El abuelo (3)

Fue sentir como vertía algunas gotas sobre mis nalgas de leche hidratante, cuando con temor me dio por preguntar… “En… entonces, me va a doler mucho”, me mira y contesta… “Mira te voy a ser sincero, te digo que al principio va a doler, pero nada más tenerla dentro… va a pasar, acabando pidiendo más

El abuelo (3)

Soy de esos que piensa que tendemos más a recordar aquello malo ocurrido que las cosas buenas que nos ocurren o al menos en mi caso, malo no me refiero solo a las malas experiencias, sino a aquellas que deberíamos de olvidar a no considerarlas como importantes, aunque quizás son estas las que marcan mi vida y el rumbo de ella. Pienso que a pesar de mis experiencias aún estoy en fase de aprendizaje, pues pienso que nadie sabe absolutamente todo sobre el sexo, ya que en este mundo aún nos queda mucho por descubrir, siendo yo uno de tantos que buscan nuevas formas para gozar y satisfacer. No suelo asustarme ante un reto, no suelo negarme de primera, pues mi curiosidad me hace buscar nuevas fantasías que saciar, dándome estas confianzas en el día a día, buscando siempre un guía…

Bueno dicho comenzaré, creo que no hace falta que me presente, pues no es mi primera confesión o relato, ya muchos me conocéis, solo debéis de saber de mí que soy un chico bicurioso. Dicho esto, continuaré relatándolos una experiencia que me ocurrió siendo adolescente, obviamente hace muchísimo tiempo, una de esas que no deseas contar por lo que puede generar, pero que finalmente haces por unas circunstancias ajenas y reciente. Dicho esto, intentaré no mentar más de lo estricto necesario más para no comprometer a nadie, intentaré contar lo preciso y sucedido, vale…

Os cuento lo sucedido en la relación que me encontré sin comerlo ni beberlo con el abuelo de mi mejor amigo Alberto, persona muy mayor que se encontraba por aquellos, pasando por unos momentos por una perdida muy grande. Como conté en mis anteriores confesiones, está extraña que tuve con el abuelo de mi amigo Alberto, duro un año o quizás un poco más, duro hasta que su nieto sospecho de nuestra extraña relación.

Aunque me repita en esto, pero veo necesario decir que mi amistad con mi amigo comenzó a comienzo de la E.G.B., amistad que finalmente se vio comprometida desde finales de este, pero que finalmente finalizo al inicio de la facultad. Amistad que sus propios padres me tenían como uno más de la familia, llevándome incluso de vacaciones con ellos, no solo animándome a quedarme algún que otro fin de semana en su casa. Pero todo esto cambio no radical, sino poco a poco, sobre todo en el momento que su abuelo se vino a vivir con ellos, abuelo que había enviudado hace unos años, y que por su estado acabo en su casa.

Yo conocía a su abuelo hacia años, hombre de unos 66 años, no muy alto de un metro sesenta y cinco centímetros quizás un poco más, cuyo cuerpo ciertamente algo corpulento con barriguita, y que por su edad estaba ya jubilado. Persona que estaba visiblemente amargada, afligida y consternada desde la muerte de su mujer, tanto que no veía que saliera para nada, y menos buscó a alguien para sustituirla, pues vigoroso estaba aún. No os contaré lo sucedido en mis anteriores confesiones, pero si os diré que aún resuena en mi cabeza los comentarios despectivos y humillantes hacia mi persona. Comentarios tan ofensivos como esas coletillas que decía con maldad, como…

  • “Le he escuchado decir a mi nieto barbaridades de ti, no dejándome de decir que eres toda una maricona”.

Comentarios de lo más ofensivo que más que molestar… duelen, comentarios que le intentaba explicar una vez tras otra su significado, pero que este hacia oídos sordos. Cosa que este volvió a preguntar…

  • “Vale… vale, pero dime… ¿Cómo de maricona eres?, de esas que le van las pollas o de las que se transforma en una nena”.

Cuando callas e ignoras este vuelve a insistir una vez tras otra, hasta que no me quedo otra que contestar a modo de callarlo, viendo que eso es peor, pues ahí fue cuando comenzó su asedio contra mi persona, siendo menos verbal y convirtiéndose en un acosó personal. Acabando de una forma catastrófica, no siendo de otra forma para resumirla que… introducirse mi miembro de su boca, todo esto al tiempo que me tenía metido sus dedos dentro de mi boca. Fue sacarlos y preguntarme nuevamente…

  • “Dime, contesta… ¿Te gustan las pollas?”.

Respuesta que callas, pero ante la insistencia y el acoso verbal, no me queda otra que afirmárselo, momento en que esté en su momento, acabo por hacerme suyo, obligándome y según se mire a saborear su miembro. Pero si queréis que os recuerde el cómo fue, mejor os recomiendo que leáis mis anteriores confesiones, vale. Bueno dicho esto, comenzare…

Debo decir que cada día que paso, estaba más seguro que fue Alberto su nieto quien le denuncio a su padre, pues fue este mismo quien me hizo saber meses más tarde que evitará ir a su casa cuando su padre estuviera, cosa difícil pues su padre… el abuelo de Alberto, vivía allí. Luego con el pasar de los meses, me dijeron que no debería de ir más a su casa, cosa que semanas más tarde, fui informado mejor por el mismo abuelo de Alberto, haciéndome saber que alguien le ha tenido que decir algo. Pero bueno, no adelantemos los acontecimientos, quizás por lo que realmente se originó, mejor iré contándolos poco a poco mi relación, pues fue sumamente satisfactoria…

Os diré que los meses fueron pasando y con ellos el comportamiento de mi amigo Alberto hacia mí, debo confesaros que me daba reparo preguntarle a mi amigo los motivos de su comportamiento, pero que, finalmente armándome de valor, acabe por preguntárselo. Contestándome este…

  • “Me he dado cuenta de que mi abuelo ya no es el mismo, ha cambiado y sobre todo cuando tú estás cerca”.

Recuerdo que intente quitarle hierro al asunto, intente hacerle ver que quizás haya tenido otras compañías, o incluso haya encontrado algo que hacer, recordándole que desde que se jubiló tiene más tiempo. Sé por su cara que no le había convencido, aunque él me daba la razón, volviendo a recriminarme la atención de su abuelo hacía mí, atención que años atrás recibía él. Palabras que me hizo pensar algo aborrecedor, algo como que quizás este tipo de atención especial, lo haya hecho también con su nieto. Siendo entonces Alberto que este más que molesto, lo que estaba era celoso, idea que me la quite de la cabeza con rapidez, pues no debía de pensar algo tan vergonzoso.

Mis encuentros con el abuelo de mi amigo, fueron a raíz de esto cada vez más escasos, pues interesaba que nos viéramos al menos poco, acabándonos por ver entre dos o tres veces por semana. Veces que este acababa por ordeñarme entre dos a tres veces, haciendo este mis lo propio conmigo por no decir que, incluso acababa por follarme con sus dedos, no dejándome de advertir…

  • “El día que te coja… te voy a dejar bien abierto, te lo digo, porque por ese motivo te tengo que acostumbrar a tener mis dedos dentro de tu culito”.

Pero tengo que confesaros algo, pues por esa época comencé otro flirteo con otro, claro está el Abuelo de Alberto no sabía nada, flirteo que también me servía como tapadera cuando me perdía, pues eran momentos en que Alberto estaba con su abuelo, dándole de esta manera a mi amigo que las ausencias de su abuelo no eran por mí solo. Aunque este flirteo con otro quizás era más bien un coqueteo por su parte, pues me encontró solo en un momento dado, persona que se me acerco preocupado por mi estado, hombre que, entre una cosa y otra, acabo por convencerme y alegrarse la tarde. Pero bueno, vamos a lo que vamos, que estoy comenzando a irme…

El abuelo de Alberto, debo de mentar como en una ocasión se arriesgó mucho, digo esto por el siguiente motivo, pues cierto día este vino a recogerme al colegio, aprovechando que su nieto estuvo enfermo y no asistió. Día que cuando salí del colegio ni me lo esperaba, salí como cualquier chiquillo, hablando y riendo con compañeros. Llameándonos la atención el sonido excesivo del claxon de un coche, vehículo que por fin vi, no reconociendo este, pero si su conductor, llamando este mi atención desde su interior. Debo confesaros que me sorprendió verlo, no era para menos, pues el verlo montado en su coche era para anotarlo en el calendario, imaginad lo que este lo cogía.

Bueno, pues fue acercarme y este invitarme a montarme, comentándome que me iba a llevar a casa, tras montarme y este arrancar, comenzó a conducir mientras me preguntaba por cómo me había ido en clase, como si aquello en verdad le importara. Mientras yo notaba que el abuelo conducía por otro camino, dando por hecho que había tomado un camino algo más largo y alejado del habitual. Pero eso sí, mientras conducía no dejo de acariciarme el muslo, ¡no dejo de deslizar su mano desde mi rodilla hasta la ingle… uuummm!!, nervioso intentaba apartarla. Acabando por detener el coche a un lado, escogiendo un sitio oculto, lugar lleno de maleza y a lo visto poco frecuentado. Me miro y me soltó…

  • “Bueno, no perdamos el tiempo”.

Fue decir esto al tiempo que se desabotono el botón de su pantalón, bajo la cremallera y se sacó su miembro fuera, rodeándome con su brazo derecho y presionar, obligándome a inclinarme y tenderme sobre su miembro. Glande que choco contra mis labios, presionando y no me quedo otra que separar estos, acabando por metérmela dentro de la boca, sacándomela y volver a saborear su glande, humedecer este y lamerlo, volviéndomelo a tragar y sacar por unos minutos, tiempo que sentí la presión de su mano en mi nuca… uuummm!!. No deje de tragar, no deje de deslizar su glande por mis labios, lamí una y otra vez, momento en que siento como me manosea mis nalgas, acabando por introducir como puede su mano por la cinturilla, mano que se deslizo entre mi pantalón y mi cintura.

Mano que llega hasta mis nalgas, comenzando a acariciarla, poniendo todo de mi parte para que este esté más cómodo, pues suelto el cinturón, desabotono el botón de mi pantalón, bajo la cremallera y facilito que este me lo baje un poco. Sintiendo segundos después su mano, acariciando y magreando mis glúteos, ¡sintiendo como la primera falange de su dedo corazón presiona mi orificio… uuummm!!, presión que con algo húmedo me lo introduce hasta la tercera falange… ooohhh!!.

Momento en que creo que me orine encima, vergüenza que tengo que aguantar hasta que este sin avisarme, acaba por descargar dentro de mi boca, no quedándome otra que tragar por no dejar evidencias… uuummm!!. Cuando por fin me permitió ponerme derecho, descubrí que aquello que solté por mi glande no fue orina, sino un desatinado orgasmo debido por los nervios, corrida que tuve sin llegar a tocarme. Luego tras reponer mis ropas mientras el orinaba, me hizo saber que aquello lo repetiríamos tantas veces como pudiéramos, o mejor dicho le dejaran, pues no dejaba de repetirme que aquello era muy morboso. Dejando los comentarios obscenos para el final, comentarios de la mano de sus deseos, como…

  • “Sabes que me gustaría, pues que mientras que me la estas comiendo, ¡aparezca un tío o dos y se la chupes delante de mí… uuummm!!”.

Dice y se recrea en sus palabras…

  • “Uuuffff!!... como me pondría verte con otro u otros, solo de pensarlo con lo maricona y puta que eres. Joder… mira como me la has puesto”.

Me dice y enseña su miembro nuevamente pidiendo guerra, no quedándome otra que chupársela de nuevo, mientras este sigue con sus deseos, llegando incluso a advertir que teníamos mirones, compañía a la cual deseaba invitar a acercarse. No dejándome de quejar, no dejando de amenazarle con dejarlo, tanto en ese momento como para siempre, mientras este había tomado mi cien con ambas manos, comenzando de forma frenética a follarme literalmente la boca… aaahhh!!. No dejándome hasta que descargo, pero en esta ocasión os debo mentar que no me lo hizo tragar, pues tras sacarla y correrse, embadurno mi rostro, mientras aullaba de placer y satisfacción.

Aquellas ocasiones se quedaron en eso… en ocasiones, siendo momentos cada vez más esporádicos, notando al abuelo de Alberto cada vez más deseoso de avanzar en nuestra relación. Pudiéndolos decir que nuestra mayor oportunidad fue aquella en la cual mis padres realizaron una barbacoa de tantas, barbacoa que realizaba como cada domingo en casa, bueno para ser exacto las hacia domingo si y domingo no, según hacia si no había alguna cosa. Precisamente y con el buen tiempo, recuerdo que mis padres le dio por invitar a la familia de mi amigo Alberto entre otros invitados, invitación que vino por el acojinamiento de nuestra amista.

Entre los familiares de Alberto, vinieron lógicamente sus padres, su hermana y claro esta su abuelo, persona entrañable y querida que nada más verme, debo decir que por su cara se alegró. No dejando de perderse siempre que podía de la compañía de su familia, buscándome y literalmente, acosándome cada vez que me tenía a tiro. Como la vez que me acompaño a coger bebidas de la despensa, casetilla que teníamos al extremo del patio, donde no solo tiene mi padre los tanques con congelados, o la bebida, sino herramienta como es lógico para mantener la casa. Pero mientras caminábamos hacia esta, este no dejaba de decirme e insistirme en la pena que no pudiera llevar falda, prenda femenina que le hacía saber una vez tras otra… que eran de chicas, recordándole que yo era un chico. Cosa que él me decía al tiempo que me abrazaba contra su cuerpo, soltándome…

  • “No me seas tonto, se perfectamente que eres un niño… eres mi niño, pero no te lo digo por ese motivo, sino por la facilidad de poderte comerte entero, ¡poder saborear esa pollita mía y ese culito que tienes… uuummm!!”.

Dice mientras siento como magrea mis nalgas, como sus dedos intentan introducirse por el pernil de mis calzonas, ¡tanteando mi miembro y poco después intentar dedear mi orificio… ooohhh!!, intentando apartarlo de mí, pues era bastante peligroso. Pero veía como eso no le importaba tanto, acabando por verme sorprendido, pues coge este en un momento dado, como este me sujeta con sus fuertes brazos, viéndome levantar en volandas. Demostrándome una vez más la fuerza que aún posee a pesar de su edad, levantándome hasta hacerme sentar sobre una pila de pales que tiene mi padre.

Recuerdo que intente bajarme, pero el Abuelo de Alberto no me dejaba, no dejando de tirar de mis calzonas, acabando por sujetar la tela de mi entrepierna y tirar, prenda que intentaba yo sujetar con fuerza a modo de evitar que me la quitara. Pues no dejaba de pensar que no era plan, no era sitio precisamente, no podía permitir que ese hombre hiciera lo que siempre, no dejaba de intentar apartar sus manos. Pero que prenda que acabo por romper de tanto tirar, dejándome las calzonas en harapos precisamente entre mis piernas, dando ahora la sensación que llevaba una faldita, prenda rota que este en vez de sentirse avergonzado por habérmela roro, no dejo de elogiarme. Soltándome…

  • “Vez ahora me gusta más, ¡mira que nenita ésta echa… eeehhh!!”.

Dijo esto mientras me señalaba, pues en verdad parecía que llevaba una mini, pero quizás lo decía al verse mis empitonados pezones marcándose en esa blanca camiseta… uuummm!!. Manos que este que tras señalarme a cabo por posarlas sobre mis rodillas, acabando por separar mis muslos, mirándome con perversión y con sorpresa, decirme…

  • “Y tus calzoncillos… ¿Dónde coños están?”.

Dice y con una sonrisa burlona, finaliza por decirme…

  • “Mira que eres pervertido… maricón, que calladito te lo tenías, ¡no me digas que vas hoy de calientapollas… eeehhh!!”.

Sintiendo acto seguido como posa una de sus manos sobre mi miembro, pene que estaba erecto a pesar de mis ocho o quizás diez centímetros, tamaño que me tenía acomplejado a pesar de mi corta edad. Este sonríe, observando como inclina su cuerpo, encorvándolo hasta que su cabeza se pierde entre mis muslos, metiéndose mi miembro en su boca, chupando y absorbiendo mi glande… ooohhh!!. ¡Sintiendo su lengua viperina recorrer mi tronco hasta mi perineo… uuummm!!, descendiendo y lamer mi orificio… ooohhh!!, escupiendo y vuelve a ascender, besando y lamiendo mi perineo, subiendo por mi tronco hasta mi glande e introducírselo… uuuffff!!. Y aunque me estaba dando mucho placer, recordé donde estábamos y a lo que habíamos ido a buscar, acabando por decirle…

  • “Esto no está bien, ¡nos pueden coger… uuummm!!”.

Respondiéndome el abuelo de mi mejor amigo…

  • “Entonces que… ¿Lo dejamos?”.

Respondiéndole enérgicamente y más aún, cuando sentí los dedos de una de sus manos en mi orificio al tiempo que su otra mano en mi pecho, dedos de su mano izquierda que punteaba mi oricio, facilitado por su saliva… aaahhh!!. Esto, mientras su mano derecha acariciaba mi pecho y con sus dedos pellizcaba mis pezones, tirando con maldad y con deseo de escucharme… ooohhh!!. Diciéndole…

  • “Ni de coña… aaahhh!!, pero vamos rapidito… ooohhh!!”.

Notando como apartaba sus manos de mi cuerpo, manos que se retiró de mi orificio y mi dolorido pezón, escuchando poco después el soltar de su hebilla y la bajada de su cremallera, comprendiendo donde habían ido a parar. Haciéndome pensar sus intenciones, cosa que, tras apartarlo y bajar de la pila de palés, me puse en cuclillas delante suya, tomé su pollón duro y erecto de diecisiete centímetros, llevándomelo a la boca. Este gemía y acariciaba mis orejas y cabeza, tirando de mi camiseta hacia arriba, no dejando de tirar hasta acabar por sacármela. Mientras yo no deje de chupársela, cuya intención mía era de hacerle correr, cosa que no pudo ser, pues escuchamos las voces de mi padre a lo lejos llamándonos, cosa que el abuelo de Alberto grito a modo de hacerle ver que ya íbamos. Mientras me decía y aseguraba…

  • “Uuuffff!!... putita de lo que te has librado, menuda lechada te ibas a tragar… ooohhh!!”.

Acabando por ir él por delante, llevándose él algunas cosas mientras yo me arreglaba como podía mis calzonas, colocándole alfileres y grapas, arreglándole como mejor pude, prenda que nadie se dio cuenta más tarde de que estaba rota. Pero aún así, no deje de darme cuenta de cómo el abuelo de Alberto no me quitaba ojo, no dejaba de perseguirme, acosándome en cada lugar que íbamos, restregándome por mi culo su erección. Soltándome…

  • “No sé lo que tienes tú hoy, pero desprendes un olor como si estuvieras de esos días que están con la ‘regla’, días que percibes un olorcillo que te hace hervir la sangre, poniéndome como un toro y yo, estoy deseoso de darte una cornada”.

Este no dejaba de vigilarme, incluso el acoso debo decir que fue a más, cuando en un momento dado me dio por irme al baño a orinar, acabando por meterse este y cerrar la puerta tras de mí. Haciéndome poner de malas maneras en cuclillas, pues deseaba que acabará lo que comencé, volviendo a ser interrumpido por otra persona, no quedándonos otra que dejarlo.

Tras el almuerzo, toco copita para los mayores, piscina para los más jóvenes, observando como más de uno y una caían dormidos, momento en que aproveche para irme a mi dormitorio a cambiarme las calzonas por una nueva. Pues como os decía, sintiéndome seguro, cogí y me quite las calzonas, tirando estas a la papelera, viéndome reflejado en el cristal de mi armario, observando como mi camisa mostraba algunas manchas, prenda que también me quite. Dirigiéndome desnudo a mi armario, inclinándome a abrir un cajón y sacar de su interior unas calzonas y una camiseta, llevándome el susto del siglo en ese preciso momento, cuando la puerta de mi dormitorio se abrió. Teniéndolos de corbata al estar de la manera que estaba, viendo para mi sorpresa como por esta, aparecía el abuelo de Alberto. Soltándome nada más verme un…

  • “Uuuaaauuuhhhh!!... menudo cuerpo”.

Recuerdo que quise taparme con la bata, pero este con rapidez lo evito, mientras sentía sus manos acariciar mi cuerpo, deslizando sus dedos a su placer, sabiendo perfectamente que no era la primera vez, pero quizás el pudor por mi parte era por estar en casa de mis padres. Vergüenza que este no tenia, quizás más al mostrarme como de salido que estaba, acercándose hacia mí, viéndolo como me empujaba contra el aparador, como me fue inclinando hacia delante, ¡mientras sentía su boca besar mi cuello… uuummm!!, sus manos, una acariciaba mi pecho y pezones, mientras la otra alternaba entre mi miembro y mi orificio… ooohhh!!. Dedos que, al hundirse en mi orificio, este me dijo…

  • “Joder… mira como estas”.

Dijo al tiempo que el mismo me mostraba como de salido estaba él, no dejándome de empujar contra el aparador, acabando por apoyar mis manos a modo de poder contenerme. Sintiendo su glande, pero ya no solo la presión sobre mis nalgas, sino como este lo deslizaba entre mis glúteos, ¡como presionaba mi orificio… ooohhh!!, retirándola, volviéndola a lo alojar y volver a presionar. Soltándome…

  • “Dime… nunca has fantaseado con ser penetrado, no me digas que no… que siento tus pezones duros, decirme lo contrario”.

Volviéndome a insistir…

  • “Deberías probarlo, te aseguro que es maravilloso, sentir esa oleada de placer, no tengas miedo al dolor o sino más bien, debes temer que tengas miedo a que te guste demasiado, y no puedas soportar no tenerlo”.

Dándome por girar mi cabeza y mirársela, temiendo su grosor, su vástago enrojecido y marcado de venas. Fue sentir como vertía algunas gotas sobre mis nalgas de leche hidratante, cuando me dio por preguntarle con temor…

  • “En… entonces, me va a doler mucho o…”.

Entonces, me mira a los ojos y con esa cara de ternura que pone el abuelito de Alberto, me contesta…

  • “Mira te voy a ser sincero, no te voy a mentir, te digo que al principio va a doler, pero nada más tenerla dentro y comencemos… eso va a pasar, dejando paso al disfrute, te digo que te va a encantar, pidiéndote al final que no me detenga e incluso me pedirás más”.

Le miro extrañado e incluso atónito, dándome por dirigir uno de mi brazos a modo de ayudarle, separando con mi mano mis glúteos para que su miembro pueda entrar mejor. Este sonriéndome, me suelta con retintín…

  • “Te aseguro que te va a gustar… te va a gustar mucho, pero eso sí… pero lo que no te aseguro es que mañana, ¡no puedas caminar o sentarte de tan adolorido qué estés… uuummm!!”.

Decía mientras le permití introducírmela, presionaba y sentí su glande entrar en mi orificio, penetrándome por detrás… aaahhh!!, no siendo tan doloroso como me hizo ver, quizás fuera por el juego previo de aquellos dedos… uuuffff!!. Cosa que el mismo noto, y me soltó…

  • “Como se nota que hemos estado jugando, pues para ser tu primera vez, ¡mi polla ha entrado muy fácil… aaahhh!!”.

Comenzando en unos minutos a moverse con suavidad y lentamente, ¡sintiendo como me entraba y el ardor que sentía cuando la sacaba… aaahhh!!, no dejando de mirar el reflejo de mí en el espejo. Momento en el cual, coge y me suelta…

  • “Dime maricona… ¿Te gusta?”.

Entre gemido y gemido, claro está casi ahogados por no delatarnos, acabe por confesarle que sí, volviéndome a preguntar…

  • “Dime maricona… ¿Cómo te sientes?”.

Mi cuerpo se estremece por cada una de sus embestidas, teniéndome de puntillas a modo de poder alojarla mejor… ooohhh!!, sujetándome a veces por las caderas, otras en cambio me sujetaba por los hombros… uuuffff!!. No dejándome disfrutar del todo, pues no deja de hablarme, no quedándome otra que contestarle entre suspiros, jadeos y gemidos…

  • “Ostias de puta madre, siento como una serie de olas intensas de placer, olas que comienzan en lo profundo de mi cuerpo, difundiéndose y transmitiéndose por el resto del cuerpo”.

Acabando yo por venirme, corriéndome sobre el mueble y su mano, pues una caricia aquí y pajilla allá, no he podido aguantar, corrida que este me ha impregnado por mi pecho, dejándome pringoso con mi propio semen. Acabando este en minutos, sacándolo con fuerza y correrse sobre mi espalda y nalgas, corrida que nada más verlo me asusto. Digo esto, pues su cara su expresión su espasmo, me hicieron pensar en lo peor, quedándonos un rato descansando, asustado también estaba por la hora, pero fue verla y pude constatar que al final no estuvimos mucho más de media hora, tiempo que me pareció de horas. Tras vestirse el abuelo salió antes de mi dormitorio, quedándome yo para limpiarme y ponerme mis prendas, uniéndome al resto, dándome cuenta que nadie se había percibido de mi ausencia, cosa que me encanto.

Pero bueno, debo decir que el abuelo se disculpó, no por haberme penetrado, sino por haberme echado su orgasmo en mi espalda y nalgas, pues este me hizo saber que su idea era haber echado su corrida en mi boca, o incluso haberse corrido dentro de mí, llamándole a esto como… ‘preñar’. Cosa que pensé que por un lado hubiera sido mejor, quizás por el momento, pues ante la falta de ducha, acabe por meterme del tirón en la piscina, limpiándome restos algunos. Pero bueno, dejándolo ahí, ya que disfrutamos del resto de la velada, donde no hubo momento que me hacía saber lo mucho que había disfrutado.

Tras la finalización de ese día, acabamos por vernos días más tarde, donde hemos estado hablando sobre lo sucedido, conversando nuevamente sobre esto, pidiéndome repetir. Suplicándome prácticamente el follarme, aunque para ser sincero, debo decir que en mi interior lo deseaba yo también como el comer, deseaba sentir de nuevo su polla dentro… uuummm!!. Conversación que le dio a este por pedirme una fantasía, contándole…

  • “Mi fantasía comienza deambulando por el parque, dándome por espiar parejas, acabando por entrar en unos matorrales y sorprenderá a dos hombres mayores. Hombres que se estaban enrollando entre ellos, tras cortarles el rollo, se ensaña y se enojan conmigo, acabando por forzándome entre los dos. Saciándose hasta quedarse satisfechos, acabando aquello prácticamente en una violación”.

Fue finalizar y soltarme el abuelo…

  • “Joder… me has metido tanto en tu fantasía que no sé qué decirte, lo has contado con pelos y señales, no cortándote en los detalles, tanto que parecía que lo habías vivido. Dime… ¿En serio es una fantasía?, no me extrañaría y sabiendo las historias que cuenta sobre el parque, no dudando incluso si has sido castigado y forzado por esos dos tíos, usándote para su placer, ¡uuuffff!!... que morbo”.

Momento en el cual me mira el abuelo, y me suelta…

  • “Quiere que te cuente cuál es la mía, pues mi fantasía es poder verte conmigo y con varios amigos míos, me encantaría tenerte encima de mí… follándote, al mismo tiempo que otro amigo, ¡mientras tienes las pollas del resto en la boca… uuummm!!”.

Fue acabar y decirme…

  • “Mira cómo te has puesto… eeehhh!!”.

Estaba empalmado y con mis pezones duros que se marcaban en la camiseta, excitado a no poder más, tanto que me hizo tender sobre la cama, bajarme los pantalones y calzoncillos. Echarme un poco de crema en mi orificio e introducir sus dedos, sentir como entra y sale dos de sus dedos de dentro de mí… aaahhh!!. Acabando por colocar su glande y dejarse caer poco a poco hasta sentir sus huevos peludos en mis nalgas, quedándose un par de segundos y comenzara penetrarme.

Mis gemidos no se escuchaba al tenerme presionado contra el colchón, pero sus embestidas eran muy sonoras, tanto que se escuchaba perfectamente el golpeo de su ingle contra mis nalgas… ooohhh!!. Ruidos que silencio otros, como cuando ni llegamos a escuchar el abrir de la puerta, no tanto como el portazo de esta al cerrarse, ruido que me alarmo, pero que este no me permitió moverme hasta que no acabo. Quedándome sobre todo yo con el miedo y la duda de quién nos había sorprendido, duda que me mataba, bueno mejor será dejarlo aquí, ya os contare más si lo deseáis…

Bueno lo dicho, ya me decís que os aparecido. Estaré esperando vuestra respuesta, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).