Ejerciendo de novicia (1) : Llegada a la casa

Me llamo Sonia tengo 33 años esta es mi historia

En el vestíbulo ya esperaban las otras tres chicas con su equipaje. En cuanto llegué nos condujeron a las habitaciones. Estaban en la planta baja, separadas por un pasillo del enorme salón que era el centro de reunión. La habitación era amplia con un grana armario empotrado, una mesa de estudio estanterías y un pequeño baño dentro. Junto a la puerta , nos dijo nuestra guía, está lo más importante, miramos y vimos un panel con luces coloreadas y un número en ellas. Las azules son las del piso superior, las verdes las del primer piso, si se enciende una debéis dirigiros a la que marque sólo tenéis diez minutos para llegar. La más grande roja es la de la sala de reuniones, en cinco minutos debéis estar allí. Recordad siempre esto. Luego podréis colocar vuestras cosas. Ahora seguidme. Nos acompañó hasta el salón y allí con un gesto nos invitó a sentarnos en las cuatro sillas colocadas otra vez delante de la mesa. Esperamos un rato y un grupo de ocho chicas entraron y se sentaron alrededor de la mesa.

Una chica morena algo bajita pero muy guapa que parecía ser la directora tomó la palabra. Nos presentó al resto de las chicas, las cuatro del último curso, que las llamaban las hermanas mayores  eran la cúspide de la hermandad las que dirigían, organizaban, y cuyas órdenes debíamos obedecer sin excusas. Luisa una chica rubia con unos pechos que contrastaban con su delgadez, Verónica una morena de facciones duras y cuerpo atlético, Dolores algo rellenita, de aspecto amable y María José la directora que hablaba con fluidez y seguridad e iba presentando al resto. Después de ellas estaban las de segundo curso que llamaban las tutoras; ellas supervisarían nuestros estudios y evaluarían nuestro comportamiento. A Laura ya la conocía y gracias a ella estaba ahora ahí, era una chica de pelo corto rojizo, de cara simpática, Lucía la más alta de todas, morena de pelo lacio y unas gafas de empollona, Marisa rubia, de pelo por los hombros y una boca de gruesos labios que destacaban en su cara, y por último Olga la más guapa de todas, parecía una muñeca, de cara dulce y cabello rubio. Hechas las presentaciones, María José, la directora empezó un discurso sobre el ideario de la hermandad. Entrábamos en un círculo privilegiado, una élite que nos permitiría ocupar grandes puestos en la política, la economía o en la universidad. Estudio, obediencia y entregaabsoluta , resumían los principios básicos.

Terminada la presentación y el discurso, nos dejaron en nuestras habitaciones. En una hora en el salón llevando sólo las bragas, nos dijo la directora . Empecé a colocar la ropa en el armario, y los cajones, coloqué los libros en las estanterías. Miré el reloj faltaban diez minutos para cumplirse el plazo. Me quité la ropa hasta quedarme sólo con las bragas. Me vi en el espejo, mi propia imagen empezaba a excitarme. Cuando llegué ya había dos de las cuatro novicias en el salón de pie enfrente del sofá. Me fijé en ellas tenían buenos cuerpos. Me fijé en sus bragas, una llevaba un tanga negro que dejaba ver la redondez de sus nalgas.

Las hermanas mayores y las tutoras iban todas con albornoz como si se hubiesen acabado de duchar, charlaban distendidas entre ellas. Cuando llegó la última dejaron de charlar y las hermanas mayores se sentaron en el sofá y detrás nuestra la tutoras. Una de ellas se acercó a la chica que llevaba el tanga y la dio unos cuantos azotes en el culo, sonaron secos acompañados de un gemido de dolor. En ninguna reunión de la hermandad está permitido usar tanga, nunca , dijo con voz autoritaria, para a continuación con unas tijeras cortar la prenda.  La chica estaba avergonzada y dolorida.

La directora tomó la palabra, debéis aspirar a ser la mejor en todo, en esta Sociedad las mediocres no tienen sitio. Ahora veremos si mereció la pena escogeros a vosotras. Según os nombre  acudís con quien os diga, espero no tener que explicaros lo que tenéis que hacer.

Fue nombrando a mis compañeras y emparejándolas con cada una de las hermanas mayores. La última fui yo, me reservaba la directora para su uso.

Me coloqué de rodillas frente a ella. Eres muy guapa y tienes un buen cuerpo , me dijo retirando un mechón de mi cara, espero que no me defraudes.

Abrí su albornoz, y eché el cuerpo un poco hacia atrás. Apoyé mi boca en su muslo. Comencé a besarlo, y a juguetear con mi lengua lamiendo ambas ingles, recorriendo con mis labios hasta llegar a la vulva. Con la boca abierta y sacando todo lo que pude la lengua di un lametazo desde casi el inicio del agujero del culo hasta el clítoris, lo repetí más despacio entreteniéndome en los labios mayores a los que fui dando pequeños mordisquitos con los labios cerrados, con la lengua dura  abrí su sexo, lamí los labios menores e introduje la lengua en la vagina, me demoré allí, lamiéndola despacio, en espacios pequeños combinados con lametones más grandes, con la lengua dura intente penetrarla   hasta volver a lamer suavemente su entrada. Subí hasta el clítoris que rodee con mi lengua, hasta encontrarme de lleno con él, parecía hinchado de grande que estaba apoyé mis labios en él y chupé con suavidad. Noté como se arqueaba su cuerpo y gemía. Lamí despacio y suavemente su clítoris e introduje mis dedos en su vagina, entonces ella levantándome la cabeza, solo con la boca . Aparté los dedos y seguí lamiendo el clítoris y la zona de alrededor, su cuerpo se agitaba y di unos lametazos desde el orificio del culo. Con la lengua dura otra vez me abrí camino hacia el interior de su vagina, fue entonces cuando noté en la cara y parte de la boca un líquido blanquecino que me mojaba. Amplié mis lametones abarcando todo su sexo. Puedes parar , me dijo levantándome la cabeza, y pasándome un pañuelo de papel por la cara. Me quedé de rodillas frente a ella, veía su cuerpo aún agitado,   respirando nerviosa, el pelo de su pubis estaba salpicado del líquido blanco. Lo has hecho muy bien , me dijo acariciando mi pelo, puedes sentarte.

La directora tomó mi ficha y anotó algo en ella. Poco a poco fueron terminando todas, hasta nuevamente ocupar nuestros sitios. Podéis ir a lavaros la cara y volver . Diez minutos

El espejo del baño me devolvía mi imagen, despeinada, algo sudorosa, con los pechos desnudos y las bragas descolocadas. Parecía una puta, por un momento pensar en eso me excitó. Sí tal vez solo era eso. Sonó el timbre, la lucecita del salón. Me sequé la cara y coloqué las bragas.

Después de lo que hemos visto, designaremos a las tutoras, dijo La Directora, ellas os dirigirán durante este año, os darán buenos puntos por lo logros y señalarán las faltas por las que se os castigará. Ellas os enseñarán a comportaros . Fue diciendo los nombres. A mí me asignaron a Lucía, con sus gafas de pasta negra y su altura, tenía aspecto anodino y simple pero si estaba allí sería por algo. Empezaba un año cargado de expectativas.

Próxima entrega : Ejerciendo de novicia (2) : Rutinas diarias