Educando a Marta (3)

La primera salida a comer con Marta, en la que conoce a Carolina, una mujer que ayudará en su educación; incluye una ducha con Teresa.

Continúo

narrando cómo logré que Marta, una mujer malcriada y caprichosa, se convirtiera en toda una puta, sumisa y gótica.

Si no recuerdo mal, habíamos dejado a Marta en mi apartamento, con Teresa y conmigo, después de haber tenido que limpiar mi despacho, en el que se había meado, al no poder contenerse mientras se corría, después de la sesión de sexo lésbico con Teresa, y Marta ya había firmado también el contrato de sumisión (Qué está disponible en el capítulo 2.2 de esta serie), por el que empezaba, oficialmente, a ser mi sumisa.

Para celebrar que Marta había decidido convertirse en mi sumisa, decidí que era una buena ocasión para llevarla a comer a un buen restaurante, para celebrar, y, de paso, aprovechar para que conociera a alguien que iba, también, a cambiar bastante su vida.

Le pedí a Teresa, la asistenta, que ayudara a Marta a ducharse, y también que le ayudara a vestirse, yo le había dejado ropa en una de las habitaciones, para que se pudiera vestir, así como también las botas que quería que se pusiera para salir a comer.

He de decir, en este punto, que en el ático de juegos BDSM, tengo todo lleno de cámaras, en especial, la zona del baño principal, cómo en todos los demás, salvo en el aseo de visitas “normales” (Incluye cartelería en la que se advierte)

Así puedo ver, en tiempo real, lo que sucede en el baño, con Teresa y Marta en plena acción, e intervenir en cualquier momento, si la cosa se iba de madre, algo que sospechaba que podría ocurrir, dado el mal carácter de ambas.

Mientras Marta se duchaba y arreglaba, ayudada por Teresa, yo aproveché y me fui a mi despacho, conecté el tv donde se ven, en tiempo real, todas las cámaras y agarré el móvil para llamar a Carolina.

Carolina es una mujer de 25 años, toda operada, en especial las tetas, pues las tiene enormes, se las ha operado en varias ocasiones y quiere llegar a tenerlas aún más grandes, así como el culo, en parte le ayudó la operación, pero también las horas de entrenamiento en el gimnasio.

Sus labios están también operados varias veces, es otra de sus obsesiones, tenerlos enormes.

Es rubia, aunque generalmente lleva el pelo rapado al 1 o al 0, por el trabajo que tiene, pues es más cómodo y excitante para ella, llevarlo así. Tiene algunas pecas en la zona de la nariz y lleva varios tatuajes por todo el cuerpo.

Su trabajo es en uno de mis negocios, al margen de la legalidad, se podría decir, pues es Ama en una sala BDSM que tengo; de ahí lo de tener que llevar el pelo rapado, pues, constantemente lleva máscaras, tanto de cuero como de

látex

, y para llevarlas, le es mucho más cómodo ir rapada.

Empezó a los 18 años recién cumplidos, pero de puta en otro de mis negocios al margen de la ley, poco a poco fue creando una cartera de clientes, y fue llegando a lo que es hoy.

Lo mejor de todo es su carácter, pues al principio, y cuando está de buen humor, es muy dulce, pero, cuando se enfada, tiembla el edificio donde se encuentre.

Su forma de vestir, tanto por la calle, como en sesión BDSM con los sumisos/as, en la sala de juegos, es muy extrema, le encanta la ropa de cuero y también llevar botas, incluso en verano viste así.

Además, sólo tiene como límites a nivel BDSM, los legales, por lo que no suele rechazar ningún servicio,

scat

incluido.

Tras esta breve presentación/descripción de Carolina, para que el lector pueda hacerse una idea de cómo es, sigo narrando la historia de Marta.

Llamé a Carolina, y le expliqué la situación, que había conocido a Marta, que ya había firmado el contrato de sumisión y que quería pedirle que hiciera lo siguiente:

  • Por un lado, que fuera en un rato, al restaurante al que iba a llevar a comer a Marta, que se vistiera de la forma más extrema que pudiera, y que estuviera pendiente del móvil, pues yo mismo le diría cuando se tendría que poner en acción.
  • Lo que tendría que hacer, una vez en el restaurante, era esperar a que Marta tuviera que ir al baño, una vez allí, Carolina iría también al mismo baño de mujeres, donde coincidiría con Marta, fingiría un encuentro casual, en el que seguro que Marta le empezaría a preguntar por su cuerpo, al ser de gimnasio y todo operado, y bueno, se trataba de que Carolina le explicara a Marta que ella iba a tal gimnasio y que no habría problema en que Marta también se apuntara.
  • Por otro lado, que pidiera a alguna amiga suya que le acompañara en la comida y que, mientras Carolina iba al baño, a cumplir con la misión del punto negro anterior, de convencer a Marta para que se apuntara a su gimnasio, la amiga de Carolina, pasara a mi privado, para que yo la pudiera conocer.
  • El objetivo de esa amiga, a la que describiré más adelante en el capítulo, era que Marta, tuviera una amiga, un apoyo, sobre todo en el día a día, pues, por sus problemas de visión, por ejemplo, no podía conducir, y también, en el proceso de cambio, pues a nivel psicológico, iba a necesitar cierto apoyo. Además, no sabíamos si en los ojos iba a tener más problemas, algo que yo sospechaba que podría pasarle...
  • También le pedí a Carolina que controlase que, durante la estancia en el baño, Marta no meara, y que me avisara si lo hacía. Le expliqué a Carolina que Marta se había comprometido en el contrato, a no mear hasta pasadas diez horas entre meadas.

Carolina me dijo que no tendría ningún problema y que así haríamos, que se empezaba a poner ya en marcha, para que tuviera tiempo a arreglarse y a llegar.

También me dijo que la mejor opción de amiga para Marta, era Lucía, puesto que era también bastante pija y muy femenina, que seguro que nos iba a gustar a los dos (A Marta y, claro está, a mí)

Mientras hablaba con Carolina, estaba mirando las cámaras, por si pasaba algo y tenía que intervenir. Os cuento ahora lo que vi en el baño, a través de las cámaras

En el baño, lo primero que vi, fue que Marta fue a mear, se lo dije a Teresa, que le dejara mear, para que se vaciara por completo el depósito, pero, con la condición de que ya no volviera a hacer pis, hasta, al menos diez horas, algo a lo que se había comprometido.

Recuerdo al lector que eran en torno a las 14 horas del sábado, así que, hasta las 00:00 del domingo ya no podría Marta volver a mear, a menos que quisiera volver a ser castigada.

Después de la meada de Marta, vi a las dos, a Marta y también a Teresa, desnudas, que se empezaban a duchar.

Teresa ayudaba a Marta a ducharse, pues, al ir sin gafas, a Marta le costaba bastante el momento de la ducha, pero era algo que también le excitaba, y más ahora, teniendo al lado a Teresa, con sus enormes tetas.

En mitad de la ducha, la mano de Marta se fue, al parecer, por accidente, a una de las tetas de Teresa, a lo que ésta respondió, dándole a Marta una bofetada, que dejó a Marta algo dolorida, pero muy excitada.

La ducha siguió, teniendo especial cuidado en limpiar bien la zona (de la pierna) con la mancha de nacimiento de Marta, así como de evitar que cayera jabón en sus ojos.

Era algo en lo que no había caído, por lo que, para solucionarlo, en las siguientes duchas, le dije a Marta que llevaría un antifaz en los ojos, para que no le entrara jabón en ellos, a lo que Marta aceptó sin problemas, pues le parecía una idea excitante, aunque claro, sin saber/ sin pensar que podría traerle algunas consecuencias dolorosas...

Al acabar la ducha, y como justo ya había terminado la conversación con Carolina, en la que había cerrado la cita con ella y con Lucía en el restaurante, fui a la habitación donde ya me estaban esperando Marta y Teresa.

Antes de ir a la habitación, le dije a Teresa por teléfono que fueran las dos allí y que me esperasen desnudas las dos, que yo no tardaba en llegar, y, así, podría vestir yo personalmente a Marta.

Cuando llegué a la habitación, Teresa estaba secando el cuerpo de Marta que, claro está, se encontraba húmedo por la ducha.

Le metí a Marta un dedo en su culo, como paso previo a meterle, de nuevo, el

plug

anal que se había quitado para la ducha, a lo que pude

oír

un gemido de placer por parte de Marta.

Agarré el vestido negro y super corto de cuero negro que tenía preparado, y empecé a ponérselo a Marta, era, en realidad, un

corset

largo, se podría decir, estuve un rato ajustándoselo, para que lo llevara lo más prieto posible.

Le puse unos calcetines, pues no le dejé que llevara medias, para que la mancha de nacimiento se le viera en todo momento y, al natural, y, finalmente, unas botas con 20 cm de tacón y algo de plataforma, lo suficiente para que pudiera caminar, pero eran bastante extremas y, cada paso, era un suplicio para Marta.

En el cuello, le puse un collar de cuero, que le impedía hacer a Marta algún movimiento, pero no era de los más extremos que ha llevado, era, pues, algo que quería también, ir poco a poco, empezando a entrenar.

Antes del paso final, del parche, le ofrecí a Marta volver a pasar al baño, para que se maquillara. Le había dejado algo de maquillaje, pero todo en tema gótico, pues es lo que mejor le sienta.

Finalmente, y una vez que Marta ya se había maquillado, le dije a Marta que íbamos a dejar, por el momento, las gafas en casa y, saqué un parche de un cajón donde guardo diversos productos médicos, y se lo puse en el ojo izquierdo, es decir, en el que Marta tiene mejor visión, por lo que ya apenas sí veía algo por el ojo derecho.

El último accesorio que añadí, fueron unas gafas de sol, para que ya sí, Marta perdiera casi toda referencia de espacio. (Me dijo que, al llevar gafas de sol, sí que sufría bastante, pues se quedaba casi a oscuras)

Cómo ya he dicho, nada de medias y, como habéis podido observar, tampoco le puse a Marta nada de ropa interior ni sujetador.

Decidí que no era necesario añadir ninguna prenda de abrigo, a pesar de que hacía 15 grados sólo de temperatura, agarré de la mano a Marta y me dirigí con ella a la salida de la casa, del ático.

Por supuesto, durante todo el tiempo en el que estuve vistiendo a Marta, Teresa estaba completamente desnuda, ayudando a vestir a Marta. Eso lo hice así, para que Marta se excitara viendo las enormes tetas de Teresa, pero sabiendo que era mirar y no tocar.

Desconozco si Teresa se vistió después, pues la cita para comer era sólo, en principio, para Marta y para mí.

Antes de salir, paré con Marta en el salón, agarré una pala, levanté un poco el vestido de Marta, y le di a Marta con la pala, diez veces, en su culo.

Le expliqué a Marta que era el castigo por haber intentado tocar una de las tetas de Teresa sin que ella le dejara hacerlo.

Antes de salir, me preparé yo para irnos a comer, tuve que dejar a Marta esposada durante unos minutos, para que evitara tentaciones, en especial, la de masturbarse, pues, de hecho, me pidió hacerlo mientras yo me preparaba para salir.

El restaurante estaba a diez minutos andando, tardamos cerca de veinte en llegar, pues Marta estaba pasándolo mal, aunque muy excitada, debido a todo lo que llevaba encima.

Entre que casi no veía y las botas, que eran muy extremas, cada paso, era casi un infierno para ella, eso sí, un infierno muy excitante, pues notaba cómo su coño se empezaba a humedecer.

Evidentemente, durante el paseo al restaurante, Marta era observada por la mayoría de la gente que nos cruzábamos, algo que yo disfruté especialmente, pues me encanta que la gente me tenga envidia.

Durante todo el camino al restaurante, fuimos de la mano, como una pareja, para evitar accidentes, debido a la falta de visión de Marta.

Antes de llegar al restaurante, Marta se ofreció a chupármela, porque estaba tan caliente, que me dijo que lo estaba deseando, pero yo le tuve que parar los pies, y decirle que, tal vez, si se portaba bien durante la comida, podría tener eso como premio, a la vuelta de la comida, pero ya en casa.

Por desgracia, su comportamiento durante la comida no fue todo lo bueno que esperaba de ella.

Al llegar, por fin, al restaurante, pasamos al reservado, donde, claro está, sólo estábamos Marta y yo.

Por supuesto, yo pedí por los dos, de hecho, ni siquiera dejé que Marta intentara leer la carta, pues, entre que apenas podía ver, y el

corset

, que ya empezaba a apretarle, pensar en comer, para Marta, era ya un motivo de excitación y de opresión, aparte de una dificultad de lectura de la carta.

La comida fue bastante abundante, pues, al ser una celebración, y teniendo en cuenta que me gusta comer bien, pues aproveché.

Algo de marisco variado de primero, incluyendo ostras, y, de segundo, una ración de salmón, para cada uno. De postre, un buen pastel de chocolate. Todo esto regado por vino blanco.

Hago hincapié en el vino, pues, poco a poco, fui logrando que Marta se bebiera, ella sola, una botella entera, para que estuviera ya un poco “achispada”, eso, por un lado, y por otro, que empezara también a entrenarse en vicios, como es el alcohol.

Aviso del autor:

Lo que viene ahora, puede que haya gente a la que no le guste, pero, estoy convencido de que ahí fuera, en el mundo, hay alguna Marta en potencia, a la que esto le excita...

Después del postre, pedí un café sólo y un vaso de whisky para cada uno, cuando llegó el café, hice algo, que puede que a algunas mujeres no les guste demasiado, pero a Marta es algo que le excita sobremanera, me saqué un moco, y se lo metí en la boca a Marta, quien se lo tragó y me dijo que estaba muy rico.

(Anteriormente, Marta me había dicho que uno de sus mitos eróticos era el seleccionador de fútbol de un país que había sido campeón del mundo de fútbol en varias ocasiones, y que hacía eso mientras le enfocaban las cámaras, algo que a Marta le ponía toda burra)

Al acabar, Marta me dijo que quería ir al baño, pero no para mear, sólo para retocarse el maquillaje un poco.

Entonces fue cuando avisé a Carolina, de que era el momento, que se sacara un moco, y que fuera al baño de mujeres, pues ya iba a ir Marta para allá, y empezaba su misión; además, también le dije que me enviara a Lucia, para conocerla brevemente.

Durante la comida, Carolina me había estado escribiendo, para decirme, que ya estaba en el restaurante, con Lucía, y para mostrarme fotos de cómo iban las dos vestidas.

Marta, cómo era muy celosa, se percató de mis visitas al móvil y me empezó a preguntar, pero yo le dije que no era nada que le importara, y que no iba a tolerar, en ningún momento, ninguna escena de celos, es más, le dije que, si se comportaba de forma celosa, lo iba a lamentar, pues iba a ser duramente castigada, para ponerla en cintura.

En el baño, Carolina y Marta se conocen

Marta llegó, con ayuda de una camarera, a la que le tuvo que pedir ayuda, pues casi no veía, de hecho, para humillarla aún más, fui yo el que le hice pedir directamente la ayuda a la camarera, yo me quedé callado y dejé que Marta hablara.

La camarera era bastante guapa, sus tetas parecían naturales, y claro, iba vestida de camarera, aunque se le intuía algún tatuaje y llevaba el pelo corto, teñido de rubio.

Al llegar al baño, Carolina ya estaba allí, y, claro, al ver que llegaba Marta, pues le dijo a la camarera que se fuera, pues que ya se encargaba ella de atender a Marta en el baño.

Según me dijo Marta, cuando pudo, más o menos, ver

cómo

era físicamente, Carolina, se quedó muy sorprendida, a la vez que muy excitada, pues, claro está, Carolina, como ya he dicho antes, es una mujer muy llamativa.

Ese día, Carolina, llevaba un vestido muy escotado, de látex negro, y unas botas con un tacón enorme, Marta calculó que debía de estar en torno a los 30 cm, con 10 cm de plataforma. Al muslo y de cuero negro.

Me contó Marta, que estuvieron un breve rato hablando, que Carolina le tuvo que ayudar con el maquillaje, pues claro, Marta casi no veía para poderse maquillar sola.

Le tuvo que contar a Carolina, que era una sumisa, y que llevaba el ojo tapado porque yo se lo había tapado, así como que la ropa que llevaba, se la había escogido yo.

Finalmente, le preguntó a Carolina, cómo había logrado semejante cuerpo, a lo que Carolina le respondió que con mucho gimnasio, y le dio la tarjeta del que iba, le propuso verla allí el lunes, le dio un beso a Marta en los labios, y se fue, avisando, por un lado, a la camarera, que estaba fuera esperando para ayudar a Marta a volver a la mesa, cuando acabara, y, por otro lado, me avisó a mí, de que Marta ya iba para allá, para que yo pudiera despedirme de Lucía y volver con Marta, sin que ella sospechara nada.

Carolina me dijo en el mensaje que me envió, que todo había ido según lo previsto, pero que había empezado a notar a Marta algo inquieta, como “bailando”, porque empezaba a tener ganas de mear, otra vez.

Yo, en la mesa, con Lucía

Al minuto de irse Marta al baño, llegó Lucía a la mesa.

Es Lucía una mujer de unos 28 años, rubia, muy femenina, tetas naturales, aunque querría operarse, bastante pija, también se dedica, como yo, a temas financieros, tiene cuerpo bastante trabajado en el gimnasio (Según me dijo, sigue una dieta especial de proteínas) mide en torno a 165cm.

Me dijo que era bisexual desde que era pequeña lo había sabido, que en ese momento no tenía pareja, y que el BDSM le gustaba como sumisa para los

hombres,

pero como Ama con mujeres, aunque no era demasiado dominante, le gustaba ser dulce con ellas.

También me dijo Lucía que le había gustado las fotos de Marta que Carolina le había dejado ver.

Lucía, llevaba, ese día, una micro falda de cuero, una camisa negra y unas botas de tacón muy fino. Me dijo que el abrigo de visón se lo había dejado en la mesa.

Estuvimos unos minutos hablando, fue rápido, pues se supone que, mientras tanto, Carolina y Marta se estaban conociendo en el baño.

Mientras hablamos, pedí dos cafés, pero, esta vez, sin moco.

Le expliqué a Lucía lo que esperaba de ella, que cuando Carolina le presentara a Marta el lunes en el gimnasio, hiciera como si no supiera nada de esta conversación, que intentara hacer amistad con Marta, y que estuviera en todo momento pendiente de ella, para lo que pudiera necesitar.

Nos despedimos con un beso en la boca, con el tiempo justo, pues ya, en ese momento, Carolina me estaba avisando al móvil de que ya Marta volvía, y de que, otra vez, se estaba meando.

Es por ello que tuve que pedir una jarra de agua y un vaso, para que Marta bebiera...

De nuevo con Marta en la mesa, que vuelve del baño y de su encuentro con Carolina

Cuando Marta volvió del baño, hice que se bebiera un vaso de agua, para intentar que las ganas de mear, fueran, aún más, en aumento.

Fue ahí cuando me contó lo que le había pasado en el baño, todo el encuentro con Carolina que ya he descrito, pero que, para Marta, era nuevo totalmente. También me dijo lo del beso de despedida.

Pedí la cuenta, pagué, y agarré de la mano a Marta, para que ya pudiéramos volver a casa, a descansar un rato, antes de pasar la tarde de compras.

Al salir del restaurante, eran en torno a las 16:30, tardamos unos veinte minutos en volver a casa, pues a Marta le costó aún más volver, pues a la falta de visión, se unió las ganas de mear que ya empezaba a tener.

Marta consiguió, con mucho esfuerzo, llegar a casa, pero, cuando llegamos al dormitorio, donde iba a ayudar a Marta a desvestirse, pues quería que, para salir de compras, se pusiera otra ropa, ocurrió lo que yo me temía, y Marta, de nuevo, tuvo un accidente con el pis...

El castigo, y lo que pasó en la tarde de compras, lo veremos en el próximo capítulo de este relato.

El autor se encuentra abierto a recibir opiniones y comentarios sobre el relato, tanto por email como por Skype.

Reitero también mi actitud de apertura hacia las Martas del mundo, que quieran cumplir fantasías.

Aprovecho para comentar, porque me escribieron por Skype para preguntarme, que el tema de que Marta tenga que dejar su trabajo de funcionaria, es por mi ideología, pues no me gusta la profesión de funcionario, en general. En cualquier momento, como se muestra en el relato, Marta es libre de volver a ejercer esa profesión, si decidiera abandonar la sumisión.

Además, el entrenamiento para ser una puta, no le da tiempo para ser funcionaria.

Próximamente escribiré más capítulos del relato.