Ejercicio 2 - Las Apariencias Engañan: Despertar
Segundo ejercicio literario acometido por un grupo de autores de TR. Si en el anterior el argumento principal fue un naufragio, en este lo son las falsas apariencias de recato y castidad de mujeres y hombres antes de casados.
Segundo ejercicio literario acometido por un grupo de autores de TR. Si en el anterior el argumento principal fue un naufragio, en este lo son las falsas apariencias de recato y castidad de mujeres y hombres antes de casados.
Las apariencias engañan: Despertar.
ELLA
Él
Y pensar que estudié con él en el colegio y nunca me había fijado en lo lindo que era, pero detrás de esos lentes y lo cerebrito que era nunca me lo hubiera imaginado ¿qué cosas no? - Así pensaba Dayana cada vez que alguien le preguntaba, generalmente una amiga, que de donde había sacado semejante "Mango". Ella sonreía por dentro y su siempre hambriento ego se inflaba un poco más y decía que lo conocía desde la infancia, pero lo tenía reservado única y exclusivamente para esta ocasión.
Y pensar que nunca me tomó en cuenta en el colegio claro, ella siempre el centro de atención, la más bella, que se iba a estar fijando en un "nerd" como yo. - Así pensaba J.J. cuando los amigos le preguntaban de dónde había sacado semejante "Hembra" y/o "la Lotería" -. Solo algunos de mis amigos la conocían desde hace años, tiempo en que siempre han sido fieles compañeros y amigos míos, J.J. Di´Mateo. Orgulloso de mi propio orgullo, respondía: que era el amor de mi vida, que la conocía desde siempre y ya era hora de que nuestros caminos se cruzaran. Algunos se burlaban por tanta cursilería y otros me felicitaban y me deseaban lo mejor.
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Había viajado a la capital por cuestiones de negocios, había ido a hacer el trabajo de otra persona y de quien heredaré todo algún día. Era Directora Ejecutiva de una Empresa poseedora de varias tiendas por departamentos y supermercados que a su vez poseía un Centro Comercial donde funcionaban la mayoría de las tiendas y se autogestionaba con las rentas que las demás tiendas producían. Era un negocio muy próspero donde mi padre era el dueño absoluto.
Mi padre empezó como buhonero, vendiendo "Jeans" de imitación en el mercado popular de aquella ciudad, tras 5 años ya era dueño de una tienda exclusiva de todo tipo de prendas de vestir en tela de mezclilla, "Jeans". Poco después compró la tienda de al lado y creó el primer vestigio del monstruo en el que se convertiría, así poco a poco fue comprando las tiendas adyacentes, hasta hacer de la cuadra entera el pilar fundamental de su economía y prosperidad. Ahora la empresa vende desde un alfiler hasta edificios enteros y todo lo que estos requieren para su construcción y es la mayor importadora de variedad del Estado, es en sí una empresa autosuficiente y retroalimentada donde las ventas netas diarias llegan fácilmente las 8 cifras, y en las temporadas fuertes no era raro que la cifra aumentara en una más.
Soy la única heredera del Imperio Saleem. Mi padre, Karim Saleem, era un inmigrante libanés que llegó muy joven a este País, era un joven de 19 años y que rompiendo tradiciones y costumbres de su cultura contrajo matrimonio con una hermosa mujer católica de esta tierra a la edad de 25 años. Ella tenía 26 años cuando se casó y el acababa de comprar su primera tienda, durante los siguientes 5 años después de muchos intentos ella logró quedar embarazada de mi, Dayana Saleem Algaraí y no pudo tener más hijos, pasaría a ser el centro de la familia, de todo, mi padre siempre quiso lo mejor para mi y me lo dio todo, el amor, compresión, educación
Trabajaba en la capital como uno de los gerentes del principal Banco Central del país, ente emisor del dinero y control bancario nacional, con apenas cuatro años ya ocupaba un cargo que a cualquiera le tomaría mínimo 7 u 8 años y asesoraba a dos compañías, una metalúrgica y otra tabacalera, a pesar de tener 30 años era un joven promesa en economía, y ya empezaba a amasar una fortuna producto de mi duro esfuerzo.
Soy Economista Graduado Magna Cum Laude, en la mejor universidad del país, era un futuro prospecto para el ministerio de economía del país, a los 28 años recibí una propuesta del Ministro de Economía, pero la rechacé alegando que necesitaba más experiencia.
Mi padre Giancarlo Di´Mateo fue empleado público ahora jubilado, italiano de nacimiento, llegó cuando era aun un bebé huyendo de la guerra, creció, se educó e hizo su vida aquí. Sacrificó todo por la familia y echó el resto para que yo, su hijo menor echara para adelante y no saliera como mis hermanos mayores flojos y conformistas, no eran malos hijos decía el viejo, pero no bien habían terminado el bachillerato y ya estaban "preñados", el mayor apenas estuvo un semestre en la universidad cuando dejó embarazada a una joven y se casaron, el hermano que le sigue también tuvo el mismo destino a los tres semestres y mi única hermana ni siquiera terminó el bachillerato cuando ya tenía una barriga.
No teníamos necesidades, teníamos una casita propia y mi madre también trabajaba, al cumplir 45 años fue jubilado por 25 años de servicio y una muy buena cantidad de millones en prestaciones más la pensión de jubilación, dinero que sirvió para que yo el menor, el de las mejores notas fuera a la capital a estudiar y apenas me gradué quise sacar un doctorado y mi padre me ayudó al igual que mi madre jubilada con 20 años de servicio y una beca.
Me habían cambiado de colegio. De uno privado a uno público, el mejor del estado. Por unos meses me sentí muy desdichada, pero mi padre sabía lo que hacia. Muchos siempre se preguntaron cómo era posible que alguien con mucho dinero sacara a su hija de un colegio privado de prestigio para meterla en un colegio público, al menos era muy bueno. En el colegio yo era la más popular por ser la más bella, pero no por eso era engreída, tuve siempre buenas notas y muchos amigos y amigas, al salir del liceo me fui a estudiar administración en una buena universidad en la capital.
Durante ese tiempo tuve varios novios, además de la vida fiestera terminé siendo un plato fácil para cualquier chico e incluso algunos profesores, a medida que pasaba el tiempo me fui haciendo más adicta al sexo, inclusive tuve muchas experiencias lésbicas antes de graduarme, por un tiempo fui swingers con un novio que tenía y frecuentábamos a numerosas orgías, los amigos de los que me envolví no eran más que una cuerda de aduladores de oficio aprovechándose de mi dinero y mi bondad.
Por un tiempo, en las fiestas bebía en exceso y terminaba con alguien en la cama y ni siquiera sabía su nombre, a veces ni recordaba haberlo conocido. Apenas me gradué con buenas notas, me quedé viviendo en la capital y trabajando en la empresa donde había hecho pasantías, le había dicho a mi padre que quería por lo menos superarme sola y ganar experiencia antes de trabajar con él, cosa que era falsa, lo que me mantenía atada a la capital eran las fiestas a las que no me permitía faltar. Así pasaron cuatro años de orgías, fiestas, derroche, alcohol, gracias a dios que no probé ningún tipo de drogas.
Hasta que un día desperté en una cama ajena, a mi lado, una amiga, la dueña de esa cama. Yo estaba llena de grandes y feos moretones en sus pómulos, piernas, espalda, costillas y brazos, marcas en las muñecas y tobillos así como en la comisura de los labios, había sido salvajemente golpeada y no recordaba nada de lo ocurrido ni siquiera alguna idea, al quererme parar sentí muy adolorido mi cuerpo y me quejé dolorosamente, sentada en el borde de la cama vi pequeñas manchas de sangre en mis piernas y en el piso alrededor de la cama nunca supe de quien era ya que no presenté heridas y por un momento sentí temor a algo, no sabia a qué, pero sentí mucho temor, miré a mi amiga y esta presentaba iguales síntomas, la llamé y al despertarse también se asustó por el estado en el que estábamos. Me vestí lo más rápido que el dolor me permitió, tomé mi Mercedes SLK230 y me fui a mi apartamento.
Allí me metí en el jacuzzi con agua tibia y pasé todo el día allí metida sin comer ni beber nada, solo pensando en mi vida, en lo que ha sido, en todo lo que había sucedido y en el posible futuro si seguía así, pensé en mis padres en el sacrificio de estos por darme todo lo que yo quise, empecé a hacer una balanza en mi mente, donde fui colocando todo lo que yo quiero, me gusta, deseo, añoro, debo, tengo y tristemente me di cuenta que no deseaba la vida en mi estado natal, que quería seguir viviendo en la capital con sus fiestas, mis amigos y amigas que no eran perfectos, orgías y bebidas, hasta llegar a despertarme nuevamente y mirándome los moretones con terror sentí más miedo que el que había sentido en la mañana y me di cuenta del por qué de mi miedo, temí al Sida o cualquier otra ETS, temí no despertar un día, y como espectadora verme tirada en una camilla cubierta con una sabana blanca hasta la cabeza y me vi saliendo de mi casa con los pies por delante, me vi sobrepasando los limites del placer, incluso me vi drogada, había estado a punto algunas veces de probar cocaína, pero siempre me detenía, llegué a pensar en que en cualquier momento lo haría y allí tendría asegurada mi perdición.
Pensé mucho y medité mucho más sobre el por qué había llegado hasta allí, y al darme cuenta me estaba acariciando mis genitales, ¡el sexo! pensé, sacando los dedos de donde los tenía. Siempre me había gustado en demasía, me gustaba el morbo en exceso, mis limites eran muy amplios, no tenía tabúes sexuales, y siempre cumplía mis fantasías, lo que si no soportaba era la violencia, unas buenas nalgadas, como no, claro que unas buenas nalgadas son necesarias de vez en cuando, unos buenos pellizcos en los senos mucho más aún, me gustaba el sexo salvaje, duro, me gustaban las uñas y los mordiscos en lugares específicos, pero hasta allí.
Mirándome la piel arrugada de mis dedos por estar metida ya dentro del jacuzzi más de 8 horas, pensé que si seguía con la vida que llevaba no me vería nunca así, acaricié mi cuerpo tratando de sentir los arrugados dedos y al pasar por mi sexo supe que aún muy vieja podría tener un orgasmo, la cuestión era llegar hasta allá, y así no llegaría nunca, este pensamiento se repetía como el eco de un disco rayado en mi mente "si continuaba no llegaría", una y otra vez fue lo único que ocupó mi mente el resto de las dos horas que continué dentro del jacuzzi.
De repente saqué el tapón de desagüe y el agua se fue en pocos minutos, miré mi cuerpo, tenía 28 años y me sentí muy vieja, además de las arrugas forzadas, sentí débil el cuerpo, talvez por los golpes, ya no era la niña que salió de casa un día para viajar, ni la jovencita que regresó después de tener casi un año volando alrededor del mundo antes de entrar a la universidad. Mi cuerpo era bello aun, tenía y aún tengo senos talla 34C con unos pezones pequeños, claros, muy lindos, era delgada, cintura pequeña que le daba forma y gracia a mi figura, un culito decente, nada del otro mundo, pero estaba redondeado y no pasaba desapercibido, delgadas y largas piernas, tenía el pelo rubio casi blanco de tanto tinte y decolorante, largo y muy maltratado, mi cara blanca por demás, presentaba profundas ojeras, mis cejas gruesas que algún día fueron clara firma de mi padre eran casi inexistentes, apenas una delgada línea. Ojos color ámbar-miel, un atractivo muy fuerte que siempre agradecí a mi madre. Una nariz fina, también de mi madre y una cara ovalada. Aún era bella, pero estaba hecha una mierda.
Al salir del jacuzzi y mirarme al espejo vi con pavor el degradado reflejo de mi cuerpo, no era el cuerpo que tenía pintado en mi mente, nunca antes me había visto con tanta transparencia, pensé que había sido engañada por mi subconsciente desde hace tiempo, por un momento dudé de el espejo y fui a mirarme al de la habitación, un gran espejo de cuerpo entero y nuevamente el terror me invadió, me dejé caer de rodillas y apoyando la cabeza en la cama pensé nuevamente en qué debía hacer. Mis ojos se cerraron por 5 minutos que parecieron 30.
Al despertar tomé la resolución que debía cambiar mi vida y allí no lo haría.
Muy delgado con gruesos lentes de pasta negra, el pelo peinado de un lado, nariz grande que denotaba mi descendencia italiana, cejas pobladas unidas en una sola, así era yo, el mejor en cada año de estudio, al llegar a cuarto grado conocí a Dayana cuando esta fue cambiada de colegio.
Yo y dos compañeros más, éramos tratados con indiferencia por el resto del salón, éramos los cerebritos los que sacábamos las mejores notas, los que siempre andábamos juntos como hermanos siameses, los únicos que competíamos entre si para sacar mejores notas, nunca fuimos tratados mal, si no con un poco de indiferencia, éramos los mejores en todo, sobre todo yo. Solo era el orgullo del colegio, era casi siempre el representante en ciencias, en las olimpiadas matemáticas, más adelantes las de física y química, fui el presidente del centro de estudiantes, club de ajedrez, ciencias y matemáticas, y delegado del salón en varias oportunidades, en fin una joya.
Desde que Dayana entró al colegio nunca dejé de mirarla, era tímido por naturaleza y aunque crucé algunas palabras con ella nunca dijo nada más allá de lo necesario por la ocasión, a medida que pasaron los años continuamos siempre juntos así como los demás compañeros, a veces salía o entraba alguien nuevo, pero nunca fueron distracción para mi, mis ojos no tenían más norte que Dayana, escribía en los cuadernos su nombre mil veces, y siempre la miraba fijamente, siempre había sido el primero en la fila y desde que ella llegó siempre me senté algunas filas a su derecha y un poco detrás de ella solo para mirarla. En ese tiempo ella era blanca cabello largo muy largo y de color negro, muy negro cejas gruesas y ojos color miel, eso era más que suficiente para sentirme embrujado. Y así pasaron los años sin cambio alguno.
Al graduarme no tuve vacaciones, sino más estudios para prepararme a presentar el examen de admisión en la facultad de economía en la principal universidad del país, aprobé con muy buenas notas y regresé a empacar por que pronto empezaban las clases. Me mudé en casa de una tía, hermana de mi madre, pero al año tuve que mudarme, ya que no tenía paz y concentración, ya mayor de edad me valí solo y con la ayuda económica de mi padre recién jubilado continué los estudios, al segundo año de estudio tuve mi primera novia, que había notado en mi un muy buen mozo joven que se escondía detrás de unos lentes de pasta y un peinado de la época de la colonia, ella me cambió por completo.
Cuando me gradué mis padres pensaron que me casaría con esta joven, que había hecho de su hijo reservado y tímido en todo un apuesto galán, seguro de si mismo y de muy buen vestir, pero no fue así, firme en mis decisiones y sincero en mis sentimientos, no me sentía listo para contraer matrimonio y una desilusionada Amanda tuvo que dejarme y verme partir al exterior a continuar mis estudios, que gracias a los ahorros de mi padre y una beca otorgada por la universidad por haberme graduado con la máxima distinción, iría a Inglaterra a hacer un post grado y consecuentemente un Master.
Cuatro años estuve en Inglaterra sin poder venir, ya graduado regresé al país, donde con mis excelentes notas entré como auxiliar económico en la oficina de Planeación y Desarrollo económico del Banco Central, participé en un concurso para dar accesoria externa en el área de exportación en una de las empresas metalúrgicas más importante del país y gané, al segundo año fui llamado por una tabacalera para que también los asesorara, y en tres años ya tenía en el exterior una cuenta con más de 200.000 mil dólares producto solamente de mis asesorías.
Era un mujeriego empedernido, en Londres no dejé lo que no hice, tuve muchas mujeres y al llegar aquí continué en lo mismo, siempre pendiente de una falda y no podía ser fiel, las mujeres casi que se me tiraban encima, no es que sea echón pero así pasaba, era alto, blanco, pelo negro con ligeras canas laterales, cara cuadrada con marcada quijada y mentón, nariz grande, cejas pobladas y ojos muy penetrantes, mi cara era un símbolo de hermosa rudeza, ligeras líneas daban el toque perfecto para la libido femenina disculpen tanta modestia, pero creo que mi mayor atractivo era la inteligencia, era muy perspicaz y hasta atrevido, sabia como engatusarlas, aunque no era necesario, solo tenía que pedirlo para que ellas ni lo pensaran, pero andaba en busca del algo distinto, sentía que algo me faltaba.
Llevaba un vestido vino tinto, ceñido al cuerpo y algo conservador, estaba en la sala de espera cuando lo vi llegar, vestido en un impecable traje y corbata roja, solté un leve suspiro y pensé "papacito", luego de casi media hora la secretaria me anunciaba que podía pasar a la oficina del Doctor Di´Mateo.
Al entrar el Dr. apenas me vio, se acercó al intercomunicador a la vez que me hacia una señal con la mano de que me sentara y le dijo a la secretaria que trajera café... Por un momento la voz me sonó familiar, pero después de un rato de mirarlo y detallarlo mientras acomodaba unos papeles, no me pude imaginar donde había escuchado esa voz, era alto, estaba buenísimo, sus lentes ligeros de montura libre le daban un aire mucho más interesante, esas canas que bien lo hacían ver, sus cejas pobladas me recordaban a mi padre y algo así no se olvida tan fácilmente, incluso llegué a pensar que lo conocía de alguna orgía en las que participaba hace algunos años atrás allí en la capital. Pero me di por vencida y me dediqué a comérmelo con la mirada.
Dr. Di´Mateo, vengo en representación de la empresa Saleem
Y allí me puse a plantearle la intención de la empresa de solicitar una solvencia y un certificado de valuación y excelencia para la empresa, ante la mirada penetrante del Dr., porque de verdad era penetrante, aquí hice la aclaratoria de que no era para venderla, sino que estaba solicitando la exclusividad de importación de varias marcas internacionales en distintos renglones y que debido a las nuevas políticas económicas internacionales, uno de los requisitos era que la empresa en cuestión debía tener un certificado de solvencia, excelencia, fluidez y seguridad financiera, así como una carta aval del banco central para el futuro negocio de importación, también la empresa al tener exclusividad de marcas debía reportar al banco central directamente los Ingresos Brutos productos de las ventas para ser incluidas en las estadísticas a futuro del país.
Por un momento me sentí intimidada, ante la mirada persistente y penetrante del joven Dr., nunca antes nadie me había mirado tanto tiempo y fijamente a los ojos, sentía que penetraba mis barreras y desnudaba mi alma, sentí un escalofrío que me recorrió por completo, pensar que quien se lo iba a comer con los ojos era yo, empecé muy bien degustando cada detalle de aquel hermoso rostro pero después no sabia que sentir y aunque un poco nerviosa pude exponer todos los puntos para los cuales estaba allí.
Dios, si este hombre continua mirándome así en cualquier momento voy a tener que salir corriendo, pensaba un poco nerviosa, desviando lo más posible la mirada con la de él, mis manos empezaron a sudar, las sentía frías, solamente esperando alguna respuesta del Dr. Nunca me había sentido tan intimidada con una mirada así, en mis tiempos locos bastaba una tercera parte de esa mirada, para entregarme a los más oscuros deseos de Eros. Sentí una hinchazón y calor en un sitio muy conocido por mi y que ya se me había olvidado y tragué seco.
Otro día de rutina, pensé mientras llegaba con 20 minutos de retraso a la oficina debido a las grandes colas del centro de la ciudad, a grandes zancadas entré a la oficina apenas saludando a mi secretaria y me dispuse a ojear el índice bursátil de la bolsa, del país y de Nueva York, en mi computadora y en una pantalla electrónica en una pared de la oficina, leí algunas secciones especificas de la prensa y me dispuse a enviar ordenes a mi corredor de bolsa en NY donde tenía colocado algún dinerito.
Ya desocupado, le ordené a mi secretaria que hiciera pasar la persona que me había anunciado cuando llegué, La miré rápidamente por un momento y le señalé que se sentara mientras ordenaba café, cuando en mi mente tronó esa voz pronunciando mi apellido, "Di´Mateo", de inmediato en mi mente se dibujó el rostro de una jovencita, Dayana Saleem, la miré fijamente y ¡si! era ella, la detallé por un momento y me di cuenta de que casi no había cambiado nada, como era posible, aquí, frente a mi, ¿cuanto tiempo ha pasado?, ¿que ha hecho?, no esta casada, no veo anillo en su dedo, ni marca blanca que delate, esta muy bella, hermosa, preciosa, impecable, ¿tendrá novio? ¿Donde vive? tonto sabes donde vive, me decía a mi mismo, ahora tiene el pelo castaño oscuro, sus ojos son los mismos, esta hermosa, esta bella, esos ojos nunca antes los había mirado tan de cerca y fijamente por lo menos no tanto tiempo, ella también me miraba, me imaginé una vida impecable intachable, tenía porte de dama respetable, sus ojos seguían siendo hermosos, sus cejas todavía eran gruesas pero delicadamente delineadas, sin duda era ella, esta muy seria
¿Por que me evita los ojos?, ¿se habrá dado cuenta de quien soy?, ¿por que arruga el entrecejo?, ¿que hago? ¿La invito a almorzar? ¿A cenar?, ¿a tomarnos un trago?, ¿por que me sudan las manos?, ¿por que estoy nervioso?...
Estaba nerviosos, lo había reconocido, ¿pero por que me pasaba?, antes con ninguna otra mujer me pasó y menos desde que llegué de Londres, solo cuando estaba en el colegio y delante de ella misma, me sentí un "nerd" nuevamente, mi corazón estaba acelerado y estaba sudando, sentía que mi mundo era insignificante delante de Dayana, no sabia que decirle, ¿qué le diría? ¿Por qué estaba intimidado? Muchas fueron las interrogantes que en ese momento me surgieron y me di cuenta que Dayana tenía diez minutos hablando y lo único que recordé fue mi apellido en esa boca en esa voz.
" y por eso es necesario que el banco nos conceda una solvencia y un certificado de visto bueno para cumplir con los requisitos de las empresas que ya le he mencionado".
Me quedé pensativo un momento tratando de recordar que había dicho Dayana, no le había prestado la más mínima atención. Me sentí avergonzado y le dije que por favor me dejara todos los documentos necesarios para su posterior estudio, seguimiento y discusión con los demás departamentos en los que pudiera estar implicado su caso.
Ella dejó una gruesa carpeta que tenía preparada para tal fin, se despidió y se paró para marcharse, al verla de espalda me armé de valor y le dije si podía invitarla a almorzar ese día.
Yo acepté de inmediato, y le di la dirección del Hotel Hilton donde me hospedaba, el quedó en pasarme a recoger a las 12 y media. Si bien no había terminado de salir de la oficina ya me estaba reprochando por haber cedido tan rápido a la invitación, tenía dos años sin salir con hombres y viene uno y destroza las barreras que yo me había impuesto hace dos años en esa misma ciudad, aunque no se que barrera, simplemente tenía que evitar volver a caer en el vicio del sexo. Nerviosa y más ansiosa aún, salí de la maraña de pisos y oficinas del imponente edificio del Banco Central, tomé un taxi y sin pensar nada miré a través de la ventanilla todo un mundo de personas, tan ajenas a ellas como yo a mi misma por haber aceptado, me reproché todo el camino, a veces mi mente me jugaba sucio. el papacito rico que acababa de dejar no podía estar menos bueno? finalizaba pensando.
En el hotel me metí en el jacuzzi de la suite y repasé mi vida en un corto plazo, me pareció un "deja vú", cuando salí de la ciudad hacia dos años se prometí no volver a caer en ese mundo de perdición, tenía que controlarme y saber hasta donde podía llegar, me fui a mi estado donde después de estar un mes en un Spa, decidí empezar de nuevo, comencé a trabajar con mi padre, proponiendo nuevas ideas que resultaron buenas y poco a poco me entregué al trabajo, me levantaba muy temprano a las 6 de la mañana, trotaba una hora y a las 8 estaba en la oficina y no salía de allí si no hasta a las 8 de la noche para llegar a darme un baño y dormir.
Tanto me metí en el trabajo que me olvidaba de mis necesidades sexuales poco a poco. Tuve pretendientes, bastantes diría yo, pero venia de la capital y ninguno logró reanimar lo que paulatinamente iba olvidando, además no tenia tiempo, el trabajo me consumía y las citas con hombres era estrictamente de negocios.
Lentamente fui olvidando el mundo de las fiestas-orgías, hice un nuevo grupo de amistades donde lo que abundaban eran mujeres estiradas y recatadas, donde apenas se hablaba muy superficialmente del sexo, días en que mi sexo era visitado por mis dedos para saciar antiguos anhelos despertados por la insipiente charla y que poco a poco se hicieron menos, y después de un tiempo fui olvidando que había olvidado hasta ese día.
Sentí deseos de acariciarme, sentía que mi sexo estaba hinchado y clamaba atención, no supe como dársela como si se me hubiese olvidado, me contuve a intentar algo y apresuré mi baño, estaba nerviosa, hacia dos años que no salía con ningún hombre en plan de cita y este no era un almuerzo de negocios, había aprendido a vivir sin el sexo, y podía vivir sin el, ¿ pero hasta cuando? ¿Hasta ahora?.
Había sentido una química muy grande como posiblemente nunca la había sentido antes, así que quería ver hasta donde me habían servido dos años de abstinencia, y pensé que ya era hora de sentir nuevamente, tras muchos arreglos y faltándome poco para estar lista, una llamada en la habitación me aceleró el pecho, me anunciaban que el Dr. Di´Mateo me esperaba en recepción y sentí como la adrenalina se apoderaba de mi nuevamente.
Asombrado me senté en mi escritorio, después que Dayana salió de la oficina mi mundo había sido sacudido de repente nunca pensé en volverla a ver tan de cerca, a menos de un metro, inclusive había estrechado su mano, aún estaba muy bella y no podía dejar de repetirme eso, le eché una ojeada a los documentos y determiné que no podría ser objetivo con ellos, tenía que pasárselo a un colega con alguna recomendación para su estudio, análisis y posterior informe, como quien dice me libré fácil, pero esperaría un poco a ver.
Le pedí a mi secretaria que me hiciera una reservación de dos personas para almorzar en el mejor restaurante y que si no había cupo que dijera que era para mí. Efectivamente mi secretaria me respondió a los 15 minutos que ya estaba listo. Me dispuse a continuar ojeando los documentos, pero no podía concentrarme en ellos sin mirar sobre la hoja que tenía a la vista la imagen de Dayana.
Pensé lo que había sido mi vida, además del logro personal era un mujeriego empedernido, en el banco ya tenía mi fama de Don Juan, inatrapable, era como el potro libre y salvaje, padrote de la manada de yeguas que en el banco abundaban, pero nunca me sentí completamente lleno con ninguna de ellas. Y ahora una sutil mujer que con lo poco que había tratado con ella se veía de impecables maneras, quizás recatada, muy distinta a lo que he conocido, viene y me pone nervioso, parecía algo completamente nuevo, era quizás lo que andaba buscando o era quizás el amor que sentí de niño y que nuevamente se hace presente, o el deseo de alguien que me encaminara a una vida calmada y tranquila que me llenara y me hiciera sentir completo, me sentía de nuevo inquieto, me sentía un niño, el niño que estudió ocho años cerca de esa beldad y nunca había podido llegar a más que unos simples hola, gracias, de nada, chao
Decidí no ser atrevido con ella, nunca tuve problemas por eso, mis atrevimientos en proposiciones eran legendarias en el banco y ninguna se había resistido a ello, al final terminaban despertándose en mi cama o yo en las de ella y un hasta luego en el peor de los casos, muchas veces, más de una se creyó dueña de mi mundo y presionaba, logrando acelerar el final de lo que nunca había terminado de empezar.
Al terminar la mañana había perdido la cuenta de cuantas veces la nombré en mi mente y me despedí de mi secretaria hasta el otro día, si me necesitaban sabían como localizarme, bajé al estacionamiento donde mi flamante BMW negro 750i me esperaba. En 20 minutos ya estaba en la recepción del Hilton esperando a que ella bajara.
Nunca la había visto más bella, tenía un vestido gris ajustado a su cuerpo, con gruesos tirante en los hombros, media espalda al descubierto y los brazos también, el vestido llegaba a las rodillas y permitían ver unas bellas piernas adornadas por torneadas pantorrillas, un moño bien recogido le daba un aire de elegancia exquisita, sentí el corazón saltar de alegría, por primera vez la vi como una mujer de verdad y no como la niña de mis sueños.
Sentí las piernas temblar cuando salí del ascensor y la figura imponente a la de una estatua de David me estaba esperando de pie en el lobby del hotel, me detuve a esperar que el me alcanzara notando como las chicas del protocolo del hotel, muy bellas por cierto, se lo comían con los ojos, por un momento mi ego femenino pareció despertar, y le dije mentalmente a las chicas, -lo siento pero es todo mío. Ese pensamiento me hizo ponerme roja, y desvié mi atención a mirar la salida del hotel. Un cordial saludo digno de un caballero ingles pensé cuando el Dr. Di´Mateo llegó a mi lado y nos dispusimos a salir.
Si bien no me había impresionado el carro, si su dueño, ahora lo detallaba en exceso, miraba sus manos al volante y me las imaginé recorriendo mi cuerpo, cada movimiento de sus dedos los imaginé sobre mi, me sentí apenada de solo verlo tomar la palanca de cambios y manipularla, me sentí morbosa, grosera y caliente por ese pensamiento, tanto que tuve que desviar la mirada nuevamente al mundo exterior.
Llegamos a un restaurante, el mejor y más exclusivo de la ciudad, donde todos lo conocían a él y lo trataban con el máximo respeto. Durante el almuerzo hablamos amenamente de negocios, noté que él me miraba constantemente y no podía evitar sonrojarme y ponerme nerviosa, de repente yo detallaba todo lo que hacia con las manos, como tomaba los cubiertos, miraba cada movimiento de sus labios, y me los imaginaba besando cada parte de mi cuerpo y de pronto me sentía muy cohibida y no hallaba una explicación lógica, varias veces sentí que lo conocía de alguna parte, pero mis pensamientos de las orgías habían sido casi borrados de mi mente, y no encontraba una cara que encajara en la que tenía enfrente.
Su voz muy gruesa quizás era fácil de identificar entre tantos recuerdos, pero ninguna se parecía, los nervios iban en aumento, sentí miedo que me dijera que era un swinger , se me cayó el tenedor dos veces, tropecé un vaso y este derramó agua en la mesa, una sarta de excusas y disculpas me hizo confesar que estaba nerviosa.
Me sentí orgulloso, al verme caminando al lado de aquella elegante mujer y al dirigirme a mi auto, le abrí la puerta. Alegre y algo nervioso me dirigí al restaurante donde nos esperaba una reservación. Durante la comida noté un gran nerviosismo por parte de ella y varias veces la vi sonrojarse, pensé que era una mujer recatada e intachable, una flor delicada e inocente, muchas cosas pensé y luego de escucharla decir que estaba nerviosa decidí dar el paso.
-¿Aún no me ha reconocido verdad?
-Mmm , no, la verdad que no. ¿Nos conocemos?
-Sí, al menos yo la conozco mucho más de lo que usted pudiera conocerme, creo.
-¿Qué tanto?
-Sé que vives en tal parte , tu nombre completo es Dayana Saleem Algaraí, eres la heredera de Karim Saleem, estas a punto de cumplir 30, te graduaste de bachiller en 1990, en la Unidad Educativa Estatal, eres hija única
-Eso lo pudo ver en los papeles que le entregué.
-Es cierto, pero allí no sale que tienes un lunar peculiar en la pierna derecha, a la altura de la cadera. Lunar en forma de "L" invertida. (Lunar que muchas veces vi cuando hacíamos educación física y deporte en el colegio).
Definitivamente era un swinger , sentí mi cara ensombrecerse un poco, me imaginé ya al tipo pidiéndome sexo "por los viejos tiempos", a cambio de los papeles, ¿por qué me tenían que pasar estas cosas a mi?, si bien algo era cierto, y es que algo empezaba a despertar en mi cuerpo, y yo no quería caer en ese tipo de situaciones nuevamente, ahora lo más importante era la compañía. -Aunque pensándolo bien no esta nada mal-, me dije para consolarme.
Yo noté el cambio de actitud y pensé que no debía seguir jugando, la estaba haciendo sentir incomoda y apenada, con lo que le había dicho, pensé por un momento más y decidí contarle.
-No me malinterprete, por favor. La conozco desde que estábamos en 4to grado en la escuela, me llamo Juan José Di´Mateo, estudiamos juntos durante 8 años
Realmente me sobresalté, por unos segundos mi mente estuvo en blanco tratando de comprender y buscar en mi banco de memoria aquel nombre, y cuando por fin di con él, abrí los ojos de par en par y escudriñé bien su cara buscando un parecido con aquel niño de lentes negros, narizón, delgado y con un corte de pelo anticuado, solo la nariz era lo más cercano a aquel rostro que yo tenía en frente, si bien estaba clara de quien era el chico aún me costaba creer que "aquello" se había convertido en "esto".
La conversación entonces dio un giro completo, mi animo cambió en 180 grados, me sentía liberada y relajada, como si me hubieran quitado un gran peso de encima, ahora la pena se torno en una risa nerviosa, de cualquier cosa me reía y entre risas me decía a mi misma: contrólate!! Estás haciendo el ridículo, pero ni así lograba calmarme un poco.
Después de almorzar él me llevó al parque al este de la ciudad donde caminamos y hablamos mucho, me dejé llevar y conté como mi vida tranquila, de trabajo y recatada de dos años se convirtieron en 6, enterrando ese pasado que ahora me avergonzaba.
Sonreí al ver en su cara el asombro, me sentí orgulloso por que sabia que yo había cambiado mucho, no era vanidoso pero a veces me permitía el lujo de serlo y me reconocía como todo un galán, así que aproveché y disfruté al máximo ese momento que ella me estaba regalando.
El curso de la conversación cambió por completo y como dos viejos amigos nos pusimos al día cada uno en la vida del otro, me mostré un poco tímido, pero no por que quería, simplemente no me explicaba por que actuaba así. A veces me sudaban las manos y yo sabia que era cuando estaba algo nervioso.
Pasamos toda la tarde hablando y caminando le conté mi vida de estudios aquí y en el extranjero y de cómo había tenido muy pocas novias, ocultando mi vida alocada así le decía yo a la que llevaba, como había progresado y le confesé que siempre estuve enamorado de ella cuando estudiábamos, cuando éramos unos niños.
Si bien yo nunca sentí nada por él cuando éramos niños, ahora era completamente todo lo contrario, me sentía deseosa, ardiente, algo me quemaba por dentro y más ahora con este adonis que tenía a mi lado, que pasó de ser un patito feo a ser un majestuoso cisne y si durante dos años me había resistido y resignado a no sentir algo por alguien, todas esas ganas estaban aflorando ahora y no me sentí culpable por no haberlo tomado en cuenta cuando estaban en el colegio, para que?, son cosas de chamos y estuve segura de que él pensaría lo mismo. Ahora lo detallaba hasta el extremo, cada paso que daba era un latido que sentía en todo el cuerpo, sentía cada gota de sudor que recorría mi cuerpo y cuando por fin me tomó de la mano me sentí nuevamente hinchada, excitada como la primera vez que sabia iba a tener sexo, cuando sabia que iba a ser desvirgada, como cuando toqué un pene por primera vez
Fui cediendo a todo lo que J.J. hacia o proponía ese día, estaba cómoda en su compañía, como si fuéramos viejos amigos, pero el deseo era mucho mayor, me sentía estar volando en una nube, nunca antes me había sentido así y cuando puse los pies sobre la tierra estaban en su PH.
Estaba decidida a todo ese día, me sentía segura al lado de J.J. recordé cuando él me tomó la mano en el parque y me había hecho estremecer toda, ahora ese estremecimiento estaba presente de nuevo y con mayor fuerza con solo entrar a su aposento.
Poco a poco el tema fue cambiando a específicamente nosotros mismos, al momento presente y me fui dejando llevar, sin ser irrespetuoso o atrevido, ni atorado o desesperado había logrado llevarla a mi lugar de residencia, donde le serví un trago suave a petición de ella y puse música suave y continuamos hablando por un rato.
Me paré frente a ella y le hice una petición formal para bailar, ella aceptó y empezamos a bailar un suave bolero. Mirándola a los ojos lentamente me fui acercando a su cara, mi corazón parecía detenerse y de repente acelerar, tenía un ritmo muy irregular, parecía una eternidad el acercamiento a esa boca.
Mi cuerpo tembló cuando mis labios fueron besados o fui yo quien besó los de él? No lo sabía y no me importó. Sentí un estremecimiento en mi cuerpo, pensaba que los nervios me traicionarían así lo sentí en mis manos, lo que pude controlar fue la respiración, las hacia largas y profundas, para que no parecieran cortas y aceleradas como me las exigía mi corazón excitado por la adrenalina.
Nunca antes había sentido tantas emociones en todo mi cuerpo como las que estaba sintiendo al besar la boca carmesí de Dayana, solo los roces de sus labios hicieron que mi piel se estremeciera, me flaquearan las piernas, nunca había sentido tanto calor en mi cuerpo, mis labios temblaron ¿o fueron los de ella?, sentí mis manos húmedas, sudaba ella o sudaba yo? Pausadamente el baile se fue deteniendo hasta quedar simplemente besándonos.
Empalagado sentía que desfallecía en su boca cuando nuestras lenguas lentamente se reconocieron, mis manos sosteniendo las de ella poco a poco se fueron soltando para buscar un nuevo destino, una la posé en su pequeña cintura y la otra a su suave cara. Un eterno beso culminó cuando me separé de ella, mirando como ella aún seguía con los ojos cerrados y buscando mi boca con sus labios, la tomé de la mano y la llevé lentamente a mi habitación impecablemente ordenada.
Me dejé llevar por él a su habitación, ni siquiera mi instinto de mujer me hizo fijarme en como estaba decorada o si estaba ordenada, no tenía ojos más que para él, seguí cada uno de sus movimientos y cuando él se colocó detrás de mi para bajar el cierre de mi vestido cerré los ojos y dejé que mis otros sentidos me dijeran que era lo que él hacia. Sentí las tiras del vestido bajar por mis hombros y brazos y luego deslizarse por mi cadera hasta sentirlo en mis pies, luego el roce de sus manos en mi espalda cuando soltó las tiras del bra blanco satinado, nuevamente las tiras se deslizaron por mis hombros y me sentí un poco más libre, una mano me hizo levantar un pie y me sacó un zapato, luego el otro, en este momento sentí pena y miré como él se levantaba y se colocaba frente a mí.
Lo miré a sus ojos y estos miraban mis senos blancos, sentí la mirada en mis pezones y estos me hicieron estremecerme un poco más, haciéndome sentir más apenada. Empecé a sacar su corbata roja, la dejé caer en el suelo, empecé a desabotonar su camisa y un pecho medianamente poblado de vellos lisos con algunas canas y peinados hacia el centro hicieron su aparición sobre unos pectorales desarrollados, metí mis manos entre ellos y las llevé hacia los hombros sacando la camisa deslizándola por sus brazos hasta dejarla caer al piso, saqué la correa, solté el botón, bajé el cierre del pantalón y lo solté cayendo también al suelo, me arrodillé y no pude evitar mirar un bulto que se hacia notar en su boxers gris formando una notable erección. Allí arrodillada saqué sus zapatos y terminé de sacar el pantalón.
Al estar ella de pie frente a mi nuevamente y semidesnudos los dos, la tomé entre mis brazos y la besé nuevamente, sentí sus duros pezones en mi pecho y ahora el beso era más apasionado, la notaba frágil y delicada, era completamente distinta a todas las mujeres por la cuales había pasado y no quería estropear algo hermoso, con lo que algún tiempo atrás había soñado siempre y me hice una equivocada idea de cómo debía ser el sexo con ella, la notaba casta mas no pura, pero con poca experiencia y su constante sonrojes hacia que yo la viera constantemente apenada. Decidí entonces tratarla como se merecía una dama, con el mayor respeto del mundo que un caballero le puede dar.
Mi excitación estaba al limite y poco a poco la fui llevando a la cama, la acosté y me acosté a su lado y mis manos bajaron la prenda que ella aún tenía puesta, la última resistencia de tela y sin dejar de mirarla a sus acaramelados ojos acaricié sus hombros con suave soltura dirigiéndome a sus grandes y firmes senos, roce ligeramente sus pezones haciendo que su piel se erizara rápidamente, notando como su pecho subía y bajaba rápidamente un ligero espasmo en su estomago no pasó desapercibido a mis ojos. Miré en sus ojos la angustia de la espera y lentamente con mis piernas me hice paso entre las suyas y acoplándome sobre ella procedí a penetrarla.
Yo estaba cohibida, ardientes y reprimidas ganas querían hacerse presente, pero mi resistencia era más fuerte, quizás dos años sin sexo me habían hecho más firme y recatada en ese mundo, notaba en él un excesivo respeto y pensé que quizás tenía poca experiencia o no era un experto sexual, e incluso que tenía antiguas ideas, preceptos o paradigmas sexuales, esto hizo que yo me hiciera una idea errónea de él y dejé que los hechos se dieran solos, "ya vería sobre la vía" como dice un criollo refrán.
Me dejé llevar a la cama, sin apartar la mirada penetrante de él con sus ojos negros y profundos, no noté cuando él se deshizo de su boxers, solo recuerdo cuando él sacó mi prenda, no miré su mano acariciando mis senos, pero si sentí cada milímetro que de ellos recorrió, me hacía daño y me sentía quemada, pero como me gustaba. Un orgasmo casi se hizo presente pero las caricias cesaron para dar paso a que él se colocara encima de mi, me dejé besar nuevamente y lo abracé, lo deseé más que nunca y me dispuse a recibirlo, estaba dispuesta desde hace rato.
Me sentí como si fuera mi primera vez otra vez, un dolor que no sentía desde hace muchos años me hizo saber que estaba siendo traspasada por una gran vara, me gustaba ese dolor, lo disfruté y lo celebré con un quejido que mi boca no había soltado en mucho tiempo, cada milímetro de mi canal sintió el paso de aquel intruso querido, amado deseado.
Tanto tiempo sin hacer el amor, sin tener sexo, sin sentir la carne de otro dentro de mi y así de grande como se sentía fueron más que suficientes para que un rápido y estrepitoso orgasmo se me desatara, como agua represada y que sentí a los pocos minutos del lento acto sexual, lo abracé con fuerza deseando que no se apartara de mi nunca más, quería sentirlo mucho más cerca, quería que fuéramos uno solo, quería fundirme en su piel a la vez que mi cuerpo era presa de espasmos y temblores. Casi instantáneamente sentí el calor que me llenaba con fuertes chorros y me inundaba de su blanco placer. Y noté como a él le temblaban los labios
Por largo rato nos besamos y yo no me preocupé por lo corto, ni me sentí culpable, ni lo culpé a él, había sido demasiado potente mi sentir que me pareció maravilloso, todo en menos de un día y ya habrá más tiempo.
La besé siempre que la estuve penetrando, no quería separarla de mi boca, apoyado en mis codos mis manos solo acariciaban su rostro, como comprobando que era ella y no nadie más, sentí en la espalda sus uñas apretando levemente mi piel, me sentí el primero en ella ante su expresión de dolor al penetrarla y lo apretado de su sexo, me sentí demasiado ansioso y supe que acabaría pronto, hice mi acto más lento para ganar un poco más de tiempo, pero me sentí aliviado al sentirla estremecer debajo de mi, al sentir la tensión de sus músculos, lo fuerte del abrazo y el torrente humedecía más mi hombría, descargándome sentí como mi cuerpo temblaba junto al de ella y al sentir mis propios labios temblar supe que ella seria la mujer de mi vida.
Nunca antes había sentido lo que sentí ese día era algo muy fuerte, el estremecimiento de mi cuerpo fue increíble, tampoco me había sentido tan agotado, tanta ansiedad reprimida, tanto deseo guardado, me dejaron exhausto y separándome un poco de ella me tumbé a su lado. Me quedé quieto besando por mucho tiempo a Dayana sin preocuparme del mundo, apenas me preocupé por haber acabado tan rápido y me prometí que la próxima vez duraría más.
Poco a poco los dos nos fuimos quedando dormidos.
Ahora ha pasado un año, éramos novios y estábamos comprometidos, para mi él era el único, él me hacia sentir completa, siempre teníamos un tema de conversación, ya sea de trabajo, de economía, política, farándula, sociedad, lo que sea, tiene muy buen humor y disfrutamos de los momentos de silencio entre nosotros, me sentía segura y deseada, tal vez era por la distancia.
Él continuó viviendo en la capital, y yo me vine a atender la empresa de la familia, metida de lleno en ella, nos vemos todos los fines de semana, cuando él viene o cuando voy, el sexo continuó siendo casi el mismo sin muchas variantes a la primera vez, yo nunca me quejé de que el sexo fuera sencillo, sin muchos preámbulos, a veces largos a veces cortos, el deseo de ambos era suficiente cada fin de semana para sentirme satisfecha en cada acto, yo misma me había impuesto limites más cerrados, nunca había tenido con él sexo anal y en cuanto al sexo oral siempre me preguntaba si a el le gustaría, a pesar de que algunas veces estuve tentada a hacerle una "mamada con todas las de la ley", nunca pude hacerlo sin sentir miedo a lo que él pudiera pensar, además él tampoco me dio una señal de querer hacerlo, hubieron muchas caricias pero eran casi inocentes y apenas exploradoras y eso si lo lamentaba.
Yo conociendo la importancia de más libertad en el sexo no me importó, me sentía enamorada, que había encontrado un hombre que me representara en cualquier ámbito, alguien que prometía ser un buen hombre, y por como él se comportaba con sus padres y hermanos, siempre ayudando y consintiendo a sus viejos con regalos y viajes, ayudando e incentivando a sus hermanos a salir adelante económicamente, demostraba tanto amor por ellos, que yo sabia que el seria un buen padre y hombre de familia, alguien que difícilmente hubiera conseguido antes o ahora y menos quizás más adelante, a fin de cuentas se sentía muy bien estar a su lado.
Siempre sentí que algo más faltaba, sabía lo que era pero quise que no fuera más importante que lo que sentía por él y el futuro que ahora íbamos a emprender, pues en pocos días nos casábamos.
En mi trabajo no lo podían creer, sabían que tenía una "noviecita" como decían las mujeres del banco, pero nunca pensaron que me iría a casar y menos tan pronto, un año. La noticia cayó bomba cuando metí la renuncia y no me habían querido dejar ir, después de dos intentos tuve que hacer la irrevocable y exponer los motivos. Mi suegro me había propuesto que junto a su hija pasáramos a formar la cabeza de la dirección de la empresa como socio.
Mi suegro conocía mi capacidad para pensar en el futuro y sabía que conmigo y su hija la empresa iba a seguir bien o mejor, además me apreciaba mucho y en un año me quiso como el hijo que nunca tuvo. Ahora una de mis asesorías ya había terminado dejándome muchos beneficios y la otra esta a punto ya de terminar, había recibido ofertas de otras empresas, pero aún no había respondido, iba a esperar un poco a ver como me iba de tiempo en la Empresa Saleem.
Estaba feliz, sentía que el sueño estaba casi cumplido, tenía mucho entusiasmo en mi matrimonio con Dayana, la quería mucho, demasiado quizás, por eso no me importaba que el sexo con ella fuera "normal", siempre me sentí satisfecho y de igual manera ella me ha dado a entender que también esta satisfecha, no había tenido necesidad de ir más allá, veía en ella una mujer respetable, trabajadora, inteligente e independiente, familiar, que cocinaba muy sabroso, además de hermosa y la niña de mis sueños, seguro buena madre, habíamos hablado de niños y pensábamos que tener una parejita era suficiente y si no daba resultado, un tercero seria la última opción.
Si bien todo esta controlado por una de las mejores compañías encargadas de preparar eventos, no podía dejar de sentirme preocupada por la boda, por que todo saliera bien, pero estaba muy contenta, ya habían llegado algunos familiares por parte de mi madre con una semana de anticipación, estábamos J.J. y yo terminando de decorar el PH. Donde vamos a vivir, y realmente en estos días no habíamos tenido nada de tiempo para "liberar tensiones", todo era un corre corre, en fin, miles de cosas que cada vez tenía yo más los nervios de punta.
Dos días antes de la boda las amigas (la mayoría viejas y no tan viejas amigas de mamá y amigas mías en total y mi cuñada) me hicieron la despedida de soltera, yo no quería que me la hicieran, pero insistieron tanto que no pude negarme, todo comenzó muy bien, los típicos tragos, jueguitos, regalos, cualquier cantidad de chistes, comentarios, consejos, videos pornos, los cuales no se por qué me sonrojaba y en cierto modo me excitaban, eso si sabia por qué.
No fue si no bien entrada la noche, cuando se presentaron en la casa de una de mis amigas donde estábamos reunidas, un par de strippers, casi de ensueño, altos morenos, bueno uno era un negro el otro si era un moreno bastante más claro que el otro, todos papeados (musculosos), el moreno claro tenía un corte tipo militar con lo pelos parados y plano en la parte más alta, y el otro tenía trencitas jamaiquinas como las que usan los jugadores de básquet americano, altos como un par de torres muy ágiles y flexibles.
Ese baile encendió en mí, deseos dormidos desde hace tiempo, tiempo en que asistía a fiestas donde habían varios strippers, de donde salía de la fiesta con alguno o varios de ellos a saciar mis instintos, había aprendido que los strippers eran muy buenos amantes, quizás no románticos y a veces poco eróticos, pero si tenían mucha imaginación, aguante, agilidad, elasticidad y con los cuales pasaba horas en una sola sesión de sexo.
Ese par de hombres encendieron en mí unas ganas terribles de sexo salvaje, mi sexo de solo verlos se hinchó y más aún atada a una silla como mis amigas me habían colocado, y que gracias a dios estaba mi cuñada, si no, no se de que hubiera sido capaz esa noche, al estar atada los hombres me rozaban sus paquetes por todas partes, se veían grandes, sobre todo largos, en algún momento se quitaron sus prendas quedando completamente desnudos, el negro debía tener unos 13 0 14 cm. de semi-erecto colgante pene, y el otro unos 12 o 13 también y un poco cabezona, ese par de miembros danzante hicieron que mi sexo se humedeciera tanto que sentía como si me hubiera orinado.
Me lo rozaron por varias partes y verlo pasar cerca de mi cara era un martirio, deseaba que no estuviera mi cuñada allí para metérmelo de un solo movimiento en la boca y devorármelo completito, los ojos se me iban de una lado y otro, pero todo quedó en eso, a la final me di cuenta de que todas también eran medio pendejas, ellas se morían de ganas de hacerle algo a esos muchachos, pero ninguna con suficiente valentía para hacerlo incluida yo.
Mi cuñada se le notaba a leguas las ganas de meterle mano, pero el contrato con ellos había sido solo baile y desnudez sin tocar, no bien se fueron, empezaron las discusiones sobre lo ocurrido, la que los contrató una de mis antiguas amigas del colegio quien no pensó que las demás querríamos más, llevó la peor parte del pleito, a la final todas asumimos que hubiéramos obtenido mas.
Con unas ganas de un polvo salvaje y desvergonzado me acosté bien tomada esa noche, sin duda debí haber soñado con eso, ya que al despertar mis manos olían a mi sexo y a mis flujos y mis pantys estaban todas empegostadas en clara señal de seca excitación. Pase todo el santo día pensando en sexo.
Era el día de mi matrimonio por civil y luego un brindis en mi casa.
Si bien faltaba pocos días a un había mucho que hacer, controlar la mudanza de mis cosas desde la capital y cuando todo estaba listo me dediqué de lleno a la decoración de lo que iba a ser nuestro nido de amor, un fabuloso Penthouse en la misma zona donde Vivian los padres de Dayana estaba relativamente cerca, pero era el mejor edificio de toda la ciudad, casi nuevo y la vista desde el Penthouse era de 360°, podía ver toda la ciudad.
Faltando dos días para la boda mis amigos de toda la vida y mis hermanos me hicieron una despedida de soltero, sin duda era distinta a algunas a las que había ido en al capital, donde era un grupo de hombres excitados, cachondos o quesudos, donde una o dos mujeres saciaban la libido de casi todos en la noche, pues no esta no era igual.
Fue en un apartamento prestado que uno de mis amigos había conseguido, allí éramos 10 hombres, mis dos hermanos con sus compadres, mis dos amigos de siempre uno de los cuales era mi padrino de bodas y dos viejos conocidos más, un amigo de la capital y este servidor. Pues también había igual cantidad de mujeres. Todas sacadas de un exclusivo y muy conocido club para hombres. Se podrán imaginar como estaban esas mujeres.
Esa noche bebimos más de la cuenta y las mujeres nos dieron un espectáculo a cada uno, vimos videos, hicimos unos juegos para la ocasión, que aunque eran algo tontos eran muy divertidos, a las chicas las podíamos tocar, meter mano, besar inclusive si le caías bien, ella se desnudaron y nos atendieron así desnudas, nos dieron varios espectáculos y a la final el show principal.
Me agarraron y me ataron a una silla con las manos en la espalda, una de ellas me arrancó los botones de la camisa, y procedieron a besarme el pecho y mordisquearme las tetillas, me pasaban las uñas por todos lados, con un cuchillo hicieron jirones la camisa y me la quitaron por completo, ellas me restregaban sus senos por la cara pero no me dejaron que se les chupara los pezones, era desesperante.
Me pegaban las nalgas por todos lados, todas olían a cremas de esas humectantes o de belleza. Procedieron a quitarme la correa y el pantalón, se sentaron sobre mi erección aún cubierta por el boxers, se menearon como si estuvieran penetrándose y eso me ponía más excitado. Hasta que me quitaron la última barrera, mi erección más dura que nunca pedía a gritos atención y estas chicas se la dieron, se les perdía los ojos solamente mirándola y se la peleaban, entre casi todas me dieron no una si no varias mamadas, ocasionándome una venida descomunal que descargué sobre mi pecho y estomago, dejándome con ganas de mucho más. Pero no, ellas solo me limpiaron y procedimos a recoger todo por que la función se había terminado.
Quedé con unas ganas reprimidas de echar un buen polvo, mínimo con dos de ellas a la vez e incluso se lo propuse a las chicas pero no, ellas no habían sido contratadas para más nada y además afuera las estaban esperando tres gorilas en tres carros.
Al día siguiente me desperté con una erección de padre y señor nuestro, que después de aliviarme en el baño a los 15 minutos estaba erecto otra vez y el pensamiento de la noche anterior con las chicas no me dejaban en paz, así que me tuve que poner unos interiores ajustados para disimular la constante erección.
Era el día del matrimonio por civil y tenía unas ganas enormes de sexo, así que en la noche me dirigí a casa de mis suegros con mi familia y amigos para el acto legal. Allá habían más de 25 personas y los que llegaron de mi parte eran como 20 también, o sea, la propia fiesta.
Entre los invitados de mi nueva familia, había una jovencita en rojo vestido y como de 22 años que era ahijada de mi suegra y que no me quitaba los ojos de encima, era blanca pelo castaño claro casi rubio, era delgada y elegante, pero su mirada no lo era. Su mirada era lujuria pura.
Estaba que me puyaban y no echaba sangre de la rabia que tenía encima, mi ahora esposo, por cierto muy lindo el acto por civil, él había tenido una noche fabulosa en su despedida de soltero con sus amigotes, yo me había enterado por que uno de sus amigos le había contado a el novio de una de mis amigas y el muy bocón a esta. Pues esta coño no agarró peor momento para contarme, que el día de mi matrimonio por civil. Y pensar que pude haber hecho yo también algo más con ese par de negros, eso era lo que más rabia me daba, no podía recriminarlo a él por algo que todos sabemos pasa en esas ocasiones, solo que yo pude haber tenido más.
Para colmo esta otra coñito no le quita la mirada de perra en celo a J.J., es la ahijada predilecta de mamá se llama Nadeska, tengo rato viéndolos y aunque el evita la mirada ella pareciera que se lo va a comer vivo. Mi madre me lleva a una salita donde me tiene algunos regalos previos como ella los llama, pero mi pensamiento no puede estar lejos de esos dos, al salir de allí no los veo por ninguna parte, siento que me voy a reventar si no los encuentro, nunca antes había sentido celos y estos me están matando, doy una vuelta para disimular y los consigo en al entrada de la casa donde hay un pequeño porche.
Me quedo detrás de la puerta abierta, mirando solo por la ranura del lado de las bisagras. Ella le habla y no deja de tocarlo, sus manos se posan constantemente en el antebrazo que el tiene apoyado en el barandal del porche, como empujándolo o dándole suaves golpes, cada vez que hacia eso las ganas de lanzarme encima de ella y arrancarle los cabellos puño a puño eran cada vez más grandes y para colmo lo ve como si se lo fuera a tragar enterito, él evita mirarla pero a veces lo hace, esta un poco nervioso, lo se por que a veces las manos le tiemblan cuando está así y lo veo apretar mucho el posa manos del barandal algo llama mi atención, veo que el esta muy pegado del barandal y hay un leve movimiento de sus caderas, me había dado cuenta de que estaba excitado y restregaba su bulto del barandal, ¿pero como?, ¿de solo verla? Porqué si lo que hacen es hablar de tonterías, en sus palabras no había ninguna implicación al sexo y eso que en mi se había despertado el instinto para saber cuando había una invitación oculta para el sexo, en mis años locos veía esas invitaciones casi que en cada palabra de mis interlocutores, y entre estos dos aún no había nada.
Si bien en una parte escuché cuando ella le decía que yo era muy afortunada, sabia todo lo que eso implica, sentí calentarme de la rabia, pero eso quedó allí ya que alguien se acercaba y me podía ver detrás de la puerta así que decidí salir y acercarme a ellos, se sorprendieron un poco y ella casualmente me dijo que estaban hablando de mi y de lo afortunada que era, yo me restregué de mi esposito y sintiendo su duro sexo, le di un beso y le respondí a ella que si, que era muy afortunada.
En eso apareció mi madre que nos buscaba para cenar todos.
Esta niña me tenía nervioso, no dejaba de mirarme durante todo el acto en la casa de los suegros, no la conocía solo sabia que era familiar de mi suegra, mi esposita ahora viene y me deja solo, pensé que seria mejor que me saliera un poco a tomar aire y estando en la el porche de la entrada se aparece esta niña, se me presenta y empezamos a hablar de nimiedades, que si el tiempo, que si los vecinos (¿?), la verdad era una maquinita para sacar cualquier tema, yo solo respondía algunas pocas palabras y cuando empezaba a tomarle el hilo al asunto ella sacaba un nuevo tema, además de que me tocaba a cada rato en el brazo y sé lo que eso significa poniéndome más excitado y nervioso. Mi sexo me pide a gritos atención pero no se la puedo dar más que apretándolo con mi cuerpo en la baranda.
Al rato llega mi esposa, sentí algo de susto, pero el alivio era mayor y más atrás mi suegra llamándonos para cenar, en la mesa la cosa se puso peor, con mi esposa sentada a mi derecha, justo frente a ella se sienta Nadeska y empiezo a notar como me mira fijamente en algunos momentos, para evitar que mi esposa lo note le hablo y la hago que me mire, pero no, ella sabe que algo pasa por que la noté mirando de mala gana a Nadeska. Decido no mirar a ninguna de las dos y entablo conversación con los demás invitados, cuando siento unos pies tocarme la pierna.
Un escalofrío recorre mi cuerpo y me pone la piel de gallina, era Nadeska, casi me atraganto con un camarón y mi esposa sabe que algo pasa, entonces ella mete un pie entre Nadeska y yo, pero esta fue más rápida leyó las intenciones de Dayana y lo retiró a tiempo, en mi cara aparecieron gruesas gotas de sudor. Ahora si estaba nervioso y molesto, ¿que carajo pretendía esta coñito?
Era una falsa rabia o respeto, sin duda la estaba deseando, esta niña promete sexo con sus miradas y sexo ardiente, pero ya estaba casado si bien aún faltaba la boda por la iglesia no podía pensar en ser infiel a los pocos minutos de haberme casado, no sabia que hacer ni que pensar, mi cabeza de repente se estaba volviendo un manojo de ideas erróneas y equivocadas.
Esa noche a eso de 10pm un poco tomados y con muchos invitados menos, a mi esposa no la veo por ningún lado y decido buscarla, revisé casi toda la casa y me meto en una de las habitaciones para huéspedes de casa de mis suegros, me iba a dirigir al baño cuando la puerta de la habitación se cierra también tras de mi.
Mi rabia era cada vez mayor, ella no se ha dado cuenta que yo sé lo que quiere, algo pasó en la mesa para que J.J. se atragantara y el resto de la velada la pasé mal, no podía mantener un segundo más la sonrisa simulada, ella continua con sus atrevimientos en sus miradas y cuando la miraba se reía la muy zorra, siento que voy a estallar viendo como la gente se empieza a ir y ella como si se fuera a quedar, aunque lo más probable es que lo hiciera y mi madre la invite para colmo. Siento el estomago un poco revuelto así que decido ir a una de las habitaciones de huéspedes a vomitar y donde nadie me encuentre haciéndolo.
Ya me sentía un poco más aliviada y frente al espejo del baño me miro y me pongo a pensar en lo que esta ocurriendo, como es posible que justo el día de mi matrimonio vea cosas que a lo mejor no son lo que parecen, no entiendo el porqué de mis celos y porqué tan fuertes, nunca que yo recuerde me había sentido así. ¿Será de que de verdad estoy tan enamorada?, ¿pero y entonces él?, ¿Estará enamorado tanto como yo?, ¿Y si no lo esta?... en eso oigo mi nombre en su boca llamándome en los pasillos de las habitaciones me sobresalto por que lo deseo y lo quiero ver en ese momento, aún no sé por que apagué la luz del baño quedando todo el cuarto a oscuras yo tenía la puerta abierta y el vestier estaba a oscuras también y lo veo que entra en la habitación enciende la luz da una mirada y se dirige al vestier para buscarme en el baño cuando ella entra y cierra la puerta de la habitación.
No me lo puedo creer, la muy zorra anda detrás de J.J., el se sobresalta cuando ella cierra la puerta y él le dice que por que la cerró y si no me había visto, ella le dice que no y se le acerca lentamente mientras él se dirige hacia la puerta, siento que voy a explotar de rabia, pero quiero ver hasta donde es ella capaz de seducirlo y él de resistirse, quiero pruebas de su amor hacia mi, siento un nudo en la garganta y no se que hacer, quiero salir y golpearla a ella por que ahora me doy más cuenta de que es ella la que lo esta buscando.
Pero no, me quedo quieta en silencio viendo como ella lo seduce y una sonrisa en mis dientes celebra la resistencia de él, de una ella le dice que lo desea y quiere que el la haga suya aunque sea solo por esa noche. ¡Vaya! pensé una oferta para nada rechazable y muy tentadora para cualquiera que esta apunto de pasar el resto de su vida con una sola persona, recordé mis tiempo de juventud cuando seducía a mis profesores, hombres casados también y les salía con un argumento parecido, por un momento sentí menos rabia y algo de culpa, realmente no se porqué o quizás si, pero no quería asumir la responsabilidad de que no haber sido sincera con J.J. no, no quería sentirme así y menos en ese momento por que entonces le daría razones para lo que parecía iba a suceder.
Sentí de repente mis venas arder cuando ella lo besa casi a la fuerza, el puso una mediana resistencia y solo alcanzaba a decir entre sus labios que no, varias veces el la rechazó y la alejó pero ella fue más insistente y cuando me di cuenta se estaban besando con desespero.
Iba a salir y explotar en ese momento cuando una fuerza mayor, demasiado fuerte como para permitirme salir de allí hecha un huracán arrasar con aquella habitación golpearla a ella y desfigurarle el rostro y a él clavarle las uñas en su cuello, me detuvo, fue una marejada de humedad en mi sexo, afloró en mi la voyeur de mis tiempos locos y me dominó como a una potranca salvaje, fueron tan grandes las ganas de ver lo que iba a pasar que la rabia y la arrechera tan grande solo pudieron ser expresadas en lágrimas.
Apagaron la luz de la habitación y encendieron una pequeña lamparita sin dejar de besarse, ella lo sienta en la cama mientras lo besa baja su mano y aprieta el duro miembro de J.J., yo solo estaba quieta mirando desde el baño y a través del los espejos del vestier lo que sucedía en la cama, ella le desabrochó el pantalón y metiendo sus manos extrajo su odiosa hombría. Si, en ese momento la odié cosa que nunca había hecho con ninguno, la rabia me embargaba ver como ella lo masturbaba con una manos con la otra se iba quitando el vestido ayudada por él mientras se besaban.
El cuarto se tiñó de rojo cuando ella cubrió con su rojo vestido la lámpara en la mesita de noche al lado de la cama, tenía un juego de prendas del mismo color, estaba vestida para tal fin, como si supiera que hoy iba a conseguir compañía y para colmo mi esposo, sentía las lágrimas correr por mis mejillas, pero también sentía el calor en mi sexo. Me deslicé por la pared hasta quedar en el piso, mis piernas abiertas de par en par con el vestido arremangado en las caderas, sentí el frío del piso en mis piernas y mi mano automática se dirigió a mi sexo haciendo a un lado la pequeña tanga.
Rabia y excitación en cada segundo, miré con impotencia como ella se arrodillaba al borde de la cama y procedía a meterse el sexo de mi esposo en su boca, lo tenía cubierto con las dos manos y aún le sobraba un buen pedazo y allí se esmeró en darle lo que yo siempre deseé, lloré cada segundo que ella lo mantuvo en su boca, sufrí cada sonido que se dejaba colar en la habitación producto de esa maldita felación, me estremecía con cada lengüetazo que ella le propinaba, sentí amargura verlo gozar y disfrutar. Él tenía los ojos cerrados con la cabeza colgada hacia atrás, su boca abierta dejaba escapar algunos gemidos roncos que me dolían y los sufría, pero no quería hacer nada, estaba también excitada y sentía rabia por eso, mis ganas eran mayores y mi mano hacia desastres en mi sexo.
Busqué alguna manera de negarme pero ella era insistente, además yo también deseaba sexo, no sé si la deseaba a ella por ser ella o a ella para tener sexo solamente, mis ganas se hicieron humo cuando me empezó a besar, creo que le dije que no, la verdad no lo recuerdo, pero me rendí y me dejé besar, la besé también y ella me fue empujando y me sentó en la cama, llevó sus manos a mi sexo y este me dolía de lo aprisionado que estaba por la erección, ella lo sacó y me empezó a masturbar mientras me besaba se quitaba el vestido y lo tiró sobre la lámpara, se arrodilló ante mi y procedió a hacerme una mamada de campeonato, a pesar de que había tenido una el día anterior aún deseaba que me la hicieran nuevamente, llevé mis manos hacia atrás me apoyé en la cama y dejé colgar mi cabeza hacia atrás.
En pocos segundos ella obtuvo de mi lo que quería sin dejar escapar nada, se puso de pie, se quitó las prendas rojas que aún tenía puesta y procedió a quitarme la ropa, yo no me movía solo la dejé hacer mirándola, viendo sus senos blancos y su casi rubia cabellera cubrirle la cara y senos, me hizo parar por un momento y me quitó todo y procedió a tumbarse en la cama arrastrándome con ella, abrió sus piernas y me guió a que le retribuyera su trabajo.
Para ser sincero, tenía más de un año que no metía mi cara entre unas piernas, ¡mmm! el olor de los dioses, por un momento pensé que se me había olvidado como bucear en aguas profundas, pero es como correr bicicleta, nunca se olvida. No me preocupé si lo hacia bien o no, yo lo que hacia era casi tragarme ese sexo sin importarme nada ella. Ella no paraba de gemir y sus manos en mi cabeza me jalaba los cabellos con fuerza ya sea para abajo o para arriba, hasta que me haló con fuerza y me colocó entre sus piernas y me hizo clavarla hasta el alma, de allí en adelante todo fue arrebato.
Muchas posiciones, algunas viejas conocidas y otras nuevas donde ella era la guía, todo se hacia rápido como si fuera la última noche, el grado de furia o frenesí aumentaba con los segundos, gemíamos los dos como perros, éramos unos perros. Por mi mente no pasó nada más que lo que tenía en frente, mis manos apretaron con fuerza sus nalgas y descargué una rabia en ella que sentí tenía que descargar, mordí sus senos y chupé con fuerza, no se cuantas veces se vino si es que lo hizo, no me importó ni estaba pendiente de ello, ella se metió con quien no debía y dejé muchas marcas en su cuerpo, suficientes como para tener que usar un vestido demasiado recatado por algún tiempo.
Después de muchas variantes se puso a gatas y me ofreció su desvergonzado trasero y sin compasión la atravesé sin importarme para nada en absoluto el dolor que le causé, dejé nuevas marcas en su espalda hombros y cuello productos de mis dientes y labios, apreté con fuerza sus caderas haciéndola gemir con más dolor que placer, estaba aguantando como nunca, después de lo de la noche anterior, la aliviada de la mañana y la descarga de hace unos minutos, tenía que durar bastante y lo estaba logrando, mis bombeos se hicieron energúmenos, le halaba el cabello como riendas de caballos mientras mis piernas y caderas goleaban fuertemente sus piernas y nalgas, haciendo que resonara fuertemente en la habitación un rítmico aplauso solitario.
Después de mucho trajín, gemidos y "aplausos", sentí el correr de mi líquido y la saqué a tiempo como para bañarla por completo , espalda, cabellos y cama fueron los receptores, apenas salió la última gota, el sentimiento de culpa me invadió por completo, me llené de rabia por la impotencia demostrada ante el deseo desesperado de una mocosa revuelta. Me paré de la cama y recogí mi ropa y me dirigí al baño dejándola a ella allí en la cama aún moviendo las caderas por reflejo y gimoteando en la almohada.
Nunca antes había sufrido tanto, al verlo acabar en su boca sentí dolor, impotencia, rabia y para colmo estaba excitada con mi mano castigándome. Me sorprendí cuando J.J. hundió su cara entre sus piernas, pero más me sorprendió lo que la estaba haciendo gozar, el sabía como y nunca me lo había hecho, empecé a sentirme culpable ya sin duda había cometido un error un gran error.
Por un momento sentí las lágrimas colgar de mi barbilla y gotear en mi pecho, miré entre la penumbra mi pecho y me imaginé el sitio donde había caído la lagrima y la mancha negra del rimel que esta dejaba allí, me imaginé con largas líneas negras a través de mis cachetes, un gemido mío me hizo aterrizar y seguir atisbando a los ya desenfrenados y rojos amantes, lo escuchaba rugir con rabia y a ella gemir de gozo y mi mano tratándome de poner a la par de ellos, me saca rápidamente un orgasmo.
Mis manos me seguían castigando, mis piernas daban pequeños brincos a cada roce de mi ya hipersensible botón y ellos continuaban en su iracunda acción. Mi rabia y excitación era una mezcla que nunca antes había tenido y mi sexo se estaba llevando la mayor parte de ambos sentimientos. Con la cabeza apoyada en la pared viéndolos con mis ojos vidriosos de tantas lágrimas a través de los espejos del vestier continué mirando, viendo , deseando estar allí por un momento la miré a ella y de verdad era linda creo que llegué a desearla también y me imaginé por un momento estar en la posición de ella y/o en la de mi querido esposo.
Pero no puedo evitar sentir rabia, continuaba sintiendo odio a los dos, al acto, al desenfreno y más que rabia envidia de cómo él lo estaban haciendo en ese momento, como a mi me gusta, como siempre quise y quiero. Siento que él esta sintiendo rabia, la trata a los coñazos y ella lo esta disfrutando para colmo de mi excitación. Mis lágrimas aún salen de mis ojos, los siento hinchados y me arden. Ya varias veces he probado mis jugos y mis manos continúan castigándome como látigos flagelando mi sexo.
Me siento morir cuando la veo ponerse en cuatro patas y él sodomizarla, mi dolor era inagotable, me sentía mínima, pequeña, insignificante, me escuché gimiendo y no sé si era del llanto o del placer producido por mis dedos, quizás los dos, gemía en el llanto. Un doloroso orgasmo explotó en mí haciéndome temblar de pies a cabeza y con más amargura sollocé. Dejé de masturbarme y recogí mis piernas y me quedé llorando con la mirada fija en la cama, escuchaba a lo lejos gemidos y el sonido repetitivo de sus pieles chocando y mis ojos me ardían de tanto llorar.
No me fijé cuando terminó, ni lo vi recoger la ropa, solo me fijé en él cuando venia caminando hacia donde me encontraba, lo seguí con la mirada hasta tenerlo frente a mi cuando encendió la luz del baño. Debió sorprenderse al verme en el estado en que estaba más que el hecho de estar allí sentada en el piso, se quedó por un rato mirándome a los ojos y yo lo miré también fijamente. No tenía rabia, no podía tenerla, ni debía siquiera intentar tener rabia, lo miré arrodillarse frente a mi y al ver sus ojos aguarse, desperté nuevamente.
-Aún recuerdo mi primera vez, fue con un chico que apenas había conocido al entrar en la universidad, era muy guapo y fácilmente cedí ante sus constantes suplicas de tener sexo, fue mi primera vez casi en todo, antes era muy cuidada por mi padre y no me permitía salir mucho, como represalia me dejé llevar y al estar sola en la capital y en mi propio apartamento me hice dueña de mi vida y me entregué sin sentir mucho amor, no fue la gran cosa, pero día a día iba aprendiendo y a disfrutar del sexo a plenitud, poco a poco eran más frecuentes mis relaciones y por mucho tiempo disfruté de un sexo sin muchas variantes. Un día un profesor me hizo una proposición indecente al yo llevar una materia con malas notas, lo pensé por algunos minutos y también me entregué a él y de allí en adelante mi vida giraba en torno al sexo, no podía escuchar una insinuación en las palabras de algún chico por que mi mente entonces se echaba a volar y cuando despertaba era por que ya había cedido. Luego conocí a Efraín, fuimos novios por casi dos años y el me enseñó muchas cosas que no sabía sobre el sexo y fue el quién primero me sodomizó, quién me llevó a una orgía por primera vez y quien me hizo acostarme con otra mujer, fuimos swingers por más de un año y fui a muchas fiestas que terminaban en orgías, amaba el sexo, no podía ver que yo era el deseo de alguien cuando sin pensarlo ya me le estaba entregando, participé en muchas orgías y a veces despertaba con alguien a quien no recordaba haber conocido. Pasé algunas materias, era buena estudiante, pero a veces el tiempo no me daba y pagaba con mi cuerpo, tuve amantes femeninas con las cuales hacíamos orgías de solo mujeres y así pasé cuatro años después de graduarme hasta que un día desperté en casa de una amiga. Toda golpeada, moreteada y muy adolorida
Por un momento mi corazón se detuvo, al encender la luz del baño y ver a Dayana sentada en el piso casi debajo del lavamanos recostada de la pared, con el vestido blanco todo manchado de negro en el pecho y uno de sus hombros y su cara con igual resultado, sentí que el alma se me partía en mil pedazos, un estremecimiento recorrió mi cuerpo y me sentí el más perro, el más desgraciado y malagradecido de este mundo. El dolor de verla en ese estado fue indescriptible y su mirada fue más dolorosa aún, un nudo en la garganta me hizo arrodillarme frente a ella y sentir mis lágrimas inundar mis ojos. Por un momento dudé en hablarle y cuando lo iba a hacer ella empezó a contar una historia su historia.
Fui escuchando cada palabra que dijo, no sentía rabia saber todo lo que estaba contando, no me importaron, no tenía derecho a que me doliera. Escuché a Nadeska que se dirigía al baño y le cerré la puerta en la cara y pasé el botón, ella debió comprender por que tuvo tiempo de ver a Dayana en el piso.
Continué escuchando la historia, sentía dolor pero era por mí, por haber sido ciego y encerrarme en una creencia estúpida de equivocados preceptos y no haber sido sincero, me abrumaba la culpa y me consumía el dolor, sentía que no valía nada delante de ella, mi mundo se hizo miniatura y me sentí como una cucaracha.
Perdoné su pasado solo por eso, por ser pasado, es más no había porqué perdonar nada, era simplemente eso, pasado. Si alguien era culpable en ese momento era yo, había traicionado a mi propio sueño, a la que creí la mujer de mi vida, con la que quiero compartir el resto de mis días, con la que quiero compartir a mis hijos, en pocas palabras había traicionado a mi esposa el mismo día del matrimonio por civil y eso no merecía ningún tipo de perdón.
- Y así pasaron dos años hasta que un día en una oficina vi un caballero, no tenía armadura pero era todo un caballero, me invitó a comer y cual fue mi sorpresa? ¡Je! Era alguien que me conocía desde niña, cuando era inocente, alguien que nunca se imaginaria lo que había vivido, un caballero que despertó en mi viejos anhelos pero no todos, algunos quedaron latentes el resto de la historia tu la conoces, pero lo que no sabes es que siempre deseé que me hicieras el amor así como lo hiciste ahorita y siempre deseé hacerte lo que anoche y hoy te hicieron, muchas cosas más
Todo se lo conté mirándolo a los ojos, mis ojos que aún soltaban lágrimas y los de él también que habían empezado hace rato.
-¿Por qué no me lo dijiste nunca?
-Cómo decírtelo, vi en ti una persona muy respetuosa, nunca pensé que te gustaba así el sexo, aunque creo así debe ser con plena libertad.
-¿Y como no portarme así? Siempre fuiste la niña de mis sueños eso lo sabes y cuando te conozco nuevamente veo a una mujer frágil, una dama que de nada se sonrojaba y se apenaba, nunca pensé que conocieras estas facetas y mucho menos que las hubieras vivido.
-Yo pensé lo mismo, además tu referencia en mi juventud no era la de un chico pavo, moderno y seguro de si mismo, si no la de un chico todo tímido, respetuoso, estudioso y cuando nuevamente te conozco el único cambio que noté era en tu figura en lo físico, ya no eres el "nerd" del liceo bueno te noté más seguro eso si y te vi más inteligente pero a la hora del sexo pensé que te habías quedado en el tiempo y nunca me importó porque me sentí satisfecha, fue la distancia la que también hizo que no me importara, por que al verte cada fin de semana traía tantas ganas acumuladas que el sexo me parecía maravilloso.
-A mí también me parecía maravilloso y me sentí satisfecho, pero ayer algo cambió
-¡Ja! La despedida
-¿Ya sabes lo de ayer?
-Sí, Alexandra me lo contó hoy, no pudo escoger mejor momento te juro que iba a explotar de a rabia, pero no por lo que hiciste
-¿No? ¿Y entonces?
-Bueno por que en mi despedida pude haber hecho muchas cosas con los strippers y los deseaba pero la idiota que los contrató solo lo hizo para que bailaran y no para más nada. Me hubieras visto, ¡je! por un momento deseé tenerlos a los dos a la vez
-¡Vaya! eso me pegó duro, pero ni lo pensé por un segundo para darme cuenta que no tenía derecho, ni siquiera el más mínimo derecho de reclamarle y es más si me hubiera dicho que había hecho algo se lo hubiera perdonado por que al fin de cuenta es pasado, pensé en todo este tiempo que ella llevaba ese deseo reprimido era mucho.
- Y lo que tú hiciste o te hicieron en la tuya no te lo recrimino, por que sé que eso pasa en las despedidas de soltero y pasan muchas cosas más, yo estaba conciente de eso e incluso me sentí segura de ti, además de la rabia que hoy tenía, veo como Nadeska te sacaba cuadro y nunca, óyeme bien, nunca antes yo había sentido celos y hoy me dieron ataques de celos, no sabes cuantas veces me provocó clavarle las uñas en la cara en el porche de la casa los escuche hablando y cada vez que ella te tocaba me provocaba arrancarle los pelos y en la cena sé que algo pasó debajo de la mesa, por que ese tipo de reacciones yo las he provocado en algún momento
-Pero
-Déjame terminar, todo lo que pasó hoy temprano, la rabia, los celos, la cena, me revolvieron el estómago y me vine aquí a vomitar, cuando escucho que me llamas, no supe por que apagué la luz, ahora si lo sé y todo lo que vi ahorita me sirvió de algo, por que si algo ha pasado es que la rabia, el odio y la arrechera que pude haber sentido, no fue tan fuerte como la excitación que me causó el verlos hacer el amor como dos animales salvajes, aquí donde tu me ves me masturbé con furia como hacia tiempo no lo había hecho, deseé ser parte de ustedes allí en esa cama, y estas lágrimas fue la única manera en que pude descargar la rabia y el dolor de ver como otra mujer poseía primero lo que yo quiero de ti y en el día de mi matrimonio
-¿P or qué no nos detuviste? Por que no entraste y evitaste que esto pasara, yo te lo juro que no quería hacerlo pero algo en mí si quería, algo que anoche se despertó en la despedida de soltero, anoche quedé a medias quedé con ganas de más y esta mañana me he parado todo excitado y a pesar de haberme aliviado en la mañana no pude evitar pasar todo el día excitado, con las imágenes en mi mente de la noche anterior he pasado todo el día así entonces viene esta coñito que ha pasado toda la tarde comiéndome con los ojos empeorando las cosas
-Sí, sé que tú te negaste lo suficiente, lo mismo que cualquier hombre y que cómico o que casualidad, yo me desperté esta mañana deseando a esos dos hombre de anoche y mientras dormía me masturbé mucho, me di cuenta al despertar, y también pensé un poco, no mucho, pero si algo en esos chicos de anoche, pero hasta allí, tú en cambio has pasado todo el día pensando y bueno no pudiste evitar esto. Quiero que sepas que no te estoy recriminando nada. No tengo nada que perdonarte por que yo fui la culpable de que esto pasara, en un principio debí ser sincera contigo y contarte lo que hoy te he contado
-No tengo nada que perdonarte por que eso es parte de pasado
-Sí, tengo que pedirte perdón porque no fui sincera, yo debí decirte lo que soy, lo que siento, lo que me gusta y como me gusta y no dejar que tú te hicieras ideas erróneas de mi, de eso también tengo la culpa, esos dos años fueron para mi terapéuticos y no me di cuenta de todo lo que me había reprimido
-Si alguien debe pedir perdón, ese soy yo, ya que te falté el primer día de casados, esto que yo hice no tiene perdón y no tengo nada que perdonarte, yo entiendo que quieras ocultar algo de lo que te avergüenza
-No, ya no me avergüenza, por un tiempo llegué a pensar que si, pero hoy me he dado cuenta de que no debo ni tengo por que avergonzarme, eso forma parte de mi pasado y borrar parte de mi pasado es borrar parte de mi vida, es borrar la experiencia y al querer hacerlo me hizo cometer errores que no debía, esto es el resultado de querer cubrirlo y no tengo nada que perdonarte.
Eran casi las dos de la mañana la boda era a las 5 de la tarde, yo tengo muchas cosas que hacer y Dayana muchas más que yo, ella tenía los ojos hinchados de tanto llorar a mi me ardían ya los ojos del sueño, del cansancio y de las lágrimas que también dejé correr. Estaba sentado frente a ella mirándola a los ojos sin decir nada, así nos quedamos como 15 o 20 minutos, sus ojos ámbar brillaban dentro de las feas pestañas empegostadas de rimel chorreado alrededor de sus ojos y sus cachetes, estaban fijos en mi
-¿Qué puedo hacer o que podemos hacer ahora? ¿Empezar desde cero?, dime que quieres y yo no pondré ningún reparo en hacerlo
Me quedé en silencio mirándolo, estaba muy bello, sus ojos negros ahora estaban rodeados de rojo y estaban hinchados, se veía cansado y se le veía una tristeza muy grande, nunca lo había visto tan vulnerable, pensé por un momento en Nadeska y no la odié más bien me ayudó a dar a mi el primer paso o darme el valor para hacerlo en definitiva. Por un momento no pensé más nada, solo miraba sus ojos negros y lo deseé más que nunca. Al escuchar sus palabras noté su miedo.
-Solo quiero que de ahora en adelante seamos libre, seamos nosotros mismos en la cama, yo ahora te quiero más que nunca
No lo pude evitar y me abalancé sobre ella y le di el beso más profundo que nunca le había dado a nadie ni siquiera a ella y me sentí llorar, sus labios y su lengua nunca antes los había sentido tan dulces a pesar de que teníamos las bocas secas, mis manos recorrieron su rostro y restregué toda mi cara en él, ella también lloró, lo que nos faltó fue largar el llanto. Sentí de nuevo que la vida volvía a mi corazón y que el alma regresaba a este cuerpo.
Me separé al rato de ella y la tomé en mis brazos y la hice ponerse de pie, me vestí rápidamente y decidimos salir, en la cama estaba Nadeska sentada con las rodillas recogidas, aún despierta se veía asustada pensado supongo que lo peor, pero Dayana solo le demostró una leve sonrisa, yo hice lo mismo y salimos abrazados de la habitación, camino a su cuarto le dije que mañana iba ser un día que no íbamos a olvidar, que también la amaba ahora más que nunca y que la noche de bodas iba a ser inolvidable. Y procedí a irme a mi casa, si bien ya estábamos casados, aún es costumbre esperar al matrimonio por la iglesia para ejercer nuestros derechos uno sobre el otro o viceversa.
Al despertar en la mañana no me importó tener los ojos hinchados, estaba ansiosa, contenta, alegre emocionada, parecía una adolescente en un concierto tras bastidores a punto de conocer a su estrella y más que todo eso estaba muy excitada. Todas a mi alrededor se sorprendieron por no presentar los conocidos nervios y ataques de ira, nada me importó no veía la hora de la noche de bodas, quería estar ya en el altar y dar el si, quería hacerlo mío a mi manera y que él me hiciera suya a mi manera también.
Nunca había dormido tan bien, me sentía un poco cansado, pero más era la emoción de que llegara la noche para estar solo con mi esposa, nunca había tenido tanto anhelo por algo o por alguien que el que tuve por mi esposa ese día. Hice mis cosas lo más rápido que pude, me dio oportunidad de dormir un poco antes de la hora, había pasado todo el día excitado, todo me parecía nuevo y sentía que iba a ser mi primera vez.
En la iglesia esperando en el altar, estaba un poco nervioso, había bastante gente, la boda era sonada en la región y la fiesta iba a ser por todo lo alto, busqué entre la gente a Nadeska quería ver que se había puesto, la pobre tenía un conjunto de chaqueta y pantalón como anaranjado claro, manga larga y cuello cerrado. Las amigas de mi esposa estaban muy lindas con sus vestidos color de ese que ellas llaman durazno y mis nervios aumentaban esperando de pie a que mi esposa llegara.
No veía la hora de llegar a la iglesia, si antes no me habían dado los ataques ahora si me iban a dar, pensé que llegaría demasiado tarde, no veía la hora de salir de la peluquería, tenía una excitación encima bárbara, tuve que ponerme unas toallitas sanitarias de diario por que ya había vuelto jugo dos prendas en el día y vivía con mucha sed y orinando a cada rato, además del sudor constante me sentía sofocada, pedí que aumentaran el aire en la peluquería. En fin, estaba sinceramente como desesperada.
Tenía media hora ya y nada, mi excitación es mayor pero mis nervios aun más, por un pequeño momento pensé que no vendría por que lo vi en la cara de algunos allí presente, pero mi corazón dio un vuelco cuando empezó a sonar la marcha anunciando su entrada.
Tenía un vestido blanco satinado liso y abajo se abría como una Cala, simple y espectacularmente elegante y hermosa, tenía un gorrito blanco tipo azafata que tapaba su moño y con un velo sencillito y en su mano tres calas impresionantes, amarradas con una serie de florecitas pequeñitas de colores pasteles.
Nunca había visto nada tan largo como la caminata que ella dio desde que apareció en la puerta de la iglesia hasta que llegó a mi lado y recibirla de manos de mi suegro. Estaba radiante sus ojos eran simplemente espectaculares, tenían un brillo increíble. Me acerqué a su oído y le dije:
-No sabes lo bella que estás
Estaba hermoso, alto, elegantísimo en ese levita negro que le quedaba de un liiiindo y mi sexo como si fuera una represa con una fuga de agua, mientras caminaba hacia él sentí como la toallita me fastidiaba de lo mojada que estaba, me la debí haber cambiado en la limosina, al llegar a su lado mi corazón iba a mil por hora. Entonces viene y me dice que si no se lo bella que estoy, él como que tampoco se ha visto al espejo.
-Tú no te quedas atrás. Estas bello, como para comerte entero.
-El que te va a comer enterita voy a ser yo.
-¡Ah siii! ya veremos quien se come a quien.
- Hijos míos estamos reunidos aquí en la casa del señor
El padre nos hizo aterrizar, pero por momentos el se inclinaba hacia a mi oído y me decía todo lo que me iba a hacer esa noche, me tenía al borde de un orgasmo mental, nada más imaginándome lo que él me contaba, más de una vez el padre llamó mi atención por que me tocaban mis líneas y yo navegando en mi mente con el KamaSutra que me estaba inventando.
-No voy a dejar sitio que no te bese... te voy a sodomizar hasta que me ruegues que pare
Hubo un momento en que el se inclinó hacia mi y le dije también algo de lo que yo le iba a hacer, lo hice estremecer lo noté en la mano que sostiene la mía y así continuamos durante todo el acto, ni cuenta me di cuando un coro cantó el Ave María, ni cuando el padre me hizo la pregunta de rigor, si no es por J.J. que me pela los ojos e inclina la cabeza afirmativamente, les juro que habría preguntado al padre cual era la pregunta.
-Quiero que hagamos un 69
-Te voy a dar un beso negro
Me cargaba loco, le decía lo que le iba a hacer y ella también, mi herramienta me dolía por estar apretada en un ajustado interior puesto a propósito y siento que estoy algo o mejor dicho bien húmedo de tanto preseminal derramado, se que ella esta volando con lo que le estoy diciendo así que tengo que hacerle entender a veces que le toca decir algo, sentí mis nueces en la garganta al ver que el padre se queda sin respuesta cuando le hace a ella la gran pregunta. Yo como si nada también esperando pero no, ella miraba hacia la pared que esta detrás del padre donde hay unas figuras de porcelana, casi que le tuve que decir que era lo que iba a responder, pero me pareció un momento cómico.
-Tengo un dedito travieso para ti
Cuando el padre dijo "podeos ir en paz" quería salir de allí corriendo y llevarme a Dayana al primer cuartito disponible, pero no la espera era desesperante, un infierno llegué a pensar, pero era por el calor que tenía en el cuerpo, primero las felicitaciones con los familiares y amigos, luego afuera la sesión de fotos con todo el mundo, que si con las puras mujeres en la puerta de la iglesias, que si con las tías y abuelas, que si todos los hombres, los familiares de uno, los nuevos familiares, los padrinos de la novia, mis padrinos, solos ella y yo, con el cortejo, con los padrinos de la boda, con los pajecitos, que si con el cura y los monaguillos, que si los amigos de la familia, ¡diossss!, que desespero, a la final pregunté por los perros de la casa para que también se tomaran fotos.
Al montarnos en la limosina no pude evitar besarla con ganas no me importó la pintura ni nada y a ella tampoco.
Estaba que agarraba la cámara del fotógrafo y la de los demás invitados y las batía todas contra el suelo, quería llegar por lo menos al carro con el aire acondicionado, quitarme la braga y comerme a mi esposo por lo menos a besos y eso fue lo que primero que hice, me moría por probar esa lengua ya que el beso incipiente que nos dimos en la iglesia me había dejado con la boca abierta.
Arrancamos y en el primer semáforo tomé el celular de J.J. y ante su mirada atónita llamé a su padrino de bodas que venía justo detrás de nosotros y le dije que en el próximo semáforo se detuviera y no nos siguieran y que guiara a los demás vehículos a la recepción. Tranqué y le dije al chofer que se perdiera y se pusiera a dar vueltas por la ciudad que yo le avisaba cuando dirigirnos a la recepción, mirando a mi esposito con más cara de lujuria que la mía dibujada en mi mente, presioné un botón en la consola de mando cercana y una lamina negra nos libró de la mirada del chofer y empezó a sonar una música agradable.
Me arrodillé frente a él, desabroché su pantalón, liberé su dura y húmeda vara de guerra y mirándolo a los ojos procedí a comérmela
Nunca antes había visto los ojos ámbar de Dayana arder tanto.
Fin.