Educando a la administrativa-3-

Continua la educacion de Laura

El día siguiente fue trascurriendo normalidad ya que en la oficina no quería ejercer ni usarla, prefería hacerlo fuera del horario laboral.

Después de comer, Laura, entró en mi despacho para traerme unos papeles. Era el primer encuentro privado del día. Decidí ponerla a prueba.

-¿Te mastúrbate anoche? –le pregunte-

-No. No te pedí permiso para correrme y por eso me dejaste así ¿verdad?

Respondió rápidamente, apartando su mirada de mí y me pareció que se ponía algo colorada. Insistí.

-Dime la verdad, Laura.

-Te la estoy diciendo.

-Se que no es cierto, me estas mintiendo.

-No pude aguantar, lo siento, estaba muy caliente.

Hizo una pausa.

-Perdo….

-Sal de aquí –le corte- Luego pasare por tu casa.

Salió sin decir nada. Había ocurrido lo que esperaba que ocurriera.

Antes de ir a su casa fui de compras.

Cuando entré trato de disculparse.

-Silencio, Laura –dije-Setenemos en el sofá.

Deje la bolsa con las compras en la mesa.

-¿Sabes por qué no te corriste anoche?

-Sí, pero dejar a una mujer así y prohibirle que se lo haga ella no está bien. Solo sé que tienes una mala uva de mucho cuidado.

-No has entendido nada, no me lo esperaba de una chica inteligente como tú.

Quedo callada.

-En fin podía comprender que no aguantaras, aun eres muy novata en esto pero lo que no puedo aceptar es que me mintieras. ¿Sabes lo que espera?

-Un castigo, supongo.

-Dos faltas, dos castigos.

-Joder.

-Ya te he dicho que de uno lo podías haber evitado pero al mentirme…..

-Lo comprendo, Luis, pero no seas muy duro por favor.

-Te voy aplicar solo uno por mentirme y dejare pendiente el otro.

Cogí la bolsa y fui sacando las compras. Le tendí una caja.

¿Sabes lo que es?

-Creo que sí, es un huevo de esos vaginales ¿no?

-Cierto. –Le tendí el otro, era una mordaza-

Le enseñe el tercero.

-Una fusta.

-Ya puedes imaginar para que.

-Para azotarme.

-Lista la chica. Apoya las manos en la mesa grande y ofreciendo tu culo.

Obedeció y yo me acerque. Le junte las piernas para que quedara un poco más alta. Subí el vestido dejando a la vista su magnífico culo cubierto con las braguitas. Se lo acaricie. Cruce el aire con la fusta y con el ruido Luisa se contraía como si recibiera un fustazo. Volví a acariciar sus nalgas y cuando menos lo esperaba le di el primer fustazo. Dio un grito y le oí decir uno. Se acordó de contarlos.

-No hace falta que los cuentes porque te voy azotar hasta que me canse, la mentira no tiene suficiente castigo.

Dicho esto le di el segundo fustazo, volvió a gritar y con las manos se frotaba la zona. Me acerque y le puse la mordaza.

-Así nadie te oirá. Pero esta floja, puedes sacar la bola si tienes algo que decir.

Le aplique otros cuatro fustazos, cada vez más fuertes y Laura cada vez estaba más dolorida y más tiempo estaba frotándose las carnes. Con el último se quito la bola y se arrojo a mis pies.

-Basta, no puedo aguantarlo, por favor –dijo entre lágrimas- para ya, como lección es suficiente.

La empuje con el pie.

-Si tu quieres aguantas, solo tienes que estar convencida de que eres capaz de soportarlo. Es cuestión mental. Vas aguantar por qué es lo que yo deseo y tú quieres complacerme. Vuelve a tu sitio.

Se puso la mordaza y adopto la posición. No sé cuantos fustazos le aplique, quince o veinte, alternando la fuerza entre ellos. Daba brincos después de cada uno y se masajeaba la zona, se tomaba tiempo, pero no fue necesario recordarle que volviera a la posición. Tenía el culo rojo, rojo, alguna pequeña zona amoratada y ese fue el momento en que pare.

Me senté en el sofá. Ella seguía en la mesa ofreciendo su culo. Deje pasar un minuto o dos y la llame.

Fue a sentarse pero no pudo.

-Mejor de rodillas. Durante unos días te molestara cuando te sientes pero se pasara.

Se abrazo a mi llorando, le quite la mordaza y comencé acariciarle el pelo.

-Ves como has podido. Estoy orgulloso.

Se fue tranquilizando.

-Te voy a bajar las bragas – le dije tras un rato de silencio- para aplicarle una pomada a tu bonito culo.

Tampoco era cuestión de que se le hicieran heridas u otras cosas peores. Le puse la pomada y la deje tumbada en el sofá. Fui a la cocina y prepare algo para picar con unas cervezas.

-Esta noche me voy a quedar a dormir aquí. Necesitas ponerte varias veces pomada y no creo que puedas tu sola, yo me encargare.

-Gracias –contesto-

Vimos un rato la televisión. Luego le aplique otra capa de pomada y le fui hablando.

-Eres buena comiendo pollas pero todo se puede mejorar. Vamos practicar para que te hagas una excelente mamadora.

No dijo nada pero esta colorada y mirando al suelo.

-Aprenderás a disfrutar haciéndolo.

-No sé cómo, en mi boca no tengo nada que me de placer –casi me grito-

-Eso es evidente. Me refería a otro tipo de satisfacción. Lo lograras cuando seas consciente del placer que eres capaz de dar con tu boca, de disfrutar, de hacer las cosas bien y sentirte satisfecha al ver la cara de quien te somete.

-¿Soy de tu propiedad?

-No, eres como mi coche o mi aparato de televisión, un objeto que uso aunque lo hagas por obligación.

-¿Qué diferencia hay entre eso y ser de tu propiedad?

-Ser de mi propiedad significa que tú voluntariamente lo aceptarías y llevarías mi marca personal.

Hice una pausa.

-Y ahora dejemos de hablar, mira lo que tengo para ti.

Tenía mi flácida verga sobre mis pantalones. Comenzó a tocármela y cuando fue adquiriendo dureza fue a introducirla en la boca.

-Trae el huevo que te he comprado –le ordene antes-

Lo sacamos de la caja lo miramos y le indique se lo pusiera en la vagina, yo me quede con el mando a distancia. Fui acariciándola y  masturbándola para que se humedeciera mientras que ella seguía lamiendo mi polla muy lentamente como le había indicado. Cuando la tenía erecta hice que parara.

-Quítate el vestido y ponte de rodillas en el suelo y trata de apoyarte en los talones.

Obedeció aunque se quejo al apoyar su culo en los talones.

-Mírame a los ojos y no apartes tu vista de mi cara.

Ataje su cabeza y comencé a restregarle mi verga por la cara iba de oreja a oreja pasando por los labios, alguna vez me entretenía en rozarle los carrillos.

-Pon las manos en la espalda –le dije después de un rato-

-Ahora usa tu boca como tú sabes, perra.

Note como se estremeció. Pero ávidamente se la metió en boca. Le debí frenar ya que iba demasiado deprisa. Usaba el mando a distancia del huevo y poco a poco fue poniéndose a tono.

-Más despacio, recréate en lo que haces y en lo bien que lo haces. Piensa en el placer que me estas proporcionado.

A pesar de todas las precauciones que tome no tardo mucho en tenerme a punto. Opte por restregarle otra vez la polla por su cara y luego lo hice sobre sus pechos sin llegar a una cubana. No dejo de mirarme y yo le sonreía. Quería que se sintiera importante, que lo hacía bien. Siempre he pensado que es mejor educar de buenas maneras que a bases de golpes y castigos.

Volvió a usar su boca. Jugaba con su lengua y lo mejor era que succionaba a la perfección. Aumente el ritmo del huevo vaginal. La lleve a punto del precipicio pero no deje que se corriera y ella no lo pidió.

Cuando estuve otra vez a punto, saque la verga y para correrme en su cara. No le avise por lo que no cerró los ojos, pero en cuanto sintió el semen los cerró. Como un acto reflejo.

-Estás preciosa –dije cuando termine de vaciarme-

Le hice varias fotos de su cara llena de lluvia blanca. Luego me limpio la polla y le fui dando a comer el semen esparcido por su cara. Aumente la intensidad del huevo vaginal.

-Me das permiso para correrme –no tardo en decirme-

-Córrete, perra.

Cuando termino la envié al baño.

-Lávate que nos vamos a la cama, que es tarde.

Le volví a aplicar una capa de pomada en sus maltrechas nalgas.

-¿Te ha gustado? –me preguntó-

-No lo dudes, ha estado genial y tu aun mejor –para levantar su autoestima-

-Gracias.

-¿Y a ti te ha gustado?

-No, sí, no sé, no puedo explicarlo pero me ha gustado y el colmo ha sido cuando me has llamado perra.

-Ya falta menos para que te guste hacer mamadas en condiciones.

Le di un beso en la cara y le acaricie el pelo.

-Ahora a dormir –di por concluida la conversación-