Educando a Marta (2)
Segunda parte del relato, en el que le explico a Marta el proceso por el que tendrá que pasar si quiere cumplir su sueño de ser una puta sumisa.
Antes de comenzar a narrar la segunda parte del relato de cómo convertí a Marta, una mujer malcriada y caprichosa, en toda una puta (literalmente, pues, cómo más adelante veremos, a lo largo del relato, logré que se metiera a ser
escort
de lujo, trabajo que desempeña actualmente) a la vez que también una sumisa, sin olvidar que es también
una bimbo
; me gustaría comentar dos cosas acerca de mis padres, que tienen cierto interés para el relato.
Mi padre tiene sus orígenes en Palencia, por lo que aún tiene ciertos vínculos con la ciudad, esos vínculos incluyen también alguna que otra propiedad inmobiliaria, que me sirve, de vez en cuando, para poder llevar a mis conquistas femeninas, pues es un sitio tranquilo para poder follar discretamente.
En cuanto a mi madre, vive en Marbella, es consumidora habitual de cocaína, de ahí que tenga un carácter algo difícil, cómo ya expliqué en el primer capítulo del relato, y su trabajo, a veces, consiste en darse una vuelta por los diferentes negocios que tenemos en la Costa del Sol.
El hecho de que consuma cocaína me ayudó a meter a Marta en ese mundo de consumo de droga, que le sirve para aguantar el ritmo de vida (Sobre todo, de no dormir y de trabajar muchas horas seguidas como
escort
) y de sexo que lleva actualmente.
Sobre Marta, me dijo que sus orígenes estaban en un pueblo de la provincia de Burgos.
Pero, siguiendo con el relato, si no recuerdo mal, lo dejé en el momento en el que, tras follar por primera vez con Marta, para ver
qué
tal se le daba el tema de follar y cómo la chupaba, le dije que se fuera a su casa y que me esperase, que estuviese pendiente del móvil, que yo iba a avisar cuando quisiera saber de ella.
Yo volví a la casa de Pozuelo, es una parcela enorme, que tiene dos casas, en una viven mis padres, y, en la otra, vivo yo, y me fui a dormir, cuando llegué, eran en torno a las 00:30.
Generalmente soy de poco dormir, pues el trabajo me quita muchas horas, además, ese día, la adrenalina de la experiencia vivida con Marta, también me impedía conciliar el sueño.
Me desperté en torno a las 04:30, me encendí un cigarrillo, he de precisar en este punto, que soy hijo de grandes fumadores y que el tabaco siempre ha estado muy presente en mi vida; de hecho, estoy orgulloso también de haber convencido a Marta para que fume.
Agarré el móvil en el que tenía las conversaciones con Marta y decidí escribirle, a pesar de la hora, para ver si estaba cumpliendo mis órdenes de no separarse ni un segundo del móvil, por si yo aparecía de repente en su pantalla.
Por suerte, estaba con el móvil al lado de la cama, en la mesilla de noche, y apenas tardó unos segundos en contestar a mi mensaje.
Me pidió permiso para ir al baño a mear, pues llevaba varias horas sin hacer pis y ya casi no podía más; le dije que fuera.
Marta me comentó que se había sentido muy humillada al tener que llegar a su casa, sin haberse podido asear tras follar, pues yo no dejé que se duchara, así que se le notaba que había tenido cierta fiesta antes de llegar a casa.
Al volver del baño, lo primero que le dije fue que buscara por RRSS, ejemplos de mujeres a las que le gustaría parecerse y que, después, en el apartamento, hablaríamos del tema, para ver qué transformaciones y modificaciones físicas habría que hacer a Marta.
Estuvimos en torno a una hora y media hablando. Al final, le dije que esperaba su presencia en mi apartamento de juegos, para ese día, que era sábado, a las 9 de la mañana y que ya no durmiera más, que se pusiera a buscar ejemplos de mujeres para comentar luego, en el apartamento.
Le pedí que fuera al apartamento sin desayunar, que se pusiera botas altas como calzado y que no llevara ropa interior de ningún tipo, pero que el resto de la ropa, la eligiera ella, pero que fuera fácil de quitar. También le dije que avisara en su casa de que no iba a volver hasta el lunes por la mañana, que dijera que le había surgido un viaje urgente, si alguien le preguntaba.
Por supuesto, el
plug
anal, no se lo podía quitar.
A pesar de que ya hacía algo de frío, no le dejé que se pusiera ninguna prenda de abrigo.
En torno a las 8, yo me empecé a arreglar, me di una ducha, agarré el coche y me fui, de nuevo, al apartamento, para esperar allí a Marta.
Previamente, hablé con Teresa, la asistenta interna que limpia y cocina en el apartamento de juegos BDSM, y que es Ama, también le gusta jugar y es bisexual. Le dije que iba para allá y que preparase desayuno para tres personas. (Marta, ella misma y yo) y le dije que se vistiera como una ejecutiva.
Físicamente, tiene unas tetas naturales bastante grandes y se conserva bien, tiene en torno a 50 años, su carácter, cuando se enfada, puede llegar a ser explosivo, algo que ayuda a Marta a ser educada.
Llegué al apartamento en torno a las 08:30, pues, al ser sábado, había poco tráfico, vi que Teresa ya estaba allí y que estaba vestida para matar, pues llevaba una falda de cuero muy corta, una camisa negra también, y unas botas de mucho tacón. Sus tetas enormes, destacaban y llamaban la atención.
A las 08:55, sonó el timbre de la puerta y Teresa fue a abrir, era Marta, que, teniendo en cuenta mi gusto por la puntualidad, había hecho un esfuerzo por llegar antes de la hora a la que le había pedido que estuviera.
Marta estaba algo cansada, pues apenas había dormido, según me dijo, 2 horas, le había costado dormirse y, además, entre las ganas de mear y que yo la desperté y después se puso a buscar fotos de mujeres a las que parecerse, pues apenas había descansado.
Llevaba un vestido negro muy corto, algo escotado y unas botas altas negras. No llevaba medias ni ropa interior (Eso lo comprobé después), pero sí llevaba el
plug
anal. Tal y como le pedí, tampoco llevaba ninguna prenda de abrigo, a pesar de que la mañana había amanecido algo fría.
Nos sentamos los tres, primero hice las presentaciones de rigor, Marta se quedó impresionada de cómo Teresa iba vestida y no podía parar de fijarse, durante todo el desayuno, en las tetas de Teresa, según me dijo, fue la primera vez que empezó a plantearse si realmente
era sólo
heterosexual.
Durante el rato de desayuno, aprovechamos para disfrutar de la comida, pues no me gusta hablar de cosas importantes, que cambian la vida, mientras disfruto de la comida más importante del día. Le ofrecí a Marta una bebida energética, para que acabara de despertarse, y ella aceptó.
Al acabar de desayunar, le ofrecí a Marta un cigarrillo, Marta se quedó dubitativa sobre si aceptar o no, pero se lo puso en los labios, y se lo encendí. Me dijo que había fumado en pocas ocasiones y no estaba acostumbrada, así que yo le respondí que eso era algo que iba a cambiar, si aceptaba la propuesta que tenía que hacerle.
En ese momento, le hice un gesto a Teresa, que dijo que tenía cosas que hacer en la casa y me pidió que le avisara cuando fuera necesaria su presencia.
Una vez que ya estábamos casi solos, le pedí a Marta que se pusiera de pie, y le levanté el vestido, para comprobar si había cumplido mis órdenes; al ver que las había cumplido, aproveché para meter un dedo en su coño, que estaba bastante húmedo, al parecer, estaba excitada y algo nerviosa por lo que iba a hacer a partir de ese momento.
Lo primero que le dije, fue que, en caso de aceptar mis condiciones y de querer seguir un entrenamiento para llegar a ser toda una puta y una sumisa, tenía que aceptar todas y cada una de ellas, que, en caso de estar en desacuerdo con alguna de ellas, se pararía el proceso y todo acabaría, sin ningún coste (económico) para Marta y sin rencores por mi parte, pero, eso sí, sin segundas oportunidades, es decir, era libre para irse en cualquier momento y sin explicación, pero, si se iba, no podría volver.
También le expliqué que, si tenía cualquier duda o cualquier problema, que contara conmigo, que no se lo callase, porque yo intentaría ver la forma de ayudar en lo que pasara.
Lo segundo que tendría que tener en cuenta, en caso de aceptar mi propuesta, es que no me gusta el tema de que fuera funcionaria, por lo que tendría que pedir una excedencia, de forma que pudiera conservar su plaza, por si en algún momento decidía dejar el mundo BDSM, tuviera un sitio al que volver, pero, mientras estuviera conmigo, iba a vivir de su cuerpo y de su esfuerzo personal.
También aproveché para explicarle a Marta, que la terraza, es zona nudista, por lo que siempre que fuera a tomar el sol, tendría que hacerlo totalmente desnuda, ya fuera en la terraza o en la playa.
Por supuesto, podría usar protección solar, si así lo deseaba, pero yo no iba a costearle dicha protección.
Si quería podría también tomar rayos UVA con una máquina de esas, siempre y cuando, fuera desnuda integral.
Le pregunté si tenía ya algún referente de mujer a la que quería parecerse y me dijo que sí, aunque le había costado mucho decidirse, tenía tres opciones, tres candidatas, pero no se decidía por ninguna, las tres le excitaban, pero tenían también cosas que no le gustaban o que les hacían no ser lo suficientemente completas.
Pongo a continuación los tres ejemplos de mujeres de los que me habló Marta. No puedo dar muchos datos por aquí, pero, en privado, puedo mandar fotos de las mujeres de las que hablo.
La primera de ellas, es una
escort
de Colombia, pero que trabaja en Barcelona, ciudad que visito con frecuencia, debido a mi afición por un equipo de fútbol de dicha ciudad, era todo tetas, pues estaban muy operadas y tiene un culo, también operado, era, por tanto, una mujer muy llamativa.
Marta me dijo que quería tener esas tetas y ese culo, pero que no le gustaba que no llevara tatuajes. Lo que más le gustaba de esta mujer es la pinta de puta que tiene y que ella quería ser así.
La segunda, es una mujer de Polonia, que se dedica al BDSM, se apoda a sí misma algo así como “la mujer malvada” y tiene una sala de juegos enorme. Me dijo Marta que lo que más le gustaba era su forma de vestir, siempre de cuero, con botas y muy elegante y llamativa y que ella quería ir así vestida.
Sin embargo, no le gustaba que tuviera los dos límites, uno de no llevar abrigos de piel real, pues Marta me dijo que le gustaban mucho y, el otro, que no hacía prácticas con caca/
scat
y que ella sí se atrevería a probar, si yo estaba de acuerdo.
El tercer ejemplo, es el de una mujer alemana, que tenía muchos tatuajes, aunque ninguno en la cara, justo lo que Marta me dijo que quería, pues su ambición es ser una niña buena en la calle, que nunca se ha sacado un moco, pero, al llegar a casa, ser toda una puta. Por tanto, me dijo que su único límite era que no quería tatuarse la cara.
Lo que tenían en común las tres mujeres, es que su carácter era complicado, justo como el de Marta, al empezar su entrenamiento.
También me dijo Marta que quería perder peso, aunque estaba en torno a 55kg y medía 170cm, quería perder entre 10 y 15 kg y tener cuerpo fitness, de gimnasio, pero sin ser
una musculitos
.
Le dije a Marta que, si aceptaba, a partir del lunes, podría empezar a acudir al gimnasio, para empezar a ponerse en forma.
Le dije a Marta, que no habría problema, pero que sería un proceso largo y, quizás, algo doloroso, pues, por ejemplo, la operación del culo, para ponerse a la altura de la chica de Colombia, supuse que sería dolorosa, sobre todo, el
post-operatorio
, pues, por lo que tengo entendido, hay que estar casi un mes sin poderse sentar, a lo que Marta me dijo que no le importaba, pues es el precio a pagar para ser una puta.
Algo que también me dijo Marta es que su sueño era ser la típica rubia tonta, que sólo se preocupa por su físico y por tener el mayor tiempo posible una polla o un coño en su boca, para chupar/lamer. Quería también, dedicar tiempo a cuidar su pelo y teñirse de rubia y llevar extensiones.
Le pregunté a Marta sobre sus límites, me dijo que tenía dos, el que ya me había contado antes sobre no tatuarse la cara, aunque sí quería un piercing en la lengua, para hacer mejor las felaciones y tampoco quería que le operase la vista para ver mejor, me dijo que, sin gafas, apenas veía, por lo que ya se había acostumbrado a llevarlas siempre, eso sí, me dijo también que no tenía problemas en llevar los ojos vendados o tapados, pues, durante bastante tiempo, ya los había llevado así, debido a sus problemas de visión.
De hecho, me dijo que no poder ver, le parecía excitante y que, cuando tuvo que llevar, durante un tiempo, (Estuvo, según me dijo, cerca de un año, en el que tuvo que usar un bastón blanco para orientarse) los dos ojos tapados todo el día, debido a sus problemas de visión, estaba permanentemente excitada.
Cómo quería saber más sobre los gustos y fetiches de Marta, le estuve preguntando sobre el tema, y me dijo que siempre había tenido envidia de las compañeras de clase que llevaban aparato dental, que ella siempre había querido llevar uno en la boca, pero que sus padres nunca le habían dejado ponérselo; así que yo le dije que tampoco habría problema por ello.
En cuanto al tema de gustos de comida, alergias y consumos de sustancias, Marta me dijo que le gustaba comer de todo y que estaba dispuesta a fumar y a meterse cocaína, si así se lo pedía yo.
La última pregunta, fue acerca de si quería probar alguna práctica BDSM en especial, y me dijo que tenía cierto interés, por deformación profesional, por las cosas médicas, en especial los vendajes y las escayolas, pues, aunque nunca había estado escayolada, le pasaba algo parecido a con el tema dental, sentía envidia cuando veía a alguna compañera con escayolas o con algún tipo de vendaje en el cuerpo o incluso con collarín ortopédico.
Al acabar de tratar con Marta todos los temas que tenían que ver con su proceso de modificación, me dijo que, adelante, que quería empezar cuanto antes, que se moría de ganas de empezar, y que quería verle las tetas a Teresa, pues tenía mucha curiosidad de ver su enorme tamaño.
Pedí a Marta que se quitara el vestido negro corto que llevaba, que se quedara sólo con las botas, y que me acompañara al despacho que tengo en el apartamento.
Primero le di la mano, hasta que llegamos a la mesa, donde había preparado un collar, con una correa, que le puse a Marta, y también un antifaz, puesto que a Marta eso le ponía muy cachonda, y, a partir de ahí, ya pude agarrar la correa para que Marta, sin poder ver nada, me siguiera al despacho.
Al llegar al despacho, le quité a Marta el antifaz, para que pudiera ver que Teresa se había cambiado y llevaba un
corset
de cuero, que dejaba sus enormes tetas al aire, llevaba también unas botas al muslo con 20cm de tacón y plataforma.
Su coño estaba al aire, y lo llevaba con algunos piercings, al igual que sus pezones, que eran tipo galleta.
En la mano, Teresa llevaba un látigo; le di la correa que sujetaba el collar de Marta, a Teresa, para que ella empezara a jugar con Marta.
Marta se fue, sin dudar, a intentar chupar las tetas de Teresa, pero Teresa se lo impidió, le puso de rodillas y le ordenó que empezara por lamer su coño, porque yo quería ver qué tal lo hacía, antes de decidir si la aceptaba como sumisa.
Marta estuvo un buen rato lamiendo el coño de Teresa, y, al cabo de unos minutos, logró que Teresa se corriese, lo hizo en toda su cara, dejando a Marta con cara de placer.
Sin darle tiempo a Marta para que pudiera reaccionar ni asearse, Teresa se puso un
strap-on
, con una polla de unos 25 cm de largo, toda negra, y comenzó a metérsela a Marta en su coño.
Debido a la excitación, Marta apenas tardó 5 minutos en correrse, además, como volvía a tener ganas de hacer pis, se empezó también a mear, dejando todo el suelo lleno de pis.
Yo estaba excitado, a la vez que algo enfadado, pero le puse de nuevo el antifaz a Marta, la llevé al cuarto de limpieza, donde están la fregona y el cubo, le hice llenarlo de agua y volvimos al despacho para que Marta empezara a limpiar el estropicio de pis que había formado.
Antes de que Marta empezara a limpiar, le esposé las manos, para que tuviera una dificultad añadida, le ofrecí también una mordaza, por si quería estar más incómoda, pero rehusó.
Por supuesto, le hice que Marta lo tuviera que limpiar, sin poder verlo, para que tardara más, durante todo el tiempo que tardó le estuve hablando, para tratar de incordiar y que tardara lo más posible, pues, cuanto más tardara, mayor iba a ser el castigo.
Al acabar, llevé a Marta a la sala de juegos, le esposé las manos a la espalda y, Teresa, que ya estaba allí, empezó a usar su látigo.
Le dio, en total, 20 golpes con el látigo, uno por cada minuto que había tardado en limpiar
el
estropicio.
Cuando finalizaron los golpes, el culo de Marta estaba algo rojo y Marta estaba algo dolorida, pero me dijo que le había gustado la experiencia, su primer castigo y me agradeció que le hubiera castigado.
Le dije a Marta que, a partir de ahora, sólo iba a poder hacer pis, al menos, cada diez horas, es decir, tendría que pasar, como mínimo, ese tiempo entre meada y meada, si no lo cumplía y se meaba antes de tiempo, iba a ser castigada, y que la severidad del castigo aumentaría si repetía la situación.
Volví a llevar al despacho a Marta, le ofrecí un asiento para que se sentara, algo que le costó bastante, pues notaba su bonito y rojo culo, algo dolorido aún por los golpes de Teresa.
Se sentó, finalmente y le puse por delante el contrato de sumisión en el que estaban las cláusulas que previamente habíamos estado hablando. Le dije a Marta que Teresa había estado escuchando toda nuestra conversación y, mientras íbamos hablando, Teresa fue escribiendo las diversas modificaciones y normas que íbamos a hacer a Marta, y que Marta, a su vez, iba a tener que obedecer.
Por supuesto, las dos primeras cláusulas eran las de poderse liberar y volver en cualquier momento a su vida anterior, por parte de Marta y la de poder contar conmigo para cualquier problema que tuviera. (Digo esto porque, en todo momento, Marta acepta libremente todo lo que le va a pasar y sabe que puede irse, si no está de acuerdo en algo)
Marta leyó en voz alta, todas las partes del contrato, dijo que estaba de acuerdo, pues es lo que habíamos estado hablando antes, en el salón, agarró un bolígrafo y firmó.
Como eran ya las 14:00, decidí que, para celebrar que Marta empezaba una nueva vida como sumisa, era un buen momento para ir a comer a algún sitio especial.
Pero la comida y la tarde de compras que vino después, la contaré en el siguiente capítulo.
Hasta aquí la segunda parte del relato; próximamente escribiré la siguiente y trataré de publicarla. El autor acepta emails de los lectores/as y recuerda también que, si hay alguna mujer que quiera que le suceda lo que le pasó a Marta, el autor está abierto a encontrarla.