El abuelo de Susana (2)
Después de esa experiencia en la piscina, el abuelo de Susana se me puso entre ceja y ceja.
Después de esa experiencia en la piscina, el abuelo de Susana se me puso realmente entre ceja y ceja. Esa misma noche, en mi habitación, si bien nunca había sido aficionada a este tipo de placeres solitarios, me estuve tocando como posesa. Pensado en como esa misma tarde en la misma piscina, el abuelo se había desnudado a si mismo y en medio de la piscina me había hecho el amor... En fin, una pornoparanoia que después del suceso de esa tarde yo creo que se me consentía.
El día siguiente sucedió como los anteriores, los padres de Susana habían vuelto y por fortuna mi pasión se contrajo según la escena. Nos estuvimos bañando y tomando el sol y jugando a pin-pon, como solíamos, pero yo estaba en otro sitio. Pensando a cada vez que veía el abuelo en todas las cosas que nos sucedieron el día anterior en la misma piscina que nos encontrábamos y con las mismas personas, pero no había posibilidad de repetirlas.
Con Susana hablamos un poco de ello pero ella no parecía darle la importancia que yo le daba. Hablaba de ello como si fuera algo que hubiera hecho un montón de veces, y en parte eso era cierto, porque como me contó lo había hecho con otras amigas diversas veces, aunque no sé si con ninguna llego tan lejos como llegó conmigo; mamándole la polla en medio de la piscina mientras Susana me metía el dedo....
Así paso el día sin ton ni son pero a la noche, otra vez en la soledad de mi habitación, mis dedos se deslizaron hacia mi panocha y otra vez me masturbé como una enferma, esta vez pensando en que me quedaba toda la tarde sola con él, que Susana y sus padres se iban a la playa y yo me quedaba porque les decía que me encontraba mal.... y hacíamos el amor 4 veces en la piscina, la habitación de Susana, la mía e incluso la de los padres. ¿Me estaba volviendo Loca? Pues parte de verdad tiene la máxima esta; me estaba volviendo loca...
Desde cuando una chica sana y presumida como yo, que no pensaba el sexo contrario más que lo inevitable, que salía con mis amigas a tontear pero sin nunca pasar la ralla de lo maldito... llevaba dos días masturbándome en mi habitación sin oponer resistencia a ello. Esto no era aceptable! Como es aceptable un pulpo como animal de compañía en el Scatergoris.
Al día siguiente amanecí con la mente más clara que los anteriores, durante la noche había estado pensando en que esto no podía continuar y que tenía que hacer algo por ello. Y "algo por ello" era algo más bien difícil. Porque tanto Susana como sus padres estaban todo el día en casa, y la soñada excusa de decir que me encontraba mal y que me dejaran sola con él era más que un sueño; un milagro. Porque si decía una cosa como esa capaces eran de llevarme al médico y cualquier cosa pasaría; antes de dejarme toda la tarde en casa sola con el abuelo.
Con Susana lo había estado hablando, que me gustó mucho lo pasado el día anterior y que me gustaría repetirlo. Pero ella parecía de esas de tirar la piedra y esconder la mano y no se animaba a jugar otra vez con él. Si hacía algo lo tenía que hacer yo.
Lo estuve pensando bajo otro programa; no tenía que usarme de la ayuda de mi amiga sino que yo, con medios propios, tenía que idearme la situación ideal para quedarme a solas con el abuelo en un lugar seguro.
El desarrollo del día solía ser parecido siempre, aunque con sus eventuales variaciones. Íbamos a la playa por la mañana y después de comer volvíamos a la misma. Algunos días tenían evidentemente sus eventos especiales, pero claro, estos no eran previsibles e idear un plan en ellos no era factible.
La solución estaba quizá en, la noche. Susana y yo dormíamos en habitaciones contiguas en la parte superior de la casa, y los padres y el abuelo dormían en habitaciones igualmente contiguas pero en la planta baja. Era arriesgado pero no había otra opción, me decidí en hacer mi incursión esa misma noche.
El día sucedió como es normal, hablamos mucho con Susana pero no le menté ni una palabra de lo que tenía pensado hacer esa noche. Quizá se lo contaba después, pero de momento no quería meter ningún imprevisto en medio que me tirara todo lo que llevaba todo el día planeando.
Al la hora de ir a dormir, dos besitos con Susana y su madre, un par o tres de buenas noches y pa la habitación puerta cerrada. El tiempo a esperar era clave. Evidentemente no podía salir enseguida porque me pillaban seguro y si bien ya tenía ideada la excusa, lo mejor sería no tener que usarla. Me puse mi pijama como es evidente que tenía que estar, porque me encontraran donde me encontraran vestida de negro y con un pasamontañas y no habría excusa en el mundo que sirviera. Ahora lo difícil era no hacer ningún ruido durante un buen rato y a la vez no dormirse. La solución fue un libro. Me senté en el escritorio con la lamparita y me entregué a la lectura el tiempo que consideré preciso; 3 horas.
Al cabo de estas tres horas estaba realmente preparada; tanto yo a hacer lo que pensaba hacer, como la noche, tardíamente preparada toda su gente que al menos en esa casa estaba toda durmiendo. Sin hacer el menor ruido emprendí mi camino; abrí la puerta como si fuera la tripa de un operado a corazón abierto (con sumo cuidado). La cerré con el mismo cuidado no sea que algún insomne transeuente, pasara ante ella y al verla abierta descubriera que algo anormal sucedía conmigo. El siguiente paso era la escalera, un obstáculo difícil. Para ello y de hecho para todo el trayecto me había preparado concienzudamente; calzaba las zapatillas habilmente preparadas con unos calcetines anudados en la planta de estas que aumentaban si cabe la discreción de sus pisadas. Con el éxito esperado llegué a la habitación del abuelo. Quizá este era el paso más difícil, porque el oído de la madre e Susana sería quizá el oído más preciso de toda la casa. Tomando con las dos manos y con fuerza la manecilla de la puerta, inicié el que sería quizá el más lento abrir que hubiera tenido esa puerta desde su creación. Ningún chasquido me traicionó, la manecilla fue bajada el todo y la puerta empezó a abrirse por milímetros. No podía ahora echarlo a perder después de todo lo que había conseguido. Por fin la puerta quedó abierta, entre en cuclillas y en las mismas cuclillas conseguí cerrar la puerta sin ningún chasquido.
De hecho, no tenía del todo la certeza de que allí se encontrara lo que buscaba. Estaba totalmente oscuro y por supuesto que no encendí la luz antes de entrar. Desplegué mis orejas y escuché; se oían unos leves ronquidos. Casi que chillo de alegría cuando oí esos ronquidos; eso significaba que lo había conseguido! me había introducido en la habitación del abuelo en plena noche y nadie se había dado cuenta. ¿Qué hacer entonces? Podía encender la luz y con ello quizá asustarlo, por lo que preferí ser más cuidadosa. Me acerqué a la cama y me arrodillé ante ella. A menos de 20 centímetros de mi cara podía oír esos ronquidos. Era la cabeza de mi amado y podía hacer con él lo que quisiera.
Le di un beso.
-Muac-
Ni se inmuto, continuó roncando, Le di otro beso -muac- nada, tenía el sueño profundo. Tenía que despertarlo y sólo vi una manera. Me levanté y acercando mis labios a los suyos, le di un beso francés de los que despiertan a quien sea, por muy encantado que esté. Le costó un poco pero su lengua se acabo moviendo al compás de la mía. Cuando estuve segura de que sabía lo que estaba haciendo me le separé y dije: hola.
Él me dijo: hola.
-Soy yo, Rhonda.
Como está un poco ido comprendí que no me respondiera y le di otro beso. Esta vez ya con todas las intenciones y conocimiento de lo que hacía, me estiré encima de él a lo que me abrazó. Nos besamos un rato y yo estaba calentísima, llevaba "guisando" este contacto como tres días y ahora lo tenía entre mis brazos. Mientras nos besábamos me desabroché la camisa y subiéndome a la cama le di mis pechos a mamar. Los mismos pechos a que el otro día había estado poniendo leche solar, ahora los estaba mamando. Yo me sentía de miedo, imagínate un sueño en el que has estado pensando tantas veces y has visto tan lejano e imposible, y ahora ese sueño te está comiendo las tetas. Pero debía tener precaución y no aullar de placer porque no muy lejos estaban durmiendo dos personas que por nada del mundo debían saber de mis actividades.
Después de un rato de amamantar al lechón, me propuse ser yo la amamantada. Le bajé los pantalones y aún estaba pensando qué hacer cuando me había dado la vuelta encima de él y me proponía comerle el miembro mientras él me lamía a mi.
Su polla estaba buenísima, qué importaba su sabor, el sabor que tenía era eso que llaman psicológico, ficticio. Hacía días que pensaba a cada momento en tener eso en la boca y ahora lo tenía. Su trabajo entre mis piernas no era claro el de todo un profesional. Apenas sacaba la lenguita y me lamía como perro, pero eso a mi edad y con las ganas que tenía, me pareció sensacional. Mientras me chupaba ese miembro fui pensando en la situación; estaba en la alcoba del abuelo de una amiga, era plena noche y podía hacer lo que quisiera. Me gustaba estar con esa persona y me sentía amada, eran plenas vacaciones y son estas para hacer lo que a una le venga en gana.... llevaba como una semana pensando estar en los brazos de ese hombre y ahora lo estaba. Me había besado con chicos, me habían metido mano e incluso alguna polla me había comido. Pero nadie me había hecho lo que me había hecho ese hombre; meterme mano en el coche de mi amiga, con sus padres delante, me había comido los pechos en la piscina de la casa y a pleno día le había mamado la polla en la misma piscina. Ahora estaba en su habitación comiéndole la polla mientras él me lamía la panocha; 69. Sólo había una cosa más que me podía hacer, amarme. Nunca nadie me había amado y un presentimiento me indicaba que ese era el día. Sólo necesitaba valor.
Me levanté de mi 69 y me desnudé toda. Aparté totalmente la sábana de mi amado y me tumbé encima de él. Mientras nos besábamos pensé en decirle lo que quería. No dije nada pero estoy segura de que recibió mi mensaje, aunque sea por telepatía. Pensado en la dificultad del tema me incorporé encima de él. Sabía que era una tarea difícil y que tendría que yo hacer el trabajo, pero estaba convencida de que lo quería así. De rodillas encima de él fui manejando su miembro para que se metiera donde debía. Por fin tuve la cabeza metida. Fui moviendo mi cintura preparando el difícil camino. Estaba a cien mojada como nunca estuve, su miembro también había adquirido una consistencia envidiable a menores edades y estaba la cosa como dicen los espaguettis; al dente. Cerrando los ojos para sentir lo que hacía bajé mi cintura, sentí dolor, un poco de dolor. Pero yo quería sentirlo todo ese dolor, mi cintura se movía como por voluntad propia buscando ese dolor. Me volví a levantar un poco y volverme a sentar. Uhmmmm ese dolor era delicioso, el mejor dolor del mundo.
Ya sin mi voluntad mi cintura volviose a levantar y sentar casi de inmediato.
- aaaaaaaah.
No estaba preparada para ello y se me escapó un gemido. Me alarmó el peligro de despertar a alguien y mi cintura lo comprendió también porque se detuvo. Desplegué mis orejas al máximo para oír algún ruido de alguien que se despierta, pasó un minuto, dos, al tercero resté convencida de que el peligro había pasado y volví a entomar mi movimiento. Mi cintura volvió a entomar el ligero ritmo de subir y bajar para buscar ese dolor. Ese dolor era riquísimo; a la vez que subía lo sentía decrecer, y a la vez de bajar crecer, pero no lo suficiente, yo quería más. Notaba también que no me atrevía a bajar del todo, quizá era eso lo que me daba miedo. Por fin supe lo que quería, obtenerlo todo, todo el dolor, y para eso tenía que bajar del todo.
Me preparé a hacerlo; subiré y bajaré 5 veces, y a la sexta lo haré del todo. Turné esas 5 veces, a cada una de ellas sabía que a la sexta la haría del todo, por lo que más hondas las sentía. Por fin llegó la sexta, por un momento no me decidí a hacerlo, pero pensé; ahora o nunca. Y lo hice.
Qué más decir, que no sepa una mujer de vida. Esa vez me entregó todo el dolor que buscaba. Me tuve que morder la lengua para no gritar y me saltaron lágrimas. Cuando supe que lo tenía todo.... tanto el dolor, como el miembro dentro de mi, me sentí por primera vez mujer. Era una mujer con el miembro de un hombre dentro de mi, y tenía que hacer lo preciso. Empecé a mover mi cintura, primero hacia los lados. Bailando hacia los lados sentía como también el miembro bailaba conmigo. Dentro de mi cabeza me veía con un largo vestido de rosa bailando en medio de la pista con ese hombre, el abuelo de Susana que magicamente, había perdido todas sus invalideces y bailaba conmigo como un atleta. Dábamos vueltas y vueltas sin cesar, yo sonreía de oreja a oreja y cientos de personas nos observaban también con la misma sonrisa. Mi pareja también me sonríe, me siento la reina de la noche. Doy vueltas y vueltas y vueltas, cierro los ojos aunque sigo bailando y dando vueltas y vueltas. Siento la música, los brazos de mi amado, siento los ojos, las sonrisas de los cientos de personas que nos observan.
La música se va apagando, así como la luz, también se va deteniendo mi baile. Todo se va apagando. Al cabo de un rato me desperté en los brazos de mi amado. Él estaba dormido. Yo me vestí, le di un beso, y con el mismo sigilo con que había venido, me fui.
-----CONTINUARÁ-----