El abuelo puritano abusa de mí a en el rellano
Como mi viejo vecino abusa de mi, pero dandome una leccion con un buen polvo, y claro una ante aquel buen trabajo no queda nada mas que aplaudir tan buena faena.
Después de ese súper trio con mi marido y el viejo puritano de vecino, mi conejo se había quedado algo escocido por los últimos días de faena, esa noche me disponía a tirar la basura al contenedor pues aunque era ya muy tarde y se me había olvidado antes y no quería dejarla en casa, Paco estaba de cena con gente del trabajo, baje como iba solo con una camiseta larga de esas frescas que se llevan en verano, cuando al regreso me encontré con el abuelo que bajaba según decía a fumar un cigarro a la calle.
Me saludó efusivamente diciendo que soñaba con estar conmigo que era lo mejor que le había pasado últimamente, le pregunte por su señora y me dijo que se había acostado hacia un rato pero él no podía dormir pensando en mí, me agarro por el trasero con la confianza que daba haberme follado antes ya dos o tres veces y me dijo, te deseo, te deseo y necesito follarte. Yo me reí y le dije que estaba muy alterado que le iba a dar un infarto como siguiera así, el entre risas me dijo que quería que le diera pero clavado en mí, nos reímos y le dije, hable flojo que aunque estamos en el rellano de debajo de la escalera y allí no vivía nadie nos podían oír, en ese momento se apagó la luz, cuando el me cogió la mano y se la llevo a su paquete, diciendo mira como la tengo esta noche, si esta como cuando era joven.
Me acorralo besándome rápidamente sobre un pequeño rincón que había con más oscuridad debajo de la escalera y que estaba oculto por si alguien entraba o salía por la misma, sus manos rápidamente se apoderaron de mi culo que aprisiono contra su duro rabo que sorprendentemente estaba como él decía, duro como el de un joven, intente decirle que allí no era el momento ni el lugar pero él me agarro fuertemente besándome y subiendo con sus manos mi vestido, al notar que no llevaba nada debajo, echo mano de mi afeitado conejito, acariciándolo fuertemente a la vez que metió un dedo sin ningún miramiento.
Intente soltarme pero era imposible con aquel viejo salido que me acorralo con sus brazos y el peso de su cuerpo contra la pared, con sus rodillas abrió mis piernas a la vez que soltó su pantalón dejándolo caer, al suelo junto a sus calzoncillos de pata que llevaba, note rápidamente el calor y dureza de su miembro que se frotaba contra mi conejo que ya comenzó a mojarse, aunque intente quitarlo y separarlo el me beso con frenesí y fuerza a la vez que restregaba su polla dura contra mi vulva mojada.
Su lengua era la dueña de mi boca, y sus manos bajaban por mi espalda a mis posaderas apretándolas como garfios para que sintiera su dura polla como se restregaba sobre mi conejo que ya pedía una penetración.
Yo no quería estar así pues me sentía casi violada por aquel abuelo que sin pedir permiso me estaba dando un magreo y un sobeteo de aúpa, pero lo cierto es que me calentó y bien, de golpe sentí como puso su dura y rayada cabeza en la entrada de mi mojado conejo y de un golpe de cadera me penetro toda, dándome una sesión de golpes secos y seguidos que no podía creer que aquel hombre tuviese 70 años, me estaba follando contra mi voluntad pero sin yo poner ninguna resistencia con una jovialidad típica de otra edad, y lo sorprendente era que yo estaba a punto de correrme y casi son poder avisar comencé a gemir aunque su boca tapaba la mía, con mi primer orgasmos en aquella pequeña violación.
Eso a él lo encendido y sacando su lengua me dijo, veo que tú estabas deseando también, pero todo son dejar de follarme fuertemente, yo ya estaba rendida a su brazos y sus golpes secos, de pronto tomo con sus manos mis piernas y levantándolas me dejo en el aire con mi espalda apoyada en la pared, le dije cuidado que usted no tiene edad para aguantar este peso, el resoplo y apretándome fuerte acelero el ritmo, no me podía creer estar en esa postura con aquel abuelo que tenía el rabo duro como nunca y no cejaba de meterlo y sacarlo con fuerza, ya casi estaba a punto de mi segundo orgasmo, cuando oímos la puerta abrirse, freno un poco quedándonos callados, para no ser descubiertos, pero con su falo haciendo de refuerzo para que no me cayera yo al suelo, era una vecina con un perro que regresaba a casa, la vimos al trasluz y el rápidamente al marcharse ella, continuo con su polvo salvaje.
Note que estaba agotado con aquella postura y bajándome me giro contra la pared cogiéndome por detrás, tras ensartarme nuevamente comenzó su acoso nuevamente, ahora sentía sus huevos golpear en mis muslos con sus embestidas, a la vez me sobaba mis pechos pellizcando los pezones con maestría, gemía y me mordía la nuca pero no aflojaba con su polvo salvaje, volví a correrme y casi se me aflojan las rodillas con aquel orgasmo, detonante para el que ahora con un ritmo más vivo y cambiando los movimientos me penetraba más profundamente, de golpe soltó unos suspiros y gemidos y comenzó a regar con su espesa leche mi afeitado conejito que estaba abierto en su esplendor por mis corridas y ese tremendo acoso de ese pollon viejo que esta noche había rejuvenecido veinte años o más.
Después de soltar sus últimas gotas, me levanto con cuidado sacando su rabo de mi sexo, y bajando mi vestido me giro para darme un beso cariñoso con lengua, me soltó y se subió su slip y pantalón con una sonrisa picarona y de satisfacción que me conmovió, me dijo disculpa pero creo que los dos estábamos necesitados, riéndose nuevamente, me dijo si podía invitarle en casa a café, y yo amablemente y por ese polvazo tan rico que me había dado así lo hice.
Entramos y le dije que iba lavarme pues mi coñito rebosaba y goteaba por su leche, el con cara de satisfacción por haber cumplido con creces en aquel polvo, me dijo si refréscalo que después del café te lo voy a comer bien comido.
Y como aquel abuelo era fiel a sus promesas, sentada como estaba sobre el sofá, después de mi último sorbo de café, me echo hacia atrás, y abriendo mis piernas, dejo al aire y a la vista aquel coñito afeitado y fresquito que aunque algo rojo y escocido, agradecía las suaves lengüetadas que le daba aquella sabia y vieja lengua, duro esa sabia comida no menos de diez minutos gloriosos de placer, regalándole mi último y profundo orgasmo a aquella boca que había disfrutado comiendo aquel manjar.
Fui a comerle un poco su rabo pero me dijo, este mi niña necesita hoy más tiempo para recuperarse y no quiero que mi mujer se levante y no me vea, no sea se me enfade y se ponga a buscarme, pero dejare pendiente esta mamada para cuando quieras, garantizándote unos buenos chorros de espesita y cremosa leche para tu dulce boca.
Se despido con otro beso que me supo a jugos calientes, pues aun había en su boca restos de mis ultimo orgasmo y se marchó a su casa, dejándome allí sola pero bien follada.