El abuelo de mi novio
"Mi novio me hacho una increible proposicion, todo para complacer al abuelo"
-¡No puedes estar hablando en serio! -grité con sorpresa, apartándome abruptamente de su abrazo.
-Pero Jane, no sería algo tan malo, ademas eso haría muy feliz a un pobre viejo -suplicó Eddie, mi novio desde ya casi dos años.
Eddie tenía 28 años, era alto de cuerpo atlético. Tenía el cabello castaño oscuro rizado, ojos azules zafiros que brillaban con malicia y una sonrisa cálida y descarada que era imposible de resistir. No sólo era magnífico, sino que era amable y considerado, inteligente y asombroso en la cama.
De repente, sintiéndome expuesta por su decepcionada expresion, alcancé la sabana que tenia detrás de mí y la envolvi sobre mi cuerpo desnudo. Eddie me sonrió dulcemente.
-Es su cumpleaños, Jane, sólo por esta vez, por favor, significaría mucho para él.
¿Cómo podría resistirme a él? Tal vez no era muy diferente a lo que ya había acordado. Mis pensamientos corrían mientras miraba al hombre que yo quería.Giré la cabeza para mirar detrás de mí, al anciano abuelo de Eddie, que estaba en silencio, con una expresión de desesperación en su rostro.
Tenía los mismos ojos que su nieto, pero la similitud terminaba allí. El abuelo de Eddie, Frank, tenía 79 años. Puede que fuera guapo cuando era más joven, pero esas facciones habían desaparecido desde hacía tiempo. Era un hombre alto, aunque encorvado, de más de seis pies. Cuando era joven, seguro no había sido muy musculoso pero tenia una dureza como si hubiera trabajado toda su vida. Era un poco fornido pero, eso si, con un vientre grande y flácido. Tenía rastrojos en la cara y un par de marcas cicatrizadas cerca del ojo derecho, ademas de que estaba ya sin mucho cabello.
Hace unos 12 meses Eddie se mudó con su abuelo. La forma en que se preocupaba por Frank sólo me había hecho amarlo aún más. Eddie me explicó que su abuelo prácticamente lo había criado y que quería hacer todo lo posible por ayudarlo en esta etapa solitaria de su vida.
No mucho después de que Eddie se mudara con Frank, descubrí que Frank nos estaba escuchando al tener relaciones sexuales. Por la noche, se ponía fuera de la puerta del dormitorio, se tocaba, y escuchaba a Frank jadeando justo cuando yaciamos enmedio de nuestra pasión. Eddie y yo tuvimos varios desacuerdos acalorados sobre el comportamiento de su abuelo, pero de alguna manera él finalmente me condujo a aceptar que era inofensivo. Eddie dijo que su abuelo era un viejo solitario que merecía un poco de emoción, asi que finalmente accedí a que Frank pudiera estar en la habitación y nos observara.
Tenía 18 años cuando permitimos a Frank entrar en la habitación; ahora tengo 19. Mi cabello es largo, rubio obscuro y ondulado. Mis ojos son verdes y tengo una pizca de pecas sobre mi rostro, por las cuales siempre me han halagado, debe de ser algo especial, en fin. No soy muy alta pero si delgada, mido alrededor de cinco pies y seis pulgadas. Antes de conocer a Eddie, sólo había tenido un novio y por eso era sexualmente inexperta y tímida. Eddie me había llevado a experimentar algunas situaciones eroticas y en ese momento tuve que admitir que me pareció emocionante ser observada por el anciano.
Cuando estábamos en la cama, podría decir que Eddie también estaba encendido, por la forma en la que su abuelo me miraba a mi, particularmente. Los ojos de Frank se ensanchaban y yo lo oía gemir de placer al verme retorciéndome en la cama. Al principio se quedó en silencio, en las sombras de la habitacion, completamente vestido, pero recientemente había estado desnudo y jugando consigo mismo, manteniendo una distancia respetuosa.
Eddie comenzó a acariciar mi pezón mientras me susurraba al oído:
-No tienes que tocarle Jane, el abuelo sólo quiere sentirte, para el sería como su regalo de cumpleaños.
Nos besamos. Sentí la pasión en Eddie mientras él pasaba su lengua hasta mi cuello, su mano levantó la sábana que me cubria, exponiendo mis pezones erectos.Eddie sabía que era mi debilidad, mientras gemía por la sensación de sus besos, ahora en mi cuello, suavemente dije:
-OK, sólo por esta vez.
Cerré los ojos y gemí mientras Eddie continuaba besando mi sensible cuello. Mi cuerpo se sobresaltó cuando sentí las viejas y ásperas manos de Frank tocarme por primera vez. Sus dedos juguetearon con mi pezón mientras él estaba de pie junto a la cama. Mantuve los ojos cerrados pero podía oír su respiración pesada y sabía que estaba muy excitado.
Entonces sentí que mis dos pezones eran lamidos simultáneamente. Todo mi cuerpo empezó a hormiguear cuando ambos empezaron a chuparme los pezones. Frank había estado observando a su nieto el tiempo suficiente para saber cuánto disfrutaba que urgaran en mis pezones, por eso es que me ataco ahi directamente.
Me estaba retorciéndome en la cama con Frank y Eddie de pie a cada lado, besándome y lamiendo mis pezones que ahora eran duros como una roca. Sentí a Eddie levantando la cabeza de mi pecho mientras le susurraba a Frank:
-¿Quieres echarle un vistazo a su hermoso coño, abuelo?
Los dos hombres, tan diferentes en edad, se pararon uno al lado de otro, al pie de la cama, mientras Eddie separaba lentamente mis piernas para que Frank pudiera ver mi coño. Al principio pensé que podría morir de excitación. Sus ojos eran tan anchos y él estaba jadeando fuertemente. Se agachó y empezó a acercarse mientras cerraba los ojos y me preparaba para el contacto de un sucio viejo.
Al principio todo lo que pude oír fue su aliento sobre mi coño mientras miraba entre mis piernas, mirando el coño de una mujer 60 años más joven que él. Entonces sentí su lengua moverse por los labios exteriores de mi coño y un suave gemido escapó de mis labios. Eddie seguía sosteniendo mi pierna izquierda, asegurando que su abuelo tuviera fácil acceso. Abrí los ojos para mirarle y pude ver que estaba disfrutando, viendo a su abuelo tocarme, bajando a la vista a este sucio repugnante viejo que lamia a su joven novia.
La lengua de Frank empezó a deslizarse entre los labios exteriores de mi coño mientras lentamente lamía de arriba abajo, pasando su lengua entre los labios exteriores e interiores, saboreando mi humedad y empujando ansiosamente más allá. Había parecido vacilante al principio, pero de repente parecía dominado por la emoción y sentí sus viejas y ásperas manos extenderse y separar los labios de mi abierta flor. Frank gimió cuando empezó a darle vueltas a mi húmeda vagina, su lengua urgaba por todos lados, comiéndome como un hambriento.
Se sentía tan bien que tuve que admitir con un gemido, que los jadeos y toqueteos de ese viejo y sucio hombre me estaban encendiendo. La lengua de Frank entraba y salía de mi coño mientras me retorcía y gemía de placer.
-Que rico coño, sabe tan bien... -comunicó Frank a Eddie.
-Eso es, viejo. Usa tu dedo. Por hoy, ese joven coño es todo tuyo, para juegues con el tanto como quieras.
La lengua de Frank buscó mi clítoris y él empezó a rodearlo frenéticamente, lamiéndolo, mientras me estremecia y hormigueaba en mi interior. Luego deslizó lentamente un dedo dentro de mi mojado coño. Eddie estaba abriendo aún más mis piernas para que su abuelo tuviera mejor acceso, cuando sentí el viejo dedo del viejo, áspero, grueso y arrugado dentro de mí. Se sentía diferente a su nieto. Arqueé la espalda y gemí de placer.
-Mira viejo, le gusta como le metes ese dedo.
Luego sentí que la lengua de Frank me dejaba mientras él empezaba a empujar su dedo dentro y fuera de mi apretado coño, con acelerado ritmo. La emoción en la habitación era explosiva y gemí ruidosamente, al tiempo que Frank metía el dedo dentro y fuera de mi coño.
Podía oír a los dos hombres gimiendo mientras yo soltaba un chillido de placer. Sabía que ambos estaban viendo a este viejo con su dedo enterrado en lo profundo de mi coño y que estaba encendiéndolos. Yo me estaba excitando también.
El segundo dedo entró en mí y pude sentir como mi coño apretaba alrededor de los gruesos y arrugados dedos de este hombre. Frank empezó a empujarlos dentro y fuera de mi coño, más y más rápido. Estaba forzándolos hasta lo más profundo que podía, follándome con los dedos. La sensación y el sonido de sus dedos, silbando dentro y fuera de mi mojado coño, me estaban volviendo loca.
Comenzó a lamer mi clítoris de nuevo mientras me tocaba fuerte y profundamente. Dentro de momentos mi coño se contraía alrededor de sus dedos, mientras el orgasmo se extendía desde mi clítoris, a través de mi coño, hasta todo mi cuerpo, recorriendo el camino que me proporcionaba ondas de inmenso placer. Grité y eché la cabeza hacia atrás.
-Muy bien, viejo. Oh si, eso es -exclamó Eddie, jadeando de excitación.
-Hijo, me gustaria probar lo que vi en… ese video. ¿Puedo Ed? -escuché preguntar a Frank.
Estaba a punto de preguntar, un poco intrigada, de que se trataba, cuando oí que Eddie simplemente respondía:
-Por supuesto que puedes abuelo.
Parecía que todo sucedía tan rápidamente, apenas siquiera capté lo que estaba sucediendo. Oí a Frank decir entre respiraciones pesadas:
-Quiero follarla con el plátano primero.
Entonces ya estaba dentro de mi coño. Fue en ese momento que supe que todo había sido planeado por Eddie y Frank porque ya tenían la fruta en la habitación. Podía sentir la curva del plátano, cuando Frank la empujó dentro de mí. No era especialmente grueso pero lo era más que sus dedos y se ajustaba comodamente en mi tierno coño.
-Oh sí, abuelo, maldicion. Ese coñito sabe apretar ese maldito plátano! -exclamo Eddie.
Al principio me sorprendió, pero en el resplandor del increíble orgasmo que Frank me había dado, tuve que admitir que la idea y la sensación de este viejo desagradable, sucio, empujando un plátano en mi coño, me excitaba. Empecé a gemir cuando Frank movió el plátano dentro y fuera de mi coño.
-Eddie, dame la zanahoria.
Sentí a Frank sacar el plátano y al instante sentí la zanahoria entrar en mí. Separó los labios de mi coño y lo insertó lentamente. Yo estaba todavía muy húmeda y la fria zanahoria se deslizó fácilmente. Era más dura que el plátano y podía sentir a Frank moviéndolo dentro y fuera de mí. Empezó a acelerar el paso mientras lo apretaba más y más fuerte. Yo estaba gimiendo y me retorcia en la cama, sentiendo la zanahoria empujandose y salir de mi mojadito coño.
Ambos hombres estaban claramente encendidos. Abrí los ojos y pude ver a los dos acuclillados uno junto al otro, con los ojos fijos en la visión de la zanahoria que se hundía dentro y fuera de mí. Ambos estaban respirando pesadamente, admirando la penetracion del viejo, que me follaba con la zanahoria.
-¿Crees que el pepino encajará? -Frank susurró en voz baja a su nieto.
-Tendras que hacer la prueba abuelo. -Fue la corta respuesta.
Podía sentir el frío, liso vegetal en los labios de mi coño y sin duda se sentía mucho mas gruesa. Para entonces estaba tan encendida que no pude resistir. Frank comenzó a atacarme con el pepino, suavemente, girándolo, girándolo suavemente a la entrada de mi coño y lentamente empujando hacia adelante. Sentí que entraba poco a poco en mí y él comenzó a lamer mi clítoris.
Se sientia tan apretado, aunado a la lengua de Frank que lamia mi clítoris, el placer era intenso mientras gemía, mi respiración era pesada y rápida. En ritmo con la sensación de su lengua lamiendo mi clítoris, podía sentirlo suavemente y lentamente empujando el pepino más al fondo, hasta dentro de mi coño. Se sentía suave, pero tan apretado y un poco doloroso, dentro de mí. Mientras lo movía en lo más profundo, mi coño entero se sentía lleno y apretaba alrededor de la singular verdura.
La lengua de Frank seguía urgando en mi clítoris, lamiendo y chupando mientras yo gemía cada vez más fuerte. Luego empujó con fuerza, empujando el pepino dentro de mí. Grité y mi cuerpo se tensó sobresaltado; Frank seguia chupando mi clítoris. Tenía el pepino empujado tan lejos que podía
sentirlo contra mi cuello uterino.
-¡Oh, mira eso abuelo, le has metido ese pepino justo por arriba de su hermoso coñito. ¡Cogetela con ese pepino abuelo!
Frank comenzó a deslizar el pepino dentro y fuera de mi tierno agujero rosa. Estaba tan apretado dentro de mí que podía sentir cada pequeño movimiento. Estaba estirandose mi coño, mientras lo movía adentro y afuera, emocionadamente empujándolo en lo profundo. Mis jugos fluían mientras este anciano me cojia con esa verdura.
Todo mi cuerpo comenzó a temblar mientras gemía en voz alta. Frank no paraba de empujar el pepino dentro y fuera de mí, introduciendolo en la profundidad, empalándome en él. Mis piernas se extendieron a medida que mi respiración aumentaba de ritmo. Yo estaba retorciéndose en la cama a medida de que ese pepino profundizaba dentro de mi coño. La sensación era increíble mientras gritaba de placer, todo mi cuerpo se tensaba con la sensación, cuando comencé a saturar con mis jugos alrededor del pepino.
-¡Mira esa corrida abuelo! –gritó Eddie.
-¡Oh! ¡Siiiiii!
Ambos me miraron, retorciéndome en la cama y gimiendo de placer. Me sentía agotada.
-Vamos Ed, de veras que quiero follarmela. -replico Frank mientras deslizaba el pepino fuera de mi interior y lo dejaba caer al suelo.
-Tal vez para la próxima abuelo -respondió mi novio mientras caminaba entre mis piernas, entrando en mí y lentamente comenzó a cojerme.
...