Educando a la administrativa-2-
Una nueva empleada me desata los instintos
Por la mañana cuando llego Laura iba con sus habituales pantalones. Me enfade. La llame al despacho.
-Primer día y primera decepción –le dije cuando entro-
-Te dije que no tenía y que hoy saldré de compras –se disculpo-
-La cuestión es que no has cumplido una orden y eso tiene consecuencias.
Me levante y cerré con llave la puerta. No era el mejor sitio para un castigo pero si para que se fuera enterando.
La apoye en la mesa, con el culo en pompa. Lo tenía redondito. Al acariciarlo sentí sus prietas carnes. Duro como me gustan.
Cuando menos lo esperaba le solté un manotazo. Dio un salto y se hecho la mano al trasero, le estaba picando. Bien
-Vas a recibir diez azotes, quiero que los cuentes, si no te oigo o pierdes la cuenta volverás a empezar por el primero. ¿Entendido?
-Si –contesto, su cara roja, yo diría que de ira, me gustaba-
Uno tras otro fueron cayendo, no se olvido de ninguno y no fue necesario repetirlos. Vi alguna lágrima en sus ojos y se frotaba las posaderas.
Me senté en mi sillón de ejecutivo.
-Ven –le dije-
Cuando llego vio mi flácida polla fuera del pantalón.
-Supongo que si te digo que aquí no quiero hacerlo no serviría de nada.
-Evidentemente, Laura.
Se arrodillo y comenzó a jugar con su lengua. Mi pene fue reaccionando a las caricias y alcanzo su plenitud. Laura estaba roja de vergüenza y humillada. Los azotes habían cumplido su función.
Le deje que lo hiciera a su manera. La verdad era que me gustaba como lo hacía pero le faltaba práctica. Cuando note que faltaba poco para correrme le cogí la cabeza y le forcé a meterse toda la verga hasta el fondo. Hubo algún conato de arcada pero solo eso. Le costaba respirar. Con mi teléfono móvil la hice varias fotos
Me vacié en su boca, fue una buena cantidad ya que me excitaba mucho la chica y de siempre ha sido muy “lechero”. Sujete su cabeza para obligarle a tragar mi semen. Saque mi polla de la boca.
-Límpiala de los restos.
Me miro con furia en los ojos. Me encanto, evidentemente lo hizo y también le hice alguna foto.
-Ahora te puedes marchar –le indique cuando termino su tarea de limpiadora-
-A que viene lo de las foto…….
-He dicho que te marches –le corte-
Salió del despacho como alma que lleva el diablo.
A media mañana surgió un asunto que precisaba que alguien fuera a hacer una gestión fuera del despacho, se la encargue a Laura.
-Tienes tiempo hasta el medio día, no hace falta que vuelvas por cierto comemos juntos –le dije el nombre de un restaurante- Nos vemos allí.
Llegue antes que ella, la vi entrar. Venía con un vestido de tirantes. Tenía unas bonitas pantorrillas, siempre han sido mi debilidad, me ponen mucho más que un buen par de tetas. Soy raro.
-Hola –dijo cuando llego a la mesa-
-Siéntate –no le dije nada del vestido, si se esperaba algo que se quedara con las ganas-
Rápidamente nos trajeron la carta. La leyó muy interesada, yo ya sabía lo que me apetecía comer, así que cuando el camarero se acerco a tomar nota, se lo dije.
-La señorita tomara lo mismo –no le di opción a pedir algo-
-No has pensado que quizás no me guste lo que has pedido –me dijo-
-Vas a comer lo que te traigan.
-Insisto ¿y si no me gusta?
-No te has percatado que ya no tienes nada que pensar, ni decidir, que solo tienes acatar y obedecer –le conteste-Te lo comerás porque yo he decidido que comas eso.
No dijo nada al respecto. Trajeron los platos y hablamos de las cosas que me interesaban que supiera y que ella me contara cosas de su vida.
Al salir fuimos al parking donde tenía el coche.
-Esta tarde no te esperan en la oficina, vamos a ir de compras.
-Si faltamos los dos pensaran que estamos juntos.
-Te he dicho que no tienes que pensar y si los compañeros lo hacen allá ellos.
Nos sentamos en el auto. Me pareció el momento apropiado para decirle un piropo.
-Te sienta muy bien el vestido y tienes unas piernas preciosas que es una lástima que las ocultes con los pantalones.
-Gracias –contesto-
Comencé a pasarle un dedo por las pantorrillas. Luego pase a los muslos y volvía a las pantorrillas. Cada vez que subía a los muslos mi mano iba más arriba hasta que llego a las bragas. Estaba húmeda. Seguí un rato con esta tarea. Cuando me pareció arranque el coche y salimos del estacionamiento.
Fuimos a un centro comercial y visitamos varias tiendas. Se compro la ropa que me pareció apropiada para ir a trabajar y otra más atrevida para cuando saliéramos. También visitamos tiendas de lencería, eligiendo yo por supuesto, lo que debía usar.
Fuimos a su casa. Revise su ropa habitual, prácticamente no había nada útil salvo las camisetas de tirantes y de la ropa interior salve bastante ya que era apropiada.
-¿Tomamos una cerveza o no tienes?
-En la cocina –respondió-
Saco dos latas del frigorífico y en la misma cocina las tomamos.
-Ya sabes cómo quiero que vistas. Espero no tener que castigarte por eso.
-Eres un miserable cabron, ¿Por qué me haces esto?
-Porque me apetece o quizás lo mereces y además creo que te gusta.
-Estas muy mal si piensas que me gusta. Lo hago obligada, no lo dudes.
-Eso no me importa, quizás es que no has encontrado quien haga salir la perra que está dentro de ti.
Me acerque y la agarre por la cintura, girándola para que su espalda se apoyara en mi pecho. Le baje los tirantes del vestido y se lo tire hacia la cintura. Le acaricie los pechos por encima del sujetador. Estaba roja como un tomate. Metí la mano por dentro del vestido y le acaricie los muslos. Se dejaba hacer por lo que una mano la tenía en sus senos y otra en los muslos. Comenzó a dar pequeños suspiros. Cuando subí la mano a sus bragas gimió.
-Tus bragas se están mojando, eso significa algo.
Mantuvo el silencio.
- Eres mía Laura, no lo olvides –le susurre al oído- Tu cuerpo, tu sexo, tus orgasmos son de mi propiedad. Solo te correrás cuando yo quiera y tendrás que pedirme permiso ¿está claro?
-Si Luis –contesto-
Comencé a masturbarla lentamente. Laura se iba agitando y los suspiros se fueron trasformando en gemidos. Fui notando como sus braguitas fueron empapándose ya que no quise tocarla directamente.
La apoye sobre la mesa, aparte sus bragas y desde atrás la penetre de un solo envite. Comencé a follarla. Por dos veces la lleve casi al límite, pero como no me pidió permiso no hice que se corriera.
Cuando estaba a punto de vaciarme saque mi verga y descargue sobre su grupa. La agarre del pelo, girándola le ofrecí la polla para que la limpiara. Lo entendió perfectamente y se puso a la labor. Una vez que termino me subí el pantalón.
-Bueno me tengo que ir –dije de pronto-
-¿Me vas a dejar así?
-Claro –respondí-
-Eres un cabron.
-Piensa en todo lo que hemos hablado esta tarde y trata de averiguar qué has hecho mal.
Y sin darle más opción me marche de su casa dejándola con un buen calentón.