El abuelo

Me quede helado, cuando escuche al abuelo de mi mejor amigo, decirme… ‘Como me tienes nene, no te haces una idea cómo me ha puesto los comentarios de mi nieto sobre ti, no quedándome otra que pajearme hasta cuatro veces de solo pensarlo’.

El abuelo

Hola buenas a todos, hoy os voy a contar una experiencia que me ocurrió hace muchísimo tiempo, una de esas que no deseas contar, pero finalmente por unas circunstancias recientemente lo hago ahora. No mentaré más lo necesario para no comprometer a nadie, solo os contare lo sucedido, vale…

Mi historia comenzaría con mi amistad con Alberto, un amigo de siempre, amistad que comenzó desde la E.G.B. hasta el inicio de la facultad, amistad que se vio enfrentada por un malentendido. Pues la gente mostraba su descontento hacia la amistad surgida entre nosotros, amistad que no comprendes pues esta misma es la misma con otros. Esto, comenzando a despegarnos, distanciándonos con el tiempo, pero no quita que en algún encuentro fortuito no nos saludemos. Pero no os confundáis, no tengo nada serio con él, simplemente es amistad y buen coleteo.

Pero bueno, vamos a lo que vamos, durante esos años, nuestra amistad forjada por el día a día, cuyo compañerismo no era una rivalidad para otros. Amistad que sus propios padres me animaban a quedarme algún que otro fin de semana en su casa, noches de chicos con algún que otro amigo, o solo nosotros. Donde las noches con pizza y una buena película, acabábamos rendidos, todo esto cambio en el momento que me dieron una noticia.

Pues cierto día, Alberto me hizo saber que su abuelo se iría a vivir con ellos al menos durante un tiempo, noticia que me alegro por el pobre hombre, pues supe qué hacía unos años que enviudo. Yo conocía a su abuelo hacia años, era un hombre de 66 años, alto de un metro sesenta y cinco centímetros quizás un poco más, cuyo cuerpo ciertamente algo corpulento con barriguita, y como suelo decir cervecera. Hombre mayor que por su edad estaba lógicamente jubilado, persona visiblemente amargada, afligida desde la muerte de su mujer, tanto que no veía que saliera para nada.

Un día de tantos como otro cualquiera, día que creo recordar que no teníamos clases, creo que era por ser día del maestro o algo parecido, día que habíamos quedado para irnos a jugar al futbol, quedando en casa de Alberto para irnos juntos. Cuando sin esperarlo ambos llego su abuelo, llego dando gritos, llamando a Alberto, acabando por pedirle a su nieto que bajara al coche a subir unas bolsas, alegando que pesaban mucho para él. Recuerdo que lógicamente, me ofrecí a ayudar a mi amigo a subirlas, cuando mi amigo me dijo…

  • “Gracias Jose, no te preocupes que no hace falta, no será nada, pues mi abuelo es muy exagerado, espérame aquí que ahora subo”.

Cosa que hice, sintiendo las miradas de su abuelo en mí, mirada de esas que te atosigan, acabando este por decirme descaradamente y con maldad…

  • “Dice mi nieto que eres muy puta, ¿Es verdad?”.

Le mire incrédulo al escucharle, no dando crédito a lo que me había acabado por decir, haciéndole saber que ese comentario se refiere a otra cosa, justificándolo como una manera de hablar entre nosotros, dejándole claro que es solo una expresión… una broma propia de chavales. Mirándole con temor, dudando de que este tomara aquello por lo que no era, ignorando que, si este me había creído o no. Llegando a pensar en qué coño estaría pensando Alberto cuando le dijo eso a su abuelo, aunque por otro lado ese comentario tampoco es malo, siempre y cuando le haya dejado claro que es una broma nuestra. Pero nervioso, acabe por levantarme, deambulando por la sala mientras miraba el reloj, no deseando estar a sola con esta persona, deseando marcharme sobre todo ante sus comentarios. Volviéndome este a soltar…

  • “Le he escuchado decir a mi nieto, ¿Qué eres toda una maricona?”.

Colorado como un tomate ante su nuevo comentario, volví a replicarle e intentar hacerle comprender esos comentarios, repitiéndole la misma justificación, explicándole… ‘que eso solo era una ‘coña’ (bromas) entre nosotros’. Cosa que este mirándome, volvió a preguntarme…

  • “Vale muy bien, pero dime… ¿Eso es verdad?”.

Dice mientras veía, cómo este sentado se mueve en su sillón, colocándose como mas cómodo, sopando sus piernas al tiempo que dirige sus manos a su bragueta, tirando del cipe de la cremallera y bajársela. Volviéndome a insistir…

  • “Dime… contesta, ¿cuánto de maricona eres?”.

Vi, como este acabo por introducir un par de dedos dentro, mirando con temor como este se acababa por sacar su miembro fuera, polla que le costó un poco sacarse, no siendo por otro motivo que por el empalme que tenía. Joder… me quede petrificado, no supe reaccionar, allí estaba yo… inmóvil y con la cara blanca, no me lo esperaba, no lo vi venir, no vi posible que ese hombre con todo su aspecto de bueno y bondadoso hiciera eso. Persona que me estaba mostrando su otra faceta o mejor dicho su otra cara, esa de un viejo verde degenerado y pervertido. Hombre que se levantó y muy seriamente camino hacia mí, aferrándose y empotrarme contra la pared, colocándose junto a mí… con su polla a escasos centímetros, preguntarme…

  • “No me has contestado aún, dime… ¿En verdad eres una maricona?”.

Callo atemorizado, pensando en donde coño esta mi amigo, deseando por un lado que apareciera por esa puerta, pero, por otro lado, temía que entrara y nos viera en semejante escena. Volviendo a insistir, diciéndome al tiempo que siento una de sus manos en mi culo, soltando…

  • “Te gustan las pollas… José, ¿Dime nene… o quizás prefieras nena?”.

Intento escabullirme de ese asedio, mientras siento como su mano no solo magrea mis nalgas, sino que comienza a presionar uno de sus grandes dedos sobre mi orificio… ooohhh!!. Asedio que me vi vencido poco a poco, cuando soltando su polla, conduce su otra mano hacia mi pecho, introduciéndose por dentro de mi camiseta. Mano que siento la calidez, ignorando que sea propia suya o por el estado de su miembro, mano que asciende por mi torso hacia mi pecho, acariciando mis pezones, pellizcándolos hasta endurecerse, obligándome a soltar un gemido… uuummm!!. Y ante este, me suelta…

  • “Mírate… si estas deseándolo, déjate ricura, muéstrame lo que tanto proteges, ¡mira mi polla como gotea por ti… uuummm!!”.

Sintiendo su respiración en mi rostro, cuello y oreja, respiración que deja paso a sus nauseabundos labios, posándolos en mi cuello e ir ascendiendo hacia mi oreja, sintiendo asco pero al mismo tiempo algo extraño que me hace estremecerme, erizándose mi piel… uuummm!!. Boca que noto en mi oreja, no solo por saborear mi lóbulo, sino al decirme muy bajito…

  • “Uuuffff!!... José, como me tienes nene… no sabes cómo me ha puesto los comentarios de Alberto sobre ti, teniendo que pajearme hasta cuatro veces cada noche de solo pensarlo”.

El miedo me tiene petrificado, llegando a pensar en lo peor, quizás más aún cuando siento, como esa mano que magrea mis nalgas sobre mi prenda ahora está en el interior de esta, mano que acaricia mis nalgas y desliza sus dedos entre mis glúteos… uuummm!!. Retirando su otra mano de mi pecho, y ver como esta desciende hasta posarse sobre la mía, agarrarla y tirar hacia él, acabándola por posar sobre su miembro. Siendo mi primera impresión sobre aquello… cálido, si note que desprendía un calor, ignoro el motivo, pero esa fe mi impresión. También es verdad que la note dura, e incluso viva… pues me dio la sensación que vibraba, quizás fuera la acumulación de sangre, o que se yo.

Cuando este aferro su mano sobre la mía con fuerza, me hizo… me obligo a agarrársela, transmitiéndome esa sensación, obligándome a cogérsela, comenzando a deslizarla a lo largo de esta… uuummm!!. Mientras no deja de magrear mis nalgas al mismo tiempo que besaba mi cuello, haciéndome sentir algo muy extraño, sensaciones contraídas, aprovechándose de mi estado y sobre todo de mi miedo, soltando un suspiro y decirme…

  • “Pues sí… eres toda una maricona, menudo culito que tienes, creo que lo vamos a pasar muy bien”.

No deteniéndose en su empeño, comenzó a justificarse, soltándome…

  • “Desde que mi esposa me dejo, enviudándome, no he estado con nadie, ni he estado con una putita y menos coger a un putito, y te aseguro que de eso hace años”.

Mirándole con miedo, imaginándome lo peor, intento zafarme de su asedio, acabando por conseguirlo, momento en que escuchamos a mi amigo Alberto y nieto suyo llegar, no gustándole nada que este le haya cortado el rollo, cosa que para suerte la mía. Disculpándose Alberto conmigo por la tardana, haciéndome saber que al final tenía razón su abuelo, pues eran bastantes bolsas y pesaban mucho. Momento que interrumpió a su nieto, soltándole…

  • “Alberto, no te enrolles tanto y lleva las cosas a la cocina, no vaya a ponerse algún producto malo”.

Fue desaparecer Alberto, y volver a acercarse su abuelo, diciéndome…

  • “Uuuffff!!... nenito, te has escapado por los pelos, no te preocupes que otro día continuamos, he notado por tu culito que lo deseabas… se me estaba abriendo para mí… uuummm!!”.

Cosa que no entendía como lo había notado, pues era tal mi estado de miedo que mi miembro estaba totalmente flácido, incluso podría decir que se me había metido dentro del prepucio y todo. Pero mientras se guardaba su miembro en el interior de sus pantalones, me dejo claro…

  • “Mira… no voy a lo suelen ir, yo fundamentalmente te quiero tener para mí, quiero desnudarte muy despacio, ver y admirar tu cuerpo, acariciarte y besarte cada centímetro”.

Aquello os debo confesar que sonaba muy bien e incluso puedo decir que me gusto, volví a sentir un escalofrió, ignorando si fue por la manera con la cual me lo dijo o solo de imaginármelo. Acabando este por decirme…

  • “Pero luego, me gustaría que me la mames, y si quieres y lo deseas, te intentaría follarte… pero eso sí, tendría que ser a pelo, pues yo soy muy viejo para usar esas cosas y además soy alérgico al látex”.

Apareciendo en esos momentos mi salvador, apareciendo por la puerta nuevamente Alberto, cuya tarea había acabado y me propuso irnos al parque a jugar. Nos marchamos y tuvo que notar algo, pues durante todo el camino no dejo de preguntarme, cosa que eludí las respuestas como pude. Acabando por discurrir el tiempo, ya sea con unas cosas como más tarde jugando al futbol con el resto de compañeros, donde más tarde estos me preguntan…

  • “¿Qué te pasa hoy José?, te hemos notamos ausente, estabas distinto… te ha ocurrido algo, te notamos nervioso”.

Negué con la cabeza, como decir a estos lo que me ocurría, como explicar a Alberto lo que me había hecho su abuelo, como decirle que me estuvo atosigando y manoseando. Acusarle de manoseos impropios, como decirle lo que pretendía, o mejor dicho… ‘lo que pretende’, calle y di como excusa… un dolor de estómago y los exámenes, justificaciones que funcionaron.

Las semanas pasaron, no olvidas, pero sigue viviendo. Sobre todo, cuando Alberto me proponía hacer una noche de chicos en su casa, excusándome con cualquier cosa, poniendo mil justificaciones, pues aun teniendo lo ocurrido presente. Pero un fin de semana acabe por asistir, llevándonos la sorpresa de que algunos se rajaron al final, quedándonos solo él y yo, pero quedándome tranquilo, quizás a raíz de cuando Alberto me dijo que su abuelo no estaba, pues se ha tenido que ir unos días por asuntos familiares. Quedándome más relajado y disfrutar de nuestra noche de chicos, tanto que cuando me quede dormido, ni tan siquiera me despertaron a modo de que me marchara a la cama, dejándome dormir en el mismo sofá.

Y ahí cuando siento algo extraño, no precisando a que hora de la noche fue, pero comencé a sentir como cosquillas, pero para nada eran molestas sino todo lo contrario, placenteras e incluso satisfactorias. Ignoro el tiempo que llevaría dormido, pero poco a poco fui separando mis parpados, abriéndolos con precaución y llevarme la sorpresa al ver un rostro conocido, rostro que me acojono, pues no era otro que el abuelo de Alberto.

Pude darme cuenta rápidamente, como que aquel hombre me había bajado el pantalón de pijama y los calzoncillos hasta los tobillos, dejándome casi desnudo a expensa de la camiseta, prenda que la tenía en mi cuello y sacada de mis brazos. Comprendiendo las cosquillas que había sentido, quizás porque este hombre estaba dedicándose a lamer mi entrepierna, chupándome mi miembro, genitales e incluso el perineo… ooohhh!!. Alternándolo con caricias por otras extremidades, caricias con una suavidad y una delicadeza que me hizo estremecerme. Quería detenerlo, pero algo dentro de mí me lo impedía, dejándole hacer, dejando que esas agradables sensaciones continuaran, caricias que de una manera que no puedo explicar, me hacía retorcerme de placer y alteraba todo mi cuerpo. Y mientras me acariciaba, me decía…

  • “Mira lo que he hecho por ti, me has hecho mentir a mi nieto para conseguir que vengas”.

No dejándome de acariciar, no dejándome de calmarme con aquellas caricias, volviéndome a decir…

  • “Además tengo que aprovechar que estas aquí, quien me dice a mí… que ya no vuelves más, y no tendré otra oportunidad igual”.

Dice y siento como escupía sobre mis glúteos, secreción que se ayuda a diluir por mi orificio, llegando a sentir, como poco a poco me introducía uno de sus gruesos dedos… ooohhh!!. Dedo que siento como mueve con suavidad, moviéndolo de dentro hacia afuera, ayudándose con saliva e incluso lamiendo mi orificio… uuummm!!. No dejándome decir…

  • “Uuufff!!, cuanta verdad tenía mi nieto… eeehhh!!”.

Dice sin dejar de introducir ese dedo, falange que me estaba retorciendo de dolor pero al mismo tiempo de placer, sensaciones enfrentadas pero no por eso satisfactorias… uuuffff!!. Mirándome a la cara y soltar…

  • “Joder, ¡vaya maricona que estas echa… ooohhh!!”.

Decía mientras me hundía su segundo dedo, dedos que me hacían mucho daño pero al mismo tiempo… aaahhh!!, dedos que eran dos lo que entraban despacio y salían con suavidad de mi orificio… ooohhh!!. Acabando este por incorporarse, poniéndose en pie y soltarme…

  • “Uuuffff!!, no puedo más… lo siento nene, o prefieres mejor nena”.

Pensando primero en lo pesado que era en eso de ‘nena’, pero al mismo tiempo pensé a que se refería, llegando a pensar en ese momento en que este me la introduciría. Pero en vez de eso, veo como comienza a masturbarse con mucha energía, acabando por correrse y echar todos sus chorros de semen sobre mi rostro y cuerpo. Liquido viscoso y cálido que luego se encargó de retirar, no sin antes embadurnarme con ellos mi pecho, pezones, cuello e incluso dármelo a probar, cosa que no deseaba y que no me quedo otra, cuando me obligo a ello. Pero que él se encargó de retirar con su lengua, aquellos restos que se encargó de embadurnar, aquello me hizo correrme, no precisamente me vino sin ayuda… pues una de mis manos algo tuvo que hacer, mientras este disfrutaba de mi pecho, pezones y cuello… aaahhh!!. Acabando por soltarme…

  • “Me ha encantado… nenito, cuánta razón tenía mi nieto, ¡vaya maricona que eres, no te haces una idea lo que vamos a disfrutar… eeehhh!!”.

Acabando por marcharse, dejándome allí aun casi desnudo, no me ayudo ni a vestirme ni espero a que yo lo hiciera, tras marcharse y dejarme solo, me vestí y me volví a acostar. No pudiendo conciliar el sueño por lo que había acabado de suceder, aquello estaba en mi cabeza, no dejaba de pensar en lo sucedido, no quedándome otra que masturbarme hasta por dos veces más aquella noche. Las imágenes que permanecían en mi cabeza, no solo era por lo sucedido, sino por aquella visión de su miembro, polla que le mediría al menos diecisiete centímetros, verga que me hizo sentir temor pero al mismo tiempo el deseo de probarla… ooohhh!!.

Bueno os dejo, espero que os haya gustado, pero antes de dejaros, debo deciros que esa noche fue la primera de muchas, muchas que duraron hasta que nos sorprendieron. Pero lo que más echo de menos, fue aquella vez que me la metió a la boca, abrí tanto como pude, introduciéndola despacio, sacándola y a pesar de las náuseas. Permití que continuara, humedecía ese miembro porque él me lo pedía, introduciéndola hasta que sentí como sus huevos chocaban con mis labios, sintiendo nauseas claro está. Bueno lo dicho, ya me decís que os aparecido. Estaré esperando vuestra respuesta, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).