Educada y Sometida en la playa

Primer día de vacaciones en la playa

El viernes a las nueve de la mañana ya estaba llamando a la puerta de Mercedes, el viaje era casi cuatro horas, pero tampoco me gusta madrugar demasiado. Ella salió puntual con un pantalón corto y una camiseta de tirantes, cuando abrí el maletero para meter su equipaje lo que me sorprendió fue el tamaño de su neceser, era casi tan grande como el bolso de la ropa, ¿qué tendría ahí metido para tres días?, cuando le pregunte me empezó a soltar una lista, después de algo llamado agua micelar ya desconecté y lo deje por imposible.

Durante el viaje descubrí dos cosas, la primera que Mercedes es una compañía estupenda para un viaje, divertida y conversadora. La segunda que es una auténtica marmota, paramos a tomar un café a medio camino y al volver a montarnos al coche no aguanto ni cinco minutos despierta, para que luego digan que el café espabila, desde luego puedo certificar que Merce es inmune a la cafeína.

Dejé que durmiese el resto del camino, quería que estuviese bien descansada para empezar el fin de semana. Cuando la desperté ya estábamos llegando al hotel, casi ni le dio tiempo a sacudirse la cara de sueño, la recepción era amplia y el registro fue rápido. La habitación estaba francamente bien, tenía el dormitorio aparte, una zona de estar con sofá, televisión y una mesa baja, la terraza con dos sillas y una mesa, tenía vistas a la zona de piscina y a los jardines del complejo.

Colocamos la ropa en los armarios y salimos a dar una vuelta, ya casi era la hora de comer y las calles estaban llenas de gente, que paseaba mirando los múltiples restaurantes y bares, todavía no teníamos mucha hambre y nos acercamos al mar, el olor, el gran azul surcado de suaves olas, siempre impresiona a los que no vivimos a su lado.

Mercedes estaba contenta se le veía ilusionada caminando por las abarrotadas calles, mirando las tiendas del paseo marítimo, según avanzábamos las tiendas empezaron a ser sustituidas por locales con amplias terrazas, seguramente por la noche se animaban con algún tipo de espectáculo. Tendríamos que pasarnos más tarde para ver el ambiente nocturno.

Habíamos caminado un buen rato, ya empezaba a hacerse tarde para comer y paramos en la primera terraza que tenía una mesa libre, un par de raciones y una botella de rosado frío nos dejó satisfechos y bastante animados.

—     ¿Y esta tarde que hacemos?

—     Venir un rato a la playa, el primer día mejor que no sea a las horas que más fuerte brilla el sol.

Hacía bastante calor, la mejor opción era irnos al hotel un rato a disfrutar del aire acondicionado, allí nos quedamos un par de horas abrazados en el sofá con la tele puesta y sin hacerle caso, Mercedes estaba un poco preocupada por su negocio, no estaba acostumbrada a ausentarse y no sabía como les iba a ir a Luisa y Rafa en su ausencia, to tenía una idea bastante más aproximada que ella y eso me hacía preocuparme bastante más.

Cuando bajo un poco el sol, ya nos preparamos para ir a la playa, Mercedes se cambió en el baño y cuando salió llevaba puesto un bañador de cuerpo entero, no pude menos que protestar.

—     Pero ¿dónde vas con eso?, pareces una jubilada.

—     No seas exagerado, es muy mono.

—     ¿No tienes otra cosa?

—     Luisa me regaló un bikini, pero me da apuro ponérmelo.

—     Póntelo que lo vea.

Mercedes volvió a entrar en el baño, cuando salió vestida con un minúsculo bikini negro, pensé que tenía hacerle un altar a la buena de Luisa.

—     Muchísimo mejor, no se puede ni comparar.

—     Pero es que casi no me tapa nada, los pezones escasamente y tengo todo el culo al aire — Se giró para demostrármelo, era verdad que la tira del tanga ni se veía metida entre sus nalgas.

Me acerqué a abrazarla, le di un buen morreo mientras amasaba su culo desnudo, tenerla así me hizo plantearme seriamente si merecía la pena ir a la playa o era mejor idea arrancarle el bikini con los dientes. Cogimos una bolsa para llevar las toallas, Mercedes se puso un vestido blanco y calado que le tapaba escasamente el culo y yo unas bermudas y una camiseta encima del bañador.

Al llegar a la playa ya había bastante espacio libre, colocamos las toallas cerca del agua, Mercedes se sacó el vestido y empezó a darse crema, cuando llegó a la espalda caballerosamente me ofrecí a ayudarle, era un placer frotar su suave piel, lo primero que hice fue desatarle el bikini para no tener trabas, le pasé la crema por toda la espalda, despacio, recreándome, Merce ronroneaba como una gatita, deslicé las manos por los costados rozando el lateral de sus tetas y luego me dedique a su culo, que hubiese poca gente me animaba y amase sus nalgas sin cortarme un pelo, Merce protestaba un poco pero sin mucha convicción, sólo se estremeció cuando mi dedo pulgar bien recubierto de crema apartó la tira del tanga para hundirse en su culo.

—     Uuuffff eso no.

—     Si te encanta que te lo haga, no disimules

—     Paraaa que me da vergüenza.

—     Conmigo no tienes que tener vergüenza, sólo dejarte llevar.

Tenía que quitarle esa vergüenza, me quede con el sujetador de su bikini y lo guarde en la bolsa de las toallas, a ella que ese momento estaba tumbada bocabajo pareció darle lo mismo.

Reconozco que no soy un buen usuario de playa, el pasarme las horas muertas tumbado en una toalla tomando el sol no va conmigo, me aburre, siempre he sido de estar haciendo algo, bañarme, pasear, leer o hacer un poco el tonto con los amigos, por eso cuando pasó al lado un vendedor ambulante no pude resistir la tentación de comprarle un par de palas de playa para jugar un rato. Cuando le dije a Mercedes de echar una partida me miró como si fuese un marciano.

—     Vamos levanta, vamos a movernos un poco.

—     Me da pereza, se está muy bien aquí tumbada.

—     Levanta que no puedo jugar solo, ya verás como te lo pasas bien.

—     Valeee pesado, pásame la parte de arriba del bikini.

—     Eso sí que no, te levantas como estás.

—     Noooooo, ni loca.

—     Estás en la playa, aquí hay un montón de chicas en topless, levanta de una vez.

Aunque fuese protestando al final se levantó, el argumento de que había muchas chicas en topless en la playa pareció convencerla, pero la verdad es que a estas horas no se veía ninguna alrededor.

Empezamos a jugar, intentaba no darle muy fuerte a la pelota para que los peloteos durasen un poco más, Mercedes se lo pasaba bien y eso hizo que se olvidase de su vestuario, vestida solamente con el tanga era un espectáculo mirarla, pronto había unos cuantos fijándose en el partido, más que en el partido en la jugadora porque a mí no me hacían ni caso.

Llevábamos ya un buen rato jugando, con el calor y el ejercicio nos dio bastante sed, cogí la cartera y me fui a comprar unas bebidas, no nos habíamos colocado bien y el chiringuito más cercano estaba bastante alejado, me iba a tocar darme un buen paseo porque Mercedes prefirió quedarse en la toalla descansando un poco. En cuanto me empecé a alejar se le acercó uno de los espectadores que había estado mirando el partido.

—     Hola guapa, ¿ya te cansaste de jugar?

—     Un poco, hace mucho calor.

—     ¿Podrías jugar un rato conmigo ahora? Hace mucho que no juego y viéndote jugar me han entrado ganas.

—     Es que hace mucho calor.

—     Por favorrr sólo un ratito.

Al final Mercedes se dejó convencer y empezó a jugar con él, la verdad es que el tipo no le quitaba los ojos de encima y no atinaba ni una, ella se lo pasaba bien y se reía bastante viendo como fallaba su oponente, la mala suerte quiso que un niño no hubiese tapado bien el agujero que había hecho en la arena, Mercedes al pisar allí se torció el pie y se cayó al suelo con un quejido.

—     ¿Qué pasó, te hiciste daño?

—     He pisado mal y me he hecho daño.

—     Levanta y apóyate en mí, te acompaño al puesto de socorro.

—     No es para tanto, no te preocupes.

—     No me cuesta nada vamos, por lo menos que te miren el tobillo.

El chico la sujeto por la cintura y la acompañó, el puesto de socorro estaba cerca, el socorrista sentado a la puerta se levantó rápidamente cuando los vio llegar.

—     ¿Qué ha pasado?

—     Estábamos jugando con las palas, pisó mal y se torció el tobillo.

—     Vamos a pasar dentro que hay agua para limpiar la arena y ya veo como lo tiene.

Pasaron al interior del pequeño cuarto, unas estanterías, una camilla y una silla para sentarse es todo lo que había, el socorrista dio por supuesto que eran pareja y no puso ninguna traba al acompañante de Mercedes para que entrase.

Nada más entrar la sentó en la silla y le quitó la arena de las piernas usando una pequeña manguera, el agua estaba fría y Mercedes se estremeció por la temperatura.

—     Tu novia es un poco friolera parece jajajaja.

—     No es mi novia, la verdad es que nos acabamos de conocer, hemos empezado con mal pie y nunca mejor dicho jajajaja.

—     Aja. — Al ver que no eran pareja el socorrista pareció relajarse y se dedicó a secar la pierna de Mercedes con mucha tranquilidad.

—     Le cogió el pie y empezó a moverlo hacia los lados, como ella no se quejaba empezó a tocarle el pie y a presionarlo.

—     ¿Te duele?

—     No, se ve que sólo fue en el momento.

—     Siéntate mejor en la camilla, es más alta y así no apoyas el pie.

La ayudaron a sentarse entre los dos aunque había dicho que no le dolía nada, se sentó en el extremo de la camilla, entonces el socorrista cogió un tubo de crema de la estantería.

Te voy a poner un poco de esta pomada para que te alivie, tiene efecto calor lo notarás enseguida.

Con el socorrista arrodillado a sus pies dándole la crema, Merce se dio cuenta que estaba prácticamente desnuda entre dos desconocidos y como la estaban mirando, se empezó a poner nerviosa, los pezones se le pusieron duros y se sonrojó ligeramente. Con el pretexto de tranquilizarle su acompañante empezó a masajearle los hombros.

El socorrista seguía masajeando el tobillo cuando vio a su compañero atareado con los hombros de Mercedes, eso le fue animando a subir el masaje por la pantorrilla, para ella era muy agradable recibir esos masajes, el efecto calor de la crema era muy estimulante, se estaba excitando sin apenas darse cuenta y cerró los ojos para concentrarse en las sensaciones.

Cuando el socorrista la vio con los ojos cerrados le guiñó un ojo a su compañero, este tiró de los hombros de Mercedes hacia atrás hasta que la dejo tumbada en la camilla, luego estiró la mano hacia el socorrista para que le echase una generosa dosis de crema, siguió masajeando los hombros y empezó a bajar hacia el pecho y los brazos. El socorrista ya se había olvidado del tobillo y masajeaba toda la pierna, envalentonado por la falta de respuesta de ella paso a la otra pierna para tratar ambos muslos.

Mercedes ya estaba excitada, notaba unas manos sobando la parte interna de sus muslos y otras que se movían peligrosamente cerca de sus tetas, realmente deseaba que esas caricias llegasen ya a sus partes más sensibles y aliviasen su calentura.

Como si le hubiesen leído el pensamiento los tocamientos se hicieron mucho más atrevidos, uno abandonó los muslos para acariciar directamente su coño sobre el tanga, el otro se apodero de sus tetas amasándolas y pellizcando sus pezones, Merce empezó a agitarse y a jadear, le gustaba, le gustaba mucho lo que le estaban haciendo y más todavía cuando el socorrista aparto el tanga y empezó a acariciarle el clítoris, los restos de crema que tenía todavía en los dedos le pusieron el coño ardiendo en segundos.

—     Aaaahhhh, parad, no sigáis.

—     Calla zorra, tienes el coño chorreando.

—     Sol…. Soltad..me o grito.

El acompañante le puso una mano sobre la boca para que no gritase y el socorrista empezó a follarle el coño con dos dedos. Ella estaba deseando dejarse ir, pero con un último atisbo de cordura empezó a retorcerse y patalear.

—     ¡Estate quieta puta!

—     Tío, vamos a tener que dejarla, yo no me juego una denuncia.

—     Pero no la ves, esta cachonda perdida.

—     Suéltala joder.

Cuando la soltaron Mercedes se levantó corriendo de la camilla, se colocó el tanga como pudo y salió del puesto de socorro, al salir vio a José mirando alrededor buscándola. Cuando se acercó a él todavía estaba visiblemente agitada.

—     ¿Dónde estabas? ya me estaba empezando a preocupar.

—     Me puse a jugar otra vez a las palas con un chico que había aquí y me torcí un pie, fui a que me viesen en el puesto de socorro.

—     ¿Estás bien?

—     Sí sí, sólo fue en el momento ya se me ha pasado.

—     ¿Y porque estás tan agitada?

—     Cuando estaba allí, han intentado propasarse conmigo.

—     ¿Quién?

Cuando Merce vio como le cambiaba la cara se preocupó bastante. Ella sabía que a pesar de lo tranquilo que era cuando se enfadaba podía ser bastante agresivo, todavía recordaba lo que le habían hecho José y sus amigos al marido de su amiga Regina cuando se enteraron de que le pegaba. Si le contaba la verdad se iba a liar.

—     Naaaa eran dos niñatos, les paré los pies sin problemas.

—     ¿Quién?

—     No sé, se fueron corriendo cuando les plante cara, ni caso.

No se le veía muy convencido, pero si ella no decía nada más poco podía hacer, por su parte ella seguía excitada, había estado a punto de correrse y la puñetera crema con efecto calor que le habían puesto en el coño la mantenía al borde del orgasmo. Dio un largo trago a la botella de agua que había traído buscando serenarse.

—     Ya no queda sol, deberíamos marcharnos.

—     Sí, para ser el primer día es más que suficiente.

Recogimos las toallas y nos vestimos para irnos, ya era el momento para hacer una cena temprana de camino al hotel, íbamos mirando los bares y restaurantes por los que pasábamos buscando un sitio, paramos en una terraza a tomar una cena ligera, esa primera noche no nos apetecía mucho salir hasta tarde, la habitación del hotel parecía la mejor alternativa.

Mercedes estaba de lo más cariñosa, se abrazaba, buscaba mimos, la abracé en una esquina y nos besamos como dos adolescentes, le agarré el culo mientras le metía la lengua hasta la garganta, su respuesta y la forma de apretarse contra mí me sorprendió, estaba claro que estaba excitada.

Al llegar a la habitación se me echó encima, parecía ansiosa.

—     Que animada estás Merceditas.

—     Uuuhhmmm mucho.

—     Quítate la ropa.

Mercedes me sonrió seductoramente, se quitó el vestido y se pasó la lengua por los labios con una cara de vicio que no le había visto nunca. Se colocó de espaldas y se bajó el tanga sin doblar las rodillas ofreciéndome una perfecta visión de su culo.

—     Arrodíllate y ven hacía mí.

Se puso a cuatro patas y vino, gateaba hacía sin dejar de mirarme con unos ojos de gata que hipnotizaban, nada más llegar me desabrochó el cinturón y el botón de los pantalones, de un tirón me los bajo hasta las rodillas, abrazándose a mis piernas empezó a darme mordisquitos en la polla a través del slip, metió la mano para sacármela y se puso a lamer como si fuese un helado, en pocos segundos me la puso completamente dura, me miró a los ojos, se la metió en la boca y empezó a chupar.

Estaba en la gloria viendo mi polla entrar y salir de la boca de Mercedes, a veces se la sacaba de la boca, me pajeaba unos segundos para volver a metérsela a continuación y seguir chupando, cuando vi que metía una mano entre sus piernas para masturbarse la hice parar.

Ve al armario y trae una bolsa de deporte negra que está abajo a la izquierda, no hace falta te levantes ve a gatas.

Mientras Merce gateaba hacia el armario acabé de desnudarme, volvió arrastrando la bolsa y la dejó a mis pies.

—     Esta bolsa tiene algunas cosas que me gusta usar para jugar con una perrita traviesa como tú. ¿Quieres jugar?

—     Síii me muero de ganas.

—     Abre la bolsa y ve diciéndome que ves.

Merce abrió la cremallera y empezó a mirar con curiosidad.

—     Veo unos rollos de cuerda, que monas son de color rojo, hay unas pinzas pequeñas de metal, unas velas blancas, ¿un matamoscas?, un rollo de una cuerda muy fina parece como de goma, unas esposas, una tira de tela ancha, parece de seda y una cosa metálica con forma como de huevo acabado en punta, tiene como una base con un cristal brillante, no veo nada más.

—     Muy bien, todo eso lo pienso usar contigo en un momento u otro ¿Te atreves?

Merce se pasó la lengua por los labios y asintió. Me agaché, cogí el matamoscas y las cuerdas, la guie hacía una butaca con unos cuantos toques con el matamoscas, le dejé arrodillada atando sus manos por detrás del respaldo y sus rodillas a las patas delanteras de la butaca.

—     Creo que tienes alguna cosa que contarme, llevas nerviosa y excitada desde que volvimos de la playa.

—     No sé porque dices eso.

—     Creo que me ocultas algo.

Empecé a azotarla la espalda y los hombros con el matamoscas, no eran muy fuertes los azotes, pero para calentarle la piel era más que suficiente, pronto sus hombros estaban rojos, pero cuando pasé el mango por su coño salió brillante de sus jugos.

Eché mano a su coño y empecé a acariciarlo, ella echaba el culo hacía atrás buscando intensificar las caricias, estaba empapada, sus labios se abrían y se contraían como si tuviesen vida propia.

—     Parece que no te molestan los azotes, vamos a probar más cosas.

Recogí de la bolsa el plug anal que Merce había definido como huevo metálico, se lo metí en la boca, le hice que lo lamiese y chupase hasta que quedó bien ensalivado. A continuación, se lo introduje en el coño y me puse a meterlo y sacarlo, ella bufó al sentir el frío del metal, pero al poco se adaptó al movimiento y empezó a disfrutarlo, cuando decidí que el plug ya estaba suficientemente lubricado, separe sus nalgas con una mano y empecé a empujarlo en su culo.

Merce se quejaba y decía que por detrás no, un azote y una indicación de que relajará el culo le hicieron desistir de sus protestas. Poco a poco el plug iba entrando en ella, lo iba empujando y girando, entraba un poco esperaba a que se relajará otra vez y volvía a empujarlo cuando entró la parte más ancha empecé a sacarlo y meterlo de la parte más fina a la más gruesa estirando y dilatando el ano de Merce, al final dejé que su culo se lo tragará y se quedase dentro. En ese momento dio un respingo y soltó un pequeño quejido entre dolor y satisfacción.

Volví a coger el matamoscas y empecé a jugar con ella, le daba unos azotes, le follaba el culo con el plug metiéndolo y sacándolo de su cada vez menos apretado culito y luego la masturbaba hasta que estaba a punto de correrse.

Después de repetir este tratamiento un par de veces Merce estaba a mil, primero gemía, luego suplicaba para poder correrse, finalmente me demostró que una mujer tan educada como ella, era capaz de utilizar el vocabulario de un camionero cabreado en mitad de un atasco.

—     Cabróooonn no me tengas así, déjame terminar.

—     Te puedo tener así todo el tiempo que quiera, ahora eres mía.

—     No seas tan hijo de puta, déjameeeee.

—     ¡A ver ese lenguaje! Te lo tienes que ganar.

—     Haré todo lo que me pidas, pero deja que me corra ya ¡Joder!

En ese momento yo estaba metiendo y sacando el plug de su culo, se lo sujeté en la parte más ancha y empecé a darle azotes, ella ya berreaba, por mi parte yo de verla así ya tenía una erección dolorosa, vamos me dolían los huevos una barbaridad.

Me saqué la polla y empecé a pasarla por su coño, ella se movía intentando que el roce fuera más intenso, en uno de esos movimientos empujé y se la clave hasta los huevos.

La follaba despacio, sin prisas, el plug de su culo hacía que su coño me apretase la polla, la calentura que llevaba acumulada la hizo correrse enseguida emitiendo una especie de gruñiditos, ahí ya me solté y empecé a follarla a mi gusto, se la metía rápidamente hasta que chocaba con ella.

Tenerla allí de rodillas con el culo y los hombros rojos por los azotes, el plug asomando por su culo, me ponía a cien, en pocos minutos ya mis cojones pedían descargarse a gritos, le saqué el plug y se la metí en el culo, entro como la seda y en pocos empujones ya estaba rellenándole los intestinos con mi corrida.

Me quedé agarrado a sus caderas mientras acababa de descargar, luego se la saque y volví a colocarle el plug a modo de tapón para que no se saliese ni una gota.

La dejé atada mientras iba al baño a asearme, a la vuelta la desaté y la dejé ir al baño a lavarse y quitarse el plug.

Tumbado en la cama esperé su vuelta mientras oía el ruido de la ducha, cuando llegó le tumbé a mi lado en la cama y la abracé, dándole besitos.

O sea que harás todo lo que te pida ¿No?

ATLAS

Muchas gracias a José, Kitonu, JBWriter, Amo, Ninasharp, Morbo, Corsario y Lilavzla por sus comentarios, ayuda y opiniones, también a los que me han contactado por Mail, Todorelatos no paga por escribir, la única satisfacción que se tiene es poder comunicarnos con los lectores. Prometo contestar a todos tanto por aquí como por mail.

Quería pedir una cosa, por favor a todo aquel que le gusten mis relatos que se tome un momento y los valore, os voy a contar lo que ha pasado con mi último relato:

El día 17, llevaba 25 días publicado, iba muy bien 14.000 visitas y 10 valoraciones, una valoración cada 1.400 lecturas, había 7 excelentes y 3 buenas, llega el día 18 y de repente por la mañana me aparecen 5 valoraciones normales, es curioso antes una valoración cada 1400 lecturas y de repente aparecen 5 y las 5 peores que las que tenía.

Eso bajó la puntuación del relato de 9,40 a 8,27, evidentemente lo hundió completamente en la lista del top 100, ¿casualidad? pues no, porque ya me han pasado más veces cosas parecidas.

¿Por qué os pido que valoréis? Porque cuantas más valoraciones haya más difícil es boicotear un relato.

No sé si es que hay alguien que quiere subir en las listas de los mejores y en vez de mejorar sus propios relatos, hunde a otros, o alguien enfermizo que piensa que su opinión es la única que vale y usa varias cuentas para poner las puntuaciones a su gusto. Pues no lo sé pero desde luego normal no es.

He escrito a la administración de la página a ver si pueden ver si esas votaciones vienen siempre de los mismos sitios, a ver que pasa, con un poco de suerte los bloquean.

Perdonad por la chapa. Salu2.