El abuelo trae vaselina.¿que querrá?
Bajo agachándose lentamente hasta mis pechos y devoro mis pezones sabiamente hasta hacerme gemir como una loba, mientras su mano jugaba con mis trastienda lubrificando bien con la vaselina.
Suena el timbre abro la puerta y allí delante ante mí, nuevamente mi abuelo cañón con un bote vaselina en una mano y un ramo de flores en la otra.
Sonríe y me dice, pon las flores en agua y ponte fresca y cómoda que te voy a poner un poquito de esta crema por la puerta trasera que hoy la vamos a estrenar y veras vas a gozar como por delante.
Le dije, que decidido viene esta mañana y que cachondo, mientras le eche mano al paquete y estruje fuerte aquel pollon semidormido que tanto anhelaba.
Como puedo desear tanto esto le dije con cara viciosa, me pone que me derrito y se me moja mi chochito cada vez que pienso en ti.
Y yo casi me tengo que pajear esta mañana pensando en lo que te iba hacer cuando te pillara, me dijo besándome lujuriosamente y mordisqueándome los labios a la vez que me pego su cuerpo poniendo sus fuertes manos en mis posaderas y uniendo mi chochito a su enorme paquetón para que lo sintiera.
Así como me tenía, llevo hasta el salón besándome, bajándome la falda las bragas tipo tanga que llevaba, comenzando a hurgar por mi asustado agujero trasero.
Le dije, me va hacer daño con semejante tranca por ahí, tenga mucho cuidado, mientras seguía besándome y untando dos dedos con la vaselina comenzó a restregar y meter estos suavemente por mi ano.
Le baje como pude los pantalones viendo ya la dureza de su miembro era de escándalo, deseando así como estaba, lo introdujera por mi conejito supurante y mojado, pero al parecer tenía otras ideas esa mañana.
Bajo agachándose lentamente hasta mis pechos y devoro mis pezones sabiamente hasta hacerme gemir como una loba, mientras su mano jugaba con mis trastienda lubrificando bien con la vaselina.
Bajo por mi ombligo besando hasta mi sexo y jugo con él un rato, metiendo la nariz y oliendo fuertemente, mientras decía quiero embrujarme con olor a hembra, a la vez metía la lengua y buscaba mi punto mágico haciéndome mover la cadera deseosa ser penetrada.
Le agarraba aquella tremenda y dura tranca, bajando la fina piel que hacía de caperuza sobre su brillante y suave glande y con mis dedos acariciaba este, deseosa de llevármelo a la boca y degustarlo, pero me tenía reservado otro lugar donde ponerlo y rápidamente me lo insinuó.
Me giro contra la pared, restregando por todas mi trasero su duro armamento, besándome con desespero por la nuca tras levantarme un poco el pelo, pasaba a morder los pequeños lóbulos de mis orejas, metiendo la lengua incluso en ellas, respirando muy jadeantemente haciéndome temer y ver que andaba muy salido.
Volvió a tomar un pegote de vaselina y sentí cómo me untaba con fuerza mi temeroso agujero así como se ponía por la punta de su enorme capullo, temiendo ya lo peor pues me tenía aprisionada contra la pared, abriendo ahora un poco mis piernas con sus rodillas y tras poner la punta presionando contra mi culito, me penetro sin miramientos haciéndome dar un respingo por el pequeño dolor que sentí a la vez que comenzaba rápidamente gozar con aquel pollon entrando y saliendo lentamente en mi culito.
Gemía como un becerro salido, gruñendo y balbuceando mientras estocada tras estocada me andaba follando por atrás, estando totalmente presionada por la fuerza de su cuerpo y las embestidas contra la pared, igualmente gozando como una chavala jovial que acababan de desflorar, mezclándose el pequeño dolor por semejante tranca entrando y saliendo así como el placer por el morbo y el gusto que daba recibir semejante macho en mis entrañas.
Anduvo gozando de mi unos largos y placenteros minutos, hasta que se cansó de la postura y tras sacarla y besarme para calmar mi ardor, me tumbo sobre el lateral de sofá, dejando mi culo en pompa y volviendo a meterla por el mismo agujero, esta vez previamente me azoto con todo su grosor en mi pompis así como restregó su cabezón por mi vulva mojada y dilatada, poniéndome en las puestas de mi primer orgasmo
Llego a las primeras embestidas que volvió a darme con energía y lo celebro agarrándome los pechos dejando su espalda sobre la mía y pellizcándome los pezones hasta hacerme gemir como una gata en celo.
Me tenía poseída a su merced, sorprendida gratamente del aguante que tenía hoy, pues frenesí con el que me andaba follando era para haberse corrido rápidamente, aunque me la tenía reservada la copiosa nata para otro lugar.
Pues tras ver que andaba casi desfallecida, la saco y tras sentarme en el sofá medio fundida de semejante follada, puso una pierna sobre este y su enorme rabo lo puso frente a mi boca sujetando mi cabeza mientras el grande lo introducía y pajeaba ahora su duro tronco hasta correrse en mi boca.
La abundancia de leche me hizo incluso casi ahogar tener una pequeña arcada, pero era tan sabrosa que no deseaba desperdiciar ninguna gota y agarrando ahora yo el tronco lo presione sacando hasta su última gota mientras devorada yo ahora su punta ansiosamente.
Cuando vio no le quedaba elixir que darme, se agacho y abriéndome de piernas, comenzó a comer mi coñito con una maestría que en pocos minutos volví a correrme como una colegiala, absorbiendo el con desespero mis jugos a la vez que respiraba fuertemente roncando y bramando de placer.
Aquel abuelo, era un semental follando y él lo sabía, al igual que conocía estaba colada por el y su tremenda tranca, que veía ahora balancearse al levantarse y dirigirse a la cocina a tomar un poco de agua.
Lo vi llegar con aquel badajo colgando entre sus piernas y adornado por esos enormes y peludos huevos, sintiendo el deseo nuevamente de comérmela, pues la volví a agarrar así morcillona y la mordisquee y chupe con desespero, hasta que el me la retiro diciendo, espera un rato que habrá más fiesta.
Esta continuo tras un largo paréntesis de descanso y conversación, en la ducha, donde volvió a penetrarme analmente esta vez dejando su huella en dicho agujero, mientras con su mano me masajeaba mi conejito haciendo sacar otro enorme orgasmo, si bien con su pasión llego a morderme y chuparme el cuello dejándome varias marcas por todo el mismo.
Igual que llego se marchó, dejándome bien servida y satisfecha, esperando su presencia en los próximos días como agua de mayo, pues el embrujo de aquel abuelo y su enorme rabo me tenía hipnotizada.