El abuelo de anita

El novio de anita conoce al abuelito renato

EL ABUELO DE ANITA

Anita es la novia de cesar. Este, es un chico de clase media acomodada. Buenas escuelas. Buena comida. Vacaciones. Ningún sobresalto. De tez clara, sin llegar a ser ese blanco de los rubios. Ojos color café. una altura mediana. Cuerpo bien formado y por sobretodo joven.

Anita, además es nieta de Renato. El abuelo de Anita hace ya varios años que esta separado de su abuela Josefa, pero llevan una buena relación. Renato es un apuesto maduro. Entrado en canas ya. Bastante culto. De una extraña mordacidad y un constante buen humor. Se mantiene en forma. Se cuida. De rostro amigable. Rasgos bien marcados. Pómulos fuertes. Ojos profundos y grises. Alto y bien conservado.

Es un sábado de verano. El calor se soporta. Es tardecita cuando el timbre suena en casa de Renato. El hombre se levanta del sillón y va a atender.

__¡¡Sorpresa!!!__ casi que grita Anita, su nieta, y el abuelo sonríe.

__¡¡Pero...no me avisaste que venías!!__ dice mientras le da un gran abrazo

__No. Por eso  es una sorpresa, pasa, pasa...__ le dice Anita a quien viene detrás de ella __ El es César abuelo, César el es Renato mi abuelo__ presenta la chica.

__¡Hola encantado!!__ dice Renato al chico que le muestra sonriendo unos perfectos dientes blancos. se acomodan en el living entre sonrisas y estrechadas de mano.

__Es que teníamos que hacer trámites en la ciudad y no íbamos ir a un hotel...

__No, claro, pero me podrías haber avisado__ contesta el abuelo

__¡No me digas que tienes una novia escondida por ahí!!__ dice socarrona Anita

__ No es eso. les hubiera cocinado algo por ejemplo....

__¡Pedimos comida abuelito! ¿Qué dices tu César?__ responde alegremente la chica

__Esta bien, como no...__ dice el novio. Renato alcanza el teléfono a su nieta y esta llama a la casa de comidas.

__¿Y cuanto hace de su noviazgo?__ pregunta Renato

__Hace como dos meses__ responde César.

__¿Y tu padre que dice Anita?__ pregunta el abuelo

__ ¡Ya sabes, a el no le gusta nadie para su hijita!!__ responde Anita cuando ya ha dejado el teléfono.  Su abuelo se ríe de buena gana, sabiendo de antemano la respuesta.

__Entonces, imagino que sabe que estas aquí con el

__Sabes que no le oculto nada a mis padres, claro que sabe

__¿Qué quieren tomar?__ pregunta el abuelo

__¡Cualquier cosa!!__ responden los novios.

__¡Esta bien!__ Renato se pone de pie. Se va hasta la cocina. Luego aparece con unas cervezas en lata. Mientras beben entablan con César una larga charla sobre fútbol. Tema que a Renato le apasiona. Enseguida hay una conexión.

La comida llega y se sientan a comer sobre una mesita ratona que está frente a la gran  pantalla de televisión. La enciende y aparece un partido.  Anita se aburre y comienza a sentir el trajín del largo día de viaje. La modorra le va ganando. El sueño se apodera de ella.

__¿Ustedes no se ofenden si me voy a la cama?__ pregunta sabiendo la respuesta.

__¡Por supuesto que no Anita__ dice el abuelo

__No claro__ dice César. Ella se levanta. Le da un beso a César. Se encamina al cuarto. Conoce bien la casa pero su abuelo Renato la acompaña. La saluda en la puerta y esta se cierra tras ella. Por supuesto esta todo limpio y ordenado. Anita se acuesta y en unos instantes se duerme profundamente despreocupada.

Renato vuelve a la sala. Siguen hablando con el novio de su nieta. En un momento el abuelo de Anita comienza a moverse de aquí para allá. César se da cuenta de que algo pasa. Siente que aquel hombre agradable esta molesto por algo.

__¿Te sucede algo Renato?__ le pregunta.

__¡No, no, nada, tranquilo!!__ dice el abuelo de Anita. Pero al rato sigue inquieto. Moviéndose casi al borde de la desesperación.

__¡Vamos Renato!¿Te sientes mal?¿Llamó a Anita?__ preocupado el novio de Anita.

__¡Mira, voy a confesarte la verdad!__  responde Cesar

__¡Dime!

__Antes de que ustedes llegaran, había quedado con una señora...__ se pone de pie

__¿Y?__ interroga César

__¡Y tome una de esas pastillas para tener una buena noche y ahora esta haciendo efecto!!__ dice esto mientras toca su entrepierna. Caliente. Duro. No aguanta más y saca una terrible morcilla erecta.

__¡Mira César, mira!

__¡Oh, oh, que buen pedazo, abuelito!!

__¿Queee?__ entre caliente y sorprendido exclama Renato. Ya César se pone de rodillas y atrapa aquel vergón parado. Lo acaricia. Renato no se mueve. La boca del chico esta lamiendo la cabeza hinchada del porongón del abuelo. Cae el pantalón corto que tenía puesto Renato. César traga el sable con devoción y gimiendo realmente gustoso y caliente.

__¡Ohhhh, que bien lo haces, así, chico ahhh, asíii!!__ exclama el abuelo de Anita mientras su nuevo nieto chupa su estaca briosa. Con las manos sopesa los huevos de Renato, que están enormes y llenos de miel. Llega con su lengua hasta allí y lame. Con una mano masturba aquella barra de metal. La carne palpita. Vuelve a hundirla en su boca. La saliva lubrica el pedazo. Renato ya ha quitado su remera también. Los gemidos van inundando el living. El abuelo de Anita acaricia los cabellos del chico que come su pedazo. Lo disfruta.  César al parecer también disfruta de comer una gran verga. Traga. El sable está muy mojado. El ha bajado su pantalón y se masturba. Su pija está muy dura también.

Siente que el abuelo Renato está moviéndose mas de la cuenta. Tiembla mientras gruñe desaforado. Larga su leche a chorros en la boca del novio de su nieta. Son escupitajos tremendos. Grandes. Su vergota atraviesa casi la garganta. Llega al fondo. César traga lo que puede. Cuando la lanza sale de la cavidad esta tan dura como antes.

__¡No sé que le harás a mi nieta pero eres un mamón asombroso!!

__¿Te ha gustado?

__¡Claro, ¿No lo ves?__ diciendo así señala la poronga que no ha caído ni un centímetro. Se mantiene altiva. Rocosa. César, el novio de Anita, toma de la mano a Renato y lo sienta en el sillón. De fondo el partido aún continua.

De rodillas César sigue limpiando un poco más la barra de carne, caliente. la deja brillante. Luego el chico se sienta al lado de Renato, ya totalmente desnudo. Le acaricia el pecho, al abuelo, le besa las tetillas. Sin dejar de acariciar con sus dedos la barra de carne que palpita y sigue dura. toma una mano del abuelo de Anita y lo lleva a sus nalgas frescas. musculosas. El hombre las acaricia. César sigue besando el pecho y el cuello del abuelo que gime y goza. La lengua hace círculos en torno a las aureolas gorditas que se paran endurecidas. César empuja la mano del hombre para que se introduzca en la zanja. El chico está ardiendo en deseos. Ahora el hombre hurga en el hoyito desesperado del novio de su nieta. Este muerde el cuello de Renato. Ahora hunde dos dedos en el anillo abierto y húmedo. César gime. Su pija esta al máximo. Siente como el hombre lo penetra y quiere mas. Se retuerce del goce que ello le produce.

__¡Ahhh!¡Así, quiero que me cojas abuelito!__ le susurra estas palabras al oído de Renato que hierve como un salvaje. César menea la vergota del abuelo. Baja hasta allí y le da un buen bocado para llenarla de saliva. Renato cree que va a desfallecer. Ahora Cesar se coloca de rodillas en el sillón. Le da la espalda y le muestra su trasero caliente. Renato se acerca a las nalgas del chico. Las lame. Le da  leves mordiscos. Vuelve a lamer. Por fin llega al objetivo. El arito de César late. La saliva abre camino. El hombre le da besos cortos. Ahora un poco más violentos. Ahora quizá un poco más suave. El agujerito comienza a pedir por favor que lo atraviesen.

Renato se pone de pie. Con una rodilla sobre el sillón. Apoya su brioso animal en la entrada. Juega con ella. César lloriquea como una hembrita en celo. Casi ruega que el abuelo de Anita lo penetre. Lo convierta en su hembra por un rato. Que sea su macho alzado y poderoso. Entra la cabeza. Renato juega suave. Va entrando. El chico resopla y gime. Gruñe en tanto la mecha taladra el exquisito túnel. Se abre paso.  César se mueve. Sus caderas se echan hacia atrás resaltando aún mas esas fogosas nalgas que empiezan a gustarle a Renato, el abuelo de Anita. El perno va y viene. Recorre la galería del chico. Renato bombea incansable, y del miembro del chico comienza a gotear una gran cantidad de semen. Manchando el sillón. Riega con su líquido. Renato apura las embestidas. Su vergón se inflama dentro del muchacho que clama que lo siga cogiendo. Que lo parta al medio. Renato enardecido aprieta las tetillas del chico. Muerde la nuca y el cuello y las orejas. Se han vuelto unos bárbaros. El deleite es supremo.

__¡¡Ohhh, eres un macho formidable Renato!!!¡¡Hazme tuyo!!¡¡Me encanta tu poronga!!¡¡No la saques, no la saques!!!¡¡Ahhhh!!__ al oír estas palabras el abuelo mas se calentaba y serruchaba a César complaciéndolo. Sabía que no tardaría en explotar. Sus huevos golpeaban las cachas férreas del chico. Lo sentía venir. Por eso quedaba quieto unos momentos. Dentro del muchacho que lloriqueaba cual madama francesa. Latía la estaca. Se hinchaba un poco más. La boca de Renato jugaba con las orejas de César. Volvía el abuelo a arremeter con su potente mástil granítico. Marmóreo.  La verga de César había vuelto a crecer y de vez en cuando Renato la masajeaba. Masturbaba al chico. Este se retorcía como gata en celo. Se habían olvidado por completo que a unos metros de allí, Anita, dormía plácidamente. No les importaba nada. Renato apuro las embestidas. Se aferró a las fuertes caderas del novio de su nieta. Acompañando esas embestidas con un gran estertor le fue llenando de leche el culito suave y lindo al chico que se retorcía y clamaba por mas y más.

__¡Eres insaciable muchacho!!__ dijo casi cayendo Renato

__¡Es que tu eres un macho formidable abuelo!!!__ aún Renato estaba dentro. Acostado sobre la espalda del chico que pasaba su lengua por sus propios labios. Sintiendo como el líquido hacia burbujas en su cola glotona. Estuvieron un tiempo así. Renato besaba la espalda bien torneada del muchacho. Luego sacó su monstruo de la caverna mojada. Salió la babeante anguila. Ahora un poco mas floja que la vez anterior. Cuando César lo mamó.

Al rato fueron a la habitación del abuelo. Se tiraron en la cama. Se habían dicho para charlar un rato. Antes de dormir.

__ ¿Y dime estas acostumbrado a estar con hombres?__ cuestiono César

__ He estado con varios...__ respondió Renato

__Ninguno como yo...

__Ninguno...__ por vez primera se unieron en un beso furioso. Las lenguas se babearon y se cruzaron sin reservas. César, acarició la entrepierna flácida de el abuelo de Anita. sintió una vibración. El animal lentamente se reponía. El chico alzado fue besando el pecho de Renato. Mordisqueó sin reparos las tetillas del abuelo que empezaba a gemir otra vez. Las manos del muchacho no dejaban de acariciar la espada remolona, que lentamente cobraba vida y esplendor. Fue besando y chupando el vientre. Se entretuvo con el ombligo profundo y desconocido. A esta altura Renato volaba de fiebre nuevamente.

César alcanzó la víbora que se elevaba fuertemente. La apresó con su boca sanguinaria. Los fuertes gruñidos de Renato exaltaron el ambiente apacible que había sido hasta  unos instantes antes. Ya la vergota estaba dura otra vez. El ojete de César quería sentir aquel fierro dentro suyo.

Se abrió las nalgas con sus dos manos. A horcajadas del abuelo. Fue sentándose lentamente. Enterrando aquella vara dentro de su hoyo. Profundo. Los suspiros y gemidos del abuelo de Anita, lo calentaban más y más. Cuando por fin el mástil estuvo todo adentro, suave y despacio comenzó a subir y bajar por la herramienta endurecida.

Los grititos del chico enardecían al abuelo. sentía que se inflamaba como llama. Mas y más lo cabalgaba el muchacho. Ahora era el quien le abría las nalgas a César que parecía bailar enterrado en la poronga del hombre. Desquiciados se movían. César sentía que se le derramaban jugos de su culo. El macho lo poseía. Ardiente fuego que los consumía. la verga del chico apuntaba hacia Renato. Este la tomaba entre una mano. La masajeaba. La colmaba de caricias. Lloriqueaba César, como cada vez que la tenía adentro de su ojete. Renato embolsaba las bolas del chico entre sus manos. Más se hamacaba y se contorsionaba César en su enculada. El chico apretaba las tetillas. Eran rojas y grandes. Estaban tan duras. Despedían una especie de electricidad fugaz.  La estaca penetraba, pero el chico inclinándose llegaba a la boca del abuelo de Anita y se comían las lenguas. Furiosos besos resonaban en la habitación ordenada y fresca.

La noche ya había avanzado y las luces de la ciudad entraban por el ventanal del cuarto. La tranca de Renato se hinchaba a cada acometida feroz. El muchacho lamía. Gemía. Lloriqueaba. Lanzaba chorros de leche por el pecho y la cara de Renato. Incontenibles ríos de lujuria corrían por las sábanas. Se retorcía en rojo vivo. Se quemaba por dentro y por fuera. Era una furia de pasión y deseo.

Renato estalló. La explosión hizo que nuevamente el culo del chico se llenara de líquido. Se abrazaban con locura. El túnel lleno de César. Aún la vergota palpitando dentro de el. Se movía apenas, tratando de que el abuelo soltará todo lo que le quedaba. Sabía que lo estaba exprimiendo. Que lo secaba. Pero también sabía que lo haría gozar como nunca habría gozado con una mujer.

Poco a poco la vergaza se fue desinflando. Salió del estuche. Chorreando. Manchando un poco más las sábanas. Los cuerpos estaban maltrechos, pero contentos, felices, plenos. Habían gozado bastante. Se acurrucaron y se durmieron un buen rato. En la madrugada, César se despertó y se fue al cuarto con Anita que parecía desmayada.

Un día nuevo amaneció. Anita desayunaba cuando César apareció por la cocina.

__¡Hola amor!¿Cómo dormiste?__ preguntó Anita

__¡Muy bien!¿Y vos?

__ ¡Como un tronco!...estuve pensando y mira...voy a ir yo a hacer esos trámites y después me voy a lo de mi amiga que hace tanto que no veo. Total vos y el abuelo pueden hacer lo que deseen, ¿Qué te parece?

__¡Me parece muy bien!!__ dijo César y le brillaban los ojos

__¡Lo sabía! Bueno me voy...__ dijo Anita mientras se levantaba de la silla

__¿Y tu abuelo donde anda?

__Se está dando un baño... bueno chaucito!!__ Anita saludó a su novio con un beso sonoro y partió. El muchacho espero unos minutos y se levantó de la silla como una ráfaga. Se detuvo frente a la puerta del baño. Escuchó. Oyó el agua caer. Abrió la puerta despacio.  En un momento estuvo desnudo y corría la cortina de la ducha. Tomó el jabón y lo pasó por la espalda de Renato que se regocijó. Su vergota dio un respingo. Reaccionando al contacto de aquellas manos provocadoras.

__¡¡Oh, no esperaba empezar tan temprano, ricura!!!__ dijo Renato alzándose un poco más y sintiendo su espada endurecer. Las manos de César llegaron a las nalgas del abuelo de Anita. Las frotaron indecentemente. Sus dedos se metieron en la zanja profunda. Renato suspiraba gustoso y lo dejaba hacer. Empieza lentamente a gemir.

César se coloca de rodillas y con sus manos abre aquella carne. Llega al instante con su lengua al anillo apenas cerrado. Lo llena de saliva. Renato cierra el grifo y el agua deja de caer. Se aferra a las canillas y abre un poco su cola. La lengua lo recorre. Convulsiona. Se desespera y su estaca se endurece a niveles imposibles. Ahora ya es un volcán ardiendo. Se toma su garrote y lo menea. Saca su cola, en tanto el chico acaricia con los dedos la entrada. Vuelve a comer con la lengua. Besa el agujero perdido. Los gritos de Renato se expanden por el aire.

Al rato, el abuelo de Anita gira y levanta a César. Se unen en un caliente beso. Chocan sus pedazos. Renato aprieta las nalgas del muchacho. Las acaricia. Toma de la mano al chico y lo conduce a su habitación.

Lo acuesta de espaldas al muchacho. Le abre las nalgas. Empieza a lamer el anillo que ya conoce. Jugos salen de el, mezclados con saliva. Lo chupa. Lo reverencia. Su pedazo golpea las sábanas. Al pasar lame los huevos de César. Le da pequeños besitos. El chico goza como animal. Se prende a la verga. La chupa. La vara de César es una roca. Con un dedo penetra el aro del chico. Este resopla y se retuerce. Quiere más.

Renato coloca las piernas de César en sus hombros. Se arrima y pone su herramienta en el agujerito del chico que se retuerce ansioso. Siente que el abuelo se mete dentro de el. Lo disfruta. La estaca se va abriendo paso. Se hunde en su ojete. Los gemidos de Renato se hacen notorios. Gruñe y César gime y lloriquea. La leche de su verga salta pegando en el pecho del abuelo de Anita. Renato lo serrucha. El chico se prende a las tetillas del abuelo. Cuando se detiene en el vaivén, buscan sus bocas y se comen a besos. Las bolas chocan con las duras nalgas. El macho va y viene dentro del chico. Susurran palabrotas y  se besan, se muerden los labios. La calentura perversa es significativa. El abuelo de Anita lo taladra, lo penetra sin descanso. Con placer y lujuria. Ese chico le ha hecho perder la cabeza a aquel hombre apacible.

__¡¡¡Ahhh, eres un macho insaciable, abuelito!!!¡¡Rómpeme, cógeme el culo, no sabes como me gusta tu enorme serpiente!!!!

__¡Eres una putita!!

___¡¡Soy tu putita, ahhh, ahhh, así, ahhh, lléname, lléname con tu lechita!!!__ el abuelo acelera los movimientos. Su mástil endurecido, se hincha, y en un gruñido monumental se derrama dentro de aquel túnel de locura histérica. Muerde la boca de César. Se chupan. Corre el líquido en sus entrañas profundas.

Buscando aire el abuelo, queda dentro de el. Se siguen lamiendo y chupando. La poronga sigue dura. La leche rebalsa la canaleta. César siente como chorrea su cola abierta. Quiere seguir así por unos momentos...

EL ABUELO DE ANITA

Anita es la novia de cesar. Este, es un chico de clase media acomodada. Buenas escuelas. Buena comida. Vacaciones. Ningún sobresalto. De tez clara, sin llegar a ser ese blanco de los rubios. Ojos color café. una altura mediana. Cuerpo bien formado y por sobretodo joven.

Anita, además es nieta de Renato. El abuelo de Anita hace ya varios años que esta separado de su abuela Josefa, pero llevan una buena relación. Renato es un apuesto maduro. Entrado en canas ya. Bastante culto. De una extraña mordacidad y un constante buen humor. Se mantiene en forma. Se cuida. De rostro amigable. Rasgos bien marcados. Pómulos fuertes. Ojos profundos y grises. Alto y bien conservado.

Es un sábado de verano. El calor se soporta. Es tardecita cuando el timbre suena en casa de Renato. El hombre se levanta del sillón y va a atender.

__¡¡Sorpresa!!!__ casi que grita Anita, su nieta, y el abuelo sonríe.

__¡¡Pero...no me avisaste que venías!!__ dice mientras le da un gran abrazo

__No. Por eso  es una sorpresa, pasa, pasa...__ le dice Anita a quien viene detrás de ella __ El es César abuelo, César el es Renato mi abuelo__ presenta la chica.

__¡Hola encantado!!__ dice Renato al chico que le muestra sonriendo unos perfectos dientes blancos. se acomodan en el living entre sonrisas y estrechadas de mano.

__Es que teníamos que hacer trámites en la ciudad y no íbamos ir a un hotel...

__No, claro, pero me podrías haber avisado__ contesta el abuelo

__¡No me digas que tienes una novia escondida por ahí!!__ dice socarrona Anita

__ No es eso. les hubiera cocinado algo por ejemplo....

__¡Pedimos comida abuelito! ¿Qué dices tu César?__ responde alegremente la chica

__Esta bien, como no...__ dice el novio. Renato alcanza el teléfono a su nieta y esta llama a la casa de comidas.

__¿Y cuanto hace de su noviazgo?__ pregunta Renato

__Hace como dos meses__ responde César.

__¿Y tu padre que dice Anita?__ pregunta el abuelo

__ ¡Ya sabes, a el no le gusta nadie para su hijita!!__ responde Anita cuando ya ha dejado el teléfono.  Su abuelo se ríe de buena gana, sabiendo de antemano la respuesta.

__Entonces, imagino que sabe que estas aquí con el

__Sabes que no le oculto nada a mis padres, claro que sabe

__¿Qué quieren tomar?__ pregunta el abuelo

__¡Cualquier cosa!!__ responden los novios.

__¡Esta bien!__ Renato se pone de pie. Se va hasta la cocina. Luego aparece con unas cervezas en lata. Mientras beben entablan con César una larga charla sobre fútbol. Tema que a Renato le apasiona. Enseguida hay una conexión.

La comida llega y se sientan a comer sobre una mesita ratona que está frente a la gran  pantalla de televisión. La enciende y aparece un partido.  Anita se aburre y comienza a sentir el trajín del largo día de viaje. La modorra le va ganando. El sueño se apodera de ella.

__¿Ustedes no se ofenden si me voy a la cama?__ pregunta sabiendo la respuesta.

__¡Por supuesto que no Anita__ dice el abuelo

__No claro__ dice César. Ella se levanta. Le da un beso a César. Se encamina al cuarto. Conoce bien la casa pero su abuelo Renato la acompaña. La saluda en la puerta y esta se cierra tras ella. Por supuesto esta todo limpio y ordenado. Anita se acuesta y en unos instantes se duerme profundamente despreocupada.

Renato vuelve a la sala. Siguen hablando con el novio de su nieta. En un momento el abuelo de Anita comienza a moverse de aquí para allá. César se da cuenta de que algo pasa. Siente que aquel hombre agradable esta molesto por algo.

__¿Te sucede algo Renato?__ le pregunta.

__¡No, no, nada, tranquilo!!__ dice el abuelo de Anita. Pero al rato sigue inquieto. Moviéndose casi al borde de la desesperación.

__¡Vamos Renato!¿Te sientes mal?¿Llamó a Anita?__ preocupado el novio de Anita.

__¡Mira, voy a confesarte la verdad!__  responde Cesar

__¡Dime!

__Antes de que ustedes llegaran, había quedado con una señora...__ se pone de pie

__¿Y?__ interroga César

__¡Y tome una de esas pastillas para tener una buena noche y ahora esta haciendo efecto!!__ dice esto mientras toca su entrepierna. Caliente. Duro. No aguanta más y saca una terrible morcilla erecta.

__¡Mira César, mira!

__¡Oh, oh, que buen pedazo, abuelito!!

__¿Queee?__ entre caliente y sorprendido exclama Renato. Ya César se pone de rodillas y atrapa aquel vergón parado. Lo acaricia. Renato no se mueve. La boca del chico esta lamiendo la cabeza hinchada del porongón del abuelo. Cae el pantalón corto que tenía puesto Renato. César traga el sable con devoción y gimiendo realmente gustoso y caliente.

__¡Ohhhh, que bien lo haces, así, chico ahhh, asíii!!__ exclama el abuelo de Anita mientras su nuevo nieto chupa su estaca briosa. Con las manos sopesa los huevos de Renato, que están enormes y llenos de miel. Llega con su lengua hasta allí y lame. Con una mano masturba aquella barra de metal. La carne palpita. Vuelve a hundirla en su boca. La saliva lubrica el pedazo. Renato ya ha quitado su remera también. Los gemidos van inundando el living. El abuelo de Anita acaricia los cabellos del chico que come su pedazo. Lo disfruta.  César al parecer también disfruta de comer una gran verga. Traga. El sable está muy mojado. El ha bajado su pantalón y se masturba. Su pija está muy dura también.

Siente que el abuelo Renato está moviéndose mas de la cuenta. Tiembla mientras gruñe desaforado. Larga su leche a chorros en la boca del novio de su nieta. Son escupitajos tremendos. Grandes. Su vergota atraviesa casi la garganta. Llega al fondo. César traga lo que puede. Cuando la lanza sale de la cavidad esta tan dura como antes.

__¡No sé que le harás a mi nieta pero eres un mamón asombroso!!

__¿Te ha gustado?

__¡Claro, ¿No lo ves?__ diciendo así señala la poronga que no ha caído ni un centímetro. Se mantiene altiva. Rocosa. César, el novio de Anita, toma de la mano a Renato y lo sienta en el sillón. De fondo el partido aún continua.

De rodillas César sigue limpiando un poco más la barra de carne, caliente. la deja brillante. Luego el chico se sienta al lado de Renato, ya totalmente desnudo. Le acaricia el pecho, al abuelo, le besa las tetillas. Sin dejar de acariciar con sus dedos la barra de carne que palpita y sigue dura. toma una mano del abuelo de Anita y lo lleva a sus nalgas frescas. musculosas. El hombre las acaricia. César sigue besando el pecho y el cuello del abuelo que gime y goza. La lengua hace círculos en torno a las aureolas gorditas que se paran endurecidas. César empuja la mano del hombre para que se introduzca en la zanja. El chico está ardiendo en deseos. Ahora el hombre hurga en el hoyito desesperado del novio de su nieta. Este muerde el cuello de Renato. Ahora hunde dos dedos en el anillo abierto y húmedo. César gime. Su pija esta al máximo. Siente como el hombre lo penetra y quiere mas. Se retuerce del goce que ello le produce.

__¡Ahhh!¡Así, quiero que me cojas abuelito!__ le susurra estas palabras al oído de Renato que hierve como un salvaje. César menea la vergota del abuelo. Baja hasta allí y le da un buen bocado para llenarla de saliva. Renato cree que va a desfallecer. Ahora Cesar se coloca de rodillas en el sillón. Le da la espalda y le muestra su trasero caliente. Renato se acerca a las nalgas del chico. Las lame. Le da  leves mordiscos. Vuelve a lamer. Por fin llega al objetivo. El arito de César late. La saliva abre camino. El hombre le da besos cortos. Ahora un poco más violentos. Ahora quizá un poco más suave. El agujerito comienza a pedir por favor que lo atraviesen.

Renato se pone de pie. Con una rodilla sobre el sillón. Apoya su brioso animal en la entrada. Juega con ella. César lloriquea como una hembrita en celo. Casi ruega que el abuelo de Anita lo penetre. Lo convierta en su hembra por un rato. Que sea su macho alzado y poderoso. Entra la cabeza. Renato juega suave. Va entrando. El chico resopla y gime. Gruñe en tanto la mecha taladra el exquisito túnel. Se abre paso.  César se mueve. Sus caderas se echan hacia atrás resaltando aún mas esas fogosas nalgas que empiezan a gustarle a Renato, el abuelo de Anita. El perno va y viene. Recorre la galería del chico. Renato bombea incansable, y del miembro del chico comienza a gotear una gran cantidad de semen. Manchando el sillón. Riega con su líquido. Renato apura las embestidas. Su vergón se inflama dentro del muchacho que clama que lo siga cogiendo. Que lo parta al medio. Renato enardecido aprieta las tetillas del chico. Muerde la nuca y el cuello y las orejas. Se han vuelto unos bárbaros. El deleite es supremo.

__¡¡Ohhh, eres un macho formidable Renato!!!¡¡Hazme tuyo!!¡¡Me encanta tu poronga!!¡¡No la saques, no la saques!!!¡¡Ahhhh!!__ al oír estas palabras el abuelo mas se calentaba y serruchaba a César complaciéndolo. Sabía que no tardaría en explotar. Sus huevos golpeaban las cachas férreas del chico. Lo sentía venir. Por eso quedaba quieto unos momentos. Dentro del muchacho que lloriqueaba cual madama francesa. Latía la estaca. Se hinchaba un poco más. La boca de Renato jugaba con las orejas de César. Volvía el abuelo a arremeter con su potente mástil granítico. Marmóreo.  La verga de César había vuelto a crecer y de vez en cuando Renato la masajeaba. Masturbaba al chico. Este se retorcía como gata en celo. Se habían olvidado por completo que a unos metros de allí, Anita, dormía plácidamente. No les importaba nada. Renato apuro las embestidas. Se aferró a las fuertes caderas del novio de su nieta. Acompañando esas embestidas con un gran estertor le fue llenando de leche el culito suave y lindo al chico que se retorcía y clamaba por mas y más.

__¡Eres insaciable muchacho!!__ dijo casi cayendo Renato

__¡Es que tu eres un macho formidable abuelo!!!__ aún Renato estaba dentro. Acostado sobre la espalda del chico que pasaba su lengua por sus propios labios. Sintiendo como el líquido hacia burbujas en su cola glotona. Estuvieron un tiempo así. Renato besaba la espalda bien torneada del muchacho. Luego sacó su monstruo de la caverna mojada. Salió la babeante anguila. Ahora un poco mas floja que la vez anterior. Cuando César lo mamó.

Al rato fueron a la habitación del abuelo. Se tiraron en la cama. Se habían dicho para charlar un rato. Antes de dormir.

__ ¿Y dime estas acostumbrado a estar con hombres?__ cuestiono César

__ He estado con varios...__ respondió Renato

__Ninguno como yo...

__Ninguno...__ por vez primera se unieron en un beso furioso. Las lenguas se babearon y se cruzaron sin reservas. César, acarició la entrepierna flácida de el abuelo de Anita. sintió una vibración. El animal lentamente se reponía. El chico alzado fue besando el pecho de Renato. Mordisqueó sin reparos las tetillas del abuelo que empezaba a gemir otra vez. Las manos del muchacho no dejaban de acariciar la espada remolona, que lentamente cobraba vida y esplendor. Fue besando y chupando el vientre. Se entretuvo con el ombligo profundo y desconocido. A esta altura Renato volaba de fiebre nuevamente.

César alcanzó la víbora que se elevaba fuertemente. La apresó con su boca sanguinaria. Los fuertes gruñidos de Renato exaltaron el ambiente apacible que había sido hasta  unos instantes antes. Ya la vergota estaba dura otra vez. El ojete de César quería sentir aquel fierro dentro suyo.

Se abrió las nalgas con sus dos manos. A horcajadas del abuelo. Fue sentándose lentamente. Enterrando aquella vara dentro de su hoyo. Profundo. Los suspiros y gemidos del abuelo de Anita, lo calentaban más y más. Cuando por fin el mástil estuvo todo adentro, suave y despacio comenzó a subir y bajar por la herramienta endurecida.

Los grititos del chico enardecían al abuelo. sentía que se inflamaba como llama. Mas y más lo cabalgaba el muchacho. Ahora era el quien le abría las nalgas a César que parecía bailar enterrado en la poronga del hombre. Desquiciados se movían. César sentía que se le derramaban jugos de su culo. El macho lo poseía. Ardiente fuego que los consumía. la verga del chico apuntaba hacia Renato. Este la tomaba entre una mano. La masajeaba. La colmaba de caricias. Lloriqueaba César, como cada vez que la tenía adentro de su ojete. Renato embolsaba las bolas del chico entre sus manos. Más se hamacaba y se contorsionaba César en su enculada. El chico apretaba las tetillas. Eran rojas y grandes. Estaban tan duras. Despedían una especie de electricidad fugaz.  La estaca penetraba, pero el chico inclinándose llegaba a la boca del abuelo de Anita y se comían las lenguas. Furiosos besos resonaban en la habitación ordenada y fresca.

La noche ya había avanzado y las luces de la ciudad entraban por el ventanal del cuarto. La tranca de Renato se hinchaba a cada acometida feroz. El muchacho lamía. Gemía. Lloriqueaba. Lanzaba chorros de leche por el pecho y la cara de Renato. Incontenibles ríos de lujuria corrían por las sábanas. Se retorcía en rojo vivo. Se quemaba por dentro y por fuera. Era una furia de pasión y deseo.

Renato estalló. La explosión hizo que nuevamente el culo del chico se llenara de líquido. Se abrazaban con locura. El túnel lleno de César. Aún la vergota palpitando dentro de el. Se movía apenas, tratando de que el abuelo soltará todo lo que le quedaba. Sabía que lo estaba exprimiendo. Que lo secaba. Pero también sabía que lo haría gozar como nunca habría gozado con una mujer.

Poco a poco la vergaza se fue desinflando. Salió del estuche. Chorreando. Manchando un poco más las sábanas. Los cuerpos estaban maltrechos, pero contentos, felices, plenos. Habían gozado bastante. Se acurrucaron y se durmieron un buen rato. En la madrugada, César se despertó y se fue al cuarto con Anita que parecía desmayada.

Un día nuevo amaneció. Anita desayunaba cuando César apareció por la cocina.

__¡Hola amor!¿Cómo dormiste?__ preguntó Anita

__¡Muy bien!¿Y vos?

__ ¡Como un tronco!...estuve pensando y mira...voy a ir yo a hacer esos trámites y después me voy a lo de mi amiga que hace tanto que no veo. Total vos y el abuelo pueden hacer lo que deseen, ¿Qué te parece?

__¡Me parece muy bien!!__ dijo César y le brillaban los ojos

__¡Lo sabía! Bueno me voy...__ dijo Anita mientras se levantaba de la silla

__¿Y tu abuelo donde anda?

__Se está dando un baño... bueno chaucito!!__ Anita saludó a su novio con un beso sonoro y partió. El muchacho espero unos minutos y se levantó de la silla como una ráfaga. Se detuvo frente a la puerta del baño. Escuchó. Oyó el agua caer. Abrió la puerta despacio.  En un momento estuvo desnudo y corría la cortina de la ducha. Tomó el jabón y lo pasó por la espalda de Renato que se regocijó. Su vergota dio un respingo. Reaccionando al contacto de aquellas manos provocadoras.

__¡¡Oh, no esperaba empezar tan temprano, ricura!!!__ dijo Renato alzándose un poco más y sintiendo su espada endurecer. Las manos de César llegaron a las nalgas del abuelo de Anita. Las frotaron indecentemente. Sus dedos se metieron en la zanja profunda. Renato suspiraba gustoso y lo dejaba hacer. Empieza lentamente a gemir.

César se coloca de rodillas y con sus manos abre aquella carne. Llega al instante con su lengua al anillo apenas cerrado. Lo llena de saliva. Renato cierra el grifo y el agua deja de caer. Se aferra a las canillas y abre un poco su cola. La lengua lo recorre. Convulsiona. Se desespera y su estaca se endurece a niveles imposibles. Ahora ya es un volcán ardiendo. Se toma su garrote y lo menea. Saca su cola, en tanto el chico acaricia con los dedos la entrada. Vuelve a comer con la lengua. Besa el agujero perdido. Los gritos de Renato se expanden por el aire.

Al rato, el abuelo de Anita gira y levanta a César. Se unen en un caliente beso. Chocan sus pedazos. Renato aprieta las nalgas del muchacho. Las acaricia. Toma de la mano al chico y lo conduce a su habitación.

Lo acuesta de espaldas al muchacho. Le abre las nalgas. Empieza a lamer el anillo que ya conoce. Jugos salen de el, mezclados con saliva. Lo chupa. Lo reverencia. Su pedazo golpea las sábanas. Al pasar lame los huevos de César. Le da pequeños besitos. El chico goza como animal. Se prende a la verga. La chupa. La vara de César es una roca. Con un dedo penetra el aro del chico. Este resopla y se retuerce. Quiere más.

Renato coloca las piernas de César en sus hombros. Se arrima y pone su herramienta en el agujerito del chico que se retuerce ansioso. Siente que el abuelo se mete dentro de el. Lo disfruta. La estaca se va abriendo paso. Se hunde en su ojete. Los gemidos de Renato se hacen notorios. Gruñe y César gime y lloriquea. La leche de su verga salta pegando en el pecho del abuelo de Anita. Renato lo serrucha. El chico se prende a las tetillas del abuelo. Cuando se detiene en el vaivén, buscan sus bocas y se comen a besos. Las bolas chocan con las duras nalgas. El macho va y viene dentro del chico. Susurran palabrotas y  se besan, se muerden los labios. La calentura perversa es significativa. El abuelo de Anita lo taladra, lo penetra sin descanso. Con placer y lujuria. Ese chico le ha hecho perder la cabeza a aquel hombre apacible.

__¡¡¡Ahhh, eres un macho insaciable, abuelito!!!¡¡Rómpeme, cógeme el culo, no sabes como me gusta tu enorme serpiente!!!!

__¡Eres una putita!!

___¡¡Soy tu putita, ahhh, ahhh, así, ahhh, lléname, lléname con tu lechita!!!__ el abuelo acelera los movimientos. Su mástil endurecido, se hincha, y en un gruñido monumental se derrama dentro de aquel túnel de locura histérica. Muerde la boca de César. Se chupan. Corre el líquido en sus entrañas profundas.

Buscando aire el abuelo, queda dentro de el. Se siguen lamiendo y chupando. La poronga sigue dura. La leche rebalsa la canaleta. César siente como chorrea su cola abierta. Quiere seguir así por unos momentos...