Edgar (4: el final)

No espereis mucho de esta mierda de relato. Bueno, me ha costado hacerlo porque estoy haciendo otro, y me aburrí de esta historia. Tampoco tuvo mucho exito esta... en fin... de aqui poco volveréis a leerme como dios manda (era mas q nada para no dejar inacabada esta historia uu=

Me apresuraba a llegar a tiempo a clases. No quería perderme la primera clase de Técnica de expresión oral y escrita , asignatura que entraba en el pack de la carrera de filología. Tenía que ir cada día a la universidad en bus, que estaba como a media hora de mi ciudad. Eso era bastante coñazo, y económicamente una mierda.

Entré en el campus corriendo, entrando al edificio de Letras como una bala, para entrar en mi aula. Las clases ya habían empezado, pues los pasillos estaban vacíos. Llegué delante de la puerta, giré el picaporte… y no se abrió.

Revisé el número de aula. Era correcta. ¿Qué pasaba?

-Genial…-dije al momento de mirar mi horario, donde había un papelito que apunté el día anterior-. Clase suspendida

Salí de la universidad, caminé un poco por el campus y me tumbé en el césped que rodeaba la zona universitaria.

Me encendí un cigarro, busque el móvil y marqué.

-Tío, estoy en Girona… ¿Te apetece?

11- I don’t know what to do

Sudando, jadeando. Le notaba muy adentro.

Sexo salvaje.

Sexo del bueno.

En fin, lo que debe de ser el sexo.

Después de muchos movimientos de cadera, de muchos gritos, sollozos, gemidos, me tiré a la cama, y él encima de mí, aún con su soldado dentro de mí.

Me despojé de él, tirándole al otro lado de la cama, y me levanté desnudo hacia el cuarto de baño.

-Joder, si cada vez que te follo te duchas, me costará un ojo de la cara la factura- gritó divertido desde la habitación.

-Eso que te ahorras en salir de marcha para buscar a alguna loca…- le contesté yo desde bajo el chorro de agua.

Era un septiembre caluroso, sin comparación con el del año anterior. Pero claro, aún se consideraba verano.

Salí de la ducha, con una toalla rodeada a la cintura, y entré en la habitación. Roger estaba tumbado extasiado en la cama, en posición de cruz, con las sábanas blancas rodeadas por sus piernas, fumándose un cigarro. La luz le daba un brillo potencial a sus vellos rubios de su cuerpo.

-Tio bueno…- le susurré, en lo que me tendía a su lado y me apoyaba en su pecho-. ¿No tenías clase hoy?-me encendí un cigarro.

-Sí, pero es que me he levantado tarde y eso

Roger ya hacía segundo de bachillerato artístico, y sin saber muy bien como, trabajando duro, con 17 años había conseguido su propio piso (compartido con su mejor amiga, de su misma edad).

-¿Y tú?- me preguntó.

-No me he acordado de que habían suspendido la clase de Técnicas de Expresión….- le comenté, pellizcándole los pezones.

-Que cafre que eres

La ventana estaba abierta, y dejaba entrar toda la luminosidad del día, junto con ese frescor reconfortante después de un polvo.

-Me tengo que ir- le dije, apagando el cigarro en el cenicero.

-¿Ya?- dijo fastidiado, incorporándose al tiempo que yo me sentaba en el borde de la cama para ponerme los calzoncillos-. Siempre te vas muy pronto…- se quejó, acercándose a mí por detrás, abrazándome la espalda y besándome el cuello.

-Ya es la hora de comer- le informé-. He quedado para comer con Eric.

-Como quieras- dijo malhumorado, levantándose y encerrándose en el lavabo.

Me puse los tejanos, la camiseta y me calcé. Cogí mis cosas y toqué en la puerta del baño.

-¿No te vas a despedir de mÍ?

-Entra

Roger estaba enfrente del espejo, mirándose sonriente, tocándose los abdominales.

-Me voy- dije, abrazándole por la espalda y apoyando mi cabeza en su hombro.

-¿No crees que tengo más abdominales?- dijo alegre.

-Estás perfecto.

Me dio un pico, y siguió mirándose en el espejo. Antes de irme, le eché una última mirada. Bajo su cuello, arriba de la espalda, tenía tatuado ‘AntiFeixista*’, rodeado de una A anarquista. Que mono que era.

Me fui de su casa, bajé las escaleras y salí a la calle.

Si hacía calor en su casa, más hacía en la calle. Caminé por la acera pensativo. ¿Estaba jugando a dos bandas?

(*Antifascista)

12- Never-ending End

La noche prometía. Reunión de amigos después de mucho tiempo. Estaríamos todos. Ferrán, Aida, Hada, Joan, Frankie, Lucas y yo.

Desde mi ‘ruptura’ con Hada nada había vuelto a ser lo mismo. Y esa parecía ser la oportunidad de arreglar nuestras asperezas.

A las diez y media de la noche del sábado, un bocinazo sonó en la calle. Bajé las escaleras de mi casa corriendo casi saltando. En mi puerta, me esperaba Ferrán. Salté sobre sus brazos.

-¡Hijoputa!- me dijo mientras nos abrazábamos.

-Puto abogado- le respondí.

-¡Chiquitín!- gritó alguien desde el coche. Una chica con el pelo rosa, una camiseta apretada y unos pantalones de cuero salió. Aida se levantó del asiento del copiloto para venir a saludarme después de mucho tiempo sin vernos.

-Que zorra que eres- le saludé mientras nos fundíamos en otro abrazo interminable.

Y de mientras, pude divisar una gran sonrisa detrás del cristal.

-¡Mr. Charming!

Frankie, más rubio que nunca, salió a abrazarme. Seguía siendo perfecto. Seguía siendo el yerno perfecto para cualquier madre. Seguía siendo él.

Vaya comienzo de noche más sentimental.

-¿No has traído a Eric?- preguntó Ferrán, conduciendo, camino al restaurante donde habíamos quedado. Un silencio sepulcral llenó el aire.

-Lo ves cariño- se dirigió Aida a mí-, si me dejases contarle las cosas, ahora no preguntaría eso.

-¿Que pasa? ¿Han cortado?- preguntó sin entender nada Ferrán.

-No, es que está liado con otro…-dijo Frankie mientras miraba a la ventana, como si no le importase mucho la conversa y ya le resultase bastante familiar.

-Ay, a alguien se lo tengo que contar- respondió Aída mientras le daba una colleja.

Llegamos al restaurante ese piojoso y pijo

The End

[Fin de una era. ‘Edgar’ acaba, pero no su historia. He tardado mucho en continuar. Así que no os culpo si ni siquiera lo leéis. Gracias por todo]