Educación Sexual Avanzada Cap. 1

Un hombre de vacaciones conoce a una prostituta, luego de follarla a placer, experimentando nuevos placeres, ella le confiesa un secreto que lo iniciará en un mundo tan desconocido como excitante...

Me encontraba en Bahía de vacaciones, aproveché que había terminado un congreso de medio ambiente, al que había asistido, y decidí quedarme una semana más, teniendo en cuenta que me ahorraba los pasajes y disfrutaría de las bellezas brasileras.

La primera noche no fue nada de lo común, tomé unos tragos en un pub cercano al hotel, y por más que intenté abordar un par de chicas no tuve éxito. Estaba excitado mentalmente y lamentaba mi magra suerte. Volvía a las dos de la mañana, caminando, mano en los bolsillos y cabizbajo. Doble la esquina y me disponía a recorrer las dos calles que me separaban del hotel, cuando vi a una rubia despampanante bajar de un taxi. La observé con ojos lascivos, era espectacular.

Debería rondar el metro ochenta, sobre unos tacones de 10 o 12 centímetros, o sea un metro setenta, pelo cortado a lo garzón, unos senos prominentes que pugnaban por salir debajo de un top de licra blanco que parecía su propia piel. Su cintura era muy estrecha, quizás consecuencia de que tenía unas caderas anchas de infarto, y unas piernas torneadas y largas, enfundadas en unas calzas negras que destacaban su nalgas respingonas y firmes.

Me quedé sin aliento, tanto es así que me detuve y ella lo notó, pues me dijo:

-  Parece que hubieras visto el diablo. Su voz era cascada, ronca, pero muy sensual con su acento brasilero.

-  No, disculpa, no pude evitar quedar sorprendido con tu belleza. La miré a la cara, era jovencita, no pasaba de los 25 años, frente a mis 37. Sus ojos era oscuros y su piel apenas morena, quizás dorada por el sol. tenía una nariz recta con el tabique un poco ancho, lo que le daba un aire de estrabismo que realzaba su sensualidad. Su boca era amplia, labios carnosos, que al sonreír mostraban un dientes blancos y parejos. De su cara a sus senos, mi mirada se paseaba errática entre ambas partes de su cuerpo. Tenía unos pezoncitos chicos pero resaltaban bajo la lycra al no llevar sostén. Los senos eran perfectos y se movían al compás de su respiración.

-  Ahora pareces atontado mirándome a los senos. Me dijo riéndose con una frescura que me excitó un poco más.

-  Disculpa, es que son impresionantes. Atiné a decir sin poder sacar mis ojos de ellos.

-  De la forma que me miras creo que podemos acordar un precio y yo te daré el trato especial que solo le doy a mis admiradores. Agregando. – no te arrepentirás. Lo pensé rápidamente, me moría por estar con ella en una cama y el dinero no era un problema, así que decidí apostar alto, pero antes debía sacarme la duda, pues su voz me despertó sospechas de que fuera una travesti, así que se lo pregunté.

-  Eres mujer o ….?

-  Mujer, puedes tocar mi entre pierna si gustas salir de dudas. Respondió desafiante.

-  No es necesario, disculpa pero pregunté porque aquí en Brasil hay mucho travesti. Entonces pasemos la noche completa en mi hotel, también te invito a desayunar conmigo.

-  Me llamo Elisa, vayamos a tu hotel, aunque no comprendo tu homofobia. Dijo agarrándose de mi brazo mientras marchamos hacia el hotel.

-  Me llamo Fernando y no soy homofóbico, solo que prefiero a las mujeres. Dije a modo de disculpas.

-  Tanto mujeres como travestis te podemos dar lo mismo. Dijo cacheteando mis nalgas mientras reía.

-  Pues si un travestis me hubiera tocado como tú, estaría preocupado. Dije riendo también, mientras cruzábamos el lobby del hotel.

Entramos a la habitación y me dijo que me desnudara mientras ella iba al baño. La abracé contra mi cuerpo y la besé mientras mis manos recorrían sus generosas nalgas. Ella me correspondió y nuestras lenguas se enlazaron con ganas. Luego me separó cortésmente y se dirigió al baño.

Me desvestí y abrí la cama, me acosté y a esperarla, mi polla estaba bastante dura y ya me excitaba pensando en tenerla en mi cama.

La vi salir solo con una tanga negra, que subía alto hasta sus caderas para convertirse en un hilo que separaba sus hermosas y tungentes nalgas. No tenía un gramo de grasa. Se paró frente a mí y modeló con gracias frente a mis incrédulos ojos. Vi que tenía varios tatuajes. El ya conocido código de barras en su nuca, una estrella roja en el pezón derecho, uno decorativo en forma de uve en su espalda baja, casi metiéndose entre sus nalgas, una cadena en sus bíceps del brazo derecho, y unas flores en ambos empeines. Pensé en que a un cuerpo como ese le quedaba bien cualquier cosa.

Me sonrió y bajando de sus tacones se metió en la cama a mi lado. De inmediato sentí el calor de la piel de ese cuerpo perfecto, firme y de piel suave como una brisa de verano. Mis manos recorrieron su cuerpo mientras nos besábamos apasionadamente, se apretó contra mi cuerpo y una de sus piernas se enroscó sobre mí y sentí el contacto de su entrepierna contra mi muslo, estaba caliente y era una chica, nada abultaba entre esas hermosas piernas.

Besé su cuello con delicadeza y la sentí estremecerse, mis labios apenas tocaban su tersa piel, de vez en cuando succionaba suavemente y ella se apretaba más contra mí. Con mi mano acaricié sus hermosas nalgas pasándola por debajo de su cuerpo y con la otra agarré uno de sus senos, mientras atrapaba con mis dedos su pezoncito pequeño. Me correspondió mordiéndome el cuello. La temperatura subía de prisa.

Mis manos no daban abasto y las de ellas me acariciaban con ganas, una en mis nalgas y la otra la espalda. Mi boca buscó el pezoncito más cercano y lo atrapé con ganas. Lo succioné profundamente mientras mi lengua lo atacaba con pasión. Ella gimió y me volvió a morder mi cuello, mientras una de sus manos agarraba mi polla y la acariciaba con suavidad, un suave contacto que contribuía a encenderme más.

Me separó casi con violencia, lo que me sorprendió, pero fue solo para comenzar a besar mi pecho mientras sus manos se ocupaban de mi polla y mis testículos. Pronto su boca atrapó uno de mis pezones y lo succionó con fuerza mientras sus dientes lo rozaban con firmeza. Me produjo casi que un choque eléctrico. Era un demonio ardiente. Una mano acariciaba mi escroto, sus uñas lo rozaban apenas brindándome un placer distinto, sin dejar de succionar mis pezones, y su otra mano acariciaba el tronco de mi polla y subía para hacer círculos con la yema de sus dedos en la cabeza de la polla.

Yo quise explorar su entrepierna y no me dejó, vi como su boca bajaba besando mi vientre y la dejé hacer. Pronto atrapó mi polla con su boca, mientras me acariciaba los testículos con una suavidad desesperante. Mientras me succionaba con maestría, lamiendo a lo largo del tronco para luego engullir la cabeza en su boca, me miraba estudiando mis reacciones. Hacíamos contacto visual y eso me excitaba más.

Quieres qué te dé el tratamiento especial por ser mi admirador? Me preguntó sin dejar de mamar ni de mirarme.

Sí. Contesté casi suspirando de placer.

De un salto se arrodilló en la cama, agarró un par de almohadas y me indicó que levantara la cadera, así lo hice y ella colocó ambas almohadas debajo de mí, y con suavidad me levantó las piernas indicándome que las subiera. Con la ayuda de las almohadas, fue muy sencillo, lo hice de modo que mis rodillas quedaron casi en mis hombros. Me las hizo separar y yo colaboré agarrándome una pierna con cada mano, presionando mis rodillas contra mí. Vi como miraba comprobando que fuera la posición deseada y vi como se sacaba la tanga. Por un momento temí lo peor, pero me tranquilicé cuando vi su coño depilado, había un tatuaje en su monte de venus.

Apoyando sus manos en mis muslos abiertos, sin dejar de mirarme a los ojos, acercó su boca a mi entre pierna, sentí su cálido aliento sobre mis genitales, antes que su lengua lamiera mi escroto con suavidad. La miré hacer y mi morbo se multiplico. Sus manos se desplazaron con suavidad de mis muslos a mis nalgas, dispensándome una suave caricia, mientras su lengua levantaba mis testículos con sus lamidas. El placer era hermoso, nunca me habían lamido así.

Su boca atrapó mi polla con suavidad, la succionó de forma que rozara el glande contra sus dientes y abriendo sus mandíbulas lo mordía cariñosamente de a ratos. Mi polla era de hierro a esa altura. Sus manos acariciaban mis nalgas y sus dedos se desplazaban suavemente en mi perineo, ese corto tramo que va desde los testículos hasta el ano. Me hizo gemir de placer, sus ojos examinaban mis facciones buscando la aprobación a sus caricias. Por increíble que parezca, cuanto más me acariciaba el perineo yo instintivamente separaba más mis piernas.

Parece que eso era lo que buscaba, pues sus dedos entre caricia y caricia rozaban de vez en cuando mi ano, produciéndome una mezcla de sobresalto y placer. Ella lo percibía en los movimientos de mis caderas y parecía divertirse, sus ojos destellaban no solo morbo sino picardía. Dejo de mamarme y pasó a lamer mis testículos, despacio con cierta firmeza a veces, para luego hacerlo con apenas unos toques de legua que me hacían revolverme de placer.

Su lengua llegó a mi ano, instintivamente quise separarme pero un gemido involuntario delató el placer que experimentaba. Su lengua exploró mi recóndita entrada, hizo círculos, para luego con la puntita presionar en la entrada. Sentí una descarga eléctrica de placer. Su mano me acariciaba la polla con suavidad calculada, para mantenerla estimulada, dura como una roca, mientras su lengua destruía mis barreras morales chupándome el culo con suavidad y sus manos me acariciaban las nalgas.

No solo mi verga palpitaba, mi culo empezó a hacerlo muy a mi pesar. Su lengua ganaba terreno y entraba en mi último bastión de virginidad, así lo pensé sonriente, dado que no me estaba follando, solo chupándome, era hermosamente excitante, nada de qué preocuparme, solo disfrutarlo. Su lengua entraba de a ratos, de a poco, con una suave humedad y una tibieza tal que me hacía retorcer de placer. Así disfrutaba cuando me dijo que no me pusiera nervioso, pero que ahora iba a masajear mi próstata. Le dije que sí sin entender lo que ello implicaba.

Con una maestría total engulló mi polla completa, lo que me sacó un suspiro de placer. Se estaba metiendo 19 cm de carne como si fuera nada!!!! Eso pensaba en mi disfrute cuando sentí que uno de sus dedos se acunaba en la entrada de mi ano, logrando que yo lo pellizcara instintivamente, o esa era la sensación que tenía. La mamada era espectacular, sentía como mi glande entraba en su garganta y no podía razonar bien. Su dedo entro, al menos la primera falange, yo apreté mi ano como pude, para detener la intrusión. Ella me dijo que hiciera fuerza como para cagar mientras se tragaba mi polla con una velocidad que me hizo gemir de placer nuevamente.

Sentí su dedo acunando nuevamente mi ano, lo había sacado. No sé por qué cuando ella presionó hice fuerza como para cagar, quizás pensé que lo expulsaría, quizás solo cumplí con su pedido, sentí como mi culo era penetrado por su delgado dedo, esta vez fue más que una falange. Traté de hacer fuerza para cagarlo y solo conseguí que me lo metiera todo. No me dolió pero la extraña sensación no me gusto, cuando quise protestar sentí una suave caricia en lo más profundo de mi ser. No sé cómo explicarlo, mi cuerpo se tensionó y sentí como me embriagaba de un placer tremendo. El calor bullía dentro de mis intestinos, indescriptible, gemí con ganas.

Elisa, sin dejar de mamarme, empezó a mover lentamente su dedo, acariciando lo que era mi próstata, me lo había dicho y yo no lo entendí. Ahora ya sabía a qué se refería con un masaje de próstata, y lo disfrutaba al igual que su manada. Luego de unos dos minutos, mientras yo sentía como el placer crecía descontroladamente desde mi interior. Como empezó terminó, retiró su dedo, dejó de mamarme, sentí un vacío interior y una frustración alarmante, ni siquiera atiné a bajar las piernas, quería más.

Elisa me dijo que quería que la penetrara. No lo pensé dos veces, ella me ayudó a deshacerme de las almohadas, me hizo poner las piernas en alto nuevamente y aproximó sus nalgas a las mías. Yo la observaba. Me indicó que separara bien las piernas y tomando mi polla dirigió su coño y la colocó en su entrada. Quedamos casi que nalgas contra nalgas, pero ella sentada de espaldas en mi polla. Bajó muy despacio y mi polla se abrió camino en su lubricado interior.

Sentí como mi polla era abrazada por su cálido interior, entraba ajustada, era como un tierno y firme abrazo en tan sensible parte de mi anatomía. Miré su hermosos culo bajar mientras se ensartaba mi polla hasta el fondo, casi no dejó nada afuera. Apoyada en sus manos empezó a subir y bajar su cadera sobre mí, frotando mi polla con su suave y cálido coño, me encantó, suspiré de placer, gemí de placer.

Yo agarraba mis muslos, levantándolos lo suficiente para que su trasero bajara a fondo entre mis piernas, permitiendo que su coño se comiera mi polla entera. Se movía con maestría, su coordinación era perfecta, lo que me arrancaba el placer en cada subida y bajada, sintiendo el suave roce de su apretado coño envolviendo a mi polla.

Elisa gemía como loca y me cabalgaba con ganas, el largo de mi polla favorecía la acción, pues cuando se levantaba nunca llegaba a salirse, el glande siempre estaba dentro de su coñito mágico, y cuando bajaba, se la enterraba en lo más profundo de su ser. En determinado momento, se las ingenió para, mientras se sostenía con una mano en su frenética follada, con la otra acariciaba mis testículos, mi perineo y hasta mi ano.

No sé cómo explicarlo, solo trataba de mantener mis piernas bien abiertas y disfrutar de ese placer combinado. Finalmente me metió el dedo en el ano y gemí como una puta. En segundos sentí como crecía mi orgasmo, era tremendo, nunca había experimentado algo así, fue como una explosión en mi interior que se propagó por mi polla haciendo una descarga impresionante. Las contracciones tensaron mi cuerpo y sentí como mi semen saltaba con furia dentro de ella. Una, dos, tres, cuatro descargas electrizantes, cinco, seis, uffff!!!!, el placer era fantástico. Ella siguió con sus movimientos, y sentí como dos descargas de menor intensidad se sucedían, antes de que ella cesara con sus movimientos, exhausta al igual que yo. Mi ano palpitaba alrededor de su dedo, lo sentía  claridad, creo que ella también. Unas contracciones más, pequeñas pero gratificantes. Luego nada más.

Sacó su dedo de mi trasero y se bajó, para tenderse a mi lado. Bajé las piernas y la abracé con ternura. Nos besamos un poco, luego ella buscó sus cigarrillos en su cartera, me ofreció uno y acepté, por más que hacía unos diez años que no probaba el tabaco, que importaba, una follada así merecía un cigarrillo.

Fumamos en silencio. Ella de tanto en tanto me acariciaba el vientre y el pecho.

-   Te gustó, homofóbico? Preguntó risueña.

-   Ni que lo digas. Pero no soy homofóbico. Respondí, dándole una calada profunda a mi cigarrillo.

-   Para ser homofóbico, disfrutaste demasiado de mi tratamiento especial. Dijo mientras giraba y quedaba boca abajo, mirándome divertida, estudiando mis reacciones.

-   Me encantó, pero no soy lo que tú dices. respondí ya un poco cansado de esa etiqueta que me trataba de poner.

-   A todos los hombres les gusta, se enloquecen con mi tratamiento, no hay hombre que no lo disfrute, ni los homofóbicos. Dijo riendo.

-   Además, dudo que aceptaras que otro hombre te lo hiciera, por lo que eres un homofóbico. Agregó, antes de apagar su cigarrillo en el cenicero.

-   Claro, si fueras hombre o travesti, que es lo mismo, no estarías en mi cama, linda. Dije y apagué mi cigarrillo en el mismo cenicero, por encima de su cuerpo.

-   Estás seguro que después de disfrutar como loco mi tratamiento especial, te importaría si el que te lo hace es un hombre o mujer? Preguntó entrecerrando los ojos como si supiera la respuesta.

-   Oye, de hombres nada, solo chicas atractivas como tú tienen acceso a mi trasero. Dije riendo y acariciando su maravilloso cuerpo.

-   Ella rió y se revolvió entre mis manos, nos besamos con ganas, hasta que se separó de mí, con su agilidad felina, saltó de la cama y se dirigió al baño.

-   Ya vuelvo, déjame limpiar mi coño que fue ensuciado por un homofóbico. Y se perdió de mi vista.

Tomé otro de sus cigarrillos y lo encendí, me levanté y la seguí al baño, también deseaba higienizarme. La encontré sentada en el bidet, cuando terminó, me ayudo a lavarme. Volvimos contentos y saltamos a la cama.

-   Déjame ver si hay algún canal porno en tu tv. Dicho esto encendió la tv y buscó, al llegar a los pay-per-view, busco leyendo con atención hasta que seleccionó uno.

-   Pon tu tarjeta, veamos si no eres homofóbico como dices. Había seleccionado un fil gay “travestis follando a jóvenes estudiantes”. dudé un instante, al final introduje los datos y accedimos al film. Ella era una mujer hermosa y quería diversión, no incluía ningún riesgo ver una peli gay, y si eso la excitaba mejor para mí.

-   Quiero que mires bien y atiendas, porque ahora después quiero que me hagas el culito, así que mira bien y aprende como se hace un culito. Dijo abrazándome y colocando una pierna sobre la mía de tal forma que su sexo tibio quedaba sobre mi muslo.

-   Nunca había visto una peli gay, pero debo reconocer que me excité. Había dos travestis morenas infartantes, con unos cuerpazos de campeonato y unas pollas enormes. Los presuntos estudiantes jugaban un rol pasivo, si bien recibían sendas mamadas, no usaban su polla para nada más, pero recibían unas folladas de terror, las morenas se lucían culeándolos sin piedad. Elisa acariciaba mi polla de a ratos. Me hizo girar y pícaramente también acariciaba mis nalgas. Ella sabía que me excitaba la peli y lo disfrutaba.

Al final yo miraba la peli y ella se dedicaba a mí. No podía sacar mis ojos de lo que hacían las guarras con sus cuerpazos y esas tremendas pollas en los pobres estudiantes. Elisa, me acariciaba la polla con suavidad mientras me metía un dedo en el ano. Me tenía muy excitado, la combinación de la peli con lo que me hacía me había puesto a mil.

-   Sabes por qué esos chicos disfrutan como los follan por el culo? Pregunto sin dejar de hacer.

-   No. Contesté distraídamente.

-   Porque la polla que le meten hace lo mismo que mi dedo en tu culo, con el plus de que es una polla rica y caliente, que tiene vida y va profundo, acariciando la próstata cuando entra tanto como cuando sale. Dijo tan distraídamente como yo le contesté. El razonamiento era válido, pensé muy a mi pesar.

-   Sabes que un culo se dilata tanto que después puede entrarle hasta un brazo? Preguntó con ese tomo distraído, mientras seguía trabajando mi polla y ano.

-   Pero eso solo es en las pelis y con gente que ya le han metido de todo. Dije como si fuera un conocedor del tema.

-   Todos los culos son iguales, si se los dilata apropiadamente pueden dejar entrar lo que desees.

-   Hay que ser puto para eso. Dije, sin poder dejar de ver la peli.

-   No, solo hay que probarlo para poderlo disfrutar, no hay nadie que no disfrute una buena polla en el culo, una vez que la prueba. te lo digo por experiencia. Me dijo, distraídamente, mientras revolvía mi culo hasta alcanzar casi mi próstata, y yo instintivamente separaba más mis piernas para dejarla hacer.

-   Y que experiencia puede tener una chica como tú, respecto a experimentar placer con un masaje de próstata o con una follada? Dije mientras veía en la peli, como un travesti sacaba su polla del culo de uno de los estudiantes y se la ponía en la boca mientras se corría.

-   Es que soy transexual operada, tengo próstata, y por eso quiero que me hagas el culito, pues es lo que más disfruto. Respondió Elisa en el mismo tono despreocupado.

Con gran esfuerzo retiré la vista de la peli, cuando el otro travesti se corría en la boca del estudiante. La miré y ella me sonreía con sarcasmo.

-   Ya comprobé que no eres homofóbico, ya que te excitaste con la peli, viendo como unas travestis follaban a unos chicos, y aparte ya te acostaste con un chico, operado, pero chico al fin. Dijo ella, haciendo hincapié en las ultimas 4 palabras.

Me quedé de boca abierta, suerte que no habían moscas. Quise decir algo y no supe qué. Sentía su dedo revolviendo mi ano, y su mano acariciando mi polla, me gustaba.

-   Solo un chico sabe exactamente lo que le gusta a otro chico, cómo y dónde tocar, cuándo y cuánto hacerlo para que disfrute al máximo. Debes reconocer que disfrutaste como loco, y disfrutarías más si yo tuviera polla, te lo demostraría encantada, solo que decidí hacerme mujer, pues por más que follé a unos cuantos, nunca lo disfrute como ahora, con un coño, sintiéndome totalmente mujer. Disfrutando de los hombres al máximo, y muchos nunca llegarán a saberlo.

No salía de mi asombro, se metió mi polla en la boca y empezó a masajear mi próstata, me dejé ir. Vi como giraba su cuerpo y me ofrecía su coño, no lo dude, la atraje hacia mí e hicimos un 69. Mi lengua recorrió sus labios vaginales, eran menos protuberantes que lo normal, pero era un buen trabajo, sino me lo decía jamás lo hubiera descubierto. Mi lengua encontró su clítoris, o su pene modificado, como quieran verlo, lo lamí con ganas, la sentí gemir y sus piernas se apretaron contra los costados de mi cabeza.

Disfrutaba como loco, estaba muy motivado con el descubrimiento y mi boca exploraba su transformación con frenesí y morbo. Me dijo que le lamiera y dilatara el culo con un dedo primero y que de a poco llegara hasta 3, que con eso era suficiente, que esa era la dilatación necesaria para penetrarla analmente. Así lo hice, ya lo había visto en detalle en la peli, no tenía dudas. Disfrutaba como loco.

Cuando mi tercer dedo entro libremente en su hermosos y coloradito ano, ella se enderezó y poniéndose de espaldas levantó las piernas. Las coloque sobre mis hombros y le puse el gel que ella me dio, luego embadurné bien mi polla y empecé la aproximación. Su cuerpo casi que temblaba de calentura y yo otro tanto. Apoyé la cabeza de mi polla en su ano y empujé con suavidad. No entré de primera, su culito no cedía. Ella me indicó que presionara con fuerza y que vería como entraba fácil.

Así lo hice y vi como su ano se dilataba con mi presión y la cabeza penetraba limpia y su ano se cerraba sobre el tronco de mi polla. Una sensación exquisita me embargó, con cuidado de no lastimarla empuje muy despacio y mi polla se deslizó silenciosamente en su interior. La oí gemir, cuando mi pubis se apretó contra su coño, supe que estaba toda adentro.

Su interior era cálido y sus intestinos abrazaban firmemente mi polla, mientras que la argolla de su ano se aferraba al tronco como para no dejarlo escapar. Me moví con lentitud, como lo había visto en la peli. Ella mantenía las piernas contra su pecho, para facilitarme la penetración. Me sentía poderoso, como las travestis que se follaron a los estudiantes. Miré su cara y vi una combinación de placer y agradecimiento. Cerré los ojos para captar todo el placer del tacto de mi polla en su interior y empecé a moverme con suavidad, mi verga se deslizaba con cierta dificultad, pero nada impedía el ir y venir de mi carne dentro de aquellos intestinos cálidos y demandantes.

Calculé mentalmente donde estaba su próstata y busque el mejor ángulo para brindarle una profunda caricia con la cabeza de mi polla. Elisa gemía de placer, repetí una y otra vez el camino de ida y el de vuelta, despacio, como practicando los movimientos que sabía momentos después iban a ser rápidos y fulminantes, cuando me excitara tanto que no pudiera razonar con tanta claridad. Si los detectaba y practicaba bien, le daría la follada perfecta.

Y así fue. No sé cuanto duró, si se que disfrutamos como animales, de suspiros y gemidos, pasamos a bufidos, presa del placer incontrolable que nos brindamos en el acto. La miré de reojo varias veces y en algunos momentos tenía los ojos casi en blanco, eso me motivaba a hacer movimientos más largos y profundos. Sus gemidos me orientaban, la penetraba usando todo el largo de mi polla y nos fundíamos presa de una excitación sin límites.

De a poco sentí la imperiosa necesidad de moverme más rápido, pero me concentré para que el ángulo y la profundidad del recorrido se mantuvieran. Elisa me lo agradeció pidiendo más y más, diciéndome lo bien que lo hacía. Me entusiasmé y redoblé mi esfuerzo, la follaba con todo mi poder, con unas ganas desconocidas, quería meterme dentro de ella, y ella bufaba por no gritar. Mi cuerpo golpeaba con furia contra el de ella, produciendo un ruido sordo y acompasado.

La vi morderse los labios con frenesí y no me aguanté más, una vez más sentí el orgasmo que me asaltaba con una inusual intensidad, tensándome el cuerpo de tal forma que apenas podía empujar en mi desesperación. Me descargué nuevamente en su interior, unas contracciones me arrasaron y mi semen salió disparado como misiles a su interior, uno, dos, tres, cuatros, cinco, parecía que nunca terminarían. Ella ahogó un grito y yo dejé que mi cuerpo se fuera sobre ella, exhausto, mi pene aun palpitaba y las ultimas contracciones descargaron el remanente de semen de mis testículos.

Me quedé muy quieto, con mi polla metida al fondo de su ser. Elisa cruzó sus piernas sobre mi espalda y me obligó a moverme un poco más adentro de ella. Nos abrazamos y nos besamos con deseo. Su ano palpitaba y descubrí que el mío también. Muy a mi pesar me retiré con sumo cuidado, cuando saqué mi polla mi semen empezó a escurrirse de su culo. Ella con una mano tomó algo y lo llevó a su boca, luego me estampó un tremendo beso con el que me hizo compartir mi esperma. Al principio me produjo un poco de rechazo, pero no sabía mal, es más era excitante, el morbo me invadía y validaba una nueva experiencia, insospechada hasta ese entonces.

Luego de fumarnos unos cigarrillos, nos lavamos mutuamente. Al cabo de un rato ella giró quedando boca abajo y mirándome a los ojos me pregunto con una sonrisa pícara.

-   Quieres ver cómo te levanto la polla en un minuto? Aún me quedan algunos trucos que compartir contigo. debo confesar que nunca imaginé pasarla tan bien contigo, pero podemos pasarla mejor. Su expresión era traviesa, prometía mucho placer. Le dije que sí.

De inmediato me puso dos almohadas bajo mi cadera, ensalivó sus dedos, me indicó que levantara las piernas y me los metió en el ano. La misma descarga eléctrica de antes, mi polla reaccionó de inmediato, de a poco empezó a crecer en su boca y yo supe que esa noche prometía más. Follas como desesperados.

Cuando el sol estaba alto nos despertamos, pedí el desayuno, como lo había prometido. Desayunamos sentados en la cama, desnudos, cruzando sonrisas de complicidad, riendo como niñs de escuela en el recreo.

Luego de ducharse, Eloisa se vistió y se maquilló para marcharse. Prometimos volver a vernos esa misma noche, nos besamos interminablemente. Antes de salir de la habitación, en un gesto preparado, hizo como si pensase y me hizo una oferta.

-   Oye Nando, así me llamó, por lo visto y lo experimentado, creo que te podría interesar algo más. Vi cómo te excitaste con la peli, vi cómo reaccionaste con mi tratamiento especial, y vi como disfrutaste con mi ano… Quizó te gustaría experimentar algo nuevo, algo más especial…

-   Di lo que piensas, no tengas miedo.

-   Tengo dos amigas, bueno, tengo más, pero dos especialmente hermosas y cachondas, son fenomenales. Yo no te cobraría nada, pero a ellas debes pagarles. Son dos travestis hermosas y calientes, podríamos follar, tu probarías lo que es culearte a una chica con polla, incluso podrías probar lo que experimentaban los estudiantes de la peli de ayer… Me miró con picardía y agregó. – Es una gran oportunidad, la pasaríamos fantástico, no pararíamos de follar a lo grande. Que dices?

La miré seriamente, la idea era descabellada pero mi polla decidía por mí, se entro a poner dura.

-   Vale, llámalas, hagámoslo, no sé hasta dónde llegaré, pero me excita la idea.

-   Una coas más, no lo haremos en el hotel, iremos a la casa de una de ellas, allí tenemos todo lo que necesitamos, confía en mí. Me dijo con seriedad.

-   Ok, hecho, cuándo y dónde?

-   Te paso a buscar a las 7:30, espérame en el lobby listo para la acción, cómprate alguna bebida para entrar en calor, es bueno llegar con un presente.

Más besos de despedida, y la hubiera follado de nuevo si no hubiera sido que debía irse. Se cerró la puerta tras ella y quedé pensando en lo ocurrido, sobre todo en su oferta, estaba excitado con la idea.

Me acomodé en la cama y busque la peli para verla de nuevo, quería ver los detalles, quería ver todo con tranquilidad, debía prepararme para la noche, vaya si lo necesitaba. Cuando terminé de ver la peli me masturbé con furia. Anoté mentalmente que debía acordarme de tomar una viagra y llevarme alguna de repuesto, no podía arriesgarme a quedarme sin poder en medio de una orgía que prometía tanto. Me dormí con la imagen de la peli pero en mis sueños estaba Elisa, tenía una polla enorme y me follaba riquísimo.

Esta historia continuará…

Sus comentarios e impresiones son bienvenidos.