Educando a Lara (Sometida con Sonia)
Es domingo. Estoy en casa con mi sumisa Lara cuando llega Antonio con su sumisa Sonia. La dejará a mi cuidado durante todo el fin de semana mientras el atiende unos asuntos urgentes.Cuando él se va retomo la educación de mi sumisa...
Amanece el sábado. Me despierto y mi sumisa Lara aún duerme tumbada en la alfombra. Ayer fue sorprendida por su amo mientras se tocaba su coño sin permiso y ahora permanece con sus manos esposadas a la espalda y tumbada sobre la alfombra.
Me levanto. Cojo la cadena que está doblada sobre el suelo, tiro de ella y el collar se tensa alrededor del cuello de Lara que abre los ojos y me sigue a cuatro patas.
Entro en el baño. Mientras meo ella espera mis órdenes. Me afeito. Mientras lo hago le ordeno " Besa y lame el culo de tu amo mientras se afeita ". Se acerca a mi culo y lame en silencio. Ella sabe que no puede pronunciar palabra mientras su amo no se lo autorice. Luego tiro de ella, la meto en la ducha y abro el agua.
“Avisa a tu Amo cuando el agua salga caliente. Cuando esté bien caliente entraré.”
Mientras, es ella la que recibe el chorro de agua fría que poco a poco va calentando. El leve camisón de satén que cubre su desnudez se adhiere a su piel con fuerza. Cuando me avisa de que el agua está lista, entro y se lo quito. Ella permanece a cuatro patas. Así debe seguir todo el día.
Me ducho. Mientras lo hago le froto la espalda con un guante de esparto. Luego sigo por todo su cuerpo. Ella permanece quieta, fiel, esperando. Salgo de la ducha y me seco. Luego extiendo la toalla en el suelo. "S al y sécate " le ordeno. Ella sale y se revuelca en la toalla. Luego su amo la frota y le seca el pelo antes de tomar de nuevo su cadena y guiarla hasta la cocina.
Preparo el desayuno. Pongo el mío sobre la mesa y coloco un tazón con leche y otro con cereales en el suelo. La llevo hasta ellos. "P uedes desayunar " le digo mientras comienzo con el mío.
Desayunamos. Ella se esfuerza en no volcar los tazones. Aún así algunas gotas de leche acaban en el suelo. " Límpialas " le digo cuando me levanto y recojo los tazones. Ella pasea su lengua hasta recoger las últimas gotas.
" Seca el suelo con tus tetas ". Se agacha, deja que sus tetas rocen el suelo y lo seca.
Me dirijo hacia mi despacho. La llevo conmigo cogida por la cadena. Va tras de mi como una perrita. " Debajo de la mesa " le ordeno cuando llegamos. Se coloca bajo la mesa y yo me siento y enciendo el ordenador.
" Ahora voy a trabajar. Quiero que te encargues de tener mi polla bien tiesa mientras lo hago. Puedes usar tus manos, tu boca o lo que desees. Pero ni hablarás ni te moverás de ahí debajo. Pero con cuidado. Si haces que me corra se doblará tu castigo ".
Comienzo a escribir y ella hace su trabajo. Primero con su boca. Luego alterna sus manos, sus tetas y su pelo. Suavemente, tal y como ella sabe que su amo desea.
A media mañana atiendo varias llamadas telefónicas. En una de ellas es mi amigo Alfonso quien me pide que cuide de su "perra" mientras atiende unos asuntos profesionales fuera de la ciudad. Quedo con él para la una y prosigo con mi trabajo. Lara me ha escuchado mientras hablaba y se muestra inquieta.
" He de ir a hacer algunas compras ", le digo mientras me levanto de la silla.
Mi polla sigue tiesa. Lleva así varias horas. Mi perra ha hecho bien su trabajo. La saco de debajo de la mesa. Cojo la cadena, tiro de ella y la acerco hasta la pared del otro lado de la habitación. " De rodillas de cara a la pared ” le digo mientras dejo caer la cadena.
Ella levanta sus manos del suelo y yergue su cuerpo. Se pone de cara a la pared y se acerca. Tomo sus manos, se las coloco sobre su cabeza y la hago acercarse aún más a la pared, hasta que sus pezones se rozan con la fría superficie. Voy a la cocina. Hago una lista en silencio sin dejar de mirarla de reojo en la lejanía. En un instante la veo bajar sus brazos hasta sus nalgas y frotárselas. Rápidamente voy hasta ella, le coloco de nuevo las esposas sujetándole las manos en la espalda y le doy cinco azotes de castigo por su desobediencia.
Me voy a la compra. Cuando regreso ella sigue allí, en la misma postura de cara a la pared. Me acerco a ella, la levanto y la guío hasta la cama.
" Túmbate encima. Descansa mientras hago la comida ”.
La ayudo a tumbarse. Sus manos atadas le impiden hacerlo con delicadeza y sabe que no debe deshacer la cama. El edredón se hunde levemente bajo su cuerpo y yo me voy hacia la cocina. Cuando suena el timbre de la puerta estoy acabando de preparar los aperitivos y la comida.
Abro la puerta. Es Alfonso que llega con su "paquete". Primero entra él y luego tira de la cadena y le sigue su esclava Sonia. Viene con su collar de perra puesto y él la guía tirando de ella. Lleva puesta una blusa blanca en la que se marcan los pezones exageradamente y una falda de tubo negra.
"¿Algún encargo en particular?" Le pregunto antes de que se vaya.
"No: Últimamente se porta bien y no tiene ningún castigo pendiente. La dejo en tus manos. Ahora tengo prisa y debo irme. La recogeré pasado mañana".
Cuando cierro la puerta Sonia me mira esperando mis órdenes. Me demoro un instante contemplándola. Es una mujer madura, quizás tenga más de cincuenta años, pero su piel y su rostro son los de una mujer en plenitud.
Morena, pelo recogido en un moño, formas suaves en su cara dan marco a unos labios carnosos que invitan a besarlos. Sus formas redondeadas quizás alberguen algún kilo de mas pero yo diría que le sientan bien. Sus tetas son poderosas. Bajo la blusa son todo un espectáculo. Cojo la cadena y la llevo hasta el salón. Cuando camina tras de mi siento el repiqueteo de su zapatos de tacón. Vuelvo la cabeza para verla caminar. Recta, sus pasos caen como gotas uno tras otro. Las piernas, enfundadas en unas medias negras, se prolongan infinitamente hasta que la vista se encuentra con el suelo.
"Siéntate. Pronto serviremos un aperitivo" , le digo cuando llegamos.
" Estarás aquí los próximos días y seguirás las normas de la casa. ¿Entendido?" .
"Mi perra está castigada. Ha desobedecido mis órdenes y paga por ello. Vete a la habitación y tráela"
. "Si señor" responde presurosa. Sale hacia la habitación. Cuando llega a la cama Lara sigue dormida. Toma la cadena que reposa sobre la cama y tira hacia arriba.
“Debes acompañarme” le dice a Lara cuando esta abre los ojos y la mira. Se incorpora con dificultad y la sigue. Aún lleva las manos esposadas a la espalda y su desnudez se hace así más evidente. Cuando llegan ante mí Sonia me alarga la cadena que recojo en mis manos.
Desengancho la cadena del collar, suelto la esposa de su muñeca derecha y vuelvo a colocársela dejando esta vez sus manos por delante. “Ponte la ropa adecuada para servirnos el aperitivo”. “¡Sonia!, vete con ella y ayúdala a ponérselo. Luego regresas conmigo” .
Salen las dos del salón y desaparecen en la habitación. Mientras lo hacen entro de nuevo en la cocina y remato la comida.
Cuando Sonia regresa yo ya espero en el salón. Se sienta frente a mí y charlamos amigablemente hasta que aparece Lara con el aperitivo. Trae puesto un delantal que se sujeta por delante con dos pinzas a sus pezones y por detrás se ata en una lazada. Medias de liga y zapatos de tacón completan su vestuario. Se ha peinado y maquillado. Trae sujeta en sus manos una bandeja donde reposan las copas y unos pequeños platos con aperitivos variados. Lleva las manos debidamente esposadas y eso dificulta su quehacer.
“¿Qué tomara mi señor?” me pregunta mientras posa la bandeja en la mesa de centro.
“Tomaremos dos Martini secos, con mucho hielo. El de la señora con un poco de seltz”.
Cuando acaba de servirlos se arrodilla a mi lado sentándose sobre los tobillos, coloca sus manos sobre sus rodillas con las manos entreabiertas mirando hacia arriba y espera.
“¿Puedo?” , me pregunta Sonia mientras me hace gesto de darle algo a Lara.
“Por supuesto” le contesto. Acerca los dedos a los labios de Lara. Abre la boca y posa suavemente en ella unas almendras fritas. Luego le acerca su copa y le da a beber un sorbo. Con delicadeza recoge una gota de liquido que corre por sus labios antes de seguir charlando y cebando a Lara. Charlamos amigablemente del día en que ambas se conocieron.
Fue cuando Alfonso nos invitó a su palco en la opera. Fuimos los cuatro. Ellas se conocieron en el hall del teatro. Elegantemente vestidas con vestido largo. Tan iguales y tan distintas. Su vestuario solo coincidía en un detalle. Una gargantilla de acero se cerraba sobre el cuello de ambas.
Sin ser iguales significaban lo mismo. Y ellas lo supieron al instante. Sus amos jamás les habían hablado de su condición, pero ambas se reconocieron la una en la otra. Luego, cuando entramos en el palco, Sonia lo hizo primero. Alcanzó la silla que Alfonso le indicaba, se levantó el vuelo del vestido, sentó su culo desnudo sobre el cuero de la silla y se cubrió de nuevo dejando volar el vestido.
Lara la imitó. Pero lo tenía más difícil. Su vestido era recto y cuando intentó bajarlo para cubrir su culo se encontró que no podía. Miró hacia mí pidiendo auxilio pero yo hice como que la ignoraba. Cuando acabamos de acomodarnos y entró el camarero con una botella de champagne y cuatro copas, las piernas de Lara lucían en la semioscuridad del palco. El camarero sirvió las copas y tras recibir una buena propina desapareció cerrando la puerta.
Y luego Don Giovanni. Cuando comenzó a sonar la música se hizo el silencio y la magia de acompañar por primera vez a alguien a la opera se realizó de nuevo. Emoción y silencio solo quebrada por el descanso. En él Lara, sorprendida de si misma, hablaba con fruición de lo que estábamos viendo. Sonia la miraba sonriente, asintiendo y acompañándola en su apasionamiento. Ella era la ocupante habitual de aquel palco y nada podía decirle Lara de la opera que ella no hubiese sentido antes en sus carnes. Cuando las luces se apagaban de nuevo Sonia colocó en un gesto tierno un mechón que se había escapado del moño de Lara y al cruzar sus caras dejó un roce de su mejilla en la de ella. Lara no tuvo tiempo ni de mirarme. La música sonaba de nuevo…
Con los recuerdos agotamos el aperitivo. Lara sigue en la misma posición. Una de las pinzas se escurre de su pezón y la pechera del delantal se desprende y cae. Sonia se apresura a remediarlo. Toma con sus dedos un hielo de su Martini, lo desliza hasta la punta de sus dedos y comienza a frotarlo en el pezón de Lara que da un respingo pero no llega siquiera a moverse. Cuando el pezón retoma su dureza, coge la pinza, lo rodea con ella y con una lentitud morbosa lo deja que se cierre de nuevo sobre él.
“¿Está bien así Señor?”
“Perfectamente Sonia”. “ Lara prepara la mesa que comeremos en cuanto esté lista”
Mientras ella trajina por el salón seguimos de amistosa charla comentando las óperas que hemos visto juntos en los últimos años.
“Si Ud. Me lo permite me gustaría dar de comer a su esclava Lara” , me dice Sonia mientras nos acercamos a la mesa ya preparada para la comida. Asiento con un leve movimiento de cabeza y ella lo agradece con una sumisa sonrisa.
Me siento y dejo que Sonia se haga cargo de Lara. La coge directamente por el collar. Le quita el delantal dejándola solo con sus medias y los zapatos. Suave y firme la mano, la guía hasta la silla. La coloca delante del asiento y luego la empuja suavemente hacia detrás. Lara cae sentada sobre la silla.
“¿Sería el señor tan amable de darme la llave de las esposas?
Se las alargo. Libera una de las muñecas y me devuelve las llaves. Le lleva los brazos por detrás del respaldo de la silla y vuelve a cerrarlas. Coge la servilleta, la dobla primero en dos y luego continua doblándola hasta que queda una tira de unos cinco centímetros de ancha. Rodea sus ojos con ella y se los ciega. Se quita el cinturón de su falda y con él rodea las rodillas de Lara apretándolas bien juntas. Se asegura de que no se moverá y luego se aleja para mirarla sin que yo tenga que ordenarle nada.
Sonia desaparece por la puerta y regresa con la sopera humeante. Sirve los tres platos y luego se sienta. Coloca sus manos a los lados del plato y espera. Cuando tomo mi primer cucharada ella toma su cuchara y comienza a comer.
Alterna cucharadas en su plato para ella con otras del plato de Lara. Se las acerca lentamente a la boca hasta que abre la boca al sentir el calor de la comida. Una gota se derrama por la piel desnuda de Lara
“ Límpiala” le ordeno a Sonia que se apresura a limpiarla con su lengua. Cada vez son más las gotas que corren por la piel de Lara y Sonia se demora en recogerlas. Espera que bajen por la piel antes de lamerlas con avidez. Las más atrevidas llegan hasta el escote y su lengua es cada vez mas atrevida.
“Si sigues tirando la sopa voy a enfadarme” le digo a Sonia tomándola por el pelo firmemente y retirando su cabeza del escote de Lara.
“Perdón señor” balbucea Sonia mientras recupera la compostura y terminamos el primer plato.
Mientras comemos el pescado unas migas del atún se deslizan de los labios de Lara y caen sobre su regazo. Sonia me mira y espera. “Límpialas” le ordeno. Sin llegar a levantarse de su silla se reclina sobre el regazo de Lara y con su lengua busca el pescado. Solo cuando ha recogido hasta la ultima brizna se incorpora y sigue comiendo de su plato.
Cuando llegamos al postre Sonia va deslizando las uvas en la boca de Lara. Lo hace con lentitud, dejando que los labios se cierren sobre la uva antes de soltarla. Lara las estalla entre sus dientes antes de cerrar sus labios dejándose guiar en una escena extremadamente sensual.
“Los cafés los tomaremos en la mesa baja” digo mientras me levanto y recorro el leve espacio que nos separa de la chaise longue. Me siento y las miro. Ambas permanecen inmóviles. Lara atada a la silla. Sonia esperando mis órdenes.
“Libérala y que nos lo sirva debidamente” . Primero suelta el cinturón recuperándolo para su cintura. Luego quita la venda de sus ojos y por ultimo devuelve las esposas a la posición original. Sonia viene hacia el sofá y se sienta a mi lado. Antes de hacerlo se sube su falda y sienta su culo directamente sobre el cuero del sofá. Luego junta sus rodillas, yergue su cuerpo acoplando la espalda al respaldo del sofá y coloca sus manos sobre las rodillas con las palmas hacia arriba. Me mira levemente antes de clavar la vista en la alfombra y espera. Tomo sus manos, extraigo de mi bolsillo unas esposas, llevo sus manos a la espalda y las cierro rodeando sus muñecas. Me mira en un gesto de sometimiento y en silencio espera los cafés.
Lara, tras ponerse su delantal, desaparece hacia la cocina. Reaparece al cabo de unos minutos .con una bandeja con los cafés. Nos los sirve. Tomo el mío y le hago un gesto a Lara para que le de el suyo a Sonia. Se acerca a ella y dulcemente acerca la taza a sus labios para que beba. El café no tiene azúcar y Sonia hace un gesto de desagrado. Lara posa la taza, añade dos terrones de azúcar y acaba de darle el café mientras las miro fijamente. Hubiese jurado que Lara se moría de ganas de besarla pero nada se atrevió a insinuar.
Cuando termina, se arrodilla a mi lado sobre la alfombra. Toma el café en esa posición y luego posa la taza dulcemente sobre la bandeja. Cuando está a punto de reincorporarse para recoger el servicio la detengo poniéndole una mano sobre el hombro.
Mi polla, excitada por todo lo sucedido, se estrella contra la tela del pantalón y necesita desahogarse. Abro la bragueta y dejo que luzca tiesa en todo su esplendor.
Miro a Lara y mientras junto las piernas le ordeno tajante: “Siéntate en mi cuello, sobre mi polla”. Se levanta, se coloca de espaldas ante mi, abre sus piernas rodeando las mías y luego retrocede lentamente mientras va dejando caer su cuerpo buscando la polla. Cuando siento la humedad de su coño, llevo mis manos a sus nalgas y la detengo. Guío la polla hasta su culo y alejo las manos.
“Ahora ya puedes seguir” le digo mientras ella pugna por mantener el equilibrio sin moverse. Intenta descender lentamente pero sus piernas separadas y las manos esposadas por delante no le permiten hacerlo tan despacio como le gustaría y su propio peso la vence y pronto siente como la polla le abre el culo.
Su lucha por no dejar que aquella polla le taladre el culo hasta el fondo es vana y cuando su culo reposa contra mis muslos Lara da un respigo y todo su peso descansa sobre mis piernas.
Luego, derrotada, se deja ir hacia atrás, apoya su espalda contra mi pecho y deja que su cabeza se descuelgue. Se queda quieta, con su cabeza recostada contra mi hombro y mientras lo hace respira profundamente intentando acomodarse a la polla que le llena el culo.
“¡Quieta ahí perra!”, le digo cuando siento que su culo se contrae apretándome la polla. Lara, inmóvil, espera mis órdenes mientras Sonia no deja de mirarnos sin levantar la cabeza.
Cruzo mi mirada con la suya y le ordeno: “Arrodíllate ante Lara y cómele su coño”. Sonia tarda unos segundos en levantarse. Las manos esposadas a su espalda le impiden hacerlo con rapidez y necesita acomodarse y balancear su cuerpo para poder hacerlo. Rodeó la mesa de centro y se acercó a nosotros. Se arrodilló en el suelo con tiento y luego avanzó sobre sus rodillas hasta quedar frente a mis piernas .Mis rodillas no la dejaban acercarse todo lo preciso al coño de Lara y pugnó durante unos segundos por alcanzarlo. Para conseguirlo tuvo que retreparse sobre mis rodillas juntas y aplastar sus poderosas tetas contra mis muslos. Luego dejó que su lengua buscase los labios abiertos del coño de Lara y comenzó a sorber todos sus jugos.
La reacción de Lara fue inmediata. Apenas podía contenerse y sus gemidos delataban lo que le estaba sucediendo. Aquella lengua la estaba volviendo loca y cuando ya creía que no podría aguantar mas tiempo quieta fui yo quien empezó a moverse. Primero lentamente. Luego con fuerza subiéndola y bajándola sobre mi polla.
Lara se debatía encima de mí y yo seguía taladrando su culo. Ella sabe que no debe correrse sin mi permiso y a duras penas aguanta. Cuando siento que mi polla estalla le doy una orden tajante y la embisto con fuerza.
“Córrete `perra”. Se agita, se convulsiona y estalla mientras me vacío en su culo.
Sonia se esmera en recoger todos los jugos que brotan de su coño y Lara se desliza por un tobogán que parece no tener fin. Aún reposa desfallecida con la polla llenándole el culo, cuando la empujo suavemente hacia delante y la polla abandona su refugio. Ella se desliza con la ayuda de Sonia y cuando está tumbada de espaldas sobre mis piernas le doy la vuelta, recojo su cabeza en mis manos y la llevo a mi polla. “Límpiala”
Lara queda arrodillada ante mí lamiendo mi polla mientras Sonia le lame la espalda y de su culo empieza a brotar toda la leche de mi corrida.
“Límpiaselo o manchará la alfombra y os castigaré a las dos”. Sonia se apresura a buscar el culo de Lara con su lengua y lame ansiosamente.
Cuando por fin les ordeno detenerse y me levanto, veo que hay una mancha en la alfombra. Sonia se da cuenta de que la he visto y me mira suplicante.
“Límpialo” le ordeno. Arrodillada y con sus manos esposadas a la espalda agacha su cabeza y empieza a lamer la alfombra
“Ayúdala” le ordeno a Lara haciéndole un claro gesto con la mirada.
Ambas intentan limpiar la mancha con sus lenguas mientras me alejo camino del baño. Cuando regreso al cabo de unos minutos ambas siguen en la misma posición. Yo diría que se rozan descaradamente y cuando se dan cuenta de mi presencia moderan su roce.
Sonrío al verlas y decido que es hora de que descansen.
“Seguidme” . Casi sin darles tiempo a levantarse salgo del salón y me dirijo a la habitación.
Cuando ellas llegan yo ya he sacado de un cajón un largo cinturón de cuero y dos cuerdas que reposan sobre la silla. Ambas se detienen frente a mí esperando. Tomo las manos de la espalda de Sonia y abro las esposas que le quedan colgando de su muñeca izquierda.
“¡Quítate los zapatos!” . Ella se agacha y obedece. Suelta la hebilla que sujeta los zapatos a sus tobillos y se descalza. Recoge los zapatos debajo de la silla y comparece ante mí. Luego, lentamente, comienzo a desnudarla.
Voy desabotonando la camisa de gasa y sus poderosas tetas aparecen ante mí desnudas. Su presencia era evidente bajo la gasa transparente, pero ahora lucen en todo su esplendor. Le llevo las manos adelante y vuelvo a cerrarlas. Luego le desabrocho el cierre de la falda y comienzo a bajársela. Le queda muy ajustada y la lycra parece agarrarse a sus caderas. Tiro con fuerza y la falda cae hasta el suelo. Ella levanta levemente los pies y la falda queda posada sobre la alfombra.
Descubro la cama y empujo suavemente a Sonia sobre ella. La coloco de lado con la espalda hacia el centro de la cama. Luego vendo sus ojos, ato una cuerda a la cadena que une las esposas y la hago pasar por entre los barrotes del testero de la cama. Tiro hasta que sus brazos quedan a la altura de su cara y dejo la cuerda posada sobre la cama justo delante de ella.
Lara ha estado todo este tiempo mirándonos en silencio. Ahora recojo sus manos tirando de las esposas y la acuesto en la misma posición que a Sonia. Espalda contra espalda sus pieles quedan pegadas y se transmiten el calor del deseo que ambas sienten incontenible. Ahora son las manos de Lara las que hago subir hasta el testero y allí quedan esperando.
Luego ciego sus ojos con una venda y dejo que mis manos desciendan por su costado recorriendo su piel, subiendo por sus caderas y demorándose en su culo.
Me alejo un instante y las miro. Recojo de encima del tocador el cinturón y me acerco a ellas nuevamente.
Lo hago pasar bajo los dos cuerpos unidos, luego rodeo la cintura de ambas con el largo cinturón y poco a poco voy ciñéndolo.
Lara respira profundamente al sentir la presión del cinturón que comienza a clavarse en su cintura y a oprimir su espalda contra la de Sonia.
Sigo ciñendo y ambas agitan la respiración. Cuando termino de apretarlo el ancho cinturón se clava sobre la piel de ambas apretándolas hasta casi cortarles la respiración. Cierro la hebilla. Así quedaran unidas inevitablemente durante su siesta.
Luego recojo la cuerda que había dejado ante la cara de Sonia. Tiro de ella hasta que sus brazos se estiran hasta casi llegar a los barrotes y luego desciendo con la cuerda buscando su entrepierna. La hago pasar entre sus piernas y continúo por entre las de Lara. Me aseguro de que la cuerda quede metida en el coño de ambas separándoles los labios y sigo tirando de la cuerda hasta llevarla a pasar por entre los barrotes de nuevo y tensar hasta atarla a las esposas de Lara que espera con los brazos extendidos hacia el cabecero tal y como yo la había dejado hace unos instantes. Así, unidas por el cinturón de sus cinturas y atadas con sus brazos extendidos dormirán la siesta.
Antes de irme me quedo un instante en la puerta observándolas. Permanecen muy quietas. Solo la respiración entrecortada de ambas se mezcla haciendo imposible saber de quien es cada suspiro que se escucha. Sé que apenas podrán moverse y que cada movimiento de una repercutirá en la otra Si cualquiera de las dos intenta bajar sus brazos eso hará que la cuerda se clave en el coño de la otra. Ellas lo saben y eso hará que permanezcan aún más quietas.
Ahora voy a ver si acabo ese trabajo que empecé esta mañana y luego será el momento de seguir ocupándome de ellas.
Buenas tardes