El abuelo (4)

Saco su polla del interior de su pantalón, dirigiéndolo hacia mi boca, deslizándomelo por mis labios mientras yo le miraba a los ojos, siguió hasta que acabe por chupar su glande, metiéndomelo y sacármelo, para descender por su tronco, pasándole la lengua por sus hinchadas venas hasta sus testículos

El abuelo (4)

Pensé que fue Alberto quien nos sorprendió follando, pues con lo arisco que estaba últimamente como para dudarlo, pienso que no es un trago fácil de digerir ver a su abuelo follarse a su mejor amigo, incluso si me pasara a mí… me costaría digerirlo. Pero tras una serie de situaciones y sucesos dude, bueno mejor será que comience y no me enrolle más, vale…

Bueno dicho comenzaré, creo que no hace falta que me presente, pues no es mi primera confesión o relato, ya muchos me conocéis, solo debéis de saber de mí que soy un chico bicurioso. Dicho esto, continuaré relatándolos una experiencia que me ocurrió siendo adolescente, obviamente hace muchísimo tiempo, una de esas que no deseas contar por lo que puede generar, pero que finalmente haces por unas circunstancias ajenas y reciente. Dicho esto, intentaré no mentar más de lo estricto necesario más para no comprometer a nadie, intentaré contar lo preciso.

Como bien sabéis, me encontré con una situación como quien dice… sin comerlo ni beberlo, situación que fue gracias a unos comentarios jocosos entre amigos, comentarios que este se lo hizo saber a su abuelo sin maldad alguno. Familiar mayor que quizás por su edad dio otro significado, dando por hecho cosas que no son. Pero que la verdad, tanta insistencia acabo dándole su fruto, pues a raíz de esos momentos comenzaría su acoso, ya sea verbal como personal. Comentario tan ofensivo como…

  • “Le he escuchado decir a mi nieto barbaridades de ti”.

  • “No deja de decirme que eres toda una maricona”.

Comentarios ofensivos que más que hartar… molestar, pues el escucharlo una vez tras otra, finalmente duelen, coletillas que le intentaba explicar una vez tras otra su significado, pero que este hacia oídos sordos. Pero cuando callas para no escucharlo más, callas para no darle a que siga, este me suelta…

  • “Ya sabes… ‘quien calla otorga’”.

Callas e ignoras, pero este vuelve a insistir, siendo un poco ‘cansino’. Volviendo a preguntar…

  • “Entonces qué tipo de maricona eres… dime, de esos que les van las pollas o los que se visten de princesa”.

Aguantas una y otra vez, pero a la tercera… no puedes más, no quedándome otra que contestarle, respondí más a modo de callarlo, pero mi error quizás fue ese… el dejarme llevar. Pues por mi ira, acabe respondiéndole…

  • “Vamos a ver… yo no soy ninguna princesa, puedo ser lo que pienses… pero no soy ninguna princesa”.

Acabando aquello con una visita por la noche cuando todos duermen, visita que me hace comprender mediante sus caricias, magreos y claro esta su polla en mi boca, aquello que tanto niego… uuummm!!. Donde este, me soltaba…

  • “Y decías que no te gustaban las pollas, y as durado menos en saborearla que una piruleta en un patio de un colegio”.

Comentario que callas, sabiendo perfectamente que tiene razón, pues desde esa noche, supe perfectamente que era suyo. Bueno esa y el resto de las noches en la cual dormía en casa de mi amigo Alberto, donde mi ‘amistad’ con su abuelo no era bien vista por este, ya que comenzó a verme como un rival ante el afecto con su abuelo, llegando incluso a sospechar de nuestra relación. Y eso que Alberto me conocía desde comienzo de la E.G.B., amistad forjada desde pequeños amistad deteriorada por la acumulación de una serie de motivo, finalmente viéndose comprometida.

Debo decir que cada día que paso, estaba más seguro que fue Alberto su nieto quien le denuncio a su padre, pues fue este mismo quien me hizo saber meses más tarde que evitará ir a su casa cuando su padre estuviera, cosa difícil pues su padre… el abuelo de Alberto, vivía allí. Luego con el pasar de los meses, me dijeron que no debería de ir más a su casa, cosa que semanas más tarde, fui informado mejor por el mismo abuelo de Alberto, haciéndome saber que alguien le ha tenido que decir algo.

Peo como bien sabéis, nuestra relación paso a un nivel superior a raíz del domingo de barbacoa, donde el abuelo de Alberto, no dejaba de acosarme literalmente, hasta acabar por follarme en mi propio dormitorio. Siendo memorable por cómo se generó, satisfactoria por el deseo de ambos, pero sinceramente pensé que sería en otro lugar, quizás en una cama como tanto había leído en las revistas. Pero el abuelo estuvo en todo momento pendiente de mí, no dejándome de preguntarme…

  • “Dime maricona… ¿Te gusta?”.

Y entre gemidos y jadeos, claro está silenciados a modo de no delatarnos, acabe por confesarle afirmativamente, volviéndome este a preguntar tras no dejar de embestirme…

  • “Dime nena… ¿Cómo te sientes?”.

Sintiendo mi cuerpo estremecerse más cuando la sacaba que por cuando la metía, sintiendo una ola de placer que no os sabría detallar, pero que me tuve que poner hasta de puntillas por sentirla entrar mejor… aaahhh!!. Mientras el abuelo controlaba la penetración, sujetándome en unas ocasiones por las caderas y en otras por los hombros, siendo esta última más profunda… aaahhh!!. No quedándome otra que contestar, diciéndole como me sentía, explicándole mis sensaciones entre suspiros y jadeos…

  • “Ooohhh!!, siento como una serie de olas de placer intensas, olas que me zarandean y me agitan, placer que se transmiten y me estremecen”.

Acabando yo por venirme, corriéndome como un poseso, pero no menos él cuando se vino, no preñándome como deseaba, pues quería saborear esa sensación. Pero bueno, tras finalizar ese día con satisfacción y la verdad desecho, volvimos a nuestra rutina, volvimos a vernos siempre que podíamos, acabando por vernos días más tarde. Fue vernos y comenzara a hablar sobre lo sucedido, conversamos de las sensaciones, pidiéndole repetir… suplicándome que me follara. Aunque eso sí, me escucho minutos antes que estaba estos días atrás algo dolorido, pes mi orificio me dolía, pero aun así lo deseaba.

Recuerdo que viendo que él no se animaba, me dio por desvestirme ante sus ojos, descalzándome, quitándome la camisa, los pantalones, los calzoncillos y tire de mis calcetines hacia arriba, quedando estos por encima de mis rodillas. Observando los ojos del abuelito… que debió de gustarle, bueno los ojos como el bulto que se le puso en la entrepierna… uuummm!!.

Acto seguido, me hizo tender sobre la cama, pasando a echarme un poco de crema en mi orificio, ayudándose con sus dedos a entrarme mejor… ooohhh!!. Viéndole por el rabillo del ojo como se desvestía, subirse a la cama y gateando colocarse detrás de mí, sintiendo su glande alojarse entre mis glúteos, notando su glande y la presión que ejerció en introducírmela… ooohhh!!. Dejándose caer poco a poco hasta sentir sus huevos peludos chocar contra mis nalgas, quedándose unos segundos inmóvil y comenzar acto seguido a penetrarme… uuummm!!. Soltándome…

  • “Uuuffff!!... maricona, cada vez me gustas más… ooohhh!”.

Decía mientras oprimía mi nuca contra el colchón, silenciando de esta manera tanto mis gritos de placer como mis gemidos, pero debo decir que el ruido de nuestros cuerpos… no. Pues se escuchaba perfectamente el ruido de sus embestidas, ruido sobre todo el ejercido por el choque de su pelvis contra mis nalgas… ooohhh!!. Ruido que debió de llamar la atención de alguien de la casa, alguien que tuvo que llegar después de mí, pues hasta entonces estábamos solos. Persona que no llegamos a escuchar cuando abrió la puerta, ignorando el tiempo que quizás se hubiera quedado ahí, pero ruido que hizo está cuando cerro, pues el portazo nos alarmo. Ruido que el abuelo aun así ni se inmuto, deseando acabar, no dejando de penetrarme, no permitiéndome moverme, llegándome a soltar…

  • “Estate quieto coño, ¡espérate que me falta poco joder… aaahhh!!”.

Dijo mientras su polla entraba y salía de mi orificio, dijo mientras acabo por sujetar mis muñecas a mi espalda, no dejando de embestirme, no permitiéndome moverme hasta que me preño… ooohhh!!. Quedándose inmóvil, sintiendo como su polla perdía su erección, acabando por sacármela flácida, mientras volvía a soltarme…

  • “Joder… uuuffff!!, como en una cama nada… verdad”.

Debo decir que tuve el miedo en mi cuerpo más que él, temía por quien nos haya sorprendido, dudaba por la persona, duda que me mataba, pero con el paso de las semanas. Vi que el trato del resto de la familia era igual, Alberto su nieto y mi amigo, seguía tan reacio hacia mí en los momentos en que estaba su abuelo cerca, como si me viera como una amenaza, mientras que Alberto padre estaba más atento a nosotros, sobre todo hacía. En esas semanas cuyos encuentros nuestros eran de dos a tres, donde el sexo oral y la penetración era ya un sí o sí, no importándole el dónde, pues a veces venia hasta mi casa con la excusa de recogerme.

Persona que por sus facciones o amistad no levantaba sospecha, menos aún las hacía sospechar, no extrañándoles a mis padres cuando este se metía en mi dormitorio solo con la justificación de ayudarme con alguna tarea, cuando en verdad estaba de rodillas chupándosela tras la puerta, o dándome un rapídin, penetrándome con rapidez hasta saciarse… uuuffff!!. No dejándome de decirme…

  • “Te voy a comprar un piso, donde podamos vernos con tranquilidad, donde puedas estar y pasear desnudo, ¡dispuesto solo para mí… uuummm!!”.

Propuesta la verdad que me ponía bastante, pero también pensaba aun dada mi edad que deseaba que fuera un mantenido, pensaba que quería que fuera su ‘querida’ o ‘querido’. Justificándose con…

  • “Tú te mereces eso y mucho más, no te enfades, pero no vez que eres una buena maricona, ¡mira como chupas y como follas… uuuffff!!”.

Y aunque teníamos comodidad entre comillas, este no buscaba oportunidad de volver a tener encuentros en el parque, pues según el daba es punto de adrenalina que nos falta. Como si no tuviera bastante con las locuras de tenerme tanto en casa de su hijo o en mi casa, por no hablar de otros lugares, pues bien, que aprovechaba cuando íbamos a los aseos.

Pues bien, recuerdo uno de nuestros últimos encuentros en el parque, donde creo que se le fue de las manos o quizás no estaba en sus cabales. Pues llevo por detrás de unos de los dos museos que hay, llevándome por ese camino paralelo a la gran masa arbolada. Acabando por hacerme entrar entre unos matorrales, encontrándome en su interior una parte libre de arbustos, donde tras dejar mi maleta en el suelo. Este se vino para mí, ¡comenzando a besar y comerme el cuello… ooohhh!!, parte de mi anatomía bastante sensible, mientras sus manos, una amasaba mis nalgas mientras la otra magreaba mi pecho… uuummm!!. Comenzando por despojarme del suéter, mientras me decía al oído…

  • “Descálzate”.

Cosa que, hice mientras me estremecía como una colegial al sentir como me comía la oreja… ooohhh!!. Sintiendo como sus manos recorría mi espalda desnuda hasta introducirse por dentro de mis pantalones, manos que finalizaban en mis glúteos, amasando sin pudor alguno, dedeando mi orificio. Volviéndole a escuchar decirme…

  • “Uuufff!!, como estas cabrón, tan cerradito como la primera vez”.

Decir, y volverme a soltar…

  • “Joder… nene como me pones, no vez, esto es lo que más me gusta de ti, todas y cada una de las veces, es como si te quitara la virginidad, ¡tan cerradito… uuuffff!!”.

Acabando por dirigir su boca a mi pecho y pezones, lamiendo y chupando, mordisquear mis pezones hasta endurecérmelos aún más, absorbiendo y sentir en esos momentos sus dedos dentro de mí… ooohhh!!. Acabando por agacharse al tiempo que besaba mi cuerpo, comenzando por desabotonar el botón de mi pantalón, bajar la cremallera y tras tirar de mi cinturilla… bajármelo. Dejándome puesto mis calzoncillos y calcetines, calzoncillos que tiro hacia arriba hasta dejármelo como si fuera un tanga, repitiendo lo mismo con mis calcetines, tirando hacia arriba hasta dejármelo por encima de mis rodillas. Alejándose unos pasos para admirarme, acabando por soltarme…

  • “Joder que buenas estas… maricona, ¡qué pena que no tenga nada para poder plasmarte como estas… uuummm!!”.

Volviendo hacia mí, me hizo colocarme en cuclillas, sacándose su miembro duro del interior de su pantalón, tendérmelo sin hacer falta lo que deseaba. Sus tras tomarlo me lo lleve a mis labios, comenzando primero por deslizarlo por mis labios mientras le miraba a los ojos… uuummm!!. Seguí restregándomelo unos segundos, incluso me aventuré a pasarme su glande por mi duro pezón… cosa que le gustó mucho, acabando por volver a llevármelo a la boca. Chupando su glande, metiéndome este poco a poco… sin prisa, sacándomela de la boca y pasarle la lengua por todo su carne rojiza y dura. Descendiendo hasta la base, siguiendo sus venas hinchadas hasta los testículos, chupando estos e intentar introducirme uno a uno, mientras el Abuelo suspiraba y gemía, temiendo que eso pudiera atraer a algún mirón u otra persona. Escuchándole a este decirme…

  • “Joder… preciosa, hoy te estas superando, ¡menuda mamada me estás dando… uuuffff!!”.

Ya para esos momentos me daba igual que me comparara con una chica, cosa que en verdad lo que estaba haciendo es de hembra. Abuelo que, para aquellos momentos, no dejaba de advertirme…

  • “Como sigas así… vas a conseguir que me corra, no voy a poder follarte, pero ante tal comida de polla, ¡como que me da lo mismo… ooohhh!!”.

Pero unos minutos más tarde y cuando más pensaba que este se iba a correr, acabo por separarse un poco de mí, dejándome ver como éramos siendo observado por un desconocido. Un hombre mayor, canoso y con gafas, desconocido no muy alto, pero si corpulento, maduro que disfrutaba de cómo le daba una mamada a ese abuelo. Quise apartarme, pero este no me lo permitió, soltándome como la vez anterior…

  • “Sigue chupando… sigue, no pasa nada… tranquilo, tu chupa que quizás este nos ayude”.

Y seguí chupando sin comprender a que se refería, chupe mientras observaba como ese maduro acababa por sacarse su miembro fuera, observando cómo se masturbaba a nuestra costa… uuummm!!. Pero aun siendo muy morboso, aquello me puso nervioso, cuando este se nos acerca, acabando por colocarse junto al abuelo. Momentos que siento como rodea con su mano derecha mi nuca, abuelo que finalmente aparta su polla de mi boca al tiempo que este desconocido se me acerca, obligándome el abuelo con su mano en mi nuca a chupársela. Soltándome…

  • “Chúpasela… anda, mira que grande y gorda la tiene, menudo ejemplar para su edad”.

Dice y prosigue, animándome a pesar de mi negación, pero al mismo tiempo tentándome, diciéndome…

  • “Venga disfruta… coño, venga… no te hagas ahora el estrecho, sé que lo estas deseando, dime… ¿Cuándo tendrás la oportunidad de tener dos pollas?”.

Pero aun siendo su mano la que presiona mi nuca hasta sentir su glande en mis labios, soy yo quien permite que este se me introduzca dentro de mi boca, comenzando a chupársela mientras el abuelo me acaricia. Animándome a disfrutar, no dejando de masturbarle, acabando este por levantar mis caderas sin dejar de comérsela a este desconocido. Sintiendo como el abuelo baja mis calzoncillos, notando en segundos sus labios en mis nalgas, alternando con su lengua en recorrerla hasta la unión de mis glúteos… ooohhh!!. ¡Sintiendo como sus manos abre mis cachas y su lengua deslizarse entre estas… aaahhh!!, lamiendo de arriba hacia abajo hasta centrarse en mi orificio… uuuffff!!, acabando por correrme solo ante las risas de estos dos hombres.

Viendo al abuelo incorporarse, colocarse detrás de mí de pie y acto seguido, ¡acabar por introducírmela… uuummm!!. Viéndome ahí, viéndome siendo disfrutado por dos personas, satisfaciéndose estos a mi costa, pensando en que momento he permitido esto. Pero las atragantadas dada por uno y las embestidas recibida por otro, no dejaba centrarme en mis pensamientos, menos aun cuando escuchaba al abuelo decirme…

  • “Déjalo que mire… no pasa nada, ignóralo, piensa que el pobre no tiene ninguna distracción para hacerlo, déjalo… hombre”.

Y mientras disfruto, vuelvo a escucharle al abuelo decirme…

  • “No vez… como te gusta, sabes, pienso que, si permites que un extraño te la meta en la boca, tampoco te importara que algún que otro amigo nos acompañe. Dime… ¿Qué te parece?”.

Calle, no dije nada, tampoco podía ante tal pollón de ese maduro desconocido, hombre que en minutos acabo por venirse, no sin antes avisar, sacándola de mi boca, pero no con tanta rapidez como desearía. Pues descargo parte dentro de mi boca, descargando el resto sobre mi rostro, mientras gemía de placer, sintiendo la descarga del abuelo dentro de mí, dejándomelo bien dentro por cada una de sus bestiales embestidas. Luego vinieron las despedidas, despedida que el maduro ese desconocido, me dijo antes de marcharse…

  • “Bueno hasta otra, pues ahora creo que nos veremos más, ya que a ti te veo mucho cuando atraviesas hasta tu colegio”.

Preguntándome el abuelo por saber que me ha dicho, contestándole…

  • “Ha nada, solamente que ha disfrutado”.

Callándome la sugerencia, dejándomela para mí. Pero bueno prosigo, semanas más tarde, me ocurrió algo que la cosa es que se me fue de las manos, cierto día que estuve en casa de mi amigo Alberto, día que este me pidió que le ayudara a realizar un trabajo del colegio, pero fue nada más llegar y mi amigo Alberto se tuvo que ausentar, pidiéndome que le esperara. Pues nada me toco esperarlo, allí estaba yo solo, debo decir que no había nadie más en la casa… ni su abuelo.

Recuerdo que, aunque estaba jugando con su ‘Spectrum’, me dio por salir a fisgonear por la casa, salí de su dormitorio y me dio por mirar en cada uno de los dormitorios, acabando por entrar en el de su hermana. Llamándome de este último lo desordenada que era está, pues vi como tenía casi todas sus ropas encima de la cama, pensé que con lo indecisa que es a veces, quizás fuera ese el motivo de toda esa ropa ahí. Dándome por pensar por qué tipo de braguitas usas o compra, dándome por mirar los cajones del sinfonier, llevado por la curiosidad me dio por abrir los cajones y ver sus prendas, no me reconozco como un fetiche de las braguitas, pero era simple curiosidad.

Pero tras ojear sus prendas, llamándome algunas la atención, me dio la pica de probarme algunas de estas, sabiendo de sobra que no es normal, pero la curiosidad y el morbo pudieron conmigo. Me descalce, me quite el pantalón corto y la camisa, tome un vestido y me coloqué, mirándome como me quedaba frente al espejo, viéndome distinto… viéndome ‘guapo’. Excitado por el momento, o quizás excitado por el morbo, cuyo estimulo en esos momentos era el sentir esas prendas y el verme con ellas puesta, nunca hasta ese momento me había puesto ropas de chicas a excepción con un maduro conocido, aunque con él más que colocármelas… me las exigió, pero bueno.

Quise seguir, pues como he dicho me sentía muy excitado, acabando por quitarme los calcetines pues había visto que en realidad no pegaba, despojándome del vestido y colocarlo como estaba. Viéndome reflejado en el espejo, observando ese cuerpo que llama tanto a ciertos hombres, cuerpo cuyas facciones era muy diferente al resto de mis compañeros. Como por ejemplo y más por ser el que está a simple vista, como por la ausencia de vello en toda mi anatomía, eso como mis piernas más largas, el torso más corto y caderas más anchas. Otra cosa que me llama mucho la atención es que mis testículos no es que sean pequeños, sino que aún no han bajado, quizás sea porque no sean formado las bolsas, pero para pequeño debo decir que mi pene. Bueno entre otras cosas que llama la atención, pero que dejare aquí, y proseguiré…

Me dio por quitarme los calzoncillos pues ante tanta prenda femenina esto estorbaba, tomando unas braguitas blancas de encajes y me las coloqué, seguí con unas medias de ligas. Girándome me dirigí hacia la cama, tomé una falda corta azul marino y una camiseta, acabando por colocarme unos zapatos suyos que con un poco de esfuerzo acabé por ponerme. Mirándome finalmente en el espejo, viéndome bastante femenina, pero finalice esta transformación con unos pendientes, y algo de maquillaje, emule como bien había visto a mi madre. Estaba admirando mi transformación, cuando es esos precisos momentos se abrió la puerta del dormitorio, viendo con horror al padre de Alberto, pensando en esos momentos eso de… ‘tierra trágame’. Preguntándome este…

  • “As visto a Marina, por cierto… ¿Quién eres tú?”.

No sabiendo bien que contestar, o quizás mejor dicho que contestar, pensando si le digo la verdad o mejor me callo y actuó. Pero me vi tan perdido como sorprendido, cuando este vuelve a preguntarme…

Bueno creo que lo dejare aquí, lo siento muchísimo dejaros con la intriga, pero veo que se me va a alargar demasiado. Lo dicho, ya me decís que os aparecido. Estaré esperando vuestra respuesta, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).