Educando a la malcriada de mi hermanastra 09

Después de un fin de semana increíble con las malcriadas de mis hermanastras, hoy toca darle otra lección a Helena, que va a aprender a obedecer en el centro comercial, mientras van de compras. Que cosas más divertidas se pueden encontrar en un sex shop para jugar con la niñata de Helena.

Os recomiendo comenzar a leer desde el primer capítulo, ya que todos los relatos de la serie son una gran historia durante el fin de semana con mi hermanastra. Muchas gracias por todos los mensajes y comentarios de ánimo para que siga escribiendo esta historia. Este capítulo se lo dedico a los que me habéis animado a seguir escribiendo.


Cuando me sonó el despertador aun estaba agotado por el fin de semana que había pasado educando a mis hermanastras, pero teníamos que ir al colegio para no levantar sospechas, ya que en nuestros colegios si faltamos llaman a nuestros padres enseguida. Algo me parecía distinto al resto de mañana, pero no conseguía darme cuenta y no era que tuviese una sonrisa de oreja a oreja aun por todo lo que había pasado. Era el silencio que había, ya que cuando me despierto siempre escucho a Rebeca duchándose que es la primera que se levanta siempre. Me levanté y salí al pasillo, donde las puertas de las niñatas aun estaban cerradas. Entré en el cuarto de Helena que aun estaba durmiendo con su pijama corto.

  • ¡Venga arriba niñata! – le chille mientras le encendía la luz. – Que vais a perder el bus.

  • No quiero… estoy cansada. – me contestó medio dormida.

Tiré de las sabanas para atrás y la agarré de las piernas para sacárselas de la cama, dejándola boca abajo al borde de la cama. Me puse a su lado y agarrándola de un brazo la inmovilicé, mientras que con el otro empecé a darle azotes en su redondito culo. Helena despertó con el primer azote y empezó a pedirme disculpas entre lloriqueos por los azotes. Después de unos diez azotes bien fuertes la solté y me dirigí al cuarto de Rebeca. Mi gatita se había despertado con los chillidos que dio su hermana y me estaba esperando de pie al lado de su cama.

  • Perdón me quede dormida. – me dijo con vocecita de no haber roto un plato en su vida.

La agarré del brazo y la lleve hasta la habitación de su hermana azotándole el culo con fuerza, que en vez de caminar parecía un canguro dando saltitos.

  • ¡Quitaros el pijama, ya! – les ordene de un grito mientras entraba en el baño enfrente de la habitación de Helena y abría el agua fría de la ducha. – Como pierdan el autobús, se van a pasar todo el día atadas a la mesa recibiendo azotes con la vara. – las dos niñatas se pusieron tensas al escuchar la palabra vara, ya que recordaron lo que les había dolido la noche anterior.

Agarré del brazo a las dos niñatas desnudas y las metí en la ducha. El agua tenía que estar helada ya que las dos al mojar sus desnudos y preciosos cuerpos chillaron como locas. Cogí el grifo de la ducha y las mojé bien, mientras ellas se quejaban e intentaban escaparse de la ducha.

  • Tienen media hora para no perder el autobús y como no han madrugado ahora tendrán que compartir el baño.

Salí del baño y me fui a dar una ducha rápida al otro baño, aunque yo no tenía tanta prisa para coger el autobús quería estar listo para cuando se marchase las niñatas. Cuando bajé hacia la cocina Rebeca salía de su cuarto con su uniforme y una coleta. Menudo desperdicio de cuerpo, con lo buena que está y lo poco sexy que se ponía la gatita. Se sentó a desayunar sin mirarme a la cara avergonzada por todo lo que había pasado ayer. Esa situación me encantaba, por la noche desatada por la lujuria y al día siguiente arrepentimiento y vergüenza. Helena bajó al poco rato con su uniforme mucho más sexy, con la falda más corta y un polo ajustado.

  • Bueno niñatas, hoy tengo entrenamiento por lo que hasta las siete no llegaré. – les decía muy tranquilo mientras me acercaba a ellas. – Les voy a dejar unos cuantos recados que hacer antes de que yo llegue.

  • ¿Qué quieres que hagamos? – me preguntó Helena que también se veía un poco avergonzada.

  • Os vais a ir de compras. Quiero que Rebeca se compre lo mismo que tú en Decatlon.

  • ¿También la fusta y la cuerda?

  • Si, que elija otro color, así cada una tendrá la suya y luego te la vas a llevar de compras, que le hace falta cambiar de vestuario, para lucir más ese cuerpazo que tiene.

  • ¡Ya tengo ropa!

  • Niñata vas a dejar a tu hermana que te elija ropa, que ella tiene mejor gusto para ir sexy que tu. – le dije agarrándole la cara para que me mirase. – También os vais a comprar lencería, Helena ya sabe cual me gusta.

Las dos hermanas asintieron con la cabeza y se prepararon para marcharse, mientras yo me terminaba los cereales. Cuando estaban a punto de salir por la puerta decidí someterlas un poquito más.

  • ¿Qué pasa os vais a marchar sin despediros?

Las dos se quedaron congeladas en la puerta sin saber q hacer. Les indiqué que se acercase y las agarre del pelo dándoles un fuerte tirón.

  • Cuando estemos solos os despediréis y me saludaréis como es debido.

Empuje la cabeza de Rebeca y le di un beso metiéndole bien la lengua. Helena comprendió lo que quería y no tuve que forzarla para que me besase.

  • Venga que vais a perder el bus. – las despedía dándoles un azote a cada una para que arrancasen.

Que largo se me estaba haciendo el día en el colegio y más un que no me podía librar del entrenamiento para irme a casa a divertirme con mis perritas. Decidí divertirme un rato poniendo nerviosa a Rebeca mandándole unos Whatsapp, que aunque no podían tener el móvil en clase sabia de sobra que siempre lo tenía en el estuche para que no se lo viesen y así usarlo.

Yo - “T recuerdo q m tienes q mandar 2 fotos”

Rebeca – “Estoy n clase”

Yo – “Algo se t ocurrirá”

Yo – “Ayer ya t perdone, hoy no”

Rebeca – “Q vergüenza, no por favor”

Yo – “Tu sabrás”

Al cabo de un rato recibí una foto de mi gatita en el baño levantándose el polo para enseñarme el sujetador blanco que tenía puesto, por cierto era de los más soso que había visto. Rebeca me escribió:

Rebeca – “Ya está”

Rebeca – “Q vergüenza”

Yo – “x ser l primera t l paso”

Yo – “Pero l próxima quiero q sea + erótica”

Yo – “No enseñas nada”

Rebeca – “Otra?”

Yo – “Esperando”

Como estaba disfrutando haciendo sufrir a Rebeca. Aunque la gatita tenía mucho vicio en la cama sigue siendo más inocente que su hermana. También le escribí a Helena que esa niñata nunca se separa del móvil.

Yo – “Q no se t olviden ls fotos”

Helena – “No se m olvidan”

Al cabo de un rato me llegó otra foto de Rebeca, otra vez en el baño pero esta vez estaba desnuda sentada en el wáter, con las piernas abiertas y con una cara de pícara, mientras se chupaba un dedo. La cabrona había conseguido que se me pusiese muy dura con esa carita y el morbo de estar desnuda en el colegio.

Rebeca – “T gustó”

Yo – “Muy bien gatita”

Durante el recreo hablando con mis compañeros de películas de guerra, me vino a la cabeza una del actor de 300, “La cruda realidad” y sobretodo una escena con la chica y unas bragas con vibrador. Era perfecto algo con lo que poder controlar a mis perritas y sobre todo obligarlas a ir a un Sex Shop, seguro que se morirían de vergüenza. Cree un chat nuevo en el Whatsapp con las dos niñatas para contarles su nueva tarea.

Yo – “A partir d ahora os dejaré ls ordenes x aquí”

Yo – “Quiero q también os compréis cada una unas braguitas con vibrador”

Yo – “Con mando a distancia”

Rebeca – “El q?”

Helena – “Es una broma?”

Yo – “Si no sabes Rebe busca n google”

Yo – “No es broma”

Helena – “Para q?”

Yo – “Para lo q yo diga”

Rebeca – “Eso q se compra en un sex shop?”

Helena – “Yo no voy a ir a uno”

Helena – “No quiero q me vean”

Yo – “Vais a ir las 2”

Rebeca – “Q vergüenza”

Helena – “Ni de coña”

Tenía que cortar esta rebeldía de raíz si no me quería pasar media hora discutiendo por el chat. Busqué una de las fotos que les saqué ayer con las caritas llenas de mi corrida y la envié al grupo.

Rebeca – “Q haces!!!!!!”

Helena – “Borra eso!!!”

Yo – “Si cuando llegue a casa no tenéis ls bragas”

Yo – “Esta foto acabará en la web d comentarios anónimos q tanto os gusta cotillear”

Helena – “Si compramos ls bragas borras ls fotos?

Yo – “compra ls bragas y t librarás d unos azotes”

Yo – “y d q todo el mundo sepa lo guarras q sois”

Rebeca – “No por favor”

Dejé de atender al móvil ya que las dos intentaban negociar la situación y yo no estaba por la labor. Me mosqueaba que no obedeciesen a la primera y no poder estar con ellas para darles unos buenos azotes hasta que aprendan a obedecer. Por suerte para mí estaba en el aula de informática con que decidí crear una cuenta falsa para la web de cotilleos anónimos de la ciudad. No sé bien que le veía la gente, pero todo el mundo andaba enganchado en la ciudad leyendo los comentarios anónimos, que la mitad de las veces son mentiras para hacer daño. Decidí crear un mensaje:

“Qué dos hermanas os gustaría ver liándose?”

Los comentarios empezaron a aparecer como la pólvora y sin duda eran de chicos porque menudas burradas ponían. A ver cuánto tiempo tardaba en aparecer el nombre de mis perritas en esa lista de hermanas deseadas. Me empezaron a llegar mensajes dl nuevo chat del Whatsapp de Helena.

Helena – “Has sido tu?”

Helena – “Estas loco?”

Rebeca – “Q pasa?”

Helena – “Mira l web d cotilleos”

Yo – “Si”

Yo – “Ya m canse d vuestras tonterías”

Yo – “Obedecéis o empezaré a subir rumores”

Mientras esperaba una contestación de mis perritas, apareció un comentario en la web nombrándolas, diciendo lo buenas que estaban. Me entró la risa por la cantidad de likes que recibió ese comentario rápidamente.

Yo – “Parece q ya tenéis fans”

Yo – “No fui yo”

Helena – “Vale ls compraremos”

Helena – “Pero no escribas nada por favor”

Rebeca – “Si l haremos”

Por fin las niñatas dieron su brazo a torcer y me mostraron que esta web podía ser una buena arma contra ellas cuando se pongan testarudas. Cuando estaban a punto de terminar las clases le mande unos mensajes a Helena diciéndoles que me mandase fotos de todo lo que se probasen. Me contestó que de acuerdo y que irían al centro comercial que al lado había una tienda donde comprar las bragas. Me estaba gustando más ahora el tono que estaba usando mi perrita, pero luego le tendría que recordar que me tiene que hablar con más respeto con algún castigo.

Cuando terminaron las clases me fui para el gimnasio a entrenar y por el camino me llego una foto de Helena al whatsapp. Era de Rebeca solamente vestida con unos leggins como los que se había comprado su hermana en Decatlon y una fusta en la mano. La gatita estaba toda roja de la vergüenza vistiendo aquellos leggins amarillos que le marcaban toda su rajita. Le contesté que muy bien, que siga mandando fotos de todo lo que se prueben y compren.

No era capaz de concentrarme en el entrenamiento al 100% de las ganas que tenía de ver las fotos que me estaban mandando las niñatas. Pero por suerte para mí hoy saldríamos antes del entrenamiento, lo que significaba poder ir a disfrutar de ellas antes. Al llegar al vestuario vi que tenía varios mensajes de Helena y de Rebeca, que preferí ver después de vestirme, ya que no me apetecía ir empalmado por el vestuario.

Los mensajes de Helena eran fotos de su hermana en un probador con ropa mucho más sexy de la que solía llevar. Que bien le quedaba el escote con esas tetas redonditas que tiene mi gatita y los vestidos ajustados, marcando sus curvas. Los mensajes de Rebeca eran sobre otro tema muy interesante. Mi gatita me pedía si podía ir a dormir a casa de Melisa que hoy no estaban sus padres. Era una oportunidad que no podía desaprovechar para someter a Rebeca y de paso divertirme con Helena que cuando está sola es más juguetona. Decidí ir al centro comercial que estaba cerca en vez de esperarlas en casa. Les escribí al grupo de Whatsapp.

Yo – “Ya salí dl entrenamiento”

Yo – “Voy al centro comercial”

Yo – “Comprasteis ls bragas?”

Helena – “Aun no”

Helena – “Iremos al final”

Yo – “No, ir ahora”

Yo – “Cuando llegue ls quiero ya compradas”

Yo – “Tardo media hora”

Rebeca – “Ahora hay mucha gente x l calle”

Rebeca – “Q vergüenza”

Yo – “No eres muy lista”

Yo – “Me pides ir con Melisa y me haces enfadar ahora”

Yo – “Helena no m has mandado ninguna foto”

Yo – “Seguir enfadándome y será una noche muy larga”

Helena – “Vale vamos ahora”

Se me estaba haciendo eterno el camino hasta el centro comercial de las ganas que tenía de ver a mis perritas. Mientras fui pensando un chantaje para Rebeca, que me mostrase hasta que punto sobornarla con poder estar con Melisa me serviría para follármela cuando quisiese. Le escribí a ver que me contaba.

Yo – “Tantas ganas tienes d ver a Melisa”

Rebeca – “Si”

Yo – “Q le vas a decir d ls marcas d ls azotes?”

Rebeca – “Son golpes, m caí patinando”

Rebeca – “Me dijiste q si era obediente podría estar con Melisa”

Yo – “Si t lo dije”

Yo – “Q gano yo si t dejo ir”

Rebeca – “Q quieres?

Yo – “Un video”

Yo – “Q se vea como t masturba Melisa”

Rebeca – “Un video con melisa? NO”

Yo – “Bueno si no quieres q salga Melisa tendrás q añadir algo + al video”

Rebeca – “El q?”

Yo – “Estáis n l Sex Shop?”

Rebeca – “Si”

Yo – “Cómprate un vibrador como mi polla”

Rebeca – “Q?”

Yo – “Cómpralo y m mandas un video d como t lo metes”

Yo – “O vamos para casa y m paso toda l noche azotándote”

Yo – “Tu eliges”

Decidí meter a Helena en la discusión para que presionase a su hermana a obedecerme, mandándole un mensaje.

Yo – “Q tu hermana se compre un vibrador”

Yo – “O ls dos no os podréis sentar mañana”

Yo – “D tantos varazos q os voy a dar”

Helena – “Si q lo compra”

Yo – “Estoy llegando”

Yo – “Os espero n l entrada”

Yo – “No m hagáis esperar”

Helena – “Ya vamos, está eligiendo”

Ese último mensaje de mi perrita me encantó. Me estaba imaginando a Rebeca toda roja de la vergüenza mirando vibradores en la tienda. Cuando llegue a la entrada del centro comercial aun no habían llegado las niñatas, pero al poco rato aparecieron.

  • ¿Qué tal las compras? ¿Enseñarme lo que comprasteis?

  • ¿Aquí? – me dijo Rebeca toda acalorada por la vergüenza que había pasado en el sex shop.

  • Tu nuevo juguete no hace falta que lo saques de la bolsa. – le dije riéndome. – Abre la bolsa a ver.

Rebeca abrió la bolsa dejándome ver los paquetes de las bragas y un vibrador de color rosa.

  • Que bien se lo vas a pasar esta noche. – le dije a Helena. – ¿Y la lencería?

  • Aun no fuimos. – me contestó mi perrita.

  • Pues ir ahora.

  • ¿Entonces puedo dormir en casa de Melisa? – me preguntó Rebeca con una carita de niña buena.

  • Si gatita pero primero quiero que te compres un conjunto muy sexy de lencería y tu también Helena.

Fui un poco bueno y les guardé la bolsa del sexshop, que como no tenía logotipo no me importaba, a ver si así le quitaba la cara de tomate que tenía Rebeca. Mientras daba una vuelta por el centro comercial me llegaron las fotos de mis perritas luciendo unos conjuntos de lencería que les quedaban de infarto. Rebeca se veía esplendida y muy sexy con uno rojo y medias negras, al igual que su hermana que eligió uno azul clarito, que con su moreno destacaba mucho. Les contesté que me gustaba y que lo comprasen. Al rato las vi venir hacia donde estaba yo y decidí que era hora de divertirme un rato.

  • ¿Puedo irme ya a casa de Melisa? – me preguntó rebeca nada más llegar.

  • Si, pero antes una última cosa. – me acerqué a ellas para que no nos escuchase nadie hablar. – Quiero que vayas al baño y te pongas el nuevo conjunto que te acabas de comprar.

  • ¿Las medias también?

  • Si. Helena quiero que la acompañes y te pongas las bragas vibradoras nuevas. –le susurré casi al oído.

  • ¿Aquí? – Helena se quedó alucinada de lo que le dije.

  • Si o prefieres ir para casa para que te azote.

  • ¿Pero lo vas a activar? – me preguntó preocupada mi perrita.

  • Si, pero tranquila no voy a hacer que montes aquí un espectáculo. – le dije tranquilizándola. – Va a ser una prueba de hasta qué nivel consigues disimularlo.

  • ¿Y si no puedo disimular pararás?

  • Tranquila perrita. – le susurré al oído. – Si te pillan se termina el juego y tú crees que yo quiero que se termine el juego.

Helena se tranquilizó al escucharme y se fue con su hermana al baño, con las bolsas de lo que habían comprado. Que bien me lo iba a pasar con Helena hoy, no iba a parar hasta que la perrita mojase bien sus nuevas braguitas. Las dos hermanitas volvieron del baño con sus bolsas.

  • Bueno Rebeca puedes irte ya, pero no te olvides tu nuevo juguete. – le dije acercándole la bolsa. - ¿Y esa bolsa?

  • La ropa interior que me acabo de sacar.

  • Déjala aquí, solo llévate tu mochila y el juguete. – me acerqué a su oído para susurrarle. – Acuérdate del video o seré yo quien te lo grave mañana y créeme, no será por el coñito x donde te lo meta.

  • Si te lo mandaré. – me contestó Rebeca alejándose con miedo de que no le dejase ir.

Tenía a Helena a mi espalda con que decidí probar el mando sin que ella me pudiese ver, a ver qué resultado producía un nivel tres de los cinco que marcaba el mando. Nada más activar el mando pude ver como le fallaron las piernas a Helena por un segundo y me miró con una sonrisa pícara.

  • Pufff… más despacio por favor, casi me fallan las piernas.

  • Eso era un tres, ¿qué te pareció?

  • No me lo esperaba – me contestó con una sonrisa en la cara. – Me va a costar mucho caminar sin que se me note.

  • Bueno iremos poco a poco. – le dije riéndome. – ¿Te apetece ir de compras?

  • Con esto puesto no mucho, pero seguro que no me voy a poder negar.

  • Cuando quieres puedes ser muy lista. – le dije activando el mando al nivel uno.

Helena me miró con una mezcla de rabia y placer, que ya había visto antes y eso era un síntoma de que su lado más caliente estaba despertando. Fuimos a que mi perrita me mirase ropa por el centro comercial. Caminaba con normalidad pero de vez en cuando le fallaba algún paso. Cada vez que se paraba a mirar algo le subía un nivel el vibrador, lo que le hacía esbozar una sonrisa.

  • ¿Por qué no te lo pruebas?

  • Otro día. – me contestó mi perrita.

  • Te lo digo porque voy a subir a cuatro el juguete. – le susurré al oído. – Y seguramente preferirás estar dentro de un probador cuando empiece.

Mi perrita me miró alucinada pero juguetona. Cogió un par de camisetas y se dirigió al probador. Cuando llegó a la zona vio que como de costumbre estaba llena de gente y me vino corriendo.

  • Hay mucha gente, vamos a otro lado.

  • No perrita, pruébate las camisetas y como seguramente no querrás que me vean entrando contigo en el probador.

  • Eso no por favor, nos puede ver alguien conocido.

  • Pues vamos a hacer una videollamada con Skype, así podré verte.

  • Vale pero no pongas mucha potencia y si te hago un gesto paras el aparato. – me dijo mordiéndose el labio de la excitación.

  • Ok. Pero quítate el uniforme para probar las camisetas. – le susurre mientras preparaba el móvil para la videollamada.

Activamos el Skype y mi perrita se fue para un probador. Nunca me gustaron los Iphones, pero hoy estaba encantado que tuviesen una cámara tan buena. Me apoye en un lugar donde la gente no pudiese ver lo que tenía en el móvil, mientras veía como mi perrita empezaba a quitarse el uniforme. Active el vibrador y rápidamente Helena sonrió hacia la cámara del móvil. Cuando ya sólo le quedaba la ropa interior para cubrir ese precioso cuerpo salté directamente al nivel tres, lo que hizo que le fallasen las piernas a mi perrita y que necesitase apoyarse en la pared para no caerse. Miró a la cámara mordiéndose el labio, lo que hizo que se me pusiese durísima, esa carita de vicio me ponía loco. Le bajé un nivel la potencia y mi perrita se incorporó para probarse la primera camiseta. Se giró para que la viese bien por la cámara como le quedaba la camiseta, que ya os podéis imaginar que le quedaba de infarto con esas braguitas negras. Se acercó a la cámara y pude leerle en los labios como me preguntaba si me gustaba, lo que yo asentí con la cabeza a la vez que le volvía a subir la potencia del vibrador. Helena se estaba volviendo loca y con un poco de dificultad se probó la otra camiseta. El nivel tres del vibrador le estaba haciendo que le fallasen las piernas pero mi perrita aun no se quejaba, con que cuando se acercó a volverme a preguntar si me gustaba le subí al nivel cuatro. Mi perrita arqueó la espalda como si le acabase de pasar un calambrazo por todo el cuerpo y apretó las piernas. Se apoyo en la pared intentando tranquilizarse ya que el corazón le tenía que estar latiendo a mil por hora. No dejaba de mirar a la cámara murmurando lo que parecía algún insulto para mí, mientras se agarraba como podía al gancho para colgar la ropa. Le estaba costando mantener el control, por lo que empezó a hacerme gestos para que parase. Decidí ser un poco malo y dejarla un poquito más así, ya que me estaba poniendo burrísimo. Helena casi no se podía mantener de pie y se tapaba la boca seguramente para impedir que la escuchasen en los otros probadores perder el control. Fui bajando la potencia del vibrador muy despacio para que mi perrita pudiese recuperar la compostura y ponerse de nuevo el uniforme. Recogió todo y se arreglo un poco el pelo, mientras apagaba la videollamada. Cuando salió del probador vino hacia mi luciendo una sonrisa muy picara que me encantaba.

  • Casi pierdo el control, eres un cabrón. – me dijo sin poder disimular que le encantó. – Eso tiene mucha potencia.

  • Pero bien que te gustó. – le conteste entre risas. – Deja esas camisetas por algún lado y vamos que aun nos quedan tiendas por ver.

Helena obedeció rápidamente y continuamos nuestra ruta por el centro comercial. Dejé un rato a mi perrita con el juguete apagado, para ver si ella tenía ganas de seguir. Cada poco rato me miraba intentando adivinar cuando lo iba a encender para que no le pillase otra vez desprevenida y así estar lista. Entramos en Pull & Bear y mi perrita me seguía vigilando de reojo.

  • ¿Qué pasa perrita no te fías de mí?

  • Ni un pelo. – me contestó con una sonrisa pícara. – Fijo que me lo pones a toda potencia.

  • ¿Yo? – le dije burlonamente. – Por qué no te buscas un par de vestidos. Uno de verano como el del sábado y otro para salir de fiesta.

  • ¿Qué te parece este? – mostrándome un vestido blanco de tirantes con la espalda al aire.

  • Perfecto. – le dije mientras me acercaba para susurrarle. – Pruébatelo sin sujetador y cuando termines no te lo pongas. Volverás a casa sin él.

  • Pero se me notarán los pezones con este polo… - la interrumpí activando el vibrador al nivel dos. – Vale pero déjame llegar al probador primero.

Bajé al nivel uno mientras Helena miraba vestidos para elegir uno para ir de fiesta. No podía disimular una sonrisa pícara mientras se paseaba por la tienda. Me trajo uno rojo para enseñarme.

  • Este es ajustado, ¿te gusta?

  • Ya te diré cuando te vea con el puesto. – le dije mientras activaba el Skype.

Dentro ya del probador mi perrita empezó a desnudarse contoneando su cuerpo por el placer que le estaba dando el vibrador al nivel dos. Se quitó el sujetador y se giro mirando a la cámara para que le viese bien las tetas. La perrita estaba muy caliente y esos pezones tenían pinta de estar muy duros. Se puso el vestido rojo ajustado que le quedaba como un guante a su figura. Subí un nivel su juguete y Helena se apoyo contra la pared haciéndome gestos de piedad. Las piernas de mi perrita ya no aguantaban e intentando cerrar las piernas se acercó hasta la cámara para preguntarme si me gustaba. Le hice una seña para que se diese la vuelta y Helena se colocó de espaldas con las manos apoyadas en la pared. En su cara solo había sitio para el placer que estaba sintiendo mordiéndose el labio y tapándose de vez en cuando la boca para que no se le escuchase su acelerada respiración. Paré el vibrador y Helena rápidamente aprovechó para quitarse el vestido. Menudas ganas me estaban entrando de meterme en ese probador a disfrutar de esas tetas y follarmela bien duro. Cuando iba a coger el vestido blanco activé el vibrador al nivel cuatro. Helena se llevo las manos a la boca, mientras sus piernas le fallaban y se ponía de rodillas en el suelo. Miraba la cámara pero el placer que estaba sintiendo no le dejaba pedir que parase. Intentó ponerse en pie pero no daba, con que miró la cámara y empezó a hacer gestos de pedir piedad. La perrita parecía que estaba a punto de correrse, pero aun la quería hacer sufrir más rato con que fui bajando muy lentamente el nivel de la vibración hasta pararlo. Con el juguete apagado Helena se consiguió poner de pie y para mi sorpresa se empezó a tocar entre sus piernas y por dentro de la braguita. Miró hacia la cámara y me hizo un gesto de tiempo muerto mientras se ponía el vestido blanco. Se arregló un poco el pelo y me hizo gestos señalando la puerta. Mi perrita salió del probador y escuche que me llamaba. Me acerqué hasta el probador a ver que quería.

  • ¿Qué tal me queda este vestido? – me preguntó mientras me hacía señas para que entrase en el probador.

  • Pues muy bien. – le contesté lo cual era muy cierto. El vestido le quedaba increíble y podía ver como se le marcaban los pezones de lo cachonda que estaba.

  • Tengo un problema. – me susurro al oído para que no la pudiesen escuchar. - ¿Se puede mojar esto? – me señalaba disimuladamente su entre pierna. – ¿No se estropea o me dará un calambrazo?

  • Perrita ese es su objetivo, terminar totalmente empapado. – no me podía creer la pregunta y me entró la risa. - ¿Qué pasa estas bien mojada? – le susurre al oído.

  • ¿Qué esperabas con lo que me estás haciendo sufrir? – me contestó mordiéndose el labio de esa manera tan picara que me la ponía tan dura.

  • Serás guarrilla, cámbiate que nos vamos a jugar a otro lado. Te doy cinco minutos para salir e ir a la cola para pagar. – le enseñaba como ponía la cuenta atrás en el móvil desde cinco minutos. – Me pondré al lado de la cola y si cuando llegue a cero no estás en la cola, activaré tu juguete en el nivel cinco.

  • ¿El cinco no lo aguataría ni de coña? – me dijo con una mezcla de preocupación y lujuria.

  • Pues date prisa, porque me dará igual donde estés, lo activaré y me iré, mientras tu das el espectáculo. – le cogí el móvil. – Esto me lo llevo y el sujetador también. Y ni se te ocurra ponerte a correr por la tienda.

Me marché sin dar tiempo a mi perrita a quejarse y me fui para la cola para pagar como le dije. Desde donde me coloqué podía ver la salida de los probadores perfectamente. La cuenta atrás no se detenía y cuando quedaban dos minutos y poco, vi salir a Helena de la zona de probadores. Se dirigía hacia la cola de la caja tranquila pero sin pausa, mientras me buscaba con la mirada. Se puso en la cola y me sonrió, mientras me hacía un gesto de que necesitaba su mochila.

  • Al final te sobró tiempo. – le dije mientras le daba la mochila.

  • Una tiene que ser rápida de compras cuando tiene poco tiempo. – me contestó con una sonrisa juguetona.

  • Muy bien. – le dije a la vez que activaba el juguete al nivel uno. – Te espero fuera.

  • Te encanta hacerme sufrir. – me susurro al oído.

Me fui para fuera de la tienda mientras Helena pagaba los vestidos nuevos. Ya no aguantaba más, tenía la polla que me estallaba en los pantalones y mi perrita tenía unas ganas de un buen final del juego, que ya no podía disimular más. Tenía que pensar rápido un sitio donde disfrutar de mi perrita sin meternos en un lio. Lo primero que se me vino a la cabeza fueron los probadores del Decathlon como el otro día, pero hoy había un montón de gente. Helena se me acercó y se le notaba que ya casi no podía disimular con el mínimo de potencia del vibrador.

  • Por favor ya no puedo aguantar más.

  • Pues piensa un sitio donde nadie te moleste y tener un final feliz. – le dije burlonamente.

  • En casa por favor. – me suplicó intentando taparse un poco los pezones que se le marcaban con el polo del uniforme.

  • No nos iremos hasta que te corras perrita. – le susurre al oído. – Tú decides cuanto quieres andar paseándote por aquí así.

  • ¿Aquí? Y si nos pillan. – me contestó con una mezcla de temor y lujuria. – En casa haré lo que quieras.

  • Todo dependerá de ti perrita y de que puedas contenerte sin chillar. – le volví a susurrar mientras le subía un nivel la potencia del juguete.

  • Pero, ¿qué me harás? Solo subir la potencia. – me dijo apoyándose en la barandilla ya que las piernas le fallaban.

  • Quiero ver si puedes aguantar el nivel cinco.

La cadera de Helena se contoneaba sin que ella pudiese hacer nada por lo cachonda que estaba. Miraba a su alrededor y me miraba mordiéndose el labio.

  • ¿Vamos al parking? – me dijo mi perrita con una sonrisa.

  • Muy buena idea.

Helena agarró la mochila y las bolsas y empezó a caminar hacia las escaleras del parking. La perrita iba acelerada, pero de vez en cuando le fallaba un poco el paso por los espasmos que le empezaban a dar. Bajamos hasta la última planta que no estaba muy llena y vimos al fondo una furgoneta que tenía detrás una columna. El sitio parecía seguro, la furgoneta nos ocultaba de la entrada y no se veía ninguna cámara que nos enfocase. Helena dejo las bolsas en el suelo y se apoyó en la columna.

  • Joder no puedo aguantar más. – me decía mientras se mordía el labio.

  • Yo tampoco.

La agarré de la cintura y la puse de cara a la columna frotándole mi polla en su redondeado culito.

  • Dijiste… que… que sólo querías… mirar. – me dijo Helena con la respiración muy acelerada. – Nos… nos pueden… pillar.

  • Relájate y no chilles. – le dije mientras empezaba a besarle el cuello.

La Helena viciosa estaba empezando a aparecer con cada caricia que le hacía. Le puse el mando delante de la cara para que lo viese y mi perrita me sonrió mordiéndose el labio. Lo subí al nivel cuatro y Helena se volvió loca frotando su culo contra mi endurecida polla. La giré y le subí el polo para empezar a chupar sus tetas. Tenía los pezones durísimos y cada caricia de mi lengua hacía que Helena sintiese como una descarga eléctrica por la espalda. Escuchamos gente hablando lo que hizo que Helena se quedase congelada, tapándose la boca e intentando apartarme. Con la furgoneta delante no podíamos ver a la pareja que escuchábamos, pero no andaban muy lejos. Helena me susurraba que parase, pero no le hice ni caso. Metí mis manos por debajo de su falda y le comencé a bajar las bragas que estaban totalmente mojadas. Mi perrita se tapaba la boca y se batía entre el miedo de que nos pillasen y el morbo que le estaba dando la situación. Empecé a meterle los dedos por su mojado coño y las piernas de Helena le empezaron a fallar. Me acerqué a su oído y le susurré que me la chupase. Helena decía que no, que los podían pillar, mientras intentaba apartar mis dedos de su entrepierna, aunque sin mucho entusiasmo por conseguirlo. La agarre del pelo y la le empujé la cabeza hasta que se puso de rodillas. Sin soltarle la cabeza me saqué la polla de los pantalones y se la metí en la boca. La Helena viciosa ya había llegado, menuda mamada me estaba haciendo, aunque no dejaba de vigilar en la dirección de las voces. De pronto escuchamos como cerraban las puertas del coche y arrancaban el motor nuestros vecinos al otro lado de la furgoneta. Mientras escuchaba como el coche se marchaba agarré a Helena y la puse contra la columna, metiendo otra vez mis dedos en se coño.

  • ¿Tienes un condón?

  • No. – Helena me miro un poco asusta ya que seguramente le vino a la cabeza las ordenes que le había dado el día anterior. – Venía… venía del… cole. No pensé…

  • Te dije que siempre tuvieses uno por si me apetecía follarte. – le dije dándole un tirón del pelo para que me mirase a la cara. – Me da igual que estuviese en el colegio.

  • Per… perdón. – me contesto como pudo al acelerar mis dedos en su coñito mojado.

  • Por suerte para ti tengo uno en la cartera. – le dije mientras lo sacaba. – Pero esta noche te espera un buen castigo y seguro que no se te volverán a olvidar los condones.

Me bajé los pantalones para ponerme el condón, mientras le decía a mi perrita que me diese su polo. Helena se quito su polo dejado al aire esas increíbles tetas redondas que me estaba pidiendo a gritos que jugase con ellas. Cogí su polo y se lo até como una mordaza tapándole la boquita a mi perrita, para asegurarme de que no la escuchasen cuando se corriese. Le separé las piernas a la vez que le subía la falda y empecé a jugar con la punta de mi polla en la entrada de su coñito, lo que hacía que Helena moviese su cadera al ritmo de mis caricias. De un golpe de cadera y sin aviso le metí toda mi polla hasta el fondo. Helena soltó un quejido que casi no se escucho de lo fuerte que estaba mordiendo su polo. Empecé a follarla sin compasión ya que estaba encendidísimo de tanto juguetear con mi perrita. La agarré por la cadera y con cada embestida hacía que Helena se estirase de puntillas y arquease la espalda. Helena estaba a punto de correrse y me estaba apretando la polla una gozada, con que empecé a follarla más rápido. De pronto Helena arqueó su espalda que parecía que se iba a romper y las piernas le fallaron. La niñata se había corrido brutalmente apretando su coño y me intentó separar.

  • ¡Yo aun no he terminado niñata!

Le agarré los brazos y se los puse a la espalda, mientras continuaba follándole su rico coñito. Estaba tan excitado que no controlaba mis embestidas contra la rajita de mi perrita. Helena volvió a empezar a apretarme la polla dentro de su coño mojado y a tener espasmos que le recorrían todo el cuerpo. Con los apretones que me dio con este nuevo orgasmo consiguió que me corriese brutalmente. Me desplomé sobre Helena, mientras ella se quitaba el polo de la boca para poder respirar mejor. De las mejores folladas que había tenido con Helena.

  • Joder, me… me he vuelto… a correr. – me dijo entre respiraciones aceleradas. – Se me… va a salir… el corazón… como… como me late.

  • Cada día… lo haces mejor perrita. – le dije mientras Helena me sonreía. – Vístete antes de que venga alguien.

  • Esto no me… lo puedo poner. – me mostró su polo todo manchado.

  • Coge una camiseta de las que se compró Rebeca y vámonos.

  • Pufff… me arde el coño.

  • Pues mejor que vayas sin ropa interior para que se te refresque. – le conteste riéndome.

Helena me miro con cara de pocos amigos, pero obedeció sin decir nada y guardo las bragas vibradoras en una bolsa.

  • ¿Vamos ya para casa? Necesito una ducha.

  • Si, que tú y yo vamos a tener una larga charla sobre no tener condones cuando te quiero follar. – le aseguré mientras recogía mi mochila. – No te vas a olvidar de este castigo.

  • Perdón, no volverá a pasar, lo prometo. – me suplico mi perrita.

  • Seguro que no volverá a pasar, porque seguro que no querrás que te la vuelva a meter por el culo. – le dije acariciándole la cara.

  • ¿Me la vas a meter por el culo? – Helena no se podía creer.

CONTINUARÁ…