Educando a encarnación (1)

Conozco a una mujer preciosa pero demasiado pudorosa a la que decido educar sexualmente.

EDUCANDO A ENCARNACIÓN 1

Conocí a Encarnación a través de Internet, en una página para encontrar pareja, congeniamos a través del chat los dos, por nuestra forma de ser y por estar separados de nuestras anteriores parejas por el mismo motivo: nos fueron infieles, ella se enteró por unos amigos de que su marido le ponía los cuernos con una amante y yo me encontré al putón de mi mujer con dos amigos suyos que se la estaban pasando por la piedra en nuestra cama, un día que volví de improviso a casa, pero esa es otra historia.

Encarnación tenía 37 años y yo 43, estuvimos chateando unas tres semanas antes de dar el paso de conocernos en vivo, quedamos una tarde de sábado en una plaza céntrica de la ciudad para vernos, cuando la vi llegar me quede gratamente impresionado, iba auto prevenido esperando encontrarme con una maruja algo gorda, bajita y sin atractivo, en cambio, apareció ante mí una mujer alta, de unos 170 cm, bien proporcionada, de rostro atractivo con unos impresionantes ojos verdes, labios carnosos y el cabello ensortijado de color cobrizo. Iba vestida con una blusa blanca sin apenas escote bajo la que se adivinaban dos pechos generosamente voluminosos, talla 100 como luego descubriría, un pantalón negro ajustado que dibujaba perfectamente un precioso y redondo culo de muy buenas dimensiones, unos muslos prietos y carnosos, en consonancia con su culo y unas piernas largas calzadas en tacones altos que hacían bambolear sugerentemente su impresionante trasero al caminar. No es necesario decir que enseguida me quede prendado de aquella mujer de la que hasta el momento sólo conocía por su encantadora forma de ser a través del chat, a lo que ahora sumaba una presencia física y un cuerpo sugerentes y excitantes.

Nos presentamos con un beso sencillo en la mejilla y estuvimos paseando y charlando largo rato, hasta que se hizo de noche, cenamos juntos y luego cada uno se fue a su casa. A esta primera cita le siguieron varias parecidas en las que poco a poco fuimos estrechando lazos hasta que se produjo el primer beso, una noche al dejarla a la puerta de su casa, al ir a darnos el habitual beso de despedida en la mejilla nuestras bocas se encontraron, de una forma natural, sin buscarlo, pero también sin evitarlo nuestros labios se fundieron en un beso, suave al principio, sintiendo un ligero temblor en aquellos labios, pero que acabo siendo largo, profundo y apasionado con nuestras lenguas en la boca del otro y fuertemente abrazados, pudiendo sentir su cuerpo pegado al mío y los voluminosos pechos contenidos por su sujetador, cuando nos deshicimos del abrazo y del beso ella entró en su casa corriendo sin decir nada, dejándome completamente excitado y con una tremenda erección Al día siguiente se disculpó por su comportamiento, hacía mucho tiempo que no besaba a nadie y no supo cómo reaccionar luego, yo le reste importancia porque sabía que por fin se había abierto la puerta que había estada esperando, a partir de aquella noche, las despedidas fueron siendo cada vez más prolongadas y apasionadas, con besos ardientes, abrazos, caricias, de pie los dos, en la penumbra de la calle, con las manos desapareciendo bajo la ropa, recorriendo su espalda hasta encontrar sus bragas y acariciar su culazo o sus pechos siguiendo el contorno de su sujetador y sintiendo la calidez y suavidad de su piel, pero al final ella siempre se resistía a dar el último paso, el que nos llevaría a la cama para poseerla por completo.

Por fin una noche me invitó a cenar en su casa, yo esperaba que esa fuera ya la ocasión en la que pudiera hacer mío ese cuerpo aunque cuando me recibió vestida con una blusa blanca abotona hasta por encima del escote y pantalones no lo tomé como buena señal y decidí no hacerme muchas ilusiones al respecto. La cena fue muy agradable y luego nos sentamos a charlar y ver la tele, cada uno en un sofá diferente. Así fue pasando el tiempo en una velada agradable que no parecía que fuese a acabar con nuestros cuerpos desnudos, entrelazados y follando locamente, cosa que era lo que yo deseaba y en lo que ya no dejaba de pensar. En esto Encarnación se levantó para ir al servicio por lo que pude aprovechar a su vuelta para, sujetándole con suavidad una mano, hacer que se sentara a mi lado, cosa que hizo sin mayor resistencia e incluso apoyó su cabeza en mi hombro y yo la rodee con un brazo dejando caer mi mano muy cerca de los botones que ocultaban su escote, mientras deje descansar mi otra mano sobre su muslo. Poco a poco, fui imprimiendo suaves movimientos a la mano que tenía sobre su blusa, acariciándola levemente y luego hice lo mismo con la mano que tenía apoyada en su muslo. Encarnación reaccionaba bien, lentamente, pero bien, se había pegado más a mí, pasando sus brazos por mi torso y luego giró su cabeza ofreciéndome su boca para que pudiera besarla, cosa que hice sin dudar, primero con besos cortos, probando sólo sus labios, luego besos más largos y cálidos, nuestras lenguas comenzaron a jugar, se tocaban y se hundían en nuestras respectivas bocas y ella comenzó a lamerme los labios y la lengua. Mis manos ya acarician por un lado el interior de sus muslos sin miramientos, y por otro, habiendo desabrochado su blusa, acariciaba también la parte de sus tetas que estaba al descubierto de su sujetador y también, introduciendo los dedos buscaba los pezones para cogerlos y pellizcarlos, ella se dejaba hacer, entregada ya, separó sus piernas cuando mi mano paso por encima de la cremallera de su pantalón y comenzó a bajársela, mi mano entro decidida buscando sus braguitas y comenzó a acariciarle el coño por encima de la tela, Encarnación quedo quieta, con las piernas separadas, el pantalón abierto, asomando sus prendas intimas, tanto arriba como abajo, y en silencio con la boca entreabierta en un gesto de ansia contenida. Con la mano ya bajo sus bragas, le separe los labios de su almeja para irle metiendo un dedo poco a poco en su chumino y pajeárselo, mi otra mano saco una de sus tetas del sujetador y me dedique a chupársela toda, lamiendo y mordisqueando su pezón. La mano que pajeaba su coño estaba cada vez más empapada y su gesto de gusto cada vez mas explicito, con gemidos muy quedos y tenues, su otra teta ya estaba fuera del sujetador también quedando así perfectamente enfocada para chupárselas sin parar. Llegados a este punto, paré de chuparles sus tetazas desnudas y con cara de lujuria fui bajándole los pantalones primero y las bragas después, su coño mojado y sonrosado por la labor de mi mano quedo a la vista, sin pensarlo dos veces hundí mi cabeza entre sus piernas y mi lengua fue directamente a buscar su clítoris para lamerlo y chuparlo, cuando mi boca entro en contacto con su chumino y me puse a lamerlo, su cuerpo se puso tenso, sus muslos aprisionaron mi cabeza y su boca pronunció un tímido no que no sirvió de nada ante la insistencia de mi lengua, su coñito respondía con espasmos y abriéndose cada vez más por lo que finalmente sus muslos se rindieron y me dejaron el paso libre para comerle por completo el conejo que poco a poco me iba empapando la cara.

Cuando su coño caliente ya la dominaba por completo, Encarnación se levantó del sofá

  • Vamos a la cama-

Me dijo, pidiéndome que fuéramos a su dormitorio, cosa que hice encantado, la sola idea de follarla en su cama de matrimonio donde ella había sido jodida por la única poya que había conocido hasta entonces me daba muchísimo morbo. La visión de aquel precioso cuerpo semidesnudo, con su culo bamboleando, la blusa abierta y las tetas por fuera del sujetador acabo de ponerme a 1000. Apenas hubimos entrado en la habitación acabé de desnudarla del todo, quitándole la blusa y el sujetador sin parar de besarla para tumbarla en la cama, mis manos y mi boca volvieron a recorrerla por completo con deleite y pasión, arriba y abajo, mi cuerpo se restregaba sobre ella que ya en una postura totalmente abierta, respirando entrecortadamente y gimiendo levemente, sentía mi poya tiesa deslizándose por encima de su mojado conejo pero sin llegar a penetrarla.

  • ¿a qué esperas?- preguntó deseosa.
  • A saber lo que quieres- le conteste.
  • Quiero que entres- me dijo con la mirada encendida.
  • ¿Qué entre dónde?- pregunté mientras seguía acariciando y apretando sus tetas para calentarla más aún si era posible.
  • Quiero tenerte dentro ya- dijo ardiente y con un movimiento de su pelvis consiguió que mi poya entrara en su coñito húmedo y abierto, la explosión de calor que rodeó mi tranca dura fue impresionante, su chumino era todo calor, humedad y suavidad. Comencé a bombearla fuerte y duro, sintiendo como su cuerpo se abría y se dejaba ir por completo, sus brazos estirados en cruz, sus tetas estremeciéndose con cada embestida, el sudor que nos iba empapando, sus labios carnosos entreabiertos, exhalando suspiros y gemidos contenidos y su coño tórrido rodeando mi poya, me tenían sumido en un paraíso de sensaciones y placer. Entonces sus piernas me rodearon y sus brazos me abrazaron, acompasando su chocho con mi nabo, se pego completamente a mí, sujetándome, su espalda se arqueó, de su boca sensual se escapó un prolongado y dulce gemido y su coñito aprisiono mi verga corriéndose por completo, su conejo se convulsionó en calientes oleadas mientras continuaba aferrada a mí, luego se relajó, satisfecha, soltando su presa, así yo pude redoblar mi ritmo, reventando su, literalmente, jodido y chapoteante chocho, haciendo estremecer de nuevo su cuerpo hasta que mi poya explotó, vaciándome totalmente dentro de ella.

Los dos nos quedamos tendidos, entrelazados y exhaustos, intercambiamos unos besos y caricias, yo hubiera continuado así, abrazado a aquella maravillosa mujer, pero de pronto su expresión cambió, se puso seria y tensa, levantándose, se fue al baño, de donde salió vestida con un pijama. Yo comprendí que, aunque su cuerpo había gozado, la situación de ver a un hombre en su cama no le era cómoda, así que también me vestí, Encarnación me acompañó un tanto azorada hasta la puerta y tras un beso apresurado me marché.

Al fin había logrado follarme a esa preciosa mujer y ya estaba pensando en lo que le haría la próxima vez, como estrujaría y lamería sus tetas, recorrer con mis manos ese cuerpo, comerle el coñito….Pero no iba a ser tan sencillo, debido a su recato y a que sus hijos viven con ella, los días pasaban sin que disfrutáramos más que de besos y caricias, hasta que se presento la siguiente ocasión en que estuvimos solos. Aquella noche salimos a cenar y a la vuelta nos pusimos a ver una película en la televisión de su dormitorio, poco a poco fuimos abrazándonos, comenzando a acariciarnos y besarnos hasta que nuestras ropas fueron desapareciendo, momento en el cual Encarnación apagó la luz porque le daba vergüenza que la viera desnuda y cuando traté de acercar mi cara entre sus piernas para comerle el chumino me dijo que no, se colocó sobre mi y comenzó a cabalgarme sin pausa y cada vez más rápido, mis manos no paraban agarrando sus tetas y su culo. Ella continuó cabalgando arriba y abajo sobre mi poya hasta que se corrió, entonces la hice girar hasta colocarme yo sobre ella y con sus piernas abiertas rodeándome le reventé el coño una y otra vez hasta correrme yo. Nos quedamos abrazados un rato hasta que ella apresuradamente se levantó para ir al baño de donde volvió de nuevo seria y tensa por lo que me vestí y me marché luego de una cariñosa pero corta despedida.

Las siguientes veces fueron una repetición de lo mismo, besos, caricias, nada de sexo oral, ella cabalgándome hasta correrse y luego yo sobre ella hasta terminar. Comprendí que el pudor y los recuerdos aún dominaban a aquella mujer pero yo estaba decidido a que eso cambiase y poder follarla sin límites.

(continuará)