El abuelo está desmejorando... (01)

(con fotos) Cuando internamos al abuelo para un chequeo, no imaginamos que se aficionaría tanto a su enfermera nocturna. El está chocho, pero a nosotros nos parece que no se quiere ir mas.

El abuelo está desmejorando... (01)

Por Masoqui94

A principios de año lo internamos al abuelo para un chequeo general. El viejo insistió en que fuera en el sanatorio japonés, por las cosas que le había contado un amigo suyo que tuvo una internación en el mismo sitio. Lamentablemente, don Manuel murió durante su internación, pero mi abuelo, que lo visitaba diariamente, nos contó que don Manuel murió feliz. La obra social lamentablemente no cubría a la clínica japonesa, pero mi abuelo se puso inflexible, así que no tuvimos más remedio que pagarla entre todos.

Apenas se internó, conocimos a su enfermera de noche, que nos prometió cuidarlo, asegurándonos que al viejo no le faltaría nada, y que estaría feliz. La mujer nos cayó bien, aunque era un poco impresionante por su enorme altura y el gran volumen de sus formas. Eso sí: fue categórica en cuanto a que estaban prohibidas las visitas en el horario nocturno. Con ese tamaño de mujer, ninguno de nosotros siquiera intentó discutir el punto.

Pero por lo que nos dijo el viejo al día siguiente, la enfermera lo trató con mucha ternura.

Así las cosas, toda la familia se quedó tranquila. Al viejo se lo veía feliz, y evidentemente satisfecho con los cuidados que estaba recibiendo. "Me siento como envuelto por esta gran mujer..." Y debía ser así, pues dormía como un bendito durante todo el día.

"Nuestro sistema de trabajo" nos explicó el director de la clínica, "se basa en la actitud cubriente de nuestras enfermeras."

"¿Cubriente?", `preguntó mi mamá, algo extrañada por el término.

"Sí" dijo el director, "nosotros buscamos que el paciente se sienta completamente contenido." "por eso la expresión de placidez que luce en su rostro, mientras duerme todo el día".

El abuelo estaba loco de la vida con su enfermera. Sin embargo mi hermano desconfiaba. "No puede ser", decía, que el abuelo esté tan contento en una clínica. Ël siempre se quejó de las internaciones. ¡Yo voy a hablar con esa mujer, y si es necesario le pegaré un par de gritos para que se ponga en su lugar! ¡Nadie juega con mi familia!" Y se fue furibundo a charlar con la enfermera. A mi me pareció una actitud exagerada, al fin y al cabo el abuelo estaba contento. Pero la abuela estaba un poco celosa, me pareció, y por eso azuzó a mi hermano. "¡Andá y mostrale quién manda aquí!"

Mi hermano no tuvo ninguna dificultad para hacerse atender por la enfermera. Estuvieron charlando un rato bastante largo, pero cuando volvió no quiso hacer comentario alguno. "Es una gran mujer", reconoció. Y nunca más volvimos a escucharle alguna queja.

"Dice que ahora está llevando al abuelo a sus sesiones de gimnasia. Quiere tenerlo bien entrenado"

"Ahora me está fortaleciendo los músculos del rostro", comentó el abuelo. "¡Y me pega cada restregadas!" dijo el viejo con los ojos brillantes por el entusiasmo.

"¿Qué restregadas?" quiso saber la abuela. "¿Qué clase de restregadas?"

Pero el abuelo cayó en su mutismo habitual, del cual no había quien pudiera sacarlo.

(Continuará)

Si quieres hacerme comentarios sobre esta edificante historia escribe a mazoqui94@yahoo.com.ar