El abuelo de mi novio
Mi novio tiene un abuelo que me gusta mucho, no me importa decírselo de frente quiero ser suya
Cuando tenía 21 años, como ya les he platicado en otros relatos tenía varios novios a la vez, uno de ellos se llamaba Víctor. A Víctor lo conocí por un amigo en común, nos presentó en una fiesta, al tratarlo supe que él podría ser un buen pretexto para salir de casa y estar con machos de verdad.
Víctor es una persona un poco seria y muy tierna, aunque era dos años más grande que yo, el casi siempre se comportaba como un adolescente, de hecho no habíamos pasado de unos besos, no me había fajado, mucho menos me había llevado a la cama.
Después de unos meses de ser novios me invito a su casa, quería presentarme a su familia, yo no quería ir pero no me quedo de otra que ir, al llegar conocí a sus papás y a su hermana, comimos, convivimos y cuando ya nos íbamos, llegó su abuelo, al verlo se me antojo muchísimo, era un señor de unos 65 años, muy interesante, aún conservaba una buena figura, el señor se llamaba José.
El señor me vio fijo a los ojos cuando nos dimos la mano, su mirada penetrante me excito mucho, hizo que mojara mis bragas. Mi novio y yo nos quedamos un rato más para convivir con su abuelo, yo me sentía nerviosa, no dejaba de pensar en cómo sería estar en la cama con aquel macho.
Al despedirnos del señor, amablemente me dio su tarjeta y me dijo que en lo que se me ofreciera, él estaba por ayudarme, sabía que pronto lo iba a buscar.
Unos días después le marqué por teléfono.
P –Hola señor José, habla Pamela, la novia de Víctor.
J –Hola Pamela, ¿Cómo estás?
P –Bien señor, gracias y usted ¿Cómo ha estado?
J –Bien Pamela, que puedo hacer por ti.
P –Me gustaría pedirle un favor, pero me gustaría hablar con usted en persona.
J –Sí cuando quieras, ¿qué te parece el jueves?
P –Muy bien señor, solo le pido por favor que Víctor no sepa es algo especial para él, es una sorpresa.
J –Claro Pamela, cuenta conmigo, yo te ayudo.
Nos pusimos de acuerdo donde nos veríamos, nos despedimos. Sabía que tenía que encamarme con José.
El jueves por fin llegó, me puse una minifalda de piel, con una blusa blanca y botas negras, quería verme muy sexy, quería que José me viera con deseo. Llegué al restaurante que acordamos, me pareció un lugar muy bonito, elegante y caro. Cuando pregunté por la mesa de José, me hablaron maravillas del señor, me llevaron a la mesa donde él estaba, la mesa estaba con 3 mesas más en alto, era la única de las tres ocupada. José cuando llegué a su mesa, se paró me saludó con dos besos, eso me excito más, me felicito por lo guapa que me veía, yo esperaba que eso fuera una señal de que me iba a coger.
Estuvimos un rato platicando de todo, hasta que me preguntó cuál era la sorpresa que quería darle a Víctor. Sabía que tenía que decirle todo de una vez, arriesgarme y que si decía que no, lo cual lo veía poco probable, entonces no había problema si le decía a Víctor no me importaba, novios me sobraban, y aunque a él lo usaba para decir en casa que iría con él me iba con los otros novios u otros hombres, este ni siquiera me cogía, así que me daba igual ya no ser su novia.
P –La sorpresa que quiero darle es, o son unos cuernos bien grandes, quiero coger contigo.
J –Y así me lo dices, con esa vulgaridad, ni siquiera dices tener sexo, hacer el amor, lo que quieres es coger.
P –Prefiero ser directa.
J –Cuando te vi en casa de mi hijo note que eres una puta, y claro que te voy a coger, estás que te caes de buena.
P –Tú me gustas muchísimo, no he dejado de pensar en ti, quiero tenerte en una cama, dándome bien duro.
J –Mañana tengo la tarde libre, quiero que cojamos mañana.
P –Muy bien mañana cogemos José.
Seguimos con la comida, él para todo se refería a mí como putita, yo me sentía feliz de que él se fijara en mí, le dije el hotel en el cual lo vería y después de un rato nos despedimos y nos fuimos.
Al siguiente día, después de la universidad, regresé a casa, me tenía que arreglar para ver a mi nuevo macho, quería verme lo más puta posible, me puse una tanga morada, una minifalda muy pegada que apenas me cubría las nalgas, de color morado, un top negro, un pequeño saco negro y tacones de aguja negros, para salir de la casa, encima me puse una falda más, la cual llegaba más debajo de las rodillas y me cerré el saco. Así nadie se daría cuenta que ya me iba de puta con algún macho que estuviera dispuesto a darme una rica cogida.
José y yo llegamos al mismo tiempo al hotel, el al verme me dijo que me veía muy guapa, yo le dije que esperara un poco que esa era la forma de haber salido de casa.
Pedimos el cuarto, llegamos a él, me abrí el saco y me quite la falda que llevaba arriba, él al verme me dijo que era toda una puta, me di la vuelta para que me viera bien.
P –Te gusta papi.
J –Mucho putita.
Me tomó de las nalgas y comenzó a besarme, besaba muy rico, me hizo mojarme muy rápido, yo bajé mi mano y le agarré la verga, era enorme, me separé y le dije.
P –Que vergota más grande tienes.
Le desabroché el pantalón y saqué su gran verga, me agaché y se la mamé, su sabor era un poco salado, pero me gustaba, mi lengua pasaba por todos lados mientras la tenía dentro de mi boca, fui aumentando el ritmo, el empezó a gemir.
J –Que bien mamas, sigue así.
Yo se la seguí mamando, comencé a metérmela y sacarla muy rápido de la boca, lo agarraba de las nalgas para ayudarme, el cada vez gemía más, cuando me di cuenta que se iba a venir me detuve, me paré, me desnudé, me acosté en la cama.
P –Ahora me toca a mí.
Él me chupó la concha, me metía la punta de su lengua, después me chupo el clítoris, lo hacía riquísimo.
P –Sí así, más, que rico chupas, comete la concha de tu puta.
El placer que me estaba dando era mucho, yo ya estaba completamente mojada, mis piernas estaban completamente abiertas, llegué a un orgasmo muy intenso.
P –Sí me vengo, síííííííííííííííííííííííííí, que rico chupas.
Él aunque ya me había venido, siguió chupándome delicioso, hizo que mi placer se prolongara más.
P –Aaaahhhh sabes cómo tratar a una puta.
Él me puso de perrito, me nalgueó, yo gemía de placer, este hombre sabía hacerme sentir muy puta. Tomó su vergota y la apuntó a mi concha, me la metió toda.
P –Aaaahhhh que vergota, dame rico papi, cógete a la puta novia de tu nieto.
J –Toma puta.
Comenzó a moverse, a cogerme muy rico, la sacaba casi toda para después volverla a meter. Sentía como mi vagina se abría toda, mis jugos habían mojado por completo su verga, los dos gemíamos.
Después de un rato de cogerme así, cambiamos de posición, esta vez él se acostó y yo me senté sobre su verga, dándole la espalda, me di unos sentones muy ricos, el placer era mucho, me jalo hacía él, mi espalda quedo sobre su pecho, el me agarró las tetas, las acariciaba fuertemente, después me jalo los pezones.
P –Así papi, dame duro.
Él me estaba cogiendo durísimo me hacía levantarme, para después jalarme hacía a él y metérmela muy duro.
P –Que rico soy tu puta, dame muy duro cabrón, dame verga, más verga, quiero toda tu verga.
Era increíble que a su edad tuviera ese aguante y esa fuerza, yo lo estaba disfrutando muchísimo. Me jaló, me mordió la oreja y me dijo al oído.
J –Te la quiero dar por el culo, ¿puedo?
P –Claro, para eso soy tu puta, aprovecha lo que Víctor no ha probado.
Me puse otra vez de perrito, el me la metió con mucho trabajo por el ano, yo gritaba de dolor y de placer.
P -No te detengas, cógete a tu puta, no importa mi dolor, solo la satisfacción de mi macho.
Pocas veces digo eso, y él es uno de los pocos hombres de los cuales me ha importado solo su placer, sin importarme el mío. Él me tomó de la cadera, me cogía muy rápido, los dos gemíamos muy fuerte, la cama brincaba.
Él no aguanto más y me lleno el ano de semen, un semen muy caliente, el gemía mucho y gritaba de placer, eso me prendió más y me vine en otro intenso orgasmo. Me acosté en el colchón, él se acostó sobre mí, después de unos minutos su verga salió de mi culo, el me besaba la nuca, me decía que yo le gustaba muchísimo, yo le decía que era el tipo de macho con el que siempre soñaba.
Nos acostamos uno al lado del otro, el me abrazó, yo me recargue en su pecho, así nos quedamos dormidos, ya era muy tarde cuando nos despertamos, nos vestimos, el me llevó a mi casa, en el carro le agarré su verga y le dije que le llamaría otra vez para coger, él sonrió y cuando baje del carro me dio una fuerte nalgada, me excite otra vez, pero ya tenía que regresar a casa.