Efectos de la cuarentena
La continuación de "En Cuarentena" llega con este relato días después de la misma alerta del país. nuevamente las aventuras de nuestros compañeros de piso.
Efectos de la cuarentena
La ansiedad se me mete como un nudo en el pecho que no me deja respirar. Me falta el aire, llegando a creer que puede ser un síntoma de la propia enfermedad, pero no, es los putos nervios de que algo no va a bien. Como siempre. Y necesitaba distraerme, necesitaba espabilar.
Sólo quien entienda lo que es la cuarentena sabe la necesidad de contacto físico que se tiene durante esos días.
Estas sólo, no puedes relacionarte y tu único amigo es internet que te traslada a otras personas. Por esa razón aquel día en el que internet cayó, el mundo se paró.
Habían pasado un par de días desde que mi compañero de piso y yo nos habíamos liado. Todo era relativamente normal después de eso, éramos personas adultas desde luego, así que actuábamos con normalidad pese aquello.
Estaba desesperada por tener cerca algo humano, así que fui hasta su habitación y cuando llamé al no contestar entre. Estaba sentado en el ordenador, con los cascos puestos y muy alejado del mundo mientras jugaba.
Tenté la idea de llamar su atención de alguna manera, pero no se me venía a la mente nada que lo pudiera sacar de Ephyra ahora mismo. Y empezaba a relacionarme, o en la próxima semana yo sería la que empuñara una escopeta buscando coberturas para ir a por papel higiénico a Mercadona. Así que opté por algo que se me daba muy bien.
Me senté en el escritorio al lado de él para que pudiera verme y abrí las piernas. Me ignoraba.
Me abrí parte de la chaqueta del pijama y me quedé asomando el sujetador y parte de mis pechos. Me miró pero volvió al juego.
Me puse de pie, me bajé el pantalón del pijama y me quedé en bragas sentada sobre la mesa. Se despistó y pude ver de reojo como le estaban matando por su distracción.
Abrí más las piernas, acaricié mi coño por encima de las bragas mientras me lamía los labios mirando la pantalla del juego y sentí sus ojos clavados en mí mientras le estaban disparando.
El tacto del encaje me hizo recordar que llevaba aquellas bragas semitransparentes que dejaban entrever mi sexo. Obviamente me vino de perlas.
Seguí, acariciando por encima de la tela, abandonando entre mis piernas para llevar mis manos a mis pechos y manosearlos por encima del sujetador mientras acercaba mi boca a ellas y restregaba mi cara por mis tetas, notando la suavidad de mi piel en mi cara y mi boca.
Le observé, de reojo, como llevaba su mano a su entrepierna y apretaba, intentando contener la erección que crecía bajo sus pantalones.
Bajé mi mano y la metí en el interior de mis bragas, pudiéndose ver a través del encaje como mis dedos acariciaban mi sexo de arriba abajo, lo abría con los dedos y dejaba entrever parte de mí.
Pude ver claramente cómo se ponía nervioso, se tensaba y tragaba saliva. Apartó de su oído uno de los cascos ante mi petición.
“Vuelve al juego, te están matando” y ahí seguía aferrado al mando mientras su personaje se arrastraba por el suelo tras un par de escopetazos.
Jugaba, incómodo, mientras yo me manoseaba y echaba mi braguita a un lado, abiertas de piernas a su lado, pasando mis dedos por mi coño despacio mientras con la otra mano me sacaba las tetas una a una del sujetador, dejando a la vista mis pechos y los pezones duros que pellizcaba mientras me mordía el labio, cachonda perdida.
Dejé mi boca entre abierta cuando empecé a sentir mis dedos en mi entrada, acariciando y empapándose de la humedad que desprendía. Introduje uno, entré y salí mientras me revolvía en la mesa y veía de reojo como él me miraba y se agarraba la polla por encima de los pantalones con una mano y con la otra seguía sosteniendo el mando.
Saqué mi dedo y lo llevé hasta su boca, se lo pasé por los labios y lo introduje en ella. Su calor me llegó hasta el dedo que movía en su boca entrando y saliendo para volver a llevarlo a mi coño. Metí dos dedos, los saqué y los volví a llevar hasta su boca, chupó y mientras yo le observaba los llevé hasta la mía, chupar y volver a llevarlos a entre mis piernas.
Los introduje en mí y mientras entraba y salía agarraba mis pechos con la mano libre para sobarlos y llevarlos hasta mi boca, acercando el pezón hasta mi barbilla, sacar la lengua y acariciarlo con ella hasta chuparlos y succionarlos, rozándolos con los dientes.
Cuando le miré se estaba sacando la polla de los pantalones y le hice un gesto a la vez que le decía “sigue jugando o pararé”. La volvió a guardar y comencé un curioso juego de llevar mis dedos totalmente empapados de su boca a la mía, para volverlos a mi interior.
Abierta, dándome placer disfrutando de él y su mirada, me estaba tocando para él mientras él se moría por hacerme lo mismo a mí. Y disfruté. Seguí tocándome, tras acomodarme bien en la mesa puse mi pie descalzo sobre su paquete y mientras me tocaba yo misma, le rozaba a él con el pie por encima de la ropa.
Dios… estaba disfrutando como una loca mientras sentía como latía su paquete bajo mi pie, completamente duro. Metía y sacaba los dedos de mí, me acariciaba todo mi sexo y los volvía a introducir. Y entre el roce de la mano y el baile de mis dedos sentí como estaba a punto de correrme. Aceleré los movimientos para notar como me acercaba, me tensaba y me inundaba el placer mientras me corría con mi mano y no podía aguantar los gemidos.
Quité mi mano de mi coño completamente empapada, cerré las piernas, me coloqué y la acerqué a su boca mientras chupaba cada centímetro de mi mano mirándome.
Me metí las tetas en el sujetador, me cerré la chaqueta y me puse las bragas en su sitio y me fui a mi habitación a jugar a la consola.
Estaba tumbada en la cama, bocabajo, sin bragas, con el mando en la mano y mirando para la tele cuando sentí mi puerta abrirse. Sin llamar ni nada.
Entró despacio, sin pantalones, sólo en calzoncillos y se los quitó cuando estaba al lado de mi cama. Se subió sobre esta, se sentó sobre mi culo, y puso su polla dura entre mis nalgas. Esperó unos segundos a ver mi reacción, que no fue otra que remover el culo acomodándome para sentir como sus manos me apretaban y juntaban mis cachetes con su miembro en medio.
Comenzó un baile de sube y baja pajeándose con mi culo, acelerando las embestidas como si estuviera deseoso o enfadado. Me intenté inclinar, pero lo que conseguí fue sentir su mano presionar mi cabeza contra la almohada y acelerar las arremetidas con más brusquedad. El castigo que intentaba ponerme me estaba haciendo más disfrutar que otra cosa.
Pero eso aumentaba mucho más las ganas de follar con él que tenía, y a expensas de que lo hiciera me decepcionó, intensificando sus movimientos hasta apartarse y sentir como se corría en la parte baja de mi espalda y mi culo.
Me movió las nalgas lo suficiente para ver caer las gotas de semen por mi culo y mojar hasta la cama.
Se levantó de la cama y se fue. Le seguí y vi cómo se metía en el baño. Él que siempre echaba el pestillo lo dejó abierto.
Fui tras sus pasos y entré, cerré la puerta y me abrí la chaqueta ara dejarla caer al suelo, me quité el sujetador e hice lo mismo. Una vez desnuda, entré en la ducha donde él estaba de espalda pegado al cristal.
El agua empezaba a caer por su cuerpo cuando cerré. Me miró, sonrió y siguió bajo el calor de la humedad. Me puse de rodillas, acerqué mi cara hasta su miembro y saqué la lengua dando un lametón de abajo arriba.
El agua se mezclaba con mi saliva mientras pasaba la punta de la lengua por sus huevos, rozando su polla por mi cara. Puso su mano sobre mi cabeza y acariciando mi pelo humedecido me agarró, presionándome con él. Comencé un movimiento lento con su polla en mi boca cuando ascendí hasta la punta de ella y la envolví con mi lengua, succionando la punta, apretando con mis labios chupando con ganas. La metí entera, hasta mi garganta, para subir y bajar mientras me ahogaba con ella y el agua que me llenaba la boca.
Se apoyaba en el cristal mientras veía desde mi posición su cara de placer, disfrutando de la mamada que le estaba haciendo en la ducha. Comiendo con ganas, mientras enredaba cada vez más su mano en mi pelo para intentar controlar el ritmo.
Se apartó de mi para ponerme contra el cristal, con mis tetas mojadas pegadas por completo en él, y desde el espejo de enfrente se podía ver levemente la escena. Como él se colocaba tras de mí, movía mis caderas lo suficiente para ponerse entre mis piernas y entrar en mi de una embestida seca y dura. Sin condón, no como la última vez. Se aferró a mi carne para entrar y salir con fuerza mientras el agua nos caía y la sentía muy profunda clavarse una y otra vez en mi interior.
Se apartó, me pegó en la pared de cara a él y cogió una de mis piernas sobre su brazo, llevó su polla a mi entrada y me la metió sin miramientos mientras acercaba su boca a la mía y sentía su respiración en mis labios, con su frente apoyada sobre la mía. Entraba y salía, ahora despacio, follándome con deseo y necesidad mientras con la mano libre agarraba mi cuello presionando lo bastante como para acelerarme más el pulso.
Bajó con esa misma mano hasta mis tetas para apretarlas, manosear, acariciar y pellizcar mis pezones hasta que noté como empezaba a moverse más acelerado, intensificando los movimientos, desesperado buscando el placer. Resbaló y salió de mí y aproveché para llevar su polla hasta mi coño y rozarme con ella el clítoris, deseosa de correrme. Movía su cuerpo hacía a mí para apegarla y rozarme, hasta que volví a sentir los pasos del orgasmo en mi cuerpo, tensarme, mover mis caderas contra su polla a la vez que él me ayudaba y me corría, gimiendo con su boca pegada a mi cuello.
Volvió a recuperar el control él para meterá de nuevo en mi interior y seguir el ritmo que había adquirido antes de salirse y aceleró y aceleró hasta que salió y pajeándose levemente se corrió en mi coño, mezclándose con el agua y mis propios fluidos.
Le empezaba a coger el gusto a la cuarentena.