El abuelo (5)

Mientras aún continúo arrodillado en el suelo, este me mira indiferente y suelta… “Oye de esto… ni una sola palabra, ni se te ocurra mencionar o decir algo… ni a mi hijo y mucho menos a mi padre, lo has entendido… o no”.

El abuelo (5)

Antes de comenzar, debo decir que siempre o al menos en la medida de lo posible, me he considero de esos que ha tenido cuidado de lo rodea y acontece, siempre he intentado ir con discreción y claro está con cautela, siempre con moderación por mi entorno, pero debo confesar que no siempre fue así, pues los imprevistos existen como los encuentros fortuitos. Dicho esto comenzare, comenzando por un recordatorio por encima de lo sucedido…

Y pensar que todo comenzó a raíz de un comentario que hizo mi amigo sobre mí a su abuelo, comentario jocoso en forma de broma burlona, cuyo hombre mayor tomo a pie de la letra. Luego todo lo que se originó, fue a raíz de esta persona averiguar si era cierto o no, no haciendo caso a mis explicaciones, ni a las definiciones que di respecto a esos comentarios. Pero como explicaros como aquella persona amable y tierna que era el abuelo de mi mejor amigo, paso de atosigarme por unos comentarios a acosarme, no contentándose verbalmente sino también mediante manoseos.

Manoseos impropios de una persona de su edad, impropios de ser prácticamente un familiar, manoseos que ignoro como permití que continuara, quizás fuera el miedo o el hostigamiento. Sabiendo perfectamente que no es justificación, pero como explicar que me tenía petrificado, como explicar que cedí ante aquellas sensaciones, oscuras y llenas de deseos, llegando a pensar en lo peor. Llegándole a escucharle, decirme…

  • “No te preocupes que tarde o temprano serás mío”.

No imaginándome que sería más temprano que tarde, como aquella noche de tantas en las que me quede en casa de mi amigo Alberto, noche que sus padres preparaban para nosotros. Noche distinta a las demás, como dije en mis anteriores confesiones, todo comenzó a raíz de esa precisamente noche, donde debido al cansancio o quizás a la tranquilidad de saber que no estaría su abuelo, acabe por quedarme dormido en el sofá del salón. Donde me desperté por una serie de agradables, pero al mismo tiempo extrañas sensaciones, abriendo los ojos y ver a ese hombre peludo encima, hombre viejo que no era otro que el abuelo de Alberto. Hombre que me estaba proporcionando placer mediante esas caricias, mediante esas manos y sobre todo dedos, yo me quedé atónito, no me lo esperaba, y encima con mi dejadez, estaba completamente a su merced. No quisiera regocijarme en esos recuerdos, no me gustaría detenerme tanto, pero el morbo me embriaga y me pierde… uuummm!!.

El recordar como bajo la vista, dándome cuenta como ese querido anciano me había dejado desnudo, despojándome de mi pijama y ropa interior, aunque en su momento la parte superior del pijama me la había dejado religada en mi cuello, acabando por retirármela para evitar mancharla. Sentía mi cuerpo húmedo, quizás no siendo por otro motivo que este al lamer mi cuerpo, cuya lamida comenzó en mi cuello y termino en mis pies, sintiendo como tanto mi miembro como mis nalgas habían sido de esa lengua… uuummm!!. Alternando magreos con caricias, dependiendo de la extremidad, retorciéndome de placer e incluso estremeciéndome… ooohhh!!.

Quise detenerlo, pero como explicar que algo dentro de mí me lo impedía, dejándole hacer, pues no deseaba en esos instantes dejar de sentir todo aquello, dejé que continuara a pesar de todo. Continuo este, cuyo rostro se apreciaba un degenerado y pervertido, pero cuyas caricias me transmitían unas sensaciones que no se pueden explicar, retorciéndome de placer que alteraba todo mi cuerpo. Y mientras me acariciaba, me decía…

  • “Desde que enviude… no he estado con ninguna mujer, debo decir que le he sido fiel a pesar de que ella falleció, pero mira por dónde me voy a resarcir contigo”.

Mirándole con miedo, pero al mismo tiempo agradecido por todo este placer, sensaciones que me estaban embriagando, estremeciéndome y extasiándome. Escuchaba sus comentarios y pablaras, pero debido a mi estado no eche cuenta, hubo momentos en que me imagine lo peor, quizás más cuando vi su miembro desnudo colgar, verga que me hizo sentir temor pero al mismo tiempo deseo… uuummm!!. Pero que en aquellos momentos tuve que conformarme con aquellos dedos que me desvirgo, dedos que me estuvieron retorciendo de dolor pero al mismo tiempo de placer, sensaciones satisfactorias… uuummm!!. Persona que en esos momentos me fue tan desconocida, persona que, a pesar de ser el abuelo de mi mejor amigo, este estaba abusando de mí, acabando por soltarme…

  • “Uuuffff!!, no puedo más, como me tienes maricón”.

Momentos en que veo cómo se masturba de forma frenética, masturbación cuyo miembro me apunta, no esperando precisamente que este acabara descargando sobre mi persona, saliendo de su glande una serie de chorros de lea que llenaron mi rostro y cuerpo. Liquido viscoso y cálido que luego se encargó de retirar, sensaciones contraídas que de una manera inexplicable me hizo correrme solo, corrida que este acabo por recoger y probar mientras sonreía… aaahhh!!. Y como suele suceder, tras vestirse y prepararse, acabo por marcharse, no sin antes decirme…

  • “Me ha encantado, pero no te preocupes que vamos a repetir, desde hoy este será nuestro gran secreto, y dependiendo de cómo te portes, me encargare de enseñarte mucho más”.

Dice y tras las buenas noches acaba por marcharse, esto ocurrió durante esa noche y muchas más, noches que fueron menos pero no por eso aprovechada por este. Y como suelo decir, me encontré con una situación inesperada, situación que sin comerlo ni beberlo o si preferís… de golpe y porrazo, este hombre me ha convertido en su objeto o juguete de placer, y todo gracias a los comentarios jocosos y burlón de mi mejor amigo, o sea de su nieto.

Abuelo que, con el paso de los días, semanas e incluso meses, aprovechaba cualquier oportunidad, ya no solo eran caricias, magreos, sino que se recreaba cada vez más con mis nalgas. Como me viene a la memoria como separaba mis glúteos, sintiendo como deslizaba su lengua entre ellos, aquello hacia que me estremeciera y que se me erizara los vellos… ooohhh!!. Tiempo que se dedicaba a lamer mi orificio e incluso penetrar con uno o dos de sus dedos, todo esto al tiempo que me masturbaba, no dejándome de proporcionarme placer y satisfacción, sobre todo porque buscaba su propio provecho. Quizás porque cuando estas en la cúspide del placer, momentos en que deseas que no se detenga y poderme correr, siento como este se detiene y me pregunta…

  • “¿Te gusta?, dime… ¿Quieres que continúe, o lo dejamos?”.

Y es cuando me escucho a mí mismo contestarle…

  • “Si… si, ¡me gusta… aaahhh!!, continua por favor… sigue”.

Era inexplicable, pero estaba dando permiso a este a que continuara. Abuelo que, en un momento dado, aprovechándose de mi estado de excitación, momento en que me introducía sus dedos en mi boca, acaba por sustituirlo por su miembro. No quedándome otra que permitírselo, no siendo tan grave o molesto, aunque la verdad que extraño sí que era, pero aun así chupe y devore con ansias. Sacándome su miembro de la boca al tiempo que me preguntaba…

  • “Dime… ¿Te gusta mi polla?”.

No hizo falta respuesta al verme tan glotón, abriendo mi boca todo lo que pude, debo decir que aquella noche fue la primera vez que permití su miembro en mi boca. Claro está tuve arcadas y náuseas, no era para menos, no solo por el sabor que tenía sino por el mismo grosor. Yo emulaba a aquellas chicas que en tantas películas eróticas había visto, chicas que tragaba aquellas pollas y hacia disfrutar a sus machos, replica que debía de hacérselo bien, pues le escuchaba decirme…

  • “Como la chupas… maricona, ¡vaya manera de tragar… uuuffff!!, joder… ¿cuantas pollas te habrás tragado ya?… eeehhh!!”.

Debo confesar que, aunque escuche sorprendido sus palabras, aquello me agrado y no por la satisfacción de esos momentos, ni mucho menos por la oleada de extrañas sensaciones, aunque todas y cada una de ellas influenciaron. Momentos en que sentí su miembro hincharse, no comprendiendo los motivos, pero este me la saco de la boca con rapidez, comenzando a escupir chorros que llegaron a darme en distintas partes de mi rostro y cuerpo. Dándome cuenta que ese mejunje era cálido y viscoso, como segundos después me los dio a probar, notándolo el sabor agrio y algo acido, aunque finalmente me hice adicto también.

Pero mi aprendizaje no se quedó ahí pues podría decir que no había más que comenzado, pero al mismo tiempo que sentía como mi amistad con su nieto Alberto iba en decremento, pues según decía… ‘Yo soy el motivo’, claro está, estaba celoso del comportamiento de su abuelo conmigo, conducta que mejor el no tuviera. Pero el cabrón del abuelo, no perdía oportunidad, no importándole a veces quien nos viera, solo por el hecho de poder saciarse conmigo, e incluso le sugerí algún que otro amigo, cosa que declinaba. Este comenzó a recogerme con su coche a la salida del colegio, llevándome hacia mi casa, deteniéndose junto a unas zonas arboladas con la intención de poseerme… uuummm!!. Aumentando el grado de morbo poco a poco, continuando sus ‘hazañas’ cuando cruzábamos por el parque, metiéndome entre los arbustos, desnudándome y hacerme suyo, ¡no importándole la vez que apareció un mirón, pues se puso aún más burro… uuummm!!.

Pero ver ese hombre mayor, cuya edad rondaba los 66 años al menos, hombre no muy alto de un metro sesenta y cinco centímetros quizás un poco más, cuyo cuerpo ciertamente algo corpulento con barriguita, y que por su edad estaba ya jubilado. Persona vigorosa que me lo demostraba cada vez que tenía oportunidad, quedándome cada vez menos para lo que me esperaba, pues no dejaba de hacerme saber que poco faltaba para perder mi virginidad.

Día que llego, no esperándome precisamente donde sería, pues fue precisamente en mi propia casa, casa de mis padres que estaba repleta de gente, incluido Alberto sus padres, hermana y claro esta su abuelo. Este me cogió por banda cuando fuimos por unas bebidas a la guardilla, donde casi me coge, siendo interrumpido gracias a Dios, donde este no me perdió de ojo, siguiéndome en todo momento hasta que finalmente me cogió en mi dormitorio, acabando por follarme (confesé lo sucedido en mi relato ‘El abuelo 3’). Pero, nuestra segunda vez, fue algo sumamente arriesgado, pues el abuelo estaba sumamente salido, todo caliente y más después de haberme follado, necesitado de volverme a sodomizar.

Y precisamente fue en casa de su hijo, casa que es la de mi amigo Alberto, cuyo abuelo me estaba penetrando en su cama, oprimiendo mi nuca contra el colchón a modo de silenciar mis gemidos, cosa que no le importaba al escuchar sus jadeos o gritos. Pero ruido como que se escuchaba perfectamente, como el mismo ruido de sus embestidas, mientras me penetraba. Ruido que debió de llamar la atención de alguien de la casa, teniendo la sensación de ser observados, no pude verlo si era verdad o no, pues el abuelo me tenía sujeto. Persona que no pude ver y menos escuchar, e ignoro el tiempo que quizás se hubiera quedado ahí parado mirando, pero si debo decir que sí, pude escuchar el ruido cuando cerro, pues acabo dando un portazo. Ruido que el abuelo aun así ni se inmuto, deseando acabar, no dejando embestirme, no permitiéndome moverme, penetrándome bien fuerte y profundo… ooohhh!!. Llegándome a soltar…

  • “Espérate…. Espérate, ¡ya me falta poco joder… aaahhh!!”.

Dijo mientras su polla entraba y salía de mi orificio, no dejando de embestirme hasta que entre jadeos se estremeció, acabando por descargar y preñarme, quedándose inmóvil, sintiendo como su polla perdía su dureza… ooohhh!!. Acabando por sacármela, mientras volvía a soltarme…

  • “Joder, como en una cama nada… verdad”.

No me moví por miedo, deseando que el fuera el primero en salir y verificar si aún estábamos solos, no os mentiría si os digo que tenía miedo, claro está temía que nos haya sorprendido. Pensé que fue Alberto quien nos había sorprendido follando, pues con lo arisco que estaba últimamente como para dudarlo, pienso que no es un trago fácil de digerir ver a su abuelo follarse a su mejor amigo, incluso si me pasara a mí… me costaría digerirlo. Pero con el paso de los días, pude ver que el trato del resto de la familia era igual, Alberto su nieto y mi amigo, seguía tan reacio hacia mí como siempre, era de esperar pues lo contrario hubiera sido raro, ya que me veía como una amenaza ante el amor hacia su abuelo, mientras que Alberto padre estaba más atento a nosotros, sobre todo hacía mí.

Pero bueno prosigo, semanas más tarde, me ocurrió algo que la cosa es que se me fue de las manos, cierto día que estuve en casa de mi amigo Alberto, día que este me pidió que le ayudara a realizar un trabajo del colegio, pero fue nada más llegar y mi amigo Alberto se tuvo que ausentar, pidiéndome que le esperara. Pues nada me toco esperarlo, allí estaba yo solo, debo decir que no había nadie más en la casa, ni sus padres, hermana y menos su abuelo. Aunque mi amigo Alberto me dijo…

  • “No te muevas de aquí que hora vengo”.

Acabé por salir de su dormitorio y comencé a curiosear por la casa, acabando por entrar en el dormitorio de su hermana, llamándome la atención sus prendas que tenía esparcida por la cama y el suelo. Prendas que mire, acabando por abrir los cajones del sinfonier a modo de curiosear sus braguitas, observando la variedad y los colores de estas, no me reconozco como un fetiche de las braguitas, pero siempre he sentido cierto morbo, y claro está, también curiosidad. Tras dejar de ver estas, continúe con sus prendas de vestir, llamándome más de una la atención, dándome la pica de probarme alguna, tomándolo más como un juego que otra cosa. La verdad, no os hacéis una idea lo que hace a uno hacer el aburrimiento…

Pues eso, sabiendo de sobra que no es normal, pero como he dicho me deje llevar por el morbo y la curiosidad, deseando ver cómo me estarían algunas de estas prendas. Cogí y me descalce, me quite el pantalón, la camisa y tome un vestido, colocándomelo y me mire al espejo a modo de comprobar cómo me quedaba, viéndome la verdad bastante ‘distinta’. Me sentía extraño, me sentía excitado, pero no por eso se me había endurecido, sino era solo una sensación agradable que me animo a continuar.

Quise dar un paso más, por lo que, tras despojándome del vestido, acabé por quitarme los calcetines y los calzoncillos, tomando unas braguitas de encajes del interior del cajón, colocándomelas y me vi muy sexy. Continúe y me puse unas medias de ligas que más parecían estos calcetines de deporte muy largos, tanto que me llegaban por encima de mis rodillas. Me vi de nuevo en el espejo, viéndome reflejado, observando ese cuerpo que llama tanto a ciertos hombres maduros, cuerpo cuyas facciones ciertamente femeninas era muy diferente al resto de mis compañeros, como entre otras, la ausencia de vello en toda mi anatomía, mi rostro aniñado, cuerpo, culito duro y respingón, entre otras facciones.

Tras girarme, me dirigí hacia la cama, tomé una falda corta azul marino, cogí un sujetador de copa que ‘gracias’ a tener los senos más desarrollados (por una afección llamada ginecomastia), no me hizo falta meter calcetines, pues aparento los senos de una chica entre los doce y los catorce años, bueno sigo y tome una camisa blanca, acabando por abotonarla. Tomé unos zapatos que con un poco de esfuerzo acabé por ponerme, finalizando mi transformación con algo de bisutería y maquillaje, arreglándome mis cabellos, quedando solo mirarme. Acercándome al armario donde había un espejo de cuerpo completo, me mire detenidamente, viéndome bastante femenina. Pero, estaba admirando mi transformación, cuando es esos precisos momentos se abrió la puerta del dormitorio, viendo con horror al padre de Alberto, pensando en esos momentos eso de… ‘tierra trágame’. Cuando este me pregunto…

  • “As visto a Marina, por cierto… ¿Quién eres tú?”.

No sabiendo bien que contestar, o quizás mejor dicho que contestar, pues pienso que el tono de voz me va a delatar, pero dudo si decir la verdad o mejor me callo y actuó. Pero me vi tan perdido como sorprendido, cuando este vuelve a preguntar…

  • “Me vas a contestar o no, o acaso tengo que llamar a la policía”.

No sabiendo bien que contestar, o quizás mejor dicho que contestar, acabando por decirle quien era, y este con una mezcla entre sorprendido y cabreado. Vuelve a decir…

  • "Pero como, explícate… ¿Qué coño haces?".

No le conteste, estaba acojonado por su manera de hablarme, pensé que me iba a partir la cara o algo peor, ni supe que decir, pues era evidente viendo las prendas que tenía puesta. Volviendo este a preguntar…

  • "Dime contesta… ¿Qué haces con la ropa de mi hija puesta?".

Respondí…

  • "No lo sé… sinceramente no lo sé, me picó la curiosidad y me deje llevar".

Este viéndome y sin creer que fuera yo, y encima sorprendido al escucharle, me soltó…

  • “Pero entonces que eres, una mezcla entre maricón y travesti, dime…”.

Dice, sonríe y acaba por preguntarme…

  • "Y entonces… ¿Qué tal…  te gustas?".

Contestándole…

  • “No sé…”.

Insiste y contestó casi coaccionado...

  • "Pues la verdad por muy extraño que parezca… debo confesar que me ha gustado, no digo que me encante vestirme de chica, pero…”.

Sin dejarme acabar, me suelta…

  • “Quizás no haya sido por el morbo y te has visto tentada por la maricona que eres, y hayas descubierto que es tú pasión".

Dice al tiempo que se me acerca, tomándome del brazo y me hace moverme sobre mis propios pies, como si estuviera mirándome como estoy, acabando por dejarme de espalda a él. Noto como se me acerca por detrás, sintiendo sus manos en mis caderas, pegando su pelvis en mi culo, y con ello noto la presión de su tremendo bulto. Notando todo esto intento apartarme, pero este me lo impide con fuerza, intento girarme, pero este me zarandea y me dice…

  • “Estate quieto coño, déjame mirarte…”.

Dice y al momento me suelta…

  • "Pues ahora que me fijo mejor… estas bien buena, bueno creo que vamos a tener que sacar a esa nena traviesa y caliente que hay dentro de ti, no te parece…".

Me quede quieto escuchándole, os juro que me dejo sorprendido al escucharlo, dejándome en blanco, no sabiendo que contestarle, no supe que decir y menos aun cuando me suelta…

  • "Por lo que veo… creo que eres pasiva, ¡eso me gusta… uuummm!!, siempre me ha gustado tener a una a mi disposición, solo con pensarlo… me pone la idea".

Intento zafarme, pero Alberto padre me zarandea y ante mi lucha por liberarme, este me sacude con fuerza, acabando por serenarme, mientras acaba este preguntarme algo que se me congelo la sangre, diciéndome…

  • "Alberto sabe algo de esto… te lo pregunto, porque cómo sois tan amigos, o quizás le vaya esto también".

Escuchar aquello me dejó totalmente helado, respondiéndole enérgicamente…

  • “Alberto no sabe nada de esto… ni debe de saberlo nunca, y te digo que a tú hijo no le gusta ni le atrae nada de esto, no sé porque lo has pensado”.

Digo y le hago saber que yo no tengo nada con su hijo Alberto, prometiéndole que solo es amistad, acabando por darme la razón al respecto a lo mío con su hijo Alberto. Soltándome…

  • “Tranquilo era una pregunta con trampa”.

Dice y sigue…

  • “Aunque en verdad lo sabía, como te he dicho solo quería que me lo afirmaras, pues Alberto no deja de decirme que mi padre… su abuelo, sospecha que tenéis un vínculo algo extraño, cosa que dudaba hasta que el otro día os sorprendí”.

Dándole por preguntarle en referencia a esto último, refiriéndome al comentario en referencia de su padre conmigo, diciendo…

  • "Lo sé… se lo tuyo con mi padre, no hace falta que te enredes tanto, se lo que tenéis entre mano… si a eso se le puede llamar tenerlo entre manos”.

Dice y acaba por decirme…

  • “Hombre… tener entre mano no es correcto, pues el otro día os cogí, donde mi padre no estaba precisamente metiéndote la mano, sino más bien su polla dentro de tú culo, o quizás lo llamáis… ‘coñito’”.

Para mi mayor vergüenza escuchar aquello último, me dejó patidifuso… sin saber realmente que decir, no podía justificarlo… claro está, menos podría decir que no era lo que parecía, pues era algo evidente. Quise explicarle… ‘que no tenía nada con su padre’, pero era algo difícil dada la situación, menos cuando este nos sorprendió en pleno fregado, no quedándome otra que quedarme callado, mientras sentía mi corazón latir rápidamente. Mirándome pícaramente, le da por preguntarme…

  • “Y dime… ¿Cómo folla mi padre?, aún tiene aguante, o quizás utiliza algún tipo de medicamento para que se le levante”.

Qué vergüenza Dios mío, no sabiendo en esos momentos que es peor, si permanecer vestido de chica con las prendas de su propia hija, o aguantar sus comentarios, reproches y preguntas. No sabiendo que contestarle, menos aun cuando me dice al tiempo que escucho cómo se quita el cinturón, viendo por el reflejo del espejo como se baja la cremallera de su pantalón, y se desabotona el botón. No haciendo falta de tirar de su prenda hacia abajo, pues esta debido al peso de sus bolsillos baja sola hasta sus pies, acabando por tirar de sus calzoncillos hasta quedarse a medio muslo. Viendo cómo sale como un resorte su miembro, vergón que di por hecho que este salió a su propio padre, soltándome…

  • “Joder con mi padre… como de calladito se lo tenía, como la falta de una mujer a su lado le ha dado por gustarle los maricones”.

Soltándole efusivamente…

  • “No soy maricón!!”.

Siento sus manos acariciar mi cintura, oprimiéndome hacia él, sintiendo ese tremendo bulto vibrar sobre mis nalgas. Ríe y dice…

  • "Anda que encima de maricón… travesti, vaya premio… si es que lo tienes todo hijo".

Volviéndole a responder…

  • “Le he dicho que yo no soy maricón, y ¿Cómo que encima travesti?, yo no soy ni maricón… ni travesti".

Respondiéndome…

  • "Pues pruebas de que lo eres… bien que las tengo, no solo hoy ante mis ojos vestida de chica, sino como el otro día con mi padre te fue rompiendo el culo, y te digo que precisamente no te quejabas, sino más bien todo lo contrario".

Volviéndome a dejar bien callado por ambos comentarios, vuelve a soltarme…

  • “Pues vamos a tener que comprobarlo, no me van los chicos y mucho menos las mariconas, pero precisamente tu no pareces lo primero y quizás mucho menos lo segundo, aunque supongo que a tú edad tu culito… podría pasar por un coñito, ¡bueno habrá que comprobarlo… no!!”.

Me empuja algo más contra el espejo al tiempo que estira el brazo hacia el sinfonier, acabando por coger algo que habría sobre este, siento una de sus manos en mis nalgas, mano que tira de la tela de la falda hacia arriba, sintiendo acto seguido como aparta mis braguitas y echa algo líquido, líquido que con su mano embadurna mis glúteos. Mano que introduce entre estos y empapa mi orificio… ooohhh!!, sintiendo como introduce su dedo gordo hasta donde puede, acción que me hace encorvarme hacia delante e incluso ponerme de puntillas, mientras este ha sustituido ese dedo gordo por dos de sus dedos… uuuhhh!!. Observa como disfruto, pero no tanto como él, notando como aparta esos dedos y como una de sus manos me toma de nuevo por la cadera, mientras la otra conduce su glande hacia mi orificio… uuuffff!!. Sintiendo con cierta molestia como me va entrando poco a poco, momento que me suelta...

  • “Bueno dime… ¿Cuál es mejor?”.

Yo permanezco callado, mientras siento como soy empalado, no creyéndome aun la situación, pensando en que momento se ha ido de las manos, silencio que tuve que aguantar unos minutos. Cuando este al ver cómo me mantenía callado, me suelta…

  • “Bueno, abra que moverse un poco para que puedas deliberar, ¡quizás no la haya metido lo bastante… eeehhh!!”.

Decir esto y sentir ahora como me sujeta por la cintura con ambas manos, una mano a cada lado de mi cadera, momento en que sus embestidas son más violentas, como sus comentarios ofensivos. Soltándome…

  • “Dime… ¿Cómo comenzasteis?, te dio pena el verlo así de afligido que se te ocurrió animarle y levantarle el ánimo, ¡cosa que viendo lo visto… se le ha levantado algo más… eeehhh!!”.

Sigue embistiéndome el muy cabrón, soltándome de mis caderas, colocando ahora su mano izquierda en mi hombro y presionándome hacia él, mientras que con su mano izquierda le ha dado por acariciar mi pecho, tocándome mi pezón y tirando sin piedad… aaahhh!!. Volviéndome a decir de forma jocosa…

  • “Contesta hombre… digo puta, dime… ¿Mi padre te paga por estos servicios?, te lo digo porque siempre que viene mi hijo Alberto del colegio, y no deja de decirme que últimamente vienes con dinero, cuando precisamente tu siempre estabas cortito”.

Dice y mirándole con maldad y ofendido, queriéndole replicar, pero unas fuertes embestidas me hace sustituir mis palabras por gemidos, volviéndome este a decir…

  • “Bueno, viendo tu carita… creo que no, supongo que entonces mi padre te ha tenido que seducir, o quizás te haya descubierto como yo, ¡acabando por hacerte chantaje a modo de que le tengas que satisfacer… ooohhh!!”.

Dice y entre gemidos y estremecimiento, me vuelve a decir, soltándome al oído…

  • “Me voy a correr… ooohhh!!, ignoro si mi padre se viene dentro o no, pero paso de correrme en la habitación de mi hija, o sea imagínate… voy a preñarte… uuummm!!”.

Decir esto y cumplir con lo dicho, sintiendo como se está viniendo dentro de mí, sintiendo como me preña, notando incluso que está echando más semen que su propio padre… uuuhhhh!!. Acabando por sacarla y para mi sorpresa aun esta tiesa, padre de Alberto que veo como sin miramiento me hace arrodillar, dirigiéndola hacia mi boca y sin hacer falta que me diga, acabo por metérmela en la boca, comenzando a mamársela… uuummm!!. Acabando por venirse en minutos, no sacándola de mi boca y de este modo, obligándome a tragarme toda su corrida… aaahhh!!.

Cuando me la saca de la boca, coge y se sube los calzoncillos metiéndose su polla en el interior, prosigue con subirse los pantalones metiéndose su camisa dentro, arreglándose y mirándose al espejo, viéndose presentable. No dejándome de mirar indiferente, mientras me mantengo de rodillas en el suelo. Soltándome…

  • “Que pasa… que no te vas a mover de ahí o que, anda levanta y quítate esas ropas, llevándotelas a la lavadora para lavarse, y vístete como el chico que deberías ser”.

  • “Venga… date prisa coño, te quiero fuera de esta habitación lo antes posible”.

Dice y antes de marcharse de la habitación de su hija, coge y me suelta…

  • “Oye… de esto ni una sola palabra, ni se te ocurra mencionar algo a mi hijo Alberto y menos aún a mi padre, lo has entendido… o no”.

Lógicamente asiento con la cabeza mientras me despojo de las prendas de su hija, visitándome acto seguida con las mías y dejando todo como estaba, saliendo de la habitación y encaminándome hacia la cocina, donde llevo las prendas para la lavadora. De camino pienso… que no debería de haberme movido de la habitación de Alberto, donde debería de haber estado de un principio y haberme ahorrado todo lo sucedido. Encontrándome en la cocina nuevamente al padre de mi amigo Alberto, hombre que me mira y me dice…

  • “Sabes… me ha gustado, me cuesta admitirlo, pero debo decir que he disfrutado como no lo hacía en años”.

  • “Sería bueno repetirlo otra vez… no te parece, pero eso sí… la próxima vez las prendas las escojo yo, vale…”.

Dice y se marcha, dejándome pensativo, mientras entro en el lavadero, abriendo la lavadora y metiendo en el interior las prendas de la hija dentro, momento en que siento como me dan una palmada en el culo. Y escucho…

  • “Uuuffff!!... menudo culito que tienes, como te vuelva a ver así… te la meto de un tirón hasta preñarte de nuevo”.

Coge y tras cogerme una de mis manos, tira de ella hasta llevársela a su entrepierna, a modo de que notara y viera como la tiene, no haciendo falta ni palparla, cuando a simple vista uno se lo imagina. Este me mira y dice…

  • “La verdad es que sí, debo confesarte que, aunque eres muy guapo, te prefiero vestida como una chica… das más el pego”.

No dejando de magrearme el culo, volviendo a decirme…

  • “Sabes una cosa, mira… una vez contraté los servicios de un travesti, pero solo por curiosidad, pero tuve que marcharme antes de liarnos. Estaba súper buena, ¡un cuerpo… uuuffff!!, unos pechos… uuummmm!!”.

  • “Pero eso sí… fue quitarse esas diminutas braguitas y aquello salir, comenzando a crecer y que casi puedo decirte que era el doble de la mía, aquello me desánimo y como que me marche”.

Dice y continua…

  • “Pero contigo ha sido diferente, quizás no tengas los pechos de ese travesti, pero viendo tus mamas… estas en camino, eres muy atractiva y tienes un cuerpo muy lindo… muy afeminado, pudiendo pasar perfectamente por una chica”.

  • “Y te lo vuelvo a repetir… me has gustado, pero no solo ha sido por todo esto, sino principalmente por la micro polla que tienes, debo decirte que hasta me he sentido mal por ti ante tal mierda”.

Palabras que, aunque al principio suena a elogio al final las estropea al ser humillante y vejatoria, pero que no dejaba de magrearme el culo, volviendo a decirme…

  • “Uuuffff!!, no me puedo marchar de esta manera, creo que me vas a dar una ayudita, dime que prefieres… mamada o follar, dime, no hay tiempo para ambas”.

Dice mientras coge y se saca su polla fuera, vergón que no os he mentado que le mediría al menos los veinte centímetros al menos, menudo padre tiene mi amigo Alberto. Bueno veo que me he excedido demasiado y luego vendrán a echármelo en cara, antes de marcharos debo deciros que tuve que mantener dicha relación. Me sentía un hipócrita ante los ojos de mi amigo, teniendo que engañarle y mintiéndole, no pudiéndole contar la verdad de lo que hacía tanto con su padre como con su abuelo. Pero de igual manera, tuve que callarme ante su abuelo, silencio que duro solo un mes, pues como en su día su hijo nos sorprendió, este le paso lo mismo, acabando por grabarnos con una de esas cámaras antiguas que había.

Grabación y fotos que le sirvió para hacerme cambiar de parecer ante unas propuestas, pero bueno esto lo dejare para otra ocasión, bueno lo dicho, ya me decís que os aparecido. Estaré esperando vuestra respuesta, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).