El abuelo de la calle

Un joven servicial se encuentra con un abuelo...

EL ABUELO DE LA CALLE

Hacía bastante tiempo que estaba en aquel grupo juvenil de la iglesia. Desde chico siempre me había sentido bien ayudando a la gente. Era muy servicial. Me sentía bien con eso.

No podía ver niños por la calle eso me partía el alma y hacía cualquier cosa por ayudarlos.

Crecí en esas calles de gente trabajadora. Mi barrio no era de clase alta ni mucho menos. Pero siempre podía ayudar a quien lo necesitara.

Una tardecita que volvía a casa lo vi. Estaba como preparando sus bártulos para tirarse a dormir en la esquina de mi casa. Amenazaba con ser una noche fresca al menos.

Pasé y lo miré, el ni siquiera me vio. Al rato volví y estaba ya envuelto en una frazada. Me acerqué con cuidado, para no asustarlo.

Se ve que me escucho, así es que corrió las frazadas que lo cubrían y abrió unos inmensos ojos grises.

__¿Que necesitas muchacho?__ dijo con voz grave y semi dormida

__¿Necesitas ayuda?__ pregunté dulcemente

__¡Oh que ángel!!__ comentó y suspiro muy fuerte. Largando un aliento a menta , mezclado con olor a usado y moho, un olor rancio.

__¡Es que esta noche va a ser frío!

__¡Estoy acostumbrado!

__¿Porque no vienes a un pequeño galpón que hay en el fondo de mi casa?__ pregunté sonriéndole a aquel hombre entrado en años con una barba desprolija y el cabello abundante  a pesar del gorro de lana que cubría parte de su cabeza.

__¡Oh muchachito y en tu casa saben de tus intenciones!

__¡Nadie te vera!¡Luego hablaré con mi madre!

__¿Y tu padre?

__¡Mi padre no esta nunca anda de viaje!

__¿Porqué quieres ayudarme?__ preguntó mientras juntaba sus pocas cosas

__¡No lo sé!__ dije y se puso de pie. Era muy alto. De ancha espalda aunque un poco encorvado.

Me siguió sigilosamente. Carraspeaba de vez en cuando. Entramos a la casa por el patio trasero. Mi perro al olfatear, me solo movió su cola. Saqué el candado de la puerta. Entramos. Encendí la luz.

__¡Aquí es!__ dije. El abuelo de la calle movía para todos lados asintiendo con la cabeza.

__¡Esta muy bien!¡Gracias!

__¡Te traje algo de comer ahí esta por si quieres y un poco de agua!

__¡Ahh pero eres casi un santo!!__ dijo aquel hombre y con sus rudas manos acarició mis cabellos largos. Suspiró hondamente.

__¡Bueno, me retiro, mañana temprano estaré aquí!!

__¡Gracias!__ dijo aquel hombrón y salí de allí.

__¡espera, espera!__ casi en un susurro me grito ahogadamente

__¿Qué sucede?__ pregunté asomado en la puerta.

__¡Tu vas a cerrar!

__¡Y debo dejar el candado para evitar sospechas!

__¡Si quiero orinar!

__¡Oh claro, ahí tienes un tacho lo puedes usar!__ dije señalando un tarro blanco de veinte litros.

__¡Has pensado en todo, bien, bien!__ salí por fin de allí entré a la casa.

Al día siguiente, mi madre ya se había ido a su trabajo. Fui y abrí. El abuelo de la calle aún dormía. Cuando escuchó que me acercaba se movió entre las frazadas.

__¿Como has dormido?__  pregunté

__¡Bien gracias mi ángel!__ dijo tremendamente dulce. Se movió con pesadez, y al quitar las cobijas una gran erección se notaba en su pantalón raído y gastado. No se dio cuenta o se hizo el tonto. Lo miré de reojo y al tiempo pregunté que estaba haciendo, extasiándome con su erección. Cerré fuertemente los ojos luchando con mis demonios.

__¡Traje un poco de café caliente y un poco de pan para que desayunes!!

__¡Gracias!__ dijo y arrastró su cuerpón hacía un banquito de madera. Le serví el café. Comió lento. Despreocupado. Lo miraba en silencio.

__¡Puedo pedirte una cosa!__ dijo en tono de preocupado

__¡Dime!__ dije solicito

__Podré darme un baño, una ducha!

__¡Oh, claro, claro, mi madre no esta, puedes, ven sígueme!!__ dije y el salió del galpón y me siguió.

Entramos a la casa y el me seguía. Era muy alto. Sentía su respirar en mi nuca.

__¡Aquí es!__ abrí la puerta del baño.

__¡Me gusta!¡Me quitaré la ropa!

__¡Si hazlo te buscaré ropa limpia!

__¡No tienes porque!__ dijo el ya quitándose los pantalones y dejando al aire una brutal manguera. Dormida, era muy grande, seguro vio mi cara de sorpresa. Salí rápido de allí  a buscar ropas. Busqué en todos los cajones de mi padre, ropa usada en buen estado. No podía quitar de mi cabeza aquella preciosa verga.

Encontré ropa y volví a la puerta del baño. La lluvia caía sobre el cuerpo. Había corrido la cortina y no se veía.

__¡Aquí te dejo la ropa!__ dije alzando la voz.

Al rato apreció vestido y peinado, con su larga barba limpia y sus cabellos frescos y húmedos. Perfumado.

__¡eres un ángel!¿Como te llamas?__ preguntó acercándose a mi cuerpo que tembló y se sonrojó, parecía más pequeño.

__¡Oliver!__ casi balbuceando

__¡Soy Lucio!__ luego de eso, me extendió su gruesa mano.

A partir de esos días , el abuelo aquel, se iba por las mañanas y en las tardecitas casi de noche regresaba, merodeando y esperando a mi señal para entrar en el galponcito que lo cobijaba por las noches.

__¡Oli eres un ángel!__ me repetía siempre que podía y acariciaba mis mejillas. Me había contado que hacía tres años que andaba en la calle por decisión propia. Había enviudado y su vida dejo de tener sentido. Estaba muy conmovido. Pero también me decía que ahora estaba cada vez mejor. Y todo gracias a mi. Me decía así y acariciaba mis mejillas y yo me sonrosaba. Me decía que era el nieto que no conocía. Porque sus hijos estaban en otros países y ni se acordaban de el.

Era una triste realidad y yo ahí nada podía hacer. También me contó que no siempre fue todo color de rosa con su esposa, pero que había sido la única mujer que había amado.

Así fueron pasando los días y los meses. Una primavera incipiente se anunciaba con días plenos de sol y colorido. El seguía durmiendo en el galponcito y yo cada mañana llevaba su desayuno.

Una mañana de tantas entré al lugar y el no se despertó. Estaba de costado, así que fui dejando las cosas sobre una mesita que había conseguido por ahí. De pronto giro su cuerpo enorme destapándose un poco, un poco bastante. Ante mi visión apareció un morcillón endurecido y palpitante. La miré y cerré los ojos. El respiraba profundamente dormido, balbuceaba palabras como en un sueño. La víbora tremenda y amenazante cabeceaba con vida propia, se veía un enorme huevo aparecer al costado. Inflado. Muy gordo y grande. Mis sentidos ebullían de calentura. Me acerqué deseando. Rocé con los dedos y una baba pegajosa se asomo por el ojo del gran pez que se sacudía duro, a punto de levantarse. Yo lo deseaba profundamente. Me acerqué más, dudando de todo, pase los dedos nuevamente, olía el sexo de macho, olía ese perfume que me embriagaba, y al cual luchaba desde hace tanto por alejar. Acerqué mi boca y con la lengua pasé por el largo de la vara rígida. Enorme. Me levanté, miré y seguía durmiendo, volví a pasar m lengua y luego lamía esa gorda bola que se asomaba. Acaricié mi verga dura por sobre mi pantalón. Temblaba de calentura y deseo. Mi ojete palpitaba, abriéndose solo del deseo, mi lengua pasaba otra vez por el largo de la rocosa poronga. De pronto se giró pesadamente y dio un gran bostezo. Me retire velozmente poniéndome de pie y rojo de excitación y vergüenza.

__¡Oli…estas aquí ya!__ dijo abriendo los ojos

__¡Sí…sí te traje el desayuno Lucio!__ el se incorporó pesado y acomodando su arma grotesca y dura.

__¡Ahh muchacho eres un ángel, precioso, ohhh!!__ no sé si se quejaba o gemía. Me retiré inventando una excusa y lo deje solo para que se acomodara un poco.

Al rato volví al lugar. Estaba mirando a través de la ventanita.

__¡Oli creo que me daré un baño!

__¡Está bien…en casa no hay nadie, mi mdre se ha ido el fin de semana  casa de su hermana!

__¿Y tu no hs ido?

__¡No, le dije que tenía cosas que hacer con la iglesia y eso para ella es suficiente razón!

__¡Aha  muchachito pillo!!__ dijo riendo y acariciándome el cabello.

Entramos a la casa y el se metió al baño dejando la puerta abierta. Escuché llenar la bañera. Hoy tenía tiempo nadie molestaría. Al rato me llamó a los gritos, pensando que yo andaba lejos.

__¿Qué pasó?__ grite del otro lado de la cortina, pensando que algo malo podría haberle sucedido.

__¡No te asustes…es que tengo un problema!

__¿Puedo ayudarte?__ pregunté otra vez.

__¡Sí, ya corre la cortina Oli!__ la corrí y mientras preguntaba

__¡Si que…!__ estaba sentado en el borde de la bañera con su enorme poronga alzada y dura chorreando agua y jabón , dos enormes huevos se apoyaban en el filo de la bañera, gordos y llenos de miel.

__¡Podrías continuar con lo de hace un rato, no crees!

__¡Pero yo…no sé…que!!

__¡Piensas que no sabía lo que hacías con esto!__ dijo sonriendo y mirando su enorme serpiente. La movía agarrada de la base

__¡Ven, no seas tonto, es para ti, quiero mostrarte cuanto te agradezco lo que has hecho por mi…anda angelito, ven, come de esta carne, te hará bien a ti y a mi, te daré la miel!!!__ yo dudé unos minutos pero esa visión se apoderó de mi. El hormigueo me atravesó. Me poseyó. Y me acerqué tambaleando de temor y calentura. El abuelo de la calle me tomo de los hombros y me atrajo hacia el. Posó sus labios en los míos, al momento abrí la boca y su lengua entró en mis profundidades y nuestras lenguas chocaron y se sacaron chispas.

__¡Que tal si te quitamos la ropa!!__ dijo el abuelo en llamas y yo autómata me quité todo en un segundo. Me siguió dando lengua en mi boca. Mi verga estaba dura como un fierro. Tomo mi mano y la llevó a la rocosa barra poderosa y enorme. El gimió caliente, ardiente. Masajee ardido, en llamas, a punto de explotar de calentura, el me besaba y mordía mis labios al rojo.

__¡Que colita que tienes, así la imaginaba!!!__ dijo acariciando mis nalgas redondas. Las apretujaba, pellizcando. Al minuto estaba en la zanja buscando mi anillo que babeaba ya de fiebre. Hundió uno de sus gruesos dedos. Yo gemí como putita, el bufo enajenado. Mi mano libre acariciaba el ancho pecho fornido y sin vellos.

__¡Ohh quieres que te coja con mi dedo era una dulce putita, ohhh como me calientas!!__ en tanto yo pajeaba con velocidad y ritmo la barra de carne del abuelo de la calle que gruñía desesperado. Su dedo iba y venía y me hacía gozar, luego entro con otro y ya mi dilatado agujero explotaba de calentura y lujuria. Elástico me abría para el. Con su otra mano me tocaba los genitales. Me mordía el cuello y me masturbaba a placer. Yo me retorcía gimiendo y fue arrollador cuando largue mi leche por todas partes, salpicando con mis jugos por la gran calentura de tanto tiempo retenida. Me retorcí vibrando como un insecto al asador, en braza viva, llamas salían de mi por doquier.

__¡Ahh pequeño tu culito es tan baboso, ya quiere tenerme dentro!!!¿Tu que dices?__ me besaba el cuello, me chupaba, y mordía mi lengua.

__¡Si, quiero que me lo metas!!__ el abuelo se corrió un momento tomo el jabón líquido que había en la ducha, un abundante chorro se colocó en l palma de la mano, lo hizo correr a la punta de los dedos y la frotó en mi cola, hundiendo los dedos, llevando y trayendo, recorriendo mi túnel. Me atrajo hacia el. Mordió mi cuello y mis hombros. Entré a la bañera. Apoyé mis rodillas en el borde, levantando mi cola lo mas que puede. El se agacho un poco, y encaró con su serpiente a mi agujero que palpitaba de calentura y emoción. Empujó suave, gemí, empujó otra vez, la resistencia fue cediendo, mi calentura era superior a cualquier temor de tener semejante espada clavada en mi ojete. Lentamente su fierro cliente fue entrando en mi. Aullaba de placer y de dolor, luego el dolor fue pasando cada vez mas hasta casi no sentirse. Me había abierto por completo y su serpiente me estaba penetrando a fondo, en todo largo y lo ancho.

__¡Ahhh estas disfrutando nena, ohhh si, lo siento en mi verga, la quieres, Uhhh, ahhh, eres un amorcito, ahhhhh, que culito tienes, mmmhhh!!!__ el abuelo de la calle me daba su pedazo de carne, me partía y gemía conmigo. Mi lloriqueo de lujuria atravesaba la casa.  Nuevamente largaba leche por todas partes. Eso aceleró las embestidas de aquel gigantón exquisito que me cogía con sabiduría y perversión.

Machacaba mi culito dilatado. Me hacía vibrar pellizcando mis pezones duros y rocosos.

__¡No quiero detenerme amorcito…pero, podríamos estar más cómodos en otro lado!!!__ dijo el en un momento deteniendo sus embestidas__ ¡¡Es que tu sabes, ahhh, estoy un poco viejo para estas cosas, pero al verte a ti tan sensual y hermoso, no he podido contenerme…ohhh tu me haces tan bien!!!__ dijo casi como un ruego.

__¡Ven vamos!!__ dije urgentemente cliente y lo tomé de la mano y lo lleva a mi cuarto. Mi cama enorme nos esperaba. El se tiró en ella y yo me tire sobre su manguera besándola y metiéndola en mi boca.

El aprovechó y se metió mis genitales aún dormidos en su boca y tragó. Chupó divinamente y me puso duro. Metió dos dedos en mi ojete despierto y baboso, y mas dura se puso mi verga, el siguió chupando buscando mi néctar, en unos momentos se lo di y el bebió hasta la última gotita pegajosa, que chorrearon por sus labios.

Luego me fui sentando a horcajadas en su sable. Cabalgué sin frenos. Di rienda suelta a mis instintos mas primitivos. Besaba sus boca, lamí sus labios, apreté sus tetillas y el macho se mantenía duro y firme para mi.

__¡Voy a llenarte la colita mi bella putita, ahhh, ahhh!!!__ gimió el en un momento fugaz. Apuré las embestidas porque quería que me diera toda su leche en mi cola, apreté mi esfínter, jugué con su espada clavada en mi ojete y el largo chorros incontables de su espesa y blanca leche. Llenándome, rebalsando mi agujerito glotón, devolviéndome por fin a lo que sería mi vida por siempre.-