El abuelito de Laura
Aprovechando un momento a solas, hago disfrutar sus vacaciones aun viejito
La semana pasada, Laura y yo conversábamos sobre el rumbo que ha tenido nuestra amistad, de ser simples vecinas que apenas se dirigían la palabra, a confidentes y cómplices en nuestras andanzas zoofilicas, por lo cual ya prácticamente vivimos en la misma casa, pues se la vive estudiando en mi casa y prácticamente encerrada conmigo.
Sus padres, al inicio se mostraban reticentes, quizá sospechaban que yo tenía otro tipo de interés para con su hija, pero creo que se tranquilizaron al saber, que Laura tenía algún novio, mientras que yo, pues recientemente tuve una relación con un tipo, que hasta hace unas semanas terminó.
Por esto, creo que ya fui más aceptada en su familia, y en ocasiones, cuando no estamos lo suficientemente dispuestas para nuestros perritos, pues nos vamos un rato a la casa de Lau, ahí en ocasiones estamos solas, y en alguna ocasión hemos hecho travesuras con pulgarcito (su perrito, del que he hablado en un relato anterior) en la sala y en la cocina, y por supuesto, en la habitación de ella y en el pasillo
Hace poco más de un mes y medio, llegó su abuelo a quedarse un tiempo en su casa, es viudo y la soledad como que le hace mal, así que decidió darse un tour por las casas de sus hijos, y como es jubilado de una empresa grande, en el cual me cuentan que tenía un buen sitio, la jubilación le alcanza para irse de viaje conociendo la república, o para incluso, sostener la casa del hijo donde se hospede, claro que sus hijos no se lo piden, pero él dice que tampoco quiere ser una carga, además, prácticamente no tiene gastos, por lo que prefiere disfrutar su dinero, o al menos ver cómo lo disfrutan antes de (como él dice) irse a corretear topos.
La verdad es un señor muy amable y atento, es verdad que bastante pasado de peso, y tiene una barriga gigante, por lo cual el médico le ha pedido en repetidas ocasiones que ya no coma tantas grasa ni harinas, pero él es insistente en que prefiere pasar lo que le queda disfrutando de la comida, en vez de irse deseando probar bocado.
Igualmente, ya es algo calvo, y ya ha perdido algunos dientes, pero como decía, a pesar de que el aspecto que tiene no es de un galán de telenovela, es muy platicador, y cada que abre la boca para narrar algo, la familia se junta para escucharlo, y cuando estoy, no me pierdo la oportunidad de escuchar una buena historia.
Hace poco, como un mes aproximadamente, fui a buscar a Lau, pero solo estaba el señor, según me dijo, la familia acababa de salir al súper, y él decidió quedarse a ver un programa de la tele, me invitó a pasar, acepté de buena gana, pues la verdad, nacho ya me había cogido un par de veces en una hora, y es que estos días que las perras andan en celo, se ha puesto terrible, por supuesto que no me molesta, pero generalmente me gusta hacerlo de noche, antes de dormir, o bien, antes de irme al trabajo, para llevarme algo de su semen bien dentro mío, pero si lo hacemos de día, la mayoría de las veces me tengo que limpiar su semen, así que decidí dejarlo que se reservara para la noche, me limpié bien su juguito y salí a casa de Lau, pues como ya dije ambos necesitábamos un poco de descanso, y esperar viendo la tele, en compañía del señor, no me parecía desagradable.
El programa trataba de qué sería del mundo si los humanos desapareciéramos de la tierra, la verdad, yo creí que se pondría a ver el futbol o las noticias, como lo hace la mayoría de los hombres de edad, pero me sorprendió que es muy culto, y coincidimos en que las telenovelas y los deportes por tv, son para mujeres frustradas y hombres algo incultos, mientras que programas como el que estábamos viendo, despiertan la imaginación y la creatividad, supongo que eso nos hizo entablar una buena amistad, y de a poco, me comentaba que a él le gustaría ser joven de nuevo, para tener alguna novia, pues aunque ya es algo mayor, igual se siente joven, y tiene aún mucho por vivir, pero como luego dijo, la vida es bien cortita y a él le parecía que le tocó tener un alma tan joven, pero le dolía que la vida se le fuera, yo le recomendé que se buscara una señora de su edad, se rió amablemente y me dijo que las de su edad no le van muy bien, que aunque es cierto que el no es ni joven ni guapo, tampoco le gustaría tener a su lado a una araña tejedora, o escuchar constantes quejas por las reumas, pues suficiente tiene con sus propios malestares, que se conformaba mejor con ver pasar a las jóvenes, y si no me molestaba, que por eso buscaba la amistad de chicas como yo, pues le infunden un poco de ánimo.
La verdad, llegué a sentirme bastante cómoda con él, y aunque sutilmente, me decía algunos piropos, cosa que me agradaba en sobremanera, pues ni siquiera mi novio de esos días me los decía, y creo que es algo bruto que los que se piensan jóvenes y/o guapos, sientan que solo por eso el trabajo ya está hecho.
A poco, creo que me pareció bastante mono el señor, y viendo que el tiempo pasaba, se me pasó una idea por la cabeza, que por lo general, procuro no pensármelo mucho antes que se esfume o me arrepienta.
Le pregunté si acaso no había contratado alguna chica joven por ahí, para satisfacerse un poquito, me respondió que no, que le temía a alguna enfermedad me comentaba que aunque ya le queda poco tiempo, tampoco tiene deseos de que le peguen algo. Esa respuesta era justo lo que esperaba, apenas le di tiempo a reaccionar porque le di un beso en la mejilla, le pedí que me dejara hacerle algo, me vio un poco incrédulo, pero dicen que la oportunidad la pintan calva, así que me dio su asentimiento con una mirada, le pedí que se recostara en el sofá, me recosté a un lado de él y le empecé a besar las mejillas, por lo que él me tomó de la cintura, primero de forma delicada, luego con un poco mas de confianza, bajando sus manos hasta el nacimiento de las nalgas, o subiéndolas por toda mi espalda, mientras que besaba mi cuello cada que tenía oportunidad.
A todo esto, yo estaba bastante encendida, era diferente a las formas que tenía mi novio, que llegaba y era cosa que deseaba tener sexo conmigo sin más, cosa que curiosamente nunca pudo tener.
Me estaba gustando mucho el asunto, pero teniendo en cuenta la poca disponibilidad de tiempo, decidí ir un poco más de prisa, por lo que bajé la mano hacia su pene, estaba apenas un poco firme, me dijo un poco avergonzado que no creía que fuera a funcionar, pero insistí en que quizá se pudiese hacer algo, accedió y me dejó bajarle el pantalón, la verdad no era algo bonito de ver, la barriga era gigante, y justo debajo de ella, antes del pene, un bulto de grasa, y finalmente, un pene que supongo debía ser del tamaño normal, de no ser porque justo por el exceso de peso, apenas era algo mayor a mi dedo anular, y unos testículos algo pequeños, pero bueno, yo no iba a juzgar, sino a cumplir una pequeña fantasía.
Arrodillándome a un lado del sofá, y estando a un costado de él, metí la cabeza bajo su barriga, y tomé su pene entre mis labios, recorriéndolo y aprisionándolo entre mis labios suavemente, al inicio él solo estiraba las piernas, moviéndolas frenéticamente como si sufriera espasmos en ellas, pero a poco, tomando confianza, me tomó de la nuca y me empujaba la cabeza, a la vez que pugnaba por meter su miembro lo más posible entre mis labios, ese pene que poco a poco adquiría más firmeza en el interior de mi boca, al poco tiempo, ya tenía el tamaño de una cajetilla de cigarros, y un grosor de apenas media cajetilla, pero ya aceptablemente firme y dispuesto.
Me saqué el tanga, y subiéndome un poco la falda, me acomodé como pude a horcajadas sobre él, empezando a cabalgarlo suavemente, y aumentando el ritmo, la verdad no estaba tan mal el asunto, me recargué sobre su barriga, restregando mi clítoris en el bulto de la base de su miembro, y podía ver su cara de satisfacción, con los ojos cerrados y la boca abierta, mostrando la ausencia de algunas piezas dentales, jadeando y disfrutando el momento, mientras que yo, enderezándome, ya que solo quería ver su expresión, seguí montándolo y cabalgándolo, disfrutando del éxtasis en que estaba don hasta que escuché el ruido de la camioneta de la familia de lau en la entrada, me levanté rápido, recogí mi tanga, él se medio acomodó el pantalón y le tomé de la mano, dirigiéndonos a su habitación, justo acabábamos de entrar cuando se escuchó la voz de la mamá de Lau avisando su regreso, le pedí que respondiera que estaba a punto de ducharse, puesto que la habitación en donde se queda, tiene baño propio, así que solo fui a abrir la llave del agua, para cubrir cualquier sonido, y se recostó en su cama, ahí me tiré a un costado de él diciéndole frases como "¿te está gustando gordito hermoso, mi viejecito?" mientras que él me decía solo "niña hermosa" lo dejé acariciarme un rato, pero como ya se estaba haciendo de noche, le pedí que me dejara acabar mi trabajo, así que nuevamente tuve que chupar su pene, ya que había perdido la erección, sin embargo, esta vez no tuve oportunidad de nada, pues no pudo aguantar mucho y justo cuando ya estaba firme, y me disponía a dejarlo para continuar montándolo, eyaculó en mi boca, la verdad no fue abundante, pero igual me tomé todo, y continué chupándolo como una paletita, aún cuando ya no había esperanza de que volviera a ponerse en condiciones.
El señor intentó muy amablemente, y algo avergonzado, quitarse, pero le pedí que me dejara un poquito más, mientras, le sobaba su barriga y me chupaba un poco, él estaba encantado y decía que nunca creyó que una joven se le entregara, o al menos deseara darle esos momentos de felicidad, me agradecía y me acariciaba el cabello cariñosamente, yo estaba muy feliz por lo que me decía, me hacía sentirme linda y me empeñaba en hacerlo gozar, le chupaba su penecito ya flácido y con los labios, hacia como que le mordía la cabeza del pene, o como que le daba pequeños mordisquitos en todo su miembro, lógicamente, no con los dientes, para no lastimarlo, lo ensalivaba, lo lamia, me gustaba ese jueguito, y él, con sus palabras, que me demostraban agradecimiento, no hacía sino hacerme sentir comprometida con extenderle más esos momentos.
Estuve así por varios minutos, hasta que decidí que ya estaba bien, me incorporé y le pedí que se metiera a bañar para que no descubrieran la mentira, así lo hizo y cuando salió, me dirigí a él, le quité la toalla con que cubría su cuerpo, le daba vergüenza pues decía que no era un espectáculo bonito, pero finalmente se dejó, la verdad, era raro ver el cuerpo desnudo de un anciano, y encima con el sobrepeso, el pene ni siquiera se veía, pues la barriga le colgaba y se lo cubría a la vista, metí la mano debajo de ella y ahí lo descubrí, pequeño y tímido, le pedí nuevamente al viejecito que se acostara, me monté sobre él y busqué hacer contacto entre mi vagina y su flácido pene, lo logré y empecé a masturbarme con él, me frotaba sobre ese miembro cas muerto, mientras, con mi propio abdomen empujaba la barriga del viejo hacia adelante, no era fácil, pues estaba pesada, pero como fuera, yo quería tener mi orgasmo con él, lo logré y luego de un rato, tras ponerme el tanga de nuevo, le limpié mis jugos con papel higiénico, para darle unos minutitos más de sexo oral, luego le pedí que fijara si yo podría salir, se asomó y dijo que no pasaba nada, al parecer estaban todos en la parte de atrás de la casa, así que salí de su habitación tranquilamente, abrió la puerta, y como habíamos acordado previamente, gritó "Laura, te habla tu amiga" Laura llegó de detrás de su casa, me dijo que estaban preparando una carnita asada y que justo en unos minutos se iba a dirigir a mi casa para invitarme a cenar con ellos, le dije que bueno, y nos fuimos los tres a ayudar en algo.
Está de más decir que en esa cena, el abuelito estuvo más que atento conmigo, "Paola, ¿quiere más carne? ¿cebollitas? ¿salsa? ¿un refresquito o agua?, etc." Y cuando le preguntaron del porque la atención, simplemente respondió "Oigan, es la invitada, a las visitas se les trata bien"
Y obviamente, cuando se hubo marchado el señor de la casa de lau, le conté a mi amiga el gran secreto de esa ocasión, le hizo gracia el que yo hubiera decidido hacerle la vida más llevadera al señor, y hasta ahora se explica el porqué los últimos días que estuvo de visita con ellos, se le veía sonriente y animado, por supuesto, yo no repetí la experiencia, al menos no completa, porque le volví a hacer sexo oral en algunas otras ocasiones, pero jamás volví a buscar la penetración, claro que para eso, antes hablé a solas con él y le puse como condición no tocarme, dejarse hacer y no hacer algo que descubriera nuestros juegos, pues a fin de cuentas, como le dije, todo lo ocurrido sería una fantasía de momento, aceptó y jamás pretendió propasarse conmigo a pesar de lo que ocurría entre nosotros cuando había oportunidad, pues siempre fui yo quien buscó nuestros encuentros, y hasta su partida a visitar a otro de sus hijos, mantuvimos frente a todos un trato respetuoso, aunque a decir verdad, el señor, antes de irse, me pidió mi número de cuenta en el banco, para pasarme un poco de dinero, oferta que obviamente decliné, pues no lo hice con esa intención, además, con sus piropos, que me hacían sentirme tan bien, la verdad llegué a sentir un sincero afecto por él, aunque igual, tal vez no vuelva a verlo jamás.
Espero que les haya agradado este mi primer relato con un (muy) madurito, aunque a decir verdad, yo sigo enamorada de mi perrito, y bueno, les mando a mis lectores, una fotito.