El abuelo cañón no se me iba a escapar
Tras soltar el cinturón y botón, baje la cremallera sin dejar de mirarle lujuriosamente a sus ojos metiendo mi mano y ahora palpando aquel monstruo tan rico que asustaba entre mis dedos
Llegue a la playa dispuesta a coger algo de sol, extendiendo mí esterilla en un lugar tranquilo frente a un par de toallas vacías y tras ponerme protección solar, me quede en topless tumbándome seguidamente para estar relajada
Tras unos minutos oí llegar gente y ocupar las toallas vacías, mirando discretamente cuando me quede atónita y sorprendida de aquella figura masculina entrada ya en años, pues diría con toda seguridad era un jubilado aunque físicamente no lo aparentaba, pues su cuerpo fuerte y bien proporcionado hacían rebajar lo que la cara y el pelo de la cabeza reflejaba, quedando aún más sorprendida cuando quien la acompañaba no debería tener ni 18 años se puso a ponerle crema en la espalda cariñosamente al igual le daba unos besos en la mejilla diciéndole que tenía que cuidarse que no hiciera locuras con el sol que luego pagaba las consecuencias.
Dude en pensar si eran pareja pues los gestos aunque cariñosos no reflejaban nada más, pero sabiendo que hoy en día no hay criterios de edad a la hora de complementarse, todo era posible, fijándome ahora en él y en concreto en su bañador blanco ajustado que tras levantarse dejo ver un paquete tan bien proporcionado, que hizo, que alguna partes íntimas de mi cuerpo se activaran.
Se puso crema en las piernas y un poco en la barriga pues su fuerte pectoral repleto de un abundante vello blanco ya estaba protegido por este, devolviendo ahora él una mirada disimulada hacia mi figura y en concreto a mis pechos que brillaban por el aceite protector que les había puesto, sin saber estaba siendo descubierto pues mis gafas grandes y oscuras disimulaban donde una miraba.
Se recreó en esa labor que le permitía su postura al tener una visión completa de mi tumbada, subiendo seguidamente sus manos para seguir poniéndose crema a sus fuertes y gruesos muslos y poniéndose junto su entrepierna para después pasar a su cintura, bajando un poco su bañador de pata ajustado pero para mí desgracia, sin mostrar nada, haciendo mi cuerpo diera un vuelco pensando en lo que allí debajo se escondía.
Tras acabar se sentó mirando hacia el sol, mientras ella volvía a dirigirse al agua donde había otra gente con la que se puso a hablar, quedando el relajado con sus manos hacia atrás y sus piernas estiradas, luciendo su pectoral y paquete descaradamente, o eso me parece a mí que valiéndome de mis gafas oscuras lo repasaba centímetro a centímetro con mi caliente y devoradora mirada.
Llego ella al rato y tras ponerse tras su espalda y volver a darle unos besos cariñosos en las mejillas, comenzó a pedirle y a suplicarle con caricias en sus cabellos y cara que la dejara ir…
El en principio se negó, pero la insistencia de ella y sus besos apoyándose en su fuerte espalda termino por hacerlo ceder y fue cuando escuche que le decía que si la dejaba, pero tenía que llamarla después cuando llegaran a la casa y nada de salir de fiesta pues no quería que le pasara nada sin estar sus padres.
Entendí que él era su abuelo y ella la nieta y que al parecer andaba cuidándola, por lo que vi mi la oportunidad como cazadora que acecha una presa, tras coger ella su mochila y su ropa y marcharse dándole otro cariñoso beso , quedándose el aun sobre su toalla en la arena.
Me incorpore disimuladamente sentándome a la vez que volví a ponerme aceite protector en los pechos mientras el volvía a mirarme con discreción, haciéndome la victima de que me costaba trabajo ponerme en mi espalda, dando rápidamente resultado mi treta, pues galantemente se ofreció a ponerme en la espalda.
Le dije que gracias se lo agradecía, llegando a mi lado y tras coger el bote se agacho y con sus masculinas y fuertes manos comenzó a extender la crema por mi espalda, haciendo mi sexo se mojara de gusto ante el tacto de aquel abuelo que estaba cañón.
Tras acabar volvía darle las gracias diciéndole no quería entretenerlo si quería descansar o bañarse, diciéndome el que como había visto la nieta lo había dejado solo para irse a pasar el resto de la tarde y la noche con una amiga en la casa de sus padres, liberándolo por esa noche de la responsabilidad, pues llevaba varios días haciendo de abuelo protector ya que su hija y yerno con los que convivía estaban fuera de las islas por motivo de trabajo durante una semana.
Sin querer ser indiscreta le pregunte por su mujer, contestando que era viudo desde hacía ya varios años, contestándole que yo también andaba viuda desde hacía ya también algún tiempo.
Seguimos hablando un buen rato, hasta que me convenció para invitarme a cenar esa noche en un restaurante si yo no tenía ningún compromiso, haciéndome un poco de rogar pero sin pasarme pues estaba más deseosa que el si cabe con esa cita.
Le di las señas donde vivía y pasó a recogerme a la hora acordada, llevándome al restaurante donde tuvimos una velada buenísima pues tanto su conversación como su galantería hicieron me derritiera de gusto al tenerlo esa noche de pareja.
A la vuelta para dejarme en casa, le dije que como él no había bebido mucho, si quería una copa en casa, le invitaba pues la noche estaba magnifica y en mi terraza podíamos tomarla al fresco.
Acepto encantado pues dijo que sería un buen colofón para esa velada, pasando a mi casa donde comencé a preparar un par de mojitos para animar la noche.
Al segundo mojito y con la música suave de fondo que tenía puesta, ante mi sorpresa se levantó y ofreciéndome la mano me dijo que bailáramos un poco que le encantaba.
Me pareció una idea magnifica y más cuando nuestros cuerpos se pegaron sintiendo su corpulencia y masculinidad al sujetarme y guiarme sabiamente en el baile con sus manos en mi cintura más cerca de mis posaderas que de mi espalda.
Se notaba sabia llevar la iniciativa con tacto pero con decisión sabiendo que aquel baile acabaría en una danza bajo las sabanas de mi cama, pues sus manos con una sutileza envidiable fueron deslizándose desde mi cintura hasta mis glúteos sin llegar a ser un gesto obsceno, a la vez que su respiración se hacía más persistente al acercar su boca a mi nuca, inhalando los aromas de hembra en celo que por mi cuello fluían, susurrando a mi oído que en la playa se había quedado prendado de mis pechos y mi figura.
Le mire con ojos embriagados de placer sintiendo mi sexo agitarse en su interior donde ya manaban flujos por lo encelada que me iba poniendo aquel abuelo cañón, que ahora rozaba su miembro sutilmente contra mi cuerpo provocándome agitación y ardor en mis entrañas a sabiendas que en breve instantes iba a tener acceso a todo su material.
Desabrocho mi vestido sin apenas darme cuenta pues sus roces con el baile iban en aumento, distrayendo mi atención hasta el punto de separarse un momento y tras liberar los tirantes de mis hombros este se deslizo por mi figura hasta el suelo, volviendo sus manos a ocupar su sitio y deslizarse ahora por toda mi espalda bajando hasta mis posaderas que fueron agasajadas con el tacto que le precedían a sus gesto armoniosos y cariñosos.
Me beso profundamente envolviéndome entre sus brazos para liberarme con su característica sutileza de mi sujetador, admirando tras separarme unos centímetros de él, mis pechos a los que volvió alabar y acaricio con una de sus manos antes de agachar su cabeza y devorar uno de mis pozones.
Sentir sus labios en mi pezón hizo explotara la pasión que tenía reprimida, aunque no quería romper el embrujo al que me estaba llevando, no pude contener mi mano y esta palpo con descaro su entrepierna, destacando un grueso vástago que me dejo anonada por el tamaño y longitud que este manifestaba al tacto.
Guie mi otra mano y sin miramientos solté el pantalón a la vez, él se abrió la camisa mostrando el pectoral velludo de macho que tanto me había gustado ver en la playa, retirando esta y dejando que yo tomara la iniciativa en sus pantalones.
Tras soltar el cinturón y botón, baje la cremallera sin dejar de mirarle lujuriosamente a sus ojos metiendo mi mano y ahora palpando aquel monstruo tan rico que asustaba entre mis dedos, bajando ya con descaro hasta sus enormes y peludos huevos pues ya andaba desenfrenada, testando estos ante la picarona mirada suya.
Sonrió a la vez que me pregunto si era de mi agrado pues mis manos sin control no paraban de testar semejante armamento, bajándole seguidamente los pantalones hasta los tobillos para que el los liberara, pasando acto seguido a sus slips de pata ajustados que impedían la visión que tanto deseaba.
Se balanceo al ser liberado, con una suficiencia y una rigidez que hizo mis braguitas se mojaran como si fuese una colegiala, retirando el estas con elegancia a la vez que me tomo en brazos ya desnuda por completo al igual que él, para digerirse a mi alcoba y dejarme sobre mi cama con suavidad, pasando acto seguido a devorar mi cuerpo desde mi boca bajando por el cuello para recreándose en mis senos ardientes de macho, ocupando mis pezones ahora el privilegio de su boca así como sus expertos dedos que los pellizcaban con maestría y experiencia.
Estaba a punto de explotar y acababa de empezar pero el embrujo de aquel experto abuelo me tenía gratamente sometida y a su merced, bajando hasta mi sexo cuando ya se había emborrachado de placer en su largo y grato juego con mis pezones, para empezar a jugar con este con sus dedos y nudillos antes de acometer la sabia incursión de su lengua que supo tocar en el punto idóneo para que explotara en un orgasmo difícil de describir, ya que la duración y explosividad de jugos y placer fueron de los que no se olvidan.
Yo busque con mi mirada de gata sumisa, su miembro tras recuperar aliento en unos minutos pues él, no ceso en agasajar mi sexo, tomando una ahora un poco de iniciativa y alargando mi mano lo agarre con fuerza y pasión, notando y viéndome deseosa de rabo, por lo que paro y tras ponerse de rodillas junto a mi cara me ofreció este para degustarlo.
Me lo tome con calma aunque mi primer instinto fue lanzar mi boca desenfrenada de pasión a comérmelo, pues no quería parecer una hambrienta por falta de sexo o hacer aquello se acortara rompiendo el hechizo en el que me tenía embutida.
Mire asombrada su gorda cabeza así como el grosor de su tronco que en su base se ensanchaba descaradamente como soporte a su enorme longitud, comenzando a besar esta y jugar con mi lengua haciéndole palpitar, pasando a su tronco que deguste mordisqueándolo y jugando con él a la vez que mis manos soportaban el peso de su enormes pelotas a las que acariciaba con pasión.
Me sacie todo lo que quise de aquella jugosa y lustrosa herramienta, hasta que el considero era el momento de la fusión, pues retirando mi boca succionadora de su miembro este lo guio hasta mi chochito que previamente había puesto en posición de recibir su duro estilete que tras un escarceo picaron en la puerta, acabo entrando lentamente hasta completar el acople perfecto.
Sus movimientos armónicos no desentonaron con los preliminares, haciendo gozara como una loba desenfrenada de sexo, explotando en pasión con un orgasmo intenso producto de sus expertos movimientos de cadera que hacían su miembro luciera en mi interior como pocos lo habían hecho.
Estaba tan entregada y sumisa en tanto placer que mi cuerpo parecía ser un complemento del suyo pues me manejaba con un arte y una sapiencia que embrujaba, y aquel torero iba acabar como en el argot taurino, saliendo a hombros cortando orejas y rabo.
Cambio de posturas alternando algunas un poco rocambolescas pero muy gratas, hasta mi tercera explosión de placeres que hizo mi cuerpo quedara inerte y sin fuerzas, pero sin dejar de recibir placer, acelerando el ahora en una cómoda posición su cadera, delatando unos fuertes y roncos sonidos la descarga intensa y larga que comenzó a inundar mi agasajado conejito que estaba recibiendo la visita de un jugoso y animoso miembro que lo tenía anonadado.
Tras apaciguar sus fuertes y secos últimos movimientos, su respiración fue tomando tintes normales, sacando su miembro de mi interior aun con una rigidez insultante.
Quede tumbada sin apenas aliento, siendo observada ahora por su mirada complaciente pero picarona, a sabiendas de su buen hacer en el arte del sexo, habiéndome convertido en esa noche en una privilegiada al tener aquel abuelo con semejantes dotes y sapiencia en su manejo y buen uso.
Me quede en la cama intentado recuperar el aliento que tan gratamente había pedido, considerándome una afortunada de seguir disfrutando de aquel macho que ahora reposaba en mi cama, acariciándole con dulzura su frondoso pectoral y cuerpo, besándole de vez en cuando como una jovenzuela enamorada pues no quería esa noche acabara y él se marchara, dejándome sola.
Le sonó el móvil y tras hablar con su nieta, esta le dijo que pasara a por ella al día siguiente después de comer, por lo que las perspectivas de que continuara y se quedara esa noche en mi casa acababan de crecer…..