El abuelo enseña a su nieta a pasarlo bien. 2ª

Aunque esta vez es ella la que enseña a su abuelo a pasarlo bien.

EL ABUELO ENSEÑA A SU NIETA A PASARLO BIEN. 2ª PARTE

Laurita se levantó pronto ese día. Sus padres se habían ido a trabajar más pronto aún y estaba sola en casa con su abuelo que todavía roncaba en la cama. Al pasar por su habitación vio que dormía en calzoncillos y que su polla algo morcillona asomaba por el calzoncillo. Sonrió y siguió andando con la muleta hasta la cocina.

Cuando su abuelo se levantó, Laurita había estado intentando preparar el desayuno, pero no le había salido nada bien. Había quemado las tostadas y la leche se le había derramado sobre la mesa de la cocina. Tener la pierna escayolada y la muñeca fracturada no ayudaba mucho.

-¿Porqué no has esperado a que me levantase, cariño? Le dijo este tiernamente al aparecer en la cocina. Te habría ayudado a prepararlo.

-Quería darte las gracias abuelo por lo de ayer. Te portaste muy bien y me hiciste disfrutar mucho.

-Eso no debería haber pasado, dijo él bajando la cabeza. Se le notaba avergonzado.

-Claro que si abuelo. Te portaste muy bien conmigo. Me lo hiciste con cariño, con amor. No sé cómo agradecértelo.

-Para empezar no volveremos a hacerlo. No está bien. Eres mi familia y eso debería estar prohibido.

Laurita no entendía ahora porque su abuelo estaba arrepentido de que hubieran follado el día anterior.

Desayunó y se olvidó de todo.

Después le recordó que tenía que comprar algo de ropa nueva y que tendría que acompañarla.

-Claro, tesoro. Dime a que hora nos vamos y me preparo.

Se fueron al centro en taxi, con la muleta no podía ir en transporte publico. Sus padres le habían dejado dinero para cualquier imprevisto que pudiera surgirle mientras ellos no estuvieran en casa. Con su pensión no podía permitirse ir en taxi, pero esta vez era diferente.

-Tranquilo abuelo, le había dicho Laurita. Mis padres pagan todo, tú no tienes que preocuparte de nada.

Llegaron al centro comercial y se dirigieron a los ascensores. Subieron a la planta joven del centro comercial donde podía encontrar todo lo que le sentara bien a una chica de su edad.

Entraron en una tienda de una marca conocida. Laurita cogió unas blusas y unos vaqueros cortos y se metió en el probador con la ayuda de su abuelo que luego se quedó fuera.

-¿Está todo bien? ¿Tiene todo lo que necesita? Le pregunto la dependienta a su abuelo.

-Si. Gracias. Sus padres trabajan casi todo el día y desde que se rompió la pierna, la ayudo en todo lo que puedo.

-Que abuelo tan amable. Ojalá los míos hubieran sido como usted.

-Muchas gracias.

-Tiene cara de buena persona.

-En serio, muchas gracias.

En ese momento Laurita asomó la cabeza.

-Abuelo, necesito tu ayuda para probarme un pantalón.

-Claro cariño, ahora voy. Disculpe.

-Tranquilo, usted ayude a su nieta. Yo estaré por aquí.

Al entrar en el probador, se encontró con su nieta de espaldas a él, mirando al espejo, y sin los pantalones. Llevaba puestas unas braguitas que parecían una talla más pequeña ya que sus nalgas asomaban por debajo. La visión de su culo hizo que empezara a sudar.

-¿Te gusta lo que ves abuelo?

-Claro, hija. Estas muy buena. Olvida lo que te dije esta mañana.

Se acercó a ella y empezó a frotar su paquete contra su culo. Su polla se enderezó enseguida.

-Tenemos poco tiempo abuelo.

Ella se giró y le besó en la boca. Le metió la lengua entera y le desabrochó el pantalón y sacó su polla.

Al ver que le costaba agacharse, él se alzó un poco dejando que su nieta le hiciera una increíble mamada.

-Ugh, ugh, ugh. Que gusto mi niña. Sigue así, así.

-Aguego, esgas muy cagiente. Con su polla en la boca no la dejaba hablar bien.

-Siiii mi niñaaaaaaa, siiiiiiiiiiiiii.

Estaba tan caliente y ella se la había mamado tan deprisa que se corrió enseguida.

Se sentó en el banco del probador y su nieta cogió unos clinex del bolso y se limpió el semen que no se tragó. Él hizo lo mismo con su polla.

-Abuelo, estabas lleno.

-Es gracias a ti, le sonrió. Nunca pensé que con 80 años tuviera esas erecciones y pudiera correrme como cuando era joven.

-Eres incorregible. Jajaja. Anda, vámonos o la dependienta sospechará.

Salieron del probador y Laurita se llevó dos blusas y dos vaqueros que ni siquiera se había probado.

-Muchas gracias, les dijo la dependienta. Vuelvan cuando quieran.

Se fueron a tomar algo a una cafetería que había en la planta baja.

-Abuelo, dime la verdad, le dijo sorbiendo un batido de chocolate, te encanta mi culo, ¿eh?

-Ya te digo hija. Me gusta más que el culo que tenía tu abuela cuando tenía tu edad.

-¿En serio?

-En serio.

-He pensado entonces que esta tarde a la hora de la siesta, podemos follar en mi habitación.

-Tus padres ya habrán vuelto para entonces...

-Piensa en el morbo abuelo, de hacerlo con ellos en casa. Además si me preparas una comida rica, te dejo hacerlo en la postura del perrito si tanto te gusta mi culo.

-Tu si que eres incorregible nieta. Y los dos estallaron en carcajadas.

Salieron del centro comercial y cogieron otro taxi para volver a casa.

El abuelo cumplió su promesa y le preparó a Laurita una comida que le encantó.

Estaban en el sofá los dos sentados viendo la televisión cuando volvieron sus padres.

-¿Qué tal chicos? dijo el padre. ¿Habéis sido buenos?

-Claro papi. Muy buenos.

-Así me gusta.

-Os he dejado comida preparada, dijo Julian.

-Eres un sol, papá, le dijo su hija. Y le dio un beso en la mejilla.

Comieron ambos mientras abuelo y nieta seguían viendo la televisión, deseando que se fueran a su cuarto a descansar y entonces ellos pudieran dar rienda suelta a su lujuria.

Pero cuando los padres de Laurita se fueron a su cuarto, se pusieron a follar.

-Buf, cariño, cuanto tiempo sin hacerlo, decía el padre.

-Desde que mi padre esta aquí lo hacemos menos. No sé cuando a Laurita le quitaran la escayola.

-No te preocupes, tu sigue cabalgándome, decía el padre. Sigue, sigue.

-Como se han puesto mis padres, dijo Laurita.

-Como nos vamos a poner tú y yo ahora, le dijo Julian.

-Jajaja, que gracioso eres abuelo.

-Anda quítate la ropita. Le dijo en voz baja.

-Claro abuelito. Soy toda tuya.

Se desnudó y por último se quitó las braguitas.

-Ahora ábrete de piernas. Quiero verte el chochito antes de metértela.

-Uy, que mandón eres abuelo. Jajaja.

Acercándose a ella le separó los labios con el dedo e introdujo uno en su coño.

-Uf, abuelo, sigue, más adentro.

-Estas muy húmeda.

-Claro, tú me pones mucho. Quién le iba a decir a ella que su abuelo acabara excitándola tanto.

Después de un rato masturbándola, sin que se corriera todavía, le dijo que se pusiera a cuatro patas.

-Ahora si quieres verme el culo, ¿eh, picarón?

-Claro que quiero verterlo.

-Aunque así no podré chuparte la polla.

-No pasa nada tesoro.

Por supuesto toda esta conversación la tenían en voz baja mientras los padres de Laurita follaban también en silencio, pero sabían que aún no habían acabado porque se oían unos gemidos bajitos y el movimiento del colchón.

El abuelo separó sus muslos y sus labios y procedió a penetrarla.

-Despacio abuelo, quiero sentir cómo me la metes.

-Claro, tesoro. Muy lento.

-Uf, así, así, despacito.

-¿Te gusta?

-Mucho abuelo.

Los padres habían elevado los gemidos al follar, mientras en la habitación de al lado, abuelo y nieta seguían haciéndolo también.

-Ah, ah, ah, cariño, nos van a oír, decía la madre.

-Ah, ah, ah, no importa, estarán dormidos. Aaaaaaah.

-Me corrooooo. Aaaaaah.

Los padres se corrieron casi a la vez mientras el abuelo agarraba las caderas de su nieta y la embestía con ganas.

-Joder abuelo que pollón tienes, que gusto me da.

-Eres mi viagra hija. Me la pones dura.

-Ya la noto. Y un poco curva hacia arriba. Y me da un gustazo. Joder, sigue, sigue.

-Claro que sigo, te follo, te follo con ganas.

-Que gusto abuelo. Me voy a correr, si me voy a correr. Ughhh. ¡Aaaaaaaaah! ¡Me corroooooooooo!

-Córrete cariño, córrete. Yo aún aguanto.

-Joder abuelo, que gusto por dios. Ah, ah, ah, ya me voy calmando, ya.

-Ah, ah, ah, cariño yo sigo dándote.

-Abuelo, joder, no puedo más, tengo el clítoris muy sensible, joder, joder, aaaah.

En la habitación de los padres estos abrazados después del coito, oían a su hija gemir.

-Mira cariño, nuestra hija se está masturbando.

-Que disfrute, hasta que encuentre un chico que se toque.

Era extraño que no escucharan al abuelo gemir también, solo a su hija. El caso es que unos minutos después, el abuelo se corrió y su nieta tuvo un segundo orgasmo.

-Cariño me corro, dijo agarrando fuerte sus caderas. Me corro.

-Córrete dentro, no dejes una gota fuera, échamelo todo dentro.

-Si, si, si, ya está, ya me corro. ¡Aaaaaaaaaah!

-¡Aaaaaah, me voy otra vez! ¡Me corroooooo!

-Oye que curioso, dijo el padre. Parece que tu hija y tu padre se estén masturbando a la vez.

-¿Mi padre? Si tiene 80 años. Ya no se le levanta.

-Entonces tu padre tendrá un sueño erótico.

Qué poco sabían ellos que el abuelo y la nieta estaban follando juntos.

Después de follar durmieron los dos juntos y abrazados.

El curso pasó rápido. A Laurita le quitaron la escayola y en el instituto habían preparado una obra de teatro para representar a final de curso, “El sueño de una noche de verano” de William Shakespeare. Le tocaba representar a Helena. El abuelo seguía con ellos hasta que terminara el curso aunque ya le habían quitado la escayola.

Faltaba una semana para representar la obra y Laurita andaba nerviosa.

-Abuelo no consigo recordar mis frases. Esto es un rollo. No he actuado nunca y no sé como hacerlo.

-No te preocupes cariño. Yo te ayudaré.

-¿Cómo lo harás abuelo?

-Por cada frase que digas bien, te meteré un dedo en el coñito y te masturbaré.

-Anda que pillín, dijo sonriendo.

-Y por cada párrafo correcto, te penetraré y si consigues hacer todo el primer trozo del dialogo bien, te follaré.

-Abuelo por dios, que me follarás. Qué lenguaje es ese, jajajaja.

-Claro que lo haré, ¿qué te crees? Pero solo si lo haces bien.

Los ensayos fueron bien y el abuelo cumplió con lo prometido. Aunque esta vez tuvo que hacerlo con condón.

Laurita se corrió bien igualmente.

Por fin llegó el día de la representación. Julian y los padres de Laurita estaban sentados en primera fila en el teatro que tenía el instituto. No era muy grande pero suficiente para los padres y compañeros que asistían a la obra.

Las luces se apagaron y todo comenzó. Laurita vestida como Helena, estaba algo nerviosa, pero se sabía sus lineas.

Después de un rato, Laurita salió de escena, le tocaba descansar, pero se estaba poniendo nerviosa.

Desde al lado del escenario le hizo un gesto a su abuelo para que subiera.

-Cariño, dijo la madre, Laurita te está llamando, se refería a su padre.

-No, dijo, creo que señala a tu padre.

-Abuelo, ¿puedes subir? A.b.u.e.lo. decía Laurita.

Julián se dio por enterado por fin y rodeó el pasillo de butacas y subió por la parte de atrás.

-¿Qué te pasa cariño?

-Me he olvidado de la parte que viene ahora. ¿Podrías ayudarme?

-¿Cómo?

-Ya sabes abuelo. Follándome.

-¿Aqui? Podrían vernos.

-No, tranquilo, esto está oscuro. Tenemos tiempo, todavía no me toca salir.

-Pues encantado entonces, dijo bajándose el pantalón y el calzoncillo. Estas muy sexy vestida así.

-Gracias.

Laurita se inclinó para hacerle la mamada. El abuelo la recibió con ganas y enseguida se le enderezó.

Después giró a Laurita y la apoyó contra la pared. Levantó la gasa que llevaba de vestido y le bajó las braguitas y la masturbó. Lo hizo rápido, no creía que tuvieran mucho tiempo. Con ese culo tan rico que tenia su nieta, decidió dejarla de espaldas. Ella le pasó un condón que se había guardado en un pequeño bolsillo del vestido y él se lo puso y la penetró.

-Tendremos que ir rápido, le dijo.

-Tenemos tiempo.

El abuelo empezó a bombear con ganas. Laurita se moría de gusto y se agarraba a la pared.

En eso que se oyó una voz.

-¡Laura! ¿dónde estás?

-No contestes abuelo. Que no nos vean.

-¡Laura! ven ahora. Sales en dos minutos.

-Abuelo no te pares, abuelo, sigue, sigue, quítame los nervioooooosssss.

-El abuelo no podía parar.

En ese momento la chica que había llamado a Laurita apareció y pilló a los follando.

-Aaaaaah. ¿Qué es esto?

Se armó un escándalo. La obra se paró y un foco apuntó directamente a dónde señalaba la chica.

Todo el mundo pudo ver a Laurita y su abuelo con ella apoyada a la pared y su abuelo dentro de ella.

Hubo gente que hizo fotos y grabó videos con el móvil y la madre de Laurita se desmayó.

Los dos se quedaron mirando a todo el publico y no sabían dónde meterse.

¿Continuará?

Si os ha gustado y quereis comentar, escribideme a:  predicador111@hotmail.com