El abuelo cañón entra también por la retaguardia

Sus movimientos lentos engatusaban mi conejito con mimo y mucha pasión, ardiendo este en gozo y placer ante las acometidas de su duro estilete que entraba y salía armoniosamente mientras mantenía mi pierna en alto para que profundizara sin trabas debido a su grosor y dureza.

Me quede dormida tras ser follada tan magistralmente por aquel abuelo cañón, despertando a la mañana gratamente embutida entre sus brazos, sintiendo mí espalda  el frondoso follaje de su pectoral y mis posaderas su  armamento que aun en estado de reposo se hacía notar, sintiendo su cálida respiración, pues aun andaba dormido.

Me moví con delicadeza para despertarlo suavemente, notando al instante sus brazos apretarme a la vez que  beso mi nuca cariñosamente, bajando su mano con suavidad hacia mi chochito que acaricio a la vez me que me pregunto cómo me encontraba.

Le respondí que muy satisfecha y recuperada tras un sueñecito muy grato, notando como su mano ya trabajaba en mi sexo disimuladamente, respondiendo el que también le había sentado bien ese descanso y que ahora se encontraba recuperado y con más ánimo.

Mas ánimo, le dije, es que no tuviste bastante ayer noche?.....el me dijo que de esto nunca se cansa y que por las mañanas uno se levanta con el ánimo más en forma tras un sueño reparador, notando efectivamente que se estaba espabilando, pues su bulto se hacía notar cada vez más rígido entre mis nalgas.

Como me tenía abrazada, siguió besándome dulcemente en la nuca a la vez que introducía unos dedos en mi sexo testando la humedad y el calorcito que manaba con tan gratas atenciones, dirigiendo su otra mano a mis pezones que empezaban a empitonarse, pellizcándolo con maestría, notando como su armamento ya cargado, empujaba fuerte buscando camino y agujero que tapar.

Me tenía encendida con sus expertas manos y más con el trabuco entre mis nalgas y muslos, frotándose ostentosamente  y marcando su tamaño  y dureza, levantándome la pierna para que este asomara por el frontal, frotando ahora su cabezón ayudado con su mano en mi abierto y mojado conejito.

No podía creer estar tan caliente en tan poco tiempo, aunque no era la única pues su agitada respiración delataba su calentura y las ganas de poseerme otra vez.

No puse resistencia cuando su cabeza bien guiada comenzó a entrar, escapándoseme un suspiro que delataba me tenía a su merced.

Sus movimientos lentos engatusaban mi conejito con mimo y mucha pasión, ardiendo este en gozo y placer   ante las acometidas de su duro estilete  que entraba y salía armoniosamente mientras mantenía mi pierna en alto  para que profundizara sin trabas debido a su grosor y dureza.

Agache la mirada para ver la faena con  mi vista ya emborrachada de placer, encendiéndome y poniéndome cardiaca más aun al ver su mojado tronco como entraba y salía de mí, provocándome un orgasmos rápido ante su sorpresa por la prontitud de este, que no cejo en su faena de taladrarme en aquella hora temprana del día.

Se cansó de aguantar mi pierna elevada y girándome sin sacarla me puso bocabajo para seguir con su grata y amena faena que tan gustosamente recibía mi desesperado y hambriento gatito,  metiendo ahora sus manos y agarrando mis pechos, dejo caer su masculino torso sobre mi sufrida figura, mientras aceleraba un poco su ritmo, aumentando endiabladamente el placer de sentir aquel abuelo cañón metiéndome su largo y grueso miembro que abría y dilataba  mi sexo a cada golpe de cadera.

Pensé se iba a correr en aquella postura  cuando veo para y tras liberar mis pechos de sus manos, están le ayudan a levantar su cuerpo quedándose apoyado en una mientras agarra su lubrificado miembro y tras restregarlo por mi otra abertura, comienza a meterlo.

Ahí no porfa, le grito medio asustada entre suspiros, que es muy gruesa, que me rompes… ahhhhhhhhhhhhhhh cuidado, porfa cuidado ay ay ayyyyyyyyyyyyyyyyy cuando la siento entrar  dejándose caer con el peso de su cuerpo clavándomela hasta el fondo de mi angosto y asustadizo agujerito trasero.

Relájate y disfruta, me susurra al oído mientras muerde   el lóbulo de mi oreja cariñosamente sin dejar de subir y bajar su cadera ahora con un ritmo más pausado pero  a la vez continuo haciendo que  en minutos, los primeros dolores se transformen en un placer infinito que hacen mis labios babeen sobre la almohada ante tanto gozo y disfrute de la monta de aquel viejo semental.

Me tiene poseída y dominada con su cuerpo y tranca, haciendo de mí  un amasijo de placer y goce sin resistencia ante el poderío  de aquel abuelo follando esa mañana a su antojo, pero con una sapiencia que me embruja.

Creo fueron unos cinco o diez minutos difícilmente superables por el placer continuo recibido, explotando nuevamente en un orgasmo brutal y lirico, pues inunde mi alcoba de cantos de placer cuando este llego a su apogeo acompañándolo el de unos fuertes bramidos mientras inundaba con su pastosa y rica nata mi trasero.

Sus últimas embestidas fueron de una virulencia tan intensa que pensé me embutía en el colchón, haciendo que su enorme pollon entrara con fuerza hasta el fondo de mis entrañas, hasta quedar el rendido sobre mi sufrida  y pequeña figura  femenina que apenas podía verse debajo de su fornido y masculino cuerpo.

Cuando recupero aliento, saco su largo miembro de mi acongojada abertura, para dejarse caer sobre la cama mirando al techo e intentando coger aliento tras la intensidad y énfasis puesto en su gran faena que si bien no había superado a la de la noche pasada, esta no se había quedado corta, haciéndome gozar como una gata encelada.

Me dijo tenía que asearse y vestirse para pasar por casa antes de recoger a su nieta, invitándole a darse una ducha en mi compañía que no rechazo, agasajándole en la misma con caricias y algún masaje en ciertas partes por lo bien que se había portado.

Ya fuera  de la ducha,  prepare un café, yo liada en una toalla grande y el con una en su cintura sentado en el sofá, sintiendo como el fuego resurgía en mi al mirarle la entrepierna a través de la toalla y ver colgando aquel coloso entre sus enormes y peludas pelotas.

Le lleve el café y le pedí un último esfuerzo, aunque el ahora no tendría que hacer nada pues deseaba comerle y devorarle su tranca hasta sacarle sus jugos  antes de macharse, pues me encontraba encendida y caliente y quería se llevara un grato recuerdo de una.

A tu disposición si la levantas es toda tuya,  dejando mi café acto seguido y tras recostarle su espalda sobre el sofá, me metí entre sus piernas arrodillándome entre ellas, para agarrar aquel morcillón tronco tras quitarle la toalla y comenzar a chupar la cabeza con pasión y ansia  mientras mi otra mano agarraba y masajeaba sus gordas pelotas que tanto fruto habían dado anteriormente.

Le mordisquee la cabeza suavemente mirándole con mirada lujuriosa, subiendo mi mano por todo lo largo de su tronco, intentando activarlo, besando este igualmente e introduciendo su gordo cabezón en mi boca mientras lo pajeaba.

Creció un poco por mi laboriosa y buena atención pero aún seguía algo morcillón, bajando ahora con mi boca por todo su tronco hasta sus peludas y gordas bolas que levante devorando la comisura que iba hasta su ano.

Esto pareció activarlo pues algún gemido ya escuchaba y mejor aún, su largo apéndice se estaba poniendo duro con las atenciones de mi experta boca que llegaba hasta su puerta trasera jugando con mi lengua.

Esto le hacía palpitar el rabo que ahora como un coloso se apoyaba en su barriga peluda apuntando hacia su pectoral e invitando a comérselo.

Estaba desbocada comiendo polla ahora  mientras el admiraba la pasión y énfasis que ponía en su agradecida y dura herramienta que como pude metí parte de esta en mi angosta boca en comparación a semejante tranca, mientras con mi mano bajaba y subía con fuerza por el resto del tronco que no podía meterme dentro golpeando al bajar en su gruesa base,  sobre sus enormes huevos que se contraían y movían al ritmo que una ponía.

Disfrute durante dos o tres minutos hasta que comenzó a respirar fuerte sujetando mi cabeza ahora con sus fuertes manos, para que no se liberara su pollon de mi boca, cuando este empezó de golpe a regurgitar pastosa leche con una virulencia e intensidad que me vi precisada de poder tragármela toda.

No  pensé después del desgaste, aquel abuelo cañón aun soltara la leche que inundo mi garganta y casi me ahoga, acabando finalmente la faena con una relamida de su cabezón mientras el apoyado en el sofá intentaba recuperar aliento y fuerzas.

Cuando retomo el aire, me dijo que era una mujer increíblemente ardiente y fogosa que sabía disfrutar del sexo sin tapujos y espera esto no se quedara en una aventura  de un día.

Le dije que una no iba a dejar escapar un semental así, que  ya no se encuentran tan fácilmente y menos con esa dotación, riendo el a la vez que me dijo que estaba a mi entera disposición para cuando quisiera.