Ejercicio placentero III

Última parte del relato. Este es un poco más intenso y dominante que los anteriores.

Como había prometido en menos de dos horas ya estaba allí de nuevo. Se había cambiado de ropa y traía una bolsa de deporte en la mano, que me intrigó mucho. Lo primero que hizo al llegar fue girarme para ver si me había quitado el plug. Quedó encantado cuando vio que seguía en su sitio. Yo me había puesto un conjunto de corsé con liguero y medias de rejilla negras. Llevaba unas botas altas negras con las que nunca había salido a la calle pero sí que me había puesto algunas veces para estas ocasiones. Mis pechos sobresalían por arriba y él pronto fue a echarles mano. Empezó a lamerlos en la misma entrada mientras me llevaba al sofá del salón.

  • Veo que has sido una buena chica. Lástima, con las ganas que tenía de castigarte.

  • ¿Castigarme? ¿Que tenías pensado hacer?

Fue hacia la bolsa con una sonrisa y sacó unas cuerdas. Aquello ya me estaba calentando de nuevo.

  • Vamos a la cama y espero que lo tengas todo preparado.

Fuimos al cuarto y nada más llegar me quitó el corsé y empezó a atarme alrededor de los pechos. En unos minutos las cuerdas me aprisionaban los pechos de tal manera que estaban comprimidos y los pezones despuntaban en el centro. Me dejó solo el liguero, las medias y las botas. Tras darme un cachete en el culo me hizo sentarme en la cama con el plug puesto y colocó una silla justo delante de mí, se desabrochó el pantalón y sin quitárselo se sacó la polla y se sentó.

  • Puedes comenzar ya. Estoy impaciente por ver cómo te masturbas. Yo te iré dando algunas indicaciones. Empieza introduciéndote las bolas chinas y el estimulador de clítoris.

Hice lo que me pedía y me puse a jugar mientras veía como se tocaba.

  • Sabes, creo que mejor te voy a tapar los ojos. Eso intensificará las sensaciones.

Y me puso una venda en los ojos que me impedía verlo. Hizo que me quitara las bolas chinas y me pasó un vibrador. Mientras me lo introducía noté algo en mis pechos, que estaban muy tirantes a causa de las cuerdas.

  • Están muy firmes para poner las pinzas y que tiesos tienes los pezones. Sientes el placer de la presión, ¿verdad?

Casi sin poder contestar, asentí. Su tortura siguió al menos una media hora, pero no me dejaba correrme. Cuando por mis gemidos notaba que estaba apunto me hacía parar. Quitándome la venda me levantó de la cama. Ya no llevaba pantalones y su polla apuntaba hacia el techo. Me hizo sentarme sobre él en la silla. Nada de quitarme el plug, me quería bien llena. Cuando estaba saltando sobre él, me quitó las pinzas y un dolor placentero me recorrió de arriba abajo. Me agarró los pezones, los retorció y mi orgasmo estalló. Pero eso no hizo que parara, siguió subiéndome y bajándome agarrando mis caderas.

Cuando paró nos levantamos y me sentó a mí en la silla. Me costaba estar sentada con el plug anal, pero encontré una postura más o menos cómoda. Él se arrodilló en el suelo y me quitó las botas. Me abrió bien la piernas y comenzó a lamerme la entrepierna hasta tenerme al borde del orgasmo. Retorciéndome en la silla empecé a dejar mi mente en blanco. Me tenía totalmente abierta y dispuesta a todo. Hizo que me levantara y me pusiera de rodillas sobre la silla, quedando mi culo a su disposición. Sacó el plug anal  mientras me daba cachetes en el culo, cada vez más fuertes. Noté un líquido recorrer el interior de mis piernas. Mi excitación era más que palpable, y la suya lo fue en cuanto me golpeó el culo con su polla. Estaba bien dura y lista para lo que sabía que quería.

Me penetró el culo de nuevo, que ya no oponía ninguna resistencia. Llevaba horas esperando que lo volviera a llenar con su polla. Empezó a embestirme fuertemente, acercándose a mi oído y diciéndome todo tipo de guarradas que hicieron que mis pulsaciones se aceleraran y mi mente perversa empezara a imaginar todo lo que me decía. Así fue como incluimos en el juego a una persona más que miraba desde un rincón oscuro mientras se masturbaba, a una chica que esperaba fuera con un dildo para pasar a penetrarme cuando él acabara conmigo, una cámara de video que grababa la escena… Aquello que en otras ocasiones no me había gustado siquiera que mencionaran, estaban consiguiendo que mi mente las aceptara y más que eso, que me pusiera caliente pensando en ellas.

Llegamos juntos al orgasmo mientras me mordía el cuello y soltaba toda su leche en mi culo nuevamente. Fue tan fuerte el orgasmo que mi cuerpo se vino abajo y me dejé caer sobre el respaldo de la silla. Él me cogió en peso y me llevó a la cama. Con delicadeza me secó bien con una toalla y me quitó la ropa que me quedaba. Me besó en los labios y me echó una manta por encima.

Cuando me desperté ya era de noche fuera. Me estiré en la cama como un gato antes de levantarme y comprobar que estaba desnuda. Todas aquellas imágenes pasaron por mi mente y pensé si todo aquello había sido real o un sueño. La habitación estaba recogida. Decidí darme una ducha para aclarar las ideas. Estaba a punto de coger en jabón cuando de nuevo una mano se me adelantó. No, aquello no había sido un sueño. Allí estaba nuevamente él. Se metió desnudo en la ducha y me besó poniéndome contra los azulejos. Mis pezones volvieron a ponerse duros y mi sexo a humedecerse. Había sido bueno y me había dejado descansar unas horas, pero pensaba pasar allí la noche y seguir disfrutando de mis placeres.