamos a hablar de otras cosas y simplemente me olvidaba del tema.
Llegaron los días de entrar a clases, compartíamos ¡todas! Absolutamente ¡todas las clases! Me parecía de lo más agradable aquello, si bien no era una mujer de muchos amigos, me fascinaba la idea de preservar los pocos que tenía, y Vanessa se convirtió rápidamente en alguien así.
En cuanto a mi padre y Sofía, ellos me mandaban mails, y llamaban cada que podían, ya conocían la voz de Vane, y aunque tuve que aclararle diez mil veces a mi hermana que ella no me interesaba, ella seguía en el plan de que yo caería a sus pies.
Dentro de las clases, había un compañero, Roberto, quien compartía gran parte de estas con nosotras, y aunque se mostraba algo cariñoso conmigo, yo trataba en la medida de lo posible de no darle “alas”.
Así pasó el primer semestre, y yo seguía sin hablarles de mi orientación sexual, la verdad ya llegaría la hora de hacerlo, sin embargo, los tres nos volvimos tan inseparables, que de cierta manera, imaginé que el día en que yo confesara aquel secreto, ellos pudieran sentirse… “heridos”… “engañados” la verdad me imaginaba miles de escenarios, pero en sí, me concentraba más respecto a mi carrera . “la madre Esther, seguro estaría orgullosa de mi si supiese a donde he llegado…” un pensamiento fugaz me abordo, siendo este aniquilado por uno aún mas razonable… “oh quizás me desconozca por se gay…”
La entrada del segundo semestre y la otra mitad del invierno, trajeron consigo las practicas, donde a determinados alumnos, los mandaban tanto a centros de salud, como a hospitales, clínicas y demás lugares para realizar las dichosas practicas del semestre, al parecer así serían los próximos, cuatro años y medio, yendo a practicas y después a clases, o viceversa, según como tocaras.
Checamos las listas, y al parecer el destino de los tres consistía en estar juntos, ya que estábamos en la misma jornada, y la misma clínica, “El lirio blanco”. Cuando Vane supo que practicaríamos ahí, propuso cambiar de lugar, no entendía el por qué pero le veía… ¿aterrada?
- ¿Por qué quieres cambiar de clínica Vane?
- Si, he escuchado que ese lugar es muy prestigioso, además se divulga por ahí que pagan las prácticas –dijo Roberto con un brillo particular en sus ojos, lo sabía, era codicioso.
- Por la única y sencilla razón de que ese lugar, es un centro psiquiátrico… ¡esta lleno de locos!
Al escuchar su escusa, estalle en carcajadas, ¡me causaba tanta gracia verla hacer pucheros como niña pequeña! Se veía tierna, y me daba la sensación de protegerla, y me encantaba sentirme como la hermana mayor.
- Pues si a ti también te da miedo –decía Roberto dirigiéndose a mí –yo podría protegerte a cambio de…
- A cambio de nada, si vamos a ese lugar tú te quedas solo, ¡ella se queda conmigo!
Al decir esto se abrazó a mí, y me resultaba tan hilarante la escena, que no pude aguantar el abrazo y reírme como loca, a tal grado que caímos irremediablemente al piso, lo que llamó la atención de algunos compañeros y uno que otro profesor.
- Señoritas, les informo que es importante mantener la compostura dentro del campus, ahora también aprovecho y les comento que como su jornada es vespertina, deberán acudir a la clínica, apenas terminen su ultima clase.
Aquella notica le calló como balde de agua fría a Vane… “en verdad no quieres ir…” pensé al ver su cara de horror…
Sin más preámbulos, acudimos al lugar, no era una cosa del otro mundo, pero si algo con mucho estilo y con un toque tan personalizado, que lo hacia lucir simplemente bello.
Roberto se adelanto a recepción, ya que yo me quede observando la fuente de piedra, localizada en medio y al frente de la entrada de la psiquiatría, no me percaté de la presencia de Vanessa hasta que esta me abrazó por la espalda…
- ¿Te gustan las fuentes? –preguntaba cerca de mi oído…
Su contacto y su respiración tan cerca, me hicieron sentir un cosquilleo extraño, estaba acostumbrada a sus abrazos, pero jamás me abrazaba por la espalda… pero me habían encantado aquellos brazos tan cálidos, rodeándome por la cintura desde mi espalda…
- Si…
Voltee para cruzarme con su mirada, sin embargo, esta se encontraba en el agua de la fuente, así que reaccione y me limite a dedicarle una sonrisa, “valla que me ha hecho falta Sofía, ya hasta pareciera que Vanessa toma su lugar” . Las vacaciones de invierno me las pasé en el departamento de mi querida hermana, pero cada que podía, ella se escapaba con sus amigos y yo como no soy de muchas fiestas, me la pasaba leyendo en casa…
Roberto nos llamó para entrar, y al hacerlo mis ojos se centraron en una serie de cuadros, que pintaban a una reina quien sostenía una rosa, era la misma imagen, pero en tonos diferentes…
Debíamos empezar ya mismo por tratarse de un lugar renombrado, nos separaron en equipos de trabajo, Roberto se encargaría de la tercera planta, en conjunto del Dr. Doroteo Conde, Vanessa de la segunda en el equipo del Dr. Darío Rey y yo en la primera, en apoyo a la Dra. Johanna Cisneros.
Todo transcurría normal tanto en practicas como en la facultad, los tres nos íbamos en el coche de Vane, y las dos dejábamos a Roberto en la “casa Montesiú” dormitorios que quedaban un tanto retirados de la nuestra.
Cierto día, la doctora me pidió que le llevara unos papeles que se encontraban en una gaveta de su escritorio, había estado trabajando mucho respecto a una paciente, y a pesar de haberme contado que llevaba casi veinte años con su caso, no lograba avanzar mucho.
“a ver, a ver… caso Ranabis… caso Reval… ¡caso Rey!” me llamó la atención el apellido, el dueño y fundador de la psiquiatría, era Darío Rey, ¿será que algún familiar suyo se encontraba internado aquí? No le di mas importancia y tome el que creí era un sobre, pero me percate que era un paquete completo, pesaba…
En eso, del paquete cae un libro extraño, tiene las pastas forradas o hechas con cuero, pelo y cadenas… no se veía mal, al contrario, era de muy buen gusto, sin embargo, no lograba distinguir ni un solo nombre.
Sin más lo metí nuevamente al paquete, “no valla a ser la de malas…” se lo entregué a la doctora y ella se dispuso a romper hojas del mismo, a tirar fotografías que según ya no le servían en lo más mínimo, hasta que llegó al que supe después, era un diario.
- Toma – me lo extendió – he dictaminado que la señora Rey ya no saldrá de este lugar, es imposible que se cure… -dijo con un aire de tristeza y decepción.
- Pero… ¿yo que hare con él?
- No lo sé, lelo, tíralo, subástalo, recíclalo, has lo que mejor te venga.
Tomó el resto de sus cosas y se fue, yo me quede pensando y dado que ya era hora de retirarnos, Roberto me alcanzó para irnos.
- Entonces te lo entregó ¿así, sin más ni más? –preguntaba Vane mientras estaba al volante.
- Sí, simplemente lo deshecho y ya.
- Valla suerte la tuya –dijo Roberto- quizás te inspiras y haces un diario para que hables de, tu enamorado secreto.
Vanessa lo miró por el retrovisor, casi asesinándolo, a veces, podía ser un gran fastidio, los tres sabíamos que hablaba de él mismo, realmente no sé el porque se aferraba tanto a recalcar que tenía un enamorado “secreto” quien ni una rosa, ni una carta, ni siquiera señales de vida, había dado…
Cuando llegamos al dormitorio, Vane se encontraba ansiosa, sabía que quería ver el contenido del diario esa misma noche si nuestros cuerpos nos lo permitían, así que prepare un bocadillo nocturno, algo de fruta en realidad, acerque unas pinzas, y nos colocamos en mi cama, después de algunos intentos, logramos romper la cadena…
“Afuera sigue lloviendo a cantaros, pero jamás sentiré que esa lluvia es más agua que mis lagrimas… han pasado solo un par de horas desde que me enteré de la verdad, me siento fatal, no se como describir este peso que lentamente me consume, y siento como va carcomiendo cada parte de mi ser…
Todo comenzó un año atrás cuando…”
Veinticinco años atrás
- ¡He! ¡Lupita espérame!
- María, pero que milagro que te dignas a regresar conmigo a casa…
Su sonrisa era de las más sinceras y las más amplias, reflejaba un brillo sin igual, una dulzura embriagante, y sobre todo, alivio de que su mejor amiga, de nuevo le llamase y alcanzase como siempre.
Eran vecinas y amigas casi hermanas desde nacidas, sus padres se habían conocido de la misma manera, por lo cual, causaba una gran controversia dentro del pequeño pueblo donde vivían, el hecho en que María se alejara de ella…
Tenía alrededor de un mes evadiéndole, sin embargo, era el hecho de sentirse triste, nostálgica, dentro de un año se mudara a la ciudad en compañía de su madre, quien contraería nupcias con un reconocido doctor. Guadalupe no sabía ni lo mas mínimo de aquel asunto, por lo que igual estaba ajena de la situación, “sufriendo” por la ausencia de su querida amiga…
- ¿Iras ahora al invernadero verdad? –pregunto Lupita mientras tomaban camino
- Claro que iré, hoy es viernes y, es mas responsabilidad mía que tuya.
El invernadero, fue un regalo que le hizo su padre antes de morir, y ella, en compañía de su casi hermana, lo cuidaban cada viernes después de comer.
- Guadalupe yo… -tomó su mano y la hizo parar en seco – debo decirte algo… es que…
- Shh… -ella le tapó los labios con el dedo índice y se acercó un tanto más de lo normal…-mejor dímelo en el invernadero, que últimamente has estado muy alejada… ese lugar es nuestro Mary.
El hecho de que la llamara “Mary” con ese ligero acento ingles, le derretía por completo, se sentía volar y acariciar el cielo con las manos… tenía tanto que contarle, prometerle y sobre todo, confesarle…
En silesio realizaron el resto del trayecto, hasta llegar a la calle donde se situaban ambas casas, así le vio entrar a su morada, con ese uniforme de falda y saco, en tonalidades negras, rojas y blancas, esos zapatos de charol negro y unas calcetas tan blancas como su piel, aquel atuendo, mas que restarle, resaltaba su belleza corporal, lo que incitaba en ocasiones a María, a verle contonear las caderas, seguir con la mirada sus pasos, y perderse en una cintura casi perfecta…
Ella llegó a su casa, con unas tremendas ganas de por fin confesarle lo que sentía, se mordía los labios al recordar su cuerpo al caminar, y es que aquella sensación de necesidad física la quemaba por dentro…
Aun con el cuerpo recargado en la puerta, recordaba como le había llamado “Mary” y sus ganas de regresar y plantarle un beso en los labios la carcomían, como el fuego a la madera…
- Hija por fin llegas criatura.
- Hay mamá me asustaste…
- Así has de traer la conciencia muchachita, ¿ya le comentaste a Guadalupe?
- No, pero lo hare ahora en el invernadero…
- Bueno apúrate que ya casi son las tres y no quiero que les agarre la noche.
Se retiró a su habitación y cambio de ropa, dio un leve vistazo a su cuerpo, todo se encontraba en su lugar, no era nada espectacular, pero si muy deseable, apenas tenía unos quince años cuando eso, sin embargo, se encontraba muy desarrollado en todos los sentidos.
Bajó y se dispuso a comer, lo hizo más rápido de lo normal dadas sus ansias y en un dos por tres, ya se encontraba de camino al invernadero, a pesar de que las dos amigas vivían a escasos metros, preferían verse en el invernadero, para no causar la típica impresión de no poder vivir la una sin la otra, claro, esto a petición de sus padres.
Llegó a su destino, y tras un vistazo rápido, comenzó a organizar las plantas, que si unas ya estaban mas grandes que otras, que si necesitaban podarse, que agua, mas tierra, limpiarlas, etc… continuó con su labor hasta que dieron alrededor de las seis de la tarde, levantó la vista, y se encontró con el reloj de la pared.
- ¿Por qué no has venido? –se preguntaba en susurros.
- ¿Por qué no mejor volteas?
Se sobresalto al escuchar esto, pero atrás de ella, aparecía Lupita, con una falda blanca con florecillas rosas, unas sandalias de correa negra, que le hacían lucir por completos sus largas piernas blancas, una camiseta de tirantes en color negro, pegada a su cuerpo, que le resaltaba el busto, y el cabello castaño recogido como en la mañana.
María, pasó su mirada por todo ese cuerpo que si de por si, ya la tenía mal, era la primera ves que le veía tan poca ropa, dado que la falda era corta y no como la del colegio… tubo que contenerse con toda su voluntad para no babear enfrente de ella, dado que ya era imposible no verla con deseo descaradamente…
- Tengo tiempo observándote y tú –se acercó a ella y le abrazó por el cuello, dejando escasos centímetros de distancia entre ellas –ni siquiera te dignaste a voltear para ver si llegaba…
- Lo… lo… si… siento… -María ya respiraba nerviosa, el perfume de su amiga se coló por sus fosas nasales embriagándole aún mas los sentidos.
- Shh… -volvió a tapar sus labios con el dedo índice- te he dicho que este lugar es nuestro –dijo en susurros a milímetros de su rostro entre la mejilla y la comisura de sus labios.
María ya no sabía de sí, tomó a su amiga de la cintura, y la pegó a ella, se sentía extasiada, con miedo, pero el deseo podía más que ella, llevaba tiempo deseando estar así con ella, mordió sus propios labios, y le miró directamente a los ojos, cuales estaban cerrados…
Se dirigió a sus labios, pero bajó a su cuello y aspiró su aroma, subía lentamente por el mismo y se detuvo en el lóbulo de su oreja izquierda, mordiéndolo suavemente… no tenía ni la más mínima idea de lo que hacía, hasta que terminaron desnudas en la pequeña cama del cuarto que fue instalado por su padre…
Guadalupe le arañaba la espalda y arqueaba los riñones mientras gritos ahogados en besos cargados de pasión, se escapaban desde sus entrañas… “Mary…” suspiraba una y otra vez conforme la joven descubría aquel cuerpo que le dejo en desvelo tantas noches…
- Te amo… -susurró María abrazada al cuerpo de su amante, tratando de tomar un respiro después de tal acto, mientras tanto, Guadalupe yacía dormida.
Así pasaron los siguientes meses, amándose a escondidas en el pequeño cuartito del invernadero, inventando cualquier escusa para poder ir a solas a todas partes, María se regocijaba de alegría, por fin se cumplía su mas grande anhelo, pero todo comenzó a tornarse turbio a partir que le comentó lo de mudarse a la ciudad, puesto que Lupita, no lo tomó muy bien…
- ¿Qué? –decía alterada - ¿Cómo que te vas? ¡Tú no puedes hacerme esto!
- Amor pero es que no se trata de lo que quiera o no yo, es sobre mi madre y a demás…
- Nada María, ¡Nada!
- Pero es que escúchame… yo podre venir cada fin de semana para seguir con el invernadero mi amor…
Así continuaron, hasta que llegaron a la decisión de fugarse el mismo día, que se suponía María se mudaba…
Tiempo actual.
Así transcurrieron los días, las emanas y los meses hasta llegar el día deseado, me encontraba extasiada, excitada por la vida que nos esperaba, sería difícil, pero yo todo lo hubiera dado por mi Lupita… acordamos en vernos en el campanario a las cinco de la mañana, llegue puntual como siempre,
Dieron las seis y ella no llegaba, me comencé a preocupar, ¿y si algo que había sucedido? ¿Y si nos habían descubierto sus padres? Pero me tranquilizaba la idea de que ella llegaría y seríamos felices…
Al dar las siete de la mañana, me levante en camino a su hogar, me torturaba la idea que algo le hubiese sucedido, y al tocar la puerta, su madre me recibió con lagrimas, estaba inconsolable, y una punzada atravesó mi pecho… “mi amor… ¡¿qué le sucedió al amor de mi vida?!” me desesperaba que nadie me dijera nada, y entonces me enseñó una carta, escrita por ella…
Querida familia, no volveré más, me he ido, me he ido con el amor de mi vida, sé que no aprobarían nuestro amor, por lo que decidimos que lo mejor sería retirarnos del pueblo, los quiero mucho, y en su momento me comunicaré con ustedes… adiós…
Estaba segura que hablaba de mí, que algo le había sucedido en el camino, eso tenia que ser, ¡algo le paso! Quería corre a buscarle, asegurarme que por lo menos seguía viva… tenía que hacerlo…
Pero en eso, su madre me toma del brazo, y me entrega otra carta, esta vez dentro de un sobre con mi nombre, la abrí, y comencé a leer con desesperación.
Mary… mi querida, y estúpida Mary… ha sido un año, de un asqueroso tal que no pude soportar mas farsa, me ido con Pedro, si Pedro, tu queridísimo primo, él si es un hombre, él si que sabe hacerme sentir mujer, no como tu cuerpo torpe he inmaduro, al igual que tú, ¿qué pensabas? ¿Que me iba a fugar con una mocosa? ¡¿Con una mujer?! No querida, ahora sé que si soy mujer, ¡y no una machorra como tú!, hasta nunca, Mary…
Sentí como ese musculo vital dejaba de latir, se rompía desgarradoramente, me sentía morir y salí corriendo bajo la lluvia que comenzaba, llegue a casa y me tiré en cama, todo esto es tan insoportable… ¿Por qué? ¡¿Por qué me tubo que mentir todo este tiempo?! Ya no puedo más, me siento un cuerpo sin alma alguna… ni siquiera gritar con la almohada para ahogar lo desgarrador que me resulta, puede calmarme ahora… ¡¿POR QUÉ?!
Las paginas del manuscrito tenían marcas de agua, prueba contundente, de que se la pasó llorando mientras escribía, me encontraba atónita ante tales confesiones, me parecía increíble todo esto… entonces volteé con Vanessa, y me percate que tenía los ojos abiertos como platos, y me di cuenta entonces de la cercanía en la que nos encontrábamos y, por alguna razón, me puse nerviosa…
- Dale la vuelta quiero ver que sigue… -dijo ella sin percatarse siquiera de mi nerviosismo, por lo que yo obedecí sin chistar
“Son las ocho de la noche, hemos llegado a Monterrey, la casa del prometido de mi madre es una enormidad, y mi habitación igualmente, mi próximo hermanastro se ve que es bueno, es algo lindo y sabe que algo me sucede, pero prefiere mantenerse al margen, creo que es buena idea que lo haga…
Mañana me mostrarán la ciudad, al igual que el colegio, aunque sea por fuera, yo la verdad preferiría no hacer nada, preferiría morir ahora mismo, tras la ausencia de mi Lupita… de mi niña… ¿por qué me tubo que engañar? Si me hubiese dicho que no me quería… que me rechazaba… ¿por qué no me pudo decir la verdad?”
Yo la verdad, deje de ponerle mucha atención al resto del manuscrito, la verdad es que me encontraba con el cuerpo sensible por la historia, y cualquier roce con Vanessa me podría provocar demás… así que cerré el libro, cosa que ella me reclamó, me excuse con el sueño y así nos fuimos a dormir, pero no podía hacerlo, mi cuerpo pedía ser atendido, y por alguna razón, nos acostamos viéndonos a los ojos, separadas por escasos metros y un escritorio doble… no podía más y tuve que voltearme, una sensación no muy desconocida me invadía, tenía un calor tremendo, pero así me tuve que ir dormir… sin embargo mil preguntas volaban por mi cabeza, además de que no entendía la reacción de Vanessa, si bien fue muy positiva, no creí que lo fuese tanto, hasta me dio impresión, de que lo que leía… le gustaba… pero además de eso, no entendía aquel diario ¿confesaba entonces, que la Señora Rey, es lesbiana?
"Y es que mi cuestión siempre fue ¿Por qué? Si a nadie hicimos daño, ¿Por qué nos separaron de esa manera? Si el amor no es un pecado entonces... ¿Cuál fue... El pecado de lonuestro...?"
HEY! amigos que se dan el tiempo de leer mi historia, quiero aclararles, que el tiempo actual son 18 años después... el primer capitulo, empieza 18 años antes, después me entenderán a lo que me refiero, muchisimas gracia sy que esten bien!