El abusón del autobús (2)
Y comprobar, como nadie se percataba de lo que ocurría, sentía como ese extraño a pesar de la multitud se salía con la suya. Y por muy extraño que pareciera... disfrutaba, pero pensaba cómo era posible que este me pudiera masturbar, y encima sin importarle nadie, hasta que inevitablemente me corrí.
El abusón del autobús (2)
No os voy a contar nada de mi anterior relato, os invito a que lo leáis antes que este, si os diré que fue una experiencia única, una de esas que sobresalen entre todas, no solo por cómo se engendró sino por donde sucedió. Un lugar es de esos insospechado, de esos en los que piensas que es el único lugar donde ocurriría, pero que cuando dado momento, algunos se aprovechan de la aglomeración, no te queda otra que aguantar. Y aun me viene a la memoria, cuando ese extraño, mientras me tiene en una nube, me dice al oído...
- “Uuuffff!!... que culito que tienes, notas como yo que está pidiendo guerra a gritos”.
Pero bueno, dicho esto, continuare con mi experiencia, iniciándola donde la deje... vale. Creo que fue, cuando me dio por mirar hacia un lado, llevándome la grata sorpresa de ver cómo nos acercamos a esa parada céntrica, parada que suele quedarse el autobús vacío o al menos casi vacío. Pero es cuando para mí ‘desgracia’, veo que no solo ningún pasajero ha solicitado la parada, sino que ni el mismo conductor ha detenido el autobús. Viendo como aquellas personas se quedan protestando de este, mientras recapacito que es lógico la verdad, pues este autobús va como una ‘lata de sardina’. Atestiguando que no había ni humanidad (olor nauseabundo a sudor), incluso rezando que nadie alardee de dolor de estómago. Y fue pasar la parada, volviendo este a acercarse, volviéndome a decir...
- “Que penita verdad”.
Y en minutos, volver a sentir sus manos en mi cintura, mano que no toman cada una su lugar, sino que siento como tiran del elástico de mis calzonas hacia abajo. Asustado, intento zafarme de su acción, pero es cuando noto, como conduce su mano derecha hacia mi miembro, mientras la izquierda deja mis calzonas bajadas hasta media nalgas. Abandonando mis intenciones, pues aquel magreo en mi miembro es en toda regla una masturbación, acción que me tenía a los pies del placer, y este tuvo que percibirlo... uuummm!!. Acabando por hacérmelo saber, diciéndome...
- “Dejo que te corras o no, dime que hago”.
Quedándome en silencio, e incluso ni inmutarme, cuando en un momento dado, llegó esté a presionar de nuevo mis nalgas, presión que percibí como su glande está desnudo. Tuve que fingir que me pasaba nada, pero no hice nada por evitarlo, pues di por hecho que esté no pasaría a más, sorprendiéndome nuevamente por su osadía y verme atemorizado. Cuando esta presión, acabo por finalizar al resbalar su glande y descender entre mis glúteos... uuummm!!. Sobresaltándome como es evidente, sintiendo esa barra dura y caliente alojarse entre mis glúteos, momentos en que el autobús circulaba por ese tramo de baches.
Tramos que esté se aprovechó, ya que el interior del autobús nos movíamos como si fuéramos una coctelera, notando su miembro moverse de delante hacia atrás, no habiendo penetración, pero si frotándose su dura barra contra mis glúteos... ooohhh!!. Y sentir esas venas hincharse dándome a entender que este pronto se vendría, mientras yo disfrutaba de esa masturbación ‘forzada’... aaahhh!!. Todo esto, mientras éramos ‘arropado’ por la multitud, hasta que, en un momento dado, ambos finalizamos, sintiéndome avergonzado y abochornado, estaba empapado entre mi propia corrida y la de este extraño. Y sintiendo náuseas al sentir su líquido caliente y viscoso, impregnar mis nalgas, perineo y miembro, pero siendo peor al sentir como esta se diluía por entre mis piernas. Corrida que, tras impregnarme, acabo por retirarla con rapidez, subiéndome las calzonas, susurrándome al oído...
- “Pena que no pueda hacerte saborear tu propia corrida, uuuffff!!, me has dejado para el arrastre”.
Fue decir eso, y ver su mano elevarse hasta pulsar el botón de solicitar parada, sintiendo como esta persona se movía, y decirme antes de hacerlo...
- “Quiero repetirlo, ¿Qué te parece mañana?, intenta coger esta misma línea a esta hora, vale”.
Finalizando por irse, quedándome yo allí, y como he mentado previamente, me sentía avergonzado e incluso deshonrado, empapado entre mi propia corrida y la de este extraño. Sintiendo náuseas no solo por sentir su semen en mí, sino porque la de esté extraño, sentía como se diluía por entre mis piernas, finalizando en el macuto y en los pies. Sintiendo vergüenza y temor de que alguien hubiera visto algo, o peor aún me viera ahora, no deseando detenerme en ningún sitio, deseando llegara a casa y bañarme, cosa que hice.
Cuando me levante al día siguiente, respire aliviado de no tener que ir al polideportivo, pero no hubo momento en que no me venía a la cabeza lo sucedido. Llegándome hasta a masturbar en cada recordatorio, llegándome a masturbar hasta por dos veces seguida al no sentir placer con una sola corrida. Deseando por un lado volver al día siguiente al polideportivo, sabiendo que, en el regreso, podría ser de nuevo víctima de ese abusador, pero, por otro lado, debo confesar que lo deseaba. Pero lo cierto es que me llevé un chasco, pues no solo esta persona no se presentó cuando debía, sino que desapareció, llegando a pensar que quizás pensó que lo hubiera delatado, cosa que la no hice.
Las semanas pasaron y se convirtieron en meses, debiendo deciros que como se dice, el tiempo me ayudo a olvidar lo ocurrido, pero en mis noches en mi cama, debo decir que, en mis sueños eróticos, aparecía aquellas escenas y no hubo mañana que no cambiaba pijama.
Y como se diría, ‘tanto va el cántaro a la fuente que acaba rompiéndose’, frase que sirve para relatar lo acontecido, pues aquel mes de febrero nos cambiaron de polideportivo por unas de acondicionamiento. Obras que nos trasladaron al Polideportivo, ubicado en el barrio de San Jerónimo (barrio del Distrito Norte de Sevilla). Ubicación que a mi padre para nada le molesto, y encima le sirvió para animarme a ir, cosa que mi único aliciente era que me saliera algún que otro ‘abusador’.
Y aquella tarde de viernes, tras finalizar mi partido de fulbito, nos dirigimos el equipo a las duchas, no dejando de comentar el resultado y sobre todo el partido, conmemorando todo en el general. Tras finalizar de cambiarnos, nos encaminamos hacia la parada, estuvimos hablando los compañeros del equipo del partido. Sobre todo, de las jugadas, la estrategia, del árbitro y de la victoria, llegó el autobús y nos percatamos de lo lleno que estaba, llegue a sugerir coger el siguiente, pero aun así nos montamos. Intentando llegar a lo más al fondo como así nos recomendó el conductor, todo eso mientras seguíamos comentando el balance del partido.
Estaba tan absorto entre la conversación y las risas que, para nada eché cuenta de los empujones, pues siendo habitual en un transporte público las aglomeraciones. Cuyo momento de empujones es algo natural, como las refriegas entre la multitud, pues todos desean montarse, no llegando ni a percibir cuando literalmente me estaban magreando el culo. Dando por hecho que era parte de la aglomeración, cuya multitud nos desplazaban solo.
No pensé nada malo solo por el hecho de cómo estaba el autobús, eso y que supone que, a mis compañeros de equipo, también podría estar pasándole y estaba tan callado en ese aspecto como yo. Pero cuando ese magreo se hizo tan descarado, pues ese desconocido se estaba aprovechando de las circunstancias, quizá envalentonado de cómo iba el autobús, y posiblemente ante mi silencio o dejadez, acabo a esté por darle alas a proseguir.
Desconocido que se aprovechó de que yo iba en calzonas (pantalón corto deportivo), prenda que debajo no llevaba nada, no solo por comodidad sino porque a mi madre se le había olvidado echar ropa interior (obviamente es culpa mía también, ya que debía de haberlo revisado). Y durante esos momentos, tuve que fingir que me pasaba nada, incluso cuando ese extraño me bajo mi prenda un poco, lo justo y necesario para introducir su miembro dentro.
Miembro que lo coloco entre mis glúteos y mi prenda, sobresaltándome como es evidente, sintiendo esa barra dura y caliente alojarse entre mis glúteos, comenzando esté como es lógico a moverse, aprovechándose como los anteriores del mismo vaivén del autobús. Intente apartarlo, pero este con disimulo, me dijo al oído...
- “Ahora vas a protestar, estate quieto a no ser que prefieras que te baje las calzonas”.
Amenaza que te hace pensar, recapacitando al ver la multitud y sobre todo a mis amigos, acabando por apartar mis manos de detrás, dándole a entender que le dejo hacer. Sintiendo en minutos, como sentí su miembro moverse de delante hacia atrás, movimientos que este aprovechaba la conducción deplorable del conductor. Movimientos que sentía su dura polla introducida entre mis glúteos, llegando este a golpear hasta en dos ocasiones al menos con su glande mi orificio. Soltándome...
- “Uuuffff!!, por poco... eeehhh!!”.
Volviendo a colocar su polla entre mis glúteos, miembro cuyas venas percibía hincharse, significado más que evidente de su pronta corrida, cuya consecuencia así ocurrió minutos más tarde. Sintiendo como esté me impregnaba de su corrida, no dejando de moverse, como si deseara dejar todo resto en mis nalgas. Mientras esté me susurraba al oído...
- "Menudo gol que te he metido... eeehhh!!, dime... ¿también lo vas a contar a tus compañeros?, venga... así podemos disfrutar todos y de paso me los presenta".
Decir, y antes de marcharse este, volver a soltar...
- "Suerte que no he pitado penalti, sino esta iba a lo ‘Panenka’, toda de un golpe seco y hasta los mismos huevos”.
Dice y continua...
- “Pues te puedo asegurar que, tú culito estaba a punto de caramelo, pero bueno ya tendremos otra ocasión, verdad...".
Volviéndome a soltar, mientras deseaba que me subiera las calzonas, notando como este posaba una de sus manos en mis nalgas, como me las acariciaba, pellizcaba y magreaba a su placer. Sintiendo mi miembro reaccionar, pene que este se apodero y comenzar a masturbarme con discreción, pero al mismo tiempo sentí como me introducía uno de sus dedos... ooohhh!!. Y volver a acercarse, pudiéndome decirme al oído...
- “Antes he disfrutado yo, ahora siendo justo, debes de disfrutar tú”.
Y por mucho que me extrañara que nadie se diera cuenta de lo que ocurría, mirabas a mi alrededor, ver que nadie se percatara, dando por hecho que no soy el único, pues la practica da la experiencia, y este da la sensación que tiene mucha. Y disfrutar de cómo me masturba con su mano izquierda, mientras al mismo tiempo me penetra con dos sus dedos. Haciéndome morder mi propio mentón, como manera de callar mis propios gemidos y gritos de placer, acabando por correrme sin poderlo evitar... ooohhh!!.
Y escuchar a este reír, intrigándome por los motivos, pero no haciéndome mucho esperar el motivo, pues siento como introduce su mano bajo mi camiseta, y como me impregna de mi propia corrida el pecho. Finalizando este, subiéndome las calzonas, y llevarme el resto del camino callado, mientras sentía como ese líquido descendía por mis muslos hacía mis pies. No dejando algunos de mis compañeros, preguntarme cosas referentes al partido, finalizando por responderle...
- “Tíos... no sé, tengo ganas de llegar a casa y descansar, estoy molido”.
Conteste, mientras deseaba llegar a casa y bañarme, retirando todo resto de esa degradación. Pero antes de bajarme con mis compañeros en mi parada, vuelvo a escuchar la voz grave de esa persona. Y escucharle decime...
- “Bueno, ¡entonces ya nos veremos el lunes, miércoles o el viernes... no!!”.
Palabras que me dejaron helado, pues doy por hecho que este me tenía vigilado, o está en el punto de vista, una presa para un momento dado. Y entre otras sugerencias que me suelta, como...
- “La próxima vez, vente como hoy, calzonas y camisetas, y nada más...”.
No habiendo tiempo para más, cuando llega mi parada y se abren las puertas, saliendo de ese autobús con prisa, aprovechando por entrar en unos aseos con la excusa de mear, y en vez de eso, aprovecho para limpiar y retirar todo resto de esta persona. Volviendo con mis amigos, poniendo rumbo de regreso a nuestras casas, y esa noche fue la ostia, pues poco falto ir a la cocina a coger del interior del frigorífico... un pepino.
Y antes de despedirme de vosotros, debo deciros que tuve con esta persona dos encuentros más, donde en uno de ellos repitió la misma degradación, pero con la única diferencia era que me dejo peor que la vez anterior, pues me impregno con dos corridas en vez de una. Y cuando toco despedirnos, este me prepuso...
- “Que te parece bajarte conmigo en una parada, llevarte a un portal o en unos aseos, y dejarte poseerte por mí”.
Debo de confesar que la propuesta era tentadora, pero al mismo tiempo pensé que era imposible, pues como podría justificar la tardanza ante mis padres, aunque se me ocurrieron bastantes que decir. Pero las dudas me corroen, esas que en su momento me han privado de decenas de experiencias, aunque a día de hoy las he realizados. También por otro lado, temía con estar con esta persona que ni tan siquiera sabía cómo era, como para estar a solas con ella.
Pero para no alargaros mucho más, debo decir que, en nuestro tercer encuentro, este me volvió a proponer bajarme en una parada determinada con él. Recuerdo que me negué en redondo, pero también debo deciros que esté, en dichos momentos me tenía en pleno ‘fregado’, masturbándome al mismo tiempo que me follaba con dos de sus dedos... uuuffff!!.
Y encima para más inri, teníamos un espectador, un ‘viejete’ que nos había descubierto, persona que no perdía detalle de mi abusador. Llegando incluso este a acercar su mano y con el consentimiento del primero, dejo esté que ese viejo baboso me manoseara... uuummm!!. No es una justificación, pero me tenía en dichos momentos en las nubes, deseando mucho más que eso... ooohhh!!. Momentos en que este vuelve a insistirme, diciéndome...
- “Bájate en la siguiente, me bajare yo y espero que me sigas a donde vayas, no te arrepentirás”.
Y bien recuerdo qué, aunque no deje de negarme, también es verdad que dudaba. Volviéndome esté a insistir, picándome a modo de que ceda, diciéndome...
- “Venga, no me seas tonto, no te asuste ahora, bájate conmigo... te aseguro que vas a disfrutar, no te preocupes por nada, tú de té dejaras y yo haré todo el resto”.
Acabo por decir, retirando las manos de mis intimidades, subiéndome las calzonas, colocándose muy formalito y ver como pulsa el botón de parada, minutos más tarde el autobús se detiene, abre las puertas y bajan algunos pasajeros, y entre ellos este desconocido abusador. Y pienso a que referirá con eso de... ‘Tú no te preocupes por nada, té dejaras hacer que yo haré todo el resto’, palabras que me hacen dudar, pero al mismo tiempo siento curiosidad, haciéndome temer y esta sensación, me hace quedarme quieto.
Mientras desde el interior del autobús, veo como camina hacia delante sin llegar a mirar hacia atrás, viéndolo muy confiado, quizás pensando que voy detrás suya caminando, guardando las distancias como bien me aconsejo. Y minutos más tardes, aquellas puertas que se abrieron para que bajaran los pasajeros, acabaron por cerrarse y el autobús continuar su marcha, despidiéndome de esta persona con la mirada. Y a pesar de haber menos pasajeros, pude comprobar como aquel ‘viejito’, intentaba con cierto disimulo... tocarme el culo. Aprovechándose de los baches, mientras pensaba para mis adentros, ese refrán que dice algos así como... ‘A rey muerto, rey puesto’, refiriéndome a este viejito.
Y lo peor encima, fue llegara a casas y encontrarme a mis padres cabreados, estos estaban echándome en cara mi tardanza, inicialmente le conté lo ocurrido, claro está la verdad. Achacándole a la tardanza del partido, el tiempo de las duchas, coger el autobús tarde, pero mis padres no se lo creyeron. Recordando la justificación que me dijo ese desconocido, diciéndole...
- “Vale, tenéis razón, me daba vergüenza decirlo, pero me detuve a hablar con una chica, no dándome cuenta ni de la hora”.
Y pude comprobar que esa preocupación por mí desapareció, dibujándose en sus caras una sonrisa, animándome a afianzar mi amistad con esa chica sin importar mucho la hora de regreso. Dándome cuenta como ese desconocido, tenía toda la razón, finalizando esa noche con una buena ducha, cena y descanso más que merecido, cuyos pensamientos estaban que me habría perdido por haber dudado. Bueno aquí lo dejo, y lo dicho, agradecer a todos aquellos que me leéis y os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).